La teología es la ciencia de un dato histórico, la divina Revelación, que se ha explicitado gradualmente y continúa explicitándose lenta y progresivamente en el vasto cuerpo eclesial, bajo la dirección y la garantía de un Magisterio dotado de inequívoca veracidad. De ahí se sigue que la historia del dogma debe constituir como el marco y el clima de la teología. Sigamos repasando la historia del dogma cristológico en los tres grandes Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia. [En la imagen: fragmento de "Concilio Ecuménico de Éfeso del 431", detalle del mosaico de la Basílica de Fourvière, en Lyon, Francia].
Concilio de Éfeso
----------Antes de tratar específicamente de lo sancionado en el Concilio de Éfeso, veamos en primer lugar algunos aspectos de la cristología de los Padres Apostólicos. La divinidad de nuestro Señor Jesucristo es también afirmada con gran nitidez por los Padres apostólicos. Éste era, más bien, el punto esencial de la catequesis cristiana. La insistencia sobre tal verdad no dejó de inducir a ciertos cristianos a poner en duda el carácter real de la humanidad de Jesús. Pues bien, de esa vertiente surgió el docetismo (de δοκέω, parecer), la doctrina que enseñaba haber sido el cuerpo del Salvador una pura parodia, y que se difundió sobre todo en Asia Menor a principios del siglo II, y san Ignacio de Antioquía [35-110] tuvo que batirse en la batalla. En todas sus epístolas a las iglesias orientales, él afirma con incomparable fuerza de expresión que Jesús es verdaderamente hombre y su celo por mantener intacta la verdad sobre este punto lo ha hecho el primer teólogo de María, de la cual ha defendido tanto la divina maternidad como la virginal concepción. Pero, al mismo tiempo, san Ignacio reconoce expresamente la divinidad de Jesús llamándolo a veces Dios (ὁ Θεός; Smyr. I), mi Dios (ὁ Θεός μου ; Rom. VI), nuestro Dios (ὁ Θεός ἡμῶν ; Ef. Inscriz.), el Dios Jesucristo (Θεός Ἰεσοῦς Χριστός ; Trall. VII) y practicando con toda seguridad lo que los teólogos llamarán luego la comunicación de los idiomas. Los demás padres apostólicos presentan una doctrina similar.
----------Judeo-cristianos. La tendencia intransigente de los judeo-cristianos de la época apostólica sobrepasó a los apóstoles y, al agudizarse, dio origen al grupo de herejes llamados más tarde exclusivamente ebionitas. Tenían ellos un evangelio que ellos decían según san Mateo pero que es muy diferente del evangelio de los Hebreos usado por los Nazarenos, y según observa el padre Lagrange, se trata sin duda de una reformulación del evangelio de Cerinto. Les faltaban especialmente los relatos de la infancia y no se les hablaba de la concepción sobrenatural de Jesús, que los ebionitas rechazaban.
----------El marcionismo. Marción de Sinope [85-160] rechaza la autoridad de todo el Antiguo Testamento, obra de un Dios injusto, vengativo y cruel, para no reconocer más que la de una parte del Nuevo Testamento (Evangelio de san Lucas y diez cartas de san Pablo) afirmando que solo estas secciones del canon revelan al Dios bueno y misericordioso. Por más que esté atenuado, el dualismo gnóstico subsiste en las ideas de Marción acoplado al más estricto docetismo. Una moral rígida y estrecha completa su enseñanza.
----------Por cuanto respecta a san Ireneo de Lyon [140-202] él afirma claramente que Cristo es Dios, el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, el creador y, al mismo tiempo, Él es hombre, de nuestra raza y nuestro hermano. Y no obstante su nacimiento virginal (que san Ireneo demuestra ampliamente), Él ha pasado todos los estados humanos (edad, pruebas, dolores). San Ireneo tiene la idea clarísima tanto de la unidad personal como de la dualidad de las naturalezas en Cristo, demostrándolo magistralmente por el amplio uso que hace de la comunicación de los idiomas ("ipsum Verbum incarnatum suspensum est super lignum" Adv.haer. V, 18, 1). Por otra parte, Jesucristo debe ser Dios para que pueda cumplir su misión en el mundo. San Ireneo llama οἰκονομία al conjunto del plan divino para la salvación de los hombres.
----------Respecto a Tertuliano [160-220] en su De Carne Christi establece, contra el docetismo, la realidad del cuerpo de Jesús, argumentando que negarla equivale a destruir la propia redención: y es en este punto que hallamos con admiración aquella célebre y apasionada expresión: "parce unicae spei totius orbis!" (¡Sé comprensivo con la única esperanza del mundo!, cap. 5). Para Tertuliano, el cuerpo de Jesús no es ya un cuerpo celestial, sino un verdadero y propio cuerpo nacido de mujer: Jesús debía nacer porque debía morir. Y para mejor acentuar la prueba de tal doctrina, Tertuliano llega a negar la virginidad de María, pero no ante partum, sino solo in partum, por otras razones llega hasta negar la virginidad de María post partum.
----------En el ámbito de su cristología, Tertuliano distingue muy bien las dos naturalezas de Cristo, duae substantiae, y defiende especialmente la realidad de la naturaleza humana de Cristo contra lo afirmado por el docetismo, sentenciando sin embargo con toda claridad su unión en una sola persona: "Videmus duplicem statum, non confusum, sed coniunctum in una persona, Deum et hominem Jesum" (Adv. Prax. 27): Vemos un solo estado, no confundido, sino conjunto en una sola persona, Dios y el hombre Jesús.
----------Escuela de Alejandría. En la cristología se observa la misma tendencia a poner de relieve el lado divino del Hombre-Dios, su naturaleza divina, sobre todo su divina Persona, con el riesgo, también aquí, de dejar quizás un poco en sombra su humanidad, como en la exégesis es costumbre de los alejandrinos detenerse apenas a la letra para asaltar de un golpe al espíritu de ella, que constituye precisamente el elemento divino. Los alejandrinos serán los defensores de la unidad sustancial y personal de Cristo y en el siglo siguiente un san Cirilo [370-444] afirmará a tal punto y con tanta fuerza, que el monofisismo se enmarcará, para dar un tono autoritario, de sus audaces fórmulas, deformando sin embargo el íntimo y correcto pensamiento.
----------Escuela de Antioquía: en materia cristológica se insiste gustosamente en Antioquía sobre la humanidad del Salvador, (como se insiste no menos gustosamente sobre la letra de la Biblia) hasta el punto de parecer a veces descuidar el vínculo sustancial que une esta humanidad con la divinidad en la unidad personal del Verbo hecho carne. En definitiva, la tendencia a distinguir en el Cristo al hombre y a Dios, desafortunadamente desemboca incluso antes de Nestorio en la negación del Hombre-Dios.
----------Cabe hacer una mención especial de san Epifanio de Salamina [315-403]. En cristología, Epifanio se pronuncia enérgicamente contra Apolinar, por la integridad de la naturaleza humana de Cristo, pero, por otra parte, a diferencia de algunos Antioquenos, mantiene la comunicación de los idiomas y, especialmente, el título de θεοτόκος con respecto a María (cf. Ancoratus, n.75).
Nestorio
----------Nestorio [386-451] (para este tema, recomendable es la Patrología de Berthold Altaner, pp. 348-349), nacido después del 381 de padres persas, fue jeromonaco en Antioquía y probablemente discípulo de Teodoro de Mopsuestia [350-428]. Por la fama que le procuró su elocuencia fue invitado por el emperador Teodosio II [401-450] a ocupar la sede patriarcal de Constantinopla, en 428. Mostró gran celo contra los judíos y los herejes; en cambio, trató a los pelagianos con dulzura y consideración.
----------Cuando Nestorio decidió llevar al púlpito la cristología antioquena (y la implícita controversia alrededor del título Theotokos) fue considerado hereje. El Concilio de Éfeso del 431 condenó su doctrina y lo declaró decaído por ser "maestro impío". El emperador lo relegó a un monasterio, y en el año 436 lo exilió a Oasi en Egipto, donde murió no antes del año 451.
----------Errores de Nestorio. Según la opinión tradicional (Cirilo, Concilio efesino), Nestorio negaba la unión hipostática en Cristo, enseñando que había en él dos hipóstasis unidas solo moralmente. Nestorio protestó contra la acusación de que sostuviera la doctrina, ya condenada por la Iglesia, de los "dos Hijos", destruyendo la unidad del Cristo; en base a sus convicciones filosóficas (neoplatónicas) en torno al vínculo existente entre el elemento corpóreo y el inteligible, él no consideraba dañada la unidad de Cristo. De hecho, sin embargo, su enseñanza del ἕν πρώσοπον, en Cristo, a quien se unen (κατ'εὐδοκίαν) los dos prosopa de la naturaleza humana y divina, no era tal que eliminara la idea de una unión puramente moral de las dos naturalezas. De este modo Nestorio venía a negar expresamente una unión física o hipostática, reconociendo por tal modo obviamente al Cristo, no ya el Logos, como el sujeto de todos los atributos y de todos los actos divinos y humanos. En comparación con esto, la admisión que estaba dispuesto a hacer de la communicatio idiomatum -en base a la cual declaró más tarde que también podía aceptar el título de theotokos siempre y cuando sea "rectamente entendido"- así como su silencio en torno a la peligrosa enseñanza antioquena de la "búsqueda positiva", no tienen una importancia decisiva. Nestorio consideró hasta la hora de su muerte que estaba en la fe ortodoxa y que también el mismo papa León I había enseñado su dualismo (EP 2057 a/g).
----------Los Capadocios. En cristología, los Padres Capadocios han sostenido con gran energía, contra Apolinar, la integridad de la naturaleza humana del Salvador, también evitando el dualismo hipostático de Teodoro de Mopsuestia. En el Cristo hay dos naturalezas pero no ya dos hijos escribe San Gregorio de Nacianzo (Epist., X), quien, por otra parte, reconoce expresamente a María el título de θεοτόκος, madre Dios. San Gregorio de Nisa afirma igualmente que el Cristo no es ἄλλος y ἕτερος, sino ἕν πρώσοπον (cf. Contra Eunom., V), desarrollando también la teoría de la comunicación de los idiomas, ya esbozada por Orígenes. Sin embargo, no obstante tal firmeza de su fe, basada en la tradición, se encuentran en sus libros ciertas expresiones que, si no se las explicara debidamente, teniendo en cuenta el conjunto de su doctrina, parecerían favorecer a veces el monofisismo y a veces el nestorianismo. La terminología cristológica no fue establecida y definitivamente sancionada hasta después de las grandes controversias del siglo V.
----------En cuanto a Apolinar de Laodicea [310-390], si por su culto del sentido literal se vinculaba a la escuela de Antioquía, no disintió toto coelo en sus conceptos cristológicos. Los Antioquenos fueron inducidos por su insistencia en el literalismo bíblico a poner en la primerísima línea el lado humano de Jesús, a hacer resaltar de todo relieve la perfección humana en Cristo usando a veces términos y frases tan audaces que casi comprometen la unidad personal del Señor y hacen parecer imposible que este hombre perfecto fuera, al mismo tiempo, también verdaderísimo Dios. Dualismo excesivo que conducía oblicuamente al arrianismo. Apolinar juzgó tal conclusión como ineluctable y para mantener la unidad de persona en Jesús, es decir para defender su personalidad divina, creyó necesario mutilar a la humanidad afirmando que, no poseyendo el Cristo alma humana propiamente, el Verbo tenía en él el puesto de su alma. De lo cual se ve que a Apolinar le faltaba una noción exacta de la persona. Y sucedió que, mientras su refutación del exagerado dualismo dio en el blanco, su teoría explicativa del misterio, en cambio, fue desastrosa.
----------De manera que Apolinar de Laodicea, quien fue dicotomista en el primer período de su vida, comenzó por negar en Cristo toda alma creada, incluso puramente animal. Más tarde, convertido en tricotomista, reconoció en la humanidad de Jesús un cuerpo y un alma animal (ψυχή), pero en cambio le negó un alma inteligente, afirmando que el Verbo era su νοῦς, su πνεῦμα.
----------Las consecuencias lógicas del sistema fueron: 1. el Verbo no se hizo hombre, sino que se encarnó en el sentido crudamente literal de la palabra. No hubo entonces ἐνανθρώπησις, sino simplemente σάρκωσις. Sin embargo, Apolinar amaba la expresión "perfectus homo", pero entendiéndola a su manera. 2. Es, pues, la carne de Jesús la que nos salva: solo nuestra carne es salvada: nuestra alma lo será mediante la unión moral con Cristo. 3. El monofisismo es el vértice y el centro de todo su sistema: en Jesucristo no hay más que una única naturaleza, sin que, por otra parte, haya transformación de una de las dos naturalezas en la otra, o fusión de las dos en una nueva: el Verbo, naturaleza completa, no se convierte ya en otro, sino que existe "de otra manera" en el Cristo: su naturaleza divina, que es ἄσαρκος, deviene σεσαρκωμένη: pero no hay en él una naturaleza porque el cuerpo no es por sí mismo una naturaleza: es la unión del alma y del cuerpo la que explica mejor la unión del Verbo y de la carne. 4. Rebus sic stantibus, no sólo hay en el Cristo un solo término de nuestras adoraciones, sino que también hay un solo principio de operaciones y de libre actividad. El monotelismo completaba lógicamente la tesis monofisita.
----------Por cuanto respecta a Teodoro de Mopsuestia [350-428], su cristología es bien conocida no solo por su De Incarnatione y su De Assumente et Assumpto o bien por su Contra Apollinarium, sino también por sus obras exegéticas. La llamada cristología teodoriana se reduce toda a la afirmación de una doble personalidad en el Cristo, la del hombre y la del Verbo, Hijo de Dios. Afirma, sí ciertamente, Teodoro con la tradición que existe en Cristo "unidad personal, unidad de filiación, de señorío, de dignidad, de autoridad, unidad de grandeza adorable", pero preocupado por la idea de salvar la perfección de las naturalezas y confundiendo la naturaleza completa con la persona, la unidad personal que él profesa y enseña es puramente moral: "Cuando nosotros distinguimos las naturalezas, decimos que la naturaleza del Dios Verbo es completa y que es completa también su persona, ya que no se puede decir que una hipostasis sea impersonal. Y de similar modo decimos que la naturaleza del hombre Cristo es completa y también completa su persona. Pero cuando consideramos la unión decimos que no hay más que una persona" (De Incarnatione Filii Dei; VIII; PG 66, 981). La cual unión es un vínculo, una relación, una inhabitación del Verbo en el hombre, no ya en virtud de una presencia en sustancia o sustancial (οὐσία) ni tampoco en acción u operativa (ἐνεργέιᾳ), sino solo en virtud de una complacencia (εὐδοκία) del Verbo en el hombre.
----------Contra toda la tradición, Teodoro negaba la comunicación de los idiomas: el Jesús de la historia es solo el hombre, ni se le pueden atribuir las acciones y los títulos del Verbo. María no es θεοτόκος (madre de Dios), más que por relación (es decir por metáfora); Jesús es, sí, llamado Hijo de Dios, pero solo por gracia (χάριτι). No es Dios que ha nacido y que ha muerto, sino el hombre, el hijo de David. Teodoro distinguía pues claramente dos hijos en Jesucristo: y su cristología es un verdadero dualismo hipostático.
----------Por cuanto respecta a Teodoreto de Ciro [393-458], cuando comenzaron las controversias nestorianas, él se sintió impulsado a entrar en la lucha, no tanto por la simpatía que le ligaba al obispo de Constantinopla, su amigo, sino por lo que parece, por una convicción personal. En el 430, Teodoreto sugirió a Nestorio que se sometiera al Papa, pero cuando aparecieron los anatemas de san Cirilo, creyó encontrar en ellos el apolinarismo y no dudó en criticarlos en un tratado que la réplica ciriliana (Apologia contra Theoeoretum) nos conservó quizás enteramente. En el concilio de Éfeso, Teodoreto estuvo junto a Juan I de Antioquía. Y muy pronto atacó de nuevo a Cirilo igual que al mismo Concilio efesino en una amplia obra de 5 libros (perdidos excepto algunos fragmentos), el Pentalogium de Incarnatione. Los opúsculos de Teodoreto sobre la Trinidad y sobre el Verbo hecho hombre vieron la luz alrededor de la misma época. En el 433, por razones más bien personales que doctrinales, Teodoreto se negó a suscribir la fórmula de unión que él mismo había inspirado, si no incluso redactado. No se adhirió a ella hasta el 435, pero por mucho tiempo aún no convino en condenar a Nestorio. Más aún, poco después se puso a defender a Teodoro de Mopsuestia contra los ataques de San Cirilo que había abierto entonces una campaña contra ese auténtico padre del nestorianismo.
----------Sin embargo, el verdadero y propio monofisismo estaba haciendo reales progresos abusando del concilio de Éfeso y de la autoridad del obispo de Alejandría. Teodoreto fue uno de los primeros en denunciarlo, en el Eranistes (el Mendicante), escrito que se titula también el Versátil (πολύμορφος), en el 447: en el cual libro, efectivamente, el autor denuncia una doctrina que no es más que un centenar de tonterías que han sido mendigadas aquí y allá en los libros de los viejos herejes, una quimera de múltiples formas y múltiples aspectos. El trabajo comienza con tres diálogos en los que se establece que el Verbo encarnado no ha sufrido, encarnándose, ningún cambio en su divina naturaleza (ἄτρεπτος, immutatus), que no hay en Él mezcla de lo divino y de lo humano (ἀσυγχύτος, inconfusus) y que Él es absolutamente impasible (ἀπαθής, impassibilis). Una cuarta parte resume la discusión en forma de tratado didáctico.
----------Un escrito de tal gémero debía ganar a Teodoreto el odio de los monofisitas, los cuales en efecto después del llamado latrocinio de Éfeso (449), lo depusieron y lo confinaron en su viejo convento de Nicerta. Llamado y acogido por el Concilio de Calcedonia, a pesar de las protestas de los monofisitas, fue rehabilitado y restituido a su cátedra por los legados del Papa y del emperador, pero solo después de haber firmado la condena de Nestorio y haber golpeado con anatema sus doctrinas: "Anátema a Nestorio, anátema a quien no llama a la santa Virgen María Madre de Dios, y divide en dos al único Hijo de Dios" (Mansi VII, 189). El Concilio respondió a esta franca y solemne declaración saludando al obispo de Ciro con el título de "Doctor católico". Teodoreto murió alrededor del año 458, en comunión con la Iglesia.
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