lunes, 8 de septiembre de 2025

¿Maritain, ideólogo del catolicismo liberal? (3/3)

Como lo he mostrado al detalle en un artículo de días atrás, dos Papas santos, Paulo VI y Juan Pablo II, han recomendado el pensamiento de Jacques Maritain; además de las referencias explícitas e implícitas que otros Pontífices han hecho del pensamiento maritainiano. Esto significa que acusar al pensamiento de Maritain de liberalismo es una acusación calumniosa, porque, como sabemos, el liberalismo fue ya condenado por el beato Pío IX. [En la imagen: Jacques Maritain, acuarela sobre papel, 2020, obra de P.F., colección privada].

Individuo y Persona en Jacques Maritain
   
----------En la discusión sobre la coherencia entre fe y vida pública —que de esto trato en esta serie de artículos—, la distinción maritainiana entre individuo y persona ha sido, y demasiadas veces, una malinterpretada distinción, y ese es el caso también de lo que ha divulgado Olivera Ravasi. Su problema, y el problema de otros como él, es que una lectura apresurada o ideológicamente sesgada puede convertir a tal distinción maritainiana en arma arrojadiza, acusando al filósofo de ser “padre del liberalismo católico”. Conviene, por tanto, poner las cosas en su sitio, con bisturí tomista y fidelidad al Magisterio, al menos aquí a modo de un primer acercamiento, pues ya tendremos ocasión de tratar el tema más articuladamente.
----------Pues bien, en primer lugar, la tesis de Maritain, según la cual la subsistencia de la persona dependería de la subsistencia del alma, es efectivamente una tesis que puede causar el liberalismo. Por ejemplo, ella se encuentra en las obras de Karl Rahner, el cual extrae las consecuencias prácticas de esta tesis, terminando efectivamente en el liberalismo moral. Sin embargo, Maritain, cuando trata acerca de la naturaleza humana, de la libertad y de la ética social, está en perfecta línea con santo Tomás de Aquino y con el Magisterio de la Iglesia. Por tanto acusarlo aquí de liberalismo, como hacía el padre Julio Meinvielle (cuyas erróneas conclusiones repite Olivera Ravasi), es equivocado. Como he dicho en otras ocasiones, existen obras meritorias de Menvielle, pero en referencia a este punto concreto del pensamiento maritainiano, se equivoca.
----------Como he dicho antes, no es aquí el lugar de tratar pormenorizadamente de los libros en los que Menvielle aborda su descaminada crítica a Maritain. Pero prometo hacerlo también en este blog, aún cuando el Magisterio ya se haya expedido sobre el tema, e incluso Maritain haya clarificado las cosas en su debido momento. Sin embargo, como parece que este tema sigue preocupando a ciertos círculos pasadistas, reacios al Concilio Vaticano II y fijados en un modo ya superado de hacer tomismo, trataré de esa cuestión en futuras publicaciones. También porque de hecho, la distinción antropológica, metafísica y trinitaria entre individuo y persona, aunque sea un tema que tal vez interesa a pocos, es en sí mismo una cuestión muy interesante.
----------Ahora bien, al menos para la inmediata tranquilidad del lector y para sugerir las líneas directrices por donde avanzar para refutar a Meinvielle en este tema y a sus epígonos y divulgadores, bastará con decir en primer lugar y a clara letra que, por cuanto respecta a la distinción entre individuo y persona, que Maritain retoma de Réginald Garrigou-Lagrange, se trata de una distinción correctísima y ciertamente en línea con santo Tomás de Aquino. El lector puede quedarse bien seguro de ello.
----------En efecto, el concepto de individuo se refiere a la especie, por lo cual el hombre, en cuanto individuo, aparece como un sujeto ordenado al bien común. En cambio, el hombre singular en cuanto persona subraya la espiritualidad del sujeto y por lo tanto pone en evidencia la relación personal con Dios, que es el Bien común del universo, un Bien evidentemente superior al bien común de la sociedad.
----------De esta distinción entre individuo y persona nace precisamente la consecuencia de que el hombre singular, como individuo al servicio del bien común, aparece sujeto al bien común, mientras que como persona, en su relación con Dios, está por encima del bien común.
----------Queriendo hacer una referencia cristológica, esta distinción se puede aplicar a Cristo en su doble misión de servidor del prójimo y de Señor del mundo. En el primer rol Jesús se presenta como un individuo humano, al servicio del bien común. En el segundo rol Jesús se revela como Persona divina, Hijo del Padre y Señor del universo. Jesús es un verdadero individuo humano y una Persona divina.
----------Ahora bien, nadie duda que el padre Meinvielle en su crítica al concepto de persona en Maritain, por descaminado que fuera, no dejaba de manifestar una preocupación comprensible y legítima, la cual es precisamente la "doble vía" por la que parecen transitar los así llamados "católicos liberales", a los cuales lejos, muy lejos, ha estado Maritain de patrocinar. Pero para comenzar a entender esto se hace necesario plantear el tema de la relación entre individuo y persona —que, repito, es un tema muy importante y muy interesante—, en los ámbitos correctos y con la competencia correcta; en particular, es necesario en primer lugar aclarar el concepto de persona, el cual tiene un significado analógico.
----------A tal respecto, es importante poner en luz la diferencia entre persona humana y persona divina. A su vez, la persona divina puede ser entendida o en sentido metafísico o en sentido trinitario. Desde el punto de vista metafísico, la persona divina es una sustancia, de modo similar a como una persona humana es una sustancia. En cambio, como sabemos, la persona trinitaria es una relación subsistente.
----------Por otra parte, en la actualidad es necesario y urgente refutar un cierto personalismo relacionalista, el cual, bajo pretexto de que la persona divina es una relación, concibe también a la persona humana como relación. Pero usted entiende que de este modo, trasvasa tal noción al campo antropológico-social, viniendo a desembocar en el totalitarismo, porque el individuo viene a ser totalmente relativo al todo social y viene a menos aquella trascendencia de la persona sobre el bien común, de la cual habla Maritain.
----------A la vez es necesario también tener presente el otro error frecuente cuando se habla de persona, porque no es infrecuente que se hable de persona humana a propósito de nuestro Señor Jesucristo, con el riesgo de que se venga a afirmar de que en Cristo haya dos personas, cayendo de tal manera en la vieja herejía de Nestorio. Ponga el lector atención a cómo se expresan ciertos manuales de Cristología actuales, y comprobará que este error no es para nada infrecuente incluso en las clases de Seminarios.
----------Es necesario además prestar atención a un tercer error en torno al concepto de persona, y se trata del error de aquellos que, siguiendo a Descartes, resuelven la persona en la autoconciencia, como si la persona fuese un puro espíritu, mientras que esto vale para el ángel, pero no para el hombre, en el cual la subsistencia de la persona es el subsistir de un sujeto o de una naturaleza compuesta de alma y cuerpo. De aquí surge precisamente, como sabemos, la diferencia entre la persona humana y la persona angélica.
----------Ahora bien, ¿cuál es la crítica que, respecto a la distinción entre individuo y persona, se le ha hecho a Maritain? Como ya he dicho en otras ocasiones, un punto débil o ambiguo de Maritain es cuando dice que la subsistencia de la persona depende del alma, en lugar de decir que la persona comporta la subsistencia del alma junto con el cuerpo. Sin embargo, conviene recalcar que ésta afirmación de Maritain no es en absoluto una tesis suya, fundamentada, argumentada y articuladamente tratada de modo sistemática.
----------Tan sólo es una afirmación puntual y sólo de paso que hace en una obra de madurez, en su etapa de síntesis filosófica, cuando ya antes, y en repetidas ocasiones, Maritain había tratado correctísimamente de los conceptos de naturaleza, individuo y persona. Maritain expone su doctrina de la persona y de la sociedad en muchas obras, y sólo leyéndolas es posible conocer verdaderamente el pensamiento del gran tomista francés. Porque al fin de cuentas y de todos modos, está igualmente claro que tanto Maritain como nosotros hablamos de persona (en ámbito antropológico) solo cuando hay un alma espiritual, que anima un cuerpo. De hecho, del alma separada y del animal no decimos que son personas.
----------Debemos tener bien presente que, como ya he dicho, esta frase desafortunada de Maritain permanece completamente aislada en el contexto de su pensamiento y no trae ninguna consecuencia. Fijarse en ella para acusar a Maritain de liberalismo es una falta de justicia y es un acto deshonesto, porque yo conozco desde hace cincuenta años la doctrina social de Maritain, la cual ha precedido la doctrina conciliar de la constitución Gaudium et spes y de los Documentos del Concilio sobre la libertad religiosa.
----------Aparte de ese punto desafortunado, Maritain, cuando habla de la persona, supone la persona compuesta de alma y cuerpo. Y cuando habla del individuo, entiende el individuo de la especie y no solamente el cuerpo, porque Maritain sabe muy bien que la especie humana está compuesta de alma y cuerpo.
----------Por lo demás, la distinción entre individuo y persona corresponde a la doctrina moral del mismísimo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, doctrina según la cual el individuo debe poner su vida física al servicio del bien común, hasta renunciar si es necesario a su misma vida; y al mismo tiempo, el individuo es también persona, en el sentido de que, en cuanto sustancia compuesta de alma y cuerpo, entabla una relación directa con Dios, que es evidentemente un Bien que sobrepasa el bien común de la sociedad política. Por lo tanto, acusar a Maritain de liberalismo, que cuida su propio interés privado con la excusa de la relación con Dios, mientras en política se adapta al poder del más fuerte, es una acusación calumniosa, que malinterpreta completamente la concepción maritainiana de la relación entre individuo y persona, que, más allá del mismo santo Tomás, abreva de las palabras y del ejemplo de nuestro Señor Jesucristo.  
----------Mi temor es, por lo tanto, que el padre Olivera Ravasi, que simplemente repite a Meinvielle, sin comprender ni a Garrigou-Lagrange ni a Maritain, tenga desgraciadamente en su mira a la doctrina social de la Iglesia tal como está expuesta por el Concilio Vaticano II y por los Papas del postconcilio. Y creo que mi temor no es de ninguna manera infundado a tenor de lo que ya hemos visto en anteriores publicaciones, pues Olivera rechaza la doctrina del Concilio Vaticano II en puntos gravísimos referidos a lo social (negación del status de religión a las demás religiones, rechazo del derecho a la libertad religiosa, etc.).
----------Frente a estos errores, sin duda será útil cribar las críticas que Meinvielle hace a Maritain, dado el hecho de que Meinvielle todavía en Argentina tiene seguidores a propósito de estos temas. Como he dicho, consideraré articuladamente esta temática en un futuro próximo.
----------Por si el lector necesita aclaración, la mencionada frase infelíz de Maritain a la que se hace referencia, se encuentra en su libro La personne et le bien commun (Desclée de Brouwer, París 1947, cap. I, p. 22; traducción castellana La persona y el bien común, Club de Lectores, Buenos Aires 1968, p. 27), donde Maritain escribe: “En cuanto individuo, cada uno de nosotros es un fragmento de una especie, una parte de este universo, un punto singular de la inmensa red de fuerzas y de influencias cósmicas, étnicas, históricas, de cuyas leyes padece; está sometido al determinismo del mundo físico. Pero cada uno de nosotros es también una persona, y en cuanto persona no está sometido a los astros, subsiste entero por la subsistencia misma del alma espiritual, y esta es en él un principio de unidad creadora, de independencia y de libertad”.
----------La frase desafortunada de Maritain es precisamente esta. Pero el problema no es solo la frase, sino que es también lo que dice Maritain con estas palabras: “El ser humano está tomado entre dos polos: un polo material, que no concierne en realidad a la persona propiamente dicha, sino más bien a la sombra de la personalidad o a lo que nosotros llamamos en el sentido estricto de la palabra la individualidad; y un polo espiritual, que concierne a la personalidad propiamente dicha”. Estas palabras de Maritain se prestan efectivamente a una interpretación que favorece por una parte el liberalismo (la persona) y por otra parte el colectivismo (individuo).  
----------La manera justa y correcta de expresarse en esta cuestión es la siguiente: el hombre singular, en cuanto individuo de la especie humana, compuesta de alma y cuerpo, es parte de la sociedad y está al servicio del bien común. En cambio, siempre el hombre singular, en cuanto persona, subsistente en una naturaleza compuesta de alma y cuerpo, está orientado hacia un bien supremo y absoluto, superior al bien común temporal, es decir, a Dios. Así sucede que en cuanto persona el singular trasciende el bien común temporal, para ser sujeto a Dios; en cambio, en cuanto individuo el hombre singular está al servicio del bien común.  
----------Este discurso no es otra cosa que la paráfrasis del precepto evangélico de la primacía del amor de Dios sobre el amor del prójimo. Interpretando de este modo las palabras de Maritain, nos damos cuenta de que el liberalismo o el marxismo no tienen absolutamente nada que ver con el pensamiento maritainiano, sino que estamos delante de la más pura ética evangélica.  
----------El lector me dirá: ¿cómo hace para darle esta interpretación benévola a Maritain? Ella deriva del conocimiento de los otros escritos sociales de Maritain, que yo he estudiado en estos cincuenta años. Ahora bien, si el lector no quiere leerse estos libros de Maritain, le pido un acto de confianza en mi profundo conocimiento de Maritain, que he confrontado comparativamente y cuidadosamente con la doctrina social de la Iglesia, sobre todo la del Concilio Vaticano II. Claro que si usted no quiere confiarse de mi palabra y prefiere hacerlo de aquellos que simplemente repiten a Meinviell sin comprender ni a Garrigou-Lagrange ni al propio Maritain, la responsabilidad es complemente y solamente suya.
----------Una última cosa me queda por recordar al lector: como lo he mostrado al detalle en un artículo de días atrás, dos Papas santos, san Paulo VI y san Juan Pablo II, han recomendado el pensamiento de Jacques Maritain; además de las expresiones y referencias explícitas e implícitas que otros Pontífices han hecho del pensamiento maritainiano. Esto significa que acusar al pensamiento de Maritain de liberalismo es una acusación calumniosa, porque, como sabemos, el liberalismo fue ya condenado por el beato Pío IX.
   
Apéndice de circunstancias
   
----------Finalizo este artículo con un apéndice, haciendo una referencia a un reciente discurso del Santo Padre, discurso al que se refirió un comentarista poco iluminado en el foro de este blog, que catalogó como "una palada de tierra del Papa a Maritain". En realidad, las palabras del Santo Padre a las que se refirió un comentarista poco formado, que también se presenta como youtuber, representan una confirmación doctrinal del magisterio actual de la doctrina maritainiana. A este discurso del papa León también se refirió Olivera Ravasi en su antes mencionado video, y celebro que haya leído este discurso del actual Pontífice.
----------La crítica que atribuye a Maritain la raíz filosófica del liberalismo católico contemporáneo no solo simplifica su pensamiento, sino que se ve desmentida por el magisterio reciente. El discurso de León XIV del 28 de agosto de 2025 —dirigido a representantes civiles de la diócesis de Créteil— confirma los pilares doctrinales que aquí defendemos: unidad de vida, ley natural como fundamento público, cristocentrismo explícito y caridad política como vocación bautismal.
----------En primer lugar, el Papa reafirma la unidad del sujeto moral, rechazando toda duplicación entre fe privada y acción pública: “No hay separación en la personalidad de una persona pública: no hay, por un lado, el político y, por otro, el cristiano. Sino que está el político que, bajo la mirada de Dios y de su conciencia, vive cristianamente sus compromisos y sus responsabilidades.” Esta afirmación coincide con la antropología tomista que sostiene que el individuo humano es persona, y que no existen dos centros de imputación moral. La distinción individuo/persona, bien entendida, no fractura al sujeto: lo sitúa en una jerarquía de bienes que permite servir al bien común sin abdicar del fin último.
----------En segundo lugar, el papa León reafirma la ley natural como gramática común para la deliberación pública: “Sus fundamentos [de la doctrina social] están en profundo acuerdo con la naturaleza humana, la ley natural que todos pueden reconocer, incluso los no cristianos, incluso los no creyentes.” Esta afirmación no contradice a Maritain, sino que lo confirma: la ley natural permite argumentar en sociedades pluralistas sin imponer la fe ni abdicar de la razón. Es el mismo principio que vertebra El Hombre y el Estado.
----------En tercer lugar, el Papa advierte contra el vaciamiento cristológico del lenguaje de valores: “No debe sorprender que la promoción de ‘valores’, por muy evangélicos que sean, pero ‘vaciados’ de Cristo, su autor, sean incapaces de cambiar el mundo.” Esta crítica no se dirige a Maritain, sino a quienes han instrumentalizado su pensamiento para justificar consensos sin contenido. De hecho, el propio Maritain, en El campesino del Garona (1966), denuncia con fuerza ese vaciamiento cristiano en ambientes eclesiales y culturales. Conviene aclarar, para evitar malentendidos, que este libro no representa una retractación de su antropología ni de su doctrina social, sino una autocrítica lúcida a ciertas derivas humanistas que se presentaban como “maritainianas”, pero que el Magisterio ha corregido al reafirmar la centralidad de la ley natural y de Cristo como fuente del bien humano. Maritain no se arrepiente de haber defendido la presencia cristiana en la democracia; se lamenta de que algunos hayan vaciado esa presencia de contenido teológico y moral.
----------Por último, el Santo Padre propone la caridad política como vocación bautismal, citando el Compendio de Doctrina Social: “La caridad se convierte en caridad social y política: nos hace amar el bien común y lleva a buscar eficazmente el bien de todos.” Esta visión no es liberalismo moral, sino doctrina social viva. No hay en el discurso ninguna mención a Maritain, ni directa ni indirecta, ni condena de su pensamiento. Las acusaciones que pretenden ver en estas palabras una “palada de tierra” sobre Maritain revelan más ideología que teología.
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 30 de agosto de 2025

4 comentarios:

  1. Filemón: su crítica a Olivera Ravasi está prejuiciada por fanatismos maritainianos, ya anacrónicos en la actualidad. Javier Olivera Ravasi da en el blanco al señalar a Maritain como el gran propulsor del liberalismo "católico".

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    1. Estimado Anónimo,
      mi crítica al padre Olivera Ravasi no se basa en “fanatismos maritainianos”, sino en la contradicción objetiva entre sus afirmaciones públicas y el Magisterio de la Iglesia, especialmente el del Concilio Vaticano II. Para quien observa esto con simplicidad creyente, la postura de Olivera hacia el Magisterio de la Iglesia, no sólo implica tendencias cismáticas de facto, sino sospechas de herejía. Puedo argumentarle esta afirmación sin ningún inconveniente, como ya lo he hecho y puede comprobarlo en mis artículos anteriores.
      Jacques Maritain, lejos de ser un “propulsor del liberalismo católico”, fue reconocido por varios pontífices —incluidos san Paulo VI, san Juan Pablo II y Francisco— como un pensador que ayudó a articular la doctrina social en clave personalista, sin renunciar a la tradición.
      Ahora bien, confundir el personalismo cristiano con el liberalismo secular es una simplificación ideológica, no una crítica teológica. Y si algo está anacrónico, es el rechazo sistemático al Magisterio vivo, disfrazado de fidelidad al pasado. Aquí no se trata de Maritain ni de etiquetas, sino de pensar como la Iglesia piensa. Lo demás es ruido.
      Pero deseo ayudarle a usted a comprender lo que le sucede a Olivera Ravasi: no hay duda ninguna que el confunde la recepción desviada de Maritain con su pensamiento original. Vale decir, no todo lo que se ha dicho o hecho en nombre de Maritain refleja fielmente lo que Maritain escribió o enseñó. A lo largo del siglo XX, especialmente en ambientes eclesiales y académicos postconciliares, hubo autores, movimientos y políticas que se autoproclamaron “maritainianas” pero que, en realidad, adoptaron posturas que Maritain nunca sostuvo —o incluso que él mismo criticó en sus últimos años.
      Ejemplos concretos de esa confusión son: 1. La recepción humanista: algunos discípulos de Maritain promovieron una ética de “valores universales” desvinculada de la ley natural y del cristocentrismo. Maritain, sin embargo, insistía en que los derechos humanos debían estar anclados en la naturaleza humana y en la verdad objetiva del bien. 2. El neutralismo político: se ha atribuido a Maritain una especie de “laicismo católico”, como si propusiera que el cristiano debe ocultar su fe en el foro público. Pero Maritain defiende explícitamente la presencia cristiana en la vida democrática, siempre que se funde en la ley natural y en el respeto al bien común. Lo que él rechaza es la imposición confesional sin conversión cultural. 3. El relativismo moral: algunos han usado el lenguaje de “consenso práctico” para justificar políticas que relativizan principios no negociables. Maritain, en cambio, subraya que el consenso no puede legitimar lo intrínsecamente injusto. La democracia, para él, es método de deliberación, no criterio de verdad.
      Ahora bien, ¿qué implica esto para la crítica de Ravasi? Cuando Ravasi atribuye a Maritain la raíz doctrinal de la incoherencia pública del católico moderno, parece tomar como “tesis maritainiana” lo que en realidad es una recepción desviada o una interpretación parcial de su pensamiento. Es como si juzgara a santo Tomás de Aquino por lo que hicieron algunos tomistas decadentes, o a san Agustín por lo que dijeron ciertos agustinistas políticos.
      Por eso, la crítica pierde fuerza: no distingue entre el autor y sus epígonos, entre el núcleo doctrinal y las derivas prácticas. Y al hacerlo, corre el riesgo de cancelar un pensamiento que —bien leído— puede ser parte de la solución, no del problema.

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  2. León XIV le tiró una palada de tierra a esa idea propuesta por Jacques Maritain y a los seguidores de esa idea de Maritain incluidos los 2 Papas santos.

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    1. Estimado Anónimo,
      la afirmación de que León XIV “tiró una palada de tierra” sobre el pensamiento de Jacques Maritain revela más prejuicio que lectura. He analizado cuidadosamente ese discurso, y su contenido —leído en continuidad con Gaudium et Spes— no contradice a Maritain, sino que se inscribe en la misma línea de discernimiento sobre la relación entre fe y cultura.
      Como he mostrado en detalle en una entrada reciente, dos Papas santos, Paulo VI y Juan Pablo II, han recomendado explícitamente el pensamiento de Maritain, y lo mismo ha hecho el papa Francisco.
      Acusar a Maritain de liberalismo es no sólo una tergiversación, sino una calumnia doctrinal, pues el liberalismo —como sistema que absolutiza la autonomía moral y política frente a la verdad revelada— fue condenado por el beato Pío IX.
      Maritain, por el contrario, buscó integrar la tradición tomista con los desafíos del mundo moderno, sin ceder en la verdad ni en la comunión eclesial.
      Además, parecería que usted estuviera esperando que el Santo Padre cambiara la doctrina de la Iglesia, cuando León —como cualquier Papa— no puede hacer más que confirmarla. Podrá cambiar lo cambiable: disciplina, gobierno, pastoral. Pero no lo inmutable, que es la verdad revelada y custodiada por la Iglesia en continuidad viva.
      Aquí no se trata de etiquetas, sino de fidelidad al Magisterio. Y en ese terreno, Maritain ha sido reconocido por los Papas, no sepultado.

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