miércoles, 1 de octubre de 2025

Del panteísta Hegel al ateo Marx a través de Feuerbach (4/8)

Feuerbach no sostiene solo la imposibilidad de demostrar la existencia de Dios, sino que querría convencernos de que Dios no es más que un ente imaginario, es el sueño vano de un alma oprimida, un ente inventado por quien tiene interés en mantener esclavas a las masas ilusionándolas con vanas esperanzas en un más allá feliz que no existe, donde los infelices tendrán compensación por sus sufrimientos. Sería la idea de un Dios misericordioso y justo que socorre y libera a los oprimidos, mientras los opresores serían castigados, y junto con Marx piensa que la negación de todo esto puede ser demostrada racional y científicamente. [En la imagen: una fotografía de Ludwig Feuerbach].

Kant ante la cuestión de la existencia de Dios
   
----------En este punto Kant nos diría que si es verdad que la razón pura no puede demostrar la existencia de Dios, la razón práctica es sin embargo la promulgadora de la ley moral. De acuerdo; pero ¿cómo a su vez mi razón no estará obligada a obedecer a la ley que me impone Aquel Que la ha creado? ¿Y cómo podría obedecer a una ley si no reconozco la existencia del legislador? ¿Cómo puedo obedecer a la voluntad de uno que no existe? Los casos entonces son dos: o yo obedezco a la ley moral y entonces quiere decir que reconozco la existencia de Dios; o yo no reconozco la existencia de Dios y entonces estoy exento de aquella ley moral que Dios me impone con haberme creado.
----------Es verdad que Kant admite la existencia de Dios como “postulado” de la razón práctica para que ella pueda funcionar. Pero eso no basta para una admisión razonable de la existencia de Dios, porque admitir a Dios no es lo que necesita la razón para que ella funcione, sino lo que necesita para que ella pueda existir. El primum en lo real no es la razón, la cual idearía la idea de Dios al servicio de su bienestar, sino al contrario, el primum es Dios, el cual proyecta la razón para que ella esté al servicio de Dios.
----------De todos modos hay que reconocer a Kant el admitir la legitimidad racional de la religión con su famosa obra La religión dentro de los límites de la sola razón (las Constituciones masónicas londinenses de Anderson de 1723 admiten la existencia de Dios como Gran Arquitecto del Universo y la religión natural según la concepción de Kant). El defecto de esta obra está dado por el concepto de Dios que ella presupone: no es un Dios personal, que esté delante y por encima del hombre como su creador y Señor, un Dios que dialogue con el hombre y quiera revelarle los secretos de su esencia, un Dios al cual el hombre se pueda dirigir en el culto y en la oración para obtener perdón y salvación, sino que es la idea suprema de la razón, que le permite realizar la unidad o unificación suprema de sus conocimientos.
----------Por consiguiente, ¿qué viene a ser entonces la religión para Immanuel Kant? La simbología práctica, mitológica, imaginaria y representativa en forma antropomórfica de la relación de la razón moral empírica consigo misma, como razón trascendental. La religión es un puro producto de la razón práctica. Hipotetizar entonces, por lo tanto, una religión fundada sobre una revelación divina, es salir de los límites de la razón y entrar en lo irracional, en el fanatismo y en la superstición. Según Kant, la pretensión de superar los límites de la razón es con ello mismo ir contra la razón.
   
El ateo se equivoca al determinar la esencia del Absoluto
   
----------Nosotros no podemos prescindir de algo absoluto que adorar, o sea, en lo cual poner en juego nuestra vida, sobre lo cual apuntar y apoyar absolutamente, algo que explique todo, como fundamento del hombre y del universo, algo que querer absolutamente, algo o mejor Alguien a quien abrirnos totalmente, en quien confiar absolutamente, Alguien, un Tú delante del cual ponernos a total disposición, en total obediencia, a quien dedicar nuestra vida, Alguien sobre el cual contar absolutamente, que sacie nuestra sed de verdad y de infinito, Alguien del cual esperamos salvación y liberación, Alguien que sea nuestro sumo bien, el propósito de nuestra existencia, que pensamos nos haga absolutamente libres, excelentes, felices y perfectos.
----------Por otro lado, la razón, que al poner las causas retrocede al infinito sin jamás detenerse, es como si precipitase en un abismo, queda totalmente tomada por el vértigo y por una continua inseguridad e inquietud, no encuentra nunca paz. No es el cor inquietum de agustiniana memoria, porque este tiene la esperanza del descanso eterno. En cambio la razón del ateo puede tal vez ilusionarse con realizar un continuo progreso; pero el verdadero progreso se da cuando la razón se funda sobre una base segura e inconmovible. Solo así construye; de lo contrario, destruye con una mano lo que hace la otra.
----------En efecto, en el proceso racional del retroceso al infinito, el pensamiento que no llega nunca a una conclusión cierta y definitiva, si no está tomado por un gusto morboso, experimenta un sentido de vacío y de frustración insoportable. Por esto Aristóteles decía: anankē stenai, es necesario detenerse. Y Aristóteles sabiamente se detuvo en el famoso Motor inmóvil, que entonces es Dios.
----------El ateo se detiene, pero se detiene meramente sobre la arena. Se da cuenta de que el suelo cede. Pero siente gusto por permanecer en la arena que se mueve y se escurre. Y entonces se mueve a otro suelo pero siempre arenoso. De la roca no quiere saber nada. Y entonces el problema vuelve a comenzar. El ateo nunca aprende la lección. Así se agarra cada vez a un ídolo diferente, al ídolo del día. El ídolo lo decepciona, pero en vez de abrazar a Dios, se agarra a otro ídolo y así sucesivamente.
----------La sana razón, en cambio, tiene necesidad de aquietarse en una causa que sea solo o totalmente causa, aquella que se llama causa primera o absoluta o suficiente, suficiente para saciar su necesidad de infinito. Ahora bien, las ciencias experimentales nos dan solo causas causadas. Por esto, para retroceder hasta la causa primera es necesario elevarse al saber metafísico, que concibe el ente abstrayéndolo de la materia, principio de finitud, por lo cual, pudiendo conocer el ente en su universalidad analógica, puedo formar el concepto de ente supremo o causa primera.
----------Tal vez el ateo podría objetar: pero la razón nunca conoce quietud; está siempre en movimiento. De acuerdo, pero hay movimiento y movimiento: una cosa es el movimiento del deportista y otra cosa la agitación del enfermo. Es claro que la razón debe estar en continuo progreso o avance en el saber. El teísmo no tiene nada que ver con el inmovilismo y el conservadurismo. Se trata solo de poner los fundamentos del edificio. Puestos estos, es claro que podremos construir con seguridad el edificio más alto posible.
----------El ateo, en cambio, se detiene en lo finito y permanece bloqueado allí. Está seducido por lo finito. No levanta la mirada. Está entonces obligado a infinitizar lo finito; a absolutizar lo relativo; a eternizar lo mudable; a poner en lo alto lo que es bajo; a humillar lo que es alto; está obligado a transformar en causa primera la causa segunda. Lo que equivale a decir que el ateísmo no es sino una forma de idolatría, por la cual el ateo adora a la criatura en lugar del creador.
----------Para ilustrar la idolatría, la Biblia habla del pescador que adora su red (Hab 1,15) porque le proporciona abundancia de peces. Es la desgracia que le ocurrió a Feuerbach, el cual atribuye la divinidad a los medios materiales de subsistencia justo como hace el idólatra de la Biblia. Y lo mismo hará Marx. El poder del dinero no fascina solo al capitalista, sino también al marxista. Queda en todo caso que la forma peor de idolatría es aquella por la cual el hombre es el adorador de sí mismo. El pescador adora la red porque, en vez de adorar a quien creó tanto a él como a la red, se adora a sí mismo.
   
El ateísmo de Feuerbach
   
----------Feuerbach finge un amor por el hombre fundado en el ateísmo y no se da cuenta de que el verdadero amor al prójimo está fundado en el amor a Dios, su creador y su imagen. Es imposible amar al prójimo si no se ama a Dios, ni es verdadero amor al prójimo convertirlo en un dios. Odiar a Dios lleva lógicamente a odiar al prójimo, su creador y su imagen. Si uno ama verdaderamente al prójimo, quiere decir que ama a Dios que lo ha creado a su imagen y semejanza.
----------El hecho es que Feuerbach tiene una concepción materialista del hombre. Amar al hombre como si fuese un animal, sin atender a sus necesidades espirituales, no es verdadero amor por el hombre. Amar al otro solo con las pasiones no es verdadero amor por el otro. De Hegel Feuerbach habría podido aprender la dignidad y el valor del espíritu. Y en cambio, aunque justamente irritado por su gnoseología idealista que reduce el ser al ser pensado, la materia a la materia pensada, y el amor al amor pensado, Feuerbach reacciona con un realismo sensual y emotivo, que sí redescubre la materia, pero exagera su importancia, cayendo en el exceso opuesto de situarla por encima del espíritu. Y Marx heredará precisamente esta concepción materialista del espíritu.
----------Es esta visión la que lleva al ateísmo, porque Dios es purísimo espíritu, completamente exento de materia. El dios material, en cambio, es un ídolo; no es el verdadero Dios, incluso si se tratara del hombre que, sin embargo, ha sido creado a imagen de Dios. Es un “dios hecho por las manos del hombre”, por decirlo con la Biblia: ¿cómo podría salvarlo? Pero el espíritu humano es forma de una materia, por lo que es finito y no puede ser Dios, que, como también había comprendido Hegel, es Espíritu infinito y absoluto. Además, el hombre es frágil, defectuoso e inclinado al mal: ¿quién lo sacará de esta situación?
----------Por el contrario, Feuerbach sostiene que Dios no es un Dios espiritual y trascendente que habita en los cielos; pues este Dios para él es pura y simple fantasía. En cambio, el verdadero Dios para Feuerbach son los bienes materiales de este mundo, que nos alimentan, nos defienden, nos custodian, nos dan placer y nos permiten vivir una vida decente y sana (Hab 1,15). Estos dioses, según él, son el verdadero Dios en el cual podemos confiar, del cual depender, al cual estar agradecidos.
----------Además, Feuerbach toma de Hegel la temática de la alienación del hombre representada por la dialéctica amo-siervo desarrollada en la Fenomenología del Espíritu. Esta será luego retomada por Marx en la dialéctica burguesía-proletariado, clase patronal-clase obrera, opresores-oprimidos. En Hegel es el mismo Dios quien se expropia de sí mismo, se escinde y se reúne, porque lo Absoluto comporta para Hegel la oposición de sí a sí, como el Yo fichteano, así como el Sujeto schellingiano y como ya era el Dios de Jakob Böhme.
----------La tesis del hombre que pierde su propia esencia es una secularización dialéctica del dogma cristiano de la caída original y del origen del mal. En Hegel todo lo real comienza con Dios que, en el hombre, opone Sí a Sí. Así las cosas, con la misma dialéctica, Feuerbach sustituye a Dios por el hombre; pero la dialéctica es la misma, con la diferencia de que aquí no hay oposición entre Dios y el hombre, sino entre hombre y hombre, entendido como individuo por Feuerbach y como clase por Marx.
----------Pero no por eso desaparecen los atributos divinos. Todo lo contrario. Aquellos atributos que Hegel asigna a Dios, Feuerbach los asigna al hombre. Pero entonces, ¿cómo van las cosas? Al inicio del devenir no está Dios sino el hombre con atributos divinos; el Absoluto se escinde, y he aquí el hombre que ha perdido sus atributos, es decir, su esencia, y los asigna a un ente imaginario que llama "Dios"; pero la ley del Absoluto es que Él reconcilia el Sí consigo mismo. El hombre entonces se reapropia de su propia esencia y el ciclo se cierra. Lo mismo ocurre en Marx en el ámbito social, económico y político.
----------¿Pero cómo entiende Feuerbach los atributos divinos? Es aquí donde aparece su visión distorsionada. Ante todo, el mismo Feuerbach se da cuenta de que al hombre nunca podrán atribuirse cualidades divinas ontológicas: la espiritualidad infinita, la simplicidad, la inmensidad, la eternidad, la inmutabilidad, la omnipotencia, la omnisciencia, la ubicuidad. Él se limita a las cualidades operativas: la libertad, la providencia, la bondad, la misericordia, la justicia, pero reducidas a dimensiones humanas.
----------Está ausente en Feuerbach, como de hecho lo está en Hegel y lo estará en Marx, la noción de la analogía del ente y de los trascendentales, por lo que es imposible concebir las cualidades divinas por analogía con las humanas. La mente no es capaz de ver la causa en el efecto y por tanto de subir del efecto a la causa; no es capaz de concebir la cualidad divina negando la finitud de esa cualidad; no es capaz de concebir una cualidad ontológica eminentemente o infinitamente realizada en Dios. Feuerbach cree que la teología transfiere simplemente a un sujeto imaginario llamado "Dios" aquellas que son puras y simples cualidades humanas eventualmente agigantadas.
----------A Feuerbach se le escapa el hecho de la semejanza del hombre con Dios atenuada por una mayor diversidad entre la naturaleza humana compuesta de alma y cuerpo, espiritualmente abierta al contacto con lo infinito pero afligida por miserias y defectos, y la naturaleza divina, purísimo espíritu infinito, realidad infinitamente más sólida y consistente que la naturaleza humana creada por ella, realidad objeto de la inteligencia metafísica y para nada de la imaginación.
----------En realidad, la concepción analógica del ente está unida a una noción participativa, por la cual somos capaces de captar los grados del ser. La realidad comporta una escala de valores. Los entes poseen no solo modos de ser diversos, cosa que funda el aspecto analógico del ser, sino que poseen un más o un menos ser, que va de un mínimo a un máximo, de la materia al espíritu, y también en el ámbito del espíritu se asciende de un mínimo, que es el alma humana, se pasa a un medio, que es el ángel, hasta el ente supremo o máximo que es Dios. Ahora bien, la causalidad eficiente comporta que lo menos proviene de lo más, lo cual significa la superioridad de la causa sobre el efecto y la dependencia del efecto respecto de la causa.
----------A estos grados del ser corresponden, en nosotros, grados del saber. Cada uno de estos grados está proporcionado y adaptado al nivel del ser correspondiente, de modo tal que para conocer la verdad es necesario que a cada grado apliquemos el método proporcionado. A este respecto pueden darse fundamentalmente dos métodos equivocados: el idealista y el materialista.
----------El primero no hace descender el intelecto al nivel de la materia mediante el uso del sentido, sino que ignorando y despreciando la realidad material objetiva externa al pensamiento e independiente del pensamiento, no la considera como es, sino que resuelve su ser en su ser pensado. Es el principio de Berkeley: esse est percipi. La materia no existe; existe solo el espíritu. Si no fuera así, la materia, para el idealista, aparecería como enemiga del espíritu. En efecto, el idealista es un dualista que no logra ver la semejanza y la analogía de la materia con el espíritu.
----------Él percibe que de hecho las emociones físicas son un obstáculo para la vida espiritual y además siente como una humillación el tener que recurrir al sentido para poder captar lo real. Por eso el idealista rechaza el concepto de alma como forma del cuerpo y cree ser un puro espíritu o conciencia, que plantea a la materia un aut aut: o tú te adaptas a ser un pensamiento mío o una idea mía (Berkeley), o yo te hago la guerra porque obstaculizas mi actividad y pretendes hacerme tu prisionero en el cuerpo (gnosticismo, Platón, India).
----------Pero entonces, ¿qué le ocurre al idealista? Que se da finalmente cuenta de que de hecho él no puede prescindir del cuerpo y de las cosas externas; pero como al mismo tiempo no quiere renunciar a su idea de que el ser material es ser pensado (Hegel), termina entonces por concebir el pensamiento como algo material y, por lo tanto, ya no el pensamiento superior a la materia, sino la materia superior al pensamiento. Y he aquí que aparecen el materialismo de Feuerbach y Marx.
----------Por eso la gnoseología y la ontología materialistas son la consecuencia lógica del idealismo. El idealista, que por su soberbia desprecia la materia, es castigado por la materia con la pérdida de vista de la trascendencia del espíritu y de lo divino, convirtiéndose en esclavo y siendo sumergido y cegado por las ilusiones y las ataduras de una materia rebelde al espíritu.
----------Sin embargo, siempre queda que Feuerbach, más allá de su desprecio por la metafísica, ya tradicional en Alemania desde la época de Lutero, en realidad, siguiendo las huellas de Hegel, juega a menudo con conceptos metafísicos como el de ente, ser, cosa, esencia, existencia, sustancia, accidente, espíritu, causa, efecto. Pero no sabe en absoluto servirse de la metafísica para comprender que Dios existe; es más, Feuerbach se sirve precisamente de estos conceptos con la pretensión de fundar el ateísmo. Un ateísmo sobre base metafísica: ¿puede existir una absurdidad mayor que esta? Pero el impulso se lo da el propio Hegel.
----------La palabra "Dios" aparece frecuentemente en Feuerbach. ¿Pero qué entiende Feuerbach con esta palabra? Por ejemplo, cuando dice —frase que será retomada por Marx— "el hombre es Dios para el hombre"? Feuerbach entiende, como también entenderá Marx, "ente supremo". El ente supremo para Feuerbach no es un ente causa primera y absoluto, distinto y superior al hombre, creador del hombre, legislador de la conducta humana, fin último y bien supremo del hombre. El hombre no necesita ningún creador ni ningún fin que no sea él mismo. El hombre es fin para sí mismo y no existe por otro sino por sí mismo y en virtud de sí mismo. Si la suerte u otros hombres lo han privado de su dignidad o de su libertad, él es capaz por sí mismo, tomado colectivamente, de recuperarlas. Feuerbach en cierto sentido cree en Dios, pero entendiendo por "Dios" al hombre y no al ser fantástico inventado por el teísta y la religión.
----------Feuerbach no lo dice, ciertamente, pero está claro que para él nuestro Señor Jesucristo es un iluso, un soñador, un megalómano, un predicador de ideas abstractas, un despreciador de las alegrías del sentido, que no salva en absoluto al hombre, sino que deja al hombre en sus cadenas con la esperanza en un más allá feliz que no existe. Estas cosas Nietzsche más tarde las dirá abiertamente.
----------Aquello de lo que el hombre tiene necesidad, según Feuerbach, el hombre se lo procura por sí mismo, sin que le sea necesario recurrir a un Dios trascendente. El hombre, claro que sí, es consciente de sus defectos, pero sabe corregirse por sí mismo, sin necesidad de Dios. Aquello que está por encima de sus fuerzas, si existe, no le interesa y no hace su felicidad. Le basta ser hombre libre.
----------Feuerbach reconoce que el hombre es un ser razonable. Da muestras de apreciar la ciencia, pero es sólo la ciencia de los fenómenos. Se limita a la ciencia de los fenómenos. Según él, es precisamente la razón la que convence de que Dios no existe y refuta al teísta. Si la Biblia dice que el ateo es un necio, Feuerbach responde que es precisamente el teísta quien es un necio.
----------Para Feuerbach, la muerte es cosa normal y no hay que hacerse problema por la muerte. Lo importante es que subsista el género humano, que de todos modos es inmortal. El individuo está al servicio de la especie y no es más importante que la especie. Esto sería egoísmo. Discurso lógico, a partir del momento en que se niega que el individuo tenga como fin a Dios, que es un bien muy superior a la sociedad. Todas estas ideas de Feuerbach serán retomadas y asumidas por Marx.
----------Para Feuerbach, el pecado evidentemente no es una ofensa a Dios ni una transgresión de la ley divina, dado que Dios no existe, sino que es solo un daño que el hombre hace a sí mismo o a la sociedad. No existe por lo tanto una justicia divina, sino solo la justicia humana. El hombre es ley para sí mismo. El pecado es solo un hecho socialmente detectable. En oculto ante los demás, el individuo puede hacer lo que quiera, porque no hay ningún Dios que vea en lo secreto. Falta en Feuerbach, como en todos los materialistas, una ética de la conciencia, porque no hay ningún Dios que hable en la conciencia.
----------Corresponde decir además que Feuerbach no comprende la polémica bíblica contra los "ídolos mudos", aquellos que no ven, no oyen, no hablan, no obran milagros ni curaciones y no procuran bienestar. ¿Qué significa esta polémica? Es evidente que esto es en la Biblia un llamado a la superioridad de la potencia del espíritu respecto de la potencia de la materia, más allá de lo cual Feuerbach parece no ver. E incluso cuando piensa en el valor de la virtud o de la bondad o del amor, se detiene siempre en lo humano y nunca logra elevarse por encima de lo humano, comprender que lo humano es creado por lo divino.
----------Puede observarse además, como aparece claramente en los escritos de Feuerbach, que él, en apoyo del ateísmo, acumula al azar informaciones sobre las religiones más dispares, desde las más elevadas hasta las más corruptas, sin discernimiento. Confundiendo religión y superstición, paganismo y cristianismo, este proceder desleal y confuso permite a Feuerbach jugar bien sus cartas para suscitar horror y repugnancia ante las formas aberrantes colocadas indiscriminadamente junto a las nobles y edificantes en una condena común.
----------Feuerbach no sostiene solo la imposibilidad de demostrar la existencia de Dios, sino que querría convencernos de que Dios no es más que un ente imaginario, es el sueño vano de un alma oprimida, un ente inventado por quien tiene interés en mantener esclavas a las masas ilusionándolas con vanas esperanzas en un más allá feliz que no existe, donde los infelices tendrán compensación por sus sufrimientos. Sería la idea de un Dios misericordioso y justo que socorre y libera a los oprimidos, mientras los opresores serían castigados, y junto con Marx piensa que la negación de todo esto puede ser demostrada racional y científicamente.

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