martes, 28 de abril de 2020

De los Carbonarios a Bergoglio: el proyecto de la Nueva Iglesia (1/5)

Un lector publicó un comentario días atrás en este blog, mencionando a la Alta Vendita, y es posible que no todos sepan de qué se trata. Me ha parecido, pues, que puede ser útil escribir algo sobre un tema que ofrece mucha luz a todo lo que ha venido sucediendo en la Iglesia durante décadas y que, a todas luces, alcanza su punto culminante en el actual gobierno del papa Francisco.

----------La Instrucción Permanente de la Alta Vendita no es ningún fantasioso invento, fruto de tesis conspirativas: se trata de una fidedigna fuente informativa, y de primer orden, cuya existencia histórica está documentada. Tanto el papa Pío IX como el papa León XIII, cada uno en su momento, decidieron su publicación, lo que de antemano nos alerta acerca de su importancia. Sin embargo, en estos turbulentos tiempos, como ocurre con tantas cosas importantes, ha pasado lamentablemente al olvido, fruto de un planificado silencio.
----------Se trata de un documento, destinado originariamente a permanecer en secreto y sólo accesible para sus destinatarios, que describe la estrategia planificada por ciertas organizaciones masónicas para destruir la Iglesia desde dentro, mediante tácticas de infección de sus líderes con ideas liberales. Por ejemplo, y adelantando un punto que enseguida desarrollaré, la Instrucción revela que, como objetivo final de sus proyectos, los masones no deseaban ni desean un Papa masónico, sino un Papa infectado con las ideas masónicas.
----------Por supuesto, al tratar este tema, no puedo menos que recordar a ese católico cabal que fuera John Vennari [1958-2017], quien escribió un pequeño libro aunque de imprescindible lectura sobre este tema: The Permanent Instruction of the Alta Vendita: A Masonic Blue-print for the Subversión of The Catholic Church (TAN Books, 1999). En su texto se hallan instructivas reflexiones sobre el liberalismo y sus consecuencias en la Iglesia, las ideas de la Revolución Francesa, la acción subversiva de la masonería, la estrategia del ecumenismo, las mutaciones del modernismo, la acción de estas corrientes durante el Concilio Vaticano II, etc. La abundante información y las reflexiones de Vennari todavía pueden ser muy reveladoras para lectores católicos que han permanecido hasta hoy insensibles a estos temas. En estos convulsos tiempos ya es hora que esa clase de católicos tomen conciencia de los riesgos de semejante ingenuidad e ignorancia.
----------Probablemente sea muy poco lo que ponga de mi parte en la presente serie de notas, porque de hecho no haré más que copiar textos de Vennari y otras pocas fuentes, pero el solo hecho de resumir y ofrecer una lectura más sencilla, en idioma español, quizás ya constituya en sí mismo un útil servicio para los lectores de este blog. Para hacer más rápida la lectura evitaré en lo posible las citas eruditas que me parezcan inconvenientes. Aunque si advierto en los eventuales comentarios que estas notas pudieran generar, que los lectores necesitan mayor profundización, en ese caso elaboraría en el futuro un artículo más detallado, más fundado, y con citas para recurrir a las fuentes. En tal caso me lo hacen saber.
----------Lo primero que hay que tener en cuenta es que la Instrucción Permanente de la Alta Vendita es un documento secreto escrito a principios del siglo XIX que trazó un plan para la subversión de la Iglesia Católica. La Alta Vendita era la logia más alta de los Carbonari, una sociedad secreta italiana vinculada a la masonería y que, junto con ella, fue condenada por la Iglesia. El padre Edward J. Cahill sj [1868-1941], en su libro La masonería y el movimiento anticristiano (Freemasonry and the anti-Christian Movement, M.H. Gill & Son, Dublin 1929), afirma que la Alta Vendita era, a principios de los años 1800s, nada menos que el centro de gobierno de la masonería europea. De hecho, los Carbonarios eran muy activos en Italia y Francia.
----------En su libro Atanasio y la Iglesia de nuestro tiempo (Athanasius und die Kirche unserer Zeit, Kral-Verlag 1990), mons. Rudolph Graber, obispo de Regensburg [1903-1992] cita a un francmasón que declaró: "El objetivo [de la masonería] ya no es la destrucción de la Iglesia, sino utilizarla infiltrándose en ella". Es decir, dado que la masonería no puede destruir por completo la Iglesia, viene planeando desde inicios del siglo XIX, no solo erradicar la influencia del Catolicismo en la sociedad, sino también utilizar la misma estructura visible de la Iglesia como un instrumento de "renovación", "progreso" e "iluminación", para así infiltrar las ideas masónicas en los propios principios y objetivos católicos, o sea reinterpretar los principios y objetivos católicos (fe y moral) con la visión liberal, a fin de producir generaciones de católicos (clérigos y laicos) que asuman esos reinterpretados principios católicos sin advertir que en realidad son principios liberales, masónicos.
   
El esquema estratégico de la Alta Vendita
   
----------La estrategia que se revela en la Instrucción Permanente de la Alta Vendita es sorprendente por su audacia y por su astucia. Desde el principio, el documento secreto propone a sus destinatarios un proceso cuyos resultados llevará décadas lograr. Quienes redactaron el documento sabían que no verían su cumplimiento. Ellos sabían que estaban inaugurando un trabajo que sería llevado a cabo por futuras generaciones de iniciados. "En nuestras filas, el soldado muere y la lucha continúa" dice la Instrucción, que convocaba y movilizaba a los miembros de la logia para la difusión de ideas y axiomas liberales en todo el cuerpo social eclesial, pero particularmente en las instituciones de mayor gravitación dentro de la Iglesia Católica, a fin de que los laicos, seminaristas, clérigos y prelados se imbuyeran gradualmente con los principios progresistas liberales.
-----------La idea directriz que revelan los documentos de la Alta Vendita es que, con el paso del tiempo, sería tan generalizada esta mentalidad liberal en todos los estratos del cuerpo eclesial, que serían ordenados sacerdotes, serían consagrados obispos y serían nominados cardenales, todos ellos imbuidos de ideas en sintonía con el pensamiento moderno enraizado en la Declaración de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa, y otros principios de 1789, como la igualdad de las religiones, la separación de Iglesia y Estado, el pluralismo religioso, etc. El proyecto de los Carbonarios indicaba que eventualmente llegaría a ser elegido un Papa con esta misma estructura mental, que lideraría a la Iglesia en el camino de la "iluminación" y la "renovación".
----------Como dije antes, en la Instrucción se revela que, como objetivo remoto de sus proyectos, los masones no deseaban ni desean un Papa masónico, alguien efectivamente iniciado en la masonería y afiliado a una logia masónica, nada de eso. Lo que se proyectaba era simplemente un Papa infectado con las ideas masónicas sin que él se diera cuenta. En los documentos de la Alta Vendita se afirma claramente que el objetivo no era ubicar a un masón en la Sede Petrina, sino crear un ambiente, una cultura, un modo de pensamiento, que eventualmente y por la natural evolución que tiene todo movimiento ideológico, produjera un Papa y miembros de la Jerarquía mayoritariamente ganados para las ideas del liberalismo, pero que no tuvieran consciencia de ser traidores a la Fe Católica, sino que se creyeran católicos fieles. Entonces, estos líderes católicos ya no se opondrían a las ideas modernas de la Revolución, como había sido la práctica constante de los Papas y de la inmensa mayoría de la Jerarquía y del clero, desde 1789 hasta el momento de la elaboración de la Instrucción, y como siguieron siendo los Papas desde principios del siglo XIX hasta la muerte del papa Pío XII.
----------De hecho, el papa Pacelli fue el último pontífice romano que de un modo claro y preciso condenó los principios liberales y señaló siempre la clara diferencia entre la Iglesia y la anti-Iglesia, doctrina que es un eco de las enseñanzas de san Agustín en De Civitate Dei, en que el santo obispo de Hipona señala la lucha entre la Civitas Dei y la Civitas diabuli, delineando ya en su tiempo los criterios con que los católicos hoy deberían enfrentar la Revolución anti-cristiana con la Contra-Revolución. Efectivamente, no hay duda que a partir de 1958, los principios liberales se manifestaron fusionados con los principios católicos, los cuales resultaron así reinterpretados y subvertidos, incluso en las ambiguas enseñanzas de los Papas posteriores y, por supuesto, como no podía ser de otro modo, en los documentos del Concilio Vaticano II.
----------Pues bien, ese resultado final ya estaba señalado a principios del siglo XIX, en la Instrucción Permanente de la Alta Vendita: el resultado de todo su planificado esquema estratégico sería producir un clero católico y laicos católicos marchando bajo el estandarte de la Ilustración, sin que fueran nunca realmente conscientes de ello, sino que pensaran todo el tiempo que están marchando bajo el estandarte de la Fe Católica y de las llaves apostólicas del Magisterio Petrino bimilenario, a los que sin embargo, de hecho, traicionan. En suma, estos notables documentos secretos declaran expresamente un plan de infiltración y destrucción de la Igle­sia Católica, proyecto que según la logia podría llevar un siglo en llevarse a cabo. Que en este último punto, la necesidad de 100 años para verlo cumplido, se hayan equivocado, y que en realidad les haya llevado 200, es algo sólo accidental, no afecta a la esencia del proyecto.
 
La Instrucción Permanente de la Anta Vendita: ¿fábula o realidad?
 
----------Es posible que los amables lectores que me han seguido y llegado hasta aquí, puedan ahora estar sospechando que este esquema estratégico elaborado a principios del siglo XIX es demasiado descabellado como para ser real. Quizás puedan pensar que el plan parece fijar una meta demasiado desesperada para que sus autores, o sus continuadores a través de las décadas, puedan alcanzarla. Para quienes duden o piensen así, debe mencionarse que tanto el beato papa Pío IX como también el papa León XIII decidieron la publicación de la Instrucción Permanente de la Alta Vendita ni bien tomaron conocimiento de estos documentos, y lo hicieron así, sin duda para evitar que tal tragedia se llevara a efecto. Sin embargo, las probables iniciales dudas de los lectores sobre la autenticidad de la Instrucción son comprensibles.
----------En tal sentido, algunos podrían pensar que, si un proyecto de semejante subversión ideológica llegara a producirse, si un estado de cosas tan oscuro pudiera llegar a realizarse, habría tres medios obvios e inequívocos para reconocerlo: 1) produciría una agitación de tal magnitud que el mundo entero se daría cuenta de que ha habido una drástica revolución en el seno de la Iglesia Católica, en línea con las ideas modernas; y para todos sería claro que se habría llevado a cabo una ilegítima e imposible "ruptura" con la tradición doctrinal y moral bimilenaria; 2) se introduciría en los colegios, en los seminarios, y en la predicación dominical, una nueva enseñanza (doctrina y teología) que estaría en clara contradicción con las enseñanzas anteriores; y 3) los masones mismos no se privarían de expresar su triunfo, afirmando que la Iglesia Católica finalmente había "visto la luz" en puntos como la igualdad de las religiones, el estado secular, el pluralismo, y otros logros. A riesgo de adelantarme quizás a la gradual reflexión que necesita el lector que recién se introduce en estos temas: ¿hace falta decir que esas tres constataciones ya se han producido en nuestros días?
----------Los lectores que duden de la autenticidad de la Instrucción, deben saber que esos notables documentos secretos abarcan un período que va de 1820 a 1846, y que cayeron en manos del papa Gregorio XVI. Posteriormente, el papa Pío IX le dio a Jacques Crétineau-Joly [1803-1875], periodista e historiador, permi­so para publicar en su libro La Iglesia Romana y la Revolución (L'Eglise Romaine en face de la Révolution), las copias de los documentos y la correspondencia de la Alta Vendita. Con el escrito de aprobación del 25 de febrero de 1861, que dirigió al autor, el beato papa Pío IX garantizó la autenticidad de estos documentos, aunque no permitió que nadie divulgara los nombres de los verdaderos miembros de la logia, implicados en esta correspondencia. Sin duda, al decidirlo de esa manera, en la mente de Pío IX se mantenía vigente el principio de condenar los errores contra la Fe y la moral católicas, pero haciendo todo lo posible por mantener abiertas las puertas de la conversión de los autores de semejantes errores.
----------El texto completo de la Instrucción también figura en el libro de mons. Henri Delassus [1836-1921] La conspiración anticristiana (La conjuration antichrétienne, le temple maçonnique voulant s'élever sur les ruines de l'Eglise catholique). En la encíclica Humanum Genus [1884], condenando la masonería y otras sectas, el papa León XIII hizo un llamado a los líderes católicos para que "se quiten la máscara de la masonería y aclaren todo lo que realmente es". No hay duda que la decisión de la Santa Sede de publicar estos textos secretos masónicos ha sido un medio para "quitarles la máscara". Seis meses después de la aparición de la encíclica Humanum Genus, en octubre de 1884, se reiteraron estos mismos documentos masónicos con comentarios históricos en una serie de conferencias que dio mons. George F. Dillon [1836-1893] en Edimburgo, Escocia. Estas con­ferencias impresionaron de tal manera al papa León XIII que las publicó y distribuyó a su propio costo.
----------Ahora bien, si Pío IX y León XIII, papas del tiempo en que estos documentos masónicos secretos fueron revelados, decidieron publicarlos, fue sin duda alguna porque deseaban que todos los católicos conocieran el plan de las sociedades secretas para subvertir a la Iglesia desde adentro, vale decir para que los fieles estuvieran en guardia y de ese modo, con la ayuda de la Providencia, se evitara el cumplimiento del proyecto estratégico anticristiano. Lamentablemente, la historia mostrará que semejante catástrofe no pudo evitarse.
 
(Pronto la segunda parte).

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