jueves, 19 de diciembre de 2024

En preparación del Jubileo 2025 (1/3)

A las puertas ya del Año Santo, en el inicio del Jubileo Ordinario del 2025, me ha parecido de gran utilidad no sólo la consideración histórica del gran Concilio cristológico de Nicea, del 325, sino también los dos siguientes, Éfeso y Calcedonia. Este rápido repaso de la historia de los tres Concilios cristológicos lo haremos en tres notas sucesivas. También con ello haremos obra de preparación a la Navidad que se acerca, pues estos Concilios jalonan el progreso de la Iglesia por lograr una primera comprensión teológica de la identidad de Nuestro Señor Jesucristo, cuya Venida celebraremos. [En la imagen: fragmento de un ícono ortodoxo oriental de la primera mitad del siglo XVI, obra de Theophanes Strelitzas, representando al Primer Concilio de Nicea].

Tres Concilios cristológicos
   
----------El pasado 9 de mayo de 2024, durante la Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, en la Basílica de San Juan de Letrán, en la ciudad de Roma, el papa Francisco publicó la Bula Spes non confundit, con la que se da convocatoria al Jubileo 2025. Por eso he pensado hacer cosa grata a los lectores al publicar durante tres días algunas notas históricas que pueden ayudar a comprender la gran importancia del Concilio de Nicea del 325, el cual define dogmáticamente que "Jesús es consubstancial al Padre" (omousios) o sea, como proclamamos en el Credo, "de la misma sustancia del Padre".
----------Así como el Concilio de Nicea constituye el inicio del camino hecho por la Iglesia para aclarar el misterio de la identidad de nuestro Señor Jesucristo, camino que ha continuado con el Concilio de Éfeso y se ha concluido con el Concilio de Calcedonia, he pensado presentar también a los lectores algunas referencias históricas relativas a estos otros dos Concilios.
----------De tal manera, ofrezco aquí algunos apuntes recopilados sobre la historia de los Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia, en mayor proporción extractados de notas del Siervo de Dios padre Tomas Tyn, OP [1950-1990], que él había tomado básicamente de: Fulbert Cayré, Patrología e historia de la teología (traducción de T. Pellizzari, Roma, Desclée y Ci., 1936, Vol. I y II). De modo que, vertidos al español, reproduzco aquí aquellas notas del Siervo de Dios con los pasajes por él seleccionados según su personal criterio de la obra de Cayré, comentando y añadiendo otras fuentes complementarias, siguiendo mi propio criterio.
   
Concilio de Nicea
   
----------San Ignacio (de Antioquía) [†107 d.C.] combate contra dos especies de herejes: los Judaizantes y los Docetas. Los Judaizantes enseñaban la necesidad de las prácticas mosaicas para la salvación. Por su parte, los Docetas (de δοκέω, parecer, opinión) profesaban que la humanidad de Cristo había sido una simple apariencia, sin objetiva realidad: y por lo tanto su vida no sería más que una pura fantasmagoría y la Eucaristía no es en absoluto el cuerpo de Cristo. Quizás estas dos herejías no eran, por entonces, más que el doble aspecto de un mismo error, el judeo-gnosticismo. El santo mártir se esfuerza especialmente en hacer vana la propaganda de estos herejes, tratando de reunir, por medio de la obediencia, en una estrecha compañía fraterna, a los fieles, alrededor de la Jerarquía, sin la cual ya no habría Iglesia.
----------El Modalismo es el principal entre los errores en torno a la Santísima Trinidad, en el siglo III, error según el cual no hay en Dios más que una y la misma Persona, llamada sin embargo, Padre, Hijo, y Espíritu, según las sucesivas manifestaciones de sus diferentes atributos. Las Personas no serían, en último análisis, más que diversos puntos de vista (modos) desde los cuales nos ubicamos para referirnos a Dios según las obras que Él realiza, gradualmente, ad extra. Pero antes de presentarse bajo esta forma científica, el unitarismo modalista tuvo otros nombres correspondientes al punto de vista preferido por sus primeros fautores.
----------El modalismo se llamó posteriormente: 1monarquianismo, porque los innovadores gritaban por todas partes: ¡monarquía, monarquía!, "monarchiam, inquiunt, tenemus!", exclama, con un cierto humorismo Tertuliano [160-220]; 2patripasianismo, porque, decían, el Padre, idéntico al Hijo, había sufrido en Jesucristo. En las iglesias orientales, los modalistas se llamaron también υἱοπάτορες, porque confundían al Padre con el Hijo.
----------Los orígenes de tal error son muy oscuros. Los primeros en propagarlo fueron Práxeas y Noeto [ss. II-III]. Práxeas parece que fuera un teólogo asiático que, a finales del siglo II llegó a Roma para denunciar el montanismo y fijó en Roma su morada: se aprovechó de la benevolencia del papa Ceferino [†217] para difundir su doctrina, pero tuvo la imprudencia de ir a dogmatizar en Cartago, donde Tertuliano lo refutó triunfalmente; lo que dio lugar a la composición del Adversus Praxeam del fogoso polémico africano.
----------Hipólito [†235], el cual ignoraba a Práxeas, se lanzó especialmente contra Noeto, que propagaba una doctrina similar, en Esmirna, refutándolo con el Contra Noetum ...
----------Sabelio [†215] ejerció, en la misma época, bajo el pontificado del papa Ceferino o bien del papa Calixto [†222], una gran influencia dando su nombre al partido. El sabelianismo sufrió, poco a poco, notables modificaciones y, cuando los Santos Padres del IV siglo se vieron constreñidos a combatirlo, presentaba su doctrina bajo formas muy sutiles y capciosísimas. Pero desde finales del siglo III, en tiempos de Dionisio de Alejandría [†264], ya estaba constituido en el sistema nuevo ideado por Sabelio.
----------En el viejo sistema no se trataba de nada más que del Padre y del Hijo. El Espíritu Santo entró en el unitarismo perfeccionado, llamado modalismo, que, por lo demás, no admitía el patripasianismo propiamente tal. Se afirmaba que Dios es unidad, simple e indivisible: es Padre-Hijo (υἱοπάτωρ), y se llama, Verbo en cuanto creador, Padre en cuanto Legislador del Antiguo Testamento, Hijo en cuanto Redentor, Espíritu Santo en cuanto santificador. Pero no es más que la misma y única persona que se presenta bajo todos estos aspectos diferentes. Los cuales aspectos o estados son transitorios, de modo que Dios cesa de ser Padre para devenir Hijo encarnándose, y así, solamente el Hijo ha padecido sobre la Cruz. Por otra parte, los aspectos o estados son iguales y no se pueden de ninguna manera subordinar a las personas. El modalismo, como se advierte fácilmente, se distingue de ese subordinacionismo absoluto que es el arrianismo.
----------Pablo de Samósata [†ca.272] para combatir las teorías alejandrinas sobre el Logos, negó la divinidad de Cristo no viendo en Jesús más que un hombre ordinario a quien Dios se comunicó más que a cualquier otro profeta. El samosatense afirmaba que se lo puede llamar también Dios, pero no es más que una mera figura retórica. Atacado por un concilio reunido en Antioquía, en el 264, bajo la presidencia de Firmiliano de Cesarea [†268], Pablo disimuló su pensamiento con el entonces equívoco vocablo de ὁμοούσιος, entendiendo ςύσία como naturaleza y persona. Puesto en aprietos para que se explicara claramente ante un nuevo concilio, en el 268, fue convencido de error, depuesto y la palabra ομοούσιος fue proscrita.
----------La doctrina de Pablo de Samósata es una forma modalista del adopcionismo. Pablo aceptaba el nombre de las tres Personas en la administración del Bautismo y en la enseñanza teológica, pero suprimía de hecho la personalidad del Hijo y del Espíritu Santo, aplicando, en este sentido al Logos la cualificación de ομοούσιος (consustancial), fórmula que él comprometía con esta su interpretación modalista. Cristo no es, por lo demás, Dios, sino un hombre como cualquiera unido a la sabiduría (συναφθείς τῇ σοφία), mediante una unión puramente accidental, determinada por la inhabitación en él de la virtud o potencia de Dios (ένοίϰησις ϰατʹἐνέργειαν). Así, esta doctrina adopcionista preparaba los caminos al nestorianismo.
----------Acerca del Verbo, Orígenes [184-253] afirma claramente: 1. que es Dios por esencia, aunque hay que llamarlo Θεός, en lugar de ὁ Θεός, título reservado al Padre, Dios no engendrado; 2. que es de la misma sustancia del Padre, engendrado en modo todo espiritual, como el querer procede del alma; 3. que es eterno, ya que él "non erat quando non erat". Todas estas afirmaciones son la refutación anticipada del arrianismo. Y, más aún, fue quizás precisamente Orígenes quien por primera vez, si el texto relativo es verdaderamente auténtico, empleó la palabra ὁμοούσιος, razonando del Hijo, cuya generación Orígenes define con estas palabras: aporhoea gloriae omnipotentis pura et sincera.
----------Los acusadores de Dionisio de Alejandría [†264] afirmaban que él separaba completamente al Hijo del Padre, haciéndolo una simple creatura adoptada por Dios. Y, en realidad, las fórmulas utilizadas por Dionisio eran idénticas a aquellas de las que se habrían de servir más tarde los arrrianos: "hubo un tiempo en el cual Dios no era Padre y en el cual el Hijo no existía, ἦν ποτε ότε ούχ ἦν". Por otra parte, la atribución del título de hipóstasis a cada una de las personas divinas, a las cuales los sabelianos negaban la realidad, dejaba la impresión de que Dionisio desembocaba con su doctrina en un verdadero triteísmo y tal acusación, ya hecha a Hipólito, resumía todas las demás lanzadas contra el obispo de Alejandría, quien define la generación: aporhoea gloriae omnipotentis pura et sincera.
   
El arrianismo
   
----------Tengamos ante todo presente que estamos en la época de la Iglesia bajo el emperador Constantino El Grande [†337]. El arrianismo consiste esencialmente en la negación de la divinidad del Verbo, del Hijo, es decir, de Dios, de Jesucristo, Nuestro Señor. Arrio [250-336] manifestó abiertamente su error, en Alejandría, un poco antes del 320. Su error fue condenado en el 320 por un concilio alejandrino y, en el 325, por el Concilio ecuménico de Nicea, en el cual el Hijo de Dios fue declarado consubstancial (ὁμοούσιος) al Padre. Constantino hizo exiliar a Arrio y sus principales partidarios. El jefe de éstos, Eusebio de Nicomedia y Constantinopla [†341], retornó muy pronto a estar en gracia con el emperador y supo reunir rápidamente, alrededor suyo, un número considerable de obispos, especialmente de Siria y de Asia Menor, que denunciaron en el vocablo ὁμοούσιος aceptado por ellos mismos en Nicea, el error sabeliano o modalista.
----------La segunda etapa del arrianismo se produjo posteriormente, bajo los emperadores Constancio II y Constante. Si Constante [337-350], emperador de Occidente, se mostró favorable a los católicos, su hermano Constancio [337-361], emperador de Oriente, invadido por la manía de dogmatizar, se dejó ganar muy pronto la mano por los eusebianos. Los exiliados, que habían podido volver a la patria, tuvieron que partir casi inmediatamente, Marcelo en el 338, Pablo de Constantinopla en el 339 y, en el 340, san Atanasio que fue a pedir el apoyo del papa Julio I. Los orientales, que habían recurrido al Papa, se negaron entonces a obedecerle y celebraron en Antioquía una serie de reuniones sinodales con tendencia separatista.
----------Bajo el gobierno de Constancio II, que se convirtió en el único emperador [350-361], los arrianos retomaron sus agitaciones y trataron de imponer a su partido por la fuerza en todo el imperio. Después de haber depuesto al obispo Fotino de Sirmio [300-376], en un sínodo de la misma Sirmio en el 351, que adoptó una nueva profesión de fe, llamada Primera fórmula sirmiense, impulsaron al emperador a separar de Atanasio el Occidente. Constancio se comprometió en los concilios de Arlés [353] y de Milán [355] y exilió a los recalcitrantes. Entonces el partido de los arrianos se dividió abiertamente según sus diversas tendencias, en tres grupos que, de vez en vez, lograban los favores del emperador Constancio.
----------Los primeros que obtuvieron su apoyo y que hicieron reconocer por Constancio su fórmula (llamada II fórmula de Sirmio, del 357), fueron los arrianos absolutos, doctrinarios intransigentes que, al sostener un monarquianismo integral, no solo no admitían que el Verbo fuera Dios, sino que, más bien, afirmaban que el Verbo es incluso disímil del Padre, ἀνόμοιος; se llaman, por eso, anoméi.
----------Contra ellos formaron filas los arrianos moderados, gente ciega que no había querido ver desde entonces el peligro sabeliano, los cuales proclamaron, en una reunión sinodal de Ancira [358], que el Verbo es similar en sustancia (ὁμοιύσιος) al Padre, y, poco después de eso, en otro sínodo reunido en Sirmio, expusieron su fe juntando varios documentos anteriores: todo ello, relativamente ortodoxo, aunque incompleto y por eso peligroso, tuvo el nombre de III fórmula de Sirmio, que Constancio sancionó. Los moderados que tuvieron el mérito de luchar finalmente contra el anomeísmo, se llamaron semiarrianos o homoiusiastas ...
----------Sin embargo, bastante pronto los arrianos propiamente dichos retomaron el dominio de los favores imperiales, presentándose entonces bajo una forma más matizada del anterior crudo y nudo anomeísmo: reconocieron que el Verbo es similar (ὅμοιος) al Padre, pero rechazaron todo uso y cualquier uso de la palabra οὐσία, condenando de este modo tanto al ὁμοιούσιος como al ὁμοούσιος.
----------Los partidarios del ὅμοιος, arrianos más políticos que doctrinarios, formularon su fe en Sirmio en el año 359; y es la IV fórmula sirmiense. Habiendo luego algunos obispos añadido a la palabra "similar" el adverbio totalmente (κατά πάντα) reemplazando así a οὐσία, se suprimió esa adición en una nueva redacción hecha poco después en Niza, de Tracia. El emperador, ganado por los partidarios del ὅμοιος, impuso, a fuerza de violencia y de astucia, su símbolo al episcopado occidental reunido en Rímini y al episcopado oriental, si no precisamente en Seleucia, en el 359, por lo menos en Constantinopla, en el 360.
----------Consideremos ahora la vida de la herejía arriana después de Constancio II [361-381] y el triunfo de la fe nicena. Digamos ante todo que la reacción nicena se determinó inmediatamente después de la muerte de Constancio, progresando muy rápidamente en Occidente. El nombramiento de san Ambrosio [340-397] como obispo de Milán, marca el ocaso del poder arriano [374]. En Oriente, por el contrario, la reacción fue más lenta y esto debido a las escisiones de la iglesia antioquena. Pero fue, también allí, muy eficaz, gracias especialmente a Atanasio de Alejandría [328-376] que fue su iniciador desde el 362 y permaneció en el alma de la reacción hasta su muerte y gracias también a los Capadocios que demostraron posible el acuerdo de las dos fórmulas: una naturaleza (fundamento del ὁμοούσιος) y tres hipóstasis.
   
Arrio y sus primeros defensores
   
----------Arrio [250-336], oriundo de Libia, discípulo de Luciano de Antioquía [240-312] con Eusebio de Nicomedia (en una carta Arrio llama a Eusebio su colucianista), era, a principios del siglo IV, ciudadano de Egipto. Ordenado diácono alrededor del 308 y sacerdote en el 310, tenía en el 313 el encargo de gobernar la iglesia de Baucalis, una parroquia de Alejandria. Arrio se aprovechó de su situación para difundir en Alejandría una nueva doctrina que, quizás por medio de Luciano, se remontaba al adopcionismo de Paolo Samosatense.
----------No se sabe en qué circunstancias se determinó el conflicto entre Arrio y su obispo san Alejandro [250-326], ya que los historiadores transmiten noticias muy divergentes cuando no contradictorias. Condenado por un Concilio reunido, probablemente en el 320, en Alejandría, Arrio se retiró a Palestina, por tanto, junto a su amigo Eusebio, en Nicomedia, y en Nicomedia compuso para dar a conocer sus ideas, una obra titulada Talía (θαλία), una mezcla de prosa y de versos o canciones para que los obreros cantaran durante su trabajo. Fue contra Arrio que se celebró el primer concilio ecuménico de Nicea, en 325. Condenado y exiliado en el Ilirico, Arrio obtuvo, después del 330, su rehabilitación del emperador Constantino al que había presentado una profesión de fe muy vaga, pero Atanasio no quiso recibirlo. Murió imprevistamente volviendo a Constantinopla en el 336.
----------La doctrina de Arrio puede resumirse en estos puntos: 1. Dios es único y no generado (ἀγέννητος). No puede haber comunicación verdadera de su sustancia: todo lo que existe fuera del único Dios es creado, ex nihilo, por la voluntad de Dios. 2. El Verbo es un intermediario entre Dios y el mundo, anterior al tiempo, pero no eterno: hubo un tiempo en que el Verbo no existía: ἦν ποτε ὅτε οὐκ ἦν. 3. El Verbo es, por lo tanto, creado: ἐξ οὐκ ὄντων γέγονε. El Verbo es hecho: γενητός. Si se dice que el Verbo ha nacido, que es engendrado, γεννητός, esto se debería entender de una filiación adoptiva. 4. De estas premisas se deduce que el Verbo es falible por naturaleza, pero su rectitud moral lo salvó de toda caída. El Verbo es inferior a Dios, pero, por otra parte, es creatura tan perfecta que no puede existir un ser que le supere. Representantes de los anomeos: Eunomio [335-393]; de los oméi: Acacio de Cesarea [†366]; de los homoiusianos: Basilio de Ancira [†360].
----------Entre los defensores de la fe nicena encontramos a Alejandro de Alejandría [212-328): el Verbo no es creado, sino que es eterno, es Dios. Inferior al Padre sólo por su carácter de ser generado, el Verbo deriva su ser del ser mismo del Padre (ἐξ αὐτοῦ τοῦ ὄντος Πατρός), fórmula que, implícitamente, contiene el ὁμοούσιος.
----------Atanasio de Alejandría [295-373] identifica ordinariamente οὐσία y ὑπόστασις; sin embargo, en el concilio del 362, permite decir tres hipostasis, lo que no le prohíbe escribir, en el 369 (carta a los Africanos), que la hipostasis es la sustancia. Atanasio emplea a menudo términos incorrectos (similitud del Padre y del Hijo, similitud secundum substantiam) que han inducido a ciertos lectores, prevenidos o superficiales, a creer que Atanasio haya rechazado, algunas veces, el consustancial.
----------"En realidad el consustancial se encuentra, sí, en todas las obras atanasianas, pero en todas partes mezclado con expresiones sospechosas" dice G. Bardy. Respecto a la Trinidad, "Atanasio no se cansa nunca de enunciar, en todas las formas y en toda ocasión, los dos o tres principios que, para él, resumen el misterio: el Hijo procede del Padre por generación, no por creación, perteneciendo por tanto a la sustancia del Padre del cual es, por eso, la imagen viviente. Es el manantial de la fuente, es el esplendor inseparable de la luz. Por su parte, el Espíritu pertenece a la sustancia del Hijo de la cual Él recibe y así como el Hijo está en el Padre de la misma manera que el Espíritu está en el Hijo del cual es imagen". Se da por consiguiente en la Trinidad una misteriosa unión de naturaleza que, en una sustancia común, produce una operación común y que no tiene nada que ver con la unión moral, sólo accesible a la creatura.
----------Más allá de estas ideas que son el misterio en sí mismo, Atanasio no quiere entender nada más, sino que exige que la mente humana respete lo arcano y se detenga allí donde la Biblia queda muda. Y así en Dios, junto con el Padre y constituyendo con Él una sola naturaleza (ταυτόν), hay un Hijo eternamente engendrado de su sustancia y un Espíritu Santo que tiene, del Hijo, todo lo que posee (Ep. Serap. III, 1). Esta concepción trinitaria, solidísima, sí, pero también rudimentaria, será completada luego por los Capadocios.
----------La doctrina arriana del Verbo tenía, por principio, la trascendencia divina y la necesidad de un mediador entre Dios y la creatura. A esta base filosófica Atanasio opone otra doctrina, revelada, es decir, el misterio de la Redención que parece preocuparlo más que cualquier otro.
----------Atanasio combate con tanta energía contra los arrianos únicamente porque ellos, al negarse a reconocer a Cristo como Dios, por así expresarnos, le roban a su Salvador. ¿Cómo podrá el hombre ser liberado de su esclavitud de la culpa, pregunta Atanasio, si Cristo no es Dios? "Si el Cristo no hubiera sido en sí mismo la imagen sustancial del Padre, si no hubiera sido Dios más que por empréstito y por participación, nunca habría podido deificar a nadie, siendo él mismo un ser deificado. Y de hecho, no podría comunicar nada a los demás, porque lo que tiene no es suyo, sino que sigue siendo propiedad del donante, y la limosna recibida por él solo sirve para cubrir su miseria y su desnudez" (De Synodis, cap.51).
----------Cirilo de Jerusalén [313-386] varió en sus comuniones, pero no es igualmente cierto que variara en su fe, por más que lo diga Rufino [345-411]: "aliquando in fide, saepius in confessione variabat" (St.Eccl. I, 23). Parece que él quisiera mantenerse, desde antes, neutral entre los partidos, pero no se puede probar nunca que haya cuestionado o combatido la fe de Nicea. Apoyó, ciertamente, a los homoiusiastas, en su lucha contra los partidarios del ὅμοιος, pero no actuó de manera diferente a la que había actuado san Hilario. Cirilo no utiliza la palabra ὁμοούσιος, pero esta palabra no tenía ninguna razón para ser utilizada en las célebres Catequesis.
----------En cuanto a los Capadocios, Basilio el Grande [330-379] define así a la οὐσία o sustancia: "Lo que es común en los individuos de la misma especie (τὸ κοινόν), lo que estos individuos poseen todos por igual y que hace que se designen a todos con un mismo vocablo sin necesidad de designarlos uno por uno". Esta οὐσία, para que exista verdaderamente, debe ser completada mediante caracteres propios que la determinan y la circunscriben: la persona o hipostasis (ὑπόστασις), es el ser así determinado y diferenciado, el ser concreto. Esta definición no distingue suficientemente a la persona del individuo.
----------Sin embargo, san Basilio ponía las bases de una distinción más exacta afirmando que la hipóstasis es un ser καθ ἔκαστον, es decir existente por sí mismo, aunque luego no insistiera lo suficiente en esta existencia propia de la persona, del ser que se pertenece a sí mismo. Con estas distinciones, Basilio explicaba el uso que hacía de la fórmula originaria de las tres hipostasis, en la cual formula veía el complemento necesario de la definición nicena. Los dos Gregorios eran del mismo parecer.
----------Por cuanto respecta al término πρώσοπον, que traduce, literalmente, la palabra latina persona, Basilio no lo aceptaba más que con las debidas reservas, a causa de su origen. Como se sabe, tal vocablo, venido del teatro, podía no designar más que una parte representada y por tanto había peligro que favoreciera el sabelianismo para el cual la distinción de las personas en Dios era solamente la expresión de las diversas partes representadas por la misma y única persona divina. El término hipóstasis ofrecía a sus ojos mayores garantías de ortodoxia (Basilio, Epist. 236). Gregorio Nacianceno [329-389] es menos absoluto que Basilio y adopta el vocablo πρώσοπον con, por otra parte, las oportunas reservas (Orat. 29, teol. III, 2). Gregorio de Nisa [330-400] lo adopta. Aún así, el vocablo no se convirtió en Oriente en uso común hasta el siglo V.
----------La naturaleza misma del misterio de la Santísima Trinidad hace que no solamente no podamos comprender la pluralidad de las personas en la unidad de la naturaleza, sino que apenas podamos exponer el misterio mismo. Poniendo en primerísima línea la unidad de naturaleza, como se hacía en Occidente y en Egipto, se corre el peligro de comprometer la distinción real de las personas y se puede caer en el modalismo. Si, en cambio, se pone en primerísima línea la distinción de las personas, entonces se puede fácilmente caer en el triteísmo, aunque siendo posible evitarlo sosteniendo categóricamente la unidad divina. Estos dos puntos de vista son ambos legítimos y ortodoxos, siempre que no se excluyan mutuamente.
----------San Basilio el Grande escribe: "En cuanto a nosotros, según la palabra de verdad, no decimos el Hijo ni semejante al Padre ni disímil del Padre, ya que una cosa y la otra igualmente repugnan. Similar y disímil se dice de las cualidades [accidentales] y en Dios no existen las cualidades accidentales. Sino que, confesando la identidad de la naturaleza, admitimos el ὁμοούσιος, y evitamos añadir [por composición] al Padre, que es Dios en sustancia, el Hijo engendrado, Dios también Él en sustancia, porque eso es precisamente lo que significa la palabra ὁμοούσιος" (Epístola VIII, 3).
----------San Gregorio de Nacianzo entiende el ὁμοούσιος en el sentido de una identidad sustancial absoluta: para él, las personas son distintas, pero no es ya distinta la divinidad que permanece indivisa (Orat. 31, teol.V,14). Parece que él haya condensado toda su doctrina en esta fórmula de veras lapidaria: ἕν τὰ τρία τῇ θεότητι: unum (sunt) tres divinitate, et (hoc) unum (est) tres proprietatibus (personalibus) (ibid., n.9).
----------San Gregorio Niseno enseña que la οὐσία no es compartida entre las personas, de modo que hay tres, como hay tres πρώσοπα. Es cierto que él exige que, como decimos, hablando del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que él es un solo Dios y no ya tres dioses, así también, hablando de Pedro, Santiago y Juan, deberíamos decir que él es un solo hombre y no ya tres hombres, pero de esto no se puede deducir que, por lo tanto, para él, las tres Personas son tan distintas como lo son tres hombres. Gregorio aquí se engaña no ya sobre Dios, sino sobre el hombre: engañado por un idealismo exagerado debido a la influencia platónica, él no se da cuenta que entre los hombres, a diferencia de Dios, sólo la esencia abstracta es común, pero no esa esencia concreta y real existente, en sí y de por sí, que es precisamente la persona.

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