miércoles, 8 de octubre de 2025

Del panteísta Hegel al ateo Marx a través de Feuerbach (7/8)

¿Puede un Estado fundarse sobre el ateísmo sin terminar devorándose a sí mismo? ¿Qué queda del marxismo cuando se convierte en religión civil y pretende sustituir a Dios? ¿Es posible servir a dos amos: al Dios vivo y al partido ateo? ¿Diálogo o claudicación? ¿Dónde termina la legítima cooperación política y dónde comienza la rendición espiritual? ¿Qué nos enseña la historia de la URSS, de la teología de la liberación y del actual régimen chino sobre los límites del materialismo? ¿Puede la Iglesia olvidar que Pío XI llamó al marxismo “sistema intrínsecamente perverso”? ¿Qué significa hoy proclamar con Dostoievski: “si Dios no existe, todo es lícito”?

El Estado en la edificación del humanismo marxista
   
----------Desde el momento en que el partido ha conquistado el poder, el problema de la liberación del hombre ya no se plantea. Y, sin embargo, el pueblo debe contener la persistencia de la superstición religiosa, debe vigilar para mantener las conquistas hechas y no permitir el retorno de la reacción.
----------Marx, al delinear los méritos de la futura sociedad comunista, tiene tonos que hacen pensar en el profetismo bíblico, en particular Isaías, pero posteriormente Lenin y Stalin, con crudo realismo, han explicado que la realización del comunismo no debe entenderse como perspectiva histórica concreta, sino como utopía, meta asintótica, porque la realidad es de por sí histórica, dialéctica y conflictiva.
----------El Estado comunista, por lo tanto, para Stalin, es ya la realización del comunismo o del marxismo tal como es realmente posible en este mundo. No hay que imaginar el advenimiento del comunismo sobre el modelo cristiano de la vida eterna y bienaventurada. No se trata de esperar la inmortalidad del individuo, ni mucho menos la resurrección del cuerpo; solo la humanidad como Gattungswesen es inmortal. Este es un tema ya presente en Feuerbach, que interpreta en sentido materialista la antropología espiritualista de Hegel.
----------El hecho, experimentado desde hace más de un siglo por los Estados socialistas, que la sociedad comunista no logra la eliminación completa de la religión, la efectiva igualdad, la libertad, la justicia, el bienestar y la plena comunión de bienes para todos, para los comunistas no es la prueba de que el proyecto marxista ha fracasado, y que por lo tanto debe abandonarse, sino que es el signo de que tal situación es un elemento intrínseco a la misma naturaleza dialéctica del comunismo, por lo cual se considera como estímulo e incentivo a una incesante recuperación del ideal marxista.
----------Lo importante para ellos es mantenerse fieles a los principios marxistas de la edificación y organización de la sociedad civil y del Estado. Es cierto que Lenin prevé y desea una extinción del Estado; pero cuando habla de ese modo él se refiere al Estado burgués o monárquico o liberal-capitalista, ya que todos sabemos que en realidad fue el constructor más eficaz del Estado soviético.
----------Los comunistas no se han permitido hablar de Estado comunista y se limitan a hablar de "Estado socialista", por respeto a la utopía marxiana de la mítica futura sociedad comunista libre de la autoridad represiva del Estado. El Estado socialista, por lo tanto, en la visión de Lenin y Stalin, no es un Estado que no tenga un gobierno comunista, sino que solo significa que no tiene la pretensión irrealizable de realizar la utopía marxiana. También el Estado socialista tiene el deber de castigar y reprimir no ya a la clase obrera ya liberada, sino a las regurgitaciones reaccionarias del egoísmo, del individualismo y de la religión.
----------Las terribles purgas stalinistas han pretendido ser el castigo para aquellos que intentaron derrocar al gobierno comunista y oponerse a la liberación del hombre. Es precisamente aquí donde aparece en su crueldad este régimen, el rostro de la dictadura comunista, todavía presente, aunque en menor medida, como testimonia el cardenal Zen, en el actual régimen comunista chino.
----------Es aquí donde se comprende por qué Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris de 1937 llamó al marxismo "sistema intrínsecamente perverso" y por qué Pío XII irrogó la excomunión a aquellos católicos que se habían adherido al partido comunista. Por supuesto, estos Sumos Pontífices no pretendían ignorar cuánto bien se podía recuperar en el pensamiento de Marx o en la política del partido comunista. Como testimonio de ello podemos considerar también el hecho de que, en última instancia, la actual Constitución republicana italiana ha surgido de una colaboración entre católicos y comunistas.
----------La Iglesia no ha levantado la excomunión impuesta por Pío XII, por lo cual ella sigue en vigor. Pero de hecho muchos obispos y muchos fieles no lo tienen en cuenta y frecuentan y administran tranquilamente (¿con qué validez?) los sacramentos como si nada fuera. Habría que preguntarse cómo se hace para ser teístas y ateos al mismo tiempo. Esto quiere decir servir a dos amos.
----------Esto no quiere decir que estos fieles, si el decreto de Pío XII ha caído en olvido, estén efectivamente en comunión con la Iglesia, ya que la comunión eclesial no se resuelve en un hecho jurídico, sino que es esencialmente un hecho espiritual: se puede estar fuera de la Iglesia sin ser excomulgados (¡cuántos lo están hoy!); se puede ser injustamente excomulgado aun permaneciendo en sustancial comunión con la Iglesia. Es el caso de un Savonarola o de una santa Juana de Arco.
----------Los que hoy desprecian el decreto de Pío XII, dan prueba de burlarse de este venerable Pontífice. Y no vale el pretexto de que los tiempos han cambiado, porque el ateísmo es siempre ateísmo y no se convierte en teísmo porque haya existido el Concilio Vaticano II.
----------Sin duda, sin embargo, una excomunión puede caer automáticamente, si el excomulgado se arrepiente y niega aquellas posiciones que han inducido a la autoridad a excomulgarlo. Pero por otro lado, no parece que los católicos marxistas de hoy tengan la intención de hacer algo así.
----------Al considerar este punto, viene bien recordar también que para que una excomunión cese de su efecto, es necesario que sea oficialmente levantada por aquella autoridad que la haya impuesto o decretado. San Paulo VI levantó la excomunión del Patriarca de Constantinopla después de un milenio de su irrogación: no la dejó simplemente caer en el olvido. Otro ejemplo: para que el padre Minutella vuelva a entrar en comunión oficial con la Iglesia, la excomunión que se le ha impuesto debe ser oficialmente levantada y no dejada en el olvido, salvo que él dé claros signos de arrepentimiento y de retorno a la comunión con el Papa. En cuyo caso la excomunión caería por sí misma, incluso sin sanciones oficiales. Si Lutero se hubiera arrepentido, el Papa habría estado dispuesto a quitarle la excomunión.
----------Hay que decir sin duda que concebir un Estado fundado sobre el ateísmo, como quiso hacer la Revolución rusa de 1917 es una barbarie intolerable, y fue esa idea malsana la que llevó al colapso de la Unión Soviética después de las matanzas del régimen stalinista. El colapso de la Unión Soviética en los años 1989-90, había demostrado el fracaso de la aplicación de los principios marxistas en el intento de fundar un Estado ateo y en la ilusión de que la justicia social puede basarse en el ateísmo. En los años siguientes surgió en la Iglesia la esperanza de una apertura de los comunistas a los valores de la dignidad de la persona humana y de la democracia. Desde entonces los marxistas han dado señales positivas en este sentido, pero el ejemplo actual de China muestra que todavía tienen camino por recorrer.
----------Por lo tanto, sería conveniente que, como sugiere Maritain, y como se encuentra en la Constitución de los Estados Unidos, la fe en Dios fuera nombrada explícitamente («in God we trust»). En nuestra Constitución este santo Nombre no se repite tras su mención en el preámbulo ("Dios, fuente de toda razón y justicia"), pero queda reflejada en las verdades fundamentales de la dignidad de la persona en su singularidad y en su servicio al bien común, que son principios implícitamente afirmados en varios artículos y en el espíritu general del texto.
----------Ciertamente un Estado no puede prohibir la difusión de la propaganda atea y sin embargo hay que recordar, como demuestra la historia, que el ateísmo, aplicado en la práctica hasta sus últimas consecuencias, socava desde los cimientos la seguridad del Estado y las bases de la convivencia civil con todo tipo de crímenes y delitos vueltos lícitos por el hecho de que el hombre no se ajusta a la ley divina, a la vez que da campo libre a la soberbia de su voluntad y al desenfreno incontrolado de todos los vicios y de todas las pasiones.
----------Dijo bien Dostoyevsky: «si Dios no existe, todo es lícito». Si el ateo, a pesar de todo, da prueba de una cierta rectitud moral, no lo hace porque es ateo, sino porque le queda en él la conciencia de tener que rendir cuentas a Dios. El Estado, por lo tanto, que se preocupa por su legitimidad, su subsistencia vital y el bien de los ciudadanos, debe obrar con todas sus fuerzas para impedir que el ateísmo produzca sus consecuencias devastadoras en el plano de las personas y en el campo social.
----------Al mismo tiempo, el Estado tiene todo el interés en promover y proteger el teísmo y la religión, sin pretender determinar una religión de Estado, como se ha usado durante mucho tiempo desde el emperador Constantino, porque esto implicaba una predilección por la religión católica, que a decir verdad va más allá de las competencias del Estado, limitadas a lo que en materia de religión es competencia de la razón práctica, mientras que está claro que para reconocer el primado a la religión católica sobre las otras confesiones religiosas, es necesario ese discernimiento que viene de la misma fe católica, discernimiento del cual está en posesión la Iglesia católica y no el Estado, aunque los gobernantes sean católicos.
----------Pero desde el momento en que los gobernantes están al servicio del bien común temporal, deben guiar a los ciudadanos al cumplimiento de sus deberes civiles y no al cumplimiento de la moral católica, siendo ésta la tarea de la Iglesia y también su deber de católicos, pero solo como católicos y no como gobernantes, que deben cuidar un bien común compartido por católicos y no-católicos, incluidos los no-creyentes.
----------A este respecto ha cumplido una tarea histórica aún actual la famosa encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII de 1963, en la cual el Papa avanza la posibilidad de una alianza política de gobierno entre católicos y comunistas dentro del respeto a la ley natural de los valores de la Constitución y salva quedando la condena de los errores del marxismo (Aldo Moro y Berlinguer intentaron en 1978 realizar un acercamiento entre DC y PCI, al que probablemente san Paulo VI era favorable en línea con san Juan XXIII. Pero el ala extremista de las Brigadas Rojas, temeroso de que la DC pudiera condicionar al PCI, reaccionó, como sabemos. Hoy por desgracia en Italia domina el PD porque los católicos no están unidos entre ellos).
----------Por desgracia, el mensaje de gran sabiduría política y moral que brota de lo expresado por san Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris ha sido malinterpretado e instrumentalizado por aquellos católicos que, en lugar de limitarse a ese diálogo y a esos acuerdos con los marxistas que sirven para el bien común, incluso sin llegar al ateísmo, se han dejado seducir por la perspectiva puramente terrena del marxismo, abandonando la mirada hacia el cielo y las perspectivas ultraterrenas del reino de Dios.
----------La apertura de un diálogo entre católicos y marxistas iniciado por aquella encíclica de san Juan XXIII suscitó desgraciadamente en 1970 en América Latina la corriente de la teología de la liberación iniciada por el famoso libro homónimo de Gustavo Gutiérrez. Acercándose a la cosmología marxista, negaba la existencia de «dos mundos»: uno aquí abajo infeliz y otro en el más allá, feliz, sosteniendo que el cristianismo nos asegura la felicidad en este mundo, no en otro. En 1988 el dominico Albert Nolan publicó el libro God in South áfrica, donde sostenía la misma tesis. ¿Qué habría dicho el apóstol san Pablo? «Si esperamos en Cristo solo en esta vida, somos los más miserables de todos los hombres» (1 Cor 15,18-23).
----------Recordemos acerca de esto, que ya en 1960 la revista francesa Esprit fundada por Emmanuel Mounier, había dedicado un número monográfico a una interesante comparación entre catolicismo y marxismo poniendo en evidencia algunos puntos de contacto. Por lo demás, desde los años de la posguerra Mounier había escrito un interesante libro (Revolución personalista y comunitaria), que prospectaba la posibilidad de incorporar algunos temas de ética social del pensamiento de Marx.
----------El problema, en cambio, de la teología de la liberación desarrollada en Sudamerica fue que carecía de una suficiente base filosófica y por lo tanto de un criterio adecuado de discernimiento, por lo cual, aparte de la tendencia sabia y equilibrada del beato cardenal Eduardo Pironio, se dejó influenciar por la visión antropocéntrica típica del marxismo, en lugar de elevar a los marxistas a la perspectiva religiosa. Famoso ha sido al respecto el caso del franciscano Leonardo Boff. Sin embargo, hay que recordar la carta que el papa Francisco envió a Boff el 5 de enero de 2019 para agradecerle el envío de su último libro.
----------Obviamente esta carta no desmiente la condena anterior que le impuso la CDF en 1985, y sin embargo expresa palabras de aprecio por ese libro, que quiere subrayar la misericordia de Dios para el hombre frágil y pecador, que se revela en Cristo: un Cristo que nos guía al cielo utilizando y purificando los valores de la tierra.
----------Claudicación ante el marxismo fue también el movimiento denominado de los «cristianos por el socialismo», de los años 70, cuyo exponente más famoso fue el religioso salesiano Giulio Girardi (véase por ejemplo sus libros: Marxismo y cristianismo, Cittadella, Asís, 1972; Cristianos para el socialismo: ¿por qué?, Cittadella, Asís, 1976; Fe cristiana y materialismo histórico, Ediciones Borla, Turín 1977).
----------Por otra parte, existe hoy un marxismo que parece mirar con un cierto respeto a la Iglesia católica en especial y a la religión en general, sin abandonar por ello la concepción del materialismo ateo. Después del fracaso de la Unión Soviética parece ser el caso de la China comunista, que sin embargo persiste en querer organizar el Estado según el modelo ateo, materialista y marxista. Pero también ella, si insiste en ello, acabará por tropezar con los problemas del stalinismo.
----------Por eso, el actual concordato de China con la Iglesia es algo de lo cual hay que alegrarse, generador para nosotros católicos de esperanza, pero no significa necesariamente una apertura del gobierno chino a los valores del teísmo y de la espiritualidad, aunque sabemos que en la historia la acción del Espíritu Santo tiene la fuerza de convertir el corazón de los pueblos y de las naciones.
----------Sin embargo, el régimen chino ha aprendido la lección del fracaso del sistema soviético, tratando de remediar en dos puntos. Los Chinos se dieron cuenta de dos errores de Stalin: primero, demasiada intransigencia en reclamar la posesión colectiva de los medios de producción y, segundo, a la luz del humanismo tradicional confuciano, se dieron cuenta de la exagerada acentuación en el stalinismo de la concepción materialista de la vida, contra el auténtico pensamiento de Marx, cuyo materialismo no le impedía cultivar el humanismo, admirar las obras del pensamiento, de la ciencia, de la filosofía y de la literatura.

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