martes, 23 de septiembre de 2025

¿Cómo puede orientarse un católico en la modernidad? (1/2)

Una charla con amigos que me interrogaban por viejos recuerdos de mis estudios y experiencias docentes y de servicio a la Iglesia ha transitado los carriles de una reflexión que me parece muy actual. Transcribo aquí las ideas más destacables y añado algunos otros pensamientos, que creo pueden servir a los lectores que, de modo general, se estén interrogando por las dificultades y obstáculos que debe sortear el católico culto en la selva en que hoy se ha convertido la modernidad. [En la imagen: "El Seminario San José", un fragmento de una acuarela sobre papel de Philip Roix Murphy, 1953, colección privada, representando el exterior del Seminario Mayor San José de la Arquidiócesis de La Plata, calle 24, 1630, del Casco Urbano de la ciudad de La Plata].

“Examinadlo todo y quedaos con lo bueno”, 1 Tes 5,21
   
Providenciales primeras lecturas
   
----------En publicaciones recientes he compartido mi visión sobre el estado actual de la filosofía, el tomismo maritainiano y los otros tomismos. Allí relaté, a grandes rasgos, las etapas que me llevaron al descubrimiento de la filosofía y de la metafísica, a mis estudios (que nunca he abandonado), a las certezas que he ido adquiriendo y, finalmente, a la constatación de la decadencia del pensamiento contemporáneo: sus causas, pero también los recursos que aún pueden ponerse en juego para una renovación.
----------Ahora quisiera dar un paso más y entrar en mi itinerario teológico. Para ello me apoyaré sobre todo en las ideas que surgieron durante una conversación reciente con mi sobrino Paolo —a quien muchos lectores ya conocen, pues colabora en este blog y me ayuda en la ardua tarea diaria de moderar los comentarios del foro—. Vino a visitarme acompañado de dos amigos suyos, interesados en conocerme y en recibir alguna orientación para sus estudios filosóficos y teológicos.
----------La charla nació de una pregunta sencilla que abrió el diálogo con naturalidad: ¿cómo me he abierto yo al conocimiento de Dios y cómo he podido transmitirlo a los demás? No intentaré transcribir literalmente aquella conversación —ni sería posible—, sino que recogeré aquí las ideas que brotaron con facilidad en aquel encuentro, junto con algunas reflexiones adicionales que me han surgido al redactar este artículo.
----------Los primeros intereses teológicos que he tenido han sido, a decir verdad, a partir de mi adolescencia, el problema de la existencia de Dios y el de la naturaleza del hombre: una fuerte necesidad de verdad en estos campos tan importantes de la existencia y de la vida.
----------En ello recibí una primera orientación decisiva del sacerdote que nos asesoraba a un grupo de Acción Católica (aquella amada JAC de mi adolescencia) y también, como lo he narrado en otras notas, de un profesor de religión, quien me dirigió hacia las obras de Maritain. Recuerdo cómo en el ya lejano 1959 él llevó a clase el precioso librito de Maritain "Búsqueda de Dios", mientras en ese período leí con fruto "El hombre, ese desconocido" de Alexis Carrel, un tratado a decir verdad de enfoque sobre todo positivista, pero que fue una cura eficaz para liberarme de la antropología idealista de Descartes: el hombre no es sólo un espíritu ni mucho menos es sólo una autoconsciencia, sino que es también un cuerpo.
----------De aquel asesor de la JAC y de mi profesor de religión en la secundaria, no hago nombres, como es mi costumbre en este blog, y lo explico una vez más para quienes no son argentinos: ocurre que en esta amada patria mía, virtuosa pero también pecadora, es pecado frecuente el despellejarnos los unos a los otros por envidias o egoísmos o prejuicios o vaya a saber por qué malignos resortes puestos por Satanás en nuestro temperamento como sociedad, que frecuentemente nos impiden acceder a discernir lo verdadero de lo falso, sencillamente porque nos la pasamos criticando al hermano, tan sólo por ser él, otro distinto a nosotros. Por eso no doy nombres, para que resalte la verdad de lo que digo, y no quien lo ha dicho.
----------En 1961, luego, en la biblioteca del pensionado universitario en La Plata, donde me hospedaba, encontré el grueso volumen del dominico padre Réginald Garrigou-Lagrange, "Dios, su existencia y su naturaleza", un examen profundo y doctísimo del problema de Dios, que pasaba revista a todos los errores en la materia, proponiendo la verdad con solidez de argumentos, partiendo de una breve exposición de las nociones y de los principios necesarios para formar la demostración racional de la existencia de Dios.
----------En 1962 me puse a estudiar el francés para leer un libro de metafísica de Maritain que había adquirido en Buenos Aires en 1960, aconsejado por mi director espiritual: "Sept leçons sur l'être et les premiers principes de la raison spéculative", un libro de no gran volumen, ¡pero qué precioso! ¡Qué alegría para el espíritu! ¡Qué maravilla al descubrir los secretos del ser! ¡Cuántas veces lo he leído y meditado, cuánto bien me ha hecho! Ese libro ha sentado las bases de mi saber metafísico, aún cuando luego, en los años sucesivos he podido acrecentar mucho mis conocimientos con la ayuda de nuevas lecturas, especialmente con textos tomistas y aristotélicos.
----------Por entonces la cuestión del ser me fascinaba, pero no llegaba a dominarla, por lo cual sentía algo de vergüenza, como si se tratara para mí de una cosa seductora pero inaferrable. Recuerdo al respecto que una noche después de la cena estaba fuera del portón del pensionado de la JUC con algunos amigos, los cuales me preguntaron qué era lo que estaba leyendo. Era ese libro de Maritain. Yo, un poco avergonzado, dije: “Es un libro sobre el ser”. Silencio de tumba. Alguno habrá comentado en voz baja: “Filemón, el rarito de siempre”. Ni yo ni ellos supimos agregar nada más. Estaba oscuro y esa oscuridad la sentí como un símbolo de la oscuridad de este tema que me atraía, pero del cual al mismo tiempo no sabía qué cosa decir y sobre todo me sentía incapaz de explicar a los otros la belleza, la utilidad y la profundidad.
----------Experimenté algo así como un sentimiento de frustración, pero al mismo tiempo de profunda serenidad espiritual. Me volví a prometer con todas mis fuerzas el retomar y profundizar ese tema, haciéndome fuerte a fin de poder responder de modo persuasivo a quien en el futuro me interrogara sobre esa cuestión del ser. Y fue así que no interrumpí nunca este estudio, de modo que ya en 1970, recién licenciado en filosofía, pude comenzar a poner a fruto mis estudios en una suplencia en un secundario, el Colegio Nacional de mi ciudad natal, donde recuerdo que, enseñando filosofía, propuse a los alumnos la doctrina de los tres grados de abstracción que el cardenal Gaetano recaba de Aristóteles, mientras que luego, ya sacerdote, después de haber conseguido la licencia en teología en 1979, comencé a enseñar metafísica en varios Seminarios.
   
Los descubrimientos más relevantes
   
----------En mi itinerario teológico, han existido algunos “descubrimientos” -por así llamarlos- que han sido los más relevantes, pues fueron los que han ido signando la futura impostación de mi pensamiento. Y el descubrimiento fundamental ha sido el de la naturaleza del conocimiento, tema estrechamente ligado con el de la verdad, ya que es en el conocimiento que se capta la verdad, y ésta a su vez es efecto y objeto del conocimiento. También para aclarar este tema me fueron utilísimos santo Tomás de Aquino y Jacques Maritain, además de otros autores que gradualmente iba descubriendo, sobre todo filósofos y teólogos tomistas.
----------Era tanta la repugnancia y al mismo tiempo la tentación maligna que me venía de la propuesta cartesiana, que sentía la necesidad de fortificarme lo más posible contra esta tentación y al mismo tiempo de estar en grado de ayudar a los otros refutando el escepticismo y el idealismo. Recuerdo la alegría que experimenté al leer de Maritain "Réfléxions sur l’intelligence", una serie de ensayos donde entre otras cosas se refutaba el idealismo, que por lo demás me parecía ya una doctrina fenecida. Así también disfruté mucho de la lectura de "Les degrés du savoir", un volumen de unas ochocientas páginas, dedicado a la demostración del valor de verdad de los grados del saber, desde la experiencia sensible a la experiencia mística, pasando por la ciencia experimental, la filosofía, el conocimiento de fe y hasta llegar a la teología.
----------Nunca hubiera podido imaginar que, una vez ya ordenado sacerdote y entrando en relación con la comunidad de filósofos y teólogos tanto en Argentina como en Europa, a partir de los años setenta y ochenta, habría de venir en contacto con la doctrina del idealismo, renacida en el ambiente modernista postconciliar, incluso entre miembros del clero, docentes como yo, y también "tomistas", con una impresionante virulencia y arrogancia como el fruto más maduro de la “filosofía moderna”.
----------Interesante para mí ha sido el descubrimiento de Hegel en el curso de los años noventa, aunque ya la primera aproximación con él la había hecho en 1959. Y recuerdo que un día nuestro asesor en la JUC dijo que Hegel y santo Tomás proceden casi paralelamente sobre las alturas del ser, aunque luego al mismo tiempo los separe un abismo. Esta indicación, que en aquel momento me dejó perplejo, luego siempre me ha sido de orientación en mis estudios posteriores sobre los dos grandes pensadores.
----------De todas maneras hice en aquellos, los años noventa del pasado siglo, profundas lecturas hegelianas, descubriendo los lados positivos del gran filósofo alemán, y esclareciendo a la vez sus gravísimos errores, logrando así una visual más amplia evidentemente que aquella que ya me habían proporcionado algunos críticos como Gredt, Garrigou y Maritain. También Fabro me ha sido de gran ayuda en este campo.
----------Y sin embargo, ha sido precisamente en lo interno de la comunidad teológica, que he podido abordar con éxito esta inesperada y gravísima dificultad y sobreponerme del escándalo que había sufrido. La prueba que debí sufrir fue ocasión para que yo pudiera conocer mejor el extraordinario patrimonio doctrinal de la Iglesia. Su historia secular, el sucederse ininterrumpido de grandes maestros me proporcionaron la manera de refutar los errores que encontraba en mis colegas filósofos y teólogos, de modo que al final no puedo sino sentir por Dios una inmensa gratitud, y salí de esa dificultad más que nunca confirmado en mi vocación sacerdotal y teológica, con este perfil fuertemente especulativo que mantengo hasta hoy.
----------La temática del conocimiento en el curso de mi camino intelectual me ha parecido gradualmente cada vez y siempre más vinculada a la temática del actuar y de la moral, también por la exigencia práctica de poder vivir del mejor modo posible los deberes y los compromisos de mi vida de teólogo en sus variados aspectos de la oración, de la liturgia, de la práctica de los votos, del estudio, de la vida comunitaria, de las prácticas ascéticas. En teología moral también tuve óptimos maestros.
----------De ellos aprendí una serie de nociones fundamentales, como las del mismo actuar moral, del fin último del hombre, del acto voluntario, de la ley moral, del libre albedrío, del pecado, de la consciencia moral, de las virtudes cardinales y teologales, junto con el hábito para discernir con sabiduría en las doctrinas de los teólogos lo verdadero y lo falso a la luz de los principios del Aquinate, con argumentaciones motivadas y razonables tanto en el sostener la verdad como en la refutación del error.
----------Tuve ocasión también de profundizar aquellos estudios de teología espiritual que había iniciado sobre todo en Garrigou-Lagrange y en Maritain, en la escuela de verdaderos maestros, de doctrina segura y ejemplar virtud, fidelísimos de la Iglesia y de santo Tomás, todos ellos amigos dulces, siempre humildes, serviciales, prudentes, disponibles y caritativos, sabios guías espirituales. Existen hoy quienes hablan con facilidad y rapidez acerca de la corrupción del clero. Pueden tener motivos en algunos aspectos, pero, en el fondo, no saben lo que dicen: antes y ahora siempre ha habido, y en enorme mayoría, buenos y santos sacerdotes, párrocos, asesores de jóvenes, guías espirituales, maestros en el discernimiento de fe.
----------Respecto a la metafísica, he tenido mucho que aprender de venerables maestros que son figuras del tomismo argentino e internacional, algunos de ellos han seguido enseñando incluso muy ancianos, hasta años recientes. Ellos me han iniciado en la comprensión de la orientación personalista de la metafísica, que en Maritain tenía ya un esbozo en su "Court traité de l'existence et de l'existant" de 1947. De mis profesores de filosofía aprendí la composición del ente como sujeto, esencia y ser. Me doy cuenta que, a partir de aquellas primeras lecciones de mis profesores me he hecho disponible y preparado para comprender la metafísica del padre Tomas Tyn, donde la persona está delineada como sustancia en las categorías de la analogía y de la participación, lecturas y estudios que recomiendo a todos los que se interesen seriamente en la filosofía.
   
El clima teológico católico y protestante
   
----------Ahora bien, cuando terminé mis estudios académicos, después de haber absorbido lo mejor de la doctrina tomista en su enfoque postconciliar, y habiendo fortalecido mi mente y mi personalidad de teólogo hasta donde me fue posible con la gracia de Dios, dando a las preguntas más importantes de mi vida como de la vida de todo hombre las respuestas más exhaustivas, ¿cuál ha sido el clima teológico con el que me encontré en la Iglesia y el que también pude advertir en los ambientes protestantes?
----------Pues bien, al terminar mis estudios académicos, en 1984, me encontraba desde 1982, y de modo del todo inesperadamente para mí, trabajando en la Secretaría de Estado entre los colaboradores del papa san Juan Pablo II, tras haber enseñado teología en varios Seminarios. En Roma, centro directivo del catolicismo mundial, corazón propulsor de la obra evangelizadora en el mundo entero, me he sentido más que nunca teólogo in medio Ecclesiae y he hecho una interesantísima experiencia espiritual, cultural y pastoral, he aprendido muchísimo sobre la vida y la situación de la Iglesia y para mi propia formación sacerdotal y religiosa, estando codo a codo cada día durante unos cuantos años, hasta 1990, con hermanos y colegas sacerdotes seculares, laicos y religiosos de diversas Ordenes, como Dominicos, Jesuitas, Carmelitas, Agustinos, Franciscanos, además de Prelados, Obispos y Cardenales, donde he encontrado espléndidos ejemplos de laboriosidad y de fidelidad al Papa y a la Santa Sede, aunque también allí la miseria humana no esté ausente.
----------Pero tal es la presencia del Espíritu Santo en la Sede Apostólica, que las potencias hostiles, que se podrían muy bien llamar satánicas sin ninguna duda, donde no falta la lucha, el sufrimiento y a veces el escándalo, son anuladas y vencidas. Allí, en esos puestos cimeros, se aprende la prudencia, la discreción, el coraje, la sabiduría, la caridad y cómo servir a la Iglesia, al Evangelio, a la verdad, a la humanidad de nuestro tiempo, cómo hacer avanzar el Reino de Dios sobre la tierra. Nacen amistades bellísimas, firmísimas y preciosísimas en la común voluntad de vivir en Cristo y en la búsqueda de la santidad.
----------La experiencia de la Secretaría de Estado ha sido también para mí un óptimo y providencial observatorio para testear el pulso de la producción teológica de aquellos años, aún cuando en el oficio podían llegar sólo los ecos de los ambientes académicos y de la producción bibliográfica. Sin embargo, considerando el rol de estos colaboradores del Papa que eran mis colegas, teólogos, biblistas, estudiosos, en los intercambios de ideas que tuve con ellos, no podían faltarme informaciones interesantes.
----------Un hecho doloroso. por ejemplo, que pude advertir, fue la poca comunión que existía entre el grupo dirigente de varias Órdenes religiosas y la Sede Apostólica. Podría citar muchos hechos y muchos ejemplos, pero me abstengo de ello. Me limito a decir solamente que este contraste estaba ligado sobre todo a la nefasta simpatía que una fuerte corriente en esas comunidades religiosas tenían y lamentablemente tienen todavía por los modernistas holandeses, autores del infame Catecismo Holandés, inspirado por Schillebeeckx, o la simpatía por el Curso Fundamental sobre la Fe, de Rahner.
----------Desde entonces mi propósito principal fue siempre, y lo sigue siendo todavía (y este blog es claro testimonio de ello), el de obrar cuanto esté en mi poder, aunque sea con la oración, para reanudar la fila de una gloriosa y fecunda colaboración de los teólogos católicos con el Papa, sucesor de Pedro, colaboración que ha producido riquísimos frutos a lo largo de los siglos, al punto que el sólo nombre de la teología católica ha sido siempre garantía absoluta de ortodoxia y de fidelidad a la Sede Apostólica, cosa que hoy por hoy no es ya del nombre de teólogo católico como tal, sino sólo de algunos individuales teólogos. Y ellos ciertamente no faltan, pero no son la mayoría y no se encuentran en los puestos de mando.
----------Por cuanto luego respecta al problema de los protestantes, lo considero muy actual. El protestantismo, y además el protestantismo liberal, que está todavía más alejado del cristianismo que el luteranismo, ha llegado a influir extensamente en el mundo católico en virtud de una hábil falsificación del mensaje conciliar de alcance neomodernista, que ha creado ese clima de buenismo en el cual hoy vivimos. Considero que el mayor responsable de este clima sea Rahner, el cual ha extendido la subjetivista convicción luterana de la propia salvación a toda la humanidad. Para Rahner todos se salvan por el mismo principio luterano del "pecca fortiter et crede firmius": Dios en todo caso perdona incluso si no se está arrepentido, con la diferencia de que, mientras para Lutero existe todavía la distinción entre salvados y réprobos, para Rahner todos se salvan.
----------Esta penetración del protestantismo en lo interno de la Iglesia católica se ha vuelto posible por una manera equivocada de hacer ecumenismo, la cual ha asumido errores protestantes sin preocuparse en absoluto de remediar estos errores con la luz de la fe católica. El resultado es que muchos son católicos de nombre, pero en realidad aceptan muchos errores de los protestantes. Lo que por otra parte no ha impedido el que se realice un verdadero ecumenismo, que muchos beneficios ha aportado a las dos confesiones, acercándolas entre sí y permitiendo una fructífera colaboración sobre muchos puntos de la vida y de la doctrina cristiana.
   
Los lobos con piel de ovejas
   
----------En el Evangelio de San Juan se afirma: "Amen, amen dico vobis qui non intrat per ostium in ovile ovium, sed scendit aliunde, ille fue est et latro" (Jn 10,1). Pues bien, una de las preguntas surgidas en la charla mantenida con mi sobrino y sus amigos semanas atrás, ha sido la siguiente: en la Iglesia de estos últimos años, ¿se puede todavía decir que hayan existido “ladrones” o “bandidos”, o bien aquellas palabras de san Juan solamente tenían valor en los tiempos borrascosos del inicio del Cristianismo?
----------Una hipótesis que vengo meditando y controlando desde hace años, y que, con el progresar de las verificaciones, se me ha ido reforzando en la mente, y que entonces no considero tan peregrina, dado que tiene su razón de ser en toda la historia del cristianismo, es que las desviaciones que existan hoy en lo interno de la Iglesia pueden sí nacer en lo interno de la Iglesia, pero tengo la impresión que en parte y tal vez en su mayor parte sean inducidas por potentes y bien organizadas fuerzas externas determinadas en el secreto (pero luego no demasiado porque a una mirada aguda estas fuerzas se revelan) a destruir a la Iglesia.
----------El “dragón rojo” del Apocalipsis existía entonces, y existe también hoy y existirá siempre hasta el fin del mundo. Sobre este tema se precisaría leer los libros del padre Livio Fanzaga y este es acaso el terreno sobre el cual se expresan los muy discutidos “secretos de Medjugorje”, de los cuales ya he hablado en este blog.
----------La difundida tesis buenista según la cual la Iglesia no tiene enemigos, porque el mundo es bueno y de hecho está ya en gracia y está atemáticamente unido a Cristo, la considero como puesta a circular precisamente por agentes acaso inconscientes de estas fuerzas hostiles. Sucede así que, cuando el mundo demuestra luego no ser tan amigo de la Iglesia, provocando como hoy tantos mártires entre los cristianos, los buenistas, después de un instante de malestar, responden que estos hechos se explican o con razones que no tienen nada que ver con la fe o que han sido los así llamados mártires los provocadores.
----------A decir verdad, también los buenistas tienen su propio martirologio, pero entonces sus “mártires” son víctimas del capitalismo que aplasta a aquellos que luchan por la justicia social, como el famoso caso del sacerdote filomarxista Camilo Torres, asesinado por los partidarios de los opresores en los años sesenta del siglo pasado en nuestra América Latina con el fusil en mano.
----------¡Cuántas veces hemos escuchado a los buenistas reírse de la concepción de la Iglesia como “ciudadela asediada”, apelativo con el cual la Iglesia siempre se ha referido a la visión teológico-histórica de la Iglesia en cuanto tentada y probada por las fuerzas mundanas y satánicas, de la cual habla la Sagrada Escritura! Pero he aquí dispuestos los mismos buenistas a precisar que esa vieja y "superada" visión “apocalíptica” no es Palabra de Dios, sino que según la aggiornada exégesis de hoy se trataría de los sinsentidos catastróficos del hagiógrafo, animado por sentimientos de odio contra los enemigos de su secta.
----------Más que de ladrones y bandidos, a mi entender, podríamos hablar, para mantener el lenguaje evangélico, también de “lobos” que entran en el ovil para devorar el rebaño. A esto corresponde, como bien sabemos, el deber del buen pastor -en tal caso el Obispo- de vigilar y de intervenir para defender al rebaño del lobo. Pero, como observa nuestro Señor Jesucristo, el pastor mercenario, a la llegada del lobo, huye, y el lobo asesina a las ovejas. El lobo puede representar muchas formas de injusticia y de maldad hacia los fieles. Estamos habituados a concebir estas injusticias y estos abusos como explotación y daños económicos o materiales, como limitación de la libertad o discriminación social. Todas cosas que tienen su importancia. En cambio casi nunca nuestros Obispos nos hablan de errores en la fe o de herejías o de apostasías o de falsificación del Evangelio; aún menos parecen correr a los reparos o hacer obra eficaz de refutación.
----------Y sin embargo estas enfermedades del espíritu existen hoy y están hoy muy difundidas. Quien las denuncia viene frecuentemente señalado a dedo como gruñón inquisidor o presuntuoso detentor de la verdad absoluta o envidioso del éxito de los otros. De tal modo existe un clima de escepticismo y de buenismo que esconde en muchos un profundo desánimo y malestar interior, que no se atreven a expresar ya sea por respeto humano o por temor a equivocarse o también porque se encuentran aislados o mal tolerados. El buenismo de la “tolerancia” no tolera que nos demos cuenta de que en realidad no todos son buenos, comenzando por ellos mismos en el reconocimiento de los propios pecados. Pero que nadie se sienta llamado a confusión: es cierto que cuando aquí hablo de buenismo, me estoy refiriendo a las actuales corrientes neomedernistas; pero sus propulsores no son los únicos lobos con piel de ovejas que hoy atacan el rebaño, sino que también están los lobos del otro lado, los pasadistas, y el daño que ellos hacen es igual de grave, o a veces incluso peor. De ellos hemos venide hablando también en estas recientes semanas.
----------Es necesario recuperar, y esto corresponde sobre todo a los Obispos y a los teólogos, un verdadero amor por el rebaño de nuestro Señor Jesucristo, una dedicación más intensa y valiente a ello, un auténtico sentido de responsabilidad, una verdadera preparación doctrinal y teológica, un prudente discernimiento espiritual y una sólida madurez de juicio. Se habla mucho de “pastoral”; pero he aquí que las inercias, las insensibilidades, los oportunismos, las carencias, los egoísmos y las evasiones son frecuentes y graves.
   
Las causas de la difusión del neomodernismo en la Iglesia
   
----------Por tanto, y volviendo a la narración de mi itinerario intelectual, he contado que, al término de mis estudios académicos, de los cuales había aprendido el recto modo de razonar como también una bien formada impostación teológica, he tenido modo de observar, a través de importantes experiencias eclesiales, el estado de abandono en el cual, también en lo interno de la Iglesia, se ha dejado a la metafísica y la degradación de una cierta teología. Ciertamente causa sufrimiento el advertir la situación descripta, como también el celo por intentar ofrecernos a nosotros mismos y a los demás elementos de discernimiento que puedan liberarnos de este clima de confusión. Por eso creo que sea muy útil volver a recorrer el desarrollo del pensamiento en el curso de los siglos, a fin de ver cómo se han originado los errores y qué cosa los han causado. Ya hemos visto la primera ruptura con la metafísica a partir del nominalismo ockhamista. Parece entonces útil indicar ahora, aunque sea a grandes rasgos, las causas históricas que han llevado a la difusión de un modo tan radical y engañoso al modernismo. Para hacer esto, es conveniente tratar acerca de las impostaciones teológicas que se han afirmado mayormente en los últimos decenios desde el siglo XIX.
----------Pues bien, el siglo XIX ve en el campo católico el afirmarse de la apologética, que encuentra su solemne consagración en las enseñanzas del Concilio Vaticano I. Los teólogos, detrás del impulso de este Concilio, están muy preocupados por afirmar la razón en el campo de la vida cristiana y al servicio de la fe. En el ámbito secular laicista se afirman doctrinas pesadamente hostiles al cristianismo, como el positivismo comtiano, la masonería, el socialismo marxista, el protestantismo liberal, la crítica bíblica demoledora, el indiferentismo, el liberalismo, el darwinismo. Los católicos responden con un ataque sobre todos los frentes contra el pensamiento anticristiano y también esta tendencia encuentra una autorizada expresión y apoyo en el Vaticano I.
----------En el campo católico suscita un fuerte eco la cuestión del pensamiento rosminiano, caracterizado por un indudablemente alto temperamento espiritual y gran amor por la Iglesia y la perfección cristiana, tanto que, como es sabido, Rosmini fue beatificado por san Juan Pablo II en los años ‘90, aún cuando algunas tendencias de su pensamiento se acercan peligrosamente, aunque involuntariamente, al ontologismo, por no decir al panteísmo.
----------Por otra parte hay que registrar una fuerte retoma del pensamiento tomista, que será consagrada por León XIII en la famosa encíclica Aeterni Patris de 1891. Tal retoma dará buenos frutos al servicio del dogma católico y desarrollará una aguda crítica de los errores modernos. Pero será carente por cuanto respecta a la asunción de los valores del pensamiento moderno, encerrándose en un lenguaje escolástico a veces anacrónico y por tanto escasamente comunicativo.

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