La encíclica Pascendi de san Pío X no resolvía todos los problemas. Ella condenó de hecho los errores, pero le faltó reconocer la validez de la instancia de los modernistas. Quedó por consiguiente abierto el problema de la modernización de la teología; en otros términos: de acuerdo sobre la existencia de los errores; pero ¿qué es lo que hay que asumir de positivo de la modernidad? [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás de Aquino", acuarela sobre lienzo de Giuseppe Peroni, pintada entre 1756-1766, obra conservada por la Superintendencia para los Bienes Históricos Artísticos y Etnoantropológicos para las provincias de Parma y Piacenza, Italia].
Una instancia correcta realizada de modo equivocado
----------El modernismo nació de una instancia que en sí misma era y es justa y correcta, una instancia de modernización de la teología católica, que tuviera en cuenta los valores del pensamiento moderno, pero desgraciadamente fue satisfecha de una manera equivocada. Esto fue causado por un equívoco o malentendido sobre lo que se debe entender por filosofía moderna y por la consiguiente asunción de un criterio erróneo de valoración y discernimiento, cuyos resultados no podían ser más que desastrosos.
----------De hecho la expresión "filosofía moderna" puede tener dos significados: 1. el primero: simplemente la filosofía que existe hoy, en todos sus aspectos positivos y negativos, que es el significado más obvio, es decir, un simple dato de hecho histórico, suponiendo que lo moderno sea mejor que lo antiguo; 2. el segundo: la expresión puede significar la filosofía que hoy deriva de la filosofía cartesiana, que sus seguidores comprensiblemente consideran la mejor y la más avanzada.
----------Esta identificación semántica del cartesianismo y del consiguiente idealismo alemán con lo moderno, fue el fruto de una hábil operación propagandística de los mismos cartesianos, operación que tenido tanto éxito, que tal identificación, en los tiempos del papa san Pío X, había sido hecha propia incluso por los tomistas, quienes por lo tanto hablaban de los "modernos" con tono despectivo, a la vez que encontraban la verdad en los "antiguos", es decir, en santo Tomás de Aquino y en Aristóteles.
----------Los modernistas, por su parte, advertían la necesidad de que la Iglesia favoreciera y promoviera un progreso tanto en la pastoral como en asumir frente a la modernidad un estilo más abierto y menos duro, también en la teología, estimulándola a asumir lo mejor que había producido el pensamiento moderno. Todo esto era justo y correcto. ¿Pero qué fue lo que motivó sobre ellos la famosa condena de san Pío X?
----------Fue el hecho de que usaron como criterio de cribado y discernimiento no a santo Tomás de Aquino, como recomendaba la Iglesia, sino los mismos errores de la filosofía moderna. Si bien la intención era buena, el resultado fue desastroso. El nudo fundamental de la cuestión era esencialmente cómo afrontar al filósofo que entonces más entre los herederos de Descartes, llamaba la atención de los teólogos católicos, Immanuel Kant. Todo el debate giraba en torno a Kant. La encíclica Pascendi era claramente un rechazo radical del kantismo, aunque sin embargo estaba claro el acoplamiento del kantismo con el subsiguiente idealismo alemán.
La intervención de san Pío X
----------La acusación fundamental hecha por san Pío X a los modernistas era la de falsificar la filosofía católica con la kantiana. De hecho, el Santo Pontífice comienza en la Pascendi delineando en pocos pero poderosos trazos un retrato del pensamiento kantiano sin nombrar al autor.
----------Pero para cualquiera que conozca a Kant aparece inmediatamente evidente cuál es el filósofo al que Pío se refiere. De hecho encontramos en la encíclica los tres caracteres de la filosofía kantiana: el fenomenismo, el agnosticismo y el inmanentismo.
----------El fenomenismo es la teoría según la cual "la razón humana está restringida enteramente dentro del campo de los fenómenos, es decir, de lo que aparece y en el modo en que aparece, sin derecho y facultad natural de pasar por encima de los fenómenos. Por esto, ella no puede elevarse a Dios, ni conocer su existencia, aunque sea por medio de las cosas visibles".
----------Del fenomenismo deriva el agnosticismo: si nos atenemos a lo que nos dicen los fenómenos, de Dios no sabemos nada, porque de ellos no podemos elevarnos a Él. Pero he aquí que viene el inmanentismo: esto no quiere decir que Kant no admita a su modo la existencia de Dios, Dios como inmanente a la razón, idea suprema de la razón, desarrollo de la autoconciencia cartesiana ("yo pienso").
----------¿Qué Dios, entonces? No un Dios trascendente más allá de nuestra razón o conciencia, sino un Dios en ella inmanente, sin embargo no conceptualmente conocible, sino "inconocible", escondido en la "subconciencia", objeto del "sentimiento o experiencia interna que nace de la necesidad de la divinidad".
----------Yo afirmo que Dios existe, según Kant, no porque, partiendo de los fenómenos, de la realidad externa o de las cosas en sí, lo descubra como causa primera y creadora de las cosas de las cuales tengo experiencia, sino porque lo necesito para hacer funcionar mi razón. Yo no demuestro, sino que postulo la existencia de Dios, existencia por lo tanto que no es una realidad fuera y por encima de mi razón, sino que es una idea inmanente a mi razón y puesta por mi razón para fundarse a sí misma o dar razón de sí misma.
----------La encíclica muestra luego cómo Kant admite de hecho la religión; sin embargo no la entiende como culto de un Dios personal, cuya existencia es demostrada a posteriori, partiendo de las cosas e interrogándose cuál es de ellas su causa primera, sino como idea apriori dentro de los límites de la razón, o según él la explicación de la existencia de la religión "que en vano se busca fuera del hombre. Queda pues que se busque en el hombre mismo", es decir en la autoconciencia del hombre según el principio cartesiano del cogito, que Kant expresa en la fórmula "yo pienso".
----------La encíclica muestra, en base a cuanto se ha dicho, cómo Kant, hablando de intelecto, de juicio, de razón, de conciencia, de ley moral y de libertad, admite la existencia del espíritu.
----------La encíclica se detiene a analizar en sus diversos aspectos la gnoseología modernista en el campo filosófico y teológico y no describe la ética que de ello se deriva. Nos dice cómo los modernistas ven la función del intelecto, pero no nos dice explícitamente cuál es la parte de la voluntad y de la acción en su sistema. Sin embargo, se puede deducir fácilmente de las infamantes calificaciones con las cuales el Papa apostrofa a los modernistas acusándolos de soberbia, de rebelión, de falsedad, de arrogancia, de astucia, de manía de novedades, de falsos místicos.
----------En los tiempos de Pío X los modernistas limitaban su audacia a asumir el kantismo, pero no se atrevían a ir más allá procediendo a la asunción del idealismo de Fichte, Schelling y Hegel. Por eso la encíclica no habla de idealismo, que en cambio habría de ser condenado por Pío XII en la Humani generis, ya que entonces los teólogos, como por ejemplo Rahner, comenzaron a ser influidos también por Hegel.
----------La encíclica se limita a hablar de inmanentismo, que todavía no es el perfeccionado idealismo de Hegel. De hecho, Kant todavía distingue la naturaleza humana de la divina, sabe muy bien que el pensamiento humano es traspasado por el divino, aunque lo admite solo en el plano conceptual y no en el real, porque sigue admitiendo la realidad externa al pensamiento humano, pero no saca de ello las consecuencias, porque al negar la cognoscibilidad de las cosas como son en sí mismas, le falta la posibilidad de remontarse de las cosas a Dios.
----------El inmanentismo es el defecto de la teología kantiana, para la cual Dios no es una persona trascendente a la razón humana, sino que es la idea suprema de la razón; por lo tanto se trata de un Dios que está en el hombre y no puede prescindir del hombre. Por eso, la profesión del idealismo ya se encuentra en Kant (Crítica de la Razón Pura, Colihue, Buenos Aires 2007, p.234). En efecto, Kant rechaza el idealismo de Berkeley que niega la existencia de las cosas materiales externas, pero inaugura el idealismo trascendental, por el cual el saber coincide con el ser. Esto será puesto en plena luz por Schelling, después de las explicaciones de Fichte.
----------Será Schelling, en efecto, con su tratado Sistema del idealismo trascendental (Editorial Anthropos, Barcelona 2005), quien llega a exponer sistemáticamente la doctrina de la plena coincidencia del pensar con el ser, que expresa en la fórmula de la "identidad del sujeto con el objeto", mientras que Hegel hablará de "identidad de la cosa con el concepto de la cosa". Ahora bien, Kant asigna al sujeto, es decir al pensamiento, la determinación de la forma de la realidad o de la cosa, pero deja la materia fuera del pensamiento, admitiendo que la cosa en sí es externa al yo.
----------Y sin embargo, en Kant el mundo del espíritu, incluido Dios, ya no aparece a la razón como una realidad externa, sino como el mundo de la conciencia, tal y como lo sugieren Descartes y el mismo Lutero. En esto Kant anticipa ya el idealismo posterior.
----------Pero lo interesante de la Pascendi es que esta encíclica ya ve en el modernismo la presencia del panteísmo (en el n.40), signo de que Pío X se había dado cuenta de que los modernistas ya entonces tendían a subrepasar a Kant y comenzaban a asumir el idealismo absoluto y trascendental. De hecho diré más aún: la Pascendi asume el tono de la verdadera y propia profecía, cuando pone en guardia de lo que solo con Husserl y Heidegger, lo que ocurrirá pocas décadas después, en los tiempos del Concilio Vaticano II, habría sido la influencia del desarrollo ulterior del idealismo: la fenomenología.
----------La encíclica, en efecto, con extrema franqueza y claridad pastoral -era este de hecho el desafío- va al nudo de la cuestión de la cual todo depende, planteando sin rodeos ni términos medios la pregunta radical, que constituye la divisoria entre realismo e idealismo:
----------"¿La inmanencia divina, pues preguntamos: aquella inmanencia, ¿distingue a Dios del hombre, o no? Si lo distingue, ¿en qué se diferencia entonces de la doctrina católica, o por qué rechazan la doctrina de la revelación externa? Mas si no lo distingue, ya tenemos el panteísmo. Pero esta inmanencia de los modernistas pretende y admite que todo fenómeno de conciencia procede del hombre en cuanto hombre; luego entonces, por legítimo raciocinio, se deduce de ahí que Dios es una misma cosa con el hombre, de donde se sigue el panteísmo".
----------La encíclica pone pues perentoriamente ante una elección, ante un aut-aut: o nos abrimos humildemente a la verdad y al realismo, siguiendo a santo Tomás y al Magisterio de la Iglesia, y entonces se puede llegar a la fe. O nos encerramos en el idealismo, en la soberbia y en la desobediencia al Magisterio de la Iglesia, y entonces se cae en la herejía, en la falsedad, en la incredulidad y en la impiedad.
----------Sin embargo, la encíclica no resolvía todos los problemas. Ella condenó de hecho los errores, pero le faltó reconocer la validez de la instancia de los modernistas. Quedó por consiguiente abierto el problema de la modernización de la teología: de acuerdo sobre la existencia de los errores; pero ¿qué es lo que hay que asumir de positivo de la modernidad?
----------Fue ésta la grave cuestión aún abierta que se plantearon urgentemente después de la Pascendi, algunos espíritus abiertos y previsores, que eran cuantos advertían la importancia y el deber del progreso de la teología. Y entre ellos estaban precisamente Maréchal, junto con otros como Sertillanges, Maritain, Congar, Chenu, de Lubac, Daniélou.
----------Ellos anticiparon el Concilio Vaticano II, por el cual la Iglesia misma hizo suya esta instancia y la satisfizo precisamente con sus enseñanzas. Pero sobre todo a partir del postconcilio, por una falsa interpretación de sus directivas, se inició desgraciadamente un falso progreso, similar al que había sido el modernismo de los tiempos de Pío X. Y aquí un promotor de este neo-modernismo fue precisamente Maréchal, retomado subsecuentemente por Rahner, quien empeoró aún más la operación maréchaliana creando en su teología una evidente confusión entre el pensamiento de santo Tomás con el de Hegel y Heidegger.
----------Rahner sostiene que "a partir de Tomás el método trascendental", que será después el de Kant, "está presente y operante en toda la teología". De aquí la conclusión que una filosofía actual y por tanto también la teología no puede ni debe permitirse quedarse atrás frente a la revolución antropológico-trascendental operada por la filosofía moderna a partir de Descartes, Kant, a través del idealismo alemán [...] hasta la fenomenología, la filosofía existencialista y la ontología fundamental de hoy. [...] Esta filosofía es profundamente cristiana. En efecto, en una concepción radicalmente cristiana, el hombre no es un momento dentro de un mundo constituido por cosas, ni está sometido a las coordenadas de conceptos ónticos derivados de él. El hombre es en cambio el sujeto de cuya libertad depende el destino de todo el cosmos" (Nuevos ensayos III, Ediciones Paulinas, Roma 1969, pp.61-62).
Cristo es siempre igual, ayer hoy, mañana y ¡siempre! La mejor filosofía/teología y' la meditación de la "palabra" que nunca es igual como adaptación, se adapta al estado de ánimo del momento; de quien lleno del Espíritu Santo lee la Palabra.
ResponderEliminarEstimado José,
Eliminarestoy substancialmente de acuerdo con lo que usted dice. Pero sus últimas palabras son incomprensibles.
El pensamiento moderno no es conciliable con la fe católica porque tiene como objetivo destruirla. Es el pensamiento de quien quiere emanciparse de Dios, el pensamiento liberal y mundano. Conciliar el pensamiento moderno con la teología católica es solo un pretexto para desintegrar la fe, o sea el verdadero objetivo. En lugar de Dios se ponen los derechos del hombre y la única religión es la libertad. Todo ya había empezado con la revolución protestante. Sería como conciliar en un solo cuerpo la salud con la enfermedad. No se puede servir a dos señores. Es por eso que todos los papas han condenado el modernismo en particular Pío X.
ResponderEliminarEstimado Lucas,
Eliminarel pensamiento moderno es de una enorme complejidad e incluye muchas corrientes filosóficas, entre las que se encuentra también el tomismo.
El problema entonces no es el de una condena en bloque, como cuando nosotros tiramos a la basura algo que ya no sirve. Si no que yo, que he venido cultivando la filosofía durante sesenta años, me he dado cuenta de que en el pensamiento moderno hay valores, ciertamente junto con errores. Se trata entonces de hacer un trabajo de selección, así como por ejemplo nosotros tomamos los hongos nutritivos y rechazamos los venenosos.
Ahora bien, ¿cuál es el criterio para hacer este discernimiento? Nos lo dice la Iglesia desde hace ocho siglos: es Santo Tomás de Aquino, naturalmente tomando de su pensamiento lo que está ligado a la sana filosofía y al dogma.
Sin duda también Santo Tomás, como hombre de la Edad Media, compartía ideas hoy superadas, como por ejemplo el sistema ptolemaico o ciertas ideas en el campo biológico. Tenga en cuenta que el modernismo no coincide exactamente con la modernidad, sino que es una idolatría de la modernidad, que asume los errores modernos solo porque son modernos.
Ahora bien, nosotros debemos ser modernos, pero no de una manera tan acrítica, sino haciendo ese trabajo de tamizado que acabo de mencionar.
Estimado Padre, el pensamiento tomista es la columna vertebral del pensamiento teológico, pero es completamente rechazado en casi todos los seminarios. Por desgracia. Por experiencia directa es casi del todo borrado sobre todo en el norte de Italia. Todo se basa en la filosofía moderna. El dato revelado es tratado como una opinión entre las demás. La verdad es tal no prescindiendo del reconocimiento que el sujeto le da. Relativismo en estado puro. Lo que San Pío X condenaba en la encíclica Pascendi es el pensamiento que hoy manda en la Iglesia. Cuando hablo del pensamiento moderno me refiero al pensamiento de aquellos que quieren emanciparse de Dios, que dicen no deberle nada y cuyo obrar prescinde completamente de la voluntad de Dios. Pensamiento que ha penetrado cada vez más profundamente en la iglesia y en los hombres de iglesia.
EliminarEstimado Lucas,
Eliminarel pensamiento moderno no se resuelve en una lucha del hombre contra Dios ni en la presunción del hombre de ponerse en el lugar de Dios, sino que ha profundizado también el conocimiento del espíritu humano y del actuar del hombre, por lo cual de este modo ha puesto las condiciones para poder admitir la existencia de Dios.
Por otra parte, tenga usted presente que también existe una sana modernidad. Modernizarse es un deber. En teología debemos progresar y no volver hacia atrás. Desde este punto de vista el papa Francisco desaprueba a los que él llama indietristas.
Esto no significa que no tengamos que recuperar la enseñanza de los grandes maestros del pasado. Por eso el Papa ha recomendado recientemente estudiar el pensamiento de santo Tomás de Aquino.
Por eso puedo admitir que en los seminarios hay una cierta presencia de modernismo. Sin embargo, creo que, como católicos, debemos tener confianza en el hecho de que la Iglesia, a la cual le es muy querida esta formación sacerdotal, vigila con celo pastoral en la formación de los sacerdotes y esto, para nosotros los católicos, es un dato de fe aunque no nos lleguen buenas noticias de los seminarios, ya que el Señor ha garantizado a su Iglesia que la asistirá hasta el fin del mundo.
Comprendo padre lo que usted dice, pero la situación es muy crítica. Muchos en los vértices de los roles eclesiásticos están en mala fe. La modernización es un pretexto porque la fe ya es moderna y actualísima. El problema está en que el hombre quiere hacer lo que le plazca y no acepta someterse a la voluntad divina. Cada prurito debe ser satisfecho y también se pretende la aprobación de la Iglesia que, obviamente, debería doblegarse ante todas las instancias. Se rechaza la cruz y todo sacrificio. No se puede complacer al mundo y al mismo tiempo complacer a Dios. El pensamiento tomista es excepcional porque nos da los paradigmas principales para razonar de modo correcto. Muchos sacerdotes no perciben la crisis porque no han recibido estos fundamentos. El pensamiento antitomista de los seminarios modernos pone en duda todo, tanto en el ámbito de la fe como de la moral y abre las puertas a la justificación de las cosas más absurdas. Un dato que he conocido recientemente: el 90% de los obispos italianos antes de llegar a ser obispos eran rectores de seminario o profesores. ¿Se da cuenta? La dinámica es deseada. Primero afectan la formación de los seminaristas y luego dan continuidad formando el clero del que han sido puestos a la cabeza.
EliminarEstimado Lucas,
Eliminarque haya una presencia de modernismo en los seminarios lo admito sin duda. Lo que me deja bastante perplejo es el cuadro catastrófico de la situación que usted me presenta. Sus observaciones son particularmente graves y por lo tanto deberían documentarse. ¿Usted, en qué información basa las críticas que hace?
Por el cuadro que usted hace parecen prevalecer las fuerzas del infierno. Pero Jesús, ¿qué ha dicho? Las puertas del infierno no prevalecerán. ¿Y entonces?
Estimado padre, para darse cuenta de la grave situación en que se encuentran nuestras parroquias y nuestras diócesis es suficiente incluso solo frecuentarlas por poco tiempo y nos damos cuenta de la grave pérdida general de la fe en los fieles y sobre todo en el clero. La visión de la vida de la iglesia es completamente immanentista y nadie se plantea ya el problema de pensar en el cielo, en la salvación de nuestra alma, porque claramente el pensamiento teológico está orientado a una visión en la que todos se salvan. Claro que soy perfectamente consciente de que no es así para todos, y hay excepciones, pero esta minoría sufre mucho por la situación actual.
EliminarCuando nuestro Señor dijo que las fuerzas de los infiernos no prevalecerán, lo hizo consciente del hecho de que en algún momento habría una situación tan catastrófica en la iglesia que muchos se arriesgarían a perder la fe y la esperanza. Soy perfectamente consciente de que el corazón inmaculado de María triunfará pero también es cierto que mientras tanto los daños y las almas que se pierden son muchos, como ya nos había revelado María Santísima en las apariciones de Fátima. Donde la iglesia es fiel a su misión en sentido tradicional sin modificar el contenido de la fe con artificios disfrazados de supuestas actualizaciones, donde se cultiva una vida espiritual, donde se sabe con precisión qué es la iglesia y qué es el sacerdocio como la iglesia siempre los ha entendido en los últimos veinte siglos, la fe florece y florecen también las vocaciones y esto es de gran consolación
EliminarMuchos sacerdotes, incluso no demasiado jóvenes, por experiencia personal, no creen en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía y lo dicen abiertamente, sino solo una presencia espiritual, no creen en el carácter sacrificial de la Santa Misa. Le dejo a usted sacar las conclusiones de la validez de sus misas... En cuanto a la intención sacramental...
EliminarEstimado Lucas,
Eliminarcomo ya le he dicho, yo también estoy de acuerdo en constatar una cierta difusión del modernismo, pero me repugna pensar que éste tenga la difusión de la que usted habla, porque eso nos llevaría a pensar que Cristo ha abandonado a su Iglesia, cosa evidentemente impensable.
En todo caso, usted, que quiere ser verdaderamente católico, tiene siempre ante sí las indicaciones de la Iglesia, que yo junto con otros teólogos me esfuerzo por presentar. Por lo demás, Jesús ya ha predicho que nosotros debemos sufrir precisamente de parte de nuestros hermanos. Así que no perdamos el ánimo, sigamos adelante, hagamos nuestra parte y dejemos que el Señor haga el resto.
Sí. Ciertamente lo que Dios permite es para un bien mayor, que la situación sería dramática ya se predijo en las escrituras con la gran apostasía. No sé si estos son los tiempos bíblicos de la gran apostasía, pero se parecen mucho. Ciertamente nuestro Señor no dejará todas estas cosas sin castigo. ¿Por qué nuestro Señor habría debido preguntar: "cuando el Hijo del hombre venga, encontrará fe en la tierra? ¿Cómo preguntaría eso si no es porque ya sabía bien que en algún momento de la historia casi toda la humanidad iba a apostatar? Un cordial saludo
EliminarEstimado Lucas,
Eliminarno se puede excluir que estamos viviendo los últimos tiempos del retorno del Señor. Sin embargo, si reflexionamos a quien Cristo ha confiado la tarea de anunciar su venida final y que éste es el Papa, y si nos atenemos a lo que nos dice hoy el Vicario de Cristo, él clama sobre la necesidad de llevar a cabo la reforma conciliar, aunque, por supuesto, él tampoco sabe el momento exacto de su venida.
Por lo tanto, lo que el Papa nos hace entender es que la Iglesia de hoy, aunque atormentada por graves dificultades internas, posee los recursos para un avance, por lo cual la apostasía final, prevista por san Pablo, ,o parece un evento que pueda ocurrir a corto plazo.
Lucas: El problema lo creó el personalismo que ha hundido el pensamiento católico basado en el principio de no contradicción y deducción . Basado en la razón y en la relación de causa a efecto.
EliminarEstimado Carlo Eugenio,
Eliminara propósito de los errores que usted denuncia y que están efectivamente extendidos, diría que la responsabilidad de ellos no va tanto al personalismo, sino a la lógica de Hegel, al fideísmo protestante y a la ciencia positivista que no logra aplicar el principio de causalidad más allá de los fenómenos de la experiencia.
El personalismo ciertamente también tiene una influencia perjudicial, pero en otro sentido, en el sentido de que no considera a la persona como sustancia, sino que la resuelve en sus relaciones sociales ignorando de este modo la objetividad de las leyes morales y poniendo la regla del actuar moral en manos de cada conciencia individual.
Añado sin embargo que, en todas estas corrientes filosóficas, es bueno destacar también los aspectos positivos, según el método teológico que nos indica el Concilio Vaticano II.
Reverendo Padre, respecto a la devastación llevada a cabo por el personalismo en ámbito católico, ya hay mucho escrito.
EliminarEmmanuel Mounier, uno de los principales pensadores del personalismo, el mismo que acuñó el término "personalismo", aclara que no es posible dar una definición precisa de la persona. Si, por tanto, no se puede dar una definición precisa de persona, significa que la metafísica clásica, lo que nos gusta llamar "filosofía natural y cristiana", es errónea. El mismo Severino Boezio (475-525) se equivocaría al afirmar que la persona es: "Rationalis naturae individua substantia", es decir: "Sustancia individual de naturaleza racional", donde la persona está dada por ser un ser completo, individual y sustancia. sobre todo capaz de razonar. No. Mounier y los personalistas no están de acuerdo. Para ellos, la persona sería un conjunto de emanaciones y manifestaciones psicológicas, en las que los sentimientos, las emociones, los estados de ánimo... serían centrales. Se podría preguntar: ¿por qué esta convicción ha influido en la actual crisis de la Iglesia y de la fe católica? Para responder a esta pregunta recordemos lo que dice de la fe el modernismo teológico y el neomodernismo (que son la verdadera "alma" de la crisis actual).
Ya no debe ser concebido como un asentimiento del intelecto a las verdades reveladas, sino más bien como una forma de sentimiento religioso que emerge desde lo profundo del subconsciente. Hoy los católicos paradójicamente "razonan" dejando de lado la razón en el acto de fe. Esta (la fe) sería solo una creencia "ciega", o mejor aún: una creencia en lo absurdo. Por el contrario, uno se convence de que cuanto más se cree en lo absurdo, tanto más meritorio sería el acto de fe. Pero este no es un razonamiento católico: es un buen razonamiento protestante. Ser católico, en definitiva, significaría sobre todo "sentirse" tal, no estar inteligentemente convencido de serlo. Si hoy se preguntara a muchos católicos: ¿por qué eres católico? La respuesta muy probablemente sería: "Soy católico porque me siento así". Se trata, en resumen, de una reducción de la fe a "experiencia". Ciertamente, no se puede negar que la fe es también experiencia de vida con Dios, pero una cosa es decir que la verdad juzga la experiencia y otra cosa decir que es la experiencia la que juzga la verdad. Si bastara "sentirse bien" para justificar la propia fe, ¿qué decir del musulmán que puede decirnos: "Yo también me siento bien siendo musulmán"? En efecto, es precisamente esta reducción de la fe a "experiencia" lo que ha abierto aún más la puerta al sincretismo y al relativismo religioso cada vez más promovidos por los modelos abiertos del llamado "diálogo interreligioso".
EliminarOtro punto en el que la influencia del personalismo es evidente en la actual crisis del catolicismo contemporáneo está ligado a la concepción del amor. Para comprenderlo siempre hay que partir de la concepción "fluida" de la persona, que hace que sea vista predominantemente desde el punto de vista psicológico. También aquí hay que hacer una precisión: una cosa es decir que se debe dar importancia a la dimensión psicológica y otra cosa es tratar de definir a la persona solo desde el aspecto psicológico. Si caemos en este error (la persona es sobre todo una dimensión psicológica), se deduce que el amor, que es una pasión, ya no tiene que someterse a la regla de la razón para ser juzgada por ella, sino que se convierte más bien en un criterio propio. Dejemos hablar a Mounier: "el acto de amor es la certeza más firme del hombre, el irrefutable cogito existencial: yo amo, por tanto el ser es, y la vida vale la pena vivirla". Esto explica por qué muchos católicos hoy ya no se sienten obligados a corregir a aquellos que viven en un estado de pecado grave debido a condiciones de vida como la convivencia extraconyugal u homosexual. Son muchos los católicos (también practicantes) que comentan estos casos diciendo: ¿qué hay de malo? Si se aman...
EliminarOtro punto es: la fe reducida a “encuentro”. Como decíamos antes, la concepción auténticamente católica de la fe es ésta: el asentimiento de la inteligencia a las verdades reveladas. Hay pues asentimiento y hay implicación del entendimiento en Dios que se revela. Es evidente que la fe termina en vivir con Dios, en elegirlo, en abrazarlo; pero todo esto es fruto de un asentimiento, de una comprensión, de una adhesión a Aquel que se revela.
EliminarSin embargo, en el neomodernismo actual, el encuentro ya no es la consecuencia lógica del acto de fe, sino que se convierte en su totalidad exclusiva; provocando así esa deriva experiencial de la fe de la que hablamos antes. Esta creencia, por desgracia, también ha sido arrastrada por realidades tendencialmente positivas (pero ciertamente también influidas por el personalismo) que inicialmente quisieron contrarrestar una cierta deriva neomodernista. Pensemos, por ejemplo, en la teología del padre Luigi Giussani, fundador del movimiento Comunión y Liberación. Leamos con atención estas palabras suyas, tomadas de "El origen de la experiencia cristiana": "El objeto primero de mi fe no consiste en una lista de verdades, inteligibles o no. (...) es el abrazo de una Persona viva (...) Es decir, lo esencial, el objeto revelado, no es concebido como una serie de proposiciones (...)" (L.Giusssani, All'origine dell'esperienza Cristiana, Jaca Book, Milán 1988, p.56.).
Estimado Carlos Eugenio,
Eliminaraprecio su exposición, que denuncia los errores de la concepción personalista de la fe reducida a experiencia y privada de sus contenidos intelectuales. Estoy de acuerdo en el hecho de que una fe así entendida genera un subjetivismo que en el plano moral produce graves inconvenientes porque no ayuda a obedecer las leyes divinas, sino al contrario aleja de una verdadera conducta cristiana.
El encuentro con Cristo no define la fe, sino que la presupone como fe vivida en la caridad.
He leído con interés los pasajes de Mounier y estoy de acuerdo en la crítica que usted hace. Además aprecio su exposición sobre la noción católica de la fe sobrenatural.
Padre: Tenga presente ahora que el Concilio Vaticano II , con su ideología modernista ligada al personalismo, prácticamente ha destruido la fe de la Iglesia desde los años sesenta ¿y usted sigue defendiendo el Vaticano II ? ¿Sigue defendiendo a Pablo VI, Wojtyla? ; deje en paz a Francisco que no es papa y es un pobre ignorante puesto allí por la masonería capitalista ....
ResponderEliminarEstimado Carlos Eugenio,
Eliminarconozco las enseñanzas de estos Papas y del Concilio Vaticano II, dado que el Concilio terminó en 1963, cuando yo tenía poco más de veinte años, y me estaba procurando una formación tomista. Por eso me sorprenden mucho estas acusaciones suyas hechas a estos grandes Pontífices, los cuales, lejos de favorecer el personalismo existencialista, en la línea de la Tradición y de las enseñanzas del Vaticano II, han vuelto a proponer sobre todo en cristología la dogmática cristiana de la persona.
Por cuanto respecta a la acusación al papa Francisco de no poseer el título de Papa, le hago notar que se trata de una posición contraria a la fe católica, posición sobre la cual justamente la Santa Sede se ve obligada a tomar medidas severas.
Padre: El golpe a la razón y al principio de causa y efecto, a la lógica y a la racionalidad de lo creado en el pensamiento católico nos viene de la destrucción del concepto de persona , del hombre, operado por el personalismo . ¿Y sabe usted quiénes son los máximos responsables? Woytjla y Pablo VI con la colaboración distinguida del hegeliano ratzinger!!!!!!
ResponderEliminarEstimado Carlos Eugenio,
Eliminarconozco las enseñanzas de estos Papas y del Concilio Vaticano II, dado que el Concilio terminó en 1963, cuando yo tenía poco más de veinte años, y me estaba procurando una formación tomista. Por eso me sorprenden mucho estas acusaciones suyas hechas a estos grandes Pontífices, los cuales, lejos de favorecer el personalismo existencialista, en la línea de la Tradición y de las enseñanzas del Vaticano II, han vuelto a proponer sobre todo en cristología la dogmática cristiana de la persona.