Rahner habla mucho de "salvación", pero no en sentido católico. Es ambiguo, confuso y contradictorio en sus textos, pero al final el fiel de la balanza, en la búsqueda de un equilibrio, se desplaza decididamente a favor de la visión pelagianamente optimista, y eso ocurre también porque los fundamentos metafísicos y gnoseológicos del rahnerismo son de indudable matriz idealista-panteísta, de modo que dan fundamento a una antropología al fin final panteísta, de trasfondo hegeliano, que propende a favor de la gracia apriori confundida con Dios mismo como "forma del alma" o "causa formal", antes que por un verdadero reconocimiento de la existencia del pecado. [En la imagen: detalle de "La presunción o Superman", de Georges Rouault].
El humanismo rahneriano no se remite ni a la Biblia ni a santo Tomás de Aquino
----------Para Rahner, el fin último y sumo bien del hombre es ciertamente Dios. Sin embargo, él no distingue el fin natural -Dios conocido y amado como causa y fin del mundo por medio de las fuerzas naturales- del sobrenatural -la visión beatífica del Dios trinitario-, en cuanto que este último, considerado como el único real, absorbe en sí al primero, visto como mera posibilidad abstracta. Esta concepción responde a la visión antropológica rahneriana, que ya hemos considerado, según la cual el hombre es espíritu autotrascendente hacia Dios sobre la base de la experiencia trascendental atemática originaria de la gracia sobrenatural. Lo sobrenatural, por lo tanto, según Rahner, no es un fin que se agregue al natural, sino que es simplemente el cumplimiento de la naturaleza, de la aspiración natural del hombre, así como lo actual es la realización de lo posible.
----------De ello viene que, aunque Rahner hable mucho de "salvación", para él la cuestión definitiva y de fondo del destino humano no es la salvación, sino la visión beatífica. Pero en ello no existiría nada de malo si Rahner, siempre con su sobrenaturalismo extremista, no fallara en el entender la salvación en su verdadero sentido, o sea, como salvación del pecado y de la condenación eterna. Y esto no tiene por qué ser difícil de comprender si recordamos qué cosa es el pecado en la teología rahneriana: una negatividad que se niega a sí misma interna a la misma vida de gracia, por lo demás inamisible y permanente en todos los hombres.
----------Estando así las cosas, se comprende por qué para Rahner no existe un verdadero y propio problema de la salvación, salvo tan sólo el problema de tomar consciencia de estar ya salvados desde ahora en virtud del "existencial sobrenatural" y de la autotrascendencia asegurada por la experiencia trascendental del "horizonte de la trascendencia". Por lo demás, dado que para Rahner la pura naturaleza humana es una abstracción, entonces él no se plantea el problema de cuidarla o liberarla del mal y del pecado. Más bien, cuando Rahner quiere dar concretez a la pura naturaleza, él la ve como esencial y por tanto irremediable fracaso (agnosticismo conceptual y esencia del libre albedrío), al cual cubre o compensa o supera la libertad autocreadora constituida en gracia, que pone la esencia de la propia personalidad.
----------De aquí la impensabilidad rahneriana de un estado del alma después de la muerte o de un estado necesitado de ulterior purificación (purgatorio) o sujeto a un castigo eterno (infierno), sea porque, como ya hemos visto y volveremos a ver, Rahner no admite ese estado del alma separada del cuerpo, sino que sostiene que todo el hombre muere y todo el hombre resucita inmediatamente (pero sin que exista una duración después de la muerte), y sea porque el destino de todos los hombres con la muerte es la visión beatífica, la cual por lo demás no se la debe entender como una duración subsecuente a la muerte, sino como beatitud inmanente a la vida presente (que ya posee la experiencia de Dios), vida que se hace definitiva por la muerte como acto supremo de la libertad y de la edificación de la persona. Por esto, según Rahner -por más que esto pueda parecer paradojal- el hombre propiamente no resucita después de la muerte, sino en la muerte.
----------Tratándose de la visión beatífica en la enciclopedia Sacramentum mundi (Vol. VIII, a la voz "visión beatífica"), Rahner afirma por eso que la "diferencia de tiempo [...] entre el cumplimiento del hombre único en su dimensión espiritual-personal [i.e. la muerte] y el cumplimiento en su dimensión corpórea [i.e. la resurrección del cuerpo] es en el fondo irrelevante", porque la Escritura, a su decir, no vería en el alma y en el cuerpo dos diferentes partes ontológicas del hombre, sino sólo dos "aspectos diversos".
----------Tenemos aquí, como anteriormente ya he hecho la observación, una doble herejía en Rahner: 1. la negación de la duración eviterna entre el momento de la muerte y el de la resurrección del cuerpo; 2. la negación del dogma de la inmortalidad del alma.
----------Tengamos en cuenta, al respecto, que Rahner no niega la visión beatífica como acto intelectual, conformemente a la doctrina de fe que aquí está en juego. Sin embargo considera que ello no sea suficiente, sino que afirma que la Escritura añade "la experiencia de la cercanía de Dios, acompañada por una introducción en la doxa divina y fundada sobre nuestra posesión del pneuma y sobre nuestra asimilación a Cristo" (Diccionario de Teología, en la voz "Visión beatífica". Con ocasión de este tema, Rahner reafirma su tesis panteísta, según la cual Dios no sería causa eficiente, sino causa formal de la creatura).
----------Los elementos elencados por Rahner no son esenciales, más bien indudablemente o concomitantes o presupuestos. En realidad la Escritura, ya desde el Antiguo Testamento y luego sobre todo en san Juan y san Pablo, con la confirmación de la definición dogmática de Benedicto XII en 1336, habla claramente de "ver a Dios". Y obviamente verlo con el intelecto y no con el sentido, dado que Dios es substancia purísimamente espiritual.
----------Por cuanto respecta al objeto de la visión beatífica, Rahner, sin negar que él sea la esencia divina, prefiere hablar de "Misterio incomprensible". Rahner tiene todavía la idea de un ente en el cual la esencia coincida con el ser. Sin embargo, desagrada que este ente sea panteísticamente no sólo el ser divino, sino también el ser trascendental, experimentado aprióricamente en la experiencia trascendental.
----------Sin embargo, el caso es que Rahner llega a acentuar de tal manera esta incomprensibilidad, que al final del proceso parece desaparecer cualquier inteligibilidad, para nosotros evidentemente ligada a la esencia. El misterio de Dios aparece así, en la visión rahneriana, no una realidad de la cual (gracias a la revelación) comprendemos hasta un cierto límite, más allá del cual precisamente para nosotros existe el misterio, sino que parece algo de lo cual no entendemos absolutamente nada.
----------Sobre este punto la posición de Rahner es el exacto opuesto de la posición de Hegel: éste, haciéndose fuerte en el hecho de que en el cristianismo la esencia divina es un misterio revelado, si ella es revelada, decía, entonces quiere decir que la conocemos y la conocemos en el concepto. Aquí el misterio está disuelto; para el cristiano ya no existe. Sin embargo al fin final, tanto Rahner como Hegel, caen en el mismo gnosticismo (no-conceptual el de Rahner, conceptual el de Hegel), convencidos entrambos de poder ya desde ahora experimentar aprióricamente a Dios, como autoconsciencia humana absoluta.
----------Esto es favorecido por el agnosticismo conceptual de Rahner, según el cual, como hemos visto, también los conceptos dogmáticos no nos dan la realidad tal como es en sí (herencia kantiana) sino lo que se nos aparece a nosotros relativamente a los tiempos y a los modos de pensar.
----------Esta total ininteligibilidad de la visión beatífica aparece comprensible si recordamos que para Rahner, como hemos visto, el cumplimiento del destino del hombre se tiene en la muerte, la cual es la disolución total del hombre. De tal modo la visión beatífica parece coincidir con la nada, por lo cual en este punto parece evidente que ella sea la oscuridad total. Conclusión desconcertante, que recuerda el nihilismo heideggeriano.
----------Existe sin embargo en Rahner la experiencia trascendental, que tiene inclusive excesivas pretensiones -la de "experimentar a Dios" ya desde la vida presente-, pero al mismo tiempo ella, siendo no conceptual, no nos da garantías de verdad o de objetividad, dado que la mente humana, en la vida presente, capta lo real externo o trascendente sólo mediante el concepto. Por eso parece que Rahner, con su experiencia de Dios, admita la visión beatífica en todos ya desde ahora, excepto luego para negársela a Cristo.
----------Es entonces conocida la tesis rahneriana según la cual todos se salvan. Ciertamente Rahner no la expresa de manera tan explícita, según su habitual estilo de decir y no decir, de insinuar y de dejar entrever, pero para dar a entender igualmente lo que quiere decir. Sin embargo, también en este caso, considerando sus premisas, es fácil extraer las conclusiones. Él dice que la Iglesia del Concilio prescribe esperar la salvación de todos. Es fácil entonces recabar el siguiente silogismo. Pero aquello que espera la Iglesia ciertamente se hace realidad. Ergo, todos se salvan. El problema es que esto el Concilio no lo dice en absoluto, por lo cual se derrumba el silogismo rahneriano. De hecho, aunque en tono moderado pero claro, el Concilio reafirma (¿y cómo podía no hacerlo?) la tesis tradicional de que no todos se salvan.
----------El optimismo rahneriano respecto a la universalidad de la salvación nace de su concepción del hombre, de la gracia y del pecado, como resulta ya de cuanto se ha dicho en esta serie de artículos. En substancia, Rahner concibe al hombre de modo tal como para no reconocer en él la oscilación propia del libre albedrío con su posibilidad de tender hacia Dios o de oponerse a Dios, sino que concibe sin más ni más al hombre como "auto-trascendencia hacia Dios", mientras que Dios es visto como "horizonte de la auto-trascendencia humana". El libre arbitrio es admitido de palabra, de hecho se concibe la libertad a la manera de Fichte como auto-creación, pero ella no perturba para nada la obra inexorable de la gracia.
----------No olvidemos tener en cuenta que, más allá de esto, para Rahner, esta tendencia hacia Dios no es simplemente natural, sino que es originariamente y "aprióricamente" sobrenatural (el "existencial sobrenatural"): es ya la vida de la gracia, la cual, según Rahner, pertenece a todo hombre permanentemente y necesariamente, precisamente a fin de llegar a la plenitud de su humanidad.
----------Estando así las cosas, surge por tanto inmediatamente apremiante la pregunta: ¿qué cosa es entonces el pecado según Rahner? Y de hecho, como ya lo hemos visto en otros artículos de esta serie, su respuesta es incierta, confusa, contradictoria, e insatisfactoria. Si el hombre está siempre en gracia, el pecado no debería existir. Salvo por el hecho de que luego Rahner afirma que la gracia puede ser dada también "en el modo del rechazo", sin explicar nunca el significado de esta extraña expresión.
----------En otros lugares Rahner sostiene que el pecado existe, pero que se anula por sí mismo. En otras partes afirma que es imposible la existencia de un pecado que merezca el infierno. "Si, en tantas circunstancias de la vida humana concreta, también allí donde una moral rígida y legalista atribuye al hombre común una culpa así llamada grave, que haga perder la salvación, uno dijera que una tal culpa no es en absoluto posible, él continuaría también siendo absolutamente y legítimamente católico. No es fácil decir, por maldad o por tonterías: me voy al infierno" (cit. por H. Vorgrimler, Historia del infierno, Piemme, Casale Monferrato, 1995, p.369).
----------En otras ocasiones sostiene que es imposible saber si una acción cometida es o no es pecado. En muchas ocasiones expresamos desaprobación por ciertas actitudes morales, dejando entender Rahner que admite la existencia del pecado. Habla con cierta frecuencia del perdón de los pecados y de la penitencia por los pecados. De hecho, el joven Rahner tiene óptimos y documentadísimos estudios sobre el sacramento de la penitencia. En otras circunstancias habla explícitamente del pecado, mostrándolo como injusticia, maldad, depravación, desobediencia a los mandamientos de Dios y rechazo de su amor, cayendo sin embargo en contradicción con su doctrina citada precedentemente sobre el hombre y sobre la gracia. En otras ocasiones dice incluso que es imposible cumplir una acción verdaderamente buena. En otras ocasiones parece incluso acusar a Dios acerca de la existencia del pecado.
----------Y sin embargo permanecen sus afirmaciones claras y repetidas en todos los tonos, relativas a su concepción del hombre y de la gracia, de modo que se crea en el sistema de Rahner una profunda e insanable laceración; pero el fiel de la balanza, en la búsqueda de un equilibrio, se desplaza decididamente a favor de la visión pelagianamente optimista (el "giro antropológico").
----------No han sido pocos los autores que han querido hacer pasar estas ideas de Rahner simplemente por una mayor atención al hombre en teología, parangonando Rahner a la teología humanista de santo Tomás de Aquino. Pero lamentablemente, como espero haber demostrado en esta serie de artículos, el humanismo de Rahner no se remite en absoluto al verdadero humanismo bíblico y al de santo Tomás, sino, por su explícita declaración, al de Descartes, al de Kant, al de Hegel y al de Heidegger (el "giro al sujeto").
----------Ciertamente, y lo repito, el fiel de la balanza, en la búsqueda de un equilibrio, se desplaza decididamente a favor de la visión pelagianamente optimista, y así ocurre en Rahner también porque los fundamentos metafísicos y gnoseológicos del rahnerismo son de indudable matriz idealista-panteísta, de modo que dan fundamento a una antropología al fin final panteísta, de trasfondo hegeliano. Esta propende evidentemente a favor de la gracia apriori confundida con Dios mismo como "forma del alma" o "causa formal", antes que por un verdadero reconocimiento de la existencia del pecado, también porque, como hemos evidenciado, el pensamiento rahneriano sobre el pecado está inficionado por los defectos generales ya descriptos.
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