Resulta claro que la cuestión litúrgica sigue abierta, aún en espera de una resolución plena. Por ello, la defensa de la unidad de la lex orandi no es tarea menor ni asunto reservado a expertos de sacristía: se trata, en verdad, de un ejercicio teológico y eclesial de gran envergadura, donde la razón creyente y el sentido de comunión se ponen a prueba. [En la imagen: fragmento de "Misa solemne en una iglesia andaluza", óleo sobre lienzo, 1840, obra de Joaquín Manuel Fernández, conservado y expuesto en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, España].
“Perseveraban en la doctrina de los apóstoles,
en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42)
Decepcionados con León XIV, los indietristas se empecinan
----------Las recientes presiones dirigidas al Santo Padre por parte del mundillo pasadista -vale decir, de los grupos pseudo-tradicionalistas de impronta filo-lefebvriana (a quienes el papa Francisco ha calificado como "indietristas")- parecen haber sido avivadas, paradójicamente, por hábiles maniobras provenientes del área neo-modernista. Si este rumor responde a lo ocurrido, los indietristas, atrapados en una lógica de reacción, habrían caído con pasmosa ingenuidad en ese lazo, resucitando sus argumentos mohosos de antaño y reiterando sus ya célebres incomprensiones en materia litúrgica y, más ampliamente, teológica.
----------Casi cotidianamente llegan noticias de que aquellos intentos, nacidos en el 2007, de hacer convivir en medio de las parroquias que, por supuesto, celebran su culto por medio de la lex orandi eclesialis reformada en 1969, con comunidades aún afectas al Misal de 1962, devienen en mayor incomprensión, obcecamiento doctrinal y aún mas agria división entre los fieles, divisiones no pocas veces fogoneadas por los enclaves lefebvrianos, como ocurría aquí en Mendoza por parte de la FSSPX años atrás, cuando antes de la pandemia todavía se celebraba una misa semanal con el Misal de 1962 en la parroquia N.S. de Loreto.
----------La más reciente de estas noticias parece venir de Suecia, mediante un comunicado de la comunidad franciscana de Franciskusgården, en la localidad de Jonsered, anunciando que suspenderá la celebración de la Misa según el Misal Romano de 1962. Esta decisión se tomó tras percibir ciertas tensiones y malentendidos dentro de la diócesis en torno a la diversidad litúrgica y su impacto en la unidad eclesial. En diálogo con el Obispo diocesano y siguiendo la orientación del Ministro General, los frailes decidieron priorizar la comunión y la paz pastoral, manteniendo solo la forma ordinaria en sus celebraciones litúrgicas diarias.
----------El comunicado emitido por los frailes de la Delegación de San Juan Bautista de la Tercera Orden Regular cita el Catecismo de la Iglesia Católica en su n. 1206, que enseña: “La diversidad litúrgica puede ser fuente de enriquecimiento —pero también puede provocar tensiones, malentendidos mutuos e incluso divisiones. En este ámbito, está claro que la diversidad no debe dañar la unidad. Solo puede expresarse en fidelidad a la fe común, a los signos sacramentales que la Iglesia ha recibido de Cristo y a la comunión jerárquica. La adaptación a diferentes culturas requiere conversión del corazón y, si es necesario, también ruptura con costumbres ancestrales incompatibles con la fe católica”.
----------Todo hace suponer que haya sucedido algo parecido a lo que vivimos aquí en Mendoza hace un lustro. El comunicado de los franciscanos de Jonsered termina expresando: "Recientemente hemos tomado conocimiento de que podrían existir ciertas tensiones o malentendidos entre los fieles cristianos de nuestra diócesis respecto a la celebración de algunos sacramentos en sus diversas formas. Nos preocupa que estas tensiones puedan dañar la unidad de nuestra comunidad.
----------Tras consultar con el Obispo Diocesano y siguiendo el consejo de nuestro Ministro General, los hermanos del Monasterio Franciscano cesaremos temporalmente la celebración de la Santa Misa según el Misal Romano de 1962, en espera de nuevas orientaciones sobre cómo abordar estas tensiones. Continuaremos celebrando la Forma Ordinaria de la liturgia en nuestras Misas diarias. La última Misa en la forma tridentina será el 10 de agosto, y si en el futuro se requiere celebrar la forma ordinaria a las 12:00, estaremos encantados de hacerlo".
----------Con estas expresiones se viene a resaltar que la variedad en las expresiones litúrgicas puede ser enriquecedora, pero también riesgosa si compromete la unidad y fidelidad a la fe común. Al citar el Catecismo, el comunicado revela un esfuerzo por enmarcar la decisión en fidelidad doctrinal. Téngase presente que no se impugna la posibilidad de seguir celebrando según la que se llamaba "forma extraordinaria", pero se reconoce que su práctica requiere una madurez eclesial que no siempre está presente. Esta pausa en aquella diócesis en Suecia será quizás un espejo para discernir lo que divide, lo que forma y lo que permanece.
----------Contra lo que es usual en este blog, en el cual cuando reporto noticias priorizo el resumen y la sobriedad, he querido en este caso abundar en los detalles de los argumentos sobre los que se funda la suspensión de una celebración con el Misal de 1962 para que el lector esté plenamente seguro que son las noticias tal cual se han difundido desde su origen, sin interpretación de mi parte.
----------Pero volviendo ahora a la reflexión sobre lo que está sucediendo en estos primeros meses del pontificado de León XIV, sea cual haya sido el motor originario de estas maniobras mediáticas indietristas -rumores que solo interesan al estrato más farandulero de la publicística religiosa, cuyos blogs y portales abundan en las redes- lo cierto es que la burbuja pasadista continúa presionando sobre la opinión pública eclesial, procurando condicionar las eventuales decisiones del Santo Padre en lo referente a la disciplina litúrgica. Sin embargo, más allá de estos cotilleos detrás del telón y muy lejos de la gran escena eclesial, lo que merece nuestra atención es el plano propiamente teológico. Y aquí conviene señalar, sin ambages, que dichas presiones se sostienen, al menos en su apariencia inmediata, sobre un presupuesto completamente equivocado.
El núcleo verdadero de la cuestión litúrgica
----------Lo que estas posturas pasadistas parecen absolutamente ignorar es el núcleo verdadero de la llamada “cuestión litúrgica” -formulada, entre otros, por Romano Guardini hacia la segunda década del siglo pasado- y que parte de una constatación que conviene urgentemente recuperar, pues hoy ha sido relegada o directamente suprimida, incluso por algunos defensores sinceros de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. ¿Cuál es esta constatación? Que los católicos más lúcidos de los años '10 y '20 del siglo XX reconocían, con honestidad dramática, que ya no sabían celebrar la Misa ni los Sacramentos.
----------Todo aquello que denominamos “cuestión litúrgica” tiene su origen en esta conciencia histórica y teológica. Frente a ella, se hizo urgente reconfigurar una nueva teología de la liturgia y reconstruir una praxis ritual más auténtica. Esa tarea animó tanto a Guardini como a Festugière, a Casel como a Parsch. Para responder cabalmente a dicha cuestión, y salir así de la condición de crisis eclesial que ella evidenciaba, era imprescindible trabajar en dos frentes pastorales complementarios: la formación y la reforma.
----------Al abordar la cuestión litúrgica -tal como se presenta hoy-, y la constatación básica de la cual ha surgido, no se puede obviar decir algo acerca del proceso que se ha dado en llamar "movimiento litúrgico". Surgido en el siglo XIX y consolidado progresivamente a lo largo del XX, este movimiento representa una corriente de renovación eclesial que buscó, desde sus orígenes, recuperar la liturgia como fuente activa de espiritualidad, como matriz teológica viva y como espacio real de vida comunitaria. Aunque nació en el seno del catolicismo, su influjo no tardó en irradiarse también en comunidades anglicanas y luteranas.
----------Durante las primeras décadas de su desarrollo, el movimiento litúrgico se distinguió por privilegiar el camino formativo por encima del reformista. Hasta aproximadamente los años cuarenta del siglo pasado, lo que predominó fue una pedagogía litúrgica orientada a formar para vivir la liturgia, más que a reformarla. Pero con el impulso de Pío XII y especialmente con el Concilio Vaticano II, se dio paso a una necesaria etapa de reformas litúrgica entre los años 1965 y 1988, que produjo la reelaboración de los Ordines rituales, lo cual respondía ya no sólo a un deseo de renovación sino a una directriz conciliar.
----------Sin embargo, hacia el final del segundo milenio comenzó a dibujarse una constatación delicada pero inevitable: los ritos reformados, por sí solos, no bastaban. A partir de la experiencia comunitaria de los nuevos rituales post-1970, fue emergiendo en la Iglesia una conciencia más clara sobre el límite intrínseco de la reforma ritual: sin una auténtica formación litúrgica, la reforma se volvía estéril. Desde entonces, y en las últimas décadas, hemos asistido al resurgimiento de la primacía de la formación, entendida no como preparación para la liturgia, sino como acción formativa que la liturgia misma ejerce. Esta inversión del paradigma nos permite afirmar, sin ambages, que la reforma fue y sigue siendo necesaria; pero ella sola no es suficiente.
----------Tal insuficiencia, lejos de cerrar horizontes, abre un campo fecundo aunque no exento de riesgos: desde la tentación de una nostalgia paralizante hasta el espejismo de una edad dorada litúrgica donde, supuestamente, todo estaba resuelto. Si se observa atentamente la historia reciente -digamos, los últimos veinticinco años- se advierte un desfasaje notorio: el cierre del ciclo reformista litúrgico coincide con el fin del segundo milenio, pero la asunción explícita de un nuevo impulso formativo no aparece sino con la carta Desiderio desideravi del papa Francisco, un año después del motu proprio Traditionis custodes.
----------¿Qué es lo que ha ocurrido entonces entre 2000 y 2021? En mi modesta opinión, ese lapso estuvo marcado por una crisis pastoral litúrgica profunda, acompañada por una regresión en las directivas gubernativas en el ámbito de la disciplina litúrgica. Asi las cosas, las instrucciones Liturgiam Authenticam, del 2001 y Redemptionis sacramentum, del 2004, junto al motu proprio Summorum pontificum, del 2007, constituyen signos claros -y dolorosos- de un extravío pastoral por parte de la autoridad litúrgica.
----------Quiero subrayar estos dos términos, “extravío pastoral” y “autoridad litúrgica”, porque lo que se discute aquí pertenece al ámbito de lo disciplinar y gubernativo, donde es legítimo sostener disensos fundados, siempre con el debido respeto a la figura del Santo Padre y a sus colaboradores. Esta postura, claro está, se distancia de la interpretación que ofrecen algunos teólogos de corte modernista rahneriano como Andrea Grillo, quien añade a esta lista el episodio del "pro multis" de 2012, considerándolo el último signo de un profundo malestar. Tal postura es claramente errónea, pues la cuestión del "pro multis" se ubica en el ámbito doctrinal, donde las enseñanzas del Romano Pontífice no son materia opinable.
----------Entonces, ¿qué rasgo común vincula a los tres citados documentos? Si se me permite la franqueza, diría que reinstalan una visión según la cual la liturgia es vista apenas como escenario de posibles abusos, descuidando su función de espacio educativo, de aprendizaje comunitario, de discernimiento eclesial. Dentro de ese marco, Summorum pontificum se revela como el más riesgoso: desde lo teológico, institucional y pastoral.
----------En el fondo, Summorum pontificum introduce una negación de la cuestión litúrgica misma, desautoriza el proceso histórico del movimiento litúrgico y vacía de legitimidad la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II. Este efecto es inevitable, pues si se admite la posibilidad de continuar celebrando como si el Concilio jamás hubiera ocurrido, se rompe la continuidad de la tradición litúrgica. Y es que dicha tradición solo permanece verdaderamente viva cuando conserva su capacidad de transformación. Si el cambio se convierte en accesorio, o si se lo posterga indefinidamente, la vitalidad eclesial se ve asfixiada.
----------Salir de la lógica de Summorum pontificum, que en 2007 impuso una competencia anómala entre dos formas del mismo rito (formas que no se contradicen en lo doctrinal, pero sí en lo pastoral) resulta esencial para abrir paso a una etapa fecunda de formación. En efecto, la llamada “paz litúrgica”, sostenida por ciertos sectores nostálgicos, constituye un sofisma inquietante: no se alcanza una reconciliación litúrgica permitiendo que la reforma se considere prescindible. Esa concesión, lejos de pacificar, perpetúa el conflicto.
----------Un ejemplo reciente que refleja esta comprensión distorsionada de la tradición litúrgica es el documento titulado "Juicio global conclusivo", recuperado y publicado semanas atrás por la periodista Diane Montagna, pero rechazado en 2021 por el papa Francisco en favor del motu proprio Traditionis custodes. La verdadera custodia de la tradición no puede consistir en la tolerancia de un régimen ritual dual que sostenga expresiones pastorales contradictorias. Quienes defienden esa postura como solución viable, lo hacen sin atender a los fundamentos teológicos, institucionales y pastorales que la Iglesia necesita salvaguardar. Se persigue una afirmación identitaria rígida, desconectada del discernimiento eclesial.
----------El futuro camino litúrgico del rito romano únicamente puede asentarse sobre el principio de una única lex orandi. Quien cultive aprecio por la lengua latina, tiene a su disposición la posibilidad de celebrar utilizando, si lo prefiere, la Editio Typica correspondiente a los Ordines actualmente vigentes. En cambio, quien opta por regresar no solo al uso del latín, sino también a los textos y esquemas que fueron deliberadamente modificados por el Concilio Vaticano II y su recepción eclesial -y que de hecho han sido reformados-, debe asumir la gravedad de esa elección: tal camino equivale a situarse fuera de la comunión eclesial.
----------Así lo evidenció en su momento Marcel Lefebvre, cuya dificultad no residía primariamente en la liturgia, sino en su comprensión de la Iglesia, su vínculo con la historia y su inserción en el mundo contemporáneo. Es oportuno recordar que fue precisamente Lefebvre, inmediatamente después del Concilio, quien retomó una postura ya formulada quince años antes por el cardenal Giuseppe Siri, entonces arzobispo de Génova, en el contexto de la primera gran reforma litúrgica, la Vigilia Pascual promovida por Pío XII. En aquella ocasión, Siri sostuvo: “si el papa decide una reforma (de la Vigilia Pascual o del Misal), que la haga recomendable, pero no obligatoria. De modo que, quien quiera, pueda continuar como si nada hubiese sucedido”.
----------¿Es posible hoy reivindicar ese argumento -erróneo tanto en el caso de Siri como en el de Lefebvre- como fundamento de una supuesta “paz litúrgica”? ¿Podríamos conceder confianza a tales razonamientos, que se revelan como sofismas arrogantes y carentes de consistencia? El papa Francisco ha actuado con lucidez al rechazarlos desde la raíz, especialmente cuando resurgen en el llamado “Juicio global” que, más que interpretar datos, pretendía desactivar ideológicamente la consulta sobre Summorum pontificum, restándole valor.
----------Resulta claro que la cuestión litúrgica sigue abierta, aún en espera de una resolución plena. Por ello, la defensa de la unidad de la lex orandi ecclesiae no es tarea menor ni asunto reservado a expertos de sacristía, sino que se trata, en verdad, de un ejercicio teológico y eclesial de gran envergadura, donde la razón creyente y el sentido de comunión se ponen a prueba.
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 27 de julio de 2025
Querido padre Filemón, gracias por su artículo! Estoy completamente de acuerdo. Y me ha hecho acordar aquellas reuniones de hace años atrás, antes de la pandemia (pero también durante!)... Sí, con la Misa en la catedral de Mendoza en forma extraordinaria pasó como usted dice... Fue lamentable la actitud de los lefebvrianos del priorato de Godoy Cruz, y reveló, por si hacía falta, que el problema que tienen no es con la Misa, sino con la fe católica... No creen en la validez de la Misa actual, ni creen en el Papa.
ResponderEliminarTienes razón, Herminia... Yo también he sido testigo de eso en mi parroquia. ... Ha sido una bendición que el querido papa Francisco terminara con esa libertad para seguir celebrando con el Misal de 1962... ¡como si el Concilio Vaticano II no hubiera existido y la liturgia no se hubiera reformado!...
EliminarQuerida Herminia,
Eliminargracias por tus palabras y por traer esos recuerdos. Efectivamente, al separar la forma litúrgica de la comunión con el Papa se fractura la unidad de la fe; recemos para que el Espíritu Santo haga comprender a todos que la Eucaristía y la obediencia al Sucesor de Pedro van siempre unidas.
Estimada Rosa Luisa,
Eliminarme alegra su testimonio y comparto su aprecio por la riqueza de la reforma litúrgica conciliar. El Concilio Vaticano II, al profundizar el sentido de pueblo de Dios y la participación activa de los fieles, nos regaló una forma de celebrar que hace resonar con claridad el Misterio pascual en cada comunidad.
Al mismo tiempo, reconocemos que la libertad concedida por Summorum Pontificum buscaba sanar viejas fracturas, pero terminó alimentando nuevas divisiones. Con Traditionis custodes, el papa Francisco ha querido subrayar que la Misa reformada es la forma ordinaria en la que la Iglesia vive su unidad en el tiempo presente. Oremos para que todos comprendan que la fidelidad a la liturgia postconciliar y la comunión con el Sucesor de Pedro caminan siempre de la mano.
Respuesta al título: ¡TODO!
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarcelebro su convicción de que liturgia y Tradición marchan unidas. Le invito, sin embargo, a leer (o releer) con calma el artículo, donde explico cómo la forma de celebrar encarna y defiende el depósito de la fe.
¿Podría compartir qué entiende usted con ese “¡TODO!”? Así podremos profundizar juntos en las razones que sostienen ese vínculo tan vital.
Abrazo con admiración la claridad con que desentrañas el nudo litúrgico, señalando el sofisma de esa mal llamada “paz litúrgica”, que convierte la tradición en mero espectáculo historicista. Comparto tu diagnóstico sobre el anacronismo de Summorum pontificum y su desenlace inevitable: la fractura de la continuidad ritual. Quede, pues, patente que la verdadera renovación solo germina allí donde formación y reforma convergen, sin nostalgias paralizantes.
ResponderEliminar– P. Serafín Savelloni
Querido padre Serafín,
Eliminaragradezco tus palabras, y celebro que coincidamos en desenmascarar el sofisma de la mal llamada “paz litúrgica” y evitar que la tradición quede reducida a un espectáculo historicista. Tu diagnóstico sobre el anacronismo de Summorum Pontificum y la fractura de la continuidad ritual resuena profundamente con lo que trato de exponer.
Desearía resaltar algunos puntos de encuentro de mi artículo con tu mensaje:
- Compartimos la urgencia de reconocer que la historia viva de la liturgia no puede disociarse de su dimensión espiritual y formativa.
- Acordamos que la solución no está en nostalgias estériles, sino en una renovación que integre doctrina, praxis y pedagogía litúrgica.
- Coincidimos en que toda reforma auténtica suscita un dinamismo comunitario más allá de meras disposiciones jurídicas.
Tu reflexión subraya que la verdadera renovación germina donde la formación teológica y la reforma litúrgica convergen. Me alegra constatar que caminamos hacia una visión en la que el Pueblo de Dios participa con pleno sentido de pertenencia y continuidad.
Estimado padre Filemón, gracias por esta lúcida reconstrucción de los momentos y los temas relativos a la Reforma Litúrgica, incluida la identificación del período de veinte años (2000–2021), caracterizado por una condescendencia nostálgica, problemática y arriesgada hacia el pasado. Tal vez convenga reiterar aún más el eje del discurso: ¿pudo el Concilio Vaticano II operar una reforma litúrgica? Y si la operó, ¿es vinculante, aunque siga abierta a ulteriores profundizaciones?
ResponderEliminarLa respuesta es afirmativa, reconociendo que el acontecimiento conciliar fue providencial, al cual deben reconocerse todos los signos pneumatológicos y eclesiales que corresponden a una convocatoria de la gracia de Dios.
Resistirse a la reforma litúrgica es resistirse al Concilio, expresión más alta de la identidad eclesial. La única actitud pertinente a nivel eclesial nos parece la de quien, al reconocer alguna “intemperancia postconciliar”, ofrece su contribución para mejorar la reforma ya iniciada desde hace décadas, sin colocarse por encima del Concilio neutralizando sus Documentos y los textos de los nuevos ritos. Cuestión de… educación eclesial, entonces, y de respeto hacia quienes (la casi totalidad del pueblo de Dios) están aprovechando providencialmente los frutos del Concilio celebrado, mientras siguen esperando… ¡uno nuevo por celebrar! Por lo demás, estimadisimo padre Filemón, lamentablemente hay personas tentadas de quedarse aferradas al retrovisor, en lugar de aceptar la sorpresa y el crecimiento de ir adelante y hacia lo alto, por decirlo con Teilhard de Chardin.
Sergio Villaflores (Valencia, España).
Estimado Sergio,
Eliminarmuchas gracias por tu generosa valoración de la reconstrucción histórica. Celebro que coincidamos en reconocer la reforma litúrgica como una intervención efectivamente operada por el Concilio Vaticano II. Concuerdo en que sus textos y celebraciones renovadas poseen un carácter vinculante, aunque abiertos a profundizaciones legítimas.
Permíteme individuar nuestros puntos de acuerdo:
- El Concilio fue un acontecimiento providencial, signo de la acción del Espíritu Santo.
- Negar o resistir la reforma equivale a desoír la voz del Concilio y de la Iglesia universal.
- La “intemperancia postconciliar” debe afrontarse con colaboración y propuestas constructivas.
- Es fundamental respetar el camino y los frutos litúrgicos que han arraigado en la mayoría del Pueblo de Dios.
Padre, usted ha escrito: “Quien tenga pasión por el latín puede usar la Editio Typica de los Ordines vigentes”.
ResponderEliminarBueno..., ¿podemos hablar entonces?
Reto a encontrar un obispo o un párroco que, al escuchar la petición de una comunidad o de un grupo de fieles, se declare disponible para celebrar la misa según el ordo reformado en latín, al menos aquí en Argentina. ¿Usted conoce alguno? ¿O hace como si no supiera que las instrucciones dadas por la Conferencia Episcopal Argentina con ocasión de la publicación de la última edición del misal establecen que “la lengua ordinaria es el castellano”?
Por favor, ¿podemos aclarar las cosas? Hasta un Pater Noster se está convirtiendo en un problema, ¡ni hablar de un introibo…
PD: espero una respuesta clara.
Estimado Felipe,
Eliminarvaloro tu interés por la celebración en lengua latina, aunque, por supuesto, celebrando con el Novus Ordo Missae. Quiero aclarar que la Editio Typica del Misal postconciliar en lengua latina sigue plenamente vigente y puede utilizarse donde haya ministros capacitados y comunidad dispuesta. Obviamente no se puede imponer a nadie ni exigir sin los conocimientos de la lengua latina que hacen significativo su uso eclesial. Para esto no se necesitan permisos, solo competencia en el idioma y sentido común.
Reconocemos que la Conferencia Episcopal señala el castellano como lengua ordinaria, pero ello no excluye la legítima riqueza del latín.
Confío en que el sentido común y la cortesía pastoral allanarán el camino para quien solicite con respeto esta posibilidad.
reconozcámoslo sin ambages, el pontificado de Francisco fue un desastre, los únicos que todavía lo elogian son los comunistas, los cardenales y obispos estaban hartos de él, fracasó en todos los terrenos, dejó a la Iglesia miucho peor de lo que estaba. No sigamos insistiendo en las prohibiciones litúrgicas, que se abran mil flores y se de vía libre a la misa de siempre.
ResponderEliminarMirá, Antonio: atacar al Papa recién fallecido sin una sola prueba ni dato es pura mala leche. Francisco vivió por los pobres y fue faro de esperanza para toda la Iglesia. Si reclamás la misa antigua, traé argumentos con decencia, no that griterío. Descansa en paz, Santo Padre.
EliminarFranco: no te preocupes demasiado. Se evidencia con claridad cómo a veces el discurso se queda en la superficie, colmado de epítetos sin una sola prueba que los respalde.
EliminarEs la típica miopía pasadista: ensalzar un pasado idealizado y despreciar el presente desde el prejuicio.
Para que se haga algún aporte de verdad (como los que hace todos los dias el padre Filemón de la Trinidad), hace falta abandonar los lugares comunes y presentar argumentos sólidos, no meras letanías de nostalgia...
Sr Antonio Casas: ¡un poco más de respeto hacia el Papa fallecido! ¿Y a qué viene tanto escándalo de parte suya?... Lo digo porque, dada su gritería a los vientos... usted no es católico, porque si hay algo que diferencia a los católicos de los cristianos separados de la Iglesia, es que se dejan guiar con humildad por Pedro... Y usted está claro que no...
Eliminar... Y no siendo católico... ¿a qué viene tanto escándalo suyo por lo que suceda con los Papas?...
EliminarQue se abran mil flores, Rosa Luisa, démosle lugar al misterio.
EliminarHoy el problema en la Iglesia es el gnosticismo, como herejía transversal a todas las doctrinas. No importa que se trata de modernistas o de pasadistas. Todos son de algún modo y en su medida, gnósticos. Enhorabuena al Papa Francisco que supo darse cuenta de ello. Cuando condenó el gnosticismo en la Gaudete et exsultate, hubo un claro giro en su pontificado.
EliminarEstimado Antonio,
Eliminarte agradezco por compartir tu punto de vista. Entiendo el hastío que expresas, pero me parece importante matizar algunas afirmaciones para aportar claridad al debate.
El pontificado de Francisco ha enfrentado retos inmensos, pero también ha impulsado un renovado énfasis en la misericordia, el cuidado de los pobres y el diálogo interreligioso. Numerosos pastores y teólogos de distintas corrientes reconocen avances concretos en áreas como la ecología integral y la reforma de la curia. Por lo demás, no podemos olvidar la renovada condena al idealismo, y la novedosa condena al gnosticismo, cosa que nunca antes los Papas habían hecho.
Llamar “desastre” a todo su ministerio es ignorar estos frutos y empobrecer la discusión.
En cuanto a las prohibiciones litúrgicas, conviene recordar que Summorum Pontificum abrió la puerta a la forma extraordinaria del rito romano y que Traditionis Custodes buscó equilibrar legítimas aspiraciones con la comunión eclesial. No se trata de prohibir por capricho, sino de ordenar el uso de ambas formas para evitar tensiones y desatender a comunidades enteras.
Te invito a un diálogo respetuoso, dejando de lado etiquetas y generalizaciones. Solo así podremos construir juntos un análisis más riguroso, que reconozca fortalezas y debilidades sin caer en extremos estériles.
Estimado Franco,
Eliminaraprecio su defensa respetuosa del papa Francisco y su llamado a la decencia en el debate.
Al mismo tiempo, sería valioso que quienes anhelan la forma extraordinaria expongan razones sólidas y constructivas, siempre desde la caridad y el respeto al magisterio.
Estimado Sergio,
Eliminarcomparto plenamente tu crítica a los epítetos vacíos. Llamar “Misa de siempre” a la forma extraordinaria es un sofisma que empobrece la riqueza litúrgica y reduce el debate a un cliché nostálgico. Gracias por traer claridad y rigor a la discusión.
Estimada Rosa,
Eliminarvaloro tu defensa del Papa y tu llamado al respeto. Pero al mismo tiempo, no puedo menos que hacerte ver que el afirmar que quien discrepa “no es católico” recurre a una descalificación personal que poco aporta al debate litúrgico. Nuestra tradición se enriquece con discusiones fundadas en el magisterio y la caridad, no en el ad hominem.
Estimado Dino,
Eliminarte felicito por tu diagnóstico sobre el gnosticismo como veneno transversal en la Iglesia. Al condenarlo en Gaudete et exsultate, el papa Francisco desenmascaró tanto al voluntarismo modernista como al elitismo pasadista, que anteponen el saber o las formas a la experiencia humilde de la gracia. Ese giro nos invita a redescubrir la primacía de la misericordia sobre cualquier rigorismo o restauracionismo.
Sería muy provechoso señalar juntos rasgos gnósticos concretos —por ejemplo, la idea de una “élite” que posee la auténtica tradición o el clericalismo litúrgico que excluye— y contrastarlos con la lógica evangélica de comunión y don gratuito. De ese modo, convertimos una acusación en una propuesta de renovación profunda.
Y saquémonos la careta, el aquí calificado ´rahneriano´Andrea Grillo fue el autor intelectual de Custodios de la Traición.
ResponderEliminarAntonio, eso de que Grillo sea el “autor intelectual” de Traditionis custodes no tiene sentido.
EliminarEl Papa puede contar con asesores, pero la norma salió de su mano y lleva su firma.
No sea miope Casas: Andrea Grillo tendrá herejías cuando quiere dárselas de teólogo dogmático, pero eso no quita que sepa de liturgia. Orígenes también dijo herejías, y han sido condenadas, pero eso no quita que sus textos sean leídos en la Liturgia de las Horas.
EliminarSergio Villaflores (Valencia, España).
Sergio: supongo que Ud. entenderá la diferencia entre decir una herejía condenada a decir algo que luego es declarado una herejía.
EliminarEl que dice una herejía condenada es un hereje. Orígenes no fue un hereje. El "origenismo" es una herejía.
Franco: el Papa puede tener el asesor que mejor le parezca. En este caso se trata de un hereje.
Anónimo: una cosa son los herejes y otras las herejías... La Iglesia no declara herejes, sino condena herejías... Que yo sepa nadie ha condenado como herejes a Rahner o a Schillibec o a Kung o a Grillo... sin embargo han dicho herejías... Ni siquiera Lutero ha sido declarado hereje, sino que la Iglesia ha condenado ideas suyas que son herejías... Y otras buenas ideas de Lutero han sido tenidas en cuenta hoy por la Iglesia. Por lo tanto, el Papa no ha tenido a ninguna persona de asesor en cuanto hereje, sino en cuanto colaborador a juicio del Papa.
EliminarAnónimo: no me haga decir lo que yo no dije. Jamás dije que Orígenes fuera hereje. Dije que Orígenes expresó herejías y han sido condenadas.
Eliminar¿Desde cuando Grillo es un hereje, como usted dice? La Iglesia no lo ha dicho, pero parece que usted se pone en el lugar del Prefecto del Dicasterio de la Fe. Más aún, la Iglesia jamás podrá decir que es un hereje, en todo caso dirá, si lo dice, que Grillo enseña tal o cual herejía.
Pero usted... parece que encuentra herejes por todos lados...
Sergio Villaflores (Valencia, España)
Disculpe, respetabilisimo Sr Antonio Casas, pero... ¿qué tiene que ver Traditionis custodes, un documento de disciplina litúrgica, con las herejías?... O yo me he perdido algo, o usted se ha internado en el ámbito de las tonterías. Bueno, debo aclarar, porque aquí parece que tampoco se distinguen las herejías de los herejes: con lo que le he dicho, no estoy diciendo que usted es un tonto, sino que parecería estar diciendo tonterías.
EliminarDespués de la tiranía viene el verano, Domna. Que se abran mil flores y que callen los tontos.
EliminarBueno, hoy Ludovicus apareció con otro pseudónimo. Dejemos que retoce un poco entre las flores, ya que hubo confesión de parte. Che, Antonio, ¡cómo te estas dando! No parás ninguna trompada. Te han dejado groggy y contestás boludeces
EliminarEstimado Antonio,
EliminarTraditionis Custodes es un motu proprio promulgado por el Santo Padre y fruto de su propio discernimiento, apoyado en el trabajo colegial de la Curia y en la consulta de diversos expertos en liturgia. Puede que el profesor Grillo haya ofrecido alguna asesoría, pero atribuirle la condición de autor intelectual del documento omite la responsabilidad última del pontífice y simplifica un proceso que involucra a toda la Santa Sede.
Te invito, por un lado, a fundamentar tus críticas en fuentes verificables y, por otro lado, a reconocer que las decisiones de la Iglesia recaen en la autoridad del Papa, no en comentaristas externos.
Estimado Franco,
Eliminarcompletamente de acuerdo con lo que dices. Traditionis Custodes es un acto del Papa y lleva su firma. Los asesores pueden ofrecer reflexiones, pero la autoría última recae en el Sucesor de Pedro.
Estimado padre Filemón: tras una primera lectura de su artículo, me he quedado ayer reflexionando, y he relacionado el tema de "las tradiciones" y de los pasadistas apegados a ellas, de los cuales habla en este artículo, y lo he relacionado con una frase que días atrás usted escribió acerca del gnosticismo.
ResponderEliminarPor supuesto, estoy al corriente de sus anteriores artículos y ensayos publicados sobre el gnosticismo, sobre todo referidos a la inaudita condena que oportunamente hizo el papa Francisco del mismo en la Gaudete et exultate.
Ahora bien, cada vez que le había leído, me había dado cuenta de que este actual gnosticismo católico (o que vive en el seno de la Iglesia católica hoy) era de tendencia modernista o neo-modernista. Es decir, podríamos llamarlo "gnosticismo modernista".
Sin embargo, a la luz de un pasaje suyo de este artículo, veo que se refieren también a lo que podríamos llamar "gnosticismo pasatista".
Me refiero a este pasaje de su artículo del pasado 25 de julio, "El mensaje del papa Francisco":
"El gnosticismo, afectando o aparentando estima por las verdades eternas y por lo absoluto, en realidad vaga entre las abstracciones, cierra los ojos a la trascendencia del misterio cristiano y a las novedades del Espíritu Santo que se han manifestado tanto en las doctrinas como en el proyecto pastoral del Concilio Vaticano II, encerrándose en el pasado. Es el pasadismo."
Entonces, ¿podemos distinguir un gnosticismo modernista y un gnosticismo pasatista en los católicos?
El P. Fernando Cornet demostró y no fue refutado que Francisco nunca fue Papa.
ResponderEliminarY por decir esas tonterías fue excomulgado.
EliminarExcomunión inválida porque Francisco nunca fue Papa
EliminarBueno, "Anónimo"..., si crees que esa es la razón para que tu excomunión sea inválida..., no sólo te equivocas, sino que me parece que estás bien excomulgado, sobre todo si hechas a volar tus tonterías sobre el Papa.
EliminarCreo que en este foro hay mucho pasadista. Pero pasadista de Francisco.
ResponderEliminarBueno, depende. Si lo dice un excomulgado por el papa Francisco, que todavía no se ha arrepentido y no se ha convertido, entonces... puede ser que le parezca lo que dice, porque todavía no ha llegado a reconocer que Francisco ha sido Vicario de Cristo en la tierra.
EliminarAnónimo: ¿y vos no serás pasadista de san Pío V?
EliminarLa discusión que veo que aquí avanza, tiene un río subterráneo, que es el hiperliturgismo. Los pasadistas litúrgicos, por ejemplo los de nuestra Mendoza, viven mirando hacia el Oeste, como si la Cordillera fueran esos retablos medievales que echan de menos. Y sucede porque suelen reducir la vida de la Iglesia a la pureza de los gestos, como si la fe habitara únicamente en el compás de un canto gregoriano o en el refulgir de un cáliz.
ResponderEliminarRecuerdo por ejemplo al bueno de Peretó Rivas, nuestro con-pueblano, quien sin mala intención se entregaba a ese hiperliturgismo: bastaba que se mencionara la Edad Media para que su mirada se posara en retablos, rúbricas y latines, olvidando la caridad silente de los claustros y el pulso vivificante de la comunidad.
En realidad, la Tradición es un cauce más amplio que las formas rituales, meras tradiciones; absolutizar la Liturgia corre el riesgo de convertir la alabanza en mera estampa y de despojar al rito de su poder de transformación.