lunes, 3 de junio de 2024

En el sacrificio de Abraham Dios no se contradice (1/3)

En este episodio de la vida de Abraham (Génesis cap.22), cuya exégesis tratamos de hacer, sale a la plena luz el problema del objeto de la fe, problema extremadamente actual, en la presente situación en la cual asistimos a concepciones contradictorias que se refieren al ser y al obrar de Dios, y por tanto al objeto de la fe. ¿Y cuál es el objeto de la fe? Evidentemente la verdad revelada por Dios. Sin embargo, los contrastes entre las religiones nos demuestran claramente que muchos fieles pueden estar en buena fe, aun teniendo concepciones opuestas de la divinidad. Aquí se funda el principio de la libertad religiosa. [En la imagen: fragmento de "El sacrificio de Isaac", óleo sobre lienzo, realizado en los años 1627-1628, obra de Domenico Zampieri El Domenichino, conservado y expuesto en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].

----------Como ya saben los habituales visitantes de este sitio, ha continuado mi diálogo con uno de los lectores de este blog acerca de la interpretación del capítulo 22 del libro del Génesis, la narración del sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham. Para constancia, publico aquí las intervenciones de mi interlocutor los pasados días 24 y 25 de mayo de 2024, y mis correspondientes respuestas.
----------1. Estimado Padre Filemón, un posible reflejo (que no significa confusión) entre el sacrificio de Isaac y el tema evangélico de amar a Dios más que a los propios seres queridos, y estar dispuestos a abandonarlos por el seguimiento de Cristo, no es solo una idea mía, sino que, tal como he descubierto, ha sido propuesta también por un teólogo (aunque no sea católico) del nivel de Dietrich Bonhoeffer (https://www.donboscoland.it/it/page/l-impegno-di-seguire-gesu-e-il-singolo-uomo):
----------"Abraham fue llamado por Dios a sacrificar a su hijo Isaac. Cristo se ubica entre el padre de la fe y el hijo de la promesa. Aquí se rompe no solo una relación natural inmediata, sino también una relación espiritual. Abraham debe aprender que la promesa no está ligada ni siquiera a Isaac, sino solo a Dios [...]
----------Él acepta la llamada tal como le ha sido dirigida, no busca interpretaciones sofisticadas, no la espiritualiza; él toma a Dios al pie de la letra y está dispuesto a obedecer. Él obedece la palabra contra toda relación natural inmediata, contra toda relación religiosa inmediata. Él sacrifica a su hijo. Está dispuesto a cumplir la ruptura de una manera visible, por amor al mediador. Y en ese mismo momento le viene dado de nuevo todo lo que había sacrificado. Su hijo es restituido a Abraham. Dios le muestra una víctima mejor, que debe sustituir a Isaac. Es un giro de 360 grados; Abraham posee de nuevo a Isaac, pero de manera diferente a como antes. Lo ha tenido del mediador y por amor del mediador. Ya que estaba listo para escuchar y observar al pie de la letra el mandamiento de Dios, él ahora puede mantener a Isaac como si no lo poseyera, puede tenerlo a través de Jesucristo [...]
----------Cristo se ha puesto entre padre e hijo. Abraham lo había abandonado todo y había seguido a Cristo, y precisamente mientras está a su lado ahora puede vivir de nuevo en el mundo en el que había vivido antes [...]
----------Esta es la otra posibilidad de estar aislado en medio de la comunidad, en medio del propio pueblo, en la casa paterna, en medio de los propios bienes y de las propias riquezas; ser seguidor de Cristo. Pero es precisamente Abraham quien está llamado a esta vida, Abraham, quien primero tuvo que sufrir la ruptura visible, Abraham, cuya fe se convirtió en ejemplar para el Nuevo Testamento [...]
----------Somos llamados según la voluntad de Jesús, de una manera o de otra, a salir de las relaciones inmediatas, y debemos convertirnos en aislados, visiblemente o en secreto. Pero el mismo mediador que nos hace a nosotros aislados, de este modo es también causa de una comunión absolutamente nueva. Él está en el centro, entre el otro hombre y yo. Él separa, pero también une. Todo camino inmediato para alcanzar al prójimo es equivocado; pero ahora a quien sigue a Cristo se le indica un camino totalmente nuevo y el único real, que alcanza al otro pasando por el mediador.
----------'Pedro le dijo: He aquí que nosotros hemos abandonado todo y te hemos seguido. Respondiendo Jesús dijo: En verdad, os digo, no hay nadie que haya abandonado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos y campos para amarme a mí y al Evangelio y no reciba el ciento por uno ahora en este tiempo, en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos junto con persecución, y en el tiempo venidero la vida eterna. Muchos de los primeros serán últimos y los últimos primeros' (Mc 10,28-31).
----------Jesús se dirige aquí a los que se han vuelto aislados por amor a él, que lo han dejado todo cuando él los llamó, que pueden decir de sí: 'He aquí que, hemos abandonado todo y te hemos seguido'. A ellos se les hace la promesa de una nueva comunión. Según la Palabra de Jesús ya en la tierra recuperarán el céntuplo de lo que han abandonado. Jesús habla aquí de su comunidad que se rencuentra en él. Quien ha abandonado al padre por amor a Jesús seguramente encuentra otro padre, encuentra hermanos y hermanas; y para él están disponibles incluso campos y casas. Cada uno entra como individuo siguiendo a Jesús, pero nadie queda aislado siguiendo a Jesús. A quien, obedeciendo su Palabra, se atreve a convertirse en un aislado le viene dada la comunión de la comunidad. Él se rencuentra en una confraternidad visible, que le devuelve centuplicado lo que ha perdido".
----------Respondo. La meditación de Bonhoeffer es muy bella, pero, lamento decirlo, no da en el blanco, en el sentido de que no podemos parangonar el dejar todo por nuestro Señor Jesucristo con cuanto Abraham había entendido en un primer momento que Dios quisiera de él.
----------La meditación de Bonhoeffer se adapta muy bien a las que son exigencias de la vida religiosa, pero no es capaz de interpretar correctamente el sacrificio de Abraham. De hecho, cuando Cristo nos pide que dejemos todo por Él, en este dejarlo todo podemos incluir, según el uso de las antiguas religiones, el asesinato de la víctima por parte del sacerdote, como chivo expiatorio, y de esto tenemos testimonio en la Biblia.
----------Pero, en el caso de Abraham, la prospectiva que Abraham había entendido en un primer momento no era en absoluto sacrificar un animal, sino realizar un sacrificio humano, cosa que Dios en realidad nunca ha querido y no puede querer, como atestigua la Biblia misma. Por eso hoy nosotros sentimos horror por los sacrificios que en el siglo XVI realizaban los Incas, los Aztecas, y otros aborígenes en América Latina.
----------Habiendo dicho lo anterior, preguntémonos entonces qué significa exactamente el dejarlo todo por Cristo, de lo cual habla también san Pedro. Ciertamente en este compromiso está la renuncia a algunos bienes preciosos, como el matrimonio, la libertad personal y la propiedad privada, que corresponde a los famosos tres votos religiosos o consejos evangélicos.
----------¿Qué es lo que significa renunciar, en este caso? Significa evitar disfrutar de estos bienes, lo que no implica en absoluto su destrucción o su eliminación, sino, por el contrario, su alta estima en aquellos que honestamente de ellos hacen uso. Por ejemplo, los religiosos renunciamos al matrimonio, pero si uno de nuestros parientes se casa estamos muy contentos.
----------¿Y qué significa el céntuplo prometido por el Señor para esta vida y en la vida futura? Significa el hecho de que estos bienes de alguna manera se nos restituyen muy enriquecidos por Dios mismo por medio de nuestros Superiores, gracias a nuestra vida en nuestro Instituto, cuyos bienes se convierten en nuestros mismos bienes. Pongamos un ejemplo: yo, habiendo renunciado a formar una familia, he renunciado a tener una casa de mi propiedad. Pero he aquí que, al hacerme religioso, todos los conventos de mi Orden se convierten en mi casa.
----------2. También los sacerdotes jesuitas de la comunidad de Villapizzone, Beppe Lavelli y Giuseppe Riggio, comentando Lucas 14,25-35 (aquí) han observado, a su manera, alguna relación entre las palabras de Jesús sobre el "odiar" a los propios seres queridos y su propia vida, y el sacrificio abrahámico de Isaac:
----------"Para seguir a Jesús es necesario tener hacia él un amor superior que para cualquier otra persona, mayor que el que uno tiene para la propia vida [...]
----------'Si alguien viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a su mujer y sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, y también asu propia vida, no puede ser mi discípulo'.
----------¿Qué está diciendo aquí Jesús? Está diciendo, está ofreciendo a estas personas que lo siguen, el verdadero criterio para convertirse en su discípulo. Entonces odiar al propio padre y a la madre, a los propios orígenes y luego a la esposa, los hijos, los hermanos, también la propia vida. ¿No es que el Señor nos está poniendo ante una imposibilidad? Sí, nos está poniendo ante una imposibilidad, no nos está diciendo que estamos llamados a odiar [...]
----------No podemos poner a los demás, ni siquiera al padre y a la madre, a la esposa, a los hijos, a los hermanos, ni siquiera a nosotros mismos en el lugar de Dios.
----------Este ha sido el pecado de los orígenes, ponernos nosotros en el centro, en lugar de ser puestos nosotros en el centro por parte de Dios [...]
----------Entonces, odiar la propia vida significa confiar hasta tal punto en el Señor que confío más en él que en mí. El salmo 62 dice: Porque tu gracia vale más que la vida. Esta es la puesta en juego [...]
----------Antes citaba a Abraham: el bien por excelencia que recibe es Isaac, se lo prometió el Señor. Abraham se hubiera contentado también con el pobre Ismael, y en cambio el Señor le dice: No, uno nacido de ti. Finalmente le da a Isaac y luego parece que se lo quita. Abraham debe alejarse también de Isaac, por el bien de Abraham y por el bien de Isaac. Está llamado a devolver ese regalo, está llamado a confiar en el donante.
----------Entonces, alejarnos de todo quiere decir acercarnos más a Jesús, ir más cerca de él. Es una dirección del camino.
----------[... ] En cambio, debemos hacer como Abraham. Nos ha puesto un poco también él, pero llegar poco a poco a ese monte y dejar allí a Isaac, dejarlo allí al Señor. El Señor no nos pide que volvamos Isaac [...] Quiere que aprendamos a acoger estas cosas, de verdad, como dones; a no convertirnos en dueños de estas cosas. En efecto, se decía que Abraham en aquel monte sacrificaría no el cordero del cual ha hablado con Isaac, sino el carnero que es padre del cordero. Si hay alguien a sacrificar allí es Abraham. Es decir, quíta las manos de tu hijo, déjalo allí. No te hagas dueño de él. Esto está diciendo Jesús. Aléjate de todo lo que tienes, porque sólo de esa manera serás tú. Realmente puedes ser mi discípulo, realmente puedes empezar a confiar en mí. Si no, siempre confiarás en otra cosa y no podrás experimentar que yo estoy aquí, que yo cuido de tu vida".
----------Respondo. Debería ser muy claro que este "odio" del cual habla nuestro Señor Jesucristo no debe en absoluto ser tomado literalmente, sino que, como aparece claramente por el contexto, significa simplemente esa renuncia y ese desprendimiento de ciertos bienes terrenos, de los cuales he hablado antes. Jesús no pide que, para renunciar a tener un hijo, tengamos que matar a nuestro hijo.
----------En segundo lugar, reconozco que el sacrificio de Abraham es el sacrificio de su propia voluntad, es decir, su acto de obediencia a Dios.
----------Por cuanto respecta a la comparación entre el sacrificio de Abraham y el de Cristo, diría que lo que es esencial, como es señalado por la Carta a los Hebreos, en el cap.10, es el sacrificio de la voluntad, es decir, como dije anteriormente, el acto de obediencia. Sin embargo, está claro que Abraham no podía imaginar en absoluto que Dios hubiera querido el sacrificio de un hombre, que también es Dios, cosa que sólo nos habría de ser revelada por el mismo Jesucristo.
----------3. Usted, padre Filemón, ha subrayado varias veces las ventajas que esta nueva exégesis presenta respecto a la anterior.
----------Permítame subrayar lo que considero en cambio una desventaja nada despreciable de esta nueva interpretación del sacrificio abrahámico.
----------Me refiero al retroceso o contragolpe, en el plano pastoral, que un creyente de media o incluso de baja cultura recibiría, en el momento en el cual esta interpretación se afirmara definitivamente en la Iglesia.
----------Pensemos, pues, en una persona simple, que no ha hecho particulares estudios, pero ha decidido acoger la invitación, muchas veces dirigida por los últimos pontífices, de acercarse a la Sagrada Escritura (el Papa Francisco incluso instituyó, en el tercer domingo del Tiempo Ordinario, la "Jornada de la Palabra" mediante la Carta apostólica "Aperuit illis").
----------Pues bien, imaginemos a este humilde creyente que, después de leer en Génesis 22 "Dios puso a prueba a Abraham y le dijo [...] Toma a tu hijo [...] y ofrécelo en holocausto", trata de meditar estas palabras, trata de entender lo que pueden decir a su conciencia como cristiano, dado que, como le han dicho siempre, han sido redactadas por hombres pero inspiradas por Dios, son "Palabra de Dios"...
----------Y luego se encuentra con una nota que le explica que, en realidad, lo que ha leído... no es verdad.
----------Usted, padre Filemón, me dirá: "no es correcto decir que no es verdad, sino que no debe ser interpretado al pie de la letra, sino...".
----------Sí, de acuerdo, pero queda el hecho de que, para esta persona, privada de ciertas distinciones, concretamente, la frase recién leída en la Biblia donde lapidariamente está escrito que Dios le dijo a Abraham "ofrécelo en holocausto", viene a ser radicalmente invertida en "Abraham creyó que Dios..."
----------¿Cuál podría ser la reacción de esta persona? No me parece improbable que alguno de los siguientes pensamientos pudiera hacer brecha:
----------"Por lo tanto, nunca debo confiar en lo que leo en la Biblia... lo que cuenta de veras es la interpretación de la Iglesia... pero entonces, más que leer el texto sagrado, y arriesgarme a tomar luciérnagas por linternas, más vale que me lea sobre todo comentarios y notas... ¿y si en cambio fueran ciertos exegetas los que hicieran decir a la Escritura lo que ellos quieren? Y si antes, durante muchos siglos se ha interpretado de una manera, y ahora de otra, ¿quién me dice que también ahora, las actuales interpretaciones de tantos pasajes bíblicos no estén equivocadas, y que la verdadera interpretación se descubrirá solo en el futuro? Pero entonces, tal vez, es mejor que me haga una idea mía acerca de todo, sin dejarme influir por nadie (la famosa fe "hágalo usted mismo")...".
----------¿Exagero? Puede ser, pero temo que tal interpretación pueda, por un lado, incrementar una cierta desconfianza hacia la Palabra de Dios, y por otro lado, aumentar la distancia entre una "casta" de elegidos (teólogos, biblistas, estudiosos, etc...) y la gran parte de la comunidad de los creyentes.
----------Respondo. La tarea de los exegetas y de los biblistas, como la misma Iglesia enseña, es la de explicar aquellos pasajes oscuros sobre los cuales es necesario hacer claridad. Ciertamente, la obra de los exégetas o biblistas o hermeneutas bíblicos, no es una obra infalible. Sin embargo, ellos desempeñan un precioso servicio, gracias a su preparación científica, para la obra del Magisterio, al cual, por voluntad de Cristo, corresponde valorar y juzgar de modo definitivo cuanto ha resultado de sus investigaciones. De tal modo, los dogmas de la Iglesia siempre han sido preparados por el trabajo de exegetas y teólogos.
----------Tengamos presente que en el trabajo de interpretación de la Sagrada Escritura, el creyente progresa continuamente hacia una comprensión siempre cada vez mejor de la Palabra de Dios. Ahora bien, ¿cómo se produce este progreso? De varias maneras: cualquier fiel puede, incluso por sí solo, descubrir un nuevo aspecto de la Palabra de Dios o darse cuenta de una interpretación errónea. Sin embargo, está claro para nosotros los católicos que para este oficio nada fácil, por voluntad de Cristo existe un grupo de intérpretes oficiales, que son los Sucesores de los Apóstoles, bajo la guía del Papa. Estos hermanos nuestros, asistidos por el Espíritu Santo, tienen también la tarea de evaluar las nuevas interpretaciones propuestas por los exegetas y por los simples fieles, y, por tanto, de expresar una sentencia definitiva.
----------Por otra parte, hay que tener presente que, si un exegeta propone una nueva interpretación, que no esté en contradicción con la doctrina de la fe, cualquier fiel, que quede persuadido por esta nueva interpretación, es libre de aceptarla o no, aunque el Magisterio no se haya pronunciado.
----------Al respecto, entonces, ¿cuál es la tarea del fiel común? Ante todo, su tarea es la de acoger las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, y luego, si tiene los medios o las capacidades, la tarea puede ser la de seguir el trabajo de los exegetas, reservándose dar sobre ello un juicio propio, porque los exegetas, por muy expertos que sean, no son infalibles como en cambio lo es el Magisterio de la Iglesia, cuya enseñanza se resume en el Catecismo de la Iglesia Católica, y es proclamada en el Símbolo de la fe.
----------Que sea evidente la necesidad de la correcta interpretación de ciertos pasajes de la Escritura, se deduce de ciertos hechos realmente lamentables, como por ejemplo el de un fulano tal que, leyendo las palabras del Señor: "Si tu mano te escandaliza, córtala", se ha amputado verdaderamente la mano.
----------O bien podemos recordar el caso famoso de la historia de Galileo. Josué manda al sol que se detenga: "Detente, oh sol". La Sagrada Biblia dice que efectivamente el sol se detuvo hasta que terminó la batalla. Ahora bien, debería quedar claro que, tomando literalmente estas palabras, estaríamos ante un milagro absurdo, por lo cual no se puede tomar como pretexto la Palabra de Dios para avalar algo que la ciencia puede estar demostrando que es falso, como, por lo demás, la Iglesia no tiene motivos para declarar como verdad de fe, como pretendía Galileo, tesis simplemente relativas al mundo físico.
----------4. Usted ha escrito: "Ahora bien, los casos son dos. O Dios da una contraorden, o Abraham corrige su interpretación de la voluntad de Dios. Pero es absurdo que Dios pueda dar una contraorden, y además es impensable que Dios pueda ordenar un sacrificio humano desmintiendo después lo que ha dicho".
----------Al afirmar que "es absurdo que Dios pueda dar un contraorden", usted interpreta, en la exégesis tradicional, la intervención del ángel como un contraorden que estaría en estridente contraste con la petición inicial de sacrificar a Isaac. Es decir, Dios, en la exégesis tradicional, caería en contradicción (lo cual es obviamente imposible) porque primero mandaría una cosa y luego, por el contrario, revocaría el mandato anterior.
----------Considero que esta contradicción no existe porque la situación, el contexto en el que tiene lugar el primer mando, y la situación/contexto en el que tiene lugar la revocación del mismo, son profundamente diferentes. Si los dos eventos ocurrieran en la misma situación/contexto, entonces habría una clara contradicción, pero este no es el caso. Por ejemplo, imaginemos una ciudadela sitiada.
----------Al alba de cierto día, los sitiadores lanzan un ataque contra las murallas de la fortaleza, de modo que el comandante de la guarnición de los sitiados ordena a los suyos: "¡abrid fuego!". Los defensores de la ciudadela obedecen la orden recibida tan eficazmente que los atacantes se ven obligados a retirarse. En este punto, el comandante de antes da la contraorden: "¡alto el fuego!"
----------¿Puede interpretarse esta contraorden como "me equivoqué antes, no teníamos que abrir fuego"? Ciertamente no.
----------Antes, frente al asalto a la ciudadela, había sido más que correcto ordenar defenderse activamente con las armas; después, cuando el ejército de los asaltantes está en marcha y ya lejos, había sido igualmente correcto ordenar el cese del uso de las armas. Los respectivos contextos, en los que se impartieron la orden y la contra orden, eran objetivamente diferentes, de modo que no dan lugar a ninguna situación contradictoria porque cada uno de ellos ha sido, lo "correcto" que hay que hacer "en el momento correcto".
----------Análogamente, si uno después de leer Génesis 46,2-3, en el que Dios le dice a Israel/Jacob que vaya a Egipto, y luego lee los pasajes del Éxodo, donde Dios le dice a Israel/Moisés que salga de Egipto, afirmara que las dos órdenes, siendo una contraria a la otra, probarían un contradictorio cambio de la voluntad divina, evidentemente se equivocaría. Los dos contextos situacionales son diferentes. Dios ordena a Jacob que baje a Egipto, porque en Palestina el clan del patriarca se estaba uniendo demasiado con una población que amenazaría su fe y moralidad (Génesis 34 y 38), de modo que en el aislamiento en tierra egipcia podrían haber conservado su identidad, pero esta orden está ya en perspectiva del Éxodo ("Yo bajaré contigo a Egipto, y ciertamente te haré volver" (46,4). Con Moisés, ya no habrá tal exigencia, y será, para Dios, el momento justo para que se realice el regreso a la tierra prometida.
----------Hay un momento en el cual es correcto ordenar el combatir y hay otro momento en el cual es correcto dejar de combatir, un momento en el que es correcto ordenar ir a Egipto y otro momento en el que es correcto ordenar salir de Egipto, un momento en el que es correcto poner a prueba a Abraham (porque aún no ha demostrado los límites de su fe) y un "otro" momento, cuando Abraham ha demostrado su fe obediencial, en el que es correcto poner fin a esa prueba.
----------Las diferencias sustanciales de los contextos situacionales en los que se manifiestan, respectivamente, la orden y la contra orden, eliminan su aparente contradictoriedad.
----------Respondo. Las comparaciones que usted hace con la ciudad asediada y con la situación de Israel en Egipto, en realidad no son adecuadas y, por lo tanto, no son suficientes para conservar la interpretación tradicional y para invalidar la interpretación que propongo yo. En efecto, en estos casos no se trata de contraórdenes, sino de órdenes correctas que se corresponden al cambiar de la situación.
----------El caso de Abraham, considerando el mismo texto literal de la Escritura, hace aparecer claramente un contra-orden divina con un Dios que primero manda matar a Isaac y luego manda ahorrar el holocausto.
----------Ahora bien, me pregunto: ¿puede Dios verdaderamente comportarse de este modo? ¿Puede en el primer momento y en el segundo momento tratarse siempre de la voluntad de Dios? ¿Se puede en este contraste encontrar una coherencia en la voluntad de Dios? Evidentemente, no.
----------Entonces, para salir de este aprieto, no hay otro camino que considerar que Abraham, en un primer momento, quizás influenciado inconscientemente por las religiones que practicaban sacrificios humanos, en buena fe haya confundido la verdadera voluntad de Dios, que quiere la vida y no la muerte, con esa idea que se había hecho de la voluntad divina.
----------Tengamos también presente que la noción que Abraham podía tener de Dios era extremadamente primitiva y probablemente todavía se resentía del politeísmo de la tierra que Abraham había abandonado. Al mismo tiempo, Abraham, iluminado por el ángel, cumple un gran salto al pasar de un concepto de un Dios, que pide en sacrificio la vida humana, a un Dios de la vida, y este gran salto es mérito de Abraham para reforzar el valor de la prueba a la cual Dios lo había sometido.
----------Por lo demás, está claro que este salto Abraham no lo hace por su simple razón, sino porque, iluminado por el ángel, realiza un acto de fe sobrenatural.
----------Es solo con el Nuevo Testamento que aparece con claridad que, si Dios ha querido un sacrificio humano, éste no podía ser otro que el Sacrificio del Hombre-Dios, Nuestro Señor Jesucristo.
----------5. Estimado Padre Filemón, le comunico que es mi intención, después de este último comentario, no intervenir más sobre este tema.
----------No obstante, quiero darle las gracias por la atención y el tiempo que ha querido dedicar a mis intervenciones. Incluso cuando me encuentro en desacuerdo con usted, la lectura de sus consideraciones es siempre, para mí, fuente de enriquecimiento espiritual y estímulo para profundizar mis posiciones.
----------He dicho antes que no pienso replicar más a lo que usted, en su caso, me dirá todavía sobre este tema, por dos motivos: el primero es que considero que ya están suficientemente claras nuestras respectivas posiciones y los relativos puntos de divergencia, y correríamos el riesgo de repetirnos, con escaso beneficio para nosotros y para quien nos lee...; el segundo motivo es que no quisiera abusar del espacio que usted concede en el blog, llegando casi a monopolizarlo respecto a otros lectores, que quizás le hayan hecho llegar diferentes temáticas e ideas, sobre las cuales desearían una opinión suya.
----------Usted ha escrito: "Las comparaciones que usted hace con la ciudad asediada y con la situación de Israel en Egipto no son adecuadas [...] En efecto, en estos casos no se trata de contraórdenes, sino de órdenes correctas relativas al cambiar de la situación".
----------Observo que también entre el momento en el cual, en el texto bíblico, Dios pide el sacrificio de Isaac, y el momento en el cual Dios detiene la mano de Abraham, la situación del padre de Isaac ha cambiado profundamente.
----------En el momento en que Abraham recibe el primer mandato para probar la grandeza de su fe, él es el hombre que hasta ahora obedeció a Dios, dejando a Ur de los caldeos por la tierra de Canaán (Gen 12,5-9), se le ha renovado frecuentemente la promesa de Dios (Gen 13,14-18; 15,1-17) que culminó en la imposición del nuevo nombre de Abraham ("padre de un pueblo"), en la institución de la circuncisión (Gén 17,11-14), y finalmente en la promesa de una generosa descendencia, a pesar de su avanzada edad y la de su esposa Sara, realizada en el nacimiento del tan amado Isaac.
----------Sin embargo, a los ojos de Dios, Abraham, todavía no ha demostrado si su fe pone realmente a Dios por encima de todo, o si es sobre todo reconocimiento de cuanto ha recibido, que termina por ser apego más a los dones que al Dador.
----------¿Y qué sucede después del primer mandato?
----------Que Abraham se enfrenta a tres días de infierno: ensilla el asno que sabe los llevará al lugar previsto para el holocausto, prepara la leña sobre la cual deberá quemar el cuerpo de su hijo, se pone en camino, ve finalmente aquel lugar maldito, aleja a los servidores porque es demasiado celosamente íntimo lo que está por venir, continúa solo con el hijo, la leña y el cuchillo y, dolorosísima, le llega la pregunta de Isaac "pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?" y Abraham encuentra la fuerza para una respuesta maravillosa, porque no es una mentira piadosa para su hijo, y al mismo tiempo manifiesta tanto la fuerza de su fe, como una súplica extrema hacia el Altísimo: "¡Dios mismo proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío!" Y finalmente, la "pasión" de Abraham alcanza su clímax, con su mano blandiendo el cuchillo, que significa "Dios, contra todo, en la desesperación más absoluta, yo confío en Ti".
----------Pues bien, ¿podemos sostener que nada importante le sucedió a Abraham, entre el primer mandato y el segundo mandato, mediado por la intervención del ángel? Después de todo lo que Abraham ha demostrado, en su propia carne y en su propio espíritu, ¿no ha cambiado su situación existencial y espiritual, para él y ante Dios?
----------Y, por lo tanto, el mandato de detener el sacrificio del hijo, que se le llame contraorden u orden correcta, no contradice el primer mandato sino que sanciona la superación de esa prueba, solicitada por Dios, que no se habría podido realizar si no fuera por la primera petición.
----------Gracias de nuevo, Padre Filemón.
----------Respondo. Ciertamente, que Dios pida a Abraham una prueba de fe, es algo más que evidente y es también clarísimo que el patriarca Abraham la ha superado de modo ejemplar, tanto que se ha convertido en Padre en la fe de las tres religiones monoteístas.
----------Sin embargo, nos hacemos una pregunta: ¿en qué consiste el mérito de la fe de Abraham? ¿En el acto de fe o en aquello en lo cual cree, es decir, el objeto de su fe?
----------Ahora bien, usted mismo reconoce que Abraham cambia de conducta, pero siempre ejercitando la fe. Pero ¿qué quiere decir "cambia conducta"? No quiere decir que cambie el acto de fe; más aún, aumenta pasando de la primera convicción de Abraham a la segunda.
----------Pero, con respecto al objeto de su fe, ¿qué debemos decir? ¿Qué es lo que había entendido Abraham al inicio? Entiende algo, que luego es impedido y prohibido por el ángel. ¿Pero el ángel en nombre de quién habla? En nombre de Dios. Entonces, hay que ir con la lógica: si el ángel dice a Abraham: "No le hagas el mal", debemos deducir lógicamente que antes le estaba haciendo el mal a Isaac, le estaba haciendo daño.
----------Ahora bien, si nosotros tomamos al pie de la letra el famoso mandamiento de Dios, de ello viene la consecuencia de que la voluntad divina se desarrollaría en dos tiempos: en un primer momento Dios habría querido el sacrificio de Isaac, mientras que en un segundo momento lo habría prohibido, porque Abraham estaba haciendo algo malo a Isaac. ¿Qué significa esto? ¿Qué Dios primero le mandaba que hiciera el mal?
----------Por consiguiente, por todo lo dicho se puede ver que aquí no hay salida. Si nos atenemos materialmente al texto bíblico, sale un Dios que primero quiere la muerte de Isaac, pero que después, dado que este acto es un mal, no lo quiere. El único modo de salir de este aprieto, que puede hacernos caer en la blasfemia, o sea la blasfemia de concebir un Dios que quiere la muerte, la única vía de salida es darse cuenta de que ha sido Abraham quien ha malinterpretado la voluntad de Dios, porque es el ángel quien le revela lo que Dios quería verdaderamente, es decir, el sacrificio del carnero.
----------Entonces, en este episodio de Abraham sale a la plena luz el problema del objeto de la fe, problema extremadamente actual, en la presente situación en la cual asistimos a concepciones contradictorias que se refieren al ser y al obrar de Dios, y por tanto al objeto de la fe.
----------¿Cuál es el objeto de la fe? Evidentemente la verdad revelada por Dios. Sin embargo, los contrastes entre las religiones nos demuestran claramente que muchos fieles pueden estar en buena fe, aunque teniendo concepciones opuestas de la divinidad. Aquí se funda el principio de la libertad religiosa.
----------En efecto, ¿qué es lo que significa esto? Que podemos equivocarnos al concebir lo que conviene o corresponde a Dios. Pero, en este caso, ¿cómo se comporta Dios con nosotros? ¿Nos castiga? Para nada, porque en buena fe y según conciencia pensamos que es verdadero lo que no es verdadero.
----------Esta ha sido exactamente la experiencia del patriarca Abraham, el cual viene recompensado por Dios no por el error involuntario inicial, sino por la sinceridad y la fuerza extraordinaria de su acto de fe y por la docilidad a la iluminación divina, por lo cual ha sabido cambiar humildemente el contenido de su fe después de la revelación de Dios por medio del ángel.
----------Haciendo una comparación entre esta experiencia de Abraham y la de Jesús en Getsemaní, entrambos viven una gran prueba con angustia; en los dos casos hay un ángel, pero con funciones diferentes. En el caso de Abraham, el ángel ilumina. En el caso de Jesús, consuela.
----------Por su parte, Jesús hombre, siendo Dios, y disponiendo la visión o ciencia de Dios y no la simple fe, no puede corregir su conocimiento de la voluntad de Dios, mientras que Abraham hombre falible, ha cambiado y ha cambiado por humildad y por amor a la verdad, y por lo tanto no ha mantenido su equivocada idea precedente, sino que ha aceptado verdaderamente la voluntad de Dios, cuando la ha conocido con certeza, llegando al culmen de su acto de fe, porque ya no se ha tratado del simple acto de fe, sino que Abraham ha aceptado aquello que era el verdadero objeto: no hacer el mal.

46 comentarios:

  1. (Sin título)
    No razona bien, estimado, no razona bien. Dios no cambia su Voluntad, simplemente manifiesta una cosa distinta. También le dijo a Jonas que predicara que Nínive sería destruida, y no lo fue porque sus habitantes hicieron penitencia. También la Escritura dice que Dios se arrepintió de haber creado al hombre y mandó el Diluvio. No cambia la voluntad divina, cambian las cosas.
    Si Ud seriamente malinterpreta que la Biblia, cuando habla en tercera persona, en realidad es una ilusión de Abraham, se viene abajo todo el edificio de la inerrancia. Su interpretación es contra litteram. Fíjese, estimado: " Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré". Aquí no hay el menor resquicio para decir que Abraham se confundió: el autor sagrado dice que Dios lo probó y le habló. De lo contrario, podemos pensar que la Biblia dice cualquier cosa.
    Esto es un relato del narrador, no dice que Abraham se confundió, como no se confundió nunca todas las veces en que Dios le habló. Que fueron varias, según la Escritura. ¿Interpretamos que Abraham "creyó" que Dios le prometió una descendencia numerosa como las estrellas del cielo porque es obvio que no ha habido tantos judíos como estrellas?. Así se interpreta cualquier cosa.
    El suyo es un empecinamiento muy curioso. Niega la Escritura en una interpretación contra litteram para salvar una dificultad, que ha sido salvado en exceso por decenas de doctores de la Iglesia, incluidos pontífices. Le sugiero que acepte la dificultad y no trate de resolverla con facilismos. Quizás su confusión radique en la equivocada noción suya de que "-Tengamos presente que en el trabajo de interpretación de la Sagrada Escritura, el creyente progresa continuamente hacia una comprensión siempre cada vez mejor de la Palabra de Dios.". Esto no es verdad. Puede progresar o no, no hay tal progreso continuo o forzoso. El creyente se puede equivocar, como se equivoca usted, y ahí hay que acudir a la tradición y a la explicación del magisterio.
    Fíjese que su interpretación contradice incluso el punto 2572 del Catecismo de la Iglesia católica, además de los textos que le han citado de pontífices recientes. Su interpretación es prácticamente un hapax, no tiene precedentes. ¿Ud la tiene clara, contra toda la hermenéutica y doctrina de la Iglesia? ¿Usted, después de 4000 años, ha resuelto que donde dice que textualmente que Dios le habló a Abraham debe decir "Abraham creyó que Dios le hablaba"?
    Y todo porque no quiere aceptar que los efectos de la voluntad divina pueden cambiar, no así su Voluntad, y que cuando el angel le dice que no le haga mal a Isaac, simplemente le dice que no lo mate. Qué es un texto dificultoso, qué duda cabe. Pero así, negando la Escritura, no se resuelven las dificultades. Coincido con su amable contendiente que es un método muy peligroso, acá no hay metáforas, estilo literario ni modos de hablar (como el milagro del sol, que se soluciona con que Dios permitiera que la luz se siguiera proyectando )que valgan. Aquí se dice literalmente que Dios le habló a un hombre al que Dios le hablaba frecuentemente. Si se duda de esto se duda de todo.




    Cordiales saludos

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    1. Estimado Ludovicus,
      respondo, como acostumbro, por puntos.

      1. Usted dice: "No razona bien, estimado, no razona bien. Dios no cambia su Voluntad, simplemente manifiesta una cosa distinta. También le dijo a Jonas que predicara que Nínive sería destruida, y no lo fue porque sus habitantes hicieron penitencia. También la Escritura dice que Dios se arrepintió de haber creado al hombre y mandó el Diluvio. No cambia la voluntad divina, cambian las cosas".

      R.
      El caso del sacrificio de Abraham es diferente de los del profeta Jonás y del diluvio. En el primer caso parece estar ante un Dios que quiere un sacrificio humano, cuando ya el Antiguo Testamento prohíbe severamente estos sacrificios, mientras que su verdadera voluntad se manifiesta al ordenar a Abraham sacrificar un carnero.
      Ahora bien, en este caso es evidente que es solo la segunda cosa la que corresponde a la verdadera voluntad divina, mientras que la primera era una idea que Abraham tenía en su mente creyendo en buena fe que era voluntad de Dios.
      Si no hacemos esta interpretación tenemos el absurdo de un Dios que primero manda matar y luego se corrige.
      En cambio, los otros dos casos (Jonás y el diluvio) no implican ninguna contradicción en la voluntad divina. Ciertamente el texto bíblico se expresa en un lenguaje antropomórfico, presentando a Dios como una madre que, después de haber advertido a su hijo, retira su amenaza viendo que le ha obedecido.
      Pero es evidente que Dios, desde antes de verificarse su voluntad (Jonás que obedece y la humanidad que se arrepiente) ya sabía que los sujetos amenazados se habrían de arrepentir. Por consiguiente, la suspensión de la pena ha sido causada por Dios mismo, quien ha movido los corazones al arrepentimiento.
      Por eso el cambio no ha sido en Dios, sino que ha sido en los hombres que se han convertido. Por lo cual es evidente que si un pecador merece la pena, Dios irroga esta pena, pero es igualmente evidente que, si el pecador se arrepiente, Dios suspende la pena que había amenazado.
      Por lo tanto, la voluntad de Dios permanece una sola en su bondad y justicia. Quien cambia es el pecador, que pasa del pecado a la justicia.

      2. Usted dice en el resto de su intervención desde "Si Ud seriamente malinterpreta que la Biblia..." hasta "Si se duda de esto se duda de todo".

      R.
      Por cuanto respecta a la interpretación literal del texto bíblico, ya me he expresado varias veces sobre lo que debe entenderse por interpretación literal.
      Por esto, le remito al documento "La interpretación de la Biblia en la Iglesia" de la Pontificia Comisión Bíblica de 1993, donde se explica que la interpretación literal es la comprensión de lo que el autor sagrado quiere decir, precisando sin embargo que el exegeta debe saber distinguir de vez en cuando lo que el autor quiere decir según la cultura de su tiempo y lo que quiere decir en cuanto contenido de la revelación divina.
      Véase:
      - https://www.vatican.va/content/vatican/es.html
      - https://www.vatican.va/content/romancuria/es.html
      - https://www.vatican.va/content/romancuria/es/pontificie-commissioni/pontificia-commissione-biblica.index.html
      - https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_19930415_interpretazione_it.html

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    2. La inerrancia bíblica no se refiere a la cultura del hagiógrafo, sino a su veracidad respecto al anuncio del dato revelado. En base a este método exegético, refiriendo a la cultura humana de Abraham el mandato bíblico de sacrificar al hijo, obtenemos un beneficio que hasta ahora habíamos ignorado de exonerar a Dios de haber mandado un sacrificio humano.
      Estas consideraciones nos ayudan a entender lo que se dice en el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2572:

      "2572 Como última purificación de su fe, se le pide al “que había recibido las promesas” (Hb 11,17) que sacrifique al hijo que Dios le ha dado. Su fe no vacila: “Dios proveerá el cordero para el holocausto” (Gn 22,8), “pensaba que poderoso era Dios aun para resucitar a los muertos” (Hb 11,19). Así, el padre de los creyentes se hace semejante al Padre que no perdonará a su propio Hijo, sino que lo entregará por todos nosotros (cf Rm 8,32). La oración restablece al hombre en la semejanza con Dios y le hace participar en la potencia del amor de Dios que salva a la multitud (cf Rm 4,16-21)."
      https://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p4s1c1a1_sp.html

      La historia de la exégesis bíblica nos dice que hay un progreso no solo en el conocimiento del dato revelado, sino también en los métodos exegéticos.
      El Documento de la Comisión Bíblica, que le he citado antes, le muestra cómo existe efectivamente este progreso en los métodos exegéticos, dado que el Documento asume el método histórico-crítico, elaborado en el siglo XIX.
      Al mismo tiempo, no pongo en duda que exista una interpretación tradicional de la Sagrada Escritura, que refleja la Sagrada Tradición, que no tiene nada que ver con una forma de tradicionalismo, que conserve de modo irrazonable ciertos métodos exegéticos hoy superados.
      Si esto le parece modernismo, entonces acuse de modernismo el Documento de la Comisión Bíblica Vaticana.

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    3. Por supuesto que eso es modernismo. Puro y duro.

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    4. Y aprovecho para recordarle que esa comisión (a diferencia de su antecesora) tiene carácter no magisterial, meramente consultivo. Sus documentos valen por lo que se escribe, pero no comprometen en lo más mínimo al magisterio oficial.
      https://www.vatican.va/content/romancuria/es/pontificie-commissioni/pontificia-commissione-biblica/profilo.html

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    5. Estimado Ludovicus,
      (respondiendo a su intervención del 4 de junio de 2024, a las 16:50), en mi interpretación el modernismo no tiene nada que ver, no entra para nada, porque el modernismo significa sostener la mutabilidad de la voluntad divina y por tanto de los datos revelados. Al contrario, yo admito que la voluntad de Dios es una sola y reconozco con la Iglesia Católica que las verdades de fe son inmutables.
      Una cosa es ser moderno y otra cosa distinta es ser modernista. El modernismo es esa herejía, que acabo de señalarle. Ser modernos es un deber, porque el Espíritu Santo, como nos recuerda a menudo el papa Francisco, nos estimula continuamente a progresar y a comprender cada vez mejor el sentido de la Sagrada Escritura.

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    6. Estimado Ludovicus,
      con relación a su intervención del día 4 de junio de 2024, a las 16:54, le respondo:

      Es verdad que los documentos de la Comisión bíblica no constituyen Magisterio. Sin embargo, el n. 1 del Estatuto de la Comisión prescribe que el Presidente de la Comisión sea el Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
      Por eso, si no son directamente Magisterio, los Documentos lo son de modo indirecto, en cuanto son aprobados por el Presidente.

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  2. Serafín Savelloni3 de junio de 2024, 15:50

    Estimado padre Filemón, he descubierto que también el importante escritor eclesiástico Tertuliano había manifestado la posible existencia de un vínculo entre el sacrificio de Abraham y la exhortación evangélica a amar a Dios más que cualquier otra persona querida:
    "[...] El Señor había ordenado a Abraham que ofreciera en sacrificio a su hijo, no ciertamente para tentar su fe, sino para apreciarla en el momento de la prueba; quería hacer de Abraham un ejemplo que sirviera a su mandamiento, que más tarde formularía, por lo que nadie debería tener en cuenta a sus familiares más que Dios" (Tertulliano, De oratione 8, 2-3).

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    1. Estimado padre Serafín,
      la advertencia de Jesús, según la cual, si queremos seguirlo, debemos "odiar" a nuestros familiares, no puede aplicarse en absoluto en el caso del sacrificio de Abraham, porque se llegaría a la absurdidad de creer que para seguir a Cristo tendríamos que matar a nuestros familiares sacrificándolos a Dios.
      En efecto, el Primer Mandamiento no permite violar los demás Mandamientos, para obedecer al Primero.

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  3. Serafín Savelloni3 de junio de 2024, 16:12

    Usted ha escrito: "[...] está claro que Abraham no podía imaginar en absoluto que Dios hubiera querido el sacrificio de un hombre, que también es Dios, cosa que sólo nos habría de ser revelada por el mismo Jesucristo".
    En un plano puramente racional, no puedo sino darle la razón. Y, sin embargo, no podemos pasar por alto que desde los primeros siglos, varios y autorizados autores han sostenido que a Abraham se le habían dado virtudes proféticas, que le permitieron pre-ver, de alguna manera, la pasión del Hijo de Dios. Algunos ejemplos son:
    El Padre de la Iglesia san Ireneo de Lyon, que el 21 de enero de 2022 el Papa Francisco ha proclamado doctor de la Iglesia con el título de doctor unitatis, escribió:
    "En Abraham, en efecto, el hombre había aprendido por anticipado y se había habituado a seguir al Verbo de Dios. Y en efecto Abraham, habiendo seguido la enseñanza del Verbo de Dios según su fe, con espíritu sumiso concedió en sacrificio a Dios su hijo unigénito y amado, para que Dios tuviera el beneplácito de ofrecer en sacrificio, en favor de toda su descendencia, Su propio Hijo dilecto y unigénito, para nuestra redención. Se regocijó, pues, con fuerza Abraham, siendo profeta y viendo en el Espíritu el día de la venida del Señor y la economía de la pasión, por medio del cual él mismo y todos los que creen en Dios, como él creyó, habrían comenzado a ser salvados" (Ireneo de Lyon, Contra las herejías IV, 5, 4-5).
    También Orígenes: "Abraham, por tanto, esperaba que Isaac resucitara y creía que sucedería lo que aún no se había verificado. [...] Más aún, para decirlo más abiertamente, Abraham sabía que representaba una imagen de la futura verdad, sabía que de su semilla nacería Cristo, el cual sería ofrecido como la víctima más verdadera de todo el mundo y resucitaría de entre los muertos" (Orígenes, Homilía VIII sobre el Génesis).
    El santo obispo de Cartago Quodvultdeus (que vivió entre finales del siglo IV y el 454) escribió: "Abraham, aunque sabía que su hijo aún no era idóneo para procrear, obedeció sin embargo la orden de Dios con tanto celo, en la convicción de que Dios no se olvida de sus promesas y que se estaba cumpliendo una especie de misterioso símbolo de la futura pasión del Señor y con la mirada naturalmente dirigida a aquel día de nuestra redención, de la que habla el Señor en el Evangelio, cuando reprende a los judíos: "Vuestro padre Abraham ha deseado ver mi día y lo ha visto y se ha alegrado". Abraham evidentemente vio simbolizado en su hijo el día de la pasión del Hijo de Dios [...] Isaac no fue sacrificado por la razón de que la resurrección estaba reservada para el Hijo de Dios: todos estos son los misterios que Abraham, creyendo, mereció ver en figura, y que nosotros por la gracia sabemos que se han cumplido" (Quodvultdeus, Libro de las promesas y de las predicciones de Dios I,17,24).
    El santo y Doctor de la Iglesia, además de octavo Papa de la Iglesia copta, Atanasio de Alejandría:
    "También Abraham, el gran fundador de los patriarcas, se regocijó no porque vio su propio día, sino el del Señor [...] y mientras ofrecía a su propio hijo, adoraba al Hijo de Dios; y mientras se le impedía el asesinato de Isaac, contemplaba a Cristo en aquel cordero que fue inmolado como Dios" (Atanasio de Alejandría, Carta festiva VI, 8, citado en Laura Carnaval, Obediencia de Abraham y sacrificio de Isaac, El pozo de Jacob, 2022, p.120).
    A la luz de estas posiciones, Padre Filemón, ¿podemos excluir que Abraham tuviera alguna previsión del sacrificio de Cristo?

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    1. Estimado Serafín, es palabra de Dios. Evangelio de Juan, 8, 56. Por supuesto que previó a Cristo y su sacrificio. Lo dice Jesús en el evangelio citado.
      ¿Este hombre -profeta y mistagogo- se podía " confundir" la voz de Dios con la suya? No es posible.

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    2. Estimado padre Serafín,
      los testimonios que usted me trae son dignos de alta consideración.
      ¡Ni hablar de la autoridad de las palabras de Nuestro Señor Jesucristo!
      Ante estos testimonios, ¿cómo puedo responder? Respondería de dos maneras.
      Primero. ¿Cómo interpretar las palabras de Nuestro Señor? ¿Qué quiso decir? Yo creo que Jesús quiso explicitar cuánto estaba implícitamente contenido en la promesa que Dios había hecho a Abraham. Es decir, ¿qué? ¿Qué significa el linaje ilimitado de Abraham, sino la salvación de la entera humanidad? ¿Y quién ha traído la salvación a la entera humanidad? Nuestro Señor Jesucristo.
      Por consiguiente, cuando Jesús dice: "Abraham ha visto mi día", ha querido decir esto. Solo que evidentemente, tomando literalmente el contenido de la promesa, está claro que Abraham no podía hacer una semejante deducción.
      Por eso la tesis de Abraham como profeta no encuentra ningún punto de apoyo en el relato bíblico. Sino que es Dios quien en su pedagogía habría preparado, a través de los Profetas, la venida de Nuestro Señor Jesucristo.
      Segundo. Es bien sabido que desde los primeros siglos, hasta los tiempos del Concilio Vaticano II, ha existido una exégesis católica del Antiguo Testamento, la cual ha exagerado al encontrar una referencia a Cristo mediante un cierto forzamiento del texto, el cual, tal como suena, no permite tal operación.
      No es que de esos pasajes no se pueda extraer el misterio de Cristo, pero esta operación es legítima si la hacemos nosotros, que ya conocemos a Cristo, y no se puede hacer, en cambio, extrayéndola de los mismos textos, porque sería una interpretación arbitraria e impositiva.

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    3. Es sorprendente la continua exégesis deformante de la Escritura. Cristo dice literalmente que ¨Abraham deseó ver mi día, lo vió y se gozó¨ y Ud interpreta lo que quiere. Y para mayor ludibrio, dice que ¨no fue profeta¨. Un hombre que disputaba con Dios sobre el destino de dos ciudades, que mereció de la Trinidad la Teofanía, depositario de las promesas, ¨no podía hacer una semejante deducción¨.
      El mecanismo es así: primero Ud arma su teoría, luego arma su interpretación. Y pobre de la Escritura si contradice su teoría. Lamentablemente me hace acordar a Lutero y sus ¨interpretaciones¨rechazando partes de la Escritura.

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    4. Serafín Savelloni4 de junio de 2024, 5:03

      "Estimado Serafín, es palabra de Dios. Evangelio de Juan, 8, 56. Por supuesto que previó a Cristo y su sacrificio. Lo dice Jesús en el evangelio citado.
      ¿Este hombre -profeta y mistagogo- se podía " confundir" la voz de Dios con la suya? No es posible.".

      No tengo su seguridad, y no creo que sea prudente tener esa seguridad, porque aquí estamos en materia discutible. Por supuesto, sé que ese texto es Palabra de Dios, y que el sentido literal es el primero y fundante al que recurrir, pero que debemos abandonarlo si nos lleva a conclusiones contradictorias con la misma Biblia o con la razón o, en cualquier caso, con el Magisterio de la Iglesia.

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    5. Al contrario , la prudencia exige volcarse por la Tradicion.
      No quedan dudas. Cualquier hermeneuta serio advierte que la fórmula "Abraham, Abraham. - Aquí estoy", es en lenguaje bíblico la forma en que Dios comienza el diálogo con la persona (v.gr., Adan, Cain, Samuel, etc). Esto de la "ilusión auditiva" de Abraham es peligrosísimo y puede convertir el relato de cualquier comunicación divina por parte del hagiógrafo en una patraña.

      El único caso similar que encuentro en la Biblia casa con la peregrina teoría del padre Filemón es el voto de Jefté, tan distinto de este caso y que muestra claramente cuando un hombre se equivoca. Observe las diferencias astronómicas entre un relato y otro, y el cuidado en que el hagiógrafo en ningún momento habla de una comunicación del Señor, se trata de una acción imprudentísima del caudillo, a la que sigue el engaño respecto de cumplir un voto inmoral (Jueces, 11, 30: 36). La tradición hermenéutica judía es aquí relevante también, hace referencia a los votos unilaterales e ilícitos.

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    6. Estimado Ludovicus,
      usted dice: "es palabra de Dios. Evangelio de Juan, 8, 56. Por supuesto que previó a Cristo y su sacrificio. Lo dice Jesús en el evangelio citado.
      ¿Este hombre -profeta y mistagogo- se podía " confundir" la voz de Dios con la suya? No es posible."

      en los personajes bíblicos, y pensemos sobre todo en los profetas, se encuentra esa dualidad que ya es reconocida por la exégesis moderna, es decir, el aspecto humano, que comporta una relatividad a la cultura del propio tiempo, y un aspecto sobrenatural, que hace de los profetas una voz de la Palabra de Dios.
      El aspecto humano en Abraham se refiere a la antigua práctica de los sacrificios humanos, que se encontraba en los Cananeos. El aspecto sobrenatural se da, en cambio, como dice el Señor, por el hecho de que Abraham previó el sacrificio de Cristo o al menos previó la venida del Mesías.
      Esta profecía puede ser vislumbrada en las palabras que Abraham le dice a su hijo, que le pregunta dónde está la víctima. Las palabras de Abraham demuestran su gran fe en el hecho de afirmar que la víctima la habría dado Dios mismo.
      En efecto, hasta su tiempo las víctimas eran ofrecidas por el sacerdote. Pero que Dios mismo pudiera ofrecer la víctima del sacrificio, esta es la novedad que testimonia de una verdadera revelación divina.
      De la profecía de Abraham se deduce que a Abraham se le ha revelado el plan del Padre de ofrecer al Hijo para la salvación de la humanidad. Aquí tenemos, sin duda, una verdadera revelación divina, independientemente de cualquier condicionamiento cultural.

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    7. Estimado padre Serafín,
      yo diría que no se trata tanto de abandonar el sentido literal. También la exégesis moderna dice claramente, en continuidad con la exégesis tradicional, que el sentido literal es fundamental y se debe siempre partir de él.
      La aclaración que nos ofrece la exégesis moderna está dada por el hecho de que el mismo sentido literal a veces hace referencia a los condicionamientos histórico-culturales y otras veces expresa el dato revelado.
      La tarea del exegeta es la de entender cuando está en juego el condicionamiento humano y cuando en cambio se manifiesta la Palabra de Dios.

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    8. Lamento que, a diferencia de otros ámbitos, esté Ud inficionado de hermenéutica modernista, Padre. Créame que no me da ningún placer constatarlo.

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    9. O sea que el exegeta es el que juzga sobre la inerrancia de un texto revelado. Modernismo puro y duro.

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    10. Estimado Ludovicus,
      me refiero ahora a su intervención donde usted dice: "Es sorprendente la continua exégesis deformante de la Escritura. Cristo dice literalmente que ¨Abraham deseó ver mi día, lo vió y se gozó¨ y Ud interpreta lo que quiere. Y para mayor ludibrio, dice que ¨no fue profeta¨. Un hombre que disputaba con Dios sobre el destino de dos ciudades, que mereció de la Trinidad la Teofanía, depositario de las promesas, ¨no podía hacer una semejante deducción¨.
      El mecanismo es así: primero Ud arma su teoría, luego arma su interpretación. Y pobre de la Escritura si contradice su teoría. Lamentablemente me hace acordar a Lutero y sus ¨interpretaciones¨rechazando partes de la Escritura."

      Respondo:
      Hay un pasaje del Evangelio donde Jesús dice: "Si tu mano o tu ojo te hacen tropezar, te escandalizan, quítalos". ¿Cuál es la interpretación literal? Hubo el caso de una protestante que de hecho se cortó la mano. ¿Ese tal ha obedecido a Cristo?
      Como ya le he dicho, la interpretación literal es el primer deber del exégeta, porque ella se refiere a aquello que el hagiógrafo ha querido decir, pero, dicho esto, la Iglesia hoy, con la exégesis histórico-crítica (ver el Documento que ya le he mencionado), nos hace predente que para comprender verdaderamente el sentido literal debemos tener en cuenta los modos de decir y la cultura particular del hagiógrafo en su época.
      Por tanto, las palabras del Señor, refiriéndose a Abraham, deben ser interpretadas según este método, que nada tiene que ver con el así llamado "libre examen" de Lutero.
      También hay que tener presente que el don de la profecía no es un carisma permanente, sino que es intermitente, por lo cual, cuando este don no está presente, el profeta razona como cualquiera de nosotros, condicionado por la cultura del propio tiempo.
      Por este motivo, en el episodio de Abraham es necesario distinguir lo que en Abraham es el reflejo de sus limitaciones humanas, y lo que Abraham percibe iluminado por el don profético, don que le permite ver, en lo que le sucedió con su propio hijo, un presagio del sacrificio de Cristo.
      Este presagio es una verdadera profecía, mientras que la idea de tener que sacrificar a su hijo nació en la mente de Abraham no por una influencia divina, sino como efecto de la cultura circundante.

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    11. Estimado Ludovicus,
      respondo ahora a su intervención del día 4 de junio de 2024, a las 15:54, por puntos:

      1. Respecto al concepto de tradición, ya le he respondido distinguiendo la sagrada Tradición, que nos transmite el dato revelado, y la tradición exegética, que debe estar sujeta a un continuo progreso guiado por el Espíritu Santo, bajo la vigilancia de la Iglesia.
      Como ya le he dicho, en este episodio de Abraham, el dato revelado consiste en el hecho de que Dios manda a Abraham realizar un sacrificio. ¿Pero de qué sacrificio se trata? Aquí entra en juego la visión del hagiógrafo, que, según nos enseña la exégesis moderna según los géneros literarios, realiza una dramatización.
      Abraham está convencido de sentir que Dios lo llama. Y así, en un primer momento se convence de tener que sacrificar al hijo, hasta que el ángel lo desvía de este acto. Solo en este punto emerge el dato revelado, es decir, el deber de Abraham de sacrificar el carnero.
      Esta dramatización no implica ninguna ilusión o engaño, porque Abraham está en buena fe y esta actitud motiva la alabanza que Dios hace de su fe.
      Es peligrosa, en cambio, la interpretación que haga de Dios el promotor de sacrificios humanos, aunque la interpretación precedente esté motivada por la buena fe en el presupuesto de una obediencia basada en una teología voluntarista, también obviamente en buena fe.

      2. Por cuanto respecta al caso de Jefté, naturalmente concuerdo con usted en el reconocer que en el propósito de Jefté no existe ciertamente la voluntad de Dios. Pero su voto se parece de alguna manera al propósito de Abraham. Abraham recibe la gracia de ser iluminado sobre lo que realmente era la voluntad de Dios, mientras que Dios deja al pobre Jefté en su error involuntario.
      En cuanto a la hija, es interesante notar que ella también, como su padre y como Abraham, se convenció de que habría debido ser sacrificada. A ninguno de los dos se le ocurrió desistir de este acto, porque ambos estaban convencidos de que era querido por Dios.

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    12. Estimado Ludovicus,
      en referencia a su intervención en la que dice: "Lamento que, a diferencia de otros ámbitos, esté Ud inficionado de hermenéutica modernista, Padre. Créame que no me da ningún placer constatarlo."

      Para que usted pueda quitarse esta mala impresión respecto a mí, basta con que tenga en cuenta las aclaraciones que le he dado sobre la autoridad de la Comisión bíblica.

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    13. Estimado Ludovicus,
      respecto a su intervención del 4 de junio de 2024, a las 19:20, donde usted dice: "O sea que el exegeta es el que juzga sobre la inerrancia de un texto revelado. Modernismo puro y duro".

      R.
      Se equivoca. El verdadero modernismo implica la negación de la inerrancia bíblica. Yo ya le he explicado en qué consiste esta inerrancia y que ella, como enseña hoy la Iglesia, no se refiere a los modos expresivos propios y a la cultura particular del hagiógrafo y del contexto histórico, en el que vive.

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    14. La disuelve en la práctica, estimado. Si usted puede decir cuándo habla Dios, contra lo que dice el narrador, está destruyendo la inerrancia. Su caso es muy común, la exégesis modernista y progresista ha devastado la Iglesia en los últimos 60 años.
      Acá no hablamos de modos ni de cultura, hablamos de un "hecho X", que es afirmado por el texto sagrado diciendo que ocurrió "un hecho X". Y usted dice que ocurrió un "hecho no X". Es evidente que se trata de una interpretación deformante, contra litteram. Ni siquiera estamos hablando de una forma de expresión, o una doctrina que puede ser interpretada así o asá. Repito: es un hecho.
      Por vía de relativización de hechos, todo puede ser discutido y se ha discutido. Si hasta se niega la estancia de Israel en Egipto o el Exodo, o la existencia histórica de Moisés y mucho más de Abraham. Usted, lamentablemente, no ha inventado la rueda.
      Cordiales saludos

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    15. La inspiración divina, por otra parte, se extiende a toda la Sagrada Escritura de tal modo que preserva de todo error a todas y cada una de sus partes. Por supuesto, dentro del lenguaje, cultura y género literario que usa el hagiógrafo, cuando cuenta una fábula es una fábula, cuando se usa una metáfora, lo mismo, una hipérbole (la socorrida por usted expresión de cortarse un miembro), una poesía, etc. La doctrina puede ser interpretada, los hechos no. Parafraseando a un juez de la Corte, la interpretación es libre, los hechos son sagrados.
      De hecho, el método histórico crítico ha destruido la hermenéutica católica. La mayoría abrumadora de los exegetas actuales son modernistas. Ni hablemos de lo que han hecho con los Evangelios, que habría surgido "de la meditación de una comunidad con el duelo de la muerte de su mesías".

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    16. En definitiva, forman parte de la inerrancia los hechos que relata el narrador como ocurridos, aún los más nimios. Cuando san Juan dice, en la multiplicación de los panes, que "había mucho pasto en ese lugar", se puede interpretar que era una referencia al Salmo 23, por ejemplo. Lo que no se puede negar es que "había mucho pasto en ese lugar". Si el hagiógrafo dice que Cristo nació en Belén, puede interpretarse que nace ahí por la referencia davídica, por el nombre de la ciudad, etc. Pero el hecho de nacer en Belén no puede discutirse. Si dice que lo visitaron los magos, lo visitaron, con prescindencia del mensaje que entraña, la significación, etc.
      Las motivaciones, la cultura, el estilo literario, las hipérboles y comparaciones, las fábulas, todas las que quiera. Los hechos son hechos. Esto es lo que han disuelto en la exégesis de los últimos 60 años. Fíjese cuántos de estos exegetas afirman la historicidad de los evangelios de la infancia y después me cuenta.

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    17. Estimado Ludovicus,
      como he venido haciendo, le respondo por puntos:

      1.
      Usted dice: "La disuelve en la práctica, estimado. Si usted puede decir cuándo habla Dios, contra lo que dice el narrador, está destruyendo la inerrancia. Su caso es muy común, la exégesis modernista y progresista ha devastado la Iglesia en los últimos 60 años".

      R.
      Como ya le he dicho, para interpretar correctamente la Escritura, es necesario saber distinguir cuando el hagiógrafo anuncia un dato revelado y cuando en cambio expresa un punto de vista de su tiempo.
      Usted confunde la opinión del hagiógrafo con la Palabra de Dios.

      2.
      Usted dice: "Acá no hablamos de modos ni de cultura, hablamos de un "hecho X", que es afirmado por el texto sagrado diciendo que ocurrió "un hecho X". Y usted dice que ocurrió un "hecho no X". Es evidente que se trata de una interpretación deformante, contra litteram. Ni siquiera estamos hablando de una forma de expresión, o una doctrina que puede ser interpretada así o asá. Repito: es un hecho".

      R.
      Yo no niego en absoluto el hecho, sino que lo interpreto de tal manera que no nos hacemos un concepto de Dios que quiere sacrificios humanos.

      3.
      Usted dice: "Por vía de relativización de hechos, todo puede ser discutido y se ha discutido. Si hasta se niega la estancia de Israel en Egipto o el Exodo, o la existencia histórica de Moisés y mucho más de Abraham. Usted, lamentablemente, no ha inventado la rueda".

      R.
      Le repito que no niego en absoluto el hecho, sino que lo interpreto como debe ser interpretado, para no deshonrar el Nombre de Dios.
      El Dios que quiere sacrificios humanos, guárdeselo para usted y no se lo haga decir a la Biblia.

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    18. 4.
      Usted dice: "La inspiración divina, por otra parte, se extiende a toda la Sagrada Escritura de tal modo que preserva de todo error a todas y cada una de sus partes. Por supuesto, dentro del lenguaje, cultura y género literario que usa el hagiógrafo, cuando cuenta una fábula es una fábula, cuando se usa una metáfora, lo mismo, una hipérbole (la socorrida por usted expresión de cortarse un miembro), una poesía, etc".

      R.
      La inspiración divina se extiende a toda la Escritura, pero en modalidades diversas. Se refiere ante todo a los datos de fe que el hagiógrafo debe comunicar y luego concierne también a sus modos expresivos, pero estos modos expresivos están ligados a la particular mentalidad del hagiógrafo en relación con su tiempo.
      Por eso, aunque el hagiógrafo sea inspirado también en esto, está claro que los conceptos que expresa y de los cuales reviste al contenido revelado, no constituyen ellos mismos un dato de fe y, por tanto, no pueden formar parte del dato revelado.

      5.
      Usted dice: "La doctrina puede ser interpretada, los hechos no. Parafraseando a un juez de la Corte, la interpretación es libre, los hechos son sagrados".

      R.
      Estoy de acuerdo con el principio. Los hechos no deben ser interpretados, pero deben ser comprendidos.
      Si usted sostiene que en el episodio de Abraham Dios en un primer momento ha querido el sacrificio humano, quiere decir que usted no ha comprendido lo que realmente sucedió. No ha entendido el hecho.
      Por cuanto respecta a la doctrina, como ya le he dicho, la interpretación no es difícil: Dios ha querido probar a Abraham en la fe, y Abraham ha superado la prueba, profetizando el sacrificio de Cristo. En sustancia, la doctrina consiste en el presentarnos la fe de Abraham, es decir, qué cosa significa creer. Este es el dato revelado.
      El discurso del sacrificio humano refleja en cambio el malentendido en el cual, sin querer, ha caído Abraham. Sin embargo, tenga usted bien presente que también aquí Abraham estaba dispuesto a obedecer y por eso también en esto él es el modelo del creyente, aunque se equivocara en buena fe.
      Le he dicho y le repito que Abraham, como todo profeta bíblico, profetiza solamente en algunas ocasiones, pero en su vida cotidiana es un hombre falible como todos nosotros. Usted toma como profecía lo que ha sido solo un lado humano del pensamiento de Abraham.

      6.
      Usted dice: "De hecho, el método histórico crítico ha destruido la hermenéutica católica. La mayoría abrumadora de los exegetas actuales son modernistas. Ni hablemos de lo que han hecho con los Evangelios, que habría surgido "de la meditación de una comunidad con el duelo de la muerte de su mesías"."

      R.
      No hay que confundir la modalidad del método histórico-crítico católico con la del método protestante.
      El mérito de haber separado este método de la herejía protestante corresponde a un ilustre co-hermano mío, el Siervo de Dios, el biblista francés Marie-Joseph Lagrange, que se dio cuenta de la validez de este método, hoy comúnmente utilizado en los Institutos Académicos de la Iglesia.
      Por otra parte, estoy de acuerdo con usted en el reconocer que el modernismo está muy extendido hoy también entre los biblistas. Pero entonces no se trata del método aprobado por la Iglesia, sino del enfoque protestante.

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    19. Estimado Ludovicus,
      divido como de costumbre por puntos:

      1.
      Usted dice: "En definitiva, forman parte de la inerrancia los hechos que relata el narrador como ocurridos, aún los más nimios. Cuando san Juan dice, en la multiplicación de los panes, que "había mucho pasto en ese lugar", se puede interpretar que era una referencia al Salmo 23, por ejemplo. Lo que no se puede negar es que "había mucho pasto en ese lugar". Si el hagiógrafo dice que Cristo nació en Belén, puede interpretarse que nace ahí por la referencia davídica, por el nombre de la ciudad, etc."

      R.
      La Sagrada Escritura cuenta los hechos. Pueden ser los hechos constatados por el propio hagiografo, o bien puede ser hechos relatados o bien hechos inventados con propósitos pedagógicos.
      Si el hagiógrafo ha visto los hechos directamente, podemos darle crédito. Si en cambio son hechos reportados, podría también equivocarse. Si se trata en cambio de creaciones literarias, la cuestión de la verificación no se plantea.
      ¿Cómo se plantea la inerrancia bíblica en este caso? Aquí no se trata de la inerrancia relativa al dato revelado, sino que se trata de una inerrancia humana, que no es absoluta, porque el hagiógrafo puede equivocarse en cuanto que a él le es referida una noticia falsa.
      Sin embargo, puede haber hechos que tienen relación con el dato revelado, por ejemplo el hecho de la crucifixión. Aquí el hagiógrafo no se equivoca no sólo desde el punto de vista humano, sino también en cuanto divinamente inspirado.

      2.
      Usted dice: "Las motivaciones, la cultura, el estilo literario, las hipérboles y comparaciones, las fábulas, todas las que quiera. Los hechos son hechos. Esto es lo que han disuelto en la exégesis de los últimos 60 años. Fíjese cuántos de estos exegetas afirman la historicidad de los evangelios de la infancia y después me cuenta".

      R.
      Estoy de acuerdo en que los hechos son hechos. Sin embargo, en muchos casos queda el problema de cómo interpretarlos, sobre todo si están presentes personajes que hablan. También es necesario saber distinguir cuando se narra un hecho real o cuando se trata de una narración creativa.
      Las formas literarias, que usted enuncia, deben tenerse presentes para poder entender lo que el hagiógrafo quiere decir con la narración de los hechos. En efecto, si no comprendemos el modo de expresarse del hagiógrafo, tampoco comprendemos el sentido de su relato.
      Todas estas observaciones que le hago deberían encontrar su consenso y nada tienen que ver con esa exégesis modernista, que disuelve el dato revelado con el pretexto de los géneros literarios, de la cultura, de los tiempos o de los modos de expresarse del hagiógrafo.

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    20. La verdad, frater, intento no calificar de modernista su hermenèutica, pero no puedo. La inerrancia dice relación con la verdad, no con la autenticidad o la veracidad. Usted la relativiza al punto de admitir que si el hagiógrafo relata un hecho en la Biblia como ocurrido, puede equivocarse. Se vaporiza el 90 % de los hechos relatados en el Antiguo Testamento, y varios del Nuevo.
      En conclusión no hay inerrancia. Es gracioso que Ud, tan generoso en concederle infalibilidad a todo el magisterio de un Papa, retacee inerrancia a un texto inspirado. En fin, es un punto muerto, no lo voy a convencer ojalá tuviera razón pero no la tiene.
      Cordiales saludos.

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    21. Una última cosa: con su concepto de inerrancia (no es inerrante lo que el narrador no ha presenciado) no veo cómo salva la inerrancia de los Evangelios de la infancia, que enfrentan varias dificultades históricas.Me gustaría saber si Ud la sostiene, o la tiene por un midrash, una historia edificante o simbólica. Por cierto, la exégesis modernista se los ha cargado con su mismo argumento, como explica el p. Laurentin. Prácticamente ningún exegeta moderno sostiene su historicidad, no digamos el nacimiento en Belén.
      Cordiales saludos

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    22. Estimado Ludovicus,
      divido una vez más en puntos, su intervención:

      1.
      Usted dice: "La inerrancia dice relación con la verdad, no con la autenticidad o la veracidad".

      R.
      Que la inerrancia tenga relaciones con la verdad no hay duda, porque inerrancia quiere decir no equivocarse.
      Sin embargo, la cuestión de la inerrancia bíblica es compleja. Es necesario hacer distinciones, porque, como ya le he dicho, el hagiógrafo puede equivocarse en buena fe al referir un hecho, que le ha sido narrado de una forma diferente a como realmente ha sucedido.
      Ahora bien, está claro que aquí la inerrancia bíblica en sentido propio no entra para nada y tiene nada que ver, porque la inerrancia que los creyentes buscamos en la Sagrada Escritura no son tanto las ideas del hagiógrafo, sino que es su inerrancia al comunicarnos la Palabra de Dios. Es sobre este punto que es inadmisible que la Biblia pueda equivocarse, como sería inadmisible que lo que la Biblia nos presenta como Palabra de Dios no sea Palabra de Dios.
      Por cuanto respecta a la autenticidad de un escrito, también aquí el hagiógrafo se puede equivocar, en cuanto que puede acoger una tradición que asigna a un autor determinado un determinado escrito, mientras que en realidad se trataba de discípulos. Déjeme darle un ejemplo. Los escritos que en el pasado eran atribuidos a Isaías, hoy son atributos no solo de Isaías sino también de una serie de sus discípulos.
      Siendo así las cosas, usted comprende que aquí, en este caso, la inerrancia bíblica no entra para nada, sino que solo están en juego las ideas del hagiógrafo.
      Por cuanto respecta a la veracidad, tenga presente que veracidad e inerrancia son la misma cosa y entrambas quieren decir no equivocarse al referir algún hecho o alguna doctrina.

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    23. 2.
      Usted dice: "Usted la relativiza al punto de admitir que si el hagiógrafo relata un hecho en la Biblia como ocurrido, puede equivocarse. Se vaporiza el 90 % de los hechos relatados en el Antiguo Testamento, y varios del Nuevo".

      R.
      No hay nada de extraño en que una persona humana, como todos nosotros, pueda estar equivocada al referir un hecho, porque está mal informada.
      Ahora bien, el hagiógrafo es un ser humano como todos nosotros, sujeto al error en todo lo que no se refiere a la enseñanza del dato revelado. Aquí, cuando enseña el dato revelado, podemos estar seguros de que no se equivoca, porque está asistido por el Espíritu Santo.
      Por cuanto respecta a los hechos narrados por el hagiógrafo, considerando su falibilidad humana concerniente a cosas que no se refieren al dato revelado, tarea del exegeta es la de verificar, en la medida de lo posible, de vez en vez, si el hagiógrafo se equivoca o no se equivoca.
      ¿Qué utilidad tiene esta verificación? Nos ayuda a entender mejor cuál era la cultura de la época del hagiógrafo en sus aspectos positivos y en aquellos negativos.
      ¿Y qué relación hay entre esta cultura y la Palabra de Dios? Que esta cultura nos media la misma Palabra de Dios, por lo cual, aun admitido que el hagiógrafo se haya equivocado a causa de los límites de la cultura de su tiempo, como por ejemplo la caída de las estrellas del cielo sobre la tierra, lo que nos dice es útil y nos sirve para comprender el dato revelado, que en tal caso son los trastornos escatológicos que preanuncian el fin del mundo y el retorno glorioso de Cristo.

      3.
      Usted dice: "En conclusión no hay inerrancia. Es gracioso que Ud, tan generoso en concederle infalibilidad a todo el magisterio de un Papa, retacee inerrancia a un texto inspirado".

      R.
      Le he explicado abundantemente y con las debidas distinciones en qué consiste la inerrancia y cuáles son sus límites. Por lo tanto, le rogaría que no vuelva sobre este punto.
      Por cuanto respecta al Magisterio del Santo Padre, como usted bien debería saber y como he explicado varias veces, el Magisterio del Papa está sujeto a tres grados de autoridad, en cada uno de los cuales es veraz, en cuanto realiza en varios niveles el mandato de Cristo de confirmarnos en la fe y de guiarnos por el camino de la salvación.

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    24. 4.
      Usted dice: "Una última cosa: con su concepto de inerrancia (no es inerrante lo que el narrador no ha presenciado) no veo cómo salva la inerrancia de los Evangelios de la infancia, que enfrentan varias dificultades históricas".

      R.
      Como ya le he dicho, el hagiógrafo puede equivocarse al tomar por verdadero un hecho que le ha sido contado y acerca del cual el mismo narrador puede haberse equivocado. Lo importante es tener presente que este hecho informado nada tiene que ver con el dato revelado. Una cosa es el relato del diluvio y del arca de Noé y otra cosa es la resurrección de Cristo. Se trata de dos hechos reportados.
      En cuanto a los dos primeros, se puede considerar razonablemente que el hagiógrafo ha acogido las tradiciones populares, utilizando un modo imaginativo de expresarse, aunque también en estos hechos hay un núcleo de verdad revelada, que se refiere a la historia de la salvación.
      Por cuanto respecta al Evangelio de la infancia de san Lucas, los hechos narrados están tan cercanos a la redacción del hagiógrafo y conciernen de modo tan directo a acontecimientos fundamentales de la historia de la salvación, que debemos estar ciertos de la total historicidad , veracidad y autenticidad de los hechos, donde indudablemente un testigo de primer plano ha sido Nuestra Señora, junto con otros testigos directos. Todo esto implica evidentemente la inerrancia no solo humana, sino también inspirada, por parte de san Lucas.
      Por cuanto respecta a los episodios, hay que notar una perfecta continuidad entre la exégesis tradicional y la histórica-crítica. Además, indudablemente aquí han sobrevenido las manipulaciones por parte de la exégesis modernista, como por ejemplo la que ha consistido en negar el coloquio de María con el ángel, por no hablar de la herejía consistente en negar la virginidad de la Nuestra Señora.

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    25. “Nunca será legítimo restringir la inspiración a meramente ciertas partes de la Sagrada Escritura, o admitir que el escritor sagrado pudo haberse equivocado. Ni la opinión de tales puede ser tolerada, quienes, para salir de estas dificultades, no vacilan en suponer que la divina inspiración se extiende sólo a lo tocante a la fe y moral, bajo el falso alegato de que el verdadero significado se busca menos en lo que Dios ha dicho que en el motivo por el cual lo dijo.” (Denz., 1850).

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    26. Y le voy a ser sincero, entre un literalista ingenuo y un tipo que niega la inerrancia bíblica, sometiéndola a una relativización de su inerrancia que pràcticamente la convierte en un catecismo de doctrina, me quedo con el literalista. Por lo menos conserva mejor la fe. Fìjese que su argumentación sobre el coloquio de María con Gabriel es puro voluntarismo: con sus mismas argumentaciones, cualquiera puede sostener que fue una ilusión de la Virgen, que lo importante es la doctrina de la Encarnación. Todo es líquido. No, no lo compro, es una senda muy peligrosa que de hecho ha llevado al extravío a la casi totalidad de los exégetas modernos. Lamentabile sine exitu la vio clara.

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    27. Estimado Ludovicus,
      el papa León XIII, cuando dice en la Providentissimus Deus (en el n.1850 del Denzinger) que el autor sagrado no se equivoca, es evidente que se refiere al anuncio de la verdad revelada. Pero cuando Jesús, para significar el fin del mundo, habla de las estrellas que caen del cielo sobre la tierra, ¿quiere anunciar con esta expresión una verdad divina? ¿O más bien no se adapta a una creencia de aquel tiempo, que hoy, con los conocimientos que tenemos del cosmos, haría reír?
      Por cuanto respecta a la extensión de la inspiración más allá de las verdades de fe, aquí la inspiración divina no lleva al hagiógrafo a afirmar siempre las verdades ligadas a sus conocimientos humanos o a las opiniones dependientes de la cultura de su tiempo, sino que lo lleva a ser infalible en el uso de esas opiniones humanas con el fin de expresar la verdad revelada.
      Para permanecer en el ejemplo de las estrellas, la infalibilidad del autor sagrado (Ap 6,13) no consiste evidentemente en una verdad concerniente a las estrellas, sino en la eficacia de la comparación para expresar el drama de los acontecimientos escatológicos.
      Por consiguiente es infalible en el decirnos la verdad divina escatológica, pero no es infalible el contenido de la astronomía de sus tiempos. Esta concepción solamente sirve para expresar la verdad divina. Y quien sabe interpretar la función simbólica de esa imagen se da cuenta de que el autor sagrado es infalible también en este modo expresarse, es decir, utilizando las ideas de aquel tiempo. En esto ha sido inspirado por Dios, no en el sentido de que Dios ha avalado el contenido del parangón, sino en el sentido de que ha inspirado al hagiógrafo a usar ese parangón.
      Entonces, para resumir, las ideas del tiempo son erróneas, pero el autor es infalible en el saber expresar el contenido escatológico.

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    28. Estimado Ludovicus,
      le he explicado del derecho y del revés, por pelos y señales, exactamente en qué consiste la inerrancia.
      Por consiguiente, llegados a este punto, si usted me acusa de negar la inerrancia, me siento ofendido. Y sólo por benevolencia he mantenido su última intervención. Por lo tanto, le pido que retire esta acusación infundada y, si no quiere hacerlo, terminemos un diálogo del cual usted denota manifiesta falta de grado para llevarlo adelante.
      Le hago presente que la fe se robustece haciendo uso de la razón y de una buena exégesis, en particular la histórica-crítica, hoy recomendada por la Iglesia.
      Respecto a la Anunciación, yo no he sostenido en absoluto que Nuestra Señora se haya engañado. Por lo tanto, también esta es una acusación manifiestamente falsa.
      Yo le he propuesto, con mi exégesis, un camino seguro. Si usted lo encuentra resbaladizo, quiere decir que usted no ha comprendido que yo sigo las indicaciones del Magisterio de la Iglesia católica post-conciliar.

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  4. Estimado padre Filemón,
    admiro su paciencia, su benevolencia, su caridad, su incansable afán de enseñar, como excelsa obra de misericordia, a quien está en el error.
    Y no me refiero aquí a error en lo que se refiere a la interpretación del capítulo 22 del Génesis, porque esta cuestión exegética es materia discutible, mientras la Iglesia no se expida de modo autoritativo y, por ende, vinculante para el fiel católico.
    Me refiero a que el lector que le está objetando su interpretación exegética, (Ludovicus), ha dado repetidas pruebas en esta ocasión, y en otras, de ser un "católico" alejado de la plena comunión eclesial, o, como dice el papa Francisco, un católico ubicado en las márgenes del curso central de la corriente católica (para no usar la expresión "católico cismático").
    Repito: admiro su paciencia, y se la agradezco, porque leyendo sus respuestas a Ludovicus, aprendemos cada vez más. Gracias.

    Nadia Márquez

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    1. Nadie, cuando tenia 5 años me enseñaron una buena regla de educación, no se habla mal de una persona a un tercero estando presente el agraviado. Veo que no se la enseñaron. Tampoco le enseñaron a no hacer juicios temerarios, lo que es más grave.

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    2. Estimada Nadia,
      yo he seguido las objeciones de mis oponentes, porque me doy cuenta verdaderamente que mi posición contrasta con una interpretación que podría decirse milenaria. Por eso escucho con mucha atención esas objeciones, que a menudo son serias y me ponen en dificultades.
      Sin embargo, cada vez me doy cuenta de que puedo resolverlas. Por eso, los Lectores que me han seguido con atención en todas las notas que hasta ahora he publicado sobre el tema, no han perdido el tiempo, sino que junto conmigo y mis objetores han hecho un camino que nos hace progresar en la verdad.

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    3. Ludovicus: Lo que hice fue hablar bien del padre Filemón, que está llevando a cabo un meritorio diálogo apologético con alguien que, como usted mismo ha manifestado por sus propias expresiones, está objetivamente situado lejos de la plena comunión con la Iglesia católica. Y esto no es en absoluto hablar mal de usted, porque no juzgo su situación de conciencia ante Dios o sus pecados, sino que califico objetivamente su situación en la Iglesia católica, si es que aún usted se considera católico. El mérito del padre Filemón es que ha sabido pasar por alto toda su arrogancia y falta de respeto, para intentar dialogar en busca de la verdad con alguien que, como bien se ve, está poco o nada inclinado al diálogo, y de hecho usted lo demuestra en cada uno de sus comentarios.

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  5. Estimado padre Filemón,
    comparto la sabia intervención y el agradecimiento de Nadia.
    Está claro que usted se toma en serio y como deber religioso propio, la tarea apologética con los que están fuera del recto camino católico. Por cierto, como usted nos recuerda, tomado del Catecismo de San Pío X, el deber que nos incumbe de: "soportar pacientemente las personas molestas".

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    1. Querido Ernesto,
      te agradezco por tus palabras.
      Tú que me conoces, y que conoces la historia de mi Orden, sabes que nosotros estamos ejercitados y acostumbrados a este tipo de confrontaciones y debo decirte, como le dije también a Nadia, que estos objetores a menudo me presentan objeciones serias y utilizan casi siempre un tono educado, que atrae las respuestas, Así que al final, aunque creo que tengo razón, el resultado es que a veces vengo a aprender cosas nuevas de mis propios objetores.
      Es la práctica de ese diálogo que hoy tanto recomienda la Iglesia para resolver los graves conflictos, que por desgracia también existen entre nosotros los católicos.

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  6. Estimado padre Filemón,
    no seguiré con mi tema anterior. Ahora sólo quería hacerle a usted, si me lo permite, una pregunta acerca de la metodología teológica.
    Veo que Ud., dejando de lado sus propios acentos expositivos, toma en cuenta PUNTO POR PUNTO, las objeciones de su oponente, y las responde tal cual lo ha indicado su oponente.
    Pero en el siguiente paso, me parece que el sentido común llevado a un correcto diálogo filosófico/teológico es que su oponente, de modo semejante y respetuoso, debiera hacer lo mismo que usted hizo, vale decir, tomar PUNTO POR PUNTO las respuesta que usted le ha dado y responderlas, sea acordando con usted, o rechazando sus respuestas CON ARGUMENTOS, o bien planteando nuevas objeciones o eventualmente indicándole que usted olvidó tener en cuenta algo de la primera exposición de objeciones, etc.
    Por el contrario, el Sr. Ludovicus no responde a sus respuestas, sino que responde "a la buena" (y a veces con el estilo de dar de mala gana, no sé desde qué altura, una mísera limosna o una sobra de la mesa...).
    No creo que ésta sea la manera correcta de llevar a cabo un diálogo respetuoso.
    No de su parte, por supuesto, sino de su oponente.
    Por lo menos esto es lo que a mí me parece.

    Nadia Marquez

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    1. Estimado Nadia,
      aquellos que, como es mi caso, nos hemos dedicado al apostolado de la transmisión de la verdad de la Palabra de Dios, tratando de hacerla comprensible mediante la teología, estamos habituados a discutir con personas que no siempre siguen los métodos apropiados para la discusión. Por eso tratamos de ser tolerantes con ellos.
      Yo solo cierro el discurso cuando veo que el interlocutor no acepta mis refutaciones, sino que vuelve a sostener como al principio los mismos errores.
      Ahora bien, debo reconocer que Ludovicus opone una cierta resistencia a lo que digo y al mismo tiempo quiere demostrar que tiene razón. Pero la verdad debe ser buscada con humildad, con la escucha recíproca y aceptando las posiciones correctas del interlocutor. De lo contrario, la discusión deja de ser diálogo, y se convierte en dos monólogos.
      Sin embargo, debo añadir que hasta ahora Ludovicus ha variado los temas, dándome la ocasión de tanto en tanto de responderle.

      Debo reconocer también que a veces no es fácil llevar adelante el diálogo con estas personas. Sobre todo cuando, como en este caso, se conoce perfectamente quién/quienes está oculto tras el pseudónimo. Y es más difícil, porque uno debe abstraer de todo aquello que sabe acerca del sujeto, y concretarse a la materia o tema discutido, y nada más que a eso. El caso de Ludovicus es particularmente molesto, porque se trata de alguien perfectamente identificado (aunque a veces intervienen otras personas), pero, como le acabo de decir, uno debe ejercitar misericordia (la obra de misericordia de aceptar a los que nos molestan) y abstraer del contexto subjetivo, para concretarse exclusivamente a la discusión objetiva de la cuestión o materia debatida (cosa que no siempre el interlocutor hace). Lamentablemente, en el caso de Ludovicus, sólo algunos de sus mensajes y comentarios son publicados, pues, como todos los lectores saben, aquellos comentarios que implican carencia de respeto a la Iglesia, al Papa, a los Obispos, o a las demás personas, son eliminados.

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