Hace ya décadas que los observadores católicos más fieles a la Iglesia y a la verdadera reforma impulsada por el Concilio Vaticano II, denuncian los abusos, los desórdenes y las profanaciones en el campo litúrgico, o las tergiversaciones del dogma y la doctrina católica, por parte de los modernistas y falsos reformadores, dando ocasión a reacciones contrarias de tipo preconciliar de parte de los pasadistas. Aplicando la verdadera reforma conciliar, ¿no sería ya hora de poner fin a esta vergonzosa representación, a esta horrible puesta en escena, y de sanar esta situación insoportable, que está viciando el ambiente, produciendo sal insípida, desangrando a la Iglesia y llevándola a la ruina? [En la imagen: fragmento de "Templo de la Santísima Concepción de Yanque, Arequipa", acuarela sobre papel, 2019, obra del peruano Víctor Doria Tintaya].
El caso Buonaiuti
----------Una vez más, el diario italiano Avvenire (estrechamente vinculado a la Conferencia Episcopal Italiana) del pasado 8 de junio nos sorprende desfavorablemente con la publicación de un artículo de Luigino Bruni titulado "La buena batalla de Ernesto Buonaiuti", el famoso modernista excomulgado por Pío XI y por Pío XII, del cual Bruni (un economista vinculado a nuestro país en otros gobiernos nacionales del pasado reciente) da un juicio absolutamente positivo ("un estudioso, un sacerdote y un hombre de talento excepcional y de valor absoluto"), del cual sería necesario "cancelar la excomunión", impuesta porque "recordaba la naturaleza comunional y comunitaria de la eucaristía de los primeros cristianos".
----------Desde aquí, Bruni toma ocasión para afirmar que esa cancelación debería "extenderse al numeroso grupo de sacerdotes y laicos modernistas, cuyas vidas, desde Pío IX hasta Pío XII, fueron trastornadas y arruinadas. Sería este el tiempo para pedir perdón por haber usado el Evangelio, la fe, la teología y la doctrina como armas impropias para golpear y herir de muerte a otros cristianos".
----------Después, Bruni pasa a cuestionar el mismo instituto jurídico y disciplinar de la excomunión en la Iglesia: "el asunto es realmente serio y nos obliga verdaderamente a plantearnos la pregunta: ¿cuál es, hoy, la razón para mantener con vida el instrumento de la excomunión?". Siguiendo la línea de pensamiento de Bruni, sería más o menos como decir: dado que los jueces cometen errores en sus sentencias y los cirujanos se equivocan en sus operaciones, ¿para qué mantener la profesión de juez o la de cirujano?
----------Los elogios que Bruni reserva para Buonaiuti se refieren a la manera en que él concebía la Misa. Bruni reporta estas palabras extremadamente significativas de Buonaiuti:
----------"Históricamente, los sacramentos son la solidificación progresiva del concepto de gracia aplicado a las principales contingencias de la vida: la eucaristía, por ejemplo -y menciono esta porque su evolución es más visible-, ha ocupado el lugar del banquete en el que los primeros cristianos simbolizaban la hermandad que los esperaba en el Reino. Con el tiempo, se ha ido formando la doctrina de la presencia real y, más tarde, la de la transubstanciación. Se ha perdido, a través de esta transformación, el valor ético primitivo del rito".
----------Bruni no se da cuenta de cuán falsa es esta interpretación que Buonaiuti da de la Misa y de la medida en la que tal falsificación es dañina para esa fraternidad cristiana que ella finge promover y simbolizar, y de cuánto, por lo tanto, esta tesis es destructiva para la Iglesia y el cristianismo.
----------Es necesario afirmar que, indudablemente, esa tesis es aún peor que la de Lutero, el cual, aunque también se limitara a ver en la Misa una simple memoria de la Última Cena, al menos sostenía la presencia real de Cristo en la eucaristía, aunque la entendiera de manera equivocada. Cristo, de hecho, está realmente presente no en el sentido de que se encuentre en el pan, sino bajo las especies del pan. De ahí la necesidad de explicar este hecho con el dogma de la transubstanciación.
----------La celebración de la Misa, ya desde el comienzo del cristianismo, ha sido concebida y practicada por la Iglesia no solo como memoria o memorial de la Última Cena, sino también y sobre todo como reactualización o representación incruenta de la ofrenda que Cristo hizo de sí mismo en la cruz al Padre para la salvación del mundo. En esto, la Carta a los Hebreos es clarísima: nuestro Señor Jesucristo es el sumo sacerdote de la Nueva Alianza, que finalmente ofrece a Dios un sacrificio verdaderamente eficaz, plenamente agradable a Él y definitivo, dado que ya no es el simple sacrificio de animales, sino el sacrificio que Cristo hizo de Sí mismo como víctima ofrecida a Dios en cuanto su acto sacrificial sacerdotal.
----------Bruni, siguiendo a Buonaiuti, habla mucho sobre la celebración litúrgica de la fraternidad cristiana. En realidad, Bruni olvida que la fraternidad cristiana se edifica y se construye sobre la base de la sinaxis eucarística, que no es un simple recuerdo de la Última Cena, sino la reactualización incruenta del sacrificio de Cristo que nos nutre con su cuerpo y su sangre, los cuales no solo están simbolizados en la consagración eucarística, sino que están realmente presentes bajo las especies eucarísticas.
----------Ahora bien, la falta de fe en este misterio de salvación, que está en la base de la Iglesia, ¿cómo puede conciliarse con la pertenencia a la Iglesia? Por lo tanto, un fiel cristiano se excluye a sí mismo de la Iglesia en el momento en que niega su fe en ese misterio. A decir verdad, la excomunión canónica que le fue impuesta a Buonaiuti no fue más que el reconocimiento, por parte de Roma, de una posición de distanciamiento respecto a la Iglesia que Buonaiuti ya había asumido por su cuenta.
¿Qué es la excomunión?
----------La indignación de Bruni por la medida o procedimiento que en su momento tomó el Santo Oficio (hoy llamado Dicasterio para la Doctrina de la Fe) contra Buonaiuti demuestra que Bruni no ha comprendido qué significa pertenecer a la Iglesia. De ahí su incomprensión de lo que es la excomunión.
----------Por lo tanto, aprovechemos esta ocasión de reflexionar sobre lo expresado por Bruni, para preguntarnos seriamente qué es la excomunión y cuál es su propósito.
----------La excomunión es un acto jurídico que encuentra su origen y fundamento en el Nuevo Testamento y que la Iglesia siempre ha utilizado con frutos útiles y beneficiosos, si no siempre para el excomulgado, como llamado a la reconsideración y arrepentimiento, ciertamente para la comunidad de los fieles, quienes siempre han hallado en ella una manera con la cual esclarecer el significado de ciertas acciones de los hijos de la Iglesia que pueden parecer reformadoras o benéficas, pero que en realidad dañan a la fe y a la misma Iglesia.
----------La excomunión es un acto judicial de la autoridad mediante el cual, considerando que un fiel actúa obstinadamente de modo contrario a la comunión eclesial, prohíbe a ese fiel desempeñar oficios eclesiales o realizar actos de culto o de comunión que él mismo rechaza o tergiversa o falsifica, y al mismo tiempo prohíbe a los fieles tener comunión con él, con el propósito de que el excomulgado se arrepienta del mal cometido, lo reconozca, se enmiende y se corrija para poder ser readmitido en la comunión eclesial y obtener así el permiso de cumplir aquellos actos de comunión que le habían sido prohibidos.
----------La excomunión, por lo tanto, es un acto de gobierno pastoral o procedimiento disciplinario tomado con el objetivo de corregir las ideas y el comportamiento de un fiel que sean escandalosos y lesivos o perjudiciales para la comunión eclesial. Se trata sustancialmente de una evaluación de las ideas y del comportamiento externo, y no de un juicio acerca del estado de gracia o no del fiel ante Dios, quien, por lo tanto, podría tal vez de todos modos permanecer en comunión con la Iglesia invisible y celestial.
----------El motivo de la excomunión puede ser una desviación doctrinal o una obstinada acción disgregadora de la unidad eclesial o la desobediencia a las normas de la práctica sacramental o de la liturgia o a las directrices del Papa concernientes al modo de vivir la comunión eclesial con él. Debe tratarse de un pecado objetivamente grave, pero el Superior tiene competencia de juicio sólo relativamente el acto externo y no puede determinar si el acusado está o no en estado de culpa mortal que lo ponga fuera de la Iglesia invisible.
----------El prelado o superior que decide una excomunión, puede equivocarse en este juicio de varios modos: puede juzgar que la excomunión sea útil para el arrepentimiento del reo y, en cambio, puede ella provocar en él una mayor hostilidad o arrojarlo a la desesperación; puede el prelado interpretar mal el pensamiento o la conducta del fiel sin comprender el valor de su posición, que, por su novedad, puede parecer subversiva o, por su firmeza, puede parecer reaccionaria; puede el superior llegar a esa medida no por una sana, ponderada y objetiva evaluación de los hechos, sino movido por envidia o animosidad o prejuicios hacia el fiel, o porque le han hablado mal de él, o porque el fiel le reprocha sus pecados.
----------En la Iglesia pueden existir fieles que merecerían ser excomulgados y no lo son. Otros pueden ser excomulgados a causa de una excesiva severidad por parte del superior. Por esto, el buen fiel debe saberse regular también por sí mismo, prescindiendo de quién está excomulgado y quién no lo está. Y esto puede hacerlo porque, en base al principio de la sinodalidad, también él recibe del Espíritu Santo un olfato o sentido o instinto sobrenatural que le permite distinguir los verdaderos de los falsos profetas, los verdaderos de los falsos cristos, los lobos disfrazados de corderos y los corderos que parecen lobos pero no lo son.
¿Para quién está trabajando el periódico Avvenire?
----------Indudablemente, Avvenire da pruebas cotidianas de su atención a la vida eclesial, sigue con respeto los actos del Sumo Pontífice, da noticias de nombramientos o fallecimientos episcopales, de nuevas beatificaciones o canonizaciones, de congresos católicos, de publicaciones de libros católicos, de reuniones de capítulos de Institutos religiosos, de actividades misioneras, de vidas de Santos.
----------Lo que sorprende, y a veces nos deja estupefactos, es el hecho de que, no rara vez y hasta con cierta frecuencia, alberga artículos que sería más lógico ver en un diario luterano o masón o comunista o judío o musulmán o laicista. La Iglesia hoy, y en especial modo la prensa católica, tiene la necesidad y la obligación de afrontar y rechazar muchas fuerzas adversas, denunciar muchas mentiras, frustrar muchas insidias, refutar muchos errores, desenmascarar muchas ilusiones, defenderse de muchos enemigos.
----------Claro que es útil, ciertamente, dar a conocer a los enemigos, a los impostores, a los herejes. ¡Pero no para elogiarlos!, no para darles campo libre o exaltarlos como campeones de la fe o maestros o profetas, sino para enseñar a los lectores cómo reconocerlos, cómo defenderse de ellos y cómo evitarlos. En cambio, el caso es que con una actitud como la de Avvenire, estamos asistiendo a una obra de auto-demolición y auto-destrucción, de la que ya se lamentaba san Paulo VI en los años '70 del siglo pasado. No podemos evitar que nuestros enemigos hagan esto, pero al menos no lo hagamos nosotros. Si no, ¿qué es lo que estamos haciendo en la Iglesia? Siendo católicos, ¿en qué nos hemos convertido?
----------Hace ya décadas que los observadores católicos más fieles a la Iglesia y a la verdadera reforma impulsada por el Concilio Vaticano II, denuncian los abusos, los desórdenes y las profanaciones en el campo litúrgico, o las tergiversaciones del dogma y la doctrina católica, por parte de los modernistas y falsos reformadores, dando ocasión a reacciones contrarias de tipo preconciliar de parte de los pasadistas. Aplicando la verdadera reforma conciliar, ¿no sería ya hora de poner fin a esta vergonzosa representación, a esta horrible puesta en escena, y de sanar esta situación insoportable, que está viciando el ambiente, produciendo sal insípida, desangrando a la Iglesia y llevándola a la ruina?
Querido padre Filemón,
ResponderEliminarDespués de leer su interesante artículo, me vino a la mente una discusión que una vez tuve (tratando de mantener la calma y el respeto por mi interlocutor) con un pasadista evidentemente embebido en ideas lefebvrianas.
Tratando de hacerle entender de lo que estoy convencido, que sus ideas sobre la Misa actual, el Magisterio del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Papas del postconcilio, así como su desobediencia a las directrices pastorales del Papa implican sospechas de herejía y signos de cisma, le sugerí que reflexionara sobre el hecho de que su condición personal ya podría ser la de un auto-excomulgado.
En otras palabras, mi idea es que existe de hecho una excomunión formal, que es precisamente la institución jurídica de la que usted habla en este artículo, como medida o procedimiento disciplinario de la Iglesia. Pero que yo quería decir que se puede hablar también de la existencia de una excomunión virtual, que es aquella que existe de hecho por voluntad propia del excomungado, sin que exista necesariamente una medida formal de la Iglesia, es decir, del Papa, o del Obispo al cual el fiel debe obediencia.
Mi interlocutor se rió de mi evaluación.
¿Qué opina? ¿Podría ser aceptable esta distinción entre excomunión formal y virtual?
Gracias.
Estimado Dino,
Eliminarya en mi artículo había aludido a aquellos fieles que viven en la Iglesia, quizás ejerciendo cargos eclesiásticos, pero que de hecho, por sus ideas o por su comportamiento, están presentes en la Iglesia solo abusivamente, similarmente a aquel que, según la parábola evangélica, se encuentra en un banquete de boda sin tener el traje de boda.
Algunos Pastores se dan cuenta de estas situaciones, pero no siempre están obligados a intervenir, porque ese fiel puede ser corregido también de manera diferente. Por eso estoy de acuerdo con usted en distinguir una excomunión formal, como medida jurídica que excluye o aleja de la comunión eclesial, de una excomunión de hecho, que depende de la libre decisión del fiel de no estar en verdadera comunión con la Iglesia.
Por eso se puede tener el fenómeno por ejemplo de sacerdotes que celebran la Santa Misa sin creer en la transustanciación o de profesores de teología que enseñan herejías o de obispos que son rebeldes al Papa.
Buonaiuti fue excomulgado porque era un hereje.
ResponderEliminarEstimada Miriam,
Eliminarel motivo que usted aduce es evidente. Ahora bien, si el motivo de la excomunionn a Buonaiuti es evidente, ¿por qué razón he escrito este articulo? Precisamente para responder a Luigini Bruni, quien lo defiende, y para explicarle los motivos a quienes tengan la tentación de pensar similarmente a Bruni. En otras palabras he sentido que debía explicar a Bruni -esperando que me escuchara- y a los que comparten su modo de pensar, cuál fue el motivo de la excomunión, aunque hoy por hoy creo que la Iglesia no habría tenido esa severidad que usó entonces contra Buonaiuti. Me refiero al hecho de que Buonaiuti llegó a encontrarse en dificultades económicas, por lo que le resultó difícil su propia existencia. La expresión "excommunicatus vitandus", entonces en uso, no debía entenderse en el sentido de marginar al excomulgado en sentido económico, sino que el vitandus se refería al deber de evitar sus herejías.
El prof. Bruni, cuando sale del campo de sus frijoles, a veces cae en afirmaciones imprudentes. La excomunión de Bonaiuti estaba más que fundada, como lo fue el contraste con el modernismo. Artículos como el del Avvenire no ayudan...
ResponderEliminarEstimado Juan,
Eliminartus observaciones de buen sentido común son más que aceptables. Pero, como sabes, hoy vivimos en un clima de dictadura modernista ante la cual las voces de disenso son ignoradas o marginadas.
EXCELENTE análisis y respuesta 🙂 gracias Padre Filemón de la Trinidad - Ave María
ResponderEliminarEstimada Dorotea,
Eliminarte agradezco por haberte manifestado con estas buenas palabras. Tengo un recuerdo muy querido de ti, como gtan devota de Santa Catalina.
Pero la conferencia episcopal italiana ¿sigue alimentando a este Bruni en lugar de enviarlo a trabajar para la República? ¿Es que no han terminado los tiempos del papa Francisco ?
ResponderEliminarLo que quiero decir es que, lamentablemente, los cambios no suceden inmediatamente.
EliminarEstimado Juan,
Eliminarefectivamente la esperanza que nutren los buenos católicos es que el Papa León consiga que Avvenire se encuentre verdaderamente en comunión con la Iglesia, de modo que también los católicos italianos tengan la satisfacción de tener un diario que refleje las posiciones de la Iglesia.
Gracias, padre, por la claridad de sus conceptos.
ResponderEliminarEstimado Pedro,
Eliminarle agradezco por sus palabras, y su consenso hacia mi artículo.
No me sorprende que esta posición haya sido tomada por Luigino Bruni. Y no me sorprende que se haya publicado en Avvenire.
ResponderEliminarEstimado Luciano,
Eliminarefectivamente, seguimos rezando para que Luigino Bruni produzca esa conversión que su alma necesita. Y también para que Avvenire se convierta de una buena y definitiva vez en ese diario católico que Italia y el mundo necesitan.
"Pedir perdón" por hacer lo correcto... cosa de locos...🙏
ResponderEliminarEstimada Ana María,
Eliminarefectivamente, como he dicho, yo considero que la excomunión ha sido sustancialmente justa. Donde podemos tener reservas es el contexto marcado por una severidad que hoy nos parece excesiva. Pero sobre todo lo que debemos desaprobar son las palabras de Bruni, que presenta la obra disciplinaria desde Pío IX a Pío XII en términos de una crueldad totalmente inaceptable, un discurso que hace solo el juego de la tradicional acrimonia de la masonería con respecto a la Iglesia.
Otra pregunta que podríamos hacernos es la propuesta de Bruni de que la Iglesia pida perdón. Pero nosotros podríamos preguntarnos: ¿pedir perdón a quién? En efecto, debemos considerar que con el advenimiento del Concilio Vaticano II la Iglesia ha tomado providencialmente un estilo más maternal. Aquellos que fueron objeto de las medidas de entonces, han muerto hace mucho tiempo y deseamos que estén en el paraíso del cielo. La petición de perdón, que por ejemplo un san Juan Pablo II hizo en algunas circunstancias, fue otra cosa, porque tenía una referencia concreta, como por ejemplo los judíos o los protestantes, según la perspectiva de la reconciliación. Pero en cuanto a los modernistas de hoy, la Iglesia no puede pedir perdón, sino que tiene el deber de llamarlos maternalmente para que vuelvan al redil.
He comprado y leído varias veces la historia del cristianismo de Bonaiuti (un texto didáctico muy buscado y escrito de manera detallada y bien explicada) y me ha confirmado que la tradición es el camino correcto. La preparación y el estudio son muy importantes ( luego surge el carácter personal y el discernimiento correcto o incorrecto ) si la Iglesia ha luchado siglos contra protestantes y modernistas tenía sus buenas razones.
ResponderEliminarEstimado Cristian,
Eliminarel caso Buonaiuti demuestra de manera evidente que la gran acumulación de nociones y una refinada cultura no son suficientes para un sacerdote para ser un verdadero maestro de la fe. Sino que en casos como estos viene a la mente la advertencia de San Pablo: "la ciencia hincha, mientras que la caridad edifica". Lo más importante para un profesor de teología no es la cantidad de las nociones, sino la fidelidad a la Iglesia, la humildad ante la verdad y la dedicación en la caridad en comunicar el saber aprendido con el fin de conducir las almas a la salvación. Podría decir más en general que el modernismo nació con una instancia en sí justa de renovación y progreso de la teología, pero fue equivocado el método por el hecho de que los modernistas, en lugar de remitirse a Santo Tomás de Aquino, se dejaron engañar por los errores presentes en la modernidad.
Gracias por el artículo. Desde hace tiempo ya había notado incongruencias en el pensamiento de Bruni...
ResponderEliminarEstimado León,
Eliminarentiéndase bien, no sólo incongruencias lógicas o incongruencias con el buen sentido común natural, sino sobre todo incongruencias con la fe, con el dogma, con la doctrina de la Iglesia.
Buonaiuti fue un intelectual y estudioso del cristianismo primitivo, un estudioso de gran valor, aunque sus cualidades no representan la perfección absoluta de una idea intrínsecamente falible. Su excomunión, de tipo "vitando", fue ciertamente severa, quizás excesiva, tanto que Gemelli intentó repetidamente inducirle a la retractación. Sin embargo, permaneció fiel a sus convicciones, animado por una profunda confianza en su validez; esto testimonia su buena fe, que se interpreta no como obstinación sino como expresión de una firme convicción interior. Paradójicamente, esta actitud podría constituir una circunstancia atenuante en el juicio, que corresponde únicamente a Dios.
ResponderEliminarEstimado Nicolás.
Eliminarusted se ubica sobre un plan de evaluación muy delicado, donde efectivamente el juicio es difícil y es bueno dejar a Dios mismo la tarea de dar una valoración. Sin embargo, me pregunto ¿cómo un estudioso, sacerdote y teólogo, que ha recibido una formación católica tan cuidadosa, puede haber emprendido de buena fe un camino tan peligroso?
Querido Padre:
EliminarLo mío no pretende ser una valoración ni mucho menos un juicio —aunque tal vez así pueda parecerlo—. Me limito a compartir algunas impresiones, basadas en lo poco que conozco de Ernesto Buonaiuti. Hace años tuve ocasión de leer su autobiografía Pellegrino di Roma: la generazione dell’esodo, reeditada varias veces, en la que narra las vicisitudes ligadas a su condición de excomulgado.
Es sabido que Buonaiuti mantuvo contactos frecuentes con ambientes protestantes —valdenses, metodistas y otros—, pero siempre rechazó ofertas de cargos académicos a cambio de una adhesión formal a una confesión cristiana reformada. Mantuvo una actitud que, a mi juicio, puede calificarse de honestidad intelectual, sintiéndose en el fondo todavía católico, a pesar de las excomuniones que padeció.
Fue ciertamente un férreo defensor del modernismo, pero nunca se plegó del todo a las lógicas de “salida” de la Iglesia. Tal vez, en su fuero íntimo, deseaba reformarla desde dentro, sin romper con ella. Algunas intuiciones de su pensamiento —al menos en parte— pueden incluso rastrearse en los documentos del Concilio Vaticano II.
Personalmente, aunque reconozco su talla intelectual, percibo ciertas incongruencias, en particular en lo que respecta al misterio eucarístico, pero prefiero no profundizar aquí en el tema.
Usted se pregunta, con razón, cómo es posible que un teólogo, un estudioso, haya emprendido un camino tan arriesgado. No creo tener una respuesta concluyente. Quizá suceda que mentes excepcionalmente dotadas —capaces de gran inteligencia y fina capacidad de análisis— puedan a veces extraviarse, o desarrollar visiones no siempre acordes con la doctrina católica. Sin embargo, este no es un fenómeno nuevo en la historia de la Iglesia: pensemos, por ejemplo, en san Agustín, que antes de su conversión fue seguidor del maniqueísmo.
Quien posee una profunda inteligencia puede, a veces, sentirse tentado de penetrar el misterio hasta pretender explicarlo del todo, mientras que la fe, en ocasiones, nos invita a detenernos en silencio ante aquello que nos sobrepasa.
Un afectuoso saludo
Estimado Nicolás,
EliminarSus consideraciones son muy interesantes. Yo sostengo desde hace tiempo que los modernistas avanzaron una instancia justa, que era la de que la Iglesia, después de algunos siglos de dura polémica contra la modernidad y el mundo protestante, se decidiera a asumir sus aspectos positivos. Los modernistas actuaron por su propia iniciativa de una manera imprudente, ya que no encontraron comprensión inmediata entre las autoridades, de modo que los resultados fueron muy peligrosos. Así fue como Pío X intervino de manera drástica. Pero el aspecto válido de la instancia modernista permaneció. Fue así que Roncalli se dio cuenta de esta instancia y, una vez llegado al trono pontificio, convocó al Concilio motivando la cosa de manera muy vaga, tanto que muchos quedaron sorprendidos por esta idea que no esperaban. En realidad el papa Juan tuvo una idea extremadamente providencial, porque él mismo hizo suya la instancia modernista, por lo que en tal caso, en manos de la Iglesia, esta instancia no podía no tener la justa y correcta satisfacción, cosa que los modernistas no habían sabido hacer.
Estimado Padre, coincido plenamente con su opinión. La obra de los modernistas mostró cierta impulsividad. La intuición del Papa Juan XXIII, quien también conoció profundamente a Buonaiuti como condiscípulo, fue clarividente. El Concilio, sin embargo, representó la respuesta adecuada al modernismo más radical, aunque interpretaciones posteriores han generado el fenómeno del «postconcilio»... pero esa es otra historia.
EliminarEstimado Nicolás,
Eliminarconcuerdo en su conjunto con sus observaciones.
¿Sin agua y sin fuego como x Talyerand ?
ResponderEliminarEstimado Dino,
Eliminarlo que usted dice sobre Talleyrand es poco claro. Explíquese mejor.
Talyerand fue excomulgado, y recuerdo que en 1814 o 1815 invitó a cenar a un político, creo que era el jefe de la policía ( hay un film : a cena con el diablo) y lo invitó diciéndole que dado que ya que no me pueden hacer ni fuego ni carne ni agua por causa de la excomunión cenaremos con vinos blancos y ostras... , Me pregunto ¿es cierto que alguna vez la excomunión implicaba esto? Me parece que en la edad media hasta el emperador de Alemania fue excomulgado Gracias
EliminarEstimado Dino,
Eliminaresta es una materia histórica, donde no tengo competencia. Por lo tanto es mejor usted que se dirija a algún profesor de historia de la Iglesia.
¿Quién es más culpable y modernista entonces , quién escribe este tipo de tonterías, o la conferencia episcopal italiana que las publica en su revista?🙂
ResponderEliminarBruni se equivoca, pero piensa que está en lo correcto desafortunadamente.
EliminarEstimado Andrés,
Eliminarel diario Avvenire -lo leo todos los días- es efectivamente un periódico católico, por varias razones que ahora no voy a enumerar. Lo que es desconcertante es que de vez en cuando suceden como golpes de mano, que parecen actos de violencia totalmente disonantes de la línea católica del diario. En mi opinión se trata de intervenciones violentas por parte de un poder dominante, evidentemente de inspiración masónica, frente al cual la Dirección parece impotente. Por cuanto respecta a la CEI, creo que sabe exactamente lo que está pasando, pero no tiene la fuerza para defenderse. Esto quiere decir que nosotros católicos venimos a ser perseguidos por parte de estos modernistas, que en mi opinión son instrumentos de la masonería. Este estado de cosas se está arrastrando de alguna manera desde hace sesenta años y también los santos Pontífices, como San Juan Pablo II y San Pablo VI, han tenido que soportar este fenómeno, por lo que podrían ser llamados "Papas mártires".
Es suficiente una pequeña dosis de veneno puesta en medio de muchas verdades de vez en cuando para hacer más daño, que falsedades y errores continuos, un periódico declaradamente protestante, y por lo tanto reconocible, puedes no comprarlo, pero leerlo mientras te engañan incluso esporádicamente de parte de quien te confías, y te bebes el veneno, sin desconfiar, porque si no sabes discernir no lo sabes reconocer, y también porque no esperas veneno de la mano de quien debería como buena madre alimentarte solo cosas buenas...
EliminarEstimado Andrés,
Eliminarsus constataciones respecto al Avvenire hacen reflexionar. Siendo un diario vigilado por la CEI, no puedo creer que sus incoherencias dependan de un plan de destrucción de la Iglesia, pero, como ya he dicho, interpretaría las salidas del tipo de las de Bruni como golpes de mano, que de alguna manera la CEI debe soportar, teniendo en cuenta el actual clima de dictadura del relativismo, como la llamaba el papa Benedicto XVI.
Estimado padre, ¿Usted dice que los obispos italianos no son en parte al menos modernistas pero no consiguen hacerse obedecer?
EliminarEstimado Dino,
Eliminares difícil saber si y cuánto el modernismo se ha infiltrado entre los Obispos. Yo no estoy al corriente de casos evidentes. Mi opinión es que no logran gobernar la situación. Es un problema de la jerarquía eclesiástica, que se arrastra desde hace sesenta años.
Muy buen artículo, padre Filemón!!! estoy totalmente de acuerdo. 😉
ResponderEliminarEstimado Fabricio,
Eliminartu consenso me ha dado placer.
¿Pero quién puso a ciertos directores y escritores dentro del diario Avvenire?
ResponderEliminarEstimado Dino,
Eliminares la pregunta que me hago también yo. Pero el problema es que este escándalo ha durado muchos años. Por supuesto, todos los católicos normales se preguntan cómo es posible un hecho de este tipo, considerando que Avvenire debería ser el periódico apoyado por la CEI. Pero ¿no se dan cuenta de que por ejemplo un artículo, como el de Luigino Bruni, con su ataque contra la Misa y el Sacerdocio, es un insulto al Episcopado y a la Iglesia? Mi gran temor es que detrás de Avvenire esté la presencia tenebrosa de la masonería, aunque, como he dicho varias veces en mi blog, no tengo ninguna dificultad para reconocer sus lados positivos. Lo que nosotros pedimos es simplemente la coherencia, de lo contrario se tiene la impresión de un doble juego sistemático y de un servicio a dos señores (cosa condenada por Cristo en el Evangelio).
El Prof. Bruni continúa con su línea de pensamiento. El problema no es que Avvenire le dé espacio, el problema es que en Avvenire es difícil leer intervenciones inspiradas en la recta doctrina y en la sana tradición católica. Sería mejor si se definieran de inspiración cristiana...
EliminarPermítame padre, pero más que de masonería yo pienso en que se trata de neo modernistas y progresistas. Entonces aunque la masonería hiciera una cosa buena ( en UK o USA donar ambulancias) quien cumple el acto bueno está siempre en pecado mortal si es católico y las obras buenas hechas en pecado mortal no sirven. Al menos yo sé esto. ¿o es que esta doctrina ha cambiado? Finalmente la doctrina masónica sigue estando siempre condenada...
EliminarEstimado Juan,
EliminarAvvenire es el único diario que se profesa católico en Italia y está patrocinado por la CEI. Es comúnmente adquirido por el mundo católico, que por lo tanto tiene derecho a leer un diario católico. Por eso la solución que propones, me parece una concesión a los modernistas, quienes ya tienen su imprenta, considerando los grandes medios económicos de los que disponen. El problema muy grave es que Avvenire sea fiel a su tarea institucional y por tanto lo que debemos desear es que el Episcopado cese este condenable silencio e intervenga paternalmente para corregir una línea periodística que crea escándalo y favorece a los enemigos de la Iglesia.
Perdone padre pero me temo que una parte del episcopado piensa que Avvenire está bien así ya que no interviene. Acerca de los modernistas ¿Le parece bien que alguien enseña que los endemoniados descritos en el Evangelio solo son enfermos?
EliminarEstimado Dino,
Eliminar¿pero usted no se da cuenta de que los modernistas son la longa manus de la masonería, que quiere destruir la Iglesia desde dentro? En cuanto a los progresistas, desde hace varios años explico que a este término se le debe dar un sentido positivo, porque son los que más trabajan por el progreso en la Iglesia, según las directrices del Concilio. Ciertamente existe un falso progresismo, que es el de los rahnerianos, pero usted sabe que lo falso se elimina con la verdad.
En cuanto al foro interno de los masones, ¿qué sabe usted de eso? Puede haber alguien que esté en pecado mortal. Pero es bueno dejar este juicio a Dios. Nuestra tarea es dar un juicio sobre sus obras externas. Recuerde también que una buena obra es siempre buena, aunque la haya hecho uno que carece de gracia. El problema es evitar el chantaje.
¿Entonces existen los progresistas buenos y los progresistas malos que quieren que la Iglesia se rinda ante el mundo ? Ok, pregunto : un masón que acepta la doctrina masónica ¿está en pecado mortal como se ha escrito en un artículo sobre el oss. Romano me parece en 1985 después del nuevo CJC que había levantado la excomunión. ? Me parecía que las buenas obras hechas en pecado mortal no se consideran post mortem. ¿He leído mal? De la masonería juzgo la doctrina y los actos externos obviamente. Entonces si usted me dice que los modernistas actuales son guiados por los masones, yo le creo , pero por lo poco que he leído de masonería y modernistas de los principios del siglo XX pienso que tienen en común alguna tesis gnóstica y quizás la idea de que Jesús era solo un gran iniciado . Entonces es aún peor de lo que pensaba.
EliminarEstimado Dino,
Eliminarsi a estos Obispos las cosa les van bien así, yo entonces me pregunto si estos Obispos van bien así. Entonces, al papa León no le falta trabajo. Tengamos presente también que existe también el Espíritu Santo, que trabaja, por lo que no sería de extrañar si viniera un buen soplo del Espíritu Santo, como parece haber ocurrido en el último Cónclave.
Por cuanto respecta a los relatos evangélicos de los endemoniados, dado el atraso de la psicoterapia de aquellos tiempos, es posible que algunos casos presentados como demonopáticos fueran en realidad de tipo psicopatológico.
Estimado Dino,
Eliminarlos progresistas buenos son los que ponen en práctica las directivas del Concilio; los falsos, que no son más que los modernistas, falsifican las doctrinas del Concilio según sus propósitos modernistas. Ciertamente el que hace una buena obra en estado de pecado mortal no merece en orden a la salvación. Sin embargo, si vuelve a la gracia de Dios mediante el arrepentimiento, los méritos de las buenas obras que ha realizado anteriormente adquieren un valor meritorio sobrenatural. En cuanto al decreto de la CDF publicado en el OR en 1985, declara que el católico que se inscribe en la masonería peca mortalmente y no es admitido a la comunión.
En cuanto a la relación entre la masonería y los modernistas, la cosa es muy compleja. Existen ciertamente los elementos que ella señala, pero también hay muchos otros, que aquí ahora no es lugar ni ocasión para enumerar.
Gracias, yo sabía que solo las buenas obras hechas en estado de gracia eran consideradas post mortem , entonces entendí mal Gracias. Buena semana.
EliminarGracias por su respuesta. Ciertamente padre Filemón, pero la mía es una provocación: si no quieren ser observantes de la sana tradición y de la recta doctrina católica, que lo declaren. La ambigüedad es el gran mal de nuestro tiempo, solo desearía que hubiera claridad.
EliminarEstimado Juan,
Eliminarestoy perfectamente de acuerdo con tu conclusión. Está difundida hoy una mentalidad que el Evangelio llamaría sin duda farisaica, de oscilación sistemática entre el sí y el no, sin nunca tomar una posición clara y seria. Las mayores víctimas de esta ambigüedad son los jóvenes, que por su propia situación existencial apenas tienen certezas y por tanto son fácilmente volubles. Hay que recuperar esa franqueza y honestidad de pensamiento, que nos es mandada por Nuestro Señor, cuando nos dice que nuestra palabra debe ser sí, sí, no, no, y que no podemos servir a dos amos. El Apocalipsis dice: "Al menos estabas caliente o frío, pero como estás tibio, te vomitaré de mi boca".
Luigino Bruni, Luciano Moia... Es increíble que Avvenire se obstine en dar voz a estos discutibles personajes. 🙏
ResponderEliminarEstimado Carlos,
EliminarAvvenire es un ejemplo típico de la duplicidad y la hipocresía, que están muy difundidas hoy en el mundo católico. Probablemente es una forma distorsionada de entender la apertura a todos y la voluntad de acoger a todos. Pero con esto se olvida la parábola de los invitados a la boda, en la que hay uno que no tiene el vestido de bodas. ¿Qué le sucede? Hoy se habla de inclusividad. Ahora bien, la voluntad de acoger a todos es sacrosanta, pero no es incondicional, porque solo puede ser acogido quien de alguna manera se conforme al bien y a la verdad. Quiero decir que hay que tener la franqueza de aceptar el enfrentamiento en nombre de la verdad, porque en estos casos es precisamente mostrando al hermano que se equivoca, que nosotros le mostramos que lo queremos.
Querido padre Fiemón, pienso que el intento de Luigino Bruni y de Avvenire de rehabilitar a Ernesto Buonaiuti y con él al modernismo, tomando netamente distancia de la Iglesia preconciliar -aquella que desde San Pío X hasta Pío XII ha reafirmado la condena contra los modernistas golpeando duramente a Buonaiuti- corre el riesgo de parecer una operación que me atrevería a definir como "coja".
ResponderEliminarEn un punto podemos estar de acuerdo: con el sacerdote modernista se fue demasiado lejos y la Iglesia de principios del siglo XX, al condenar el modernismo, no comprendió la exigencia de modernidad, equivocándose al no querer recorrer caminos capaces de acoger y traducir las instancias de renovación manteniendo fidelidad a la tradición.
Se le habrían desactivado las armas a Buonaiuti y a los principales exponentes del modernismo, y hoy no estaríamos aquí discutiendo la rehabilitación de una figura que, en gran parte del mundo católico -el representado precisamente por Luigino Bruni- es considerada una suerte de mártir.
Pero si hoy en el ámbito neo-modernista (no uso el término progresista porque sé cuánto le importa distinguir entre progresismo y modernismo) se pretende la rehabilitación de Buonaiuti, en el frente opuesto se volvería casi obvio, en el ámbito tradicionalista, indietrista o pasadista, según como se lo quiera definir, una completa rehabilitación de monseñor Marcel Lefebvre. El cual, a diferencia de Buonaiuti, no sostuvo posiciones heréticas como aquellas sobre la misa o la transustanciación, sino que, al contrario, se opuso a las reformas conciliares vistas por él como peligrosas herejías, para defender la sana y sólida tradición católica del peligro de la modernización.
Ambos, Buonaiuti y Lefebvre, se equivocaron: el primero al querer perseguir una renovación en clara ruptura con la tradición de la Iglesia; el segundo al querer impedir a toda costa cualquier cambio y al no querer reconocer la autoridad de los sumos pontífices posconciliares.
Dos figuras controvertidas que han combatido desde perspectivas diversas por objetivos opuestos, ambos excomulgados en épocas distintas y por razones diferentes (Buonaiuti por haberse opuesto a la Pascendi de Pío X y haber seguido sosteniendo posiciones calificadas como heréticas; Lefebvre por haber consagrado obispos ilegítimamente para garantizar continuidad a su comunidad).
Pero no se puede pretender hoy de la Iglesia una rehabilitación en un solo sentido. La operación llevada a cabo por Bruni es peligrosa y no se mantiene en pie. ¿Por qué considerar justas las posiciones modernistas rehabilitando a Buonaiuti, y erróneas las de Lefebvre y de los tradicionalistas católicos que siguen defendiendo su memoria?
Si se quiere a Buonaiuti rehabilitado, entonces también se debe rehabilitar a Lefebvre y reabrir también un diálogo con monseñor Carlo Maria Viganò, ahora que el papa Francisco ya no está y el papa León ha demostrado claramente no querer seguir llevando adelante obsesivamente las instancias neo-modernistas contra las que el ex nuncio ha emprendido una violenta cruzada.
Avvenire y Luigino Bruni parecen asemejarse a aquellos curas de los años setenta, los de las protestas contra la guerra de Vietnam, que Indro Montanelli acusaba de llorar con un solo ojo, porque veían el mal en el imperialismo americano pero cerraban los ojos ante los horrores del comunismo en la Europa del Este.
Llorar por la excomunión de Buonaiuti y no por las otras ocurridas posteriormente y por razones opuestas, parece un signo de gran incoherencia y contradicción, justificable únicamente bajo la óptica de la presunta superioridad moral típica de los católicos neo-modernistas.
Estimado Diego,
Eliminartanto los errores doctrinales de Buonaiuti como los de Lefebvre son lo que son. En tal sentido, ni uno ni otro pueden ser rehabilitados. Se podrá discutir si la autoridad ha sido o no ha sido demasiado severa al excomulgarlos.
Por lo tanto, yo considero que lo que hay que hacer hoy es una obra de pacificación y de conciliación, que corresponderá sobre todo al Papa, porque aquí estamos ante dos "Iglesias" dentro de la Iglesia, la una armada contra la otra, cuando en cambio, habiendo aspectos positivos tanto en los modernistas como en los pasadistas, deberían completarse recíprocamente para el bien común de la Iglesia, porque tanto un partido como el otro partido son portadores de valores indispensables para la Iglesia -la tradición y el progreso- que, sin embargo, están hechos para unirse entre sí y que ya encuentran esa unión en los católicos normales, sean progresistas o sean tradicionalistas.
En cambio, en los dos partidos extremistas, esos dos valores, no equilibrados y moderados por el valor opuesto, adquieren dimensiones anómalas, que los sacan fuera de la Iglesia y los ponen en conflicto entre sí.
Lo que podemos augurarnos de la obra del papa León XIV es que sepa retomar el trabajo de Benedicto XVI, evitando la ingenuidad de dejarse instrumentalizar por los filo-lefebvrianos (como lamentablemente ocurrió con Benedicto), y al mismo tiempo retome la obra del papa Francisco, evitando la ingenuidad de dejarse instrumentalizar por los modernistas (como lamentablemente ocurrió con Francisco).
Entonces, en sustancia, ¿qué es lo que pedimos? Un mundo católico que comporte una síntesis de tradición y de progreso, sin fugas a la derecha o a la izquierda, o sea sin herejías de signo opuesto, sino que viva sereno dentro de los confines de la ortodoxia, con la libertad de cada uno de escoger una orientación o de progreso o de tradición, los cuales en tal caso no constituirían ningún peligro para la unidad, para la paz y para la fraternidad, sino que constituirían más bien un motivo de crecimiento en la Iglesia en la verdad.
Para hacer una comparación muy simple, pensemos en la autopista: lo importante es no salirse del camino, si después el automovilista prefiere ir un poco más a la derecha o un poco más a la izquierda, si eso no molesta a los otros automovilistas, tiene toda la libertad de hacerlo.
¿Necesidad de modernidad?
ResponderEliminarVivimos desde hace más de 2 siglos en un mundo (nacido de la religión jacobina) que recuerda el mundo descrito por san Agustín en las Confesiones.
¿Alguien siente la necesidad de otra paganidad modernista nauseabunda?...
Estimado Pedro Pablo,
Eliminarno confunda la modernidad con el modernismo. Ser moderno es un deber en todos los campos. ¿Usted usaría la medicina del siglo XVII? ¿Utilizaría un coche de 1930? ¿Se pondría a estudiar la física de Ptolomeo? Similarmente, en el campo de la filosofía y de la teología existe un progreso. Lo mismo ocurre con la espiritualidad. San Agustín dice que la caridad que no progresa no es caridad. Los jacobinos no entran aquí para nada, no tienen nada que ver con esto. El buen católico sigue a la Iglesia en su camino hacia el Reino de Dios y debe avanzar cada uno en santidad.
Queridísimo Padre, como bien usted recordará, años atrás nos habíamos comunicado, no sólo aquí, sino en varios emails, y usted había usado palabras humanas hacia mí. Y yo me sentía muy feliz. Veo que ahora, en cambio, ha vuelto a los tonos inquisitoriales, haciéndose portavoz de un Santo Oficio del cual usted no forma parte, y se ha convertido en defensor de Dios, una defensa de la que ciertamente Él no tiene necesidad.
ResponderEliminarMe pregunto de verdad de dónde proviene esta rabia, este rencor hacia quien, como yo y como muchos otros más, pedimos que se anule una medida equivocada como la excomunión (como ya le he explicado en mi mail reciente), y que hoy no comportaría ninguna excomunión -sus argumentaciones bíblicas y teológicas que emplea aquí no son en absoluto convincentes: las tesis de Buonaiuti hoy no conllevarían ninguna excomunión.
Usted conoce la historia de la Iglesia, y por lo tanto si dice que la ‘misa’ entre los primeros cristianos contenía el concepto de presencia real y de transubstanciación, actúa de mala fe, porque no es verdad, y lo sabe bien. De todo habla la Carta a los Hebreos excepto de la misa. Así que la pregunta se convierte en: ¿por qué siente la necesidad de seguir excomulgando gente? ¿Cuál es el fundamento neotestamentario de la excomunión?
EliminarLa amonestación, la advertencia, la corrección fraterna, en casos más graves incluso la exclusión del sacerdocio y de la enseñanza, se entienden. Pero la excomunión es claramente un instrumento arcaico, que incorpora mucha violencia, y mucha violencia ha producido a lo largo de los siglos. Además, la excomunión de Buonaiuti era ‘vitando’, hoy abolida. Usted, se nota, siente la necesidad visceral de castigar y de excomulgar, de dividir, usted, el mundo y a los cristianos en buenos y malos, en ortodoxos y heterodoxos. Pero no es necesario acusar e infamar a todos aquellos que no piensan como usted: eso es feo para usted, es feo para todos. La Iglesia es un lugar pluralista, gracias a Dios.
Le envío saludos, y créame: cambie su rumbo ético. Dios no necesita abogados, las víctimas sí, y usted no debe hacerse fiscal público de un juicio en un tribunal al que Dios jamás entrará.
Angel
(P.D.: Sigo teniéndole simpatía, pero ya no entiendo esta radicalización que ha madurado: ¿por qué?).
Queridísimo Ángel,
Eliminarme da mucho gusto que hayas vuelto a dar señales de vida. En efecto nos separamos cordialmente, pero, como entonces, si he sido severo contigo, es porque te quiero con fraternidad cristiana y franqueza. Y puedes conservar el uso del "tú", como habías empezado a hacer. Y dicho esto comienzo a comentarte sobre el asunto del que me escribes.
También yo he dicho que Buonaiuti fue tratado con demasiada severidad. Pero también he explicado qué es la excomunión. Lo dice la palabra misma: el excomulgado es un católico que está fuera de la comunión eclesial o contra ella. Ahora bien, ¿cómo puede estar en comunión con la Iglesia un sacerdote, como Buonaiuti, que falsifica la naturaleza de la Misa, que es precisamente la fuente y el culmen de la comunión eclesial? En las comunidades o en las sociedades, la paz, la concordia y la caridad nacen de la verdad compartida por todos. Los desacuerdos, las divisiones, los conflictos nacen de la mentira y la falsedad.
Estamos unidos cuando todos estamos de acuerdo en la misma verdad. Pero si en una comunidad un miembro no acepta alguno de los valores que están en la base de la comunidad, ¿cómo no se podrá decir que este se sale o se separa de la comunidad y, si no es excomulgado por quien cuida del bien de la comunidad, de todos modos no se excomulga a sí mismo? Yo, por mi parte, me atengo a la verdad enseñada por la Iglesia. En cambio, la violencia, el odio, la división nacen de la herejía y no de la verdad. Si tú defiendes las herejías de Buonaiuti, eres tú quien incita a la violencia, al odio y a la división.
Si hoy existen liturgistas que siguen los pasos de Buonaiuti, como por ejemplo Andrea Grillo, y no están excomulgados jurídicamente, eso no significa que de hecho no estén en ruptura con la Iglesia. ¿De qué sirve no estar excomulgado jurídicamente, si luego de hecho no se está en comunión con la Iglesia? En cambio, uno puede ser injustamente excomulgado, pero seguir en realidad en comunión con la Iglesia. Pero, ¿cómo puede estar en comunión con la Iglesia un hereje? Aunque no esté excomulgado, sigue siempre de hecho fuera de la Iglesia.
El fundamento neotestamentario de la excomunión, como vemos en muchos hechos narrados en el Nuevo Testamento, no es otra cosa que el rechazo de la comunión causado por la facciosidad o por la impiedad o por la soberbia o por la herejía. Ciertamente, vemos cómo en el Nuevo Testamento quien oficia de guía de la comunidad recurre a la amonestación, al llamado, a la corrección fraterna; en casos más graves, incluso a la exclusión del sacerdocio y de la enseñanza. Pero el Nuevo Testamento también ordena la suspensión de las relaciones eclesiales con el hereje. Y esto es la excomunión. Excommunicatus vitandus no quería decir prohibir cualquier contacto, lo cual sería una medida cruel e inhumana, sino guardarse de las herejías y de compartir su odio hacia la Iglesia.
EliminarEs necesario saber distinguir a los católicos de fe ortodoxa de los herejes, para no ser seducidos por estos y para seguir el buen ejemplo de los primeros, así como se distinguen los hongos buenos de los malos para no quedar envenenados. Con esto no niego que también los herejes tengan aspectos positivos.
Hoy los católicos normales en comunión con la Iglesia son ridiculizados, se sienten incómodos y tironeados tanto por los católicos pasadistas como por los modernistas, no están protegidos por las autoridades, y sin embargo tienen la importante misión de hacerse mediadores de paz entre las facciones opuestas. Son ellos, en efecto, quienes salvan la situación con su equilibrio y moderación y aseguran el buen nombre de la Iglesia ante los no creyentes honestos. Ten cuidado de no dejarte seducir por los modernistas.
¿Diciendo que la Misa entre los primeros cristianos contenía el concepto de presencia real y de transustanciación, estaría yo actuando de mala fe, porque no es verdad y lo sé bien? La transustanciación no es otra cosa que lo que Cristo, durante la Última Cena, realizó con las palabras de la consagración de su cuerpo y de su sangre. Y entonces los primeros cristianos, cuando hacían lo que hizo Cristo, ¿qué hacían sino realizar la transustanciación?
Una cuestión muy delicada, respecto a este tema de la Eucaristía, ciertamente es la temática de la sustancia, sobre la cual el pensamiento filosófico está investigando desde la época de Platón y Aristóteles. Ahora bien, la Iglesia ha asumido este concepto de sustancia. El papa León hizo referencia a la transustanciación este Domingo del Corpus Christi. Algunos se escandalizan, porque según ellos no se encuentra en la Biblia. Quizás no esté el término, pero el concepto sí. Se trata de distinguir la sustancia de los accidentes. Ciertamente esto es tarea de la filosofía. Sobre esto, Santo Tomás es un maestro, y por ello la Iglesia lo recomienda.
Por tanto, para comprender el dogma de la transustanciación hay que comprender el concepto metafísico de sustancia.
Jesús tenía un concepto sublime de sustancia, porque en Cristo, como dice San Pablo, están los tesoros de toda la ciencia y de toda la sabiduría.
¿De todo habla la Carta a los Hebreos excepto de la Misa? Si dices eso, quiere decir que no has entendido nada de la Carta a los Hebreos, cuyo significado esencial es exactamente lo que yo he dicho. No por nada para Lutero esa Carta era como humo en los ojos. Léela con atención y sin prejuicios luteranos y te darás cuenta. O bien se ve que no sabes qué es la Misa. Tal vez tengas algo que aprender de mí, que celebro Misa desde 1976.
Estimado Ángel,
Eliminarla tesis fundamental de la Carta a los Hebreos es que nosotros, en Cristo, tenemos un sumo sacerdote que, con el sacrificio de sí mismo, nos ha abierto el acceso al Reino de los Cielos reconciliándonos con el Padre y obteniendo de Él el perdón de los pecados. La Misa no es otra cosa que la renovación incruenta del sacrificio de Cristo, realizada por el sacerdote con el poder de Cristo, y es un acto sacerdotal por el cual el sacerdote, en persona de Cristo, confecciona el sacramento de la Eucaristía, por medio del cual la Iglesia se alimenta del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es un acto de culto divino y comunión fraterna entre el sacerdote y los fieles juntos, que constituye el principio y fundamento de la caridad y de la comunión eclesial. La Misa celebrada por el sacerdote es conjuntamente un acto de la Iglesia, que presupone la existencia de la Iglesia, y un acto de la Iglesia, que edifica e incrementa la vida de la Iglesia.
Negar el valor de la Eucaristía significa negar el valor de la Misa. Negar el valor de la Misa significa negar el valor del sacerdocio. Negar el valor del sacerdocio significa negar la existencia y el verdadero valor de la comunidad cristiana, es decir, de la Iglesia, que justamente por mandato de Cristo es gobernada por el sacerdote y nutrida con la Eucaristía confeccionada y administrada por el sacerdote en el sacrificio de la Misa. Como ves, todo está conectado. Es inútil que admitas la existencia de la Iglesia, que quieras enseñarme el valor de la Iglesia, y que creas formar parte de ella, si niegas la Eucaristía, la Misa y el sacerdocio.
El hecho de que un católico como Bruni escriba en el diario Avvenire no significa nada, aunque él tenga algún Obispo complaciente que le proteja. La medida de ser católico y de la comunión eclesial no es Avvenire, sino el Catecismo de la Iglesia Católica. Tú, que me acusas de no saber qué es la Iglesia, te desafío a demostrarme con pruebas tomadas del Magisterio de la Iglesia lo que tú afirmas.
Tú crees pertenecer a la Iglesia y estar en comunión con la Iglesia, pero, aceptando las herejías de Buonaiuti, tienes un concepto falso de Iglesia. Yo, en cambio, aceptando la sentencia de la Iglesia sobre las doctrinas de Buonaiuti, estoy en comunión con ella. Por lo tanto, si quieres estar en comunión con la Iglesia, con la verdadera Iglesia, eres tú quien debe cambiar de rumbo.
No hace falta que seas tú quien nos recuerde a nosotros, los sacerdotes y teólogos como yo, que hemos pasado la vida estudiando e indagando la Fe en la teología, que Dios no necesita abogados; eso ya lo sabemos. Es cierto que Dios no necesita ser defendido; en cambio, es la verdad sobre Dios la que necesita ser defendida, porque ella es negada por los herejes y por los ateos.
EliminarMás bien se debe decir que es Dios nuestro Abogado, contra las acusaciones que provienen de Satanás. La Iglesia, en su tarea jurisdiccional, nos ha confiado de manera especial a nosotros, los teólogos, el delicado oficio de hacer justicia en el campo de la fe, por lo cual nuestra tarea ha sido a menudo la de defender y proteger a las víctimas de los herejes.
Nuestra tarea es predicar el Evangelio bajo el impulso del Espíritu Santo, en comunión con la Iglesia y el Papa, convertirnos a nosotros mismos y exhortar a todos a convertirse a Cristo, ofreciendo a todos la misericordia del Padre y apelando al tribunal de justicia y de misericordia de su Hijo.
¿Tú crees que yo estaría acusando e infamando a todos los que no piensan como yo? ¿Estaría yo sosteniendo como dogmas mis ideas privadas o más bien la doctrina de la Iglesia? ¿La doctrina de la transubstanciación es una manía personal mía o es doctrina de la Iglesia? ¿Llamar hereje a un hereje es manchar su buena fama o es un acto de justicia y de caridad?
¿El médico que hace un diagnóstico ofende al enfermo? Si el médico te dice que tienes un virus intestinal, ¿lo consideras un difamador o más bien le agradeces porque te da la posibilidad de curarte? Así el teólogo, que es un médico del espíritu, al señalar las herejías presentes en la teología de Rahner o de Schillebeeckx o de Teilhard de Chardin, presta un servicio a la salud intelectual de los católicos, sin por ello negar los valores presentes en esos teólogos, los cuales también contribuyen al progreso de la teología.
Queridisimo Ángel,
Eliminar¿He madurado una radicalización de mis críticas hacia ti? Ciertamente, y con razón. Pero tú no has entendido que no se trata de un crecimiento en la presunción y en la arrogancia, sino en el amor y en la estima que tengo por tí, aunque haya comprendido mejor la raíz de tus errores. En realidad, el Señor en estos últimos veinte años me ha hecho comprender mejor los aspectos buenos y los defectos de quienes no reconocen la perennidad de la doctrina de la Iglesia.
Pero ustedes, modernistas, que ignoran la doctrina, ¿no les toca la conciencia el dolor que provocan a la Iglesia, su Madre? ¿No les da vergüenza turbar y escandalizar a sus hermanos en la fe, y sobre todo a los más pequeños? ¿Y qué dice Cristo sobre quien escandaliza a los pequeños? ¿No tienen temor de los castigos divinos?
Cierto, también nosotros, católicos normales, somos pecadores necesitados de perdón y misericordia. Pero nosotros nos guardamos bien de rebelarnos contra el magisterio de la Iglesia y nos arrepentimos de nuestros pecados. ¿Y ustedes se arrepienten de sus herejías, prepotencias y heridas que causan a la Iglesia?
Como he dicho tantas veces, no se trata de rechazar los valores de la modernidad y de volver a los tiempos de Pío XII, como quisieran los filolefebvrianos. Se trata de captar los verdaderos valores de la modernidad, pero a la luz no de Ockham, Lutero, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Marx, Bultmann, Husserl o Heidegger (sin negar sus aspectos positivos), sino a la luz de la Escritura, de la Tradición, de la doctrina de la Iglesia y de Santo Tomás.
Así realizaremos, de común acuerdo, esa síntesis de tradición y progreso, que es la suprema necesidad de la Iglesia de hoy, en el legítimo pluralismo de las opciones personales o de grupo, dentro del horizonte que circunscribe la unidad de la fe y de la caridad.