Lo que no es posible admitir de ninguna manera, es el escepticismo y la incredulidad que son demoledores por principio, y que vienen a ser dependientes de visiones de la realidad o del hombre que se alejan de una sana enseñanza filosófica o metafísica y de las mismas enseñanzas de la Iglesia, como lamentablemente es el caso de Rahner y también de muchos otros exégetas contemporáneos, que llevan a cabo una obra devastadora, al término de la cual queda un Jesús que se ha convertido en un fantasma o ha sido reducido a proporciones vergonzosamente mezquinas. [En la imagen: trabajo en tinta china, óleo y acuarela sobre papel, de 1953, obra de Paul Delvaux, como estudio para obra posterior, de una colección privada, actualmente en el Musée d´Ixelles, Bruselas, formando parte de una serie de pinturas sobre la Pasión expuestas en la Bienal de Venecia, y que fueron en su momento condenadas por el Patriarca veneciano Angelo Giuseppe Roncalli].
Una cristología que prescinde del Jesús histórico
----------Karl Rahner, quien siempre tanto insiste acerca de la historicidad, la concretez y el dinamismo de la existencia humana individual, al mismo tiempo que se muestra frecuentemente preocupado por evitar una cristología docetista y monofisita, al menos el último Rahner, no cita nunca episodios o hechos de la vida de nuestro Señor Jesucristo y dichos de su enseñanza narrados por los Evangelios.
----------¿Cómo se explica este hecho? Ciertamente Rahner es un teólogo sistemático y no un historiador ni un biblista; sin embargo él no escatima, siguiendo las huellas del Concilio, las afirmaciones de principio acerca del deber también del teólogo de basar su teología sobre la Sagrada Escritura y sobre la historia.
----------De hecho, como ha sido observado por algunos, las citas bíblicas en la obra rahneriana son escasísimas. Por lo demás, nos podríamos preguntar, cuáles fundamentos bíblicos podría tener su "experiencia trascendental". Por eso Rahner se reserva bien de proporcionarnos tales fundamentos, porque no existen.
----------Por cuanto respecta en particular a la vida, a las obras y a las enseñanzas de Cristo, Rahner parece influenciado por la exégesis bultmanniana, de declarada inspiración heideggeriana, que es, por declaración del propio Rahner, también la inspiración de su pensamiento. Ahora bien, es sabido cómo Bultmann, por lo demás junto a muchos otros biblistas protestantes y modernistas, declaran "imposible" recabar de los Evangelios una vida de Cristo históricamente creíble, porque a su decir una no mejor definida "comunidad primitiva", hecha por otra parte de partidos en contraste entre ellos (no se atreven a hablar ni de Iglesia ni de Sumos Pontífices: los relatos y las doctrinas del Evangelio no contendrían la verdad, sino la tesis acomodada a la corriente vencedora, después de haber tomado el poder mediante maniobras políticas y sin excluir el recurso a la violencia), habría inflado (para no acusar abiertamente de mentira a la Tradición apostólica, estos exégetas usan otros términos, de carácter eufemístico, como por ejemplo "ampliar", "reinterpretar", "reeleborar", pero para decir prácticamente lo mismo) la personalidad de Jesús -lo cual hace de hecho pensar en ciertos métodos de la propaganda política y comercial- de modo de hacer aparecer a Jesús como un personaje celestial y divino, rey de los ángeles, vencedor del demonio, preexistente a su nacimiento temporal, descendido del cielo, y que luego, después de la muerte, retorna al cielo, para reinar desde allí "a la diestra del Padre" por todos los siglos.
----------La escuela bultmanniana, a la cual Rahner se remite considerándola como maestra de método "histórico-crítico", parte de presupuestos fenomenistas, que no admiten la posibilidad ni de la metafísica ni de una teología racional, aunque admita sin embargo -y le interesa- una "revelación divina" y una "fe cristiana" que "nos interpela en el presente y nos estimula a tomar una decisión". ¿Cuál? Probablemente una decisión atemática.
----------Excepto que, luego, esta "revelación" y esta "fe" no hacen referencia a la constatación seria de los hechos históricos relativos a la vida de Cristo y de la Iglesia primitiva, y ni siquiera son acogidos sobre la base de una precedente, ponderada, bien evaluada y fundada conclusión racional acerca de la credibilidad de las narraciones evangélicas y de los testimonios, así como de las enseñanzas de la Iglesia desde sus orígenes, sino que esta "revelación" y esta "fe" son vistas, a la manera de la Vorverständnis heideggeriana, como precomprensión subjetiva, originaria y preconceptual (vale decir, se trata del mismo esquema del modernismo), caracterizada por una experiencia inmediata de lo divino inefable, de la cual deriva subsecuentemente la elaboración conceptual y científica -históricamente condicionada- del mismo trabajo del exégeta y del biblista, en plena libertad respecto de los pronunciamientos de la Iglesia Católica, considerados como relativos a los tiempos y en particular inficionados por la superada mentalidad metafísica helenista.
----------Sobre la base de todos estos criterios, se rechaza el creer a todos aquellos relatos y a todas aquellas palabras de Cristo, que son incompatibles con los presupuestos gnoseológicos-filosóficos mencionados antes, que vienen considerados irrenunciables (no obstante la relatividad de los conceptos). Por lo tanto, no se cree en los testimonios en base a la santidad de los testigos, sino en base a los antes mencionados presupuestos, poniendo por otra parte en duda la misma autenticidad de los testimonios, aunque estuviera asegurada por una antiquísima tradición. Tómese por ejemplo el caso de san Pablo o de san Juan.
----------Lo que entonces queda de la figura y de la vida de Cristo, por lo tanto, son sólo elementos esporádicos meramente humanos y a veces también mezquinamente o banalmente humanos, hasta llegar a sostener incluso la existencia en Cristo del error y del pecado. Y si a veces no se quieren negar los hechos, ellos vienen oportunamente manipulados para así adecuarlos a la precomprensión "existencial".
----------Indudablemente la cristología rahneriana, teniendo pretensiones "trascendentales", no se contenta con un Cristo ebionita terreno y temporal o a lo sumo, como sostiene Schillebeeckx, con un Cristo desventurado "profeta escatológico" de la revolución social. El Cristo de Rahner es indudablemente Dios; pero esto no le es difícil admitirlo, dado que, como hemos visto, concibe al hombre mismo como un Dios potencial.
----------La fe de Rahner en Cristo como Dios no le impide sin embargo concebir a la humanidad de Jesús por debajo de aquella dignidad que es testimoniada por los Evangelios, como resulta por ejemplo de las siguientes afirmaciones: "Si al principio Jesús espera la victoria de su misión religiosa en el sentido de una 'conversión' de su pueblo, luego crece en él cada vez más la vivencia de que su misión le lleva a un conflicto mortal con la sociedad religioso-política" (Curso Fundamental, op.cit., p.293). Jesús no tenía un programa claro.
----------"Puede hablarse de 'error' en la espera próxima de Jesús, que en este 'error' habría compartido simplemente nuestra suerte, pues 'errar' así es para el hombre histórico y por tanto para Jesús, mejor que saberlo siempre todo" (ibid., p.295). Un Jesús leopardiano que prefiere el dulce engaño a la cruda verdad.
----------"Jesús anuncia el reino de Dios y no se proclama a sí mismo [...]. Por tanto, una afirmación de Jesús acerca de sí mismo, la cual, naturalmente, se da de manera ineludible, sólo es pensable de antemano si y porque ella aparece como momento inevitable en la cercanía del reino de Dios" (ibid., p.296). Rahner viene a decir que Jesús daba más importancia al Reino de Dios que a sí mismo. ¿Pero el Reino de Dios no es el Reino de Cristo?
----------"Jesús no anuncia ideas religiosas generales, quizá en una forma especialmente original y cautivante, sino en principio pensables y asequibles siempre y en todas partes, y de hecho dirige un mensaje escatológico a Israel" (ibid., p.381). Lo que dice Rahner es que Jesús no intentaba salvar a toda la humanidad, sino de hecho sólo a Israel, y por otra parte sin ideas particularmente originales.
----------Por cuanto respecta a los milagros relatados en el Nuevo Testamento, Rahner no muestra aceptar de ellos su existencia o cuanto menos su demostrabilidad; y dice que: "La historia humana, en la medida en la cual se comprende rectamente a sí misma, está abierta a Dios y oculta en sí aquella que nosotros debemos llamar revelación divina, sin con ello pensar de ningún modo en irrupciones milagrosas en un mundo por lo demás profano" (Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., p.126).
----------"Sea por motivos objetivos (esto es, partiendo de un concepto correcto e iluminado de Dios y de su relación hacia el mundo), sea a causa de la mentalidad actual -que no es de por sí un criterio de verdad, pero que no puede ser ignorada para una predicación eficaz de la fe-, el concepto de milagro (en sí y en su credibilidad) en cuanto transgresión y eliminación de las 'leyes de la naturaleza', se ha convertido en un concepto problemático en extremo" (Dios y revelación, op.cit., p.449).
----------El Lector mismo se dará cuenta de cuánto rechina esta afirmación de Rahner sobre el milagro con lo que es enseñado por el Concilio Vaticano I, que, por el contrario, define al milagro como "signo certísimo de la divina revelación y adecuado a la inteligencia de todos", lo cual "muestra hasta la evidencia la omnipotencia y la infinita ciencia divinas" (Constitución dogmática Dei Filius, c.3, Denzinger 3009. Esta doctrina es retomada por el Catecismo de la Iglesia Católica, n.156).
----------Dios no transgrede ni elimina las leyes de la naturaleza, sino que hace cumplir a la naturaleza obras a favor del hombre por encima de las leyes de la naturaleza. A un Rahner, que relativiza o declara incognoscible la ley moral natural, lo vemos aquí celoso custodio de la intangibilidad de las leyes de la naturaleza física, de la disolución de los cadáveres o de las degeneraciones que conducen a la muerte.
----------Por otra parte, debe notarse el modo cómo Rahner prefiere la eficacia a la verdad. La mentalidad actual ¿"no es de por sí un criterio de verdad"? No importa, dice Rahner: si queremos ser eficaces en la predicación de la fe debemos tener en cuenta esa mentalidad.
----------Un dato importante es que Rahner se abstiene habitualmente, entre rarísimas excepciones, de citar las enseñanzas de Cristo, y lo hace así muy probablemente porque está excesivamente temeroso de citar palabras que quizás los exégetas modernos no consideran auténticas o bien por la multiplicidad de las interpretaciones discordantes. La cuestión de saber con certeza en cada caso si las palabras citadas por los Evangelios son exactamente las de Jesús y qué es lo que precisamente significan, es una cuestión efectivamente delicada y no siempre de fácil solución. Baste solamente con pensar en las cuatro versiones de la institución de la Eucaristía en la Ultima Cena: ¡y estamos aquí en el corazón de las enseñanzas de Cristo!
----------Ya todos los exégetas hoy reconocen que en ciertos casos nosotros no contamos con las exactísimas palabras del Señor, sino una interpretación o una explicitación, por lo demás fiel, hecha por la Iglesia primitiva. ¿Pero cuáles son estos casos? Está aquí la dificultad y aquí se pone a prueba el sentido crítico del exégeta.
----------Aquello que, sin embargo, no es posible admitir de ninguna manera, es el escepticismo y la incredulidad que son demoledores por principio, y que vienen a ser dependientes de visiones de la realidad o del hombre que se alejan de una sana enseñanza filosófica o metafísica y de las mismas enseñanzas de la Iglesia, como lamentablemente es el caso de Rahner y por otra parte también de muchos otros exégetas contemporáneos, que llevan a cabo una obra devastadora, al término de la cual queda un Jesús que se ha convertido en un fantasma o ha sido reducido a proporciones vergonzosamente mezquinas.
----------Por el contrario, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda, citando el Concilio, que los Evangelios "son el principal testimonio relativo a la vida y a las obras del Verbo encarnado, nuestro Salvador" (n.125). Los Evangelios, como ya hubo de recordar san Pío X contra los modernistas y de nuevo reafirma el Concilio, son relatos históricos (naturalmente, es necesario tener en cuenta cómo entonces se concebía el relato histórico, ciertamente no con la precisión o documentación que pedimos hoy para una narración histórica creíble), absolutamente fiables, dada la inerrancia de toda la Sagrada Escritura, inspirada por Dios a fin de que los hagiógrafos dijeran todo lo que Dios quería que dijeran para la salvación del hombre, aún cuando ciertamente es necesario tener en cuenta con prudencia los géneros literarios y hacer recurso a un sano método histórico-crítico, como recientemente ha recordado la misma Santa Sede.
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