viernes, 14 de marzo de 2025

Orígenes del modernismo: los jesuitas Mattiussi y Maréchal (2/3)

Kant nos hace creer que es por humidad su negativa a sobrepasar los fenómenos para elevarse al conocimiento metafísico y teológico, y que por eso quisiera fundar una metafísica y una teología que se agotan en la conciencia que la razón tiene de sí misma y de su propio obrar. La metafísica se convierte en antropología y teología, exactamente tal como será retomado por Heidegger y por Rahner. Pero en realidad esta es la soberbia de quien no quiere ponerse humildemente en la escuela de los sentidos para permitir que el intelecto se eleve al nivel del espíritu, sino que, como si él fuera un puro espíritu, pretende encontrar originariamente, aprioricamente e inmediatamente la idea de Dios en la autoconciencia del espíritu. [En la imagen: fragmento del Grabado Flammarion, aparecido en L'Atmosphère: Météorologie Populaire, París, 1888 de Camille Flammarion].

¿Qué es lo que quería hacer Kant?
   
----------Kant consideró que en su tiempo había llegado el momento de que la razón pusiera orden en sí misma liberada de vanas pretensiones o ingenuas credulidades, tercas ilusiones, irrazonables dudas, mezcolanzas con fantasías, indisciplina lógica, sujeción a supersticiones y fanatismos, que se volviera capaz de hacer el inventario de sus contenidos, de sus principios, de sus operaciones y de sus leyes, de medir sus fuerzas y sus recursos, de aclarar cuál es su objetivo, de determinar su ámbito y sus límites, en su relación con los sentidos, la experiencia, la historia, la voluntad y la realidad externa.
----------Para Kant salir de los límites de la razón es ilusión, locura, demencia, irracionalidad, inmoralidad. ¿Superarlos? Los supera con la idea suprema de la razón, la idea de un Dios, ente primero y supremo, fin último, sumo bien, creador, personal, providente, remunerador, omnipotente. Sin embargo la razón no es superada y no es creada por este Dios, que es inmanente a la razón, la cual lo capta como idea superándose a sí misma.
----------Sin embargo, para Kant la pretensión de dar realidad a este ente supremo, que no es imposible, pero cuya existencia no puede ser demostrada, constituye una ilusión natural de la razón, la enreda en antinomias y en raciocinios dialécticos sofistas e irresolubles. La razón necesita este sostén último de todas las cosas, pero al mismo tiempo carece de ese sostén, de modo que al mismo tiempo se abre lo que Kant llama "el báratro de la razón" (Crítica de la Razón Pura, Ediciones Colihue, Buenos Aires 2007, p.659). Desde lo cual vemos cómo el optimismo racionalista de Kant es contrarrestado por un igualmente trágico irracionalismo, que hace pensar en el drama de Lutero y anticipa la razón dialéctica hegeliana.
----------En todo caso, a Kant la razón aparece como un todo completo en sí mismo, fundada sobre sí misma, fin para sí misma, regla para sí misma, capaz de satisfacerse ella misma con las fuerzas de que dispone por su naturaleza. Ciertamente existen las cosas en sí. La razón las contacta mediante los sentidos. Existe la naturaleza externa. Existen los otros, existen las relaciones sociales. Existe la religión. Existe Dios. Existo yo con mi cuerpo. Pero todo esto, sin embargo, es controlado, sancionado, catalogado, reconocido y validado por la razón.
----------Una ciencia que Kant considera urgente sistematizar y fundar es la metafísica. Él no comparte en esto el escepticismo empirista de Hume y en cambio, con su "revolución copernicana", acepta la refundación de la metafísica operada por Descartes y acentúa en ella por una parte su aspecto idealista, mientras que por otra parte sostiene con la metafísica pre-cartesiana la existencia evidente de las cosas externas. Lo trascendental ya no es el ente, sino el sujeto pensante.
----------Kant se había formado en la metafísica de Wolff, la cual, a la manera de Descartes, no partía de la constatación de las cosas para deducir la noción del ente, sino que partía de la conciencia de sí y de las cosas. Además Wolff, sobre la cuestión del objeto de la metafísica, no es claro, porque él expone su pensamiento al respecto en dos tratados, uno en alemán, La Metafísica alemana, y otro en latín, la Ontología, donde el objeto de la metafísica se presenta de dos maneras diferentes.
----------En efecto, en La Metafísica alemana él no pone como objeto de la metafísica el ente, que en alemán se puede expresar con la palabra seiende o wesen o Dasein. Usa en cambio el término Ding o Sache, que significa "cosa", en latín res, de donde viene realidad, en alemán Wircklicliteit.
----------Ahora bien, la cosa (res) no es exactamente el ente (ens), sino que es uno de sus trascendentales, vale decir, el que se refiere al ente como esencia. Pero debemos tener presente que "ente", en cambio, no dice solo esencia, sino también "ser", que es el acto de la esencia.
----------En cambio, en su Ontología, escrita en latín, Wolff usa el término ens para designar el objeto de la metafísica, solo que para él no es el ente existente en acto de ser, y mucho menos el ser como acto de ser, sino que es el ente posible, en el alma, que puede ser actuado y devenir real fuera del alma. Por lo tanto, Wolff no niega en absoluto la existencia de la realidad externa, solo que, como Descartes, cree que no se la pueda recabar de la experiencia sensible, sino que se la debe deducir de la autoconciencia.
----------De aquí nosotros comprendemos cómo de esta metafísica pueda brotar el idealismo en lugar del realismo. En efecto, está claro que lo posible pertenece al plano de lo ideal y no de lo real (Gilson explica todo esto en L’être et l’essence, Vrin-Paris 1981, pp.166-180) y si el primer objeto del pensar es lo posible, lo real pierde el primado que él tiene en el realismo, y deviene un derivado de lo posible: la idea deviene más importante que la realidad. Oportunamente, por tanto, en polémica contra el idealismo, el papa Francisco, en la Evangelii gaudium, nos ha llamado al primado de la realidad sobre la idea.
----------Wolff, como Descartes, invierte y falsifica el proceso del conocer humano: nosotros comenzamos por conocer las cosas existentes en acto, y de aquí sacamos la noción de su posibilidad. No comenzamos a conocer lo posible (ideal) para añadir subsecuentemente lo actual (real), sino que nos basamos en lo actual, para entender posteriormente que es la actuación de lo posible. Corresponde a Dios creador y no al hombre conocer a priori la idea de las cosas y, si cree, elegir entre ellas aquellas que quiere realizar creándolas. Pero nosotros las captamos ya creadas y solo conociéndolas conocemos sus posibilidades.
----------Kant cree además en la posibilidad del saber científico cierto y apodíctico, veraz, necesario, inmutable y universal y lo llama "saber a priori", es decir a partir de lo que está antes y que es más importante, lo que está al inicio. Sin embargo, él siguió a Wolff y a Descartes en el considerar que lo que es primero en el valor o en la realidad, es también punto de partida u objeto originario del saber, mientras que en cambio en realidad nosotros captamos los máximos valores y la existencia misma de Dios al término de un razonamiento por inducción que parte de la experiencia de las cosas materiales, inmediatamente percibidas por los sentidos, es decir, como se expresa Kant, procediendo "a posteriori", es decir de lo que viene después en la escala de los valores, como son las cosas materiales respecto a las espirituales.
----------Por otra parte, Kant rechaza lo que él llama "dogmatismo", es decir, hacer afirmaciones metafísicas no demostradas. Con esto Kant, influenciado por el escepticismo de Hume, no obstante su voluntad de vencer el escepticismo, pretende atacar no solo la metafísica católica sino también la wolffiana.
----------En efecto, Kant nos cuenta que él fue despertado por Hume de su "sueño dogmático". Al decir eso, se refiere a la metafísica de Wolff, en la cual se había formado. Hume señalaba a Kant la necesidad de tener en cuenta, en la ciencia, los datos de la experiencia advirtiendo de no aventurarse en afirmaciones que no estén garantizadas por la experiencia y verificables en la experiencia. Sin este enganche en la experiencia, movidos por el deseo de sobrepasarla, advertía Hume, nosotros viajamos entre las nubes y las quimeras creyendo alcanzar verdades eternas y absolutas.
----------Pero Kant observa contra Hume -y en esto se mantenía ligado a Wolff- que en filosofía, en metafísica, en moral y en teología, nosotros no tenemos necesidad de sobrepasar la experiencia, porque nosotros apriori con nuestra razón, gracias al yo pienso cartesiano ya estamos más allá de la experiencia desde el inicio de nuestro pensar y juzgar. Según Kant la razón se conoce a sí misma en su pureza ya por sí misma, en base a la autoconciencia; ella sabe ya por sí misma lo que está en ella, lo que hace y sabe sin necesidad de usar los sentidos y de hacer ninguna experiencia de las cosas fuera de ella. La experiencia sirve para Kant como para Hume para la constitución de la física experimental, pero no es en absoluto necesaria para la fundación de la metafísica, de la moral, de la religión y de la teología.
----------Kant, por consiguiente -y aquí va contra Hume- no renuncia a lo que él llama "razón pura", es decir, no renuncia a un saber a priori, universal, necesario y apodíctico. No acepta la gnoseología de Hume según la cual en el conocer la razón está siempre conectada con la experiencia sensible, no funciona nunca sola; y si lo hace, se aleja de la realidad.
----------Para Hume, como para Guillermo de Ockham, la multiplicidad de los individuos no es una porque todos los individuos tienen la misma esencia específica, por tanto en virtud de un universal real, sino por el simple hecho de ser designados con un solo nombre. Así, por ejemplo, para Ockham, no existe el hombre, sino que existen los hombres. Lo que nosotros llamamos naturaleza humana no es algo real común a los individuos, no es un universal, sino que es simplemente la palabra con la cual designamos al conjunto de los hombres, cada uno de los cuales es diferente del otro, sin tener nada en común con el otro más que la palabra "hombre".
----------Kant, por consiguiente, se da cuenta de que Hume es incapaz del verdadero saber, que es ciencia del universal; y sin embargo también Kant está cerca del nominalismo sin alcanzarlo, porque también para él el intelecto no capta un universo real, sino solo un concepto universal. La esencia de la cosa en sí permanece ignota. Sin embargo, Kant admite la universalidad del saber reflejo de la razón, en el estilo cartesiano; y esta es, según él, la verdadera metafísica. Hume, en cambio, incapaz de alcanzar la universalidad, permanece bloqueado como Ockham en el individuo, por lo cual para él no existe un saber irrefutable y definitivo, sino que nuestro saber permanece siempre detenido en la opinión y en la creencia, permanece siempre falsificable y necesita ser corregido una vez que una nueva experiencia muestra su inconsistencia, y no es susceptible de ser compartido por todos, porque siempre habrá alguien a quien nuestra tesis le parecerá dudosa o falsa.
   
¿Por qué san Pío X acusó a los modernistas de soberbia?
   
----------El motivo se encuentra en el hecho de que el Santo Pontífice ataca en los modernistas una teoría del conocimiento que pone el yo en lugar de lo real como objeto del saber. Naturalmente el Papa, con esta acusación no tiene la pretensión de juzgarlos en foro interno, cosa reservada al juicio divino: por lo cual es obvio que él no pretende reprobar a todas y cada una de las personas sino sus errores.
----------Ahora bien, ¿qué cosa es en efecto la soberbia? Supongo que los lectores lo saben bien: es la voluntad de sobresalir y ordenar todo al propio yo considerado como el absoluto, en base al concepto del propio yo como auto-subsistente y como base y fundamento de todo. Pues bien, ¿a qué conduce el "yo pienso" kantiano derivado del cogito cartesiano sino a esta visión egocéntrica e idolátrica del yo?
----------La acusación de fondo del papa san Pío X a los modernistas se reduce a este grave reproche, que quiere ser también un reclamo, una llamada paterna al arrepentimiento y a la conversión, una invitación a abandonar ese principio, que en el fondo es el principio de lo que los cartesianos llaman "filosofía moderna", que en realidad no es otra cosa que una más refinada reanudación del antiguo subjetivismo protagóreo; volver a esa fe que han abandonado, volver a esa comunión eclesial que han interrumpido, volver a poner al servicio de Dios y no de sí mismos los dones recibidos, recordando el juicio divino.
----------Signo de soberbia es también la "manía de novedades", de la que el Papa acusa a los modernistas. En efecto, el soberbio, para sobresalir entre todos, para hacerse notar y darse importancia, para despertar la atención y el asombro, para crearse una fama universal e imperecedera, para obtener de todos alabanzas y reconocimientos perennes, para aparecer como un genio y un guía de la humanidad, se hace pasar por una luminaria inaudita, un revolucionario radical del saber, que proporciona finalmente a los tiempos futuros la luz de la certeza y de la verdad absolutas y definitivas, el verdadero saber, a una humanidad vivida hasta entonces en las tinieblas, en la duda o en la incertidumbre. Jesucristo, ante estas luminarias, hace la figura de un pálido precursor o de un torpe chapucero.
----------La encíclica deja entender que en la soberbia la voluntad sustituye al intelecto. En efecto, el principio de la humildad y de la obediencia es el intelecto, el cual se somete a la evidencia y a la demostración, se adecua a la realidad de las cosas tal como son, se deja guiar por lo que las cosas le dicen y sigue el camino que le indican hasta llegar al descubrimiento de Dios, del cual escucha la palabra y acepta la ley.
----------Con el intelecto, mediante la razón y la aplicación del principio de causalidad (per ea quae facta sunt, o a posteriori) nos elevamos del conocimiento de las cosas al conocimiento de Dios (el agustiniano transcende et teipsum), reconociéndonos sus criaturas. Por tanto, elevamos sí a él nuestro pensamiento, pero con eso mismo, descubriendo la grandeza de Dios y nuestra pequeñez, nos humillamos ante él. Por el contrario, el soberbio, que confunde saber y ser, cree que elevándose a Dios se convierte en Dios mismo. Así como Dios precede al mundo, él cree que su saber a priori de Dios sea la condición de posibilidad del conocimiento del mundo.
----------En cambio, en la verdadera, sana y humilde trascendencia de nosotros mismos, nos trascendemos no en el sentido de negar nuestros límites y pretender sobrepasarlos con nuestras propias fuerzas o con la pretensión de aumentar nuestro ser; no en el sentido de elevarnos o exaltarnos o superarnos a nosotros mismos, sino en el sentido de que nuestra mirada se eleva hacia lo alto, hacia Él, hacia el Altísimo, hacia Dios, que en su infinitud está más allá de todo límite.
----------El intelecto es un poder de interiorización y de representación de la realidad externa. Con el acto del conocer, lo que está fuera de nosotros, lo que nos trasciende, lo trascendente, deviene en cierto modo, o sea inmaterialmente y espiritualmente, inmanente a nosotros.
----------No es ésta la inmanencia condenada por la encíclica, sino que es la idea de que Dios sea inmanente a nuestro espíritu por su propia esencia y no simplemente en cuanto representado por nuestro intelecto. Es una vez más la confusión idealista del pensar con el ser, la confusión del ser con el ser pensado.
----------No es la piedra la que está en la mente, dice Aristóteles, sino la imagen de la piedra. Aquí puede asomarse la tentación de la soberbia: así como tenemos la facultad de conocer a Dios, podemos tener la tentación de creer ser Dios, confundiendo así pensar y ser. Es la tentación del idealismo y de Kant. Es la soberbia de la cual habla la Pascendi.
----------La voluntad, en cambio, es el poder que tenemos para operar sobre la realidad, para actuar sobre ella según lo que hemos conocido. Así como la soberbia nos empuja a considerarnos plasmadores y creadores de la realidad y autores de nuestro mismo yo (causa sui), ella nos empuja a sustituir la función del intelecto, que es la de recibir, de adecuarse, de someterse, de representar, de imitar y de reproducir, con la función de la voluntad, que es la de ordenar, del transformar, del mandar y del poseer.
----------El soberbio, por consiguiente, concibe el conocer no como acto del intelecto, sino como acto de la voluntad. La verdad no es, para el soberbio, efecto del saber, sino efecto de la praxis. El actuar no es aplicación del previo saber, sino que es fruto del actuar. El saber no reproduce, no refleja, sino que cambia y transforma. El soberbio confunde la actividad, el dinamismo y la intención del intelecto con el dinamismo, con el movimiento, la orientación, la inclinación y la tensión de la voluntad.
----------La soberbia es lo que motiva la filosofía kantiana, porque no está fundada sobre la humilde fiel aceptación y reconocimiento de las cosas como son, sobre una base realista, sino que, por el contrario, está fundada en la absolutización del yo sugerida por el cogito cartesiano.
----------Kant nos hace creer que es por humidad su negativa a sobrepasar los fenómenos para elevarse al conocimiento metafísico y teológico, y que por eso quisiera fundar una metafísica y una teología que se agotan en la conciencia que la razón tiene de sí misma y de su propio obrar. La metafísica se convierte en antropología y teología, exactamente tal como será retomado por Heidegger y por Rahner.
----------Pero en realidad esta actitud de Kant, y también de Heidegger y de Rahner, se trata de la soberbia de quien no quiere ponerse humildemente en la escuela de los sentidos para permitir que el intelecto se eleve al nivel del espíritu, sino que, como si él fuera un puro espíritu, pretende encontrar originariamente, aprióricamente e inmediatamente la idea de Dios en la autoconciencia del espíritu.

18 comentarios:

  1. Se cumplen 100 años desde la Quas Primas y 75 desde la Humani generis

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    1. También habría otro aniversario desde el 1900: Tametsi Futura Prospicientibus (1 de noviembre de 1900), de León XIII.

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    2. Además, en 1825 León XII, en Quo Graviora, condena las sectas y la masonería.

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    3. Estimado Dino,
      me complace éste su recuerdo de estos documentos de los Papas.

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  2. Después de la proclamación del Dogma de la Inmaculada en 1854, se confirmó a los fieles, como dogma de fe, la asunción de la Santísima Virgen, en cuerpo y alma al cielo (1 de noviembre de 1950), por Pío XII.

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    1. Y Benedicto XIII, el último Papa dominico, después del Sínodo de la Iglesia romana en 1725, reconfirmó la condena al Jansenismo.

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    2. Estimado Dino,
      me congratulo por la atención que usted le presta a los grandes Documentos de los Papas del siglo XIX y XX.

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  3. Gracias. Pero he encontrado muchos sacerdotes, incluso no jóvenes, que quizás conozcan al menos el título de la Rerum Novarum, pero no saben nada más de León XIII, por no hablar de algunos textos de Pío IX, Gregorio XVI, Pío X y Pío XI, quienes habrán leído las tres encíclicas sobre el estado de León XIII, la Pascendi o la Notre charge apostolique, también la Quas Primas ...

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    1. Estimado Dino,
      sé que hoy hay una gran ignorancia sobre los documentos de los Papas del siglo XIX y creo que la responsabilidad es de los modernistas. En realidad en esas enseñanzas hay grandes valores, que siguen teniendo validez también hoy. Las diferencias están vinculadas a la diversidad de las circunstancias históricas y al hecho de que la misma doctrina católica progresa en el tiempo. Esto implica que aquellas posiciones que están vinculadas a un período histórico superado deben ser sustituidas hoy por las actuales enseñanzas sociales de la Iglesia.

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    2. Estimado padre: pero sobre la moral y la fe no puede haber contradicciones, sobre el juicio meramente histórico y contingente sí.

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    3. Estimado Dino,
      ya había dicho esas cosas. Sin embargo, lo que me interesa es subrayar el hecho de que existe un progreso espiritual en el campo del conocimiento y las virtudes y la Iglesia nos ha guiado a través de los siglos para hacer que hagamos este progreso, ya que ella es maestra de santidad.

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    4. Por supuesto, yo observaba que hay mucha ignorancia al menos del aspecto histórico. Por lo que sé en los seminarios (los que quedan) se usan los mismos libros de historia de las escuelas secundarias estatales, quizás integrados con algún básico manual universitario, que también he usado, pero es nada más que lo elemental...

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    5. Estimado Dino,
      en los manuales de historia hay que andar con mucho cuidado. En el curso de mi formación teológica he estudiado también en varios de ellos, incluso el del italiano Martina, y he notado que, por ejemplo, Martina desarrolla una crítica al pontificado del Beato Pío IX a la luz de la Iglesia del Concilio Vaticano II.
      Quizás Martina habría hecho mejor, para poder juzgar a Pío IX correctamente, ponerse en la situación espiritual de la Iglesia de aquel tiempo, porque con su actitud hace que Pío IX haga una fea figura que no merece, más aún si consideramos que ha sido beatificado.
      Lo que me hace concluir que se encuentra en Martina un rastro de modernismo, con la típica actitud presuntuosa de quien no puede evaluar la conducta de los demás en el pasado con criterios adecuados a la época en que vivieron.

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    6. Le agradezco, padre, pero ¿se refiere a modernismo teológico o simplemente a un abandono al liberalismo ?

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    7. Estimado Dino,
      a propósito del libro de Martina, he hablado de modernismo más como criterio de juicio histórico que como doctrina teológica. De hecho usted, que es un historiador, habrá notado que los modernistas conciben la modernidad y el progreso siempre en contradicción con el pasado y como condena del pasado, como si fueran ellos los inventores de la verdad. Los modernistas no saben reconocer la continuidad de las doctrinas y tradiciones, y que el verdadero progreso no es más que un mejor conocimiento y realización de lo que ya sabemos y que la historia pone a nuestra disposición.

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    8. Gracias, sinceramente, padre Filemón.

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  4. Nunca entendí a Kant y no quiero entenderlo... es preferible confiar en quien sabe más que yo para poder distinguir lo que es verdadero de lo que es falso. Creo que la Gracia puede iluminar incluso a las mentes más ignorantes si admiten ser tales.

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    1. Estimada Rosa,
      Kant es un filósofo muy importante, que indudablemente marca la cultura desde hace más de tres siglos.
      Su interés está dado sustancialmente más que por su filosofía teórica, que tiene una tendencia escéptica, por su filosofía moral, que sostiene la existencia de valores morales absolutos y por lo tanto puede ser confrontada comparativamente con la moral cristiana.

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