viernes, 1 de enero de 2021

La cuestión teológica de la sucesión petrina (1/2)

El papa Francisco ha vuelto a ser noticia, pero lamentablemente a causa de problemas de salud. Debido a una dolorosa ciática, las celebraciones de ayer por la tarde y de hoy por la mañana en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana no han sido presididas por el Papa. Las primeras Vísperas y el Te Deum de la noche del 31 de diciembre de 2020, fueron presididas por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, mientras que la Santa Misa de hoy, 1 de enero de 2021, la preside el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. Se anunció que el Papa seguirá dirigiendo el rezo del Ángelus.

----------La transitoria incapacidad física del Papa llega precisamente en las Fiestas Navideñas y de Año Nuevo, días en que indiscretos e insistentes rumores de semanas precedentes ponían de nuevo sobre el tapete la eventualidad de una abdicación papal, tras ocho años de pontificado, o sea, más o menos el mismo tiempo que duró el pontificado de su inmediato predecesor, Benedicto XVI, actualmente Papa emérito. Hubo alusiones a declaraciones (luego desmentidas) de Austen Ivereigh, autor de la única biografía autorizada del papa Francisco, acerca de la posibilidad de su renuncia tras las Fiestas Navideñas del 2020.
----------Sea como sea, son conocidas aquellas palabras del Papa, años atrás, declarando a una TV mexicana que estaba convencido de que tendría "un corto papado de unos cinco años", un lapso de tiempo que, por lo visto, ha debido prolongarse, para cumplir la agenda de su pontificado. Otro dato a tener en cuenta es que a fines del pasado mes de noviembre se supo que el Papa vería cumplido uno de sus principales anhelos pontificios al promulgar la Constitución Apostólica Praedicatae Evangelium, con la que se reformará la Curia Romana, y para ello piensa convocar nada menos que un Consistorio extraordinario en el que participe la mayor cantidad de cardenales posible. No han sido pocos los periodistas dedicados al Vaticano que han opinado que, considerando estas noticias y teniendo en cuenta lo difícil que es cumplir con semejante convocatoria en tiempos de pandemia como los que vivimos, no sería impensable que el Papa estuviera pensando en su renuncia para el futuro próximo. Por mi parte, señalé en mi nota de ayer el cambio de acento entre el Discurso a la Curia Romana del pasado 21 de diciembre, respecto de su precedente de hace exactamente un año atrás.
----------Sea lo que sea lo que ocurra o no ocurra, me ha parecido oportuno, en este contexto tumultuoso de ánimos exaltados, promovido por estos vaticanistas indiscretos, proponer un par de notas acerca de la cuestión teológica de la Sucesión Petrina, con la idea de aportar una serena reflexión, intentando ser fiel a la Escritura, a la Tradición, y al Magisterio vivo de la Iglesia, para brindar serenidad a los lectores acerca del espíritu de fe con el cual los católicos debemos vivir todo lo que acontezca en la Iglesia.
  
El Espíritu Santo hace que un Papa siga a otro Papa
   
----------Uno de los aspectos de la Iglesia Católica que no deja de sorprendernos y que contribuyen a hacernos entender que ella no es una simple sociedad humana guiada por hombres, sino que está guiada por Dios, es el fenómeno histórico irrefutable de la llamada "sucesión petrina", vale decir, ese hecho de que un Papa es seguido regularmente e inevitablemente por otro Papa, en un período de tiempo más o menos largo, un hecho que, como todos saben, se inició con el pontificado de san Pedro, y que ha llegado hoy al papa Francisco y durará hasta el fin del mundo, cuando Cristo en persona retornará para celebrar las bodas místicas con su Esposa, la Iglesia, mientras que el Papa de entonces, el "amigo del Esposo" (Jn 3,29), se regocijará con toda la Iglesia por el triunfo final y completo de Cristo sobre todas las potencias del mal.
----------No hace falta mucha imaginación para comprender, entonces, con qué empeño, con qué despliegue de medios, con qué oscuras intrigas, con qué poder de seducción, con cuanta astucia, con qué abierta u oculta violencia, con cuanto odio, con cuanta obstinación, arrogancia y soberbia las fuerzas del infierno, semejantes a olas tremendas y embravecidas, se lanzan continuamente contra la roca inquebrantable, inmutable y solidísima de Pedro, en el vano intento de hacerla vacilar y destruirla, sabiendo muy bien que sobre ella descansa y se asienta la casa de Dios que es la Iglesia. Destruir el Papado quiere decir destruir la Iglesia. A la inversa, nadie que haya permanecido en comunión con el Papa ha perdido de vista el camino de la salvación.
----------Sin embargo, podría decirse que se da un hecho paradójico: hablando de modo general, podemos ver cómo en la historia de la Iglesia muchas comunidades, tras las discordancias con el Papa, han dejado de reconocer a los Romanos Pontífices como guías de la Iglesia y Sucesores de Pedro, por lo cual se han separado de la Iglesia Católica, pensando que de tal modo realizan mejor el cristianismo, creyendo ellos así haber permanecido igualmente, y de hecho mejor aún, en relación con Cristo y con el Espíritu Santo. Pues bien, es posible notar cómo muchas de estas comunidades persisten y perseveran con su propia vitalidad y fidelidad al Evangelio, que en ocasiones pueden ser tomadas como ejemplos para la propia Iglesia Católica.
----------Lo que acabo de decir es innegable, y debemos reconocerlo de buen grado y agradecerlo a Dios. El propio Concilio Vaticano II, en el decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio, ha reconocido que en estas comunidades hay ciertamente muchos valores cristianos y evangélicos, pero unidos a carencias y lagunas, por lo cual estas comunidades no se encuentran acogiendo todas las verdades enseñadas por Nuestro Señor Jesucristo, y no comprenden plenamente esa forma de comunidad, que es precisamente la Iglesia Católica, guiada por el Papa, en la cual, en cambio, se encuentran esos valores institucionales y constitutivos en plenitud, es decir, según la plena realización de la voluntad del Fundador, que es Cristo, Señor Nuestro, sin que por ello el Concilio niegue en absoluto las miserias y pecados de los católicos.
----------Por lo tanto, el Concilio exhorta a los hermanos separados a no permanecer alejados, sino a acercarse con confianza a la Sede de Pedro. Como decía san Juan Pablo II al inicio de su pontificado: "¡Abrid las puertas a Cristo!". En efecto, la prerrogativa insustituible del oficio petrino es precisamente la de custodiar fielmente el depósito de la fe en su integridad y de mantener la comunidad eclesial con todas las características y los componentes esenciales queridos por Cristo, invitando a todos al banquete de la Eucaristía.
   
La existencia de la sucesión petrina es un dato histórico conexo a la fe
   
----------Para verificar la existencia de la sucesión petrina, o sea del hecho histórico e institucional que desde san Pedro al papa Francisco hemos tenido y no podíamos no tener por voluntad divina una sucesión ininterrumpida y coherente de Papas legítimos (con la exclusión de los usurpadores o Papas inválidos o ilegítimos o falsarios o falsos Papas, como por ejemplo los antipapas), no es necesario evidentemente examinar caso por caso en base a pruebas históricas. Esta sería una obra imposible aún para los historiadores más doctos: mucho menos es lo que puede hacer el común fiel, que también está obligado a creer en la realidad de la sucesión petrina desde san Pedro al papa Francisco como el legítimo Sucesor de Pedro.
----------La sucesión petrina es un hecho dogmático. Vale decir, el hecho de la sucesión petrina forma parte de lo que en Apologética se llaman "hechos dogmáticos", así llamados no porque sean dogmas, sino porque son hechos históricos o empíricos conexos con el dogma. Son signos confirmatorios de la voluntad de Cristo, institutor y moderador de la actividad del Papado. Se trata de hechos materiales o eventos humanos, presentes o pasados, que no son directamente objeto de fe, pero están lógicamente conectados con la fe, porque si no existieran, la fe sería imposible. Por tanto, estos hechos no son reconocidos en base a una simple verificación empírica o histórica, a veces imposible, sino que su certeza se funda sobre nuestro mismo acto de fe en las verdades reveladas o en los dogmas, sin excluir nuestra eventual verificación empírica o histórica, que por otra parte sigue siendo insuficiente para demostrar la tesis.
----------Hechos dogmáticos, por ejemplo, además de la sucesión apostólica petrina, conexa con la legitimidad del Papa reinante, son la existencia histórica de Nuestro Señor Jesucristo o de los Apóstoles o de Moisés o la autenticidad, la historicidad y la veracidad de los Evangelios. El razonamiento apologético se hilvana del siguiente modo: si todas estas cosas fueran falsas o inventadas, sería imposible la fe católica. Ahora bien, la fe católica existe. Por consiguiente, esos hechos son indudablemente verdaderos.
----------Es de notar muy bien que este razonamiento no tiene nada que ver con ninguna forma de fideísmo apriorista ni con ningún círculo vicioso. Vale decir: no parto de la fe para fundar mi fe, sino que, partiendo del presupuesto de mi fe adquirida por otras vías diversas de los hechos dogmáticos, tomo nota del hecho de que mi fe sería imposible si no aceptara esos hechos.
----------Por lo tanto, la fe en el hecho dogmático no descansa en una especie de fanatismo o de partido tomado, sino en el riguroso razonamiento que he expuesto, aun cuando sea válido para quienes ya tienen la fe. Por esto, el común creyente tiene la certeza a priori, en base a su fe, de que quien niega esos hechos está equivocado, sin que tenga la necesidad de refutarlo. En todo caso, este trabajo puede ser realizado por el apologeta, pero no es necesario al común de los fieles para dar base racional a su fe.
----------Para el común de los fieles, por lo tanto, el hecho de la sucesión apostólica petrina y, por lo tanto, de la legitimidad del Pontífice reinante o "en el cargo" es objeto de una convicción inquebrantable, porque está conectada con la propia fe católica. De hecho, si el Papa reinante fuera inválido, la Iglesia estaría privada de la piedra basal, de su Cabeza visible, contrariamente a la promesa de Nuestro Señor Jesucristo de que la Iglesia siempre tendrá una Cabeza, su vicario, hasta el fin del mundo.
----------El hecho de que el Espíritu Santo garantice la sucesión petrina y que, por tanto, a la muerte de un Papa, sea siempre elegido como su sucesor un Papa legítimo, no puede y no debe hacernos cerrar los ojos al hecho de que la legitimidad de la elección en muchos casos históricos se ha visto acompañada o se ha combinado con manejos, ilegalidades jurídicas, conjuras, pactos nefandos, operaciones deshonestas, nepotismo, simonía, acuerdos ilícitos, injerencia del poder político, concesión a intereses mundanos, voluntad de poder, satisfacción de ambiciones personales, dudosos cálculos económicos, temor a represalias, etc.
----------Este punto, que nos pone frente a la cruda realidad humana y visible de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, realidad humana y visible también en su más alto vértice, o sea el propio Vicario de Cristo, plantea una serie de problemas que debemos considerar. Me referiré a ellos en mi nota de mañana. 

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