viernes, 28 de junio de 2024

Sexualidad cristiana: entre Freud y Orígenes (4/5)

Vivimos hoy en una Iglesia que, entre muchos obstáculos y dificultades, está trabajando denodadamente por la aplicación de las directrices pastorales del Concilio Vaticano II y por la recepción de sus nuevas doctrinas. Entre los problemas afrontados y ya resueltos está el de la ética sexual, que ha abandonado un planteamiento demasiado rígido y pesimista respecto al sexo, anterior al Concilio, para así desplazar la orientación desde el enfoque anterior cercano a Platón a un nuevo enfoque más cercano a Aristóteles y a santo Tomás de Aquino, vale decir, a una visión del sexo más respetuosa de su dignidad, sin abandonar con ello la consideración de las deficiencias consecuentes al pecado original y, por tanto, reafirmando el aspecto ascético de la ética sexual y confirmando así el valor de la castidad consagrada. [En la imagen: fragmento de "Cantar de los Cantares 3,3: ¿Han visto al amado de mi alma?", témpera de Daniella Fabbri].

Acerquémonos a la solución
   
----------La cuestión acerca del valor de la sexualidad humana puede ser resuelta sólo sobre la base de una correcta concepción de la naturaleza humana y del destino último del hombre. De hecho, es lógico que, al ser la sexualidad una propiedad del varón y de la mujer, para saber en qué consiste la felicidad sexual, debemos aclarar cuál es el fin de esta sexualidad y cómo se lo alcanza.
----------Para responder a estas preguntas es necesaria una seria indagación racional, dado que ellas se refieren al propósito de la vida humana, el cual se deja investigar por la razón, porque el hombre es un animal racional, el cual, por lo tanto, con su razón puede conocerse a sí mismo, que, al ser un ente natural, puede ser objeto del conocimiento racional. De tal modo, la simple razón práctica puede saber con sus solas fuerzas qué es, qué valor tiene y para qué fin existe la sexualidad humana.
----------El estudio de la sexualidad humana compromete tres niveles del saber científico: partiendo de abajo, tenemos ante todo la fisiología sexual, la cual es una rama de la biología, por cuanto concierne a las diferencias físicas, biológicas y neurovegetativas entre los dos sexos. Esta es la sexología fisiológica. Aquí la patología implica defectos físicos o disfunciones orgánicas neurovegetativas y es tratada por el médico fisiatra.
----------Es interesante que la sexología experimental nos informe sobre el dato de hecho de que en cada comunidad humana el número de las mujeres supera en poco al número de los varones. Este es un dato experimental de base que ya nos pone en el camino para entender que en una situación ideal a cada varón debería corresponder aproximadamente una mujer y viceversa.
----------Sin embargo, es sabido que, de hecho, las uniones conyugales efectivas son limitadas y no siempre alcanzan un buen resultado. Por otro lado, las parejas consagradas son raras, porque la visión wojtyliana de la pareja consagrada todavía en la actualidad tiene dificultades para ser comprendida. Lo mismo sucede en la vida secular corriente, donde tampoco es fácil la formación de estas parejas. Sigue siendo válida la práctica tradicional de la amistad entre grupos o en grupos de amigos, varones y mujeres, tanto en los ambientes de los religiosos como en los del clero y en los ambientes laicales.
----------El mayor número de varones respecto a las mujeres responde ciertamente a una ley biológica relativa al hecho de que la actividad sexual del varón es mayor respecto a la de la mujer, ligada a los períodos de gestación. Esto responde a la antigua práctica de la poligamia, superada por la monogamia, más respetuosa de la dignidad femenina. Sin embargo, sigue siendo cierto que, en el plano espiritual, es más fácil que se de un único guía espiritual masculino para más mujeres, que viceversa. En cuanto a los períodos infecundos de la mujer, son un signo fisiológico del significado unitivo aunque no procreativo de la relación sexual.
----------En el nivel medio tenemos la sexología psicológica, que estudia el dinamismo del instinto, sus causas, sus orígenes, su desarrollo, su finalidad. Si el alma vegetativa está en el origen de las funciones sexuales fisiológicas, el alma sensitiva, o psique, anima el apetito sexual, que surge de la percepción sexual, la cual, suscitando el placer, empuja al sujeto al acto sexual.
----------La conducta sexual humana está en estrecha conexión con la voluntad, por lo cual los trastornos psíquicos sexuales deben ser tratados por el psicoterapeuta, que puede ser un psicoanalista, con el concurso de la buena voluntad del paciente. La patología aquí implica una fenomenología a la cual la terapia hace frente conduciendo al paciente a una funcionalidad, sensibilidad, emotividad e instintividad normales.
----------En el vértice de estos grados del saber encontramos la sexología moral o ética sexual, natural o cristiana (teología moral), la cual toma en consideración el alma espiritual, la cual, haciendo uso del intelecto, de la razón, de la conciencia y de la voluntad, modera el apetito sexual según las exigencias de los diferentes estados de vida, conyugal, religioso y secular.
----------La ética sexual está de por sí fundada sobre la simple razón práctica. Su dictado, que depende de la consideración de la naturaleza humana en abstracto, es ciertamente necesario, pero no es todavía suficiente, y por dos motivos, que nos son dados por la revelación cristiana, esto es, primero, que hay que tener presente que en esta vida mortal, estando la razón ofuscada y la voluntad debilitada como resultado del pecado original, la verdad racional solo puede ser alcanzada con la ayuda de la fe y de la gracia y, segundo, que la revelación cristiana nos enseña que el objetivo final de la sexualidad humana es el de expresar el amor en la final resurrección gloriosa del cuerpo humano masculino y femenino.
----------La virtud moral que resulta de la puesta en práctica de la ética sexual es la templanza sexual o castidad en sus tres formas, conyugal, religiosa (celibato para los sacerdotes) y laical. La transgresión de las normas de la ética sexual comporta el vicio de la lujuria. La cura de este vicio es tarea de la guía espiritual o del confesor.
   
Aclaraciones para la situación actual
   
----------Hoy nos encontramos ante una dolorosa situación cultural en la cual, por una parte, encontramos una visión freudiana de la sexualidad, de matriz atea y materialista, para la cual el hombre se reduce a ser nada más que un animal privado de libre albedrío, cuya tensión vital no está, por tanto, orientada en absoluto a Dios, sino a la simple satisfacción del instinto sexual, y, por otra parte, encontramos una concepción de la sexualidad, que aún no se ha liberado del todo de la perspectiva platónica de la liberación del alma respecto del cuerpo y, por tanto, del sexo, el cual, por consiguiente, no es visto como actuación final en línea de máxima de la perfección humana en la unión del varón y de la mujer, ambos fruentes de la visión beatífica (recordemos que la prospectiva de felicidad humana que Dios presenta a la pareja humana es la de ser "una sola carne", Gén 2,24), sino que es visto solo como principio de la generación física y por lo tanto de la reproducción de la especie.
----------Pero la pregunta que podríamos plantearnos en este punto es cuál puede ser la condición de quienes en la vida presente han practicado la abstinencia religiosa o el celibato sacerdotal. A este respecto, recuerdo que santo Tomás (Summa Theologiae, II-II, q.152) motiva el voto de virginidad solo en relación con el presente estado de naturaleza caída, por lo cual, y dado que en la resurrección final la naturaleza quedará totalmente sanada, desaparecerá entonces la razón de ser de los votos religiosos. Sin embargo, está claro que cuando hablo de una prospectiva de unión en línea de máxima no pretendo sostener que esta exigencia será sentida por todos, porque muchos podrán sentirse perfectamente felices orientando sus intereses en otras direcciones.
----------Otra pregunta que puede surgir es la relativa al altísimo significado de la elección virginal de los máximos Santos del cristianismo e in primis del mismo nuestro Señor Jesucristo, de su Santísima Madre, de san José, de san Juan Bautista, de san Juan evangelista y de san Pablo.
----------De ellos no se puede ciertamente decir que su humanidad pueda carecer de algo porque no hayan experimentado la unión física. Se trata, sin embargo, de personas especialísimas, sobre todo Jesucristo y la Santísima Virgen María, quienes estaban exentos de las consecuencias del pecado original y excelentemente unidos, por encima de cualquier otro miembro de la humanidad, a Dios purísimo Espíritu, de ahí la absoluta conveniencia de su propio estado de vida. También de las otras columnas del cristianismo, aunque lacerados por el pecado original, se puede hacer un discurso similar.
----------Ahora bien, si en estas personas santísimas, quienes son modelos supremos de virtud y de perfección moral, el acto sexual está ausente, esto no debe ser considerado en absoluto como signo de su incompletitud o de su imperfección. Por el contrario, en estas personas el acto sexual está ausente no por razón de carencia, sino por razón de superación, en cuanto tal acto está virtualmente y eminentemente contenido en el ejercicio de la vida humana sobrenatural debida a una especialísima unión con Dios.
----------Si los que entre nosotros, hijos de Adán, han practicado la abstinencia aquí abajo para quitar los obstáculos a la plena libertad del espíritu -o sea religiosos y sacerdotes- son libres de aspirar, libres de las cargas de la concupiscencia, a satisfacer en el cielo la natural expresión sexual del amor espiritual. Esas personas santísimas, en el cielo, conservan la abstinencia, pues en su caso no es signo de imperfección, sino al contrario, de supe-realización, así como el alma separada en la visión beatífica goza de una beatitud que excluye el placer físico no por carencia, sino por superación, así como en una habitación iluminada por el sol, la luz de una vela no aparece, no porque sea anulada, sino simplemente porque es superada por la luz del sol.
----------Así que podemos decir sin escandalizar a nadie que el placer sexual, que en sí es creado por Dios, está contenido virtualmente en el gozo infinito que Dios siente de Sí mismo, en cuanto causa de nuestro placer sexual, mientras que sabemos cómo el principio de causalidad nos enseña que la causa, para explicar suficientemente el efecto, debe precontener en sí misma virtualmente y eminentemente (virtualiter et eminenter) el efecto: propter quid unumquodque et illud magis.
----------Observamos además que el alma humana, en la auténtica antropología cristiana, no es un espíritu que se auto-trasciende historizándose con el surgir de la materia sin subsistir en estado puro, y sin por tanto que aparezca la distinción entre materia y espíritu, como querría la antropología rahneriana y teilhardiana.
----------Tampoco el alma humana es una res cogitans como quería Descartes, o un espíritu preexistente al cuerpo, vale decir, un espíritu prisionero de la materia o un espíritu que gobierna un cuerpo a él externo como el timonel gobierna un barco, como pensaba Platón; no es el ente abierto al ser del cual hablaba Heidegger, sino que el espíritu humano es una forma substancial intrínseca e inmortal de una materia corpórea, uniéndose a la cual forma una única sustancia espiritual-corpórea, que es la persona humana, por lo cual la naturaleza humana no es la sola alma, como sujeto presente a sí, sino que es el alma unida al cuerpo para formar una sola esencia y una sola sustancia con un único acto de ser.
----------Descartes parecería a primera vista estar en la misma línea de Platón y los platónicos, pero en realidad, a diferencia de Platón, que considera el cuerpo como una sustancia realmente externa al espíritu e independiente de él, para Descartes el cuerpo, en cuanto res extensa, es una entidad meramente matemática, por lo tanto es considerada un ente de razón intramental. Ahora bien, está claro que la reducción de la materia al espíritu tiene como contracara la reducción del espíritu a la materia.
----------Si Descartes hubiera sido verdaderamente un platónico, entonces habría tenido que concebir la beatitud como liberación del alma respecto del cuerpo; en cambio Descartes acepta el dogma cristiano de la resurrección, pero entendiéndolo como reducción del cuerpo al espíritu y del espíritu al cuerpo a causa de su gnoseología idealista que reduce el cuerpo a la idea matemática del cuerpo, con la consecuencia de degradar el pensamiento a la imaginación y, por tanto, de aprisionarlo precisamente en esa materialidad, de la cual la res cogitans parecería tomar distancias.
----------Por lo tanto, aunque esto pueda parecer paradójico, la antropología materialista deriva precisamente del espiritualismo cartesiano, además del hecho de que Descartes está en el origen también de la antropología idealista. De este modo, dado que Descartes reduce el pensar al sentir y, por lo tanto, reduce la voluntad a la pasión, viene a quitar al voto de castidad su razón de ser, ya que, si el instinto sexual es ya espiritual, ¿en nombre de qué se debería renunciar a satisfacerlo?
----------La unión varón-mujer no generativa de la resurrección no tiene nada que ver, sino que de hecho está en radical oposición, con las uniones de este mundo, que no procrean porque culpablemente de varios modos y por diversos medios se impiden la procreación y por tanto se oponen entre sí como lo santo con lo pecaminoso.
----------La unión escatológica brota de la unión espiritual en Dios en la común visión beatífica e irradia en torno a sí amor y bendición. En cambio, la unión física, que olvida esta finalidad y es buscada solo por el placer, es fruto de una odiosa y egoísta búsqueda y explotación de la pareja por el propio placer y difunde en torno a sí los miasmas del pecado y la agresión psicológica del escándalo.
----------La unión escatológica podría más bien ser prefigurada de algún modo, por un don especial del Espíritu Santo, como "primicia" (Rm 8,23) y "caparra del Espíritu" (2 Cor 5,5), como pregustación de la resurrección, por una pareja de esposos ancianos, que hubiera agotado su función procreativa, que se hubiera ejercitado durante mucho tiempo en la castidad conyugal sexual, para así ser plenamente dueña del instinto, y estuviera unida por una profunda afinidad, entendimiento y comunión espiritual, unidad de ideales e intenciones espirituales, de modo de ser capaz, en una recíproca colaboración, de producir copiosos frutos de buenas obras para la salvación de las almas, para el bien de la Iglesia y de la humanidad.
----------Parejas de este tipo, si Dios nos las concede, podrían constituir una luz fulgidísima, apta para iluminar no solo en base a su saber sino también a su propia experiencia, la perspectiva que se abre hoy para la ética sexual, después de las enseñanzas de san Juan Pablo II sobre el estado edénico de la pareja originaria del varón y de la mujer en la resurrección. Tales enseñanzas han sido parcialmente anticipadas por santo Tomás.
   
Los desarrollos modernos y las posibilidades de hoy
   
----------La cuestión sexual ha aumentado su importancia y acentuado su interés en la edad moderna y sobre todo a partir del siglo XIX como consecuencia del progreso de las ciencias humanas, de la antropología, de la historia, de la sociología, de la etnología, de las religiones, de las civilizaciones, de las culturas, de la anatomía, de la fisiología humana, de la psicología, de la frenología, de la neurología, de la sexología.
----------La ciencia y la filosofía han comprendido mejor la incidencia del cuerpo, de la vida física y por lo tanto de la sexualidad, y por consiguiente la diferencia de la sexualidad masculina respecto de la femenina, en la vida psicológica, personal, social, económica, política, moral, cultural, espiritual y religiosa de los hombres, de las razas y de los pueblos, esto naturalmente en paralelo con un mejor conocimiento de la vida del espíritu, a la cual son sensibles las religiones, sobre todo el cristianismo. 
----------Ciertamente hemos asistido, en el siglo XIX, a un exploit del sensismo, del empirismo, del evolucionismo, del positivismo, del cientificismo, del materialismo y del ateísmo; pero la Iglesia católica, por cierto, no se ha quedado dormida, con el florecimiento de su cultura, de su espiritualidad, de sus filósofos, de sus teólogos, de sus institutos religiosos, de sus santos y del magisterio pontificio, los cuales también han dado una contribución a un mejor conocimiento y afirmación de la sexualidad humana y, por tanto, de la masculinidad y feminidad humanas en sus expresiones de la familia, de la vida religiosa y de las obras sociales y asistenciales.
----------Vivimos hoy en una Iglesia que, entre muchos obstáculos y dificultades, está trabajando por la aplicación de las directrices pastorales del Concilio Vaticano II y por la recepción de sus doctrinas. Entre los problemas afrontados y resueltos está el de la ética sexual, que ha abandonado un planteamiento demasiado rígido y pesimista respecto al sexo, anterior al Concilio, para desplazar la orientación del enfoque cercano a Platón a un enfoque más cercano a Aristóteles y santo Tomás, a una visión del sexo más respetuosa de su dignidad, sin abandonar con ello la consideración de las deficiencias consecuentes al pecado original y, por tanto, reafirmando el aspecto ascético de la ética sexual y confirmando así el valor de la castidad consagrada.
----------La orientación precedente al Concilio sentía de modo demasiado pesado la exhortación paulina: "por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría" (Col 3,5). Sin embargo, debería quedar claro que san Pablo no sugiere ninguna mutilación o represión psíquica, sino la supresión de cuanto puede haber de pecaminoso en el uso de nuestras fuerzas psicofísicas y psico-emotivas. Hoy ya no se habla de "mortificación", término muy usado antes del Concilio, y se puede comprender el motivo.
----------La expresión "en sus miembros" (ta mele) está bien traducida en la Biblia de la CEA (mientras que la Biblia italiana de la CEI traduce "esa parte de vosotros mismos". Por otra parte, el padre Levoratti, en la Biblia de la CEA, traduce bien "pasiones desordenadas", mientras que en la Biblia de la CEI se traduce simplemente "passioni". Pero la pasión, psicológicamente, no es cosa mala, al contrario; es movimiento y función propia del apetito sensitivo y, por tanto, propiedad natural de los instintos animales. En este sentido, la pasión o instinto sexual es en sí siempre bueno, salvo que se trate de disfunciones fisiológicas como la impotencia o la frigidez o perversiones como la homosexualidad o la pedofilia. Ahora bien, aquí Pablo está hablando de vicios, por lo cual san Jerónimo traduce bien epithymia con libido, que es precisamente codicia, deseo desenfrenado, libertinaje. Y por consiguiente es el castellano lujuria (y el italiano libidine).
----------Otras expresiones de Pablo parecen tener una resonancia platónica, que dará espacio a Orígenes, como cuando exhorta a "morir las obras de la carne" o "del cuerpo" (Rm 8,13), o desea ser liberado del cuerpo (cf. Fil 1,23) o considera un exilio el vivir en el cuerpo (2 Cor 5,6.8) o expresa el deseo de ser liberado del cuerpo (Rm 7,24). Ciertamente, esas expresiones están contrabalanceadas por otras que muestran estima y respeto por el cuerpo. Después de todo, Pablo es gran doctor de la resurrección. Sin embargo, las expresiones pesimistas, que huelen a desprecio por el sexo, dejaban una huella en la visión preconciliar.
----------El mismo placer sexual era considerado lícito solo si era funcional a la procreación. Por el contrario, san Paulo VI, en la tan maltratada encíclica Humanae Vitae, enuncia por primera vez en la historia de la ética católica el principio, que luego será retomado por san Juan Pablo II, según el cual la unión sexual, aunque sea en el matrimonio, también posee un valor unitivo, por lo cual el placer sexual, incluso prescindiendo de la procreación, puede ser expresión del amor.
----------Cabe señalar, por otra parte, que Paulo VI tiene una rica enseñanza sobre la mujer, que prepara la de Juan Pablo II. Véase la colección de Giovanni Andreatta, SJ, La donna nel magistero di Paolo VI, Tipografia Poliglotta Vaticana 1980. El papa Montini se detiene a describir los caracteres psicológicos y espirituales diferenciales del hombre y de la mujer, según los datos de la psicología moderna de los sexos.
----------Ciertamente, tal vez alguien objetará diciendo: ¡pero los poetas siempre lo han sabido! Sí, pero no en el mismo sentido, porque ningún poeta, excluidos quizás los poetas del dolce stil novo del siglo XIV, ha pensado nunca, como en cambio sobreentiende Paulo VI, que esta unión esté fundada en Dios y sea expresión de la común unión de los esposos con Dios.

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