Rahner confunde la posibilidad dada a todos de vivir en gracia, cosa ésta verdaderísima e importantísima, con una infundada y de hecho equivocada convicción de que todos, de hecho, están en gracia, cosa ésta, acerca de la cual en cambio no tenemos ninguna certeza, y de hecho sabemos, como dice san Pablo, que "no de todos es la fe". Sabemos que existe el pecado mortal, que es incompatible con la gracia. Y sabemos también, como enseña la Iglesia, que no todos se salvan. Veremos hoy lo que considero el error más grave de Karl Rahner. [En la imagen: "Soledad", óleo sobre tela de 1996, obra de Luciano Vannoni].
El error más grave de Karl Rahner
----------Pero el error más grave de Rahner, tal como para comprometer la misma verdad de fe, es, en mi opinión, su pretensión de definir la esencia del hombre en términos sobrenaturales, como si la vida cristiana o sobrenatural fuera una propiedad esencial del hombre.
----------Rahner, a decir verdad, está correcta y justamente preocupado por poner en armonía naturaleza y gracia, mostrando la infinita importancia de esta última a los fines de expresar un pleno humanismo y cómo, en concreto, el hombre no está ordenado a un simple fin natural, sino a la vida sobrenatural que debe desembocar en la visión beatífica en el paraíso del cielo. De ahí que Rahner está preocupado por sostener y mostrar que la gracia, aunque es distinta de la naturaleza, no debe ser vista como algo que fuera postizo o estuviera yuxtapuesto, sino que ella impregna íntimamente a toda la naturaleza del hombre, deviniendo vida de su vida, como dice san Pablo: "No soy ya yo el que vivo, sino que es Cristo el que vive en mí".
----------Todo ello, todo este conjunto de aspiraciones y propósitos de Rahner, es más que correcto; pero lamentablemente Rahner va mucho más allá de esta legítima instancia y se expresa repetidamente de modo de hacer pensar que la gracia sea una especie de exigencia de la naturaleza o una cosa debida a la naturaleza, y que sea necesaria y obligatoria no sólo para que el hombre se salve, sino precisamente para que el hombre sea hombre. En cambio, en la verdadera doctrina católica, es verdad que la gracia es necesaria para sanar la naturaleza decaída (gracia sanante), pero no para constituirla o completarla como tal.
----------La gracia es como una medicina y, en efecto, se habla de "gracia medicinal". Ahora bien, la medicina no tiene el propósito de constituir o determinar la naturaleza del enfermo -hombre o animal-, sino que la supone ya constituida y la supone mutilada en sus fuerzas: debe sólo restablecerlas y reconstituir el normal funcionamiento y la vitalidad del organismo. La gracia debe completar y reintegrar no la esencia sino las fuerzas del hombre. La concepción según la cual la gracia debería integrar la naturaleza es denominada "integralismo". El humanismo integral (cf. el título de la famosa obra de Maritain) es el humanismo que no olvida nada de lo humano y que es el fruto de la gracia sanante o medicinal; no es una supuesta integración de la naturaleza por parte de la gracia, de lo contrario la gracia no sería ya sobrenatural sino que se caería en el naturalismo.
----------En Rahner la gracia viene a completar la naturaleza. De tal modo se tiene ese naturalismo que viene denunciado por la encíclica Pascendi cuando ella señala que para los modernistas la gracia "es fruto enteramente espontáneo de la naturaleza", lo que, como observa el Papa, conduce a la supresión del orden sobrenatural (n.8). La naturaleza humana en su estructura está intacta y de por sí íntegra incluso en los condenados; aquello que está averiado en ellos es la voluntad. También el condenado es un animal racional, sólo que no ha hecho buen uso de su razón y de su voluntad.
----------Además, se debe decir que la función más específica y noble de la gracia es la de elevar al hombre más allá de su naturaleza (gracia elevante), para hacerlo hijo de Dios, movido por el Espíritu Santo y heredero de la vida eterna. Rahner, en cambio, no ve la trascendencia de este segundo tipo de gracia, y por otra parte habla de ella como si fuera un dato de hecho originario, "apriórico", necesario, inamisible y común a todos los hombres, un constitutivo propio de la esencia humana como tal.
----------En efecto, dice Rahner: "el hombre es por esencia un espíritu en escucha de una posible revelación de Dios" (Oyente de la Palabra, op.cit., p.131). Y dice de modo similar en otros lugares: "La efectiva naturaleza del hombre" no debe ser entendida como "pura naturaleza", sino que es "Una naturaleza en el orden sobrenatural, del cual no puede salir" (Ensayos de antropología sobrenatural, op.cit., p.112. Y cuando peca, ¿no sale del orden sobrenatural?). "La trascendencia del hombre [...] viene constituida en su concretez por la autocomunicación divina", es decir, de la vida de gracia (Curso fundamental, op.cit., p.188). "El hombre es el evento de la autocomunicación absoluta y perdonante por parte de Dios" (Ibid., p.147). "El hombre es el evento de la absoluta autocomunicación divina, siempre, inevitablemente y desde el inicio" (Ibid.). "¿Qué es lo que significa nuestra vida, que en el fondo podemos comprender sólo si la consideramos en cuanto es, ante todo y en definitiva, la vida de Dios?" (Ensayos de Cristología, op.cit., p.76).
----------Que el hombre esté a la escucha de una posible revelación por parte de Dios es, ciertamente, una cosa posible, pero depende en los hechos de cada uno de nosotros. No todos tienen el deseo de ponerse en escucha de la Palabra de Dios. Puede darse también el caso de alguien que no quiera permanecer en escucha; y no por eso está privado de su naturaleza humana. Este error ya lo hemos visto expresado de muchos modos.
----------En esta visual de Rahner (que por lo demás ya habíamos visto en otras formas) no se ve cómo sea posible la existencia del pecador, privado de la gracia, o como sea posible incluso el mismo pecado, que en definitiva es una pérdida o una ausencia de la gracia. En efecto, si para ser hombre es necesario estar en gracia, de allí se deriva lógicamente que quien no está en gracia no es hombre: lo cual es absolutamente contrario a la sana razón y a la doctrina católica, y conduce al panteísmo. Para admitir la existencia del pecado, Rahner, un poco a la manera de Lutero, se ve constreñido a decir que el hombre está contemporáneamente en gracia y en pecado; pero esto es evidentemente contradictorio.
----------Respecto a este punto, Rahner se niega a admitir que la "gracia y las ayudas sobrenaturales pueden faltar completamente en el pecador" y sostiene que "la gracia está dada siempre y por doquier" (citado por I. Sanna, La concepción cristiana de la persona humana, Queriniana, Brescia 2006, pp. 127-128). "La gracia justificante puede darse también allí donde el hombre piense ser ateo" (Nuevos ensayos, vol. IV, op.cit., p.625). "Por motivo del incesante ofrecimiento por parte de Dios de la gracia [...] el hombre no puede nunca ser sólo un hombre y un pecador natural" (Nuevos ensayos, vol. III, op.cit., pp. 218-219). Repetidas veces luego Rahner usa la extraña expresión, según la cual la gracia viene dada sea en el modo de la aceptación como "en el modo del rechazo". En cualquier caso, siempre viene dada. Pero en el pecado mortal, ¿no se da la ausencia de la gracia? Según la doctrina católica, sólo el pecado venial es compatible con la presencia de la gracia.
----------La naturaleza efectiva del hombre es exactamente la pura naturaleza o naturaleza pura, ya que la presencia de la gracia no constituye en absoluto la "efectiva naturaleza del hombre", sino precisamente la naturaleza en cuanto elevada por la gracia: ¿de lo contrario, qué queda de la distinción entre naturaleza y gracia? La pura naturaleza es la naturaleza sin la gracia o prescindiendo de la gracia, naturaleza que puede ser considerada abstractamente en sí misma, o bien puede ser considerada en el pecador privado de la gracia: en él permanece la pura naturaleza (herida por el pecado).
----------Al respecto, como dice Pío XII en la encíclica Humani generis, Dios habría podido crear al hombre en un estado de pura naturaleza sin darle el don de la gracia. El mismo humanismo naturalista, iluminista y masónico, que se limitan a considerar la naturaleza humana y no creen en la gracia, en cuanto aceptan y respetan al hombre como animal racional no se equivocan; se equivocan en el rechazar la gracia.
----------Aun aceptando llamar a la gracia "autocomunicación de Dios", como la llama Rahner, lo cual sin embargo parece a todas luces exagerado, ya que propiamente Dios se comunica solo a su divino Hijo, mientras que a nosotros solo nos concede una participación de su vida, también admitido todo esto, es erróneo definir al hombre como el evento de tal comunicación. Tal evento no constituye la naturaleza humana, sino que la presupone ya existente, y tal evento se realiza sólo si el hombre lo consiente; pero tiene también la facultad de no consentirlo (libre albedrío) y no por ello está privado de la naturaleza humana.
----------Pero Rahner es todavía más claro en esta su posición y afirma expresamente la necesidad de que el hombre, precisamente para ser hombre, sea cristiano, como si el no-cristiano no fuera ni siquiera un hombre. Parecería esto a primera vista un signo de estima por el cristianismo, pero en realidad, haciendo al cristianismo constitutivo del ser hombre, no se hace más que precipitar, mediante una excesiva exaltación del hombre y del cristianismo, a un humillante y profanador abajamiento del cristianismo y del hombre a un nivel simplemente carnal y terreno. Se pasa del sobrenaturalismo al secularismo.
----------Si, por tanto, según Rahner, el hombre está constitutivamente en gracia, por otra parte, el ser cristiano viene reducido al ser humano, por lo cual se cae en pleno naturalismo. Es lo que señala el cardenal Ratzinger en el ya mencionado libro, afirmando que para Rahner el cristianismo "es, por consiguiente, sólo la reflexión expresa de lo que es el ser humano en sí" (Teoría de los principios teológicos, op.cit., p.196).
----------Esta pavorosa oscilación entre el sobrenaturalismo y el secularismo está causada por la ya señalada confusión entre lo humano y lo divino, entre la naturaleza y la gracia. "Quien mucho abarca poco aprieta" dice el proverbio. El cardenal Ratzinger hace esta siguiente observación: "En mi opinión, el auténtico problema de la síntesis de Rahner se encuentra en que ha pretendido demasiado" (Ibid., p.200). El cristianismo ultra-espiritualista rahneriano termina en el cristianismo mundano. La mística se hunde en la "mástica", como se diría en lengua italiana, o a la inversa, la "mástica" es elevada a mística. Dice Rahner: "El hombre es la pregunta radical acerca de Dios, la cual [...] puede también tener una respuesta, una respuesta que como manifestada en la historia radicalmente aprehendible es el Dios-hombre" (Curso fundamental, op.cit., p.267). El hombre, según Rahner, "en su historia mira siempre con ansiedad si no le viene al encuentro la suprema actuación [...] de su ser y de su aspiración". Afirmación, ésta, aceptable; pero luego prosigue con un "por consiguiente", que es más amplio que las premisas: "El hombre es, por consiguiente, el ser que tiene que esperar la epifanía libre de Dios en su historia. Tal epifanía es Jesucristo" (Ensayos de Cristología, op.cit., p.68).
----------Debemos objetar que Cristo no es la simple respuesta a las necesidades naturales y esenciales del hombre (por físicas o espirituales que sean): Él, sí, ciertamente, es también esto; pero primariamente y al mismo tiempo es infinitamente más, es un cumplimiento, una plenitud, una felicidad que el hombre con su mente no habría jamás podido tampoco imaginar, ni su corazón desear, si no hubiera sido Dios mismo el que lo revelara, sin que ello fuera estrictamente necesario para la felicidad natural del hombre.
----------El hombre de por sí habría podido ser feliz simplemente con la satisfacción de sus necesidades naturales y con el recibir el perdón divino de sus pecados (tal como creen el Islam y el Judaísmo): el hecho que el Padre haya donado a Cristo al mundo, quiere decir que no se ha contentado con ir al encuentro de las necesidades del hombre, sino que ha querido hacerle un don del todo inesperado, gratuito y sobreabundante, haciéndolo, en Cristo, hijo de Dios y partícipe de la vida divina.
----------Rahner, en cambio, haciendo de la vida divina una necesidad (cf. encíclica Pascendi, n.8), un derecho, o incluso un constitutivo de la esencia del hombre, se acerca peligrosísimamente, como he dicho repetidas veces, al panteísmo, por no decir que cae en él efectivamente, aunque sea (así queremos pensarlo) fuera de sus propias intenciones. La vida de gracia, para Rahner, no es una simple posibilidad dada al hombre, no es un ofrecimiento que el hombre pueda declinar, y que de hecho a veces declina con el pecado; no es, para expresarnos con sus palabras, un "deber ser, sino aquello que es lo más íntimo al hombre"; no es sólo "un decreto jurídico externo" (esto es, por como entiendo, algo que depende puramente del decreto o del beneplácito divino positivamente y jurídicamente manifestado en la revelación histórica y en la institución de los sacramentos y de la Iglesia), sino que es una "disposición obligatoria" (no se entiende bien por parte de quién: si del hombre o de Dios; pero en todo caso ya estamos descaminados). Ahora bien, en línea de principio, la gracia no es una obligación, ni de parte de Dios ni de parte del hombre. Deviene una obligación para el hombre, suponiendo el plan divino contingente que prevé la vida de gracia.
----------El error de Rahner, aquí, ya lo hemos visto, es el transformar en dato de hecho universal, constitutivo y necesario ("obligatorio") esa vida de gracia frente a la cual ciertamente el hombre tiene una disponibilidad (la así llamada potencia obediencial, potentia oboedientialis), pero a la cual no tiene ningún derecho y por tanto ninguna obligación natural y frente a la cual ni siquiera Dios tiene ningún deber. Si Dios no nos hubiera donado la filiación divina, ciertamente no habría mostrado así tanto su infinita bondad; pero no habría carecido en cualquier caso de bondad frente a las exigencias de la naturaleza humana, si se hubiera limitado a liberarnos del pecado y de la muerte gracias a su misericordia, como creen otras religiones no cristianas.
----------Por otra parte, es verdad que la vida de gracia, una vez presente, impregna íntimamente el ser del hombre, y deviene en cierto modo, como dice san Agustín, más íntima al hombre de cuanto él no lo sea para sí mismo (intimior intimo meo); pero la gracia puede estar también ausente, por lo cual ella no es lo que hay de más íntimo en el hombre en sentido esencial (como parece querer decir Rahner), sino sólo accidental. Eso que es esencialmente más íntimo al hombre es precisamente su esencia humana, y no la gracia.
----------Rahner, por tanto, confunde la posibilidad dada a todos de vivir en gracia, cosa ésta verdaderísima e importantísima, con una infundada y de hecho equivocada convicción de que todos, de hecho, están en gracia, cosa ésta, acerca de la cual en cambio no tenemos ninguna certeza, y de hecho sabemos, como dice san Pablo, que "no de todos es la fe" (2 Ts 3,2). Sabemos que existe el pecado mortal, que es incompatible con la gracia. Y sabemos también, como enseña la Iglesia, que no todos se salvan.
----------Rahner ignora y de hecho niega el hecho de que la vida de gracia se agrega a la naturaleza como propiedad, cualidad o hábito sobrenatural, por lo cual ella no constituye la sustancia del ser humano, sino que es un accidente, y no es tampoco un accidente propio, sino un accidente contingente, que puede ser adquirido pero puede también ser rechazado o perdido y de hecho lamentablemente algunos lo rechazan o lo pierden, y no por eso pierden su esencia humana, aunque sí pueden ser parangonados, como dice la misma Escritura, a "animales sin razón" (Jud 10) y no se puede decir que gozan de la plenitud de su humanidad, al menos desde el punto de vista moral. En realidad, se puede decir que son vidas fallidas.
----------Pero esto debe ser dicho siempre teniendo en cuenta que estas personas, aunque terminaran incluso en el infierno, no pierden en absoluto la dignidad esencial de la naturaleza humana, persona capaz de entender y de querer. Pero si la gracia es un apriori del hombre, como dice Rahner, ¿qué es del pecado original y de sus consecuencias? ¿Para qué sirve el Bautismo? ¿Para qué sirven los Sacramentos?
----------Para Rahner los sacramentos, como veremos más adelante, son simples signos categoriales y empíricos de la gracia trascendental ya presente. De tal modo, en el mejor de los casos, él confunde los sacramentos de los vivos con los sacramentos de los muertos, o sea los sacramentos que aumentan la gracia con aquellos que la dan a quien no la tiene. Por otra parte viene a menos (y de hecho es negada) la definición dogmática de sacramento como signo eficaz, productivo de la gracia por él significada.
----------Es verdad que Dios puede salvar también sin los sacramentos, ¿pero dónde va a terminar la misma salvación si el hombre nace ya en gracia (en Rahner no aparece ya la distinción entre la concepción de María y la de cualquier otra individuo del género humano; nacemos todos inmaculados), si el hombre nace ya salvado, y si de hecho la gracia constituye lo íntimo de la esencia humana? ¿Salvación de qué? Para Rahner, en cambio, la "esencia metafísica" del hombre estaría dada por el hecho de ser, "en la estructura que de hecho lo constituye un ente sobrenatural" (Ensayos de antropología sobrenatural, op.cit, p.396). Se debe decir, en cambio, que existe un sólo ente sobrenatural, o sea sobrenatural por esencia, y éste es Dios. El hombre posee la vida sobrenatural (o de gracia) no por esencia sino sólo gratuitamente, contingentemente y por participación, mientras que desde un punto de vista metafísico y creatural, el hombre es solamente un ente natural.
----------Recordemos que "sobrenatural" quiere decir "divino", por lo cual si es verdad que el hombre tiene acceso en Cristo a la vida sobrenatural, esto debe ser entendido de una sobrenaturalidad no como esencia divina, sino como participación o semejanza en la vida divina. La gracia no es Dios, sino sólo un don de Dios, incluso si es un algo divino. Ella es divina en su esencia, pero es creada en cuanto accidente del alma.
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