jueves, 20 de marzo de 2025

¿Cuáles son los motivos por los que los nazis asesinaron a Edith Stein, hoy santa Teresa Benedicta de la Cruz? (1/3)

En la imagen: Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en la que ha sido llamada la foto del "pasaporte", tomada en la puerta del carmelo de Colonia. Se trata de una fotografía que Edith Stein debió haberse sacado para su pasaporte (a fines de 1938 o inicios de 1939) antes de viajar a Echt, Países Bajos. Edith Stein, una filósofo germano judía convertida al catolicismo, profesó como carmelita descalza bajo el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. El 7 de agosto de 1942, fue deportada al campo de concentración de Auschwitz y ejecutada dos días después en una cámara de gas, siendo asesinada por los nazis mediante asfixia y cianuro de hidrógeno.

"Escándalo para los judíos
y locura para los paganos" (1 Co 1,23)
   
Por qué y qué sentido tiene el martirio de Edith Stein?
   
----------La metafísica hoy puede parecerle a muchos un hablar vacío que no molesta a nadie, parece un tratar de cosas abstractas, por no decir lanzadas vanamente al aire, un hacer afirmaciones gratuitas, incomprensibles y extrañas, fuera de la realidad, privadas de interés y de consecuencias prácticas, un jugar con las palabras, parecería un lujo que se puede permitir quien no tiene nada que hacer ni tiene problemas económicos, parece hilvanar discursos que no tocan nuestros intereses concretos, por lo cual que un metafísico diga una cosa y otro diga lo opuesto deja a muchos indiferentes, porque a ellos les parece que no está en juego la cuestión de la verdad o de la realidad, y de una realidad decisiva que puede implicarnos a todos, sino que simplemente se trata de conflictos de palabras y de fórmulas, que dejan las cosas tal como están sin tocar nuestros intereses vitales y profundos y sin resolver los problemas reales de la vida.
----------Pero de hecho, las cosas no son así en absoluto. Es verdad que nuestra vida se desarrolla en la concretez, en la contingencia, en la historicidad y en la particularidad, y a menudo en las sombras, en las apariencias, en lo frágil, en lo pasajero, en lo caduco y en lo efímero, pero nuestra naturaleza humana, y en esto radica su dignidad tanto en el bien como en el mal, tanto en la buena suerte como en la mala suerte, hace ciertamente que nuestro actuar, cuando es el caso que no está totalmente obnubilado por la pasión o por la demencia o cuando ha superado la etapa de la infancia, esté bien o mal motivado por la razón y por el intelecto, esté motivado por el pensamiento, por las convicciones, por las ideas y por los juicios, que por su naturaleza se mueven en el horizonte de la inmaterialidad, de lo universal, de la abstracción de lo concreto y de lo particular, si bien es así que estas fuerzas impalpables y aun poderosas nos guían y nos influencian en el bien o en el mal, en lo concreto y en lo particular.
----------Estando así las cosas, o al menos en la apariencia están así, ¿quién diría que este pensamiento nacido en el secreto de la mente de un solo individuo, pensemos en Mahoma o en Descartes o en Lutero, quién podría creer que el desacuerdo en el campo metafísico entre los filósofos pueda desencadenar el odio más feroz hasta inducir al asesinato? ¿Quién podría creer que pueda mover los ejércitos y causar terribles enfrentamientos bélicos entre naciones? ¿Quién podría creer que pueda determinar el destino de los pueblos?
----------Sin embargo, las cosas son así y si no nos damos cuenta de esto, ello quiere decir que no conocemos el corazón del hombre y de lo que es capaz, como decía Pascal, esta "caña pensante".
----------En el ámbito de estas consideraciones parece entonces de extremo interés comprender el significado, los términos y el resultado del enfrentamiento entre la metafísica nazi de Heidegger y la metafísica cristiana de Edith Stein. Edith Stein es el símbolo heroico en nuestro tiempo del enfrentamiento apocalíptico de la Mujer contra el Dragón, de la Iglesia contra los poderes satánicos.
----------Como Husserl y Heidegger quisieron persuadirnos de que el ser soy yo y no es Dios, así Edith Stein con santo Tomás de Aquino nos muestran que el sentido de nuestra vida y de nuestra existencia no está en el hacer de nuestro ser el ser absoluto, sino en el ponernos humildemente y confiadamente en el seguimiento de Aquel que es verdaderamente el mismo Ser subsistente, así como Él mismo nos dice: "Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque el que quiere salvar su vida, la perderá; pero el que pierde su vida por mi causa, la encontrará" (Mt 16,24-25).
   
Cuál era la necesidad de Edith Stein y qué creía haber encontrado en Husserl?
   
"In interiore homine habitat veritas"
(san Agustín, De vera religione, c.XXXIX)
   
----------En un clima cultural como el que existía en los comienzos del siglo XX, un tiempo fuertemente marcado en los espíritus por el triunfo del subjetivismo, del historicismo, del materialismo y del sensualismo, signado por un extendido desamor por la actividad teorética, por la desconfianza en una verdad objetiva y cierta, por la reducción de la ciencia a empirismo y positivismo, por la confusión de lo espiritual con lo psíquico, por la desconfianza en la razón y en la lógica, Edith Stein, como verdadera "israelita en la que no hay engaño", quedó impresionada con la fama de Husserl como gran buscador de la verdad.
----------La conversión fundamental que debemos realizar para podernos salvar es el pasaje de la soberbia a la humildad, de la desobediencia a la obediencia, del centrarnos en nuestro yo a centrarnos en Dios, de la pretensión de poner nosotros la realidad a la aceptación de la realidad tal como es, de la pretensión de que Dios sea relativo a nosotros en lugar de ser nosotros relativos a Dios.
----------Para decirlo en términos filosóficos, podríamos expresar que se trata del pasaje del idealismo al realismo, del Dios inmanente al Dios trascendente, de la convicción de que nuestro pensamiento sea insuperable al descubrimiento de que ha sido trascendido por el pensamiento divino, del creer que no existe algo real fuera de nuestra conciencia a descubrir que existe fuera de nosotros una realidad que no hemos hecho nosotros. Todo esto representa en términos filosóficos lo que en la vida es el camino del hombre del pecado a la gracia, de la perdición a la salvación, del servicio al demonio al servicio de Dios. En efecto, sólo con esta conversión, con esta metanoia, verdaderamente pasamos de la mentira y la ilusión a la verdad, de la maldad a la bondad, de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida.
----------Edith, después de haberse engañado ilusoriamente durante algunos años de encontrar en Husserl un maestro y un guía espiritual, se dio cuenta de que en realidad, por muy seriamente que se hubiera comprometido en la teoresis filosófica, Husserl era un espíritu que centraba todo sobre sí mismo.
----------Al entrar en contacto con santo Tomás de Aquino y con santa Teresa de Ávila, Edith, que había sido atraída en un comienzo por Husserl a causa de su necesidad de interioridad, se dio cuenta de cuál es la verdadera interioridad y la verdadera espiritualidad, así como de cuál es el verdadero sentido del ser y el valor de la conciencia. En sustancia, Edith Stein descubrió el verdadero Absoluto, y que el verdadero Dios no es la absolutización del yo, sino Alguien que nos sobrepasa benévolo y misericordioso, que nos ha creado y que nos ha salvado donándonos su misma vida divina.
----------Edith se dio cuenta también del peligro que constituía la metafísica de Heidegger, derivada de la de Husserl, con la diferencia de que mientras Husserl resolvía el ente en la esencia y en el pensamiento, que él llamaba "ser de conciencia", moviéndose en un horizonte de pura idealidad y de entes lógicos, Heidegger, más sensible a la concretez y al plano de la existencia y de la acción política, resolvía el ser en el ser humano y en la temporalidad: de aquí su definición del hombre como Ser-allí (Dasein), activamente político, tomando inspiración de Nietzsche y convirtiéndose en apologista del nazismo.
----------Edith comprendió que, por una parte, contra Husserl y Heidegger era necesario distinguir al hombre del ser, lo finito de lo eterno y al yo de Dios, mientras por otra parte, que la verdadera interioridad no está en el concentrarse en el propio yo, sino en dedicarse a Dios y al prójimo; el valor de la vida no está en el egoísmo sino en el altruismo, no está en el relativizar el ser a la conciencia, sino en el adecuar la propia conciencia al ser.
----------Edith comprendió que lo principal que el ser humano debe hacer, antes de mirar las ideas, es mirar las cosas externas, porque es precisamente mirando las cosas externas que formamos ideas correctas sobre las cosas, ya que debemos regular las ideas sobre las cosas y no a la inversa.
----------Comprendió finalmente que la dignidad de la conciencia no está en el encerrarse en sí misma, en una orgullosa autosuficiencia, sino al contrario, en el acoger dócilmente lo real que nos aparece desde fuera de nosotros mismos, desde nuestro exterior, mediante la experiencia sensible, orientando la voluntad y la acción al bien de la realidad externa, comenzando por Dios y por el prójimo.
----------Edith Stein finalmente se dio cuenta de que la admisión de una realidad externa independiente de la conciencia no es en absoluto ingenuidad y no debe ser puesta en absoluto fuera de juego con la famosa "epokhé" husserliana (ἐποχή "suspensión"), sino que la realidad externa es el fundamento de la verdad de la razón y de la verdad de fe, sin por ello negar en absoluto la estima por el yo y por el mundo interior de la conciencia, que sin embargo no puede en absoluto primar sobre la actitud natural que nos hace reconocer fuera de nosotros ese mundo y esas personas humanas, que nos hablan de Dios.
----------Edith comprendió que la verdadera vida del espíritu no está en el rechazo de mirar más allá del recinto de la propia conciencia, sino al contrario en el abrirse al infinito universo cósmico y divino, que en el más allá se escinde como nutrimento inagotable de nuestro saber, materia de nuestro hacer, regla de nuestro actuar, objeto de nuestro amor, fin último de nuestro obrar, supremo bien de nuestra vida.
----------Husserl era también un judío, y sin embargo con su fenomenología ha tenido todas las facilidades en la Alemania nazi para divulgar sus ideas, de las cuales Heidegger luego habría de sacar consecuencias gratas al demoníaco régimen. Edith, en cambio, que hubiera podido lograr un éxito europeo permaneciendo como discípula de Husserl, pagó incluso con el martirio por haberlo abandonado para seguir a Cristo en la teología de san Tomás de Aquino y en la mística de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la Cruz.
----------Para la Iglesia católica el martirio es el acto heroico inspirado por una ardentísima caridad con la cual el mártir ofrece un testimonio ejemplar y extraordinariamente persuasivo de la verdad de la fe, negándose a traicionar su propia fe según la imposición del asesino, odiador de la fe. El asesino, por consiguiente, mata al mártir porque odia su fe. Si lo hiciera por otros motivos, no se tendría el martirio canonizable por la Iglesia.
----------El mártir paga con su vida este testimonio de fe. Lo que implica que quien asesina al mártir lo mata en odio a su fe, porque odia a ese Cristo por cuyo amor el mártir acepta ser asesinado para no traicionar a Cristo.
----------Ahora bien, si Edith Stein fue canonizada como mártir, entonces indudablemente eso quiere decir que la Iglesia, en el examen de su caso, ha podido constatar que ella fue asesinada por odio a la fe. Veamos en este artículo cómo y por qué ha ocurrido esto y en qué sentido ha sucedido.
----------Esto, como luego veremos, nos llevará a la conclusión de que el verdadero motivo por el cual los nazis asesinaron a Edith Stein no fue porque ella fuera de origen judío, sino porque era cristiana. En efecto, si los asesinos la hubieran matado solo porque Edith era judía, no habría entrado en juego el odio por la fe y, por tanto, la Iglesia no habría proclamado mártir a Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz.
----------Está claro, por consiguiente, que los verdaderos asesinos no son los ejecutores materiales del crimen, quienes probablemente no sabían nada de las ideas cristianas y antinazis de Edith, sino que solo sabían que era judía. Los verdaderos asesinos, conscientes de perseguir a una cristiana conocida en los círculos intelectuales de toda Europa, sabían bien que Edith era enemiga de sus ideas.  

11 comentarios:

  1. Querido padre Filemón, me alegra que escriba de Edith Stein, la santa filosofa convertida, de quien ni siquiera se habla el día de su memoria. Esperemos que las cosas cambien. Usted escribe que la metafísica hoy es considerada inútil, es olvidada, en cambio yo llevo siempre conmigo en el corazón ❤️ a Edith Stein, como también a San Maximiliano Kolbe. Que Dios le bendiga y siempre le asista.

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    1. Estimado José,
      me alegro por su admiración por Edith Stein, así como por su estima por la metafísica y su devoción a san Maximiliano Kolbe, todas espléndidas estrellas de la espiritualidad, luces para nuestra inteligencia cristiana, estímulos a la santidad e incentivo para esa paz universal en nuestros corazones y entre los Pueblos, paz de la cual hoy estamos más necesitados que nunca. Yo también le bendigo en el nombre del Señor.

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  2. gracias mil padre Filemón. Buenas noches en la paz del Señor.

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  3. La mataron por odio a la fe, aunque en forma indirecta. El episcopado holandés publicó una durísima y según el,padre Renaudiere de Paulis, imprudente carta pastoral contra la,ocupación nazi, y en venganza se dedicio deportar a los religiosos judíos conversos. No fue un problema personal con Edith Stein, pero,sí hubo odium fidei. Tambien fue asesinada su hermana y dudo que haya escrito algo sobre Heidegger. En esa época además Heidegger estaba de capa caída en el Reich, Hitler jamás lo considero, para él la metafísica era perder el tiempo.
    El repudio de la técnica y del voluntarismo en Heidegger le hacía crujir los dientes a los nazis.

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    1. Estimado Anónimo,
      imagino que la hermana de Edith haya sido asesinada simplemente porque era hebrea, aunque se había convertido al cristianismo, pero claramente los nazis no sabían nada de ella, mientras que los nazis conocían bien las convicciones cristianas de Edith, aunque efectivamente ella no tuvo el permiso para publicar su crítica a Heidegger.
      Por eso la Iglesia ha decretado que Edith fue asesinada in odium fidei, es decir, en odio de aquella fe de la cual ella había dado precedentemente testimonio con sus publicaciones conocidas en Alemania y también en el extranjero.
      Por cuanto respecta a Heidegger, era un filósofo muy estimado y conocido, que hacía abierta profesión de nazismo, con palabras de admiración hacia el mismo Hitler. Es muy probable, por consiguiente, que Hitler haya oído hablar de él, aunque él no habla de ello, y en cualquier caso ciertamente habrá apreciado su pensamiento.
      Puedo estar de acuerdo en que el pensamiento de Heidegger no coincide exactamente con la doctrina del nazismo. Si Hitler despreciaba la metafísica es claro que se refería a aquella metafísica aristotélico-tomista, pero no ciertamente a aquella concepción del ser, que resulta de las obras de Nietzsche y que Heidegger había puesto muy bien en luz.
      Por eso tenga usted presente que la exaltación que Heidegger hace de Nietzsche coincide exactamente con la admiración que el mismo Hitler tenía de Nietzsche. De hecho es más, Heidegger en cierto punto se sintió decepcionado por el nazismo, porque según él no era lo suficientemente radical en la exaltación de la voluntad de poder.
      Por otra parte, tenga usted presente que Heidegger nunca se arrepintió de su pasado nazi y conservó su credencial de afiliación al partido hasta 1945, pero incluso después no criticó nunca al nazismo. Se limitó en 1947 a invocar un humanismo respetuoso del ser en sentido existencialista, como estaba de moda entonces.

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  4. Lo externo, para mí, es un gran problema, porque casi siempre es lo que nosotros ponemos en ello, según nuestra cultura e inteligencia, lo que luego determina nuestra manera de entenderlo. Que exista una externalidad parece indubitable. Pero no sé si es el resultado de la única modalidad en la cual el hombre conoce. Pero, después de haber puesto a la cosa fuera de nosotros, lo externo es lo que cada hombre coloca allí. De hecho, el hombre moderno ve el mundo de un modo muy diferente a como lo entendía el hombre primitivo.

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    1. Estimado Anónimo,
      respondo diciendo que las cosas externas las encontramos delante de nosotros ya dadas y ya hechas, como objetos de nuestro conocerlas. Son datos objetivos independientes de nuestro conocerlas y presupuestos a él. Nos damos cuenta que existirían incluso si nosotros no las conociéramos. Por lo tanto, ellas no son fruto de nuestro modo de conocerlas. Nuestro modo de conocerlas consiste solamente en el formarnos una imagen, una representación, un concepto, un juicio con el cual nuestro intelecto las capta y debe captarlas en sí mismas tal como son y las inmanentiza en nuestro pensamiento. "No es la piedra la que está en el alma -decía Aristóteles- sino la imagen de la piedra".
      Más aún, aunque- siendo la cosa externa realmente distinta del intelecto, el intelecto en acto de conocer se identifica con el mismo acto de la cosa pensada. Si procedemos así, subsecuentemente en nuestra conciencia, nos damos cuenta de haber captado la verdad o sea las cosas como son.
      Esta es la experiencia de la verdad del conocer. Ciertamente, sucede que nosotros nos acercamos a la realidad con los esquemas prefabricados por nuestro gusto subjetivo. Entonces no es para sorprenderse si surgen desacuerdos y si hoy hay quien ve las cosas de forma diferente a como se veían ayer. Pero las cosas son siempre ellas: no las producimos nosotros con nuestro modo de conocerlas, sino que las crea Dios productor de su ser.
      El problema del conocimiento no es el de dar forma a las cosas, sino el de adecuar nuestro intelecto a la forma de las cosas y representarlas tal como son, sin modificarlas según nuestros gustos. La cosa es lo que es: si todos adecuamos honestamente nuestro intelecto a ella sin intereses privados y sin caprichos personales, entonces nos damos cuenta de que estamos todos de acuerdo en reconocer la misma cosa.
      Si yo quiero la verdad de las cosas no tengo que poner en ellas algo que me gusta a mí, sino que tengo que dejarme instruir y formar por la cosa misma. Lo que yo produzco en el conocer o en el pensar o en el imaginar no es la forma de la cosa, que ésta ya tiene por sí misma, sino que es el concepto o representación de la cosa. Es aquí donde puede suceder que yo ponga arbitrariamente de lo mío, que no corresponde a lo que la cosa verdaderamente es. Y cuando me doy cuenta, si me doy cuenta, de esto, me doy cuenta de equivocarme y me siento impulsado a corregirme, a menos que prefiera imaginar que es como me gusta a mí. Pero puedo darme cuenta de que estoy equivocado precisamente porque alcanzo la experiencia de cómo es verdaderamente la cosa en sí misma. Ciertamente yo conozco la cosa como se me aparece a mí, pero si presto atención a cómo es sin prejuicios, ella se me aparecerá como verdaderamente es.
      Si yo no pudiera captar esto, si yo como todos no captara lo real sino solo mis ideas, nadie tendría ya el criterio para distinguir lo verdadero de lo falso y entonces todo sería verdad y falso al mismo tiempo, todos tendrían razón y todos se equivocarían, todo sería verdad para mí, falso para ti. Se perdería la comunicación humana y la vida social y todos seríamos admitidos como sujetos autistas.

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  5. En cuanto al principio de no contradicción, aplicado a Dios, yo sinceramente no puedo ni siquiera imaginar, aun usando la más fervorosa fantasía, cómo puede ser el intelecto divino. Y ya llamarlo intelecto, es un usar términos propiamente humanos, del todo fuera de lugar para indicar lo divino. Dios nos ha dado una chispa para llevarnos a Él, pero todos nuestros intentos son en vano. Solo Dios puede revelarse a nosotros y entonces incluso malentendemos su verdadero mensaje. Los que más se acercan a esta comprensión, son solo "los elegidos".

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    1. Estimado Anónimo,
      le hago la observación que la noción de intelecto (del griego nus) descubierta por Anaxágoras, correspondiente a la noción bíblica rúach, espíritu o sabiduría, hokmah, no es una noción antropológica o psicológica, sino metafísica, aplicable analógicamente a la creatura y a Dios.
      Por tanto, no existe ningún problema en decir que Dios piensa, entiende, juzga, sabe, es consciente, conoce, posee un intelecto, a tal punto que su Hijo es el Logos, la razón, el concepto, la idea.
      Más bien, para expresarnos más apropiadamente, deberíamos decir que, más que tener un intelecto, Dios es un intelecto. Dios -para usar una expresión cartesiana- es una res cogitans, Dios es un intelecto.
      Nosotros, en el entender, pasamos de la potencia al acto. Dios es acto puro de entender así como es acto puro de ser, por lo cual en él el ser coincide con el pensamiento. Dios es pensamiento subsistente así como es ser subsistente.
      Ahora bien, el principio de no-contradicción no es otra cosa que la afirmación del sí y la exclusión del no, y por tanto la negación de la simultaneidad del sí y del no. Es la prohibición de decir sí y no simultáneamente de la misma cosa, y la imposibilidad de pensar ser y no ser de la misma cosa, porque esto implica falsedad e insensatez. Por ejemplo, decir que el hombre es racional e irracional.
      Ahora bien, está claro que Dios es suma verdad e inteligibilidad, por lo cual es absurdo creer que Dios pueda pensar estar más allá del principio de no-contradicción, porque sería como pensar que hay algo por encima de Dios, lo cual es absurdo, ya que Él es el Ente supremo, el Óptimo y el Altísimo.
      Dios no va en contra del principio de no-contradicción, porque es la verdad, el pensamiento y el ser subsistente. Por cuanto respecta a los elegidos, ellos son aquellos que se salvan, pero que Dios exista y tenga sus propios atributos lo saben todos, incluso los réprobos.

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  6. En una ocasión, no hace mucho tiempo, dialogando con un joven sacerdote, profesor de seminario, cuando quise hacerle entender la necesidad de la metafísica (de la que usted empieza a hablar en este artículo), me respondió (con palabras que me parecieron afectadamente crípticas) que para nosotros los cristianos, el conocimiento de Dios nos ha sido dado por Jesucristo, y nada más que por Jesucristo... No me dijo nada más, pero tuve la impresión de que quería decirme que para él la metafísica era inútil. Yo había querido decirle que nadie puede ser teólogo católico sin la base de una buena metafísica...
    Por desgracia no tuve el valor de contradecirlo en aquella ocasión, y no he tenido otras ocasiones para hablarle de esto...
    Supongo que continuará enseñando su teología sin metafísica...

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    1. Estimado Julio,
      para poder creer en la divinidad de Cristo, está claro que se necesita saber ya que Dios existe. Esto quiere decir, como enseña el Concilio Vaticano I, que la razón natural, si se usa correctamente, puede saber que Dios existe incluso antes del encuentro con Cristo, el cual nos habla de Dios en una forma mucho más elevada de la que podemos concebir nosotros con nuestra sola razón; el conocimiento más elevado que toca el misterio trinitario y que, por tanto, no puede ser sino fruto de la fe.
      Por cuanto respecta a la metafísica, aparte del hecho de que existe una metafísica natural de la inteligencia como tal, la metafísica es necesaria por el hecho de que ella, teniendo como objeto al ente, introduce a la noción de Dios como ente, primero, supremo, sumo, infinito, necesario y absoluto. Esta sensibilidad metafísica, por la cual todos descubrimos a Dios, aunque no conozcamos a Cristo, es la base indispensable del diálogo interreligioso y con el mundo de la cultura y de las ciencias.

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