sábado, 4 de octubre de 2025

Del panteísta Hegel al ateo Marx a través de Feuerbach (6/8)

¿Qué queda del marxismo cuando la verdad se reduce a praxis y la justicia se mide por el partido? ¿Es el ateísmo fuente de altruismo… o la raíz más profunda del egoísmo? Marx denuncia la explotación, pero ¿puede curar la avaricia con más avaricia? ¿Qué pesa más en la historia: la praxis que fabrica su “verdad” o la fe que ha generado santos, ciencia y civilización? Cuando la comunidad sustituye a Dios, ¿queda todavía espacio para la libertad personal y la responsabilidad moral? ¿No es paradójico que el marxismo, que acusa al cristianismo de complicidad con los poderosos, termine justificando dictaduras en nombre del pueblo? ¿Qué queda hoy del marxismo? ¿Un humanismo sin Dios, o un ateísmo que se disfraza de justicia social? [En la imagen: "Giambattista Vico", fragmento de una acuarela sobre papel, obra de P.F., 2025, colección privada].

La teoría marxiana de la verdad
   
----------En Marx, como ya en Feuerbach, se nota una recuperación del realismo contra el engaño del idealismo. Se da confianza a la experiencia sensible, considerándola capaz de verdad y no simple opinión o apariencia. Marx se da cuenta que Hegel, reduciendo lo real a lo ideal, el ser a la esencia, lo concreto a lo abstracto, lo individual a lo universal, el ser al ser pensado, el objeto al sujeto, el saber al saber de saber, pierde de vista la realidad, que es externa al pensamiento y no se identifica con el pensamiento, con el concepto, con la idea.
----------El error de Marx, sin embargo, es el de confundir lo espiritual con lo ideal y lo real con lo material. De ahí viene su ateísmo antropológico, por el cual Marx, como Feuerbach, sustituye al Espíritu absoluto hegeliano por el hombre. Para Marx no es el espíritu que se pone a sí mismo, que está fundado en sí mismo, depende de sí mismo y es el ente supremo, sino que es el hombre de carne y hueso, el Gattungswesen, en el cual él distingue ciertamente lo material de lo espiritual, pero donde está claro que da la primacía a lo material, de modo que para Marx la conciencia depende de la materia no solo en el conocer, sino también en el ser.
----------Al mismo tiempo Marx conserva el principio cartesiano, presente en Hegel a través de Fichte, según el cual el yo se pone a sí mismo. Aquí es el hombre que se pone a sí mismo mediante el trabajo. Y, por tanto, el espíritu pone la materia. Por lo tanto, en conclusión, tenemos, sí, una reacción realista al idealismo de Hegel, tenemos, sí, una reevaluación de la sensibilidad siguiendo los pasos de Feuerbach, pero sin renunciar al cogito fichteano, que hace depender el objeto del sujeto, el no-yo del yo, lo real de lo ideal. Queda en Marx la reducción típicamente idealista de la cosa al concepto de la cosa, de lo real a lo racional, de la realidad a la lógica y precisamente a la dialéctica. Lo libre y contingente deviene lógico y necesario.
----------Tenemos entonces un realismo incompleto, medio-idealista, pero al mismo tiempo también una reacción exagerada al idealismo, que sustituye el materialismo al espiritualismo. Así la conciencia por un lado es el absoluto, pero por otro depende de la materia. La voluntad por un lado decide lo real, pero por otro es el reflejo social de los mecanismos de la economía. El espíritu por un lado sigue siendo el sujeto humano, pero por otro es una superestructura de la materia.
----------Es cierto que para Marx la verdad no es producida por el sujeto, sino que es reflejo y representación de lo real externo. De ahí los precisos análisis marxianos de los hechos y de los acontecimientos. Y sin embargo, él no logra liberarse del todo del subjetivismo hegeliano-fichteano, por lo que para él la representación de lo real no surge simplemente del contacto con lo real y de la consecuente teoría, sino de una relación dialéctico-práctica con lo real, según la cual el sujeto refleja lo real, pero al mismo tiempo el sujeto influye sobre el objeto mediante la praxis, de tal manera que la praxis social o de clase da al objeto su completa constitución. Por lo cual se hace decir a la realidad no lo que es, sino lo que se quiere que sea.
----------Ya Kant había excogitado una teoría similar del conocimiento, con la diferencia que mientras para Kant el intelecto con sus formas apriori plasma la materia del objeto -el fenómeno- proporcionado por la cosa en sí, que en su esencia extramental permanece ignota, para Marx, la razón práctica basada en la experiencia puede muy bien conocer la realidad externa tal como es en sí, solo que, como en Hegel y aún más en Fichte, la realidad misma no es producto del pensamiento sino de la praxis social.
----------Por eso Marx, aun continuando, al menos cuando era joven, haciendo filosofía, dice abiertamente que quiere sustituir por la política a la filosofía. De hecho, en su madurez, con la publicación del famoso El capital, aun valiéndose de las bases filosóficas que había puesto, dejará de filosofar para dedicarse totalmente a la economía política y a la edificación del partido comunista junto con Engels.
----------Por tanto no existe en el marxismo una teoría fin para sí misma, puro espejo de lo real, como en el platonismo, en el aristotelismo, en el brahmanismo y en la Biblia, porque la felicidad humana no está puesta en el ver lo real ni mucho menos en Dios, que no existe y es solo un parto de nuestra imaginación, sino que está puesta en el hacer y en la acción social. Se trata solo de realizarse a sí mismos y dominar la tierra, sin apuntar a inexistentes fines trascendentes o celestiales, que superen al hombre, porque no hay nada por encima y más importante que el hombre no como individuo sino como humanidad, tema, este, ya feuerbachiano.
----------Queriendo usar una expresión del apóstol san Juan, pero en un sentido completamente diferente, podríamos decir que no se trata de ver, sino de hacer la verdad. La diferencia con lo que dice san Juan está dada por el hecho de que Juan se refiere a la puesta en práctica de una verdad moral precedentemente conocida, mientras que Marx quiere decir que a la verdad, que es solo práctica y no especulativa, se la conoce en el momento en que se la produce. La verdad, para él, no es una cosa a contemplar, sino una obra a hacer. La verdad no es solo efecto del saber, sino también de la acción. Se conoce sólo aquello que se produce. No se trata de poseer verdades abstractas sino bienes materiales concretos. En esto el comunista no se diferencia del capitalista. Su ideal común es la avaricia, con la diferencia de que mientras el comunista finge ser altruista, el capitalista dice abiertamente que los pobres le son indiferentes.
----------Esta visión praxística de la verdad, ¿de qué depende en Marx? Desde la misma concepción marxista del hombre, según la cual, como en Fichte, el hombre no es creatura de Dios, sino que se produce a sí mismo ("El Yo -dice Fichte- pone el no-yo en el Yo"), Marx precisa que esto ocurre en la praxis política colectiva, por tanto praxis no individual, sino de clase o de partido.
----------Por eso la verdad no es adecuación del pensamiento a lo que Dios ha hecho y mucho menos a una inexistente Palabra de Dios, sino que es conocimiento de lo que el hombre hace, según el adagio de Gianbattista Vico: verum ipsum factum. El hombre conoce sólo lo que él mismo hace. Toda ciencia debe ser antropología y antropología social. La teología y la metafísica son vacías abstracciones, son fábulas e ilusiones, son un aislarse de la comunidad; bien que vaya, incluso cuando no distraen al hombre de sus deberes sociales y terrenos, son un deambular entre las nubes, un confundir la fantasía con la realidad.
----------Pero entonces la verdad, para Marx, si no excluye de modo absoluto la adaequatio a un dato externo, sin embargo al fin de cuentas, la establece el hombre mismo en el momento en el cual actúa en base a fines políticos prefijados, y la extrae de lo que él mismo hace en el momento en el cual actúa. El actuar no está regulado por el saber, sino que el saber nace del actuar, además con la pretensión de ser verdadero y objetivo saber de lo real y no el saber subjetivo de lo sabido teorizado por el idealismo. Para Marx no se trata de conocer un ideal abstracto, sino lo real concreto e histórico, solo que este "real" se toma la libertad de determinarlo él mismo por medio de la voluntad y de la acción como si fuera un dios.
----------Por consiguiente, la gnoseología marxiana, en el fondo, aparte de su estructura dialéctica de origen hegeliano, es en realidad una forma de maquiavelismo. Maquiavelo no niega que la verdad sea adecuación del pensamiento a la realidad; solo dice que, cuando le conviene al príncipe, le está permitido e incluso es su deber hacer pasar por verdadero lo que no lo es.
----------Por eso el realismo marxista ciertamente se opone, como ya ocurría en Feuerbach, al idealismo hegeliano del ser como ser pensado, pero debe convivir con el principio de la praxis, que es una herencia fichteana y diríamos extraída de la magia. De modo similar al mago que se propone transformar la realidad con su poder mágico, así también Marx está convencido de poder transformar lo real con sus ideas (ya en la Cabalá judía existe la idea de poder construir un hombre artificial, el llamado Gólem, haciendo uso del Nombre sagrado de Yahvé. Véase: Gershom Scholem, La cabala, trad. de Roberta Rambelli, Roma, ed. Mediterranee, 1982). Por lo demás, ¿no habla el mismo Hegel del "poder mágico" de lo negativo? Por eso la gnoseología marxista es dialéctica: no es un puro saber, sino un hacer-saber, un saber que es un hacer y un hacer que es un saber. Jacques Maritain al parangonar el realismo marxista con el tomista es demasiado benévolo y no tiene en cuenta este aspecto dialéctico de la concepción marxista del saber y de la verdad.
----------La verdad, precisa Lenin, aumentando la dosis, no es nunca imparcial; la verdad por su esencia, es siempre verdad de parte, de facción, es verdad de partido. Todo depende de ver cuál es el partido que posee la totalidad de la verdad, y naturalmente este partido es el "partido de los trabajadores", el partido comunista. Hay que estar del lado del proletariado. Solo allí está la verdad.
----------La verdad según Marx, por consiguiente, no es un dato objetivo universal de la humanidad abstracta sino que es la verdad concreta, histórica y política que es precisamente fijada por el partido, es la verdad de la izquierda; está del lado de los oprimidos, mientras que lo falso o el engaño está a la derecha, del lado de los amos y patrones, del lado de la conservación y del clero.
   
La protesta de Marx contra la explotación capitalista en nombre del ateísmo
   
----------En cuanto a Marx, él, como materialista, siguiendo a Feuerbach, aprecia la concretez, la sensibilidad y las pasiones, incluso de manera exagerada, tanto como para despreciar aquel ascetismo que permite a la mirada y al apetito del espíritu emerger por encima de la materia para apreciar y practicar debidamente, con el auxilio de la gracia divina, los eternos y universales valores de la moral y de la religión.
----------Marx se burla de la ética de la persona, que en su época era quizás demasiado rigorista e intimista, y sin embargo, como es sabido, tuvo una fuerte percepción de las exigencias de la justicia social. Comprendió los daños causados por la avaricia en el plano social y económico en la sociedad de su tiempo y sintió una fuerte indignación. Se percató de las gravísimas injusticias en el trabajo ocasionadas por el surgimiento de la sociedad industrial inglesa de su tiempo y, junto con su amigo Engels, se dedicó a estudiar científicamente la situación en busca de un remedio y salió de ello su obra más famosa, El capital. Atacó duramente las teorías económicas utilitaristas y liberales como las de Adam Smith, que justificaban el egoísmo de los ricos.
----------Sin embargo, acerca de este punto, es necesario hacer presente que el escándalo de la explotación capitalista inglesa de la sociedad industrial de principios del siglo XIX no se debe al cristianismo tomado en general, sino al cristianismo específicamente anglicano, que es una forma de cristianismo herético influenciado por el individualismo de Ockham, Hobbes y Hume.
----------En todo caso hay que reconocer honestamente que Marx con su intervención demostró en el momento una mayor atención a ese trágico fenómeno que la propia Iglesia. En efecto, él se adelantó 40 años a la intervención de la Iglesia. El Manifiesto del partido comunista es de 1848; la Rerum novarum de León XIII es de 1891. Eran cosas nuevas para el Papa; pero no eran cosas nuevas para los comunistas, aunque es cierto que la verdadera solución del problema fue dada por León XIII y ciertamente no por el Manifiesto, que sin embargo sigue siendo para muchos un punto de referencia, como lo atestigua la persistencia en el mundo de los partidos comunistas. Queda el prejuicio, aunque totalmente falso, de que el ateísmo y no el teísmo sea el verdadero camino para la liberación y la grandeza del hombre.
----------El encanto del influjo marxista es tan grande, que incluso ya en el siglo pasado, como ya he mencionado al principio, en América Latina surgió la así llamada "teología de la liberación" por obra del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez (dominico, al final de su vida), influenciado por el alemán Johann Baptist Metz, a su vez admirador de Rahner (¡siempre Marx desde Hegel!), al que siguieron muchos otros teólogos, que creían encontrar elementos positivos en el método marxista de liberación política y humana de los oprimidos del yugo de las clases dominantes. Como bien sabemos, en los años 1984-1985 la Santa Sede intervino para precisar lo que de esa teología se podía aceptar y lo que de ella había que rechazar.
----------Maritain se pregunta amargado por qué los católicos del siglo XIX no han estado a la vanguardia en estas cosas, ellos que tenían en sus manos la solución ofrecida incluso por la Palabra de Dios. Podríamos responder señalando que el catolicismo de principios del siglo XIX, viviendo del recuerdo traumático de la Revolución Francesa, atemorizado por la difusión de los movimientos revolucionarios inspirados por la masonería, fue llevado a encontrar refugio en una espiritualidad evasiva, dolorista e intimista, ajena a estudiar serenamente y con atención la situación socioeconómica de la época, impresionada desfavorablemente por las a-históricas y pelagianas teorías rousseauianas que sobre esa situación hacían los primeros movimientos del socialismo utópico a la manera de Proudhon.
----------Se podría en cambio aplicar a Marx, aunque con mucha indulgencia, el dicho del Salmo: "Bienaventurado el hombre que piensa en el débil y en el pobre" (Sal 40,2). Él se dio cuenta de que en la organización industrial de su tiempo, dominada por el egoísmo utilitarista de los dueños del capital, el trabajador no solo era duramente explotado, sino que tampoco era dueño del producto de su trabajo, porque con salarios de hambre fue robado por su empleador, sin tener ningún papel en la conducción de la empresa.
----------Marx pareció así a algunos el nuevo Moisés, que, habiendo visto a la clase obrera constreñida a duros trabajos, oprimida y engañada por las falsas esperanzas de la religión, le enseña cómo reapropiarse de su propia esencia humana alienada y liberarse del faraón del régimen capitalista clerical-burgués.
----------Esta protesta es un tema ya presente en la Sagrada Biblia. Se trataba, en el caso de Marx, del así llamado "proletariado", es decir, de las familias pobres con hijos, categoría fundamental del léxico marxiano, hoy totalmente marginada, ya que los obreros marxistas de hoy no solo no son prolíficos, sino que han perdido el sentido de la familia al hacerse promotores de las parejas homosexuales, cosa que habría escandalizado a todos los contemporáneos de Marx, teístas y ateos.
----------Sabemos sin embargo que la ética marxiana, con su teoría del "amor libre" no está suficientemente defendida contra las seducciones de la lujuria, cosa ya evidente en el sensualismo de Feuerbach y totalmente comprensible en una visión materialista y atea de la vida.
----------En el marxismo, el individuo no debe hacer nada por su propio bien, sino que debe hacer todo por la comunidad. La voluntad del individuo es siempre egoísta; en cambio, la voluntad del partido, que es la rousseauiana siempre justa "voluntad general" o "voluntad popular", tiene siempre razón. Este desprecio de lo individual sensible por el universal abstracto ya existe en Hegel, salvo luego para crear el famoso "universal concreto", que, más allá de la alabada universalidad, no es otra cosa que la materialización de lo espiritual, cosa que en el fondo es ya la base del materialismo feuerbachiano-marxiano.
----------En Marx el servicio a la comunidad sustituye lo que para el teísta es el servicio divino. La voluntad de la comunidad reemplaza a la voluntad divina. Ella constituye el tribunal de justicia en última instancia en lugar de Dios, el tribunal de la Historia. El individuo no debe elegir nada que no sea una elección de la comunidad. Lo social sustituye a Dios en la función de dar sustento o subsistencia al individuo. El hombre como ser supremo ya no es el hombre concreto de Feuerbach o el individuo sensible y único de Stirner, sino que es el Gattungswesen, el género humano. Por tanto, la Humanidad es la sustancia del individuo, como ya en Hegel; pero existe el riesgo de la inversión ockhamista e individualista: el individuo es la humanidad. Yo soy la humanidad. El dirigente o líder del partido es la voz del pueblo.
----------En Hegel la libertad es propiedad del yo; los demás dependen de mi libertad. En Marx la libertad pertenece al individuo no en cuanto individuo, sino en cuanto ser social y más precisamente en cuanto miembro de una clase: o la de los oprimidos o la de los opresores. En Hegel el yo, que es el Espíritu, se libera a sí mismo de lo que se le opone. En Marx, la acción liberadora no corresponde ni pertenece al individuo, sino a la humanidad o a la clase organizada en el partido: el individuo actúa libremente solo en cuanto expresión de la clase a la cual pertenece.
----------En la ética marxista no existe la culpa y el mérito, salvo en relación con las decisiones de la comunidad y en la suposición de que el hombre nunca actúa por motivos ideales, sino solo porque está movido por intereses económicos. Ciertamente se conduce una crítica ideológica, se obliga al desviante a la autocrítica, pero no se distinguen buenas de malas intenciones, sino solo hechos externos y objetivos, daños sociales y económicos, siempre atribuibles a la política o a la economía.
----------El ideal no es regla de la acción, sino que es la acción la que produce el ideal, siempre por el principio materialista in nuce presente en el mismo Hegel, que la materia se auto-trasciende en el espíritu. Los mismos objetivos de la praxis marxista no son vistos por Marx como ideales a poner en práctica, sino como lógicos y necesarios efectos de la praxis de liberación. Marx no rechaza el filosofar y se puede hablar ciertamente de una filosofía marxista, pero el mismo Marx, para subrayar la importancia de la praxis, llega a decir a la manera de Hegel, que la misma filosofía es "negada" en la praxis, cosa que Hegel nunca jamás habría dicho, pero el modo de expresarse es típicamente hegeliano.
----------Ciertamente la sociedad comunista asigna premios y castigos. Y sin embargo, para Marx el proceso de liberación del hombre no depende de la voluntad de los individuos, sino que es una necesidad histórico-dialéctica. La misma voluntad del partido obedece a esta necesidad. Para Marx el proceso de la liberación del hombre no es efecto de la buena voluntad, sino que es un proceso natural lógico e ineluctable, objeto de la ciencia de la misma manera con la cual ésta estudia los determinismos de la naturaleza.
----------Es cierto que el partido da órdenes y consignas, elabora programas, pero su ejecución no es más que el progreso imparable de la historia. También esto es un influjo hegeliano, según el cual todo lo real, tanto del espíritu como de la naturaleza, está gobernado por la dialéctica, que no es otra cosa que la necesidad lógica del desarrollo del Absoluto, con la diferencia de que Marx en lugar del Absoluto pone el Gattungswsen.
----------El idealismo hegeliano implica la divinización del espíritu humano. Se admite la existencia de Dios como Razón, Concepto y Espíritu absoluto, como Idea absoluta, uno, totalidad, infinito, eterno, simple, ser subsistente, pero también se sostiene que el Espíritu muta, se finitiza, se historiza, se humaniza, se materializa, se hace naturaleza.
----------Observamos, sin embargo, que la dedicación marxiana a la causa de los pobres no es sincera y es ineficaz por dos razones: primero, porque ignora el primado de las necesidades espirituales sobre las materiales y, segundo, porque quiere curar la avaricia en los demás con su propia avaricia. Porque de eso se trata: seamos sinceros. Es ilusorio y contraproducente pretender obrar para la instauración de la justicia social sobre la base de una concepción del hombre y de la sociedad atea y materialista, es decir, impulsados por un interés, el ateo-materialista, que al fin de cuentas apunta al propio interés material, no teniendo ningún interés por los valores del espíritu y de la religión.
----------En efecto, el materialismo no es más que efecto de la avaricia, es decir, de un excesivo apego a los bienes de este mundo, y por tanto su promoción de la acción social no puede ser sino hipocresía, es solo un pretexto para expropiar a los ricos con el fin de obtener ventajas y privilegios económicos y terrenales, como siempre han demostrado los jefes de partido y los gobernantes de los regímenes comunistas al margen del bien de los pobres. Esta característica miserable de los gobiernos comunistas está bien ilustrada por el famoso apólogo de George Orwell, "Rebelión en la granja" o "La granja de los animales".
----------Cuando nadie tiene una responsabilidad personal y todos son colectivamente responsables, el resultado es, como lo atestiguan las economías socialistas, que todos se emboscan, mienten y roban a escondidas, y nadie cuida más del bien común. Si el individuo no puede tomar iniciativas, sino que todos deben someterse a una economía racionada, la economía se estanca, los privilegiados no desaparecen y se termina en una miseria generalizada.
----------Por otra parte, Marx no tiene ningún punto de apoyo ni teórico ni histórico para sostener que el teísmo conduzca a la explotación de los pobres por parte de los ricos, ya que si hay un incentivo que empuja a servir al prójimo, éste es precisamente el cristianismo, como es atestiguado por toda la historia de los santos y de las instituciones sociales del cristianismo.
----------El cristiano, en efecto, saca una extraordinaria carga de laboriosidad social hacia los más necesitados precisamente del ver en los pobres y en los que sufren las imágenes de aquel Dios que está en el vértice de su amor, precisamente de la necesidad de mostrar al prójimo lo que produce el amor de Dios, de la necesidad de mostrar gratitud a aquel Cristo que ha muerto por él, de la necesidad de responder al impulso del Espíritu Santo, precisamente para crear las condiciones que le permitirán un día ser admitido en la casa del Padre celestial.
----------Es asombroso con cuánta habilidad sofistica Marx se esfuerza por demostrar que el teísmo es principio de egoísmo y de opresión del hombre sobre el hombre, mientras que sería el ateísmo esa concepción y esa fuerza moral, que llevan a despreciar la injusticia social y a luchar eficazmente por la emancipación de la clase obrera de la explotación capitalista y más en general a la liberación del hombre de toda forma de esclavitud, cuando en cambio es verdaderamente todo lo contrario, vale decir, si se mira bien es precisamente el ateísmo el que produce el egoísmo, mientras que la religión es principio auténtico de altruismo y dedicación al bien del prójimo, sobre todo por cuanto respecta a los valores del espíritu, como demuestra la historia de la santidad cristiana.
----------En cambio, si reflexionamos bien, ese poco de justicia social que se realiza en los Estados con régimen comunista no está ciertamente motivada por el ateísmo, sino porque, a pesar del ateísmo, permanece en el corazón de los ateos un sentido de humanidad y de respeto por la dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
----------El altruismo, del cual el ateo cree ser ejemplo, es en realidad una ficción, porque el verdadero servicio al prójimo no apunta a convencerlo de que es Dios, sino a someterlo a Dios. Y por otra parte no es el teísmo sino el ateísmo que está fundado en el egoísmo, porque el ateo, al considerarse el ente supremo, ordena y finaliza todo a sí mismo. Y ¿qué es esto sino el más cerrado egoísmo?
----------Por tanto, su obrar para el prójimo, por mucho bien que pueda hacer, no es en absoluto desinteresado, sino que le sirve para adquirir prestigio ante él, de modo que éste lo elija como su cabeza y la cosa está hecha, porque una vez que el ateo ha conquistado un puesto de mando, puede convertirse en un dictador con el pretexto de servir a los intereses del pueblo.
----------Por lo tanto, cuando Marx pregunta retóricamente qué ha hecho el cristianismo en 18 siglos para la liberación y la felicidad del hombre, se muestra o ignorante o en mala fe, e ignora también el hecho de que Cristo no vino a este mundo para crear el paraíso en la tierra, sobre todo si se concibe este paraíso como la tierra donde todos son ricos, sino para indicar a la humanidad el camino para reconciliarnos con ese Dios que hemos ofendido, para dar su vida en rescate de muchos, para enseñarnos el camino de la justicia y de la paz, y que estamos destinados a una vida eterna después de la muerte, para obtener del Padre con su cruz el perdón de los pecados y para enseñarnos que el hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, para donarnos ese Espíritu de Amor que nos hace a todos hermanos e hijos del Padre.
----------Hegel todavía considera el cristianismo como la religión más alta, la religión de la libertad y del espíritu. Pero Feuerbach tiene una violenta reacción a esta concepción. ¿Por qué motivo? Porque él tiene ante sus ojos la práctica del cristianismo luterano, el cual, con la doctrina de la corrupción radical de la naturaleza y de la fe fiducial, favorece la hipocresía de quien cree que puede salvarse solo por la fe sin las obras, y por lo tanto continuando tranquilamente satisfaciendo los propios egoísmos y las propias concupiscencias, también en detrimento del prójimo y en la explotación de los pobres, exhortándolos a ser buenos hacia ellos y dejarlos tranquilos, ya que para salvarse es suficiente la fe.
----------Y sin embargo, una prueba histórica de la existencia de Dios son los efectos producidos por los creyentes en la promoción de la civilización, el progreso de la ciencia, de la técnica y de las virtudes humanas. Es asombroso que Marx no reconozca la diferencia entre los resultados obtenidos durante siglos en estos ámbitos por la Europa cristiana y aquellos, mucho menores, producidos en otras áreas del mundo animadas por otras religiones, tanto que la difusión general de la civilización, del humanismo, de la ciencia y de la técnica en el mundo no tiene otro origen que el de la Europa cristiana.
----------Es verdad, sin embargo, que en los tiempos de Feuerbach era frecuente la predicación luterana, que por un lado toleraba el egoísmo de los ricos y por otro pretendía consolar y dar esperanza a las masas oprimidas exhortándolas a no reaccionar y mantener paciencia en vista de la recompensa celestial. No era necesario que unos y otros obraran por su salvación: bastaba la fe.
----------Es necesario tener presente que Lutero no condenaba las obras en sentido absoluto, sino solo aquellas que pretenden colaborar con la gracia para la salvación. Por el contrario, alababa las obras tendientes a la conquista del bienestar en este mundo y, considerando que el hombre es irremediablemente egoísta, no despreciaba a quien tenía las capacidades de enriquecerse.
----------Calvino tomó la pelota y no se lo hizo decir dos veces. En una Suiza amante a la vez del trabajo y de la riqueza, llegó incluso a decir que quien hace fortuna en los negocios y sabe acumular riquezas con su trabajo, era un hombre bendecido por Dios y un predestinado. Y así fue que en Suiza, como ilustró en su tiempo Max Weber (cf. su famoso estudio La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus, 1904-5), nació, también con el florecimiento del sistema bancario, el capitalismo.
----------Ahora bien, hay que notar que los ricos que son el objeto de las flechas lanzadas por los comunistas, aunque finjan ser creyentes, tienen la mismísima concepción de vida de los comunistas: el máximo bien no es gozar de Dios, sino gozar al máximo de los bienes materiales. El interés de los comunistas por los pobres es una farsa para obtener poder con sus votos, después de lo cual se aprovechan del poder obtenido para satisfacer sus ansias de bienes mundanos.
----------Marx sin embargo, hay que reconocerlo, es más atento al evangélico "¡ay de vosotros, los ricos!" que el edulcorado y sensiblero misericordismo de hoy, que excusa tanto a los oprimidos como a los opresores prometiendo el paraíso para unos y otros: el mejor medio para permitir a los malhechores salirse con la suya y perseverar en sus crímenes con la certeza de la impunidad, burlándose de los pobres.
----------Pero el concepto de Dios que está detrás de semejante misericordismo, un Dios que no responde a la llamada de los pobres y de los oprimidos para que se les haga justicia, un Dios que no castiga los delitos de los ricos y de los opresores, sino que los espera con ternura y comprensión en el paraíso del cielo, un Dios vaciado de su prerrogativa de supremo juez, que premia y castiga, un Dios de tal género es una burla, es un concepto vacío e incluso despreciable e hipócrita, que equivale exactamente a la negación de Dios, o sea al ateísmo. Es este el Dios que no existe y no es en absoluto el Dios ipsum Esse, creador y salvador, que por el contrario Feuerbach querría negar, poniéndose automáticamente del lado de los ricos explotadores negadores del verdadero Dios con su falsa religiosidad.
----------No es del ateísmo que viene el verdadero bienestar y progreso económicos, la justicia proporcional, la verdadera satisfacción de las necesidades, la eliminación de las discriminaciones y desigualdades, porque todo eso es exactamente lo que Dios quiere y se debe procurar si uno quiere salvarse.
----------Y si hoy China, con su organización comunista, da prueba de un eficiente sistema económico, que asegura al pueblo cierto bienestar y una producción de bienes prodigiosa, que ha invadido todos los mercados del mundo, esto no se debe a los principios marxistas, sino a la proverbial laboriosidad del pueblo chino, a su vivo sentido del trabajo colectivo, a su vida sobria heredada de la sabiduría confuciana y al hecho de haber mitigado el rígido e irrealizable colectivismo marxiano-stalinista con la introducción de una cierta y proporcionada iniciativa privada. El gobierno chino, como observaba el cardenal Zen, es una clase política que utiliza el marxismo solo para apoyar a una dictadura que quiere aferrarse al poder.
----------Aún así, no obstante, hay que decir que aquellas famosas alabanzas de monseñor Sánchez Sorondo, presidente del Pontificio Consejo para las Ciencias Sociales, al sistema social chino, que para él constituiría un modelo de aplicación de la doctrina social de la Iglesia, son descaradamente exageradas.
----------Los marxistas de hoy parecen, sin embargo, haber abandonado una categoría fundamental marxiana: la de la lucha de clases y, por tanto, aún más la de la revolución. Parecen haber asumido el rechazo de la violencia, el pacifismo, el diálogo, el pluralismo, la diversidad, la democracia y las libertades individuales. Ha surgido un cierto respeto por la persona. ¿Qué queda del marxismo? El ateísmo materialista dialéctico, el homo faber, la justicia social y el realismo socialista, que son la esencia del marxismo.

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