lunes, 18 de enero de 2021

¿Decrecimiento de la Iglesia? Razones y soluciones

El Concilio Vaticano II ha promovido, como es bien sabido, una renovación de la evangelización y de la acción misionera. Esa renovación, en estos últimos cincuenta años ciertamente ha dado buenos frutos. Cualquiera de nosotros, los ya muy adultos, al menos los que han podido conocer la vida en nuestras parroquias antes y después del Vaticano II, puede dar testimonio de lo ocurrido.

----------Podría pensarse, por cierto, que aquel "nuevo Pentecostés" profetizado por el papa san Juan XXIII como fruto de la renovación conciliar aún no ha sucedido; sin embargo, aún así, todos los que hemos vivido los años anteriores y posteriores al Concilio somos testigos de lo ocurrido. No hay duda que la renovación conciliar ha dado buenos frutos, pero, llegada la hora de hacer un balance de la situación actual, me parece que no podemos sino constatar una grave crisis, debida no a la aplicación de las directivas conciliares (pensemos por ejemplo en el decreto Ad Gentes y las directivas magisteriales que han seguido) sino más bien a la falta de aplicación de las directrices conciliares, o más aún a su falsa interpretación.
----------Son bien conocidos los méritos de las indicaciones conciliares. Enumero algunas escuetamente: el método de la inculturación, el hacer preceder a la evangelización la promoción humana, el no imponer a todo el mundo las costumbres europeas, el usar el método de la persuasión evitando inoportunas presiones, el tener respeto de la buena fe de los demás, el respetar las verdades existentes en las otras religiones, la posibilidad de salvación también para quienes sin culpa no pertenecen a la Iglesia visible y también para quienes sin culpa no han llegado a un conocimiento explícito de la existencia de Dios.
----------Sin embargo, como digo, si queremos hacer un balance general al cabo de cinco décadas, debemos constatar que, de acuerdo a las estadísticas, la realidad visible de la Iglesia católica hoy, salvo limitadas excepciones, no se está expandiendo en el mundo para nada, sino al contrario, está en retroceso, a veces impresionante y veloz. Ciertamente, esto no ocurre necesariamente debido solo a acciones misioneras incorrectas, sino también, como ha quedado cada vez más claro en los últimos años, por la existencia de persecuciones anticristianas, por ejemplo en países islámicos, así como por una creciente hostilidad hacia el cristianismo también en países europeos, tanto que se habla hoy de cristianofobia y los signos preocupantes de esto no los voy a enumerar, siendo de sobra conocidos, desde ciertos hechos consuetudinarios hasta ciertas leyes irreverentes, desacralizadoras o inmorales, hasta manifestaciones pseudoartísticas y obscenas, falsamente presentadas bajo el signo de la libertad y el progreso.
----------Por supuesto, siempre nos podemos consolar recurriendo a la consideración de que muchos rechazan la Iglesia o la fe católica por ignorancia invencible y por lo tanto sin culpa, por lo cual al final llegan a pertenecer de todos modos a la Iglesia sin saberlo y por consiguiente están encaminados a la salvación.
----------Pero lo más preocupante, en mi modesta opinión, es que la actual crisis de crecimiento evangelizador y misionero, parece haber surgido desde hace algún tiempo desde el interior de la propia Iglesia, por lo cual se infiere necesariamente que existirían muchas ocasiones de evangelización que no son bien aprovechadas porque falta una verdadera convicción, un verdadero entusiasmo misionero.
----------Por lo tanto, desearía enumerar una serie de estos factores de crisis provenientes de nuestros propios ambientes católicos. Y repito, por si no me expliqué bien: no dudo que existen causas externas a la Iglesia para explicar su actual decrecimiento (persecución anticristiana y hostilidad cristianofóbica), pero aquí me referiré a las causas internas, a las causas que parecen advertirse en el seno de la Iglesia. De estas últimas enumeraré siete, intentando demostrarlas con los argumentos a mi alcance:
----------1) Trascendentalismo. Un primer factor es el hecho de que a menudo nos apoyamos demasiado en la persuasión mencionada líneas arriba y, lo que es aún peor, la malinterpretamos apoyándonos en la bien conocida teoría de Karl Rahner [1904-1984] de los así llamados "cristianos anónimos", teoría por la cual todos están al menos inconscientemente en gracia y experimentan a Dios en modo implícito, atemático y trascendental, por lo cual todos los hombres, al fin de cuentas, se salvan, aun cuando nunca hayan escuchado la palabra de ningún misionero ni hayan entrado jamás en la Iglesia visible.
----------Pero esta certeza de que todos están en gracia, lo sepan o no lo sepan, es del todo infundada y contraria a la fe católica, la cual en cambio nos enseña que con el pecado se puede perder la gracia y de hecho se la pierde, mientras que por el contrario en realidad la salvación consiste en el pasaje de un estado de pecado a un estado de gracia. Por eso, el anuncio del Evangelio y los sacramentos siguen siendo siempre un deber, en la medida en que es posible u oportuno, tanto porque entran dentro del mandato explícito del Señor como porque la predicación y los sacramentos sirven para comunicar la gracia donde aún no ha llegado y para hacerla revivir de donde estaba extinguida con el pecado. Se podría hablar aquí de evangelización buenista.
----------2) Falsa inculturación. Un segundo freno a la expansión de la Iglesia viene dado por una malentendida obra de inculturación de la doctrina católica, por la cual los dogmas de la fe pierden su carácter absoluto y universalidad, porque se les considera relativos a la cultura europea, por lo cual nos esforzamos por inventar nuevas formulaciones dogmáticas o, llevando las cosas al límite, se renuncia a la idea misma de dogma, al utilizar conceptos o creencias ya existentes en el ambiente a evangelizar, las cuales vienen imprudentemente consideradas como equivalentes a las fórmulas tradicionales, en cuanto se piensa que expresan los mismos contenidos de un modo adecuado a la capacidad de comprensión de los destinatarios del anuncio.
----------3) Relativismo. Lo que cuenta, en esta visión, o sea el contenido de la fe, no es tanto el dogma, que viene relativizado con el cambiar de los tiempos y de los lugares, sino (y aquí también tenemos una teoría de Rahner), sería una fantasmática, esquiva e inexpresable "experiencia trascendental sobrenatural de Dios", atemática y preconceptual, único contenido absolutamente verdadero de la divina revelación, de todos modos presente en el fondo del espíritu de todo hombre. Obra del misionero, por lo tanto, no sería la de comunicar un dato de fe desconocido al evangelizando, sino el de desvelar o despertar en él, aunque siempre con las palabras adecuadas, esa experiencia trascendental de fe que ya, en virtud de su existencia humana, él posee. Se podría hablar aquí (confirmando lo dicho en el primer punto), de evangelización trascendentalista.
----------4) Indiferentismo. Este relativismo dogmático va acompañado de un cuarto factor de crisis de la evangelización: el indiferentismo religioso, por el cual viene a menos la conciencia de la universalidad doctrinal del catolicismo y, por lo tanto, su destinación a todas las gentes, y en consecuencia la obligación para todos de abrazar la fe católica, según el mandato del mismo Señor, y en cambio se cree que toda religión contiene un cierto número de verdades particulares, que son diferentes de religión en religión, y suficientes para la salvación de los fieles de esa religión, por lo cual los católicos se salvan en el catolicismo, pero los protestantes se salvan en el protestantismo, los sedevacantistas en el sedevacantismo, los lefebvrianos en el lefebvrismo, los ortodoxos en la ortodoxia, los judíos en el judaísmo, los musulmanes en el islamismo, etc.
----------Lo importante es que cada uno viva con convicción y a fondo los valores de la propia religión: así de modo similar, ocurre más o menos como en una sociedad no todos tienen los mismos deberes; y lo importante es que cada uno cumpla bien el propio trabajo, cualquiera que sea.
----------5) Igualitarismo. Es claro que en esta perspectiva surge un quinto factor de extinción de la evangelización, es decir, viene a menos la conciencia de la primacía del catolicismo sobre las otras religiones, primacía que comporta que, si bien en las otras religiones existen verdades salvíficas, ellas sin embargo están mezcladas con errores y carencias, totalmente ausentes en la religión católica, la única entre todas en ser de fundación divina y divinamente asistida en el curso de la historia. Tenemos entonces el igualitarismo religioso: no se da una jerarquía de perfección en las religiones, sino que todas tienen el mismo valor. La pretensión de considerar la propia religión como superior a otra sería signo de presunción, conduciría a oprimir a los fieles de esa otra religión y, por lo tanto, sería causa de conflictos religiosos.
----------Se piensa entonces que toda religión tiene el mismo valor, por lo cual los fieles de cualquier religión deben respetarse mutuamente sin complejos de superioridad o inferioridad, renunciando a cualquier proselitismo o rechazando cualquier invitación a cambiar de religión, y solo así sería garantizada una convivencia pacífica entre los creyentes de las diversas religiones. De modo similar, todos estamos obligados a respetar el derecho a la vida de cada uno de nuestros semejantes, rechazando cualquier idea de que nosotros podamos tener más derecho a vivir que otro o que nuestra vida valga más que la del otro.
----------6) Secularismo. Un sexto factor de crisis viene dado por una concepción secularista del propio catolicismo, que minimiza, por no decir que suprime del todo, la finalidad y la dimensión sobrenatural de la doctrina y de la vida cristianas, por una exagerada e indiscreta acentuación de la promoción humana y de la obra de apoyo y de defensa de los derechos humanos. De este modo la evangelización se reduce a ocuparse exclusivamente de las necesidades materiales y económicas o, como máximo, de la educación política y cultural, silenciando y descuidando el anuncio específico del Evangelio, la educación en las virtudes cristianas, la promoción de la vida eclesial y sacramental, así como la invitación a entrar en la Iglesia Católica.
----------Por el contrario, la obra de los grandes misioneros del pasado, y basta con pensar por ejemplo en un Bartolomé de las Casas [1484-1566] o un san Francisco Javier [1506-1552] o un Matteo Ricci [1552-1610], muestra a las claras cómo la verdadera promoción humana nace de una profunda vida de piedad y de la ardiente aspiración de comunicar a Nuestro Señor Jesucristo a las almas.
----------Nadie niega la fundamental importancia de acompañar la evangelización con una sólida promoción humana, tanto porque se trata de un preciso deber humano y cristiano, incluso con independencia de la acción misionera, como porque el interés humano por el prójimo es en el misionero signo de credibilidad de su testimonio evangélico. Por lo demás, todos sabemos cómo en ciertas circunstancias un determinado anuncio explícito puede ser contraproducente o incomprendido, de ahí la necesidad o la oportunidad de renunciar a él, al menos provisoriamente, mientras que puede ser urgente o bienvenida la solidaridad en el plano de las necesidades y de los derechos humanos.
----------Lo que por el contrario no se puede aprobar de ningún modo, es una cierta concepción del catolicismo (pensemos por ejemplo en la así llamada "teología de la liberación", particularmente la de perfil marxista) que excluye, minimiza o falsifica por principio una suficiente referencia a la finalidad y a la dimensión sagrada y sobrenatural del catolicismo, para instalarse en visiones meramente inmanentistas, sociologistas, políticas o historicistas, las cuales en ocasiones, por añadidura, careciendo de equilibrio y prudencia, pueden entrar irrazonablemente en conflicto con las autoridades políticas locales, irritándolas inútilmente, tanto que a veces, como sabemos, tales autoridades reaccionan con la violencia, provocando aquellos que quizás vienen luego a ser llamados "mártires", pero que tal vez en realidad hayan sido meros subversivos.
----------7) Irresponsabilidad. Finalmente, en séptimo lugar, un factor debilitador de la acción misionera está dado en mi opinión por el hecho de que el anuncio evangélico no viene presentado con la suficiente seriedad, por lo que la gente no se da cuenta de lo que está en juego con el anuncio cristiano. Existe un poco la costumbre de presentar la fe católica como una especie de "optional", rechazando lo cual no sucede nada, un poco como si rechazamos la publicidad de una determinada pasta dentífrica o de una determinada bebida, rechazando las cuales no es que tengamos que temer quién sabe que consecuencias.
----------Así ocurre con ciertas formas de anunciar el Evangelio: no dejan en claro que están poniendo en juego el destino eterno del hombre, de salvación o de condenación, no tienen la claridad y perentoriedad que encontramos en las palabras de Nuestro Señor: "quien no crea, será condenado", "si no os convertís, todos pereceréis" y otras palabras del mismo género y fuerza. Se podría hablar aquí de una evangelización irresponsable. Para ciertos misioneros, el anuncio del Evangelio no es, como dice Cristo: "Si quieres la vida eterna, observa los mandamientos", sino "ya ahora estás salvado, hagas lo que hagas. Solo basta que tú creas que estás salvado". Ahora bien, sin embargo, esta es la herejía de Martín Lutero [1483-1546].
----------Conclusiones y soluciones. En suma, esta manera demasiado blanda y engañosa de proponer el Evangelio se combina con la falsa creencia, desde la cual se ha partido, de que, en todo caso y sea como sea, todos están en gracia y se salvan. De ahí surgen todos los demás errores que he señalado. Todos están coligados entre sí: trascendentalismo rahneriano (los "cristianos anónimos"), falsa inculturación, relativismo, indiferentismo, igualitarismo, secularismo, irresponsabilidad. Espero haberlo demostrado.
----------Existe, sin embargo, el modo de remediar todos estos inconvenientes. Pues en buena lógica, si todos los defectos de la evangelización parten de una herejía básica inicial, el remedio se encuentra rechazando el principio erróneo del cual derivan todos. ¿Y cuál es este principio? Es la poca fe, que se refleja en los errores que he señalado, y que podrían ser llamados en su conjunto con el apelativo de buenismo irresponsable.
----------Por lo tanto, es necesario que nos demos cuenta verdaderamente de la importancia de la fe sobrenatural, de la radicalidad de la gracia de la fe, del carácter absoluto de la fe.
----------No, por supuesto, de la fe entendida en sentido luterano, sino en sentido propiamente católico, de fe con obras de fe, sabiendo como bien sabemos que la primera obra de fe auténticamente católica es el mismo acto de fe en cuanto obediente sumisión de la voluntad a la regla próxima de nuestra fe, que es el Magisterio viviente de la Iglesia, intérprete auténtico de la Escritura y la Tradición, fuentes de la divina Revelación. De modo que, corrigiendo los errores antes mencionados, en plena fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia, en una fe que desemboca en la caridad, es decir, en la conciencia de ser misioneros y evangelizadores, estamos llamados a prestar un servicio precioso. Entonces veremos el movimiento de decrecimiento transformarse en crecimiento y podremos repetir las grandes hazañas de nuestros Santos misioneros del pasado.

1 comentario:

  1. Creo que ha descrito con certeza las causas que subyacen bajo la profunda crisis interna que sacude a nuestra Iglesia.
    Me ha llamado la atención la última de las causas, la "irresponsabilidad", pues no la he visto antes tan claramente enunciada.
    El ruido exterior propio de la vida actual impide al hombre escuchar el grito interior, que pide respuestas a las grandes cuestiones vitales. Hemos perdido el sentido de la trascendencia, dando por sentado que "no importa" ó que al menos "no merece atención" lo que pueda suceder con mi alma después de la muerte. Todo lo que importa está aquí abajo. Relacionarme de forma más o menos satisfactoria con los demás mientras resuelvo mis problemas temporales es todo cuanto tengo que hacer. Lo que venga después, si hay algo después, no será malo si he procedido en mi vida de ésta forma. Si hay Dios, no creo que se moleste por que no le preste demasiada atención, si mi vecino no tiene quejas contra mí.
    "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas"...

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