Meditando acerca de algunos sucesos de pública difusión en la vida de la Iglesia (alguno de ellos de la vida de la Iglesia en nuestro país), a los cuales dedicamos atención en algunas de nuestras últimas publicaciones, es de advertir la existencia de una indudable presencia de Satanás y de su sutil encantamiento que pone insidias o trampas para ganar nuestro corazón a fin de conseguir que abandonemos nuestra fidelidad a Cristo, a sus mandamientos, y a las promesas que hemos hecho. De este núcleo de ideas ha brotado este artículo en dos partes. [En la imagen: fragmento de "Pecado original y Adán y Eva expulsados del Paraíso", fresco de Miguel Ángel, pintado entre los años 1509-1510, en la bóveda de la Capilla Sixtina del Vaticano].
"Es mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8,44)
¿De dónde vienen nuestras ideas?
----------Nuestras acciones conscientes y queridas, y todo aquello que nosotros tanto conscientemente como voluntariamente expresamos con nuestras opiniones y con nuestros propósitos de acción, provienen de nuestro íntimo interior, vale decir, de nuestra mente, de nuestra razón, de nuestra conciencia. Siempre vienen de una reflexión sobre nosotros mismos, sobre nuestros recuerdos, sobre un saber o conocimiento precedente, siempre vienen del íntimo interior de nosotros mismos, quizás del inconsciente o pueden venir del diálogo con un tú, con otro yo presente y que nos habla a nosotros en nuestro íntimo interior.
----------Las nuevas ideas que surgen en nosotros, las nuevas iniciativas que emprendemos, los nuevos proyectos o deseos ¿de dónde vienen? ¿Son conclusiones que hemos extraído nosotros o nos vienen de un tú en lo más íntimo de nuestro yo? ¿Es alguien que nos habla, nos sugiere o nos propone o somos nosotros los que nos hablamos a nosotros mismos, que hablamos con nosotros mismos? Para usar un lenguaje fichtiano, el no-yo interior que a veces se me aparece y me habla, ¿me lo pongo yo ante mí, depende de mí o aparece en mí sin que yo lo haya concebido o querido y tal vez lo ha puesto otro yo?
----------Pero el problema no está todo aquí. El problema es esencialmente moral. ¿Ese proyecto que se me ocurre, que me viene a la mente, es bueno o es malo? ¿Es o no es conforme a la voluntad de Dios? ¿Viene de mí? Viene de Dios o viene del demonio? Tanto Dios como el demonio son personas. El demonio sabe fingir falsos caminos de salvación, falsos ideales de santidad o de humanidad, falsas perspectivas de progreso, falsas teorías del conocimiento, falsas concepciones de la divinidad.
----------Ahora bien, la permanencia durante tantos siglos de esas doctrinas perversas que llegan a seducir a multitudes, obstinadamente contrarias a la enseñanza de Cristo, ¿no hacen pensar en un influjo del demonio? Por lo demás, cómo no temer o sospechar que científicos, filósofos, hombres de cultura, intelectuales, literatos, artistas e incluso teólogos, que no creen en la existencia del diablo, no estén expuestos a ser víctimas de sus engaños o a ser instrumentos quizás inconscientes de su acción?
----------Por otra parte, como todos estamos llamados a la salvación, debemos pensar que Dios da a todos las luces y la fuerza necesarias para saber reconocer y poder frustrar las insidias o trampas del demonio. Incluso aquellos que no creen en la existencia del diablo son iluminados por el Espíritu Santo. Está luego en ellos rechazar, si así lo quieren, esta luz bendita, y así ponerse por sí mismos a disposición de Satanás o hacerse esclavos de Satanás con su propia necedad.
----------Pero Dios no deja de iluminar a las personas de alma honesta y de buena voluntad, que quieren sinceramente salvarse y ser defendidos de las insidias del demonio. Porque hay que saber que para salvarse es necesario reconocer sus engaños, por lo cual no es de pensar que Dios, que quiere salvar a todos, no da a todos el discernimiento suficiente para darse cuenta de las trampas del demonio, para no ceder a sus seducciones y para no tener miedo de sus intentos de aterrorizarnos y de sus amenazas.
----------Sorprende el modo como Martín Lutero, que tan consciente era, sobre todo en su juventud, de la presencia de Satanás en nuestra vida, luego quedó miserablemente víctima de sus engaños al caer en tantos errores contra la fe, o sea, en tantas herejías. Se tiene la impresión en él de una doble actitud contradictoria hacia el demonio: por una parte, una enérgica actitud de repulsión beligerante hacia el enemigo de Cristo y al tentador, pero por otra parte, un acercarse al demonio con una especie de perversa simpatía o connivencia como hacia aquel de quien en definitiva Dios mismo se sirve para realizar los planes de su providencia, hasta el punto de dejarse convencer, como él mismo refiere, de la inanidad de la Misa.
----------Lutero confiesa la imposibilidad que tenía a veces de distinguir a Dios del demonio. Y de hecho, nos podríamos preguntar qué clase de Dios es el que le da permiso al hombre para pecar convenciéndole de que el pecado es invencible, de modo que el pecado viene cubierto y no quitado. ¿Acaso es verdadera misericordia dejar al pecador en la culpa fingiendo que sea inocente? ¿Qué Dios es el que te hace sentir bien con él mientras la conciencia te reprende? ¿Acaso no se trata más bien del demonio? ¿Y qué Dios es el que te acusa de ser culpable cuando te sientes inocente, sino el demonio?
----------Ahora bien, el paradigma del engaño diabólico es el coloquio de la serpiente con Eva. ¿Cómo es que Eva cree en la serpiente y no cree en Dios? Precisamente porque Eva tiene un movimiento de soberbia dejándose persuadir por la serpiente, la cual le prospecta ser como Dios.
----------Siendo él el mentiroso y el envidioso, rebelde a Dios, quiere presentar a Dios como mentiroso y envidioso, quien, temiendo la posibilidad de que Eva al comer el fruto descubra su grandeza divina, quiere en cambio mantenerla sujeta. La serpiente se presenta por tanto como un benefactor, se diría que como el verdadero Dios en el puesto del Dios creador; aparece como un liberador, que desenmascara la mentira de Dios y le abre los ojos persuadiéndola que desobedeciendo a Dios habría de convertirse en Dios.
----------De estas consideraciones aparece cuán importante es formarse un correcto concepto de Dios, que no esté contaminado por atributos propios de Satanás. El riesgo, de hecho, es que si no tenemos un concepto correcto de Dios, corremos el riesgo de obedecer a Satanás en lugar de a Dios.
----------Aquellas teologías que se limitan a hablar de Dios y no nos dicen cómo y por qué Satanás puede asumir engañosas apariencias divinas, no ayudan lo suficiente para estar sujetos al verdadero Dios y corren el riesgo de hacernos esclavos del demonio confundido por Dios. Por eso san Pablo llama al demonio "Dios de este mundo" (2 Cor 4,4), mientras que Cristo lo llama "príncipe del mundo" (Jn 12, 30).
Satanás es el enemigo de Dios y del hombre
----------El engaño con el que Satanás (en hebreo Satán es el enemigo) nos quiere seducir, ocasión del pecado original, es la habilidad con la cual, aunque siendo nuestro enemigo y aunque odiándonos, quiere mostrarse amigo y poner a Dios en mala luz, de modo de hacernos aparecer a Dios como nuestro enemigo. Todas las formas de ateísmo nacen de la idea de que Dios es nuestro enemigo.
----------En efecto, es necesario recordar que el pensamiento no debe ser antinómico, vale decir, debe ser coherente, honesto y respetar el principio de no-contradicción, de lo contrario no puede ser fautor de paz, y los conflictos podrán ser tapados, pero no resueltos. El pensamiento debe ser realista: saber ver los conflictos, pero también debe saber proponer soluciones que lleven a la reconciliación y a la paz.
----------La acción, por el contrario, debe ser combativa, porque para alcanzar nuestro fin último, que es Dios, debemos oponernos a fuerzas contrarias, que quieren nuestra muerte, por lo cual debemos absolutamente vencer, con la ayuda de Dios, muchos obstáculos y muchos enemigos, entre los hombres e incluso entre los demonios. El mandamiento del amor del enemigo vale para los hombres, pero no para el demonio. En el enemigo humano, de hecho, existen lados buenos sobre los cuales podemos hacer palanca para corregirlo. Sin embargo, el demonio es incorregible. No que debamos odiarlo, porque es también siempre creatura de Dios con naturaleza mucho más noble y poderosa que la nuestra. Debemos odiar el pecado que nos propone y contrarrestar su voluntad con todas nuestras fuerzas oponiendo a ella la de Dios.
----------El plan de la divina providencia prevé una victoria final sobre el mal no en el sentido de hacerlo desaparecer, como creía Orígenes, sino de someter a los enemigos impidiéndoles pecar o lastimarnos. Queda, por lo tanto, el mal de pena, para testimoniar la justicia y el poder de Dios; pero el mal de culpa viene cancelado, aunque quede la mala voluntad de los condenados, ángeles y hombres.
----------El creer que podemos pasar nuestra vida aquí en la tierra sin combatir, es una ilusión, que solamente nos hace esclavos del enemigo. Podemos convertir al prójimo por medio del diálogo; pero tratándose del demonio él debe ser solamente desenmascarado, refutado, combatido y vencido. La misma pasión de la ira, debidamente moderada, es útil para vencer al enemigo. Satanás debe ser respetado como creatura de Dios, pero con él no hay acuerdo, ningún pacto, ninguna colaboración.
----------Debemos recordar también que el demonio es un ángel, es decir una persona puramente espiritual, sin cuerpo. Ya Aristóteles se había dado cuenta de la existencia de aquello que él llama "forma separada" (usía coristé). Aristóteles, en efecto, distingue la sustancia compuesta de materia y forma (yle y morfé), que es la sustancia corpórea (el hombre, el mundo y los vivientes físicos inferiores) del puro espíritu, precisamente la pura forma, que él también llama intelecto (nus).
----------Ahora bien, la existencia de los ángeles, como se sabe, está confirmada por la Escritura, y es verdad de fe enseñada por el Concilio Lateranense IV del 1215, que los ve como creaturas muy superiores al hombre. De ahí el riesgo de que el hombre los considere como divinidades. Y de ahí el riesgo del culto al demonio.
----------Debemos tener presente que el objetivo de Satanás es el de obtener dominio sobre nuestro corazón, en el puesto de Dios. Y nosotros, desgraciadamente, como consecuencia del pecado original, hemos adquirido una inclinación perversa a someternos a Satanás, a confiarnos más en él que en Dios. Estamos inclinados a hacer de él nuestro Dios y no el verdadero Dios.
----------Nuestro Señor Jesucristo señala al demonio como el mentiroso por excelencia. Dos son las expresiones refinadas de su falsedad: la primera, acusarnos cuando somos inocentes, instilándonos falsos sentimientos de culpa y escrúpulos. En este sentido el libro del Apocalipsis cualifica a Satanás como "acusador" (Ap 12,10). Segundo, disculparnos cuando somos culpables.
----------En estas dos expresiones de la falsedad del demonio parece notarse una curiosa correspondencia con la ética luterana, cuando esa ética afirma que somos hipócritas si nos sentimos inocentes, porque en cada uno de nuestros actos se esconde el "vicio ocultísimo del orgullo": creemos ser inocentes, pero no lo somos. O bien, si tenemos fe, el pecado está cubierto, pero no cancelado. ¿Acaso no se pueden ver aquí las astucias del demonio enmascaradas de falsa humildad y falsa misericordia divina?
----------El demonio es llamado diabolos, de día-ballo, divido, pongo discordia. El demonio nos sugiere falsas sospechas, pensamientos de odio y rencor hacia el prójimo, pone al prójimo bajo una mala luz, nos hace ver solo los defectos del prójimo, nos sugiere que los demás nos desprecian, suscita movimientos de ira, de crueldad, de envidia y de venganza. Excita los homicidios, las violencias, las agresiones y las guerras.
----------El demonio nos empuja a la ira, suscita la dialéctica agitada y agresiva del conflicto, típica de la dialéctica hegeliana, demoledora y siempre empeñada en negar lo que se ha afirmado. Interesante, entre otras cosas, esta proximidad entre el día-lego y el día-ballo. Pero no se trata de esa dialéctica serena, constructiva y pacífica, que es la dialéctica aristotélica, el arte del dia-logos. Esta dialéctica es sugerida por los ángeles.
----------El demonio, con sutil adulación, sobre todo si somos pastores o teólogos, nos empuja a la sordera y al desprecio hacia aquellos, súbditos o colegas o superiores, que nos reprenden y nos reclaman ser fieles a nuestras responsabilidades, hacia aquellos que se defienden de las falsas acusaciones que les hacemos, que ponen de manifiesto nuestros errores y nuestros pecados.
----------Y por otra parte, conscientes de estar equivocados, sabiendo que no tenemos buenas razones para nuestro sostén, pero no queriendo reconocerlo, el demonio nos empuja a callar ante sus demandas de un diálogo clarificador, en el cual deberíamos reconocer nuestros errores y pedir perdón, de modo que nosotros, encerrados en nuestro obstinado orgullo, nos arriesgamos seriamente a la perdición.
----------Satanás nos engaña también presentándose bajo las apariencias de Dios, como nuestro liberador y como si fuera él el garante de nuestra dignidad. Satanás quiere convencernos de que somos Dios para nosotros mismos, de que Dios no es nuestro creador, sino que existimos en virtud de nosotros mismos, de que no tenemos necesidad alguna de un Dios en los cielos, sino que podemos por nuestra cuenta, con su ayuda, la ayuda del demonio, y obedeciéndole a él, alcanzar la felicidad, porque él es nuestro señor a nuestro servicio. Quiere convencernos de que él, y no Dios, es el que nos hace felices.
----------El diablo nos habla de dos modos. A algunos promete después de la muerte una gloria eterna. Les dice: ¿acaso es que, como él dice, moriréis si le desobedecen? ¡Para nada! todo lo contrario: ¡te convertirás en Dios mismo! En la muerte se revelará vuestra divinidad, vuestro Yo absoluto, por ahora escondido en la humildad del yo empírico. Todo es Uno, todo es Dios y vosotros sois diferentes apariciones eternas de Dios.
----------¿El infierno? ¡¿Pero qué infierno?! ¡No temáis! Porque sois todos destellos del fuego divino: salidos de este fuego, a él volvéis. Sois gotas que salen del océano y al océano volvéis. Todos vosotros venís de Dios y volvéis a Dios. Sois rayos de un sol que no se apaga. Sois partes y componentes del Entero. En definitiva, vosotros sois Dios y estáis en Dios porque todo es Dios y existe sólo Dios.
----------A otros les hace saber el destino que les espera después de la muerte desobedeciendo a Dios: en la muerte tendréis el placer de confirmaros para siempre en vuestro odio hacia Dios. Por esto os espera una pena eterna; pero ¿qué os importa? lo importante es que podáis estar para siempre lejos de Dios. La soberbia es un vicio tan seductor que algunos aceptan esa eventualidad. Les basta la satisfacción de haber hecho su voluntad y se burlan del castigo y de la ira de Dios.
----------La Sagrada Escritura nos narra cómo Adán y Eva, después del pecado, muy lejos de haberse convertido en Dios, se encontraron en una espantosa miseria. Y efectivamente, fueron sometidos a la muerte física y espiritual con la que Dios les había amenazado si Le desobedecían. Llegada la hora de su muerte, precipitaron en los abismos. Por lo tanto, si leemos la Escritura, sabemos lo que nos espera si desobedecemos a Dios. Pero el demonio intenta convencernos una y otra vez de que la Biblia miente y que es él quien nos enseña el camino de la verdad, de la libertad y de nuestra grandeza.
----------Como nos enseña nuestro Señor Jesucristo, el demonio es homicida desde el principio y lo es por principio. Odia al hombre porque odia a Dios su creador. Tiene envidia del hombre porque Dios ha amado más al hombre en cuanto ha querido elevarlo, en Cristo, a una vida divina que es superior a la vida de los ángeles. Bien sabemos que el demonio es un ángel, que por soberbia se ha negado a aceptar la voluntad divina de reservar al hombre, creatura inferior a él, un destino superior.
----------Por eso el demonio está permanentemente empeñado en convencer al hombre de ser, para usar una expresión de Heidegger, un "ser-para-la-muerte", inspira al hombre una voluntad homicida, un instinto de muerte, apagar la razón en el absurdo, extinguir el pensamiento en la duda, extinguir la voluntad y el deseo de vivir, encontrar indiferente el vivir o el morir, experimentar repugnancia por la verdad, gusto en el engañarse, en el sufrir y hacer sufrir, en el conflicto, en el contradecir, en el desobedecer, en el mentir, en la discordia, en la violencia, en la guerra, en la destrucción y en la aniquilación.
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