Como es sabido, Teilhard de Chardin goza todavía en la Iglesia de una gran fama y el propio papa Francisco recientemente le ha hecho el elogio citando las palabras de una oración suya, lamentando el hecho de que él haya sido malinterpretado. Sin embargo, en 1962 el Santo Oficio (el hoy Dicasterio de la Fe) publicó un Monitum (vale decir, una advertencia) en el que se declara que las obras de Teilhard "pululan de tales ambigüedades, e incluso de graves errores, que ofenden la doctrina católica". ¿Cómo es posible poner de acuerdo estos dos pronunciamientos? ¿El Santo Oficio se ha equivocado? [En la imagen: fragmento de la acuarela "Pierre Teilhard de Chardin", obra de Frank Szasz, de una colección privada].
¿Quién ha sido Teilhard de Chardin?
----------La bien conocida figura de Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955] en su gran complejidad y riqueza de aspectos y elementos, suscita ciertamente admiración, pero al mismo tiempo por algunas de sus posturas, señaladas por la Iglesia (véase aquí un breve resumen de ello), no puede no suscitar en nosotros una cierta preocupación. Se le quisiera llamar, en razón de sus méritos, un maestro espiritual, un reformador, un hombre de Dios; hay quien lo considera incluso un místico. Teilhard expresa anhelos apasionados por la vida cristiana y la unión con Dios o con Cristo, concibe geniales visiones, tiene momentos inspirados de extraordinario fervor y de sincera piedad, reza con palabras conmovedoras, formula excelentes propósitos.
----------Pero si luego pasamos a mirar todo el contexto, nos damos cuenta fácilmente que el impulso hacia Dios en Teilhard se encuentra junto con una apologética a favor de la materia, del mundo y de la corporeidad que termina por oscurecer esa trascendencia divina que el propio Teilhard también quiere afirmar con firmeza. Vale decir, se tiene la sensación de un servicio a dos señores: a Dios y al mundo. Del mundo aparece sólo su bondad, pero no su oposición a Dios. Y también el primado de Dios parece comprometido, ya que no aparece la oposición al mundo en nombre de la amistad con Dios.
----------El hecho es que esta actitud moral, actitud evidente en Teilhard, tiene como presupuesto una visión de la realidad en la cual está falseada la distinción entre la materia y el espíritu, por lo cual, no obstante la declarada superioridad del espíritu, la materia toma el puesto del espíritu con la pretensión de ser el origen del espíritu y el espíritu viene encadenado a la materia, o nada puede hacer sin su permiso, como si el espíritu no pudiera abstraer de ella y liberarse por sí solo en su fuerza y pureza por encima del espacio-tiempo y del devenir e independientemente de la materia, hasta llegar a concebir a Dios mismo como inseparable de la materia y como alma del mundo. La materia, en Teilhard de Chardin, mete su nariz por todas partes, incluso en la intimidad de Dios. Dios no hace nada sin ella y sin ella no existe nada de lo que existe.
----------Teilhard, a propósito de las cosas del mundo, tiene un modo bello de hablar con la expresión "desapego", pero después, al seguir hablando hasta hacer de la materia una divinidad, ¿qué clase de desapego deberíamos poner en práctica? ¿Desapegarnos o separarnos de Dios?
----------He aquí, en efecto, que más allá de las efusiones espirituales, si recorremos extensamente sus escritos, aparecen tan graves malentendidos acerca de la naturaleza del espíritu y de la materia, que nos hacen bajar los brazos suscitando en nosotros sentimientos de disgusto o bromas irónicas, como ante alguien que recitara el papel del místico, pero al cual en realidad le complace inmensamente la tierra.
----------Nadie, por otra parte, entre sus admiradores lo considera un santo. No tiene ninguna fama de santidad. Nadie exalta la pureza de su doctrina o su fidelidad al Magisterio de la Iglesia o al dogma católico. Ciertamente Teilhard ha sido defendido por importantes teólogos, como Henri de Lubac, pero también grandes teólogos tomistas, como Journet, Maritain, Gilson o Philippe de la Trinité lo han criticado. Se presta a ser malinterpretado y de hecho ha sido malinterpretado como por ejemplo por Guérard des Lauriers. Pero es necesario decir que tampoco Teilhard brilla siempre por la univocidad, claridad y precisión de su lenguaje.
----------Con Teilhard estamos ante una espiritualidad no del todo sana como la que se nota en los Santos, sino ante una espiritualidad sobreexcitada que roza la exaltación, una espiritualidad que no se apoya sobre bases metafísicas seguras, dogmáticas y doctrinales, sino que parece tener un trasfondo heraclíteo o parmenídeo, una obsesiva voluntad de unidad en detrimento de la multiplicidad, una insistencia exagerada sobre la evolución en detrimento de la estabilidad de los grados del ser y de la inmutabilidad de las esencias.
----------Teilhard, por una necesidad extremista de unidad que nos hace pensar en Parménides, muestra una curiosa insensibilidad hacia el valor de la multiplicidad de los entes y de las sustancias, que él se esfuerza por minimizar y eliminar, considerándola como algo que no tiene sentido, precisamente él que también se jacta de exaltar la dignidad de la materia, olvidando que lo múltiple y la multitud son precisamente un valor y una riqueza de las diferentes realidades físicas y corpóreas, así como de las sustancias espirituales. De aquí su concepción del mundo no como conjunto armonioso o como familia de las criaturas grandes y pequeñas, sino como un único ente, que luego sería el cuerpo de Dios, el cuerpo del cual Dios es el alma.
----------Teilhard en sus escritos parte a menudo velozmente, sin preámbulos ni procesos introductorios, para fundirse en seguida en magnilocuencias, megalomanías, grandiosas y fantásticas visiones cósmicas donde todo, experiencia y razón, sentimiento y pensamiento, voluntad y pasión, consciente e inconsciente, ciencia y fe, cielo y tierra, vivientes y no vivientes, materia y espíritu, Dios y mundo, todo se funde, se entrelaza, se mezcla traspasando el uno en el otro en una síntesis global evolutiva y totalizante, siempre con la obsesiva preocupación de no parecer maniqueo o dualista y por lo tanto siempre para mantener el contacto con el mundo, con la tierra, y con la materia, tanto que al final ya no se ve la diferencia con el materialismo.
----------Deseoso de conjugar materia y espíritu, Teilhard habría podido encontrar el camino gracias a la noción metafísica y trascendental del ente, que implica precisamente el ente material y el ente espiritual, coligados en la noción común de ente. Por el contrario, ateniéndose solo al plano categorial del espíritu y de la materia, para unir no encuentra modo mejor que confundir, así en él también la materia posee un mínimo de espiritualidad y el espíritu posee al menos un mínimo de materialidad.
Una difícil evaluación
----------Como es sabido, Teilhard de Chardin goza todavía en la Iglesia de una gran fama y el propio papa Francisco recientemente le ha hecho el elogio citando las palabras de una oración suya, lamentando el hecho de que él haya sido malinterpretado. Sin embargo, en 1962 el Santo Oficio (el hoy Dicasterio de la Fe) publicó un Monitum (vale decir, una advertencia) en el que se declara que las obras de Teilhard "pululan de tales ambigüedades, e incluso de graves errores, que ofenden la doctrina católica".
----------¿Cómo poner de acuerdo estos dos pronunciamientos? ¿El Santo Oficio se ha equivocado? Esta hipótesis no es pensable porque se ha pronunciado en materia de fe en nombre de san Juan XXIII. Por otra parte, no es difícil constatar el aspecto positivo de la obra de Teilhard.
----------Evidentemente el Papa ha preferido callar sobre los lados negativos de Teilhard, y es dueño de hacerlo. Pero no podrá desmentir el juicio del Santo Oficio. Y si alguien sale con el usual caso Galileo, para hacerla breve, bastará recordar que la decisión del Santo Oficio de entonces no fue sobre materia de fe, sino que fue un juicio pastoral (que el sol sea el que gire o que sea la tierra sea, no tiene nada que ver con la revelación divina).
----------¿Qué quería hacer, en efecto, Teilhard de Chardin? Él fue movido por dos propósitos: primero, elaborar una metafísica que aunque admitiendo el primado del espíritu sobre la materia, reconociera a la materia su dignidad y diera sabor al espíritu, evitando presentar la materia y el espíritu como enemigos. En segundo lugar, y sobre esta base, su intención fue elaborar una concepción cristiana de la realidad unitaria y global, incluyendo lo que sabemos por la ciencia y lo que sabemos por la fe, una visión inspirada en "el designio del Padre de recapitular (anakefaláiosthai) todas las cosas en Cristo, tanto las del cielo como las de la tierra" (Ef 1,10), una visión según la cual todo el universo en devenir ascendente, progresivo y mejorador, pasando de la condición material a la espiritual y divina, del mundo al hombre, converge hacia Cristo como meta final, Centro unificador de la totalidad de la realidad, conforme a la visión de san Pablo (Ef 1,22-23), por la cual "todo está sometido a los pies de Cristo, porque el Padre lo ha constituido sobre todas las cosas cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud (pléroma) de Aquel que se cumple (plerùmenos) en todas las cosas".
----------La idea original y, por decirlo así, genial de Teilhard fue utilizar la actual visión evolutiva del mundo que nos proporciona la ciencia para explicar mejor qué son esta "plenitud", este "cumplimiento" y esta "recapitulación" operados por Cristo, cabeza del Cuerpo místico y rey del universo, un Cristo que aparece como Misterio no ya cumplido, sino en vía de cumplimiento o realización, motor y cumbre de la evolución del mundo.
----------Por eso Teilhard habla del "Cristo evolucionador". Además, observa que si la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y si la Iglesia está constituida por la humanidad en el mundo, de ello se desprende que el cuerpo de Cristo de alguna manera, no ontológicamente sino espiritualmente, gracias a la acción del Espíritu Santo, se dilata al infinito en los espacios cósmicos, más allá de la Iglesia, para interesar e involucrar al mundo en el cual reside la Iglesia, como si esta más amplia corporeidad de Cristo fuera una prolongación de su misma corporeidad natural de individual hombre dotado de alma y cuerpo. De aquí esta asombrosa relación simbiótica de Cristo con el mundo descubierta por Teilhard, que lo ha llevado a hablar de un "Cristo cósmico".
La metafísica de Teilhard
----------Es muy sorprendente cómo Teilhard habla de la metafísica, mostrando una ignorancia abismal, digna del más grosero empirista inglés o de un estibador de puerto.
----------Por desgracia, Teilhard ha quedado prisionero de una visión no ontológica sino fenomenista de la realidad. Sin embargo, ¡con cuánto entusiasmo y cuánta sabiduría sabe hablar él del espíritu cuando quiere! Lo conecta con la vida, la verdad, la conciencia, el pensamiento, la palabra, la belleza, la gracia, la caridad, la unidad, la bondad, el sacrificio, la santidad, la Iglesia, los sacramentos, la bienaventuranza.
----------¿Cómo es que no ha entendido que es la metafísica la que hace entender la infinita dignidad del espíritu? Entonces, cuando vemos en Teilhard de Chardin frases de las cuales se ve que él sabe lo que es el espíritu, debemos deducir que, por tanto, entiende lo que es la metafísica. Cuando, por el contrario, notamos en Teilhard palabras que huelen a materialismo, trasciende su incomprensión de la metafísica. Quien no sabe apreciar la metafísica, diría san Pablo Apóstol, es el hombre carnal, no el hombre espiritual. Digámoslo de una vez por todas: separar la metafísica de la espiritualidad es una pura estafa que falsifica la una y la otra y ciega el intelecto a las cosas materiales y a las espirituales.
----------Hay que señalar también que Teilhard no sabe conectar el concepto de espíritu con el de la forma. No puede concebir una pura forma separada, subsistente por sí misma sin soporte material. Sino que siente la necesidad de poner la materia por todas partes, incluso en Dios. Y aquí claramente no estamos de acuerdo.
----------El concepto de "forma" (morfe, eidos) es extremadamente esclarecedor para entender qué es el espíritu, qué es la vida, qué es la materia. Lamentablemente, Teilhard no se detiene en este concepto importantísimo de la metafísica, de la naturaleza y de la antropología. También sobre este tema tenemos una importante enseñanza dogmática allí donde el Concilio de Viennes de 1312 nos enseña que el alma humana espiritual es forma del cuerpo. La materia es lo que está formado por la forma, lo que tiene o posee una forma, el sujeto de la forma implementado por la forma y perfectible por la forma, lo que adquiere o pierde la forma.
----------La forma es lo que en el ente da su determinación, identidad, unidad, perfección, plenitud, actualidad. Puede ser viviente o no viviente. Esta segunda es la forma química. La forma viviente puede ser vegetativa, sensitiva, espiritual. Esta última es la propia del hombre. La forma además puede estar naturalmente separada. He aquí, entonces, el ángel o Dios, la primera, forma creada, Dios, forma increada, infinita y absoluta. ¿Qué hay de todo esto en la cosmología, antropología y teología de Teilhard?
----------Así correlativamente falta en él el concepto de materia prima (prote hyle) sujeto radical y básico de la forma sustancial en orden a la constitución de la sustancia material. La materia prima es la materia en su propia especificidad en cuanto distinta de la forma y, por tanto, del espíritu.
----------Ciertamente la materia prima no es ni puede ser objeto de experiencia sino mediante las cualidades sensibles del cuerpo. Y sin embargo es necesario plantear su existencia para explicar la permanencia del sujeto en las mutaciones sustanciales y en el mismo desarrollarse de la evolución.
----------Está claro que todas las veces que Teilhard habla de "materia", se refiere a la material segunda, la materia formada, el compuesto de materia y forma, que cae bajo los sentidos y es objeto de la física.
----------Es necesario tener presente que la materia prima es el sujeto de la transformación y de la evolución. Cuando Teilhard dice que la "materia se transforma en espíritu", da aquí prueba de no saber ni lo que es la materia ni lo que es el espíritu. La materia prima es el sujeto de la forma, es el poder ser esa cosa, es aquello de lo que algo está hecho, aquello de lo que proviene, aquello sobre lo que el agente opera, aquello en lo que se resuelve el alma de los vivientes inferiores, es el sujeto que permanece en las transformaciones sustanciales, por las cuales una cosa pierde su forma y su materia y asume otra, de modo que se genera una nueva cosa. De todo esto Teilhard parece no haber entendido nada.
----------La materia de la cual él habla es la sustancia material que cae bajo los sentidos. Aquí, indudablemente, si se trata de la persona humana, materia y espíritu hacen uno, permaneciendo sin embargo distintos, pero no pueden no estar juntos, aunque sea posible la existencia del alma separada, es decir, el alma de los difuntos. Pero en la visión de Teilhard, que no quiere concebir un puro espíritu, nos podemos preguntar: ¿qué pasa con la inmortalidad del alma? ¿Qué decir de los ángeles, que son puros espíritus? De hecho, Teilhard nunca habla de ello: un tema para él embarazoso.
----------Si luego pensamos en Dios, hay que decir con fuerza contra Teilhard que ni siquiera nos es lícito como él hace para negar que Dios crea la materia de la nada, limitándose a unificar una multiplicidad existente independientemente de Él. ¿Qué Dios es éste? No es lícito asociarlo a la materia. Evidentemente Teilhard no tiene en cuenta el dogma del Concilio Vaticano I, que define a Dios como "una única singular del todo simple e inmutable sustancia espiritual" (Denz. 3001).
El Papa Francisco dijo que Teilhard fue "a menudo malinterpretado".
ResponderEliminarEl Papa Francisco es teilhardiano.
EliminarEl fanatismo detesta a Teilhard
EliminarEl nombre de Teilhard aparece seis veces en Introducción al cristianismo, una obra de Ratzinger de 1968, que ya se ha convertido en un clásico. El nombre del paleontólogo jesuita es, de hecho, uno de los más citados en este libro, que sigue fascinando por su frescura y novedad dentro de la tradición cristiana.
EliminarGuste o no, Ratzinger admira a Teilhard. Y, desde sus primeros trabajos, considera al jesuita como un autor fundamental para la actualización cristiana en el mundo moderno. En las palabras del teólogo convertido en Papa podemos reconocer que la «síntesis» propuesta por Teilhard sigue siendo «fiel a la cristología paulina, cuya orientación profunda es bien percibida y devuelta a una nueva inteligibilidad».
Es a través de los escritos de Ratzinger que podemos constatar cómo la recepción de la visión teilhardiana estaba presente también en el Vaticano II, aunque de manera un poco marginal. Fue él quien, como protagonista del Concilio, supuso que había una cierta influencia de la obra de Teilhard en la redacción de la célebre Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre todo por lo que se refiere al «lema teilhardiano» según el cual «cristianismo significa mayor progreso».
EliminarHe citado pasajes de Andreas Gonçalves Lind
EliminarProfesor de Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana y en las Facultad Loyola de París
Pierre Teilhard de Chardin, un pionero del diálogo entre la ciencia y la fe
EliminarEl jesuita francés ha sido una de las más singulares figuras de la cultura católica del siglo pasado, geólogo y paleontólogo de fama mundial, con una espiritualidad fulgurante.
"TEILHARD DE CHARDIN. El profeta de Cristo en la aldea global. La influencia indirecta de Pierre Teilhard de Chardin sobre el Vaticano II pero también su mirada profética y su juicio nunca apresurado sobre la modernidad y la difícil relación entre fe y ciencia. Es la perspectiva pero también la pista ideal sobre la que se desarrolló el congreso que tuvo lugar en Roma en la Pontificia Universidad Gregoriana hace una década atrás, con el título, ciertamente sugestivo: Desafíos antropológicos hoy. Una lectura de Teilhard de Chardin para una evangelización renovada. A 50 años del Concilio Vaticano II. Una ocasión que permitió sobre todo retomar en la mano los textos más famosos del antropólogo, filósofo y paleontólogo jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin (1881 - 1955) como El Fenómeno Humano, y otros, pero también de poder recoger la contribución y la confrontación de estudiosos importantes sobre esto ...". (Avvenire).
Eliminar"Seguimos creciendo juntos en la fraternidad, como semillas de paz en un mundo tristemente asolado por demasiadas guerras y conflictos", fue el mensaje confiado a los fieles de Mongolia y otros países asiáticos que participaron en el rito. "Un gran agradecimiento a ti, pueblo mongol, por el don de la amistad que he recibido en estos días, por tu genuina capacidad de apreciar incluso los aspectos más simples de la vida, de custodiar con sabiduría las relaciones y las tradiciones, cultivar la cotidianidad con cuidado y atención", dijo Francisco en particular a los 1500 católicos de Mongolia, a los que recordó el gran filósofo y teólogo Pierre Teilhard de Chardin, un jesuita muy abierto y genial, pero perseguido por la iglesia oficial, y la oración que él elevó a Dios hace 100 años, en el desierto de Ordos, no muy lejos del lugar donde hablaba Francisco. "Me postro, oh Señor - leyó el Papa - ante tu Presencia en el Universo hecho ardiente y, bajo las apariencias de todo lo que encontraré, y de todo lo que me sucederá, y de todo lo que realizaré en este día, yo te deseo y te espero".
EliminarEl Padre Teilhard, explicó Francisco, estaba ocupado en investigaciones geológicas, un día anhelaba celebrar la Santa Misa, pero no tenía con él ni pan ni vino y entonces compuso su "Misa sobre el mundo", expresando así su ofrenda: "Recibe, o Señor, esta Hostia total que la Creación, movida por tu atracción, te presenta en el alba nueva". Una oración similar ya había nacido en él cuando estaba en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Este sacerdote, a menudo incomprendido, subrayó el Pontífice había intuido que "la Eucaristía es el centro vital del universo, el centro desbordante de amor y de vida inagotable" (Enc. Laudato si', n.236). Por eso pide a todos, incluso en un tiempo como el nuestro de tensiones y guerras, que recen con las palabras del padre Teilhard: "Verbo resplandeciente, Potencia ardiente, o Tú que forjas lo múltiple para infundirle tu Vida, baja sobre nosotros, te suplico, tus Manos poderosas, tus Manos cariñosas, tus Manos omnipresentes". Papa Francisco
EliminarUn delirante
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminar¿a qué o a quién se refiere usted?
Estimado Jorge,
Eliminaryo también he dicho que Teilhard fue malinterpretado. Pero fue malinterpretado tanto por gente maliciosa como por excelentes teólogos. ¿Cómo se explica este punto? Porque el mismo Teilhard a veces se ha expresado de manera ambigua, como advierte el Monitum del Santo Oficio, de tal manera que ciertos escritos suyos se prestan al equívoco y crean la sospecha de que Teilhard haya sido poco leal o doble en el modo de expresarse.
Estimado Jorge,
Eliminardecir que "el Papa Francisco es teilhardiano" es una frase que debe ser interpretada. Si se quiere decir que el Papa comparte los errores de Teilhard, es una frase falsa. Si en cambio se hace referencia a los lados positivos, es una frase verdadera.
Estimado Jorge,
Eliminardecir como dice usted, que "El fanatismo detesta a Teilhard", ¿qué es lo que significa? ¿Acaso me está acusando a mí de fanatismo, por denunciar los errores de Teilhard?
Digo simplemente que Teilhard concibe la fe no como doctrina conteniendo los dogmas de la Iglesia, sino como crecimiento o desarrollo del saber experimental en la misma línea de la experiencia física. Por eso la denuncia de este error no es signo de intolerancia, sino que se basa en el verdadero conocimiento de la distinción entre ciencia y fe. Si por fanatismo entendemos una visión de la fe como efecto de la experiencia física, entonces el fanatismo pertenece a Teilhard y no a quien pone en luz la confusión que hace Teilhard entre ciencia y fe.
Estimado Jorge,
Eliminarnadie pone en discusión a Teilhard como paleontólogo. A esto se refería justamente Ratzinger. También en cuanto a la grandiosa visión paulina, expresada en la Carta a los Efesios, según la cual Cristo está en la cumbre de toda la creación y Aquel que recapitula toda la creación bajo su señorío, no hay duda de que Teilhard sabe captarla con gran profundidad, por lo que aquí Teilhard demuestra ser un gran teólogo. Por eso comprendo la admiración que Ratzinger tenía por él, desde este punto de vista, admiración que es también la mía y que expresé con claridad en mi artículo sobre Teilhard.
Estimado Jorge,
Eliminaryo también soy de la idea de que Teilhard está de alguna manera presente en las doctrinas del Concilio Vaticano II. Me refiero al tema conciliar del desarrollo o de la evolución progresiva de toda la creación hacia el misterio de Cristo Resucitado y por consiguiente hacia la plenitud final de la creación en la vida futura de la Resurrección.
Sin embargo está claro que el Concilio no se ha desposado en absoluto con su evolucionismo, que pretende hacer surgir el espíritu de la materia, de tal manera que Teilhard no es capaz de concebir a Dios como puro Espíritu Absoluto preexistente a la materia y creador de la materia desde la nada, sino que Teilhard tiene necesidad de ver siempre el espíritu unido a la materia, la cual, por lo tanto, en cierto modo es divinizada y hecha independiente por Dios, de tal manera que según él la obra de Dios con respecto a la materia no es darle el ser, porque el ser ya lo tiene por sí mismo, sino que es simplemente la función de unificar su multiplicidad.
Estimado Jorge,
Eliminarestoy de acuerdo en reconocer que Teilhard tenía esta gran preocupación de mostrar a los científicos que la fe no está contra la ciencia, sino que de la ciencia se puede llegar a la fe. Solo que él, no teniendo un recto concepto de la metafísica, creyó que se puede pasar directamente de la ciencia a la fe, sin pasar por la metafísica. Ahora bien, esto es un gran error, porque es solo con la metafísica que la razón llega al máximo de sus posibilidades y, dándose cuenta de sus propios límites, se hace disponible para aceptar las verdades de fe que superan las fuerzas de la razón.
Pero si uno se detiene, como Teilhard, en el plano de la ciencia experimental, aun progresando siempre en este plano, la razón nunca llega a descubrir la existencia de Dios y a ponerse en condiciones de ejercer el acto de fe.
Por desgracia, el resultado final será una concepción de Dios que todavía conserva algo material, por lo que no se trata del verdadero Dios, sino de una figura mitológica similar a la de las religiones paganas.
Estimado Jorge,
EliminarTeilhard fue efectivamente perseguido por gente maligna. Sin embargo hablar de persecución por parte de la Iglesia es una ofensa a la Iglesia, que siempre es una madre justa y amorosa, incluso cuando es severa, como fue el caso del Monitum de 1962, en el cual se alude a algunos errores de Teilhard.
Ahora bien, usted debe tener en cuenta que la Iglesia oficial no fue solo la de 1962, gobernada por san Juan XXIII, sino que también es la del actual Papa.
Ahora bien, ¿qué significa esto? Es muy simple: que la Iglesia de 1962 puso en evidencia los errores, mientras que la Iglesia de hoy destaca los lados positivos.
Es necesario que usted se decida a hacer esta distinción muy sencilla, que hay que hacer con respecto a cualquier persona humana y sus ideas, si no queremos razonar en compartimentos estancos, evitando el fanatismo de quien ve solo lo positivo, y la maldad de quien ve solo lo negativo.
"La meta del camino del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, núcleo de la maduración universal". Así se expresa el Papa Francisco en su encíclica Laudato si' (LS), n. 83. En nota, la referencia se hace explícita sobre las raíces de este pensamiento: "En esta perspectiva se sitúa la contribución del P. Teilhard de Chardin". (esta cita es del padre Antonio Spadaro).
ResponderEliminarComentando el pensamiento de Teilhard, el cardenal Christoph Schönborn describió este desarrollo como "un inmenso movimiento ascendente hacia una complejidad y interioridad cada vez más elevadas, desde la materia hasta la vida y el espíritu".
EliminarEstimado Jorge,
Eliminarel Papa, en el texto citado, se refiere a la interpretación que Teilhard da acerca de Efesios 1,23, donde san Pablo habla de la Iglesia como plenitud de Cristo y de Cristo mismo como "Aquel que se completa (pleromenos) enteramente en todas las cosas".
Estas expresiones de san Pablo son muy difíciles de interpretar, y parecen aludir a un Cristo que madura en el tiempo y llega a plenitud y a maduración al final de los tiempos.
Ahora bien, ¿qué quiere decir en esos textos san Pablo?
Para evitar una interpretación panteística -que sería absurda- hay que hacer una distinción: san Pablo no se refiere a Cristo en su Persona, que no tiene ninguna necesidad de llegar a plenitud, ya que es el Hijo de Dios Resucitado de entre los muertos, sino que se refiere a la obra de Cristo en la Iglesia y en el mundo, obra que llega a plenitud en la Parusía.
Ahora bien, por desgracia, Teilhard no parece hacer esta distinción, y en él parece que Cristo queda sujeto a una evolución, por lo que madura y crece en la historia para llegar a su conclusión final en el fin del mundo.
Estimado Jorge,
Eliminarel cuadro que el Card. Schönborn ha delineado acerca del pensamiento de Teilhard de Chardin es ciertamente exacto, pero el Cardenal no habla de un error fundamental de Teilhard, y este es que según Teilhard la materia existe desde siempre y ella se trasciende a sí misma convirtiéndose en espíritu, cosa que no tiene ningún sentido, porque es Dios espíritu quien crea la materia de la nada y no la materia que por sí misma se convierte en espíritu.
Tenga en cuenta el siguiente documento: http://www.cultura.va/content/dam/cultura/docs/comunicatistampa/CS23nov10Teilhard.pdf?fbclid=IwY2xjawJHnc9leHRuA2FlbQIxMAABHaxRX_wow137LmVcOiwwiwOHkoHgKwR01P0A9-J_eMZ1O0PqwBUDg_OJTQ_aem_H0jtyn3Q3up2UkKPYfJzwA
ResponderEliminar(no lo he podido encontrar en español)
Estimado Jorge,
Eliminarcomo ya he demostrado en mi artículo sobre Teilhard, el Monitum de 1962 no fue una medida disciplinaria, sobre la cual se pudiera tomar en consideración su abolición, sino que hace precisa referencia a la dogmática católica, en el sentido de que en el pensamiento de Teilhard están contenidas algunas tesis que están en contraste con la doctrina católica.
Por cuanto respecta a la valoración de los aspectos positivos del pensamiento de Teilhard, puedo poner en cabeza de la fila de los que los aprueban y los alaban. Es ciertamente digno de elogio el esfuerzo que Teilhard realizó durante toda su vida para favorecer el diálogo entre científicos y teólogos, así como para mostrar cómo la ciencia puede conducir a la fe.
En cualquier caso, para hacer este debido reconocimiento no es absolutamente necesario ni tiene nada que ver el pensar en la abolición del Monitum, por la razón que ya he dicho. La seria crítica histórica nos enseña a todos nosotros que, en el análisis del pensamiento de cualquier autor, la puesta en evidencia de los aspectos positivos no solo no impide, sino que requiere para que exista la honestidad crítica, reconocer con prudencia también los aspectos negativos. De ningún pensador humano hay que hacer un ídolo, sino que el único Maestro en quien no hay falsedad es solo Nuestro Señor Jesucristo. No es con el fanatismo que se promueven los grandes pensadores, sino con un juicio sabio que sepa juzgarlos a la luz de la fe y de la doctrina de la Iglesia.
Pablo IV y luego Juan Pablo II lo reconocieron como una de las voces más autoritativas del mundo cristiano hasta rehabilitarlo por haber puesto, entre otras cosas, las bases de una relación más correcta entre ciencia y fe; y el mismo Ratzinger en la Introducción al Cristianismo lo sitúa dentro de una visión compatible con la paulina.
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminarpor cuanto respecta a la relación de la ciencia con la fe, el Magisterio de la Iglesia recomienda desde hace ocho siglos la doctrina de santo Tomás de Aquino. Ahora bien, lamentablemente la visión de Teilhard sobre este punto, como he demostrado en mi artículo, no asegura a la fe su plena trascendencia sobre la ciencia experimental, por el hecho de que no se reconocen algunos dogmas de la fe católica. De todos modos, siempre es encomiable el esfuerzo que Teilhard hizo durante toda su vida para conciliar estas dos dimensiones tan importantes del espíritu humano en la búsqueda de la verdad.
Solo quien no ha entendido a Pierre Teilhard de Chardin lo critica.
ResponderEliminarEstimado Jorge,
Eliminartenga en cuenta que usted, con estas palabras falsas, ofende al Magisterio de la Iglesia, el cual, como le he dicho y repetido, en 1962 nos ha advertido de la presencia en Teilhard de Chardin de algunos errores contrarios a la fe, sin por ello ignorar los aspectos positivos de su pensamiento, que han sido reconocidos por los Papas del postconcilio hasta el Papa actual.
En este punto le exhorto encarecidamente a que deje de seguir calumniando el Magisterio de la Iglesia y se avergüence de esta hipocresía de querer considerarse católicos razonando contra el catolicismo.
"En octubre de 1632 Galileo fue invitado a Roma para someterse al juicio del Santo Oficio y obligado a admitir que la lectura del texto podría haber engañado a los lectores, convenciéndolos de la verdad de las hipótesis copernicanas. La defensa, para probar que se había tratado de errores cometidos de buena fe, debido también a la avanzada edad del científico, insistió en la disponibilidad a corregir el texto en los puntos indicados por los inquisidores. Pero el 12 de abril de 1633, Galileo fue convocado nuevamente y obligado a confesar su fe en la teoría copernicana bajo amenaza de tortura. La sentencia por la que fue comunicado al acusado de ser 'vehementemente sospechoso de herejía' y declarado culpable está fechada el 22 de junio de 1633. El Diálogo fue prohibido y el científico se vio obligado a pronunciar la famosa abjuración, de la que he aquí la parte final: 'Con corazón sincero y fe no fingida abjuro, maldigo y detesto los mencionados errores y herejías, y en general cualquier otro error, herejía y secta contraria a la Santa Iglesia; y juro que en el futuro nunca más diré ni afirmaré, por voz o por escrito, cosas por las cuales se pueda tener de mí similar sospecha; y si conociera a algún herético o que sea sospechoso de herejía, lo denunciaré a este S. Oficio o al Inquisidor o al Ordinario del lugar donde me encontrare.
EliminarTambién juro y prometo cumplir y observar todas las penitencias que me han sido o me serán impuestas por este S. Oficio; y contraviniendo alguna de mis promesas y juramentos, que Dios no quiera, me someto a todas las penas y castigos que están en los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares contra semejantes delincuentes impuestas y promulgadas. Así me ayude Dios y estos sus santos Evangelios, que toco con mis propias manos'. Condenado a cadena perpetua en el palacio de los Grandes Duques de Toscana, en la Trinidad de los Montes, suplicó al pontífice que le cambiara el lugar asignado para prisión en Roma por otro similar en Florencia y el papa convino: fue trasladado primero a Siena, bajo la custodia del arzobispo Piccolomini y unos meses más tarde en su villa de Arcetri, donde murió, ya ciego, el 8 de enero de 1642."
"El 18 de noviembre la Asamblea plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura aprobó la solicitud al Papa Francisco para retirar el Monitum de la Sagrada Congregación del Santo Oficio sobre las obras del padre Pierre Teilhard de Chardin, S.J. Pocos días después se presentó al Papa la propuesta de 'considerar la posibilidad de revocar el Monitum que desde 1962 fue impuesto por la Congregación para la Doctrina de la Fe (ya Santo Oficio) sobre los escritos del P. Pierre Teilhard de Chardin SJ'.
EliminarEn el comunicado del Consejo Pontificio de la Cultura, presidido por el cardenal Gianfranco Ravasi, se lee: 'Creemos que tal acto no solo rehabilitaría el esfuerzo genuino del piadoso jesuita en el intento de reconciliar la visión científica del universo con la escatología cristiana, sino que representaría también un formidable estímulo para todos los teólogos y científicos de buena voluntad a colaborar en la construcción de un modelo antropológico cristiano que, siguiendo las indicaciones de la Encíclica Laudato Si', se sitúen naturalmente en la maravillosa trama del cosmo'."
Estimado Jorge,
Eliminarla narración que usted me hace es ciertamente muy interesante. Sin embargo, no me da ningún motivo para cambiar lo que ya le he dicho, es decir, que el error del Santo Oficio no fue el de equivocarse en el campo doctrinal, sino en el campo pastoral.
Como ya le he dicho, el uso que el Santo Oficio hace del término herejía no se refiere al heliocentrismo, sino que refleja el temor, si no la creencia, de que Galileo con su teoría pretendía negar la inerrancia o veracidad de la Biblia, lo cual es efectivamente herejía.
Ahora bien, Galileo no pretendía negar tal veracidad y, sin embargo, pretendía que la Iglesia reconociera la verdad del heliocentrismo en base al principio, en sí mismo correcto, de que la Biblia no puede refutar las verdades de la razón y, por tanto, de la ciencia.
En este punto, en el doloroso asunto se integró otro malentendido, y es que Galileo entendió que el milagro del sol era un dicho popular y extraño a la revelación bíblica, pero desgraciadamente sus jueces, fieles al modo de hacer exégesis bíblica de aquella época, no percibieron el valor del discurso de Galileo.
De hecho, en cierto modo Galileo anticipó la exégesis histórico-crítica moderna, según la cual el relato de Josué no debe tomarse literalmente, sino que es una figura retórica para expresar el hecho de que la batalla continuó hasta altas horas de la noche.
Para concluir, no me queda más que reiterar mi tesis de que el Santo Oficio, al hablar de herejía, no pretendía dar un juicio sobre cuestiones de fe, porque sabía muy bien que la cuestión de si el sol se mueve o no no es una cuestión de fe. Por eso no se le puede acusar de haber dado un juicio doctrinal incorrecto, sino más bien, como observó en su momento san Juan Pablo II, se equivocó al usar indebidamente el término herejía para dar una directiva disciplinaria y no para expresar un juicio doctrinal.
Estimado Jorge,
Eliminarpor cuanto respecta ala solicitud del Consejo Pontificio para la Cultura no tiene en cuenta el hecho de que, como he dicho varias veces, el Monitum no es una directiva simplemente pastoral, sino un juicio doctrinal de su plena competencia, que no puede ser invalidado a causa de su valor doctrinal.
Como he dicho y repetido, nadie niega la ejemplaridad de Teilhard en su esfuerzo de toda la vida para llevar de la ciencia a la fe, pero Teilhard constituye un ejemplo precisamente en cuanto a su trabajo, como nos indica el mismo Monitum, eliminando, por supuesto, los elementos que contrastan con el dogma católico.
Y yo en mi artículo he demostrado detalladamente a qué errores se refiere el Monitum, es decir, la tesis según la cual la materia se transforma en espíritu con la consecuencia nefasta de vanificar la materia en espíritu (idealismo) y de materializar el espíritu (materialismo). Ahora bien, es evidente que errores de este tipo no tienen nada que ver con la función que la ciencia tiene para introducir a la fe, sino que se trata de visiones equivocadas que falsifican la misma fe.
Teilhard de Chardin es el pionero del diálogo entre la ciencia y la fe. Al respecto, hay un artículo, en lengua italiana:
ResponderEliminarhttps://www.chiesadimilano.it/senza-categoria/pierre-teilhard-de-chardin-pioniere-del-dialogo-fra-scienza-e-fede-33173.html
Estimado Jorge,
Eliminaren referencia a ese artículo de 2015, "Pierre Teilhard de Chardin, pionero del diálogo entre ciencia y fe", no es correcto definir a Teilhard como "pionero del diálogo entre ciencia y fe", porque en este campo el iniciador fue san Alberto Magno, teólogo, filósofo, científico y místico alemán dominico del siglo XIII, quien tuvo la brillante idea de utilizar la filosofía de Aristóteles para interpretar los dogmas de la fe católica.
Así que el verdadero iniciador del diálogo entre la ciencia y la fe fue él. El famoso episodio de Galileo fue un accidente de camino, que fue superado fácilmente por el hecho de que los teólogos dominicos, después de este doloroso episodio, retomando las filas con el método de san Alberto Magno, perfeccionado por santo Tomás, especialmente a partir del siglo XIX, se han comprometido a elaborar una nueva visión de la relación entre ciencia y fe, que tenga en cuenta los logros científicos de su tiempo.
Este trabajo ha continuado en el siglo pasado y continúa hoy en día en los grandes institutos académicos dominicos esparcidos por todo el mundo. Un nombre importante que hay que hacer al respecto es el de Maritain, con su famoso tratado sobre los grados del saber.
Por cuanto respecta a Teilhard, debemos reconocerle sin duda el empeño que ha puesto en toda su vida para concebir la ciencia como vía hacia la fe. Sin embargo, lamentablemente Teilhard, en lugar de formarse sobre cuanto los tomistas ya habían establecido sobre la relación entre ciencia y fe, se dejó influir por la tradición empírica, darwiniana y positivista del siglo XIX, totalmente inadecuada para fundar un concepto de ciencia utilizable para elevar el espíritu a apreciar los dogmas de la fe.
Así sucedió que Teilhard, aun con la intención de edificar una cosmología, una antropología, una ética, una cristología y una eclesiología cristianas, concibió una visión de la realidad y de la fe sobre la base de la confusión entre materia y espíritu, donde la materia se convierte en espíritu y el espíritu se materializa.
Animado por una fuerte necesidad espiritual, litúrgica y religiosa, ha tenido sin embargo ocasión de expresar su fuerte deseo de unión con Cristo, pero su Cristo cósmico y evolutivo no coincide con la verdadera Persona de Cristo, que trasciende la evolución del mundo y es el Señor de la historia, así como el juez de los siglos.
Así sucede que sus impulsos emocionales, que podemos considerar sinceros, han sido juzgados místicos, pero a la luz de la verdadera mística cristiana, que supone la aceptación de todos los dogmas de la fe, hay que decir lamentablemente que esta mística aparece mezclada de sensualidad debido a una espiritualidad que no logra trascender debidamente los límites de la materia.
Estimado Jorge,
Eliminarquisiera ahora agregar, a lo que ya le he dicho, que el método de san Alberto Magno retomaba el de Aristóteles.
Ahora bien, sin quitar ningún mérito a Galileo y a Descartes, de la historia de la filosofía resulta que ya Aristóteles había ideado el uso de la matemática para la determinación de las leyes físicas y para la interpretación del universo físico. Aristóteles ya sabía que el sistema de Ptolomeo servía simplemente para salvar los fenómenos mediante su formulación matemática y era muy consciente de que esta disposición del universo, sobre la base de mejores experiencias, habría podido ser cambiada. Ciertamente él no previó el sistema galileano. Sin embargo con este razonamiento muy sabio abrió las puertas a su posibilidad.
Por cuanto respecta a Teilhard de Chardin, como ya he dicho y repetido, nadie niega su mérito de haber intentado elaborar una teoría de la evolución que pudiera conducir a la fe. En este sentido, sin embargo, Teilhard, como ya he dicho, no se puede considerar un pionero, sino un ilustre continuador de un método científico, que tiene sus orígenes en Aristóteles, retomado por san Alberto, como nos hizo notar en algunas ocasiones el papa Benedicto XVI.