Rahner no tiene suficientemente en cuenta los riesgos, los peligros y las insidias que vienen del mundo del espíritu demoníaco -aquel que el Evangelio llama "espíritu impuro"- y entonces ¿quién nos asegura que los graves errores contenidos en la teología de Karl Rahner no dependan en alguna medida de su falta de vigilancia o de su carencia de discernimiento frente a los influjos que puedan provenir de este mundo donde domina el que Nuestro Señor llamó "padre de la mentira"? [En la imagen: fragmento de "Mesa de los Pecados Capitales", óleo sobre tabla de madera de chopo, pintado entre 1505 y 1510, por Jheronimus van Aken, El Bosco, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].
Un gravísimo problema en Rahner: el pecado original
----------Pero con lo que hemos reportado de Rahner sobre el pecado en nuestra nota de ayer, no se ha terminado todavía. El buenismo trascendental rahneriano hace surgir un gravísimo problema: el del pecado original. Si la gracia es un apriori de la naturaleza humana, si nacemos todos buenos, ¿qué sentido tiene hablar de "pecado original"? En efecto, según la doctrina de la fe, el pecado original es la culpa cometida por nuestros progenitores bajo la instigación del demonio que se transmite a través de la generación a toda la humanidad, de modo que la Iglesia supone que todo ser humano que viene a este mundo tenga necesidad de ser liberado con el Bautismo de la culpa original, aún cuando Dios puede liberar de esta culpa también de otros modos por Él conocidos, antes e independientemente del Bautismo. Pero veamos cómo Rahner entiende el pecado original.
----------Pero antes, quisiera hacer una aclaración al margen. Cuando se habla de Bautismo, no se entiende necesariamente el rito litúrgico del Bautismo de agua instituido por nuestro Señor Jesucristo. Ésta es, por cierto, la vía ordinaria para la salvación. Sin embargo, la Iglesia reconoce también la existencia del así llamado Bautismo de sangre o Bautismo de deseo, que son vías extraordinarias de salvación. La misericordia y la omnipotencia divinas, en efecto, son tales como para salvar también sin sacramentos en sentido estricto, a aquellas almas que sin culpa no han tenido la posibilidad de recibirlos.
----------En primer lugar, debemos decir que Rahner no distingue la culpa del pecado personal de Adán, de aquella culpa transmitida a los descendientes, por lo cual tiene buen juego en excluir que la segunda se transmita ya que no se transmite la primera: "El 'pecado original' en el sentido cristiano no significa de ningún modo que la originaria acción personal de la libertad del primer hombre o de los primeros hombres pasa a nosotros como nuestra cualidad moral. En el 'pecado original' no se nos imputa el pecado de Adán. La culpa personal como acción originaria de la libertad no puede transmitirse [...]. Para la teología católica 'pecado original' de ningún modo significa que la cualidad moral de las acciones del primer hombre (o de los primeros hombres) haya pasado a nosotros, sea por una imputación forense de Dios, sea por un proceso de herencia biológica, como quiera que ésta se piense" (Curso fundamental, op.cit., pp. 141-142).
----------Rahner olvida aquí que la teología católica siempre ha tenido cuidado de distinguir la culpa personal de Adán de la culpa que él transmite al género humano. Sólo ésta es la culpa del pecado original que viene biológicamente transmitida a las generaciones subsiguientes y viene lavada por el Bautismo.
----------En segundo lugar, continúa Rahner, "los relatos del primer capítulo del Génesis sobre el principio de la historia humana tampoco son un 'reportaje' transmitido desde el principio a través de las generaciones sobre los sucesos de la historia originaria, ni un reportaje que en cierto modo haya transmitido Dios como quien tomó parte en la historia originaria; han de entenderse más bien como una etiología, la cual, desde la actual experiencia trascendental sobrenatural, infiere lo que tuvo que suceder al principio como fundamento histórico de esta experiencia actual" (Curso fundamental, op.cit., p.200).
----------En otro lugar Rahner afirma sin medios términos que la "revelación originaria en el paraíso terrenal parece a primera vista ser una antigua representación mitológica, que hoy no podemos ya compartir", con la excusa de que "resulta difícil concebir cómo ella haya sido transmitida y haya vuelto a aparecer en tiempos subsiguientes" (Sociedad humana, op.cit., p.518). Respondo diciendo que, si la Iglesia, con su autoridad infalible, nos asegura que la sustancia del relato genesíaco, tal como la Iglesia lo interpreta, es históricamente atendible, el verdadero católico no debe ver en esto dificultades insuperables. No es imposible que Dios conserve una sagrada tradición por períodos larguísimos, tal como sabemos que el Evangelio será conservado intacto por la Iglesia hasta el fin del mundo, aunque tuvieran que sucederse tres millones de años. Pero aquí es necesario tener una consciencia de la permanencia de los contenidos conceptuales, que lamentablemente en Rahner está ausente.
----------También aquí la "experiencia trascendental" (verdadero resorte comodín en toda la ideología rahneriana) desarrolla su función sistemática de mistificar o falsificar todas las nociones fundamentales del cristianismo, dejando solamente la palabra. La doctrina de fe del pecado original, esclarecida por san Pablo y dogmatizada desde los tiempos del Concilio de Trento, es, en cambio, muy diferente: ella habla de una culpa realmente cometida por la pareja primitiva bajo la instigación del demonio, culpa en sí misma personal, pero que al mismo tiempo se ha propagado por generación a todo el género humano.
----------Rahner, por el contrario, sostiene arrogantemente la hipótesis del poligenismo y, por tanto, rechaza su condena hecha por Pío XII en la encíclica Humani generis de 1950, interpretando falsamente las palabras del papa Pacelli cuando el venerable pontífice se expresa diciendo que "No se ve por modo alguno cómo puede esta sentencia conciliarse con lo que las fuentes de la verdad revelada y los documentos del magisterio de la Iglesia proponen sobre el pecado original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo Adán y que, transfundido a todos por generación, es propio a cada uno" (Denzinger 3897).
----------Según Rahner, aquí, en estas palabras de Pío XII, no estaría contenida una condena incondicionada, sino que el Papa se limitaría a afirmar que en su tiempo no se veía como la cosa pudiera ser posible. Por el contrario, en base a los subsiguientes progresos de las ciencias humanas, bíblicas y teológicas, hoy, según Rahner, se puede comprender cómo la cosa es posible.
----------Ahora bien, lo que debemos decir es, en cambio, que el papa Pío XII, con la mencionada expresión, no prospecta ninguna posibilidad de que en el futuro lo que él dice pueda ser desmentido, sino que, por el contrario, inserta en su modo de expresarse un adverbio que excluye eso de modo absoluto -nequaquam-, por lo cual no podrá nunca suceder ningún progreso del humano saber que desmienta las palabras del Papa, las cuales hacen referencia a un dato inmutable de la doctrina de la fe.
----------La cuestión del pecado original nos da la ocasión también para preguntarnos cómo explica Rahner el origen del pecado. Hemos visto cómo para Rahner el pecado y su consecuencia, que es la muerte, conviven con la gracia y la vida. El pecado y su consecuencia, al fin de cuentas, son irrelevantes, ya que la experiencia trascendental asegura en cualquier caso a todos gracia, salvación y vida. Por cuanto respecta con más precisión a la mencionada cuestión, Rahner, como hemos visto, ignora el relato del Génesis y por tanto no reconoce cuanto la Biblia nos dice sobre el primer origen del pecado: el pecado del ángel.
----------Aunque Rahner reconozca que la existencia del demonio es un dato de fe enseñado por la Iglesia, el teólogo alemán pasa por alto completamente la demonología, considerándola un conjunto de simples opiniones teológicas "a menudo excesivamente proliferante y en contaminación con la Revelación" (Sacramentum Mundi, vol.III, op.cit., voz: Demonología). Rahner, por tanto, no ve en la Escritura, ni en la Tradición, ni en la doctrina de la Iglesia (Catecismo), ni en la enseñanza de los Santos, ni en la liturgia (Ritual del Exorcismo), una fuente segura y autorizada para la edificación de la demonología, sino que, con actitud gnóstica, considera poder ver en ella una "suposición no vinculante o aplicación de principios teológicos generales, [...] que no son capaces propiamente de alcanzar en sí mismo al elemento específico de este ámbito".
----------Ahora bien ¿cuál sería este ámbito? ¿Cuál es, según Rahner, el "tema genuino" -como él dice-, que sería apenas imperfectamente e inadecuadamente adumbrado -se diría en forma mitológica- por la demonología (y por tanto por la misma doctrina de la Iglesia)? Sería, según él dice, "la doctrina según la cual el mal en el mundo, también como situación del hombre, tiene su profundidad, que no es simplemente la del hombre y de la historia por él autónomamente administrada, sino que es superada sólo por el acto escatológico de Dios en Cristo, acto que realmente nos viene asignado y adjudicado".
----------Ahora bien, todo esto puede tener sin duda alguna verdad propia, pero no hay quien no vea -al menos si se tiene en cuenta la precisión de la doctrina católica- cómo aquí se permanece en la vaguedad, y se esté ignorando completamente lo que la demonología tiene de específico, tanto en cuanto respecta a la acción propia de Satanás en este mundo, como en lo que concierne a las indicaciones específicas de la doctrina católica relativas al modo personal de vencer a la tentación demoníaca.
----------Ciertamente es verdad que ha llegado a formarse hoy una inmensa literatura demonológica donde no faltan las visuales fantásticas, discutibles o erróneas; pero esto se corrige no simplemente aboliendo la demonología sino elaborando una demonología construida seriamente, fiel a la Iglesia, y capaz de refutar los errores y de ayudar a las almas en la lucha contra el maligno.
----------La total ausencia de los contenidos específicos de la demonología, que Ranher reduce a lo fantástico, a lo mitológico o como máximo a lo teológicamente opinable, deja su pesada huella -como es fácil de advertir- en la concepción rahneriana del pecado, ya que es precisamente de la demonología que se recaba la doctrina más rigurosa y radical sobre la esencia del pecado (véase: C. Journet, J. Maritain, Philippe de la Trinité, Le péché de l'ange. Peccabilité, nature et surnature, Beauchesne, Paris 1961), ya que el pecado, como atestigua la misma Revelación, tiene su origen primero precisamente en el demonio.
----------De esta manera, podemos sin duda concluir que Rahner no tiene suficientemente en cuenta los riesgos, los peligros y las insidias que vienen del mundo del espíritu demoníaco -aquel que el Evangelio llama "espíritu impuro"- y ¿quién nos asegura que los graves errores contenidos en la teología de Rahner no dependan en alguna medida de su falta de vigilancia o carencia de discernimiento frente a los influjos que puedan provenir de este mundo donde domina aquel que Jesús llamó "el padre de la mentira"?
----------Todo hace parecer que precisamente de este mundo diabólico derive otra perturbadora afirmación de Rahner que parece acusar a Dios acerca del origen del pecado: "Dios es también siempre responsable de haber permitido que en el mundo se introdujera el pecado libre, ya que habría podido evitarlo también dejando subsistir la libertad" (Nuevos ensayos, vol.III, op.cit., p.295).
----------Es cierto que Dios ha permitido la existencia del pecado, habiendo tenido también la posibilidad de impedirlo. Pero este hecho no nos autoriza a adscribir a Dios, aunque con expresión concesiva ("también siempre") alguna "responsabilidad" frente al pecado. Entre el querer y el permitir existe una cierta diferencia, Dios no puede querer el pecado, pero puede permitirlo por dos motivos: primero, en cuanto crea un libre albedrío que puede pecar; segundo, en cuanto Dios sabe recabar del mal un bien mayor.
----------Por lo tanto, es necesario ver en la divina permisión del mal un acto que preserva totalmente la inocencia divina respecto al pecado, incluso considerando la omnipotencia divina, la cual, en línea de principio, efectivamente habría podido impedir el pecado, si hubiera querido.
----------Debemos tener presente que es responsable del pecado quien lo quiere, no quien lo permite. Es necesario entenderse, sin embargo sobre este "permitir". Es cierto que también el permitir es un acto de la voluntad. Pero el permitir, en este caso, no debe ser entendido en el sentido de consentir, como sería por ejemplo el hecho de que un superior indigno permita consintiendo a un súbdito realizar una mala acción. Mientras que de hecho el querer es voluntad absoluta, el permitir es voluntad condicionada, que excusa de la culpa a aquél que permite. Un gobierno civil permite la existencia de la prostitución, pero esto no significa que los gobernantes quieran practicar la prostitución y promoverla y, si existieran las condiciones para no permitirla, no la permitirían. El Estado puede permitir la unión civil de personas del mismo sexo, pero esto no significa que el Estado quiera practicar la homosexualidad y promoverla y, si existieran las condiciones para no permitirla, no la permitiría. Esto es, en cierto modo, el principio de la tolerancia.
----------La "permisión" con la cual Dios permite el mal, es una permisión metafísica más que moral, en cuanto que, habiendo creado a la creatura libre, el libre albedrío de por sí implica la posibilidad de una elección pecaminosa. Ni siquiera Dios puede hacer que el libre albedrío creado no pueda dirigirse al mal. Sin embargo, el libre albedrío en sí mismo es un bien preciosísimo. Dios ha creado el libre albedrío, no el acto del pecado con el cual el libre albedrío peca. Se podría decir, desde un punto de vista metafísico, que Dios crea el acto de la causa segunda pecadora no en cuanto pecadora, sino en cuanto causa segunda. Sobre este punto son interesantes las iluminadoras distinciones del padre Tomas Tyn contenidas en su Curso sobre los Actos humanos.
----------Así, Dios ciertamente ha permitido y digamos tolerado el surgir del pecado a fin de un bien superior (la Encarnación del Verbo y la Redención de Cristo), pero Dios mismo no peca y no aprueba el pecado, de hecho, como bien sabemos, lo prohíbe y lo castiga. Permitiendo el pecado, Dios no ha pecado, porque no ha querido el pecado por sí mismo, sino que lo ha permitido en orden al bien superior que habría de recabar de la permisión del pecado mostrando aún más su omnipotencia y bondad. Lo ha aceptado, si nos es permitida la expresión metafórica, "de mala gana", pero sólo porque de él habría de recabar bienes mayores.
----------Rahner, quien para la ocasión, hablando de la conducta de Dios, muestra saber qué cosa es el libre albedrío, debía tener presente que el libre albedrío creado conlleva de por sí la posibilidad de pecar; pero una cosa es la posibilidad -y ésta ciertamente es creada por Dios- y otra cosa es el acto del pecado, y éste ciertamente no es causado por Dios. Por tanto, si Rahner sabe qué cosa es el libre albedrío en Dios y en la creatura, ¿por qué motivo no lo reconoce cuando se trata de la conducta humana pecadora? De tal manera nace la horrible paradoja de un hombre libremente pecador pero que en cualquier caso está en gracia y es bueno, y de un Dios, que estando en el origen del mal, es malvado.
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