¿Es posible el amor desinteresado cuando el yo se absolutiza y Dios se eclipsa? Entre el ateísmo que niega a Dios y el panteísmo que lo disuelve en el sujeto, se juega el sentido mismo del prójimo. Llamamos la atención acerca del falso espiritualismo que habla de Dios sin obedecerle, y que es tan destructivo como la negación explícita de su existencia. Una confrontación con la ilusión moderna de un altruismo sin trascendencia, con el propósito de recuperar la exigencia evangélica de amar en Dios y por Dios. [En la imagen: "La Capillita de Martín Berraondo", fragmento de una acuarela sobre papel, obra de P.F., 2024, colección privada, representando la Capilla San Martín de Tours, en el Paraje Martín Berraondo, partido de Veinticinco de Mayo, Buenos Aires].
“En verdad os digo que cuanto hicisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños,
a mí me lo hicisteis.” Mateo 25,40
“No puede haber verdadera virtud allí donde no se reconoce
al verdadero Dios como fuente del bien”
San Agustín de Hipona, De civitate Dei, XIX, 14
¿Cuál es la relación entre el amor de Dios y el amor al prójimo?
----------Al hablar en esta breve nota acerca del ateísmo, me refiero también al panteísmo, porque son sustancialmente la misma cosa y tienen un origen común en el antropocentrismo renacentista y en el subjetivismo luterano, ambos confluyentes en el cogito cartesiano.
----------Desde el punto de vista sociológico, el ateísmo, más que nada ligado al materialismo, sin duda ha tomado más pie en las masas populares, mientras que el panteísmo, que se disfraza de alta espiritualidad, es un fenómeno más de los estratos intelectuales; pero actualmente se está difundiendo también un panteísmo de masas, vulgarización del rahnerismo, que se configura en los términos de un Dios inmanente en todos, en el cual todos viven, de lo que surge la convicción de que todos se salvan.
----------La diferencia entre ateísmo y panteísmo es que mientras el ateo ignora la religión y no usa nunca la palabra «Dios», el panteísta la tiene siempre en la boca, se ufana de respetar la religión y sabe todo de Dios. Pero el principio de ambos es el mismo: la absolutización del propio yo, que en el ateísmo toma el lugar de Dios, mientras que en el panteísmo hace Dios de sí mismo.
----------Para el ateo existe solo el amor de sí y del prójimo, porque Dios no existe. Para el panteísta existe solo el amor de Dios, más aún una unión tan íntima de sí mismo con Dios, que yo y Dios somos un único ser, somos el Ser, somos el Uno y el Todo. En sustancia, existe solo Dios porque todo es Dios. De hecho, mi yo empírico y el prójimo no son sino determinaciones finitas o apariciones temporales del único Yo que soy yo, en cuanto Yo absoluto o trascendental o subjetividad pura.
----------Cabe notar, por lo demás, que no existe, como cree Rahner, un ateísmo en buena fe o causado por una ignorancia invencible, por tanto no culpable, acerca de la existencia de Dios. Al contrario, todos saben, por razonamiento espontáneo, al menos implícitamente, que Dios existe, porque deben dar cuenta a Él de su obrar.
----------Por esto, aquellos que se presentarán ante nuestro Señor Jesucristo Juez en Mt 25, 31-42, conscientes de haber hecho el bien a los más pequeños, son implícitamente conscientes de haber servido al Señor. Al agradecerles, Cristo no los hará sabedores de lo que no sabían, sino que los hace conscientes de haber servido a aquel Dios, que implícitamente ya servían.
----------Además, podemos sí hablar de cristianos anónimos, como hace Rahner, pero es necesario precisar que no deben ser entendidos como sujetos en cualquier caso salvados, porque son hombres como todos los demás, dotados de ese libre albedrío que puede elegir a Dios, pero también puede rechazarlo. Además, no es verdad, como cree Rahner, que el amor de Dios se reduzca al amor del prójimo, por lo cual sería suficiente éste para salvarse. No, los dos amores son bien distintos, aunque único sea el movimiento de la caridad, porque tienen un objeto y un fin muy diferentes: infinito y perfectísimo, el amor de Dios; finito y defectuoso, el amor del prójimo. Y el primero es el fin último y el motivo del segundo. Reducir el primer mandamiento al segundo, significa hacer del hombre Dios mismo, lo cual es precisamente la doctrina de Marx.
----------En cuanto al panteísta, él está todo concentrado en su propio yo como si fuera la verdad absoluta y el punto de partida de todas las verdades. La existencia de los demás y de Dios no es para él un dato objetivo presupuesto que lo precede independientemente de su yo, sino que admite su existencia en cuanto lo deduce de su yo. Ahora bien, está claro que un «Dios» cuyo ser no precede, no funda y no crea al yo, no puede ser el verdadero Dios, sino un ídolo mental puesto por el yo.
----------Es lamentable, por tanto, el hecho de que el Concilio Vaticano II, mientras tiene un excelente análisis del ateísmo, ha descuidado completamente, no se entiende por qué motivo, analizar el gravísimo, fascinante y difundido fenómeno del panteísmo, que es fruto del idealismo alemán, que a su vez nace de la conjunción de la llamada «filosofía moderna» de Descartes y de la reforma luterana. Por lo tanto, me temo que el silencio sobre el panteísmo fue debido al excesivo temor de disgusto de los protestantes.
----------A la inversa, san Pío X, más agudo que el Concilio en los análisis de la modernidad, se dio cuenta perfectamente del peligro del panteísmo, que él denunció en su famosa encíclica Pascendi. Si hoy está clara la inconciliabilidad del catolicismo con el ateísmo, desgraciadamente no lo está tan clara la inconciliabilidad del catolicismo con el panteísmo, dada la existencia de un catolicismo e incluso de un tomismo que pretenderían asumir el panteísmo de Hegel o el ateísmo de Severino.
----------Yo me detendré aquí sobre el problema del ateísmo, pero conviene ponerlo en relación con el problema del panteísmo. Es claro que los ateos ignoran el cristianismo y la religión, salvo sin embargo para dar ejemplos de sensibilidad social, de un interés por la justicia y la misericordia, de respeto por la igualdad humana y los derechos del hombre, de la voluntad de liberar a los oprimidos, de atención al progreso y a la paz, de rechazo de la guerra y del conservadurismo. Viceversa, existe un falso catolicismo, farisaico, cuyo fondo no es teísta sino panteísta. Este falso catolicismo es tan abominable como el ateísmo abierto, consciente y voluntario.
----------Las preguntas que nos planteamos, entonces, son las siguientes, sin que sea necesario responder a todas, porque algunas permanecen abiertas: quien hace del yo su propio Dios, o quien cree ser Dios, como el ateo y el panteísta, ¿tiene motivo para ocuparse del bien del prójimo? ¿Puede estar al servicio de los otros o son los otros los que deben estar a su servicio? ¿Acepta a los otros como son o solo si están sujetos a él? ¿Hace del otro su Dios o conduce al otro a Dios o lo ama por amor de Dios?
----------¿Puede preferir el bien común a su propio bien privado? ¿Puede preferir la propiedad común a la privada? ¿Puede sacrificarse por los otros? ¿Puede aspirar a vivir en paz y concordia con los otros? ¿Puede ejercer las virtudes sociales? ¿Ser justo y misericordioso con los otros? ¿Puede tener un sincero amor del prójimo? ¿Puede tener un amor desinteresado? Quien ama sinceramente al prójimo ¿puede ser un ateo o un panteísta? ¿Se ocupa de los otros para obtener la gloria o para la gloria de Dios? ¿Hace el bien simplemente porque le gusta o para obedecer a Dios?
----------Por otra parte, quien muestra no tener ningún interés religioso o ningún interés teológico, quien, teniendo la posibilidad de acoger el cristianismo, no se interesa en absoluto, quien no se deja atraer a Cristo por el ejemplo de los Santos, quien, habiendo encontrado a Cristo, no le cree, no lo escucha y no lo busca, ¿puede en verdad esta persona amar sinceramente al prójimo?
----------¿Es posible que una persona ame sinceramente al prójimo sin tener intereses religiosos o teológicos y sin darse cuenta de querer bien a Cristo, como nos enseña el mismo Cristo en el pasaje de Mateo 25,40? Por otra parte, ¿de qué sirve abusar del nombre de Dios como hace el panteísta o el idealista, si luego en sustancia su Dios es su mismo yo? ¿Es acaso éste un hombre realmente religioso, aunque tal vez fuera fraile o sacerdote? ¿No es acaso un fariseo? ¿Es éste capaz de conducir a los otros hacia Cristo? ¿O acaso no los escandaliza y no los aleja de Cristo? ¿Comprende éste el verdadero amor del prójimo? ¿Es acaso agradable a Dios? ¿Puede decir que ama a Dios por encima de todas las cosas? Y a la inversa, ¿se puede decir que quien no nombra a Dios pero cuida el bien del prójimo, odia a Dios?
----------Ciertamente el ateo que sabe quién es Dios y se lanza contra Dios es censurable. Pero ¿qué podemos decir de aquel que se considerara ateo a causa de un trágico equívoco, y que por lo tanto rechaza un falso concepto de Dios inculcado por una mala instrucción religiosa o por un maestro panteísta o modernista? ¿De qué sirve entonces tener siempre en la boca la palabra «Dios» si a esta palabra no corresponde un justo y correcto concepto de Dios? Viceversa, ¿el entregarse sinceramente por los otros, incluso sin hablar de Dios, no podría subentender un amor real aunque implícito de Dios?
Fr Filemón de la Trinidad
La Plata, 19 de octubre de 2025
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