martes, 15 de julio de 2025

Macho y hembra los creó (2/3)

Entre macho y hembra existe una natural reciprocidad en el plano biológico, psicológico y espiritual, instituida por el Creador en orden a la procreación y como condición psicofísica para la unión y la expresión del amor. Sin embargo, en el estado presente de naturaleza caída, la tendencia sexual se encuentra de varios modos y medidas corrompida, demasiado fuerte o demasiado débil, malformada, mal orientada e infecunda, de modo que la concupiscencia es fomes u origen de actos sexuales que están en contraste con esta natural reciprocidad, aunque con todo ello estos actos pueden continuar procurando placer, el cual, sin embargo, en estas condiciones no puede ser honesto o moralmente bueno, sino que llega a ser deshonesto, pecaminoso y moralmente malo. La culpa moral está dada por la búsqueda del placer como tal, independientemente de la consideración de la normalidad del acto desde el punto de vista físico o moral. [En la imagen: fragmento de "Los amantes", óleo sobre lienzo, 1928, obra de René Magritte, conservada y expuesta en la Galería Nacional de Australia].

El bien honesto, útil y placentero en el ámbito del sexo
   
----------El ente en cuanto ente es bueno, es decir, el bien ontológico coincide con el ente, con lo que existe o está en acto de ser. Suárez sostiene que el ente no es bueno en sí y por sí, sino solo porque dice relación y comunión. Es cierto que el ente como tal aún no expresa el bien. El ente es bueno suponiendo una voluntad que lo quiera y lo ame.
----------Todo ente en cuanto ente es bueno y creado por Dios, suma bondad. No existen entes naturalmente malos, perversos o dañinos. Los demonios son malos por su mala voluntad, no por naturaleza.
----------El bien es el ente en cuanto amable, deseable, apetecible, practicable. El bien es el fin para el cual el agente actúa o hacia el cual tiende. El bien es de por sí deleitable. Pone en juego el apetito sensitivo y el intelectivo, la voluntad. El bien espiritual trae alegría, el bien físico trae placer.
----------El bien es opuesto al mal. En efecto, mientras el bien pertenece al orden del ser, de la realidad, el mal entra en el horizonte del no-ser. Pero no es un simple no-ser, porque este aún puede ser un bien, en cuanto pensamiento o ser intencional, imaginario o ideal o de razón. El mal es una privación del ser debido.
----------El bien puede ser o un bien afectivo o un bien práctico. El primero es la cosa buena, el ente mismo como objeto de amor, el ente objeto de posesión, el ente al cual unirse, del cual disfrutar o gozar. El bien sensible o inteligible es de por sí cosa buena. Es el bien ontológico, trascendental, el bien del ser.
----------Pero este bien no es siempre y necesariamente el bien del hombre, el bien moral, un fin para el hombre o para el actuar humano. El placer sexual es ciertamente un bien para el hombre, pero lo es solo a condición de que sea regulado por la recta razón. Esto quiere decir que, mientras el bien ontológico es siempre un verdadero bien, en cuanto objeto del intelecto especulativo, y como tal es un bien honesto y absoluto, el bien moral puede ser verdadero o falso, verdadero o solo aparente, y por lo tanto falso, es decir, no conforme a la ley moral. Aunque ontológicamente siga siendo un bien, moralmente es un verdadero mal, es el pecado, es un verdadero mal para el hombre.
----------De lo cual vemos cómo una moral basada solo sobre el ser, es decir, sobre la metafísica, como la de Heidegger, no es suficiente para garantizar el verdadero bien y la felicidad del hombre, porque ella no está dada por el ser como tal, o por el simple existencial, sino por aquel ser categorial que corresponde a las normas morales que se deducen de la naturaleza humana, de sus legítimas exigencias, de sus reales necesidades, de sus verdaderos derechos, de sus justas aspiraciones y de sus fines esenciales.
----------La acción buena no es la simple acción humana como tal, cualquiera que sea, no es una simple relación con el ser; la libertad no es puro y simple ejercicio del querer desvinculado de la persecución del verdadero bien, sino que es la acción de la buena voluntad que tiene por objeto el verdadero bien del hombre, que no es el ser o el existir como tal o de cualquier modo, sino que es el ipsum Esse subsistens, Dios, quien sin embargo trasciende infinitamente al hombre, cuyo ser sigue siendo un ser finito y categorial.
----------El ente en cuanto es apetecible por la voluntad es el bien. En cuanto agrada a la vista es lo bello. El placer estético compromete la afectividad y la voluntad y, por lo tanto, suscita el amor. De tal modo, en la fruición o el gusto de lo bello juega la voluntad junto con el intelecto: es el placer que el intelecto experimenta al ver. Pero como se ha dicho, en el placer juegan la voluntad y el amor. En el amor, por lo tanto, tenemos la interrelación entre lo verdadero, objeto del intelecto, con el bien del intelecto, por lo cual entra en juego la voluntad; pero, al mismo tiempo, este bien es bello porque agrada al intelecto, el cual impulsa a la voluntad a unirse al bien.
----------El placer estético en la relación varón-mujer se convierte en placer sexual. El mirar, en este punto, en cuanto involucra la voluntad, deviene un acto moral y, precisamente materia de ética sexual. Por eso Cristo dice que quien mira a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si, en cambio, la mirada está dictada por la caridad, entonces es honesta y casta, aunque pueda causar placer.
----------Algunas cosas naturales nos hacen mal como castigo del pecado, pero en sí mismas no hacen más que obedecer a leyes de naturaleza puestas en ellas por Dios. El placer sexual en sí es cosa buena y útil, pero de hecho para nosotros es peligroso como consecuencia del pecado original y, por lo tanto, debe ser rigurosamente disciplinado.
----------Es cierto que la felicidad del hombre está en la unión con Dios, ipsum Esse subsistens, pero eso no autoriza a confundir el fin último o bien supremo del hombre con el simple hecho de existir. También los condenados en el infierno existen, pero eso no significa que su existir sea placentero. La existencia de por sí es buena. ¿Pero acaso es amable una existencia malvada o infeliz?
----------El bien práctico es, ante todo, la norma o la ley moral. Pero este bien no es completo ni satisfaciente si falta la actuación, la puesta en práctica por parte del agente, de la intención de hacer el bien. El bien práctico o moral, la acción buena, aquel bien que resulta de actuar bien, es el hacer el bien, es el bien del mismo sujeto que actúa bien.
----------El ente es de por sí bueno frente al apetito natural: el bien del fuego es el acto de calentar. Cuando, en cambio, entra en juego el espíritu y precisamente el intelecto, entonces el bien es mediado por la verdad: el ente se presenta al intelecto como verdadero y, en consecuencia, como bien del intelecto, que aspira a la verdad como a su bien y a su fin, del cual gozar y fruir.
----------Es necesario distinguir la práctica del bien de la posesión del bien y de la unión con el bien. Práctica del bien es la bondad moral, la santidad, la práctica de la virtud y cosas similares. Posesión del bien es la utilización de los bienes materiales y espirituales necesarios para la adquisición de la perfección moral y de la felicidad. Unión con el bien son las sanas relaciones personales, como por ejemplo aquellas entre los amigos o la unión entre el varón y la mujer o la unión con Dios.
----------Así como existen grados del ser, existen grados de bondad en la realidad, donde lo inferior está subordinado a lo superior, desde el bien mínimo de la materia hasta el bien sumo, máximo y supremo, que es Dios. Correspectivamente, existen grados del saber, por los cuales, desde la experiencia de los bienes cosmológicos, materiales y sexuales ascendemos al conocimiento y ciencia de las realidades metafísicas y espirituales, y desde estas a los valores antropológicos, morales, religiosos y teológicos, naturales y revelados.
----------Existe en nosotros espontáneo el deseo y la necesidad absoluta del bien. Podemos engañarnos sobre lo que es bueno, perseguir un falso bien, un bien solo aparente. Podemos querer el mal bajo la apariencia de bien. Sabemos que el bien mío no es el tuyo. Podemos creer o no creer en la existencia de un bien universal e inmutable. Sabemos que podemos decidir sobre lo que es bien para nosotros. Sabemos que podemos equivocarnos en nuestras decisiones.
----------Pero la voluntad no puede dejar de buscar el bien en general o lo que consideramos ser bien, y en todo caso amamos el bien. Por lo demás, si el mal es una privación del ser, la voluntad no puede querer el no-ser, por lo cual, aun cuando pecamos y anulamos una moción divina, lo hacemos siempre en referencia a un bien particular elegido arbitrariamente por nosotros. Si desobedezco al mandato divino de ordenar el acto sexual a su fin, frustro la moción divina, causo ciertamente un no-ser, pero en relación a un ser que es el placer sexual desordenado.
----------Todos poseemos la idea del bien en general. Todos sabemos qué significa la palabra "bien". El bien agrada, es amable. El bien es benéfico, ventajoso, útil, placentero. Cuando no es realizado o poseído o utilizado o gozado, es buscado, deseado o esperado. Todos sabemos qué es el bien. Nos dividimos, en cambio, en el determinar qué cosa es el bien aquí y ahora. Una cosa es el bien en sí y otra cosa es el bien para mí o según yo.
----------Entre macho y hembra existe una natural reciprocidad en el plano biológico, psicológico y espiritual, instituida por el Creador en orden a la procreación y como condición psicofísica para la unión y la expresión del amor. Sin embargo, en el estado presente de naturaleza caída, la tendencia sexual se encuentra de varios modos y medidas corrompida, demasiado fuerte o demasiado débil, malformada, mal orientada e infecunda, de modo que la concupiscencia es fomes u origen de actos sexuales que están en contraste con esta natural reciprocidad, aunque con todo ello estos actos pueden continuar procurando placer, el cual, sin embargo, en estas condiciones no puede ser honesto o moralmente bueno, sino que llega a ser deshonesto, pecaminoso y moralmente malo. La culpa moral está dada por la búsqueda del placer como tal, independientemente de la consideración de la normalidad del acto desde el punto de vista físico o moral.
----------De hecho, para que haya una verdadera honestidad del acto o para que el acto sea moralmente bueno, no basta con que sea conforme a la norma psicofísica de la heterosexualidad, sino que debe ser conforme a la norma moral, la cual requiere que los actos sexuales sean cumplidos solo en el legítimo matrimonio. Está claro, por tanto, que si se transgrede la normalidad psicofísica, como en el caso de la pedofilia y de la sodomía, el acto agrava su malicia, suponiendo la plena advertencia y el deliberado consenso. Sin embargo, es necesario admitir la licitud en el matrimonio de la utilización de los períodos infecundos de la mujer o de la menopausia para el ejercicio de la unión sexual, considerando que el fin de este ejercicio no es sólo la procreación, sino también la expresión del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios que carezcan del debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados.
Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.