domingo, 9 de junio de 2024

María, ministra de la Providencia

Si el ser María Madre de Dios es un misterio de fe que no ahorra las dificultades para nuestra razón, el ser María Madre de la Iglesia es un misterio no menos arduo para los límites de nuestra humana capacidad de comprensión e imaginación. De hecho, ¿cómo  imaginar el ministerio de salvación de una creatura, por muy nobilísima que sea, como María, que se ocupe de la salvación de toda la humanidad en una relación personal y directa con las individuales personas? [En la imagen: Nuestra Señora de la Divina Providencia, en su imagen original -1920- del altar de la Iglesia Catedral de San Juan de Puerto Rico, coronada en 1976].

----------Dios actúa en el mundo para la salvación del mundo sirviéndose del ministerio de sus santos y ante todo de María Santísima. Por lo tanto, Dios los hace partícipes de su acción poderosa, diversificada e ilimitada, naturalmente siempre en relación con los límites de las creaturas y de sus acciones propias. Entre todas estas santas creaturas que están al servicio de Dios para la salvación de la humanidad emerge la Madre de Dios, la Bienaventurada Virgen María, la cual ejerce una maternidad, como hubo de proclamarla el papa san Paulo VI al final del Concilio Vaticano II, sobre toda la Iglesia, hasta tal punto que Ella fue llamada por él "Madre de la Iglesia". La maternidad que María ejerce respecto a la Iglesia es evidente consecuencia de su ser Madre del Verbo Encarnado. Según la exégesis de los Padres, Cristo mismo desde la cruz encomendando a Juan a María Santísima, en Juan confía toda la humanidad al cuidado de María.
----------Otra consideración que se hace sobre la maternidad de María como Madre nuestra es el hecho de que Ella, como Madre de Cristo, Fundador de la Iglesia, viene a extender indirectamente su ser Madre de Cristo en una maternidad ejercida hacia todos los discípulos del Señor. Sin embargo, si el ser Madre de Dios es un misterio de fe que no ahorra las dificultades para nuestra razón, el ser Madre de la Iglesia es un misterio no menos arduo para los límites de nuestra humana capacidad de comprensión e imaginación. De hecho, ¿cómo  imaginar el ministerio de salvación de una creatura por muy nobilísima que sea como María que se ocupe de la salvación de toda la humanidad en una relación personal y directa con las individuales personas?
----------Se trata de una cosa que excede a todas nuestras normales categorías y experiencias humanas. Hoy en día, habituados a las familias de tres hijos o aún menos, nos cuesta mucho imaginar cómo hacían las madres de antaño para cuidar a doce hijos; imaginamos a la maestra o a la hermana religiosa que tenga treinta alumnos; pero ¿como hace una creatura para ocuparse simultáneamente, y directamente de millones y millones de seres humanos en todo el mundo? Ciertamente el presidente Biden gobierna los Estados Unidos, el Papa gobierna a toda la Iglesia: pero a través de una infinidad de colaboradores. Pero María ¿cómo hace Ella por sí sola para comunicarse contemporáneamente con tanta gente y, aún más, para comunicarse en lo más íntimo de la conciencia de cada uno? ¿Y además para una acción eficaz de salvación eterna? ¿No basta para esto la divina Providencia? ¿Es María un doble de la Providencia?
----------Y sin embargo, la fe no nos habla de manera diferente: María obtiene personalmente y directamente de Cristo con la oración, desde cuando la Iglesia ha sido fundada, todas las gracias necesarias para la salvación de todos los hombres, y es llamada tradicionalmente por eso omnipotentia supplex, así que es imposible salvarse si no nos dirigimos a ella a fin de que nos obtenga de su Hijo estas gracias, como dice Dante: "Quien quiere gracia y a ti no recurre, quiere volar sin alas". Por el contrario, los otros santos tienen un poder intercesor limitado a particulares ámbitos del tiempo y de la humanidad.
----------La piedad católica admite la existencia de muchos modos de dirigirnos a Dios para nuestra salvación: ante todo a la Santísima Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Tratándose de Dios mismo, nosotros podemos dirigimos a las Tres Personas directamente: al Espíritu para que nos haga conocer a Cristo, a Cristo para que nos conduzca al Padre o interceda por nosotros ante el Padre.
----------María nos media la relación con la Santísima Trinidad, pero también existen mediaciones inferiores, como las de los otros Santos y por debajo de estos, las de los santos ángeles. Finalmente en esta tierra tenemos la mediación de la Iglesia terrena y de nuestros pastores.
----------Esta actividad de intercesión de María es así delineada por el Concilio Vaticano II: "Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada" (constitución dogmática Lumen gentium, n.62). María toma cuidado simultáneamente, e indefectiblemente, de cada uno y de todos, trabaja por la salvación de todos, llama a todos a Cristo, escucha a todos, habla a todos. Ella, por su maternal solicitud, como dice Dante, "al dimandar precorre" (Divina Comedia, Paraíso, Canto 33), pero no siempre escucha a todos, porque no siempre todos, quizás sin saberlo o en buena fe, le piden a Dios lo que les es verdaderamente útil para su salvación.
----------La Virgen Santísima es como una mamá buena pero no débil, la cual, por el bien de su pequeño que no entiende, no le concede todo lo que se le viene a la mente, a costa incluso de dejarlo llorar por un tiempo, pero haciéndole entender más tarde que era mejor así.
----------Indudablemente, se nos hace muy difícil comprender cómo una sola creatura, por muy noble que sea, como lo es ciertamente María, pueda ocuparse simultáneamente y personalmente de multitudes interminables de sus devotos, de los pobres, de los que sufren, de los pecadores necesitados de consuelo o de conversión, y cómo Ella pueda ser capaz de escuchar a todos, escuchar sus oraciones, sus peticiones, sus confidencias, sus preocupaciones, sus llantos, sus lamentos y las súplicas de todos.
----------Estamos entonces obligados a hipotetizar una participación inimaginable, singularísima y riquísima de la actividad propia de la divina Providencia, participación ciertamente siempre de modo humano, es decir, no de eficiencia sino de cálculo humano (esto lleva a María en sus apariciones a formar frases, proposiciones, peticiones, exhortaciones, propuestas, dar órdenes y a veces incluso severas amenazas) y participación de intercesión, y sin embargo se trata de un recordar y un tener presente a la propia mirada amorosa y al propio corazón de madre las situaciones, las necesidades, las súplicas, las lágrimas, las exigencias, los sufrimientos, las necesidades, las esperanzas, los proyectos de cada uno de nosotros, con mirada particularmente atenta a las almas más necesitadas de la divina misericordia, en la tierra y en el purgatorio.
----------Este hecho maravilloso e increíble del obrar de María Santísima como Ministra de la Divina Providencia, que está garantizado sólo por la fe, si no es bien interpretado, puede dar lugar a graves malentendidos, a indiscretos fanatismos o piadosas ilusiones, llevando a concebir a María casi como una diosa o un sustituto de la Providencia o de la Palabra de Dios, o a actitudes casi idolátricas, más propias del antiguo politeísmo pagano que de la costumbre y de la fe cristianas, una especie de paralelo en realidad inconcebible y blasfemo de la divina Providencia, la cual sola por su esencia  -y aquí no hay dificultad para concebir la cosa- tiene la posibilidad y el oficio supremo de ocuparse hasta de los más mínimos detalles de la existencia de todas las creaturas, estando ella misma en cuanto efecto de la acción divina, enraizada en aquel Dios que precisamente es el creador de todas las cosas. Y sin embargo, la Iglesia y la piedad mariana tradicional y universal desde siempre no tienen dudas sobre esta facultad de María, que por lo demás amplía al máximo las facultades de intercesión y de mediación que tienen también todos los demás santos del paraíso del cielo.
----------El puesto de María en la piedad cristiana no es de fácil interpretación y, por tanto, tampoco de fácil realización. Se va desde la aridez protestante, que ve en María nada más que una pobre aunque piadosa criatura, un personaje entre muchos del contexto social en el cual ha vivido Cristo, aunque sea siempre su madre, a las exageraciones de un devocionismo popular que ve en María casi una divinidad perdiendo de vista su función mediadora respecto a Dios y a Cristo, como si la relación con María fuera un fin en sí misma, sin que María represente la superior voluntad de Dios. La Virgen misma estaría disgustada por un semejante fanatismo no iluminado, que falsifica el verdadero sentido católico de la piedad mariana.
----------María no pretende en absoluto ponerse en el lugar de la divina Providencia con iniciativas que no reflejan fielmente la voluntad del Hijo, sino que, por el contrario, es la más sublime de las manifestaciones de la divina Providencia, nos la hace comprender, nos la hace gustar, nos conduce a disfrutar la divina Providencia, porque Ella misma es el efecto más alto en todo lo creado de esta Providencia salvífica universal.

2 comentarios:

  1. Gracias, padre Filemón, por esta hermosa meditación mariana.
    Aprovecho para pedirle que nos regale más a menudo reflexiones como ésta sobre María... creo que hay hoy mucha confusión sobre esto... tanto en una dirección como en otra... Veo con frecuencia lo que me parece que son desviaciones... quizás una excesiva atención a la piedad popular sobre María, que sin embargo se olvida de iluminarla como es debido, ubicando a María en su insustituible lugar, no a la par de Dios, sino como "ministra" de Dios, como usted bien dice... ella es "estrella" que nos conduce al "sol" que es Cristo, como dice una antigua y bellísima canción...

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      me alegro que mi publicación le agrade.
      Trataré de elaborar más artículos sobre mariología. El difundir una correcta teología mariana es tarea utilísima no sólo para nuestro crecimiento personal en una auténtica espiritualidad cristiana, sino también, en ámbito ecuménico, para hacer más comprensible a nuestros hermanos separados el lugar de María en nuestra fe y en nuestra vida cristiana.

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