Hoy será promulgada por el presidente de la República Argentina, Alberto Fernández, la ley que da vía libre al crimen del aborto. El proceso que ha conducido a esta ley (una de las más permisivas en la materia) ha hecho que escucháramos las voces y los silencios de siempre, que se plantearan las mismas preguntas con las respuestas de siempre, y que se cumpliera un final anunciado que tendrá las consecuencias de siempre, las de todas aquellas leyes que desde hace décadas vienen jalonando la historia de la decadencia moral en nuestro país: desde las leyes educativas laicistas, al matrimonio civil, el divorcio, las uniones homosexuales, la homofobia, la homo-transfobia, el género, y así sucesivamente hasta la ley eutanásica que ya rige en países europeos y que todo indica que también llegará a nuestro país, como ha llegado a países vecinos.
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
jueves, 14 de enero de 2021
Aborto legalizado en Argentina
----------Existen consecuencias que son las que más deben preocuparnos a los católicos. Porque como ha ocurrido con todas aquellas mencionadas leyes, tarde o temprano se pone en juego la salvación eterna de los implicados, que en la mayoría de los casos terminan por adaptarse a la nueva situación, y encontrando pretextos auto-justificativos de lo que va contra la Ley de Dios, natural y sobrenatural. Por supuesto, esto no es nada nuevo, y lo más grave es la responsabilidad de los pastores, aquellos que cargan con responsabilidad de cura de almas, los Obispos argentinos y sus presbíteros que, lamentablemente, y como lo prueba la historia de las claudicaciones morales argentinas, también terminan "adaptándose" a la nueva situación: una vez aprobadas y en vigencia las leyes inicuas, parece que la norma de siempre es que ya no se habla más del tema, no se predica sobre el tema, y lo que antes era pecado ahora es virtud, o "nueva normalidad".
----------Es evidente que todas estas leyes, como las que he mencionado y otras muchas más, y también la ley que hoy es promulgada, tienen como consecuencia también limitar las libertades de la Iglesia en cuanto a observancia de la Ley de Dios, explicitada por el Magisterio. Ante esta situación, vale recordar que todo Estado tiene, naturalmente, el derecho de hacer sus propias leyes y la Iglesia las suyas y que el católico como ciudadano debe manifestar lealtad hacia las leyes civiles, siempre que no estén en contraste con la moral natural, enseñada por la Iglesia, que establece las condiciones morales para la promoción y para la salvaguardia de la dignidad de la persona, valor imprescindible que evidentemente debe interesar también al Estado. Ahora bien, todos sabemos que una ley que produjera perjuicios a estos principios, perdería el valor de ley y por lo tanto dejaría de existir la obligación de ponerla en práctica.
----------Eso es lo que, una vez más, ocurre con la ley que hoy es promulgada: pronto se conocerán los detalles de la reglamentación aplicativa de la ley, vale decir, las nuevas líneas guía o pautas sobre el así llamado aborto farmacológico, su extensión a tales y tales semanas de embarazo, sus condiciones, procedimientos, actores implicados, obligaciones de los profesionales médicos y de las instituciones sanitarias, públicas y privadas e incluso las orientaciones para incluir la temática en la currícula escolar, etc. ¿Qué decir de estos nuevos ataques a la sacralidad de la vida y a la libertad de conciencia?
----------No hay nada nuevo por decir. Aquello que hoy algunos hipócritamente llaman "farmaco", "droga" (y no sólo en referencia a las prácticas abortivas), Hipócrates con razón lo llamaría veneno. Una vez más el cristiano jugará aquí su condición de tal, su identidad, su pertenencia efectiva al Reino de Dios, en inevitable lucha con el reino del demonio, y no hay componendas, aunque el silencio de los pastores pueda sugerir lo contrario. La Conferencia Episcopal Argentina es, al fin de cuentas, un órgano meramente administrativo, pero de hecho, lamentablemente, ha terminado por hacer callar cada vez más en estas últimas décadas la voz que debería resonar siempre independiente en cada diócesis argentina: la de su autónomo Pastor, la de su Obispo. Desafortunadamente, el último comunicado de la Conferencia Episcopal Argentina sobre el tema, tras la aprobación de la nueva ley por el Senado, ha sido de todo menos claro doctrinalmente.
----------Ha habido estas semanas quienes han expresado su decepción por el hecho de que el papa Francisco no se haya pronunciado más explícitamente sobre el caso del proyecto de ley en Argentina, y no se implicara aún más en las campañas pro-vida. Ahora bien, en cualquier caso, no existió silencio del Papa, aunque es imposible que el Papa contente a todos, particularmente a aquellos que siempre ven estas cosas desde una perspectiva siempre humana y política, sesgados por partidismos sectarios. En cualquier caso, y más allá de cuanto respecta a la ley argentina sobre el aborto, el Papa, en estas cuestiones, como en otras similares, suele no hablar, porque hablan sus representantes; o decide hablar, cuando él lo juzga prudente y conveniente. Y en tales actitudes se puede equivocar, es falible, porque en todo caso aquí no está en juego su infalibilidad magisterial en cuestiones de fe, sino su prudencia o imprudencia pastoral y de gobierno. La Conferencia Episcopal Argentina representa al Papa en Argentina. La tarea principal del Papa, en principio, es hablar a la Iglesia universal, no a naciones individuales, aunque nada le impide, como he dicho, intervenir a su discreción. Sin embargo, respecto al aborto, conocemos bien su pensamiento, en línea con la tradición de la Iglesia.
----------Concluyo aquí mis pensamientos en este día triste para nuestro país. Aborto, homotransfobia, perversiones de género, persecuciones contra los cristianos cada vez en aumento... ¿qué futuro le espera a la Iglesia en tiempos en que si defiendes los principios naturales de la vida estarás sujeto a todos los riesgos, incluso el de tu vida?
----------El cristiano está habituado a chocar con el mundo, pero no teme, porque confía en las palabras de Cristo que le garantizan: "Ánimo, confiad, yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).
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Totalmente de acuerdo en que se la mayor o menor exposición del Papa sobre este tema es una cuestión prudencial.
ResponderEliminarEs notorio que el Santo Padre -lo ha dicho innumerables veces- afirma la doctrina de la Iglesia respecto del aborto.
Mons. Sánchez Sorondo lanzó un pedido a los senadores para que voten en contra del proyecto. No creo que lo haya hecho sin el permiso del Papa.
También es cierto que una advertencia del Papa Francisco sobre el específico proyecto a ser votado en Argentina en estos tiempos no resultaría indiferente.
Más cuando uno lee ciertas declaraciones sobre la vida de los árboles y/o animales o la inmigración europea.
El cristiano medio argentino se sintió un poco solo en esto. Y esperaba algún tipo de mensaje específico del Santo Padre.