domingo, 3 de enero de 2021

Existen tres grados de infalibilidad y, en consecuencia, existen tres modos de obediencia o adhesión del fiel católico al Magisterio

En razón de algunas dudas de los lectores, vuelvo sobre un tema ya expuesto, pero que no está de más reiterar, dado el esclarecimiento que ha merecido del reciente Magisterio pontificio esta cuestión teológica. Lo hago sólo con una nota muy breve, a modo de resumen de los puntos esenciales.

----------En un correo electrónico de un habitual lector de este blog me fue planteada una objeción en los siguientes términos: "¿Cómo es que existen tres tipos de Magisterio, y un solo grado de obediencia a los tres, si luego la diferencia que determina los varios grados no existe dada la obediencia requerida? Me parece en cierto modo tiránica esta exigencia, en cuanto observo que es claramente contradictoria, porque, de hecho, si existen tres tipos de Magisterio -y no sé por qué, dicho sea de paso- ¿por qué debemos cumplir con un solo tipo de obediencia que es para el Magisterio infalible?".
----------Ante todo, hay que decir que los propios erróneos términos de la pregunta del amigo lector revelan su confusión, que intentaré solucionar con las siguientes indicaciones:
----------Para el correcto esclarecimiento de la presente cuestión, una vez más debo remitir a los amables lectores a dos documentos recientes del Magisterio de la Iglesia: la Carta Apostólica Ad tuendam fidem, del papa san Juan Pablo II, del 18 de mayo de 1998; y la Nota doctrinal ilustrativa de la fórmula conclusiva de la Professio fidei, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada por el cardenal Joseph Ratzinger, el 29 de junio de 1998, adjunta a la antes mencionada Carta Apostólica del Papa.
----------Pues bien, los tres grados o niveles de autoridad del Magisterio de la Iglesia, como es explicado en la mencionada carta Ad tuendam Fidem (en el apéndice de la Congregación para la Doctrina de la Fe), están motivados por el hecho de que la Iglesia enseña e interpreta la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo teniendo en cuenta tres cosas: 1) las mismas palabras de Cristo en el Evangelio; 2) la relación existente entre el saber de la razón y el saber de la fe; 3) las deducciones, las explicaciones, las explicitaciones y las consecuencias que la Iglesia misma extrae de sus propias enseñanzas a la luz del Evangelio.
----------Todas estas enseñanzas son infalibles, vale decir, en el sentido que son enseñanzas verdaderas, y siempre lo serán, gracias a la asistencia del Espíritu Santo. Sin embargo, existen tres grados de infalibilidad y, en consecuencia, tres grados de obediencia o de adhesión por nosotros debida a estas enseñanzas.
----------El primer grado, que es el grado máximo de infalibilidad o de autoridad magisterial, está dado por el dogma explícito solemnemente definido, vale decir, cuando el Magisterio (el Papa o el Concilio, reunido con el Papa y bajo el Papa), interpretando la Palabra de Dios o el dato revelado (Escritura y Tradición), enuncia o esclarece una verdad de fe especificando que es de fe (voluntas definiendi). Estas intervenciones dan la certeza máxima, cuando surge una duda sobre si una determinada proposición es o no es de fe.
----------Pero como también en los grados inferiores de su autoridad magisterial, la Iglesia trata de materia de fe, el buen católico debe estar satisfecho con la certeza dada por aquellos grados inferiores de infalibilidad (pero siempre verdaderos), que son los más frecuentes (magisterio simple y ordinario) sin pretender que para dar su adhesión absoluta, la Iglesia deba cada vez pronunciarse en el primer nivel.
----------A los tres grados de infalibilidad, como se ha dicho, corresponden los tres grados de obediencia o adhesión del fiel católico. Con las siguientes explicitaciones:
----------1) A la enseñanza o doctrina infalible del primer nivel le debemos la obediencia de la fe teologal o divina. Quien disiente es un hereje explícito y formal.
----------2) En el segundo grado, la Iglesia enseña verdades de razón conexas con el dato de fe, sin las cuales la fe sería imposible. Por ejemplo, la existencia del libre albedrío. Dado que el acto de fe es un acto de la libre voluntad, si no existiera el libre albedrío, tampoco podría existir el acto de fe. O bien la Iglesia explica la Palabra de Dios en modo simple, pastoral y homilético, sin definiciones solemnes. Este es el estilo de las doctrinas del Concilio Vaticano II. A tal Magisterio le es debida una adhesión de fe en la Iglesia (fides ecclesiastica). Quien disiente está "próximo a la herejía" (haeresi proximus). O bien se puede decir que arriesga la herejía, corre el riesgo de herejía, o bien que está "en olor de herejía" (haeresim sapiens).
----------3) En el tercer grado, el Magisterio desarrolla o explicita una doctrina del segundo grado. Por ejemplo, la prohibición de los anticonceptivos, que la Iglesia deduce de la ética sexual enseñada en el segundo grado. Quien disiente aquí, desobedece al Magisterio auténtico. La adhesión debida es el "religioso obsequio de la voluntad" y un parecer contrario, u opinión contraria o contradictoria, es una proposición falsa, la cual, tal como suele decirse en los manuales, "ofende los piadosos oídos" (piis auribus infensa).
----------Finalmente, considero importante decir que si bien los dos documentos del Magisterio reciente antes mencionados son importantes esclarecimientos sobre la cuestión examinada, sin embargo, no implican novedad esencial respecto a lo que era doctrina usual. Para citar como ejemplo un testimonio que viene al caso, Jacques Maritain, hace alrededor de un siglo, escribía lo siguiente: "La autoridad doctrinal de la Iglesia no se limita a definir solemnemente lo que no se puede negar sin herejía, sino que, por el contrario, se extiende, según todos los grados y matices que implican el tono de la voz y la autoridad de la afirmación -lo que se llama el magisterio ordinario de la Iglesia-, a todo lo que interesa a la integridad de la fe de las almas" (Le docteur angélique, París, Paul Hartmann, 1929; para la versión española: El Doctor Angélico, DDB, Buenos Aires 1942, pág. 114, en traducción realizada por los seminaristas Eduardo Pironio y Manuel Guirao bajo la dirección de su profesor, Octavio Nicolás Derisi, en el Seminario de La Plata. ¡Qué tiempos aquellos!).
----------En tiempos en que Maritain decía aquello, aún podía debatirse entre los teólogos acerca de la infalibilidad de los diversos grados de la enseñanza doctrinal de la Iglesia. Lo novedoso de los citados documentos magisteriales del año 1998, es que acerca de la extensión de la infalibilidad Pontificia y Conciliar a los tres mencionados grados del magisterio, la discusión ya no le es posible a los teólogos católicos.
----------Termino esta breve nota haciendo referencia a otra consulta que se me ha hecho, acerca de la usual afirmación de que "el colegio episcopal unido al Papa, en su ministerio doctrinal, es infalible". La dificultad planteada por un amigo lector sobre este punto, está referida a lo supuestamente superfluo de afirmar la unidad del colegio episcopal con el Papa en una doctrina infalible, dado que el Papa es infalible por sí mismo sin necesidad de unirse en Concilio al Colegio Episcopal.
----------Respondo brevemente: Nuestro Señor Jesucristo ha dicho a los apóstoles: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha" (Lc 10,16); sin embargo, le ha dado a Pedro el oficio de confirmar a sus hermanos en la fe (Lc 22,32). Esto comporta lógicamente la infalibilidad del Colegio Episcopal unido al Papa en materia de fe.
----------Sin embargo, dado que el Papa es la cabeza del Colegio Episcopal, siempre por voluntad de Cristo, se deduce que el Papa puede, si lo desea, proclamar un nuevo dogma por cuenta suya y con propia autoridad infalible, incluso independientemente de una decisión del episcopado. Sin embargo, normalmente no lo hace porque prefiere actuar de forma colegiada con los obispos.

7 comentarios:

  1. Gracias, estimado fray Filemón.
    En cuanto al "tercer grado", en el documento no se dice que goce de infalibilidad. Más bien se colige lo contrario: pues el magisterio ordinario del Sumo Pontífice o el de los Obispos no es de suyo infalible.
    In Christo.

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  2. P. S. https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=31151

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  3. Estimado Agustín,
    el atributo de la infalibilidad es usado por el magisterio de la Iglesia en referencia a dos cosas. En primer lugar, está referido a la autoridad del Sumo Pontífice cuando, como Maestro universal de la fe, proclama solemnemente un nuevo dogma. En segundo lugar, expresa la verdad de un dogma solemnemente definido para ser creído con fe divina. Aquí tenemos el primer grado de autoridad de las doctrinas.
    En el tercer grado, en cambio, la Iglesia enseña siempre una verdad de fe o conectada con la fe, pero no usa el atributo de la infalibilidad. Sin embargo, esto no significa en absoluto que en este nivel el magisterio pueda cometer errores o pueda cambiar. Sólo se trata del grado mínimo de autoridad, al cual debemos prestar el respeto u obsequio religioso de nuestra inteligencia, aun cuando no ponga en juego la fe divina.
    También en este nivel, la Iglesia nunca se contradice a sí misma ni se desmiente. Estas verdades suelen ser enseñanzas nuevas, las cuales en un mañana, mejor profundizadas, podrán ser elevadas al segundo grado o incluso al primer grado. Encontramos ejemplos de este tipo en las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.

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    1. Estimado fray Filemón:

      ¿Pudo leer el artículo del enlace?

      Aquí hay otro, de hoy, bastante claro: https://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=46737.

      Lo que digo es que el magisterio (ordinario y auténtico) no definitivo es por definición no infalible; ergo, es falible. Tal es el magisterio que la Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe (que usted refiere) presenta en tercer lugar, al que corresponde, por parte de los fieles, "el obsequio de entendimiento y voluntad": tal obsequio no es debido sino a lo que no es propuesto infaliblemente. La Nota no habla sino de dos niveles de enseñanzas infalibles, no de tres. Y a esos dos corresponde el asentimiento de fe, no así al tercero, que es el no definitivo.

      In Christo.

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    2. Estimado Agustín,
      no he leído sus enlaces y, por favor, evite mandarme enlaces que no leeré, porque no tengo tiempo para ello.
      Usted me hizo preguntas (supongo que en relación a lo escrito en mi artículo) y ahora yo buenamente trato de responder a sus preguntas de la manera más clara posible dentro de la brevedad.
      Trate, pues, de comprender lo que a continuación le digo:
      En el n.10 de la Nota doctrinal adjunta a Ad tuendam fidem, a propósito del tercer grado, el Documento dice simplemente que se trata de enseñanzas que el Magisterio "no pretende proclamar con acto definitivo". No habla de infalibilidad. Pero esto no significa que no se trate de verdades de fe y de moral, porque así está explícitamente dicho. Y esto es precisamente lo que interesa.
      Y es claro que, tratándose de verdades de fe, y siendo por tanto verdades inmutables, no podrá nunca ocurrir que hoy sean verdaderas y mañana sean falsas, o que hoy sean falsas doctrinas que ayer eran verdaderas.
      Por tanto, el atributo de la infalibilidad es un atributo que la Iglesia reserva sólo para las doctrinas del Primer Grado. Pero el hecho de que este atributo falte en el Tercer Grado no significa en absoluto que se trate de doctrinas que puedan volverse en un futuro falsas o erróneas o que puedan ser cambiadas.
      Incluso el hecho de que estas doctrinas no sean proclamadas definitivas, no quiere decir que no lo sean, y esto siempre por el hecho de que tratándose de verdades inmutables es evidente que su definición no puede cambiar y que por lo tanto se trata de verdades definitivas. Los ejemplos se pueden encontrar en el mismo documento.
      Los ejemplos, del Tercer o del Segundo Grado, se los puede encontrar en las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.

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    3. Estimado fray Filemón:

      Ocurre que es una cuestión no tan sencilla: en los enlaces que le envío se fundamenta la imprecisión de lo que Ud. expone. Pero expresarlo exige un desarrollo que no es pertinente para un comentario a un blog.

      En cuanto a los ejemplos, precisamente del "tercer grado" no se da ninguno en la Nota.

      Que las verdades de fe y moral sean inmutables no significa que lo sea toda enseñanza de la Iglesia sobre las mismas. Ud., prácticamente, viene a atribuir a toda enseñanza magisterial la prerrogativa de la infalibilidad, contra lo que dice la misma Iglesia al circunscribir tal infalibilidad a un determinado tipo de enseñanzas magisteriales: vid. LG, n. 25. Así, además, al constatarse algún error en enseñanzas magisteriales (v.gr., de Juan XXII), vendría a caer en cuestión toda pretensión de infalibilidad, por haberla extendido más de lo que corresponde.

      Nuevamente lo invito a leer los textos de los enlaces. Conviene tomarse el tiempo para exponer una doctrina de modo adecuado, como corresponde a la verdad católica. "Non multa, sed multum".

      In Christo.

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    4. Estimado, le animo a reflexionar con serenidad lo que le he respondido. Si usted es capaz de explicarme de modo breve y sencillo lo que se opone a mi argumentación que brota simplemente de lo que exponen los documentos del papa Juan Pablo y de la CDF, lo invito a hacerlo de modo articulado pero breve, en un simple comenterio. Con gusto atenderé, como lo he hecho, a sus preguntas, cuando usted lo necesite. Tanto en Ad tuendam Fidem como en la Nota doctrinal, la Iglesia en su magisterio ha desarrollado las virtualidades de lo que siempre se ha creído, de un modo más claro y explícito, para ayudarnos ennuestra Fe católica basada en la Fe de Pedro, se llame éste Pedro, Pablo, Pío o Francisco.

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