sábado, 15 de marzo de 2025

Orígenes del modernismo: los jesuitas Mattiussi y Maréchal (3/3)

En el campo gnoseológico, idealismo y realismo se oponen sin posibilidad de conciliación, si se excluye la identidad intencional del intelecto y de la cosa en el acto del saber, como ha sido señalado tanto por los filósofos idealistas como por los tomistas. Querer ser a la vez realistas e idealistas, tomistas y kantianos, es un servir a dos señores, cosa indecorosa y vergonzosa para un filósofo o teólogo digno de este nombre. Esto nos enseña el gran papa Pío X con su inmortal encíclica Pascendi. [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás de Aquino confortado por los ángeles", óleo sobre tela de 1631, obra de Diego Velázquez, actualmente en el Museo Diocesano de Arte Sagrado de Orihuela, España].

¿La doctrina kantiana del conocimiento puede conciliarse con la de santo Tomás?
   
----------En los años siguientes a la publicación de la encíclica Pascendi, en la Compañía de Jesús aparecieron dos doctos jesuitas, primero el padre Guido Mattiussi y subsecuentemente el padre Joseph Maréchal, quienes, al darse cuenta de que la encíclica era esencialmente una puesta en guardia contra los errores de Kant, que con el pretexto de la modernización de la teología, habían penetrado entre los católicos, adoptaron dos actitudes opuestas: Mattiussi dijo justificación de los errores kantianos condenados por la encíclica, poniendo en luz el agnosticismo de Kant debido a su fenomenismo y principio de su inmanentismo, para lo cual lo contrapuso a santo Tomás (en su libro El veneno kantiano, Roma 1914), mientras que Maréchal, fuerte en diligentísimos estudios kantianos y con una buena preparación tomista, se dio a elaborar una tesis audaz, preparada por la publicación de cinco libros, llenos de una riquísima erudición histórico-crítica, según la cual tesis, sin perjuicio de las condenas papales, era posible encontrar un punto de convergencia entre la filosofía de santo Tomás y la de Kant, ya que, según Maréchal el método trascendental kantiano podría ser "transpuesto" en términos de realismo gnoseológico tomista (Le point de départ  de la métaphysique, Paris-Louvain 1927, p.30).
----------Maréchal no niega el agnosticismo kantiano, pero cree que puede ser superado con una adecuada interpretación para dar lugar al realismo, "partiendo de sus propios principios" (ibid., p.2) y así ponerlo de acuerdo con el pensamiento de santo Tomás. Sin embargo, debo decir francamente que ante estas proposiciones programáticas uno se queda cuanto menos perplejo, porque acercándolas entre sí, no está claro si el punto de contacto entre Tomás y Kant está dado por el hecho de que dicen lo mismo con dos lenguajes diferentes o si el uno y el otro se encuentran en el realismo, Tomás de forma coherente, Kant proporcionando principios con los cuales sería posible superar su idealismo y remediar su agnosticismo.
----------Que en Kant quede una huella de realismo es sin duda cierto, y esto viene dado por la doctrina de la cosa en sí, que permanece realmente existente, exterior a la mente e independiente de la mente, fuente de conocimiento en cuanto que la experiencia sensible que de ella tenemos nos proporciona los datos del sentido que nos permiten conocer la cosa como fenómeno.
----------Sin embargo, el hecho de que la cosa en sí nos sea ignota mientras que el objeto del conocer, el fenómeno, es construido por el sujeto que se vale de las formas a priori, claramente es un principio idealista, en contradicción con el realismo de la cosa en sí externa.
----------Y por eso Fichte, al que le importaba desarrollar el principio idealista, atento a las virtualidades idealistas del principio kantiano del yo pienso, pensó bien potenciar esto haciendo desaparecer, con grave disgusto de Kant, la fastidiosa cosa en sí misma, que obstruía el camino al avance del idealismo: trasladó la cosa en sí desde el exterior del yo a su interior, haciéndola un "no-yo" puesto por el yo en lo interno del yo con un tono de conmiseración y de burla hacia los pobres realistas, que se imaginan que fuera del yo exista esa realidad que está puesta por el yo en lo interno del yo.
----------Ahora bien, Maréchal parece encontrar un principio de realismo y por tanto de vinculación con santo Tomás en Kant no tanto en la cosa en sí, elemento de indudable realismo que permaneció en Kant, sino más bien en lo que él llama "finalismo o dinamismo del intelecto", por lo cual el intelecto en todo su juicio poseería un impulso o una tensión inmediata hacia lo absoluto, idea, ésta, que en realidad no existe ni en Kant ni en Tomás, los cuales conectan como es correcto el conocer y la actividad del intelecto al pensamiento, a la causa formal y a la representación y no al movimiento, a la acción o a la causa final, propia de la voluntad.
----------Es indudable que el intelecto tiene un fin, que es el de conocer la verdad. Pero la voluntad dirige al intelecto a lograr su fin, que es su bien; y el intelecto mueve la voluntad a alcanzar el fin; pero no es que el intelecto tenga por su cuenta una fuerza o un impulso para moverse hacia su fin a semejanza de un sujeto agente que se acerca a una meta. Todo este dinamismo pertenece a la voluntad.
----------El intelecto alcanza su fin simplemente en un acto que es el acto de un acto y no de una potencia. El acto del intelecto es la identificación del pensar con lo pensado, acto instantáneo e intemporal. Es la potencia intelectiva la que pasa de la potencia al acto, pero no el acto de conocer. El acto de conocer es instantáneo y supratemporal, a diferencia del acto de la voluntad que, para mover un cuerpo, que se desarrolla en el tiempo.
----------Es cierto que Kant concibe el conocer más como un hacer o un formar que como un ser intencional o un representar, y asigna a la razón práctica la decisión de afirmar ("postular") la existencia de Dios. Pero al tratar del conocimiento, Kant nunca habla de finalismo del intelecto (también cuando Kant habla del juicio estético, dice que el intelecto considera la naturaleza como un fin, pero no dice que el intelecto tiende a un fin). Mucho menos habla de ello santo Tomás de Aquino, quien, como es sabido, distingue con máximo cuidado la actividad del intelecto de la de la voluntad, poniendo la tensión hacia el fin en la voluntad y no en el intelecto. En la actividad del intelecto no hay ninguna inclinación, ninguna tendencia, sino solo acto, es decir identificación del acto del pensar con el acto de lo pensado, del representar con lo representado.
----------Pero en el campo gnoseológico, idealismo y realismo se oponen sin posibilidad de conciliación, si se excluye la identidad intencional del intelecto y de la cosa en el acto del saber, como ha sido señalado tanto por los filósofos idealistas como por los tomistas. Querer ser a la vez realistas e idealistas, tomistas y kantianos, es un servir a dos señores, cosa indecorosa y vergonzosa para un filósofo o teólogo digno de este nombre. Esto nos enseña el gran papa Pío X con su inmortal encíclica.
   
Sombras y luces de la filosofía kantiana
   
----------Mattiussi, buscando explicitar la acusación de agnosticismo hecha por la encíclica Pascendi al modernismo, pone en evidencia el hecho que Kant, en el momento en que quiere eliminar la duda, el agnosticismo y el escepticismo, cae dentro de todo ello, ya que destruye precisamente lo que le sirve y lo que necesita para construir, vale decir, niega el mismo criterio que le sirve para juzgar, niega el término de comparación que le sirve para hacer la comparación. Eso es lo que pone de relieve Mattiussi.
----------En efecto, si negamos la posibilidad de nuestro intelecto de adecuarse a las cosas tal como son, ¿cómo no deberíamos entonces suponer que hacemos con ello una afirmación verdadera, es decir, adecuada a las cosas tal como son? Si negamos poder conocer las cosas tal como son, ¿en base a qué criterio negamos esta posibilidad, sino porque estamos convencidos de reflejar con nuestra tesis las cosas tal como son? Si negamos que podemos captar la realidad, ¿cómo podemos hacerlo sino porque estamos convencidos de que al hacerlo decimos la verdad, es decir, percibimos la realidad?
----------Kant admite, sin embargo, lo incondicionado, admite la objetividad, la universalidad, la necesidad y la certeza del saber. Admite lo inteligible y lo pensable, que él llama noumeno. No es un materialista ni un escéptico.
----------Se podría decir también que la cosa en sí kantiana no es la realidad ut sic, sino la realidad material, pues la cosa de la cual habla ofrece a los sentidos el material del conocer. Y por otra parte no se puede negar la validez de la ciencia de los fenómenos, por la cual nosotros podemos conocer de una cosa su apariencia exterior o sus propiedades sensibles, aunque, su esencia se nos escapa. Por el contrario, al tratar de lo que se refiere al espíritu humano Kant se mueve con seguridad y plena certeza, dando a entender que aquí conoce perfectamente la esencia de la realidad de la res.
----------Sin embargo, rechazando la posibilidad de la razón especulativa de elevarse a Dios partiendo de los fenómenos y del conocimiento de las cosas en sí, Kant cierra el espíritu humano sobre sí mismo y de ahí surge la tendencia inmanentista: si Dios existe, existe solo en lo interno de nuestra mente. Que realmente existe es una posibilidad, pero no está demostrado.
----------Para Kant -es necesario tenerlo presente- Dios existe como idea suprema de la razón especulativa y como necesidad de la razón práctica. En tal sentido, a Dios se lo puede considerar ens summum y realissimum. El error de Aristóteles y del cristianismo, según Kant, es el de personificar e hipostatizar una simple idea como si fuera una persona delante de mí y sobre mí con la cual interlocuar y de la cual recibir revelaciones y favores. Por lo tanto, esto es fanatismo y superstición.
----------De aquí viene como consecuencia una alteración de la metafísica. Kant tiene estima de la metafísica, pero, como Descartes, juzga insuficientemente fundada la de Aristóteles y pretende dar él fundamento cierto y científico a la metafísica siguiendo a Descartes. Entonces, como en Descartes, el objeto de la metafísica ya no es el ente, sino la autoconciencia cartesiana.
----------El objeto de la metafísica ya no es la realidad, sino el conocimiento de sí y de lo que se encuentra apriori en la conciencia o, como dirá Heidegger, es el hombre que se interroga sobre el ser, el hombre que es por tanto el estar ahí (Dasein) del ser. Por consiguiente, la metafísica se confunde con la antropología. Pero el ser absoluto es Dios; he aquí que entonces el hombre se convierte en Dios. Y tenemos ateísmo y panteísmo modernos.
----------El trascendental en Kant, como es sabido, ya no es el ente y la filosofía trascendental ya no es la que tiene por objeto el ente, sino que, como dice Kant, la filosofía trascendental deviene "todo conocimiento que se ocupa no de objetos, sino de nuestro modo de conocimiento de los objetos, en cuanto éste debe ser posible a priori" (Crítica de la razón pura, Ediciones Losada-Colihue, Buenos Aires 2007, p.54).
----------Ahora bien, para Kant esto que él llama "modo" del conocer no es un verdadero modo, sino que es ya contenido y objeto del conocer, porque es la autoconciencia, es el yo pienso, es la actividad del intelecto en posesión de sus formas a priori, los "conceptos puros" o categorías, que dan forma al material proveniente de la experiencia en el saber experimental o son las ideas de la razón en el campo especulativo o la ley moral en el campo de la conducta humana.
----------Por lo tanto este "modo" kantiano de conocer es en realidad ya un conocer; es una precognición inmediata e indeterminada de lo absoluto, como horizonte circunscribiente, trascendental, a priori y formal, previo al saber categorial experimental, a posteriori, tomado de la experiencia de las cosas.
----------El trascendental kantiano es la consecuencia de su "revolución copernicana", por la cual el sujeto ya no se dirige al objeto, sino hacia sí mismo. En términos gnoseológicos: el intelecto ya no se dirige a la res, a la cosa fuera del alma, sino a sí mismo y a sus propios datos de conciencia, ya no a la realidad, sino a la idea de la realidad. En términos religiosos: el hombre ya no se dirige hacia Dios, sino hacia sí mismo. El idealista le dice a Dios: no la tuya, sino que se haga mi voluntad.
----------Está claro que no es un verdadero trascendental, porque es solo el espíritu humano, que claramente es solo un categorial, que de por sí se divide el ser junto con lo material, pero que con Kant tiene la pretensión de acaparar para sí todo el ser. Pero así como también la materia es ser, el idealismo, que no puede ignorar la materia, pero no quiere renunciar a restringir el ser al espíritu, terminará por materializar el espíritu y caer en el materialismo. Un ejemplo llamativo de esta dialéctica es el paso de Hegel a Marx.
----------Se ve entonces que para Kant el conocer no es un representar la forma de la cosa, sino que es un hacer, es un dar forma a una materia, aunque sea ofrecida por la cosa. La cosa conocida no tiene una forma por cuenta propia independientemente del intelecto, una forma que viene hecha propia por el intelecto, el cual no recibe la forma, no está informado, sino que la da o la posee ya antes de conocer la cosa misma.
----------Digamos, en cambio, que el verdadero modo de conocer, que Kant evidentemente no conoce o rechaza, es la operación abstractiva, por la cual el intelecto abstrae la esencia universal de lo particular sensible. Es cierto que Kant admite lo abstracto pero sin saber que es abstraído de los sentidos, y cree Kant que ya es abstracto por cuenta suya, como ya pensaba antaño Platón.
----------El propósito declarado de Kant, similarmente a Descartes, es el de dar fundamento y certeza al saber, pero el resultado es decepcionante, ya que es cierto que el fenómeno es la aparición, el desvelamiento o la manifestación de la cosa. Pero si ésta permanece con una esencia que a nosotros nos es ignota, ¿qué hacemos con una "manifestación de la cosa" que no nos da la esencia de la cosa?
----------Si no podemos conocer la quidditas rei materialis, ¿qué criterio tenemos para vencer al escepticismo? ¿Acaso tenemos una intuición o visión inmediata del espíritu?  ¿Cómo hace Kant para hacer sus observaciones sobre el espíritu, sobre la razón, el intelecto, la conciencia, el pensamiento, el saber, los juicios, si no ha llegado a partir del conocimiento de las cosas externas sensibles como son en sí mismas?
----------¿Quiere decir que él considera posible concebir el fenómeno como aparición de lo espiritual? Y cuando Kant habla de experiencia, ¿estamos seguros que se refiere solo a la experiencia sensible y no admita también una experiencia espiritual? ¿De dónde le viene la certeza de las leyes universales y necesarias de la razón práctica y especulativa? ¿De los conceptos puros y de las ideas de la razón? ¿De la certeza de la ciencia a priori y de la absolutez del deber?
----------Para Kant la representación no representa nada más que a sí misma, como modificación del sujeto. La cosa permanece fuera del intelecto ignota en sí misma. Sabemos que existe, sabemos que el material de la experiencia viene de ella, pero el objeto de nuestro saber experimental no es otro que el fenómeno, que sin embargo es la cosa tal como nos aparece, se muestra, se revela. No es simple apariencia la que puede engañar; es verdad, pero verdad que nos deja ignota la esencia de la cosa en sí.
----------Kant se muestra impreparado en cambio por cuanto respecta a la filosofía de la naturaleza o cosmología filosófica. Y esto es muy dañino, porque ella abarca también la antropología filosófica, donde es posible conocer la esencia de la cosa en sí y esta es la misma naturaleza humana. En esto, Kant se resiente del dualismo cartesiano de res cogitans, la razón, y res extensa, el cuerpo, y le falta la percepción del alma humana como forma sustancial del cuerpo.
----------Sin embargo, es necesario tener presente que Kant admite explícitamente e insistentemente también la existencia del espíritu. De esto Pascendi no habla. La "cosa" kantiana es la cosa material, la naturaleza física. Por tanto, Kant admite lo material junto con lo espiritual. Él llama "real", sin embargo, solo a lo material. El espíritu, para él, parece pertenecer solo al plano de lo ideal.
----------Pero aquí Kant se equivoca: la distinción entre real (ens reale) e ideal (ens rationis) no corresponde a la distinción entre material y espiritual, sino a la distinción entre pensamiento y ser. Es necesario observar también que lo real no es solo lo material, sino también lo espiritual. Y lo ideal es sí espiritual, pero es acto del espíritu, que es ente sustancial. La cosa (res), por otra parte, no es solo lo material, sino también lo espiritual. La cosa es el ente bajo el ángulo de la esencia, es la realidad.
----------Al plantearnos el problema de si podemos conocer la esencia de la cosa material, hay que distinguir: de algunas cosas podemos captar la esencia; de otras, sabemos que tienen una esencia, pero no la conocemos sino en el fenómeno o como fenómeno. Kant reconoce la ciencia de los fenómenos, pero falla en reconocer la filosofía natural, es decir, la ciencia filosófica de la naturaleza (sobre la filosofía de la naturaleza, cf. Maritain: Filosofía de la naturaleza, Club de Lectores, Buenos Aires 1980), o de la esencia de la sustancia material viviente y no viviente, por lo tanto la ciencia de la forma material y de esa forma espiritual que es el alma.
----------Precisamente por eso Kant no ha sido capaz de aceptar la distinción aristotélica entre los grados del ente natural, vale decir, la forma material, el alma vegetativa, el alma sensitiva y el alma racional. Kant considera ciertamente la razón, pero lo hace a la manera de Descartes, como si fuera una sustancia subsistente, mientras que en cambio la razón es una potencia del alma.
----------Si permanecemos en el campo de las ciencias experimentales, podrá bastarnos el registro y codificación de valores observables, mensurables, constantes y regulares verificables por la experiencia; y aquí Kant está ciertamente en lo correcto. Es ésta la ciencia de los fenómenos, como la química, la física, la astronomía, la biología, la zoología, la botánica, la psicología experimental, la glotología, la sociología, la etnología.
----------Pero si se trata de saber cuál es la esencia del ente (¿ti to on?) o la escala de los entes naturales o qué es el hombre o qué es la vida o el espíritu o la naturaleza cósmica o cuál es el valor de la moral o de la religión o de la teología, entonces nuestro intelecto tiene la posibilidad de conocer científicamente la esencia de estas cosas como son en sí mismas. Y por lo demás, el mismo Kant lo admite implícitamente haciendo de la razón y del conocimiento el objeto de su indagación filosófica.
----------Por otra parte no podemos negar un cierto valor a la ética kantiana, para la cual la ley moral dictada por la razón práctica es universalmente y absolutamente obligatoria para todos e inmutable, ejecutable por la libre voluntad, cuya ejecución o transgresión es respectivamente imputable a mérito o a demérito.
----------Si Maréchal quería encontrar puntos de contacto de Kant con Tomás, además de la doctrina de la cosa externa al sujeto, podría haber citado el estatuto epistemológico de la ciencia de los fenómenos físicos (la física-matemática) y los caracteres de inteligibilidad, universalidad, necesidad, obligatoriedad e inmutabilidad propios de la ley moral ordenada por la razón práctica.

4 comentarios:

  1. Bueno, bueno... Tomás y Kant son diferentes.

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    1. Estimado profesor,
      ciertamente santo Tomás de Aquino es un realista, mientras que Kant es un idealista. Sin embargo Kant conserva la doctrina de la cosa en sí, que existe independientemente del intelecto humano, aunque nosotros -según Kant- no podamos conocer su esencia.
      Sin embargo Kant, admitiendo la ciencia de los fenómenos, reconoce que el fenómeno es la aparición sensible de las cosas. Además, sus ideas de la razón tienen un valor absoluto, inmutable y universal. Fundamentan la moral y la teología. Desde este punto de vista no es imposible hacer una comparación entre santo Tomás y Kant, como hizo Maréchal.
      El defecto de Maréchal fue el hecho que interpretó tanto a Kant como a Santo Tomás como si fueran voluntaristas.
      Por otra parte el padre Mattiussi ha criticado con razón la teoría kantiana según la cual, partiendo de los sentidos, no se puede construir una metafísica. Sin embargo, recordemos que Kant creía haberla fundado precisamente aclarando los contenidos de la autoconciencia, que según él son las ideas de la razón.

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  2. Es un tema interesante el de este post. ¿Existe algún libro sobre este tema?

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    1. Estimado Juan Padro,
      el libro es el que ya he mencionado en la tercera parte del artículo. Se trata del libro del padre Giuseppe Mattiussi, "El veneno kantiano", en lengua italiana, de la Tipografia Istituto Pio IX, Artigianelli di San Giuseppe, Roma, 1914. Puede tratar de encontrarlo en alguna biblioteca de seminario.

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