Efectivamente, el humanismo que viene propuesto a la sombra de un Severino enmascarado de santo Tomás de Aquino, se sitúa en la línea inaugurada por Giordano Bruno, que, partiendo del yo luterano y cartesiano, pasa del antropocentrismo mágico renacentista, atraviesa el idealismo alemán para llegar a Nietzsche, que hoy revive en el transhumanismo de la Inteligencia Artificial. [En la imagen: fragmento del retrato de Vladimir Solovyov, obra de Nikolay Yarochenko, 1892, conservado y expuesto en la Galería Estatal Tretyakov, Moscú, Rusia].
----------Como Bruno, los idealistas caen en el panteísmo porque creen que distinguir quiere decir separar y contraponer. No tienen la percepción de la diversidad, de la alteridad, de la analogía, de la proporción, de la armonía, de la adecuación, de la conveniencia y de la semejanza.
----------Para los panteístas la contradicción se resuelve, pero vuelve. La conciliación se realiza, pero en la contradicción. La identidad existe, pero en la negación, la vida vence a la muerte, pero la muerte retorna. Por esto, en el intento de unir, confunden. De aquí la confusión panteísta del mundo con Dios.
----------Para Hegel el Absoluto es diferenciado, es el Concepto, la Idea. Por tanto, para Hegel el misterio no existe porque la razón lo desvela. La razón ocupa el puesto de aquello que para Lutero es la fe. Solo que mientras para Lutero el misterio de fe contradice a la razón, para Hegel el misterio cristiano, puesto que está revelado, es desvelado por la razón.
----------Hegel no capta que misterio revelado para el cristianismo no quiere decir misterio desvelado. Una cosa, de hecho, es desvelar el misterio y otra cosa es revelar el misterio. En el primer caso se quita el velo y la verdad aparece en claridad. En el segundo caso el misterio viene simplemente anunciado y, por tanto, la verdad permanece velada, es decir, oscura. Con el simple anuncio el misterio cristiano no es desvelado; sino que permanece velado. Solo en el paraíso del cielo será desvelado.
----------La razón, es decir la filosofía para Hegel, desvela aquello que para la fe es misterio, aquello que permanece velado en la fe y en la religión. Pero debemos decir que las cosas no son en absoluto así. Esta no es verdadera filosofía, sino la presunción gnóstica. La sana filosofía no desvela en absoluto el misterio cristiano. No es en absoluto capaz de ello, porque la verdad racional está infinitamente por debajo de la verdad divina, que es el contenido del misterio cristiano.
----------En otras palabras, el nivel de inteligibilidad del misterio cristiano, que es verdad divina, es infinitamente superior a la capacidad de la razón humana, que de por sí, por motivo de su limitación, no puede tener la fuerza ni la autoridad para anunciar una verdad divina, como es la verdad del misterio cristiano. Mucho menos la razón tiene la capacidad de desvelarlo. Solamente la fe puede arrojar luz sobre el misterio, pero sólo algo de luz, sin embargo sin desvelarlo. Bruno tiene la misma actitud gnóstica de Hegel: no la fe en los dogmas de la fe, sino que el furor heroico es lo que desvela el misterio del Absoluto.
----------Mirando al Uno parmenídeo, tanto Hegel como Schelling, siguiendo a Giordano Bruno, sostienen la identidad de todo con todo, pero mientras para Hegel la Identidad, que es Dios mismo, es identidad sintética de los opuestos, es decir de los diferentes, para Schelling es la identidad de los idénticos, indiferente a las diferencias. De ello resulta que mientras para Hegel el Absoluto es luz racional, distinción, concepto y superación de la contradicción, en cambio para Schelling el Absoluto es misterio, es tiniebla e indiferencia, es identidad en la contradicción. Asimismo, Hegel y Schelling son, aunque por dos vertientes diferentes, los continuadores de Bruno, como hemos visto a propósito de la "profunda magia".
----------Recordemos además que en la Rusia del siglo XIX el gran filósofo y teólogo Vladimir Soloviev, heredero de la espiritualidad platónico-plotiniana de ascendencias parmenídeas, formó el concepto de la unitotalidad o vseedinstvo (Divine Sophia, Cornell University Press, New York 2009 p.127), como totalidad de lo múltiple unificada en el Uno, que retoma el Absoluto schellinghiano, heredero a su vez del monismo bruniano.
----------El panteísmo bruniano estimula dos orientaciones, es decir, se mueve en dos direcciones o da espacio a dos posibilidades: una de tipo parmenídeo, extratemporal y extraspacial, eternalista, de tipo estático, la cual asume solo la causa formal o ideal e ignora el devenir, y otra de tipo heraclíteo, historicista, evolucionista, que admite la materia, la acción, el hacer y la causa eficiente y productiva y por tanto la historia.
----------La primera forma de monismo panteísta es la que dará lugar posteriormente al idealismo dialéctico y historicista hegeliano, proseguido y desarrollado más tarde por el actualismo de Giovanni Gentile, retratado sintéticamente en estas palabras:
----------"La fisis o naturaleza externa no es una realidad verdaderamente real, sino una construcción o abstracción del intelecto. […] Para la filosofía idealista no hay una realidad hecha a la que el pensamiento deba adecuarse, sino que la realidad es el mismo pensamiento, es decir, su mismo proceso en la conquista de la verdad […] Pensar la naturaleza como naturaleza es absurdo; en cuanto se piensa, la naturaleza ya es espíritu. […] Para la filosofía que se dice idealista en sentido estricto, el Dios personal y trascendente no es pensable como concepto puro e implica, en cuanto tal, contradicción" (citado por Angelo Zacchi, L’uomo la natura l’origine i destini, Libreria Editrice Ferrari, Roma 1954, p.19).
----------La realidad para Gentile es la realidad absoluta y por lo tanto no se da adecuación de lo relativo a lo absoluto, del pensamiento al ser, sino que "la realidad absoluta es aquella que, verdadera causa sui, no es objeto al que se dirija la actividad de la mente, sino esta misma actividad, que se hace en su explicarse, sin por ello tener necesidad de salir de sí misma" (citado por Angelo Zacchi, op.cit., p.18).
----------Son palabras que bien se adaptarían al pensar divino, que se mide sobre sí mismo, si no fuera porque aquí Gentile quiere hablar del pensamiento como tal, confundiendo pensamiento divino y pensamiento humano, y por tanto negando al pensamiento el acto de adecuación al ser, como sucede en nuestro pensamiento.
----------La segunda forma es la del monismo eternalista de Emanuele Severino, quien salta el historicismo hegeliano de signo heraclíteo, y retoma directamente el monismo panteísta parmenídeo. Severino sintetiza su pensamiento en algunas frases donde él presenta la totalidad como coincidencia de la esencia con la existencia, y por tanto para él el ser coincide con el ser divino.
----------Dice Severino: "En la estructura originaria se decía claramente: “reside en el significado mismo del ser, que el ser tenga que ser, de modo que el principio de no-contradicción no expresa simplemente la identidad de la esencia consigo misma (o la diferencia con las otras esencias), sino la identidad de la esencia con la existencia (o la alteridad de la esencia con la inexistencia)” (citado por Cornelio Fabro, L’alienazione dell’Occidente, Ediciones Quadrivium, Genova 1981, p.74).
----------Severino yerra al definir el principio de no-contradicción. Éste no dice que el ser no pueda no-ser, sino que el ser no puede ser el no-ser. Sólo el Ser absoluto, Dios, no puede no-ser. Decir que el ser no puede no-ser es como decir que existe sólo Dios.
----------En cambio existe también un ser, el contingente, que puede no-ser. Existen los entes contingentes, generables y corruptibles, alterables, móviles y mudables. Y ésta es la realidad de los entes creados. No sólo, por tanto, lo necesario, sino también lo contingente es incontradictorio; no sólo el ser, sino también el devenir tiene su propia identidad y su propia necesidad, aunque no absoluta, en cuanto que, en el momento en que es tal, no puede no-ser tal.
----------Severino, como buen idealista, confunde la necesidad ontológico-real con la lógico-ideal. La necesidad lógica exige que no se piense y afirme y niegue al mismo tiempo de un mismo ente la misma cosa. La necesidad ontológica es propia del ser necesario, sobre todo de Dios, lo que no excluye en absoluto la incontradictoriedad de los contingentes, es decir, de las criaturas.
----------El principio de identidad dice que todo ente es lo que es y no es otro que sí mismo, dice que es imposible que tal ente sea y no sea tal en el mismo tiempo. Este principio del ser funda y justifica el principio del pensar y de decir, por lo tanto del hablar, que es el principio de no-contradicción, que prohíbe pensar y decir contra la verdad; no se debe contradecirla ni contradecirse, porque se caería en la insensatez. No debemos, por tanto, identificar entre sí a los distintos o diversos o diferentes, porque sería causar confusión, cosa peligrosa para la filosofía y para la moral. El panteísmo no es otra cosa que confundir a Dios con el mundo, que en cambio son infinitamente distintos.
----------Severino está en la línea del parmenidismo bruniano cuando establece la divinidad y la eternidad del ser, porque el uno parmenídeo y bruniano no es otra cosa que el uno divino del ser subsistente. Dice Severino:
----------"En cuanto este árbol, con esta su forma y colores, es y no puede suceder que no sea [¿Pero el árbol no podría ser derribado por un huracán o un leñador? Está claro que mientras el árbol exista, no puede no existir, pero tarde o temprano dejará de vivir y por lo tanto de existir. Cielo y tierra pasan: solo la palabra de Dios no pasa], ya este árbol es theion, y theion es el ser en su inmutable plenitud. El ser, todo el ser habla de sí, dice precisamente: Ego sum qui sum (egó eimi o on, Ex 3,14); que es la más alta expresión especulativa contenida en el texto sagrado. A Dios no se llega; no se alcanza a mirarlo tras un exilio o una ceguera inicial: precisamente porque Dios es el Ser del logos originario, dice que es y no puede no ser, es decir, está contenido en la verdad originaria, en la medida en que ésta se constituye como afirmación de que el ser es" (citado por Cornelio Fabro, L’alienazione dell’Occidente, Ediciones Quadrivium, Genova 1981, pp.21-22).
----------Es evidente la confusión entre el ser como tal, que puede ser y no ser, y el ser subsistente, cuya esencia es la de ser: éste es el ser divino del cual Dios habla en Ex 3,14. Bruno conoce este ser, solo que cree que tenga como sujeto la potencia, cree que Dios está compuesto de acto y potencia, por lo cual no llega al puro ser subsistente, sino que acaba en un panteísmo cosmológico y naturalista. Vemos por lo tanto cómo Bruno confunde a Dios con el mundo.
----------Un teólogo dominico, retomando el programa de Bontadini de conciliar realismo e idealismo, en la convicción de que uno conduzca al otro, ha asimilado el esse tomista al ser parmenídeo de Severino, pero ha sucedido que el esse tomista, analógico y participativo, es sustituido por el monismo univocista, y por tanto aparece como un derivado secundario o subproducto de la teoresis severiniana, cuando en realidad el esse tomista es la radical refutación del idealismo y del panteísmo que se deriva de él.
----------El filósofo tomista Luca Gili ha puesto de relieve en un excelente estudio suyo esta manipulación que se hace del Aquinate, llegando justamente a la conclusión de que el pensamiento del autor puede compararse al de Bruno (ἀπὸ καταβολῆς κόσμου. Le due interpretazioni della nozione tommasiana di creazione nel pensiero di Giuseppe Barzaghi, Université du Québec, Montréal, diciembre de 2021, pp.67-86, aquí).
----------Efectivamente, el humanismo que viene propuesto a la sombra de un Emanuele Severino enmascarado de santo Tomás de Aquino, se sitúa en la línea bruniana, que, partiendo del yo luterano y cartesiano, pasa del antropocentrismo mágico renacentista, atraviesa el idealismo alemán para llegar a Nietzsche, que hoy revive en el transhumanismo de la Inteligencia Artificial.
----------El lema de este humanismo es el dannunziano "memento audere semper" y el ideal del gobernante es el Príncipe de Maquiavelo. Entretanto, desde hace años en torno a esta forma de humanismo se está formando una cohorte de discípulos entusiastas, entre los cuales el teólogo Antonino Postorino.
----------Notemos asimismo que ambas formas de panteísmo que he descrito arriba niegan la adecuación del pensamiento al ser identificando el pensamiento con el ser, con la diferencia de que mientras para Gentile el pensamiento produce el ser, para Severino el pensamiento es la aparición del ser.
----------Para ambas formas el Todo, es decir lo Absoluto, no es distinto de todo, es decir de todas las cosas, sino que todo es el Todo y el Todo es todo. El Uno no es distinto de los muchos, sino que es o son los muchos. Existe solo lo Absoluto, por lo cual lo relativo no está fuera sino dentro de lo Absoluto. Pero así sucede que se absolutiza lo relativo y se relativiza lo Absoluto.
----------Para entrambos el pensar coincide con el ser; no se da por tanto adecuación del pensamiento al ser. Para Gentile lo Absoluto deviene relativo; para Severino aparece como relativo. Para Gentile todo es historia; para Severino todo es eterno.
----------Mientras el panteísmo eternalista tiene su inicio en Parménides, el panteísmo historicista, queriendo excluir a Heráclito, tiene sus inicios en Giambattista Vico, y aparece en plena luz en la identidad fichtiana del ser con el hacer, en la identidad schellinghiana del ser con el querer, toca la contaminación blondeliana del intelecto con la voluntad, pasa a través del intuicionismo pragmático de Bergson, progresa con el actualismo de Gentile, para alcanzar su vértice con la voluntad de poder de Nietzsche. Está en la base de las doctrinas del fascismo y del nazismo.
----------Sin embargo, hay que decir que en Bruno no existe la idea de lo absoluto. No habla nunca de absoluto sic et simpliciter, sino acaso como propiedad del universo. Así falta el binomio relativo-absoluto. Lo usa ampliamente, en cambio, Schelling, como lo harán luego todos los idealistas, mientras Hegel habla del Espíritu absoluto y de la ciencia absoluta, que es la gnosis condenada por el papa Francisco.
----------Podemos decir, entonces, que en Bruno lo absoluto se esconde tras el Uno parmenídeo. Pero en su tiempo el absolutum era un adjetivo, no un sustantivo, significando “libre”, “suelto”, “ab-solutum”, “absuelto”, “independiente”. Bien se ajusta como predicado de Dios, pero ni siquiera santo Tomás había pensado asignarlo a Dios.
----------Lo Absoluto de Schelling es el Uno e Idéntico en la totalidad indiferenciada de las diferencias y de las dualidades, por lo cual es oscuridad total, nada y misterio absoluto para los conceptos, a semejanza de la mística de Dionisio el Areopagita. Al contrario, para Hegel, antimístico, como lo era también Lutero, lo Absoluto es Logos, Sujeto, Concepto, Idea, Razón, Conciencia.
----------Para Hegel el cristianismo revela el misterio, en el sentido de que quita el misterio, de modo que la razón es la misma revelación del misterio, en el sentido de que desvela el misterio. Bruno, por su parte, no está interesado en el misterio, sino en el universo y en el poder de la mente humana, por lo que ésta se eleva por sí misma a la plena luz, se eleva a Dios identificado con el mundo y con el hombre, permaneciendo indiferente tanto si la mente usa o no usa el concepto: lo esencial es la identificación con Dios-Mundo-Naturaleza-Universo-Yo. Pensamiento y ser coinciden no solo en Dios, sino también en el hombre, porque el ser mismo, según la tesis parmenídea, es identidad de pensamiento y ser.
----------Entre los idealistas alemanes, quien ha comprendido mejor a Bruno y ha encontrado en él un inspirador ha sido Schelling, como es fácil notar en su diálogo justamente titulado Bruno. El divino y natural principio de las cosas. Citamos aquí el siguiente pasaje:
----------"Recuerda, por tanto, que en la primera Unidad, considerada por nosotros como el sacro abismo de donde todo brota y a donde todo retorna, y respecto al cual la esencia es forma, la forma esencia, nosotros colocamos primero la Unidad absoluta, luego referimos a esta, sin oponerlo, lo finito-infinito siempre presente, fuera de todo tiempo, ilimitado por sí y no limitante de lo infinito, del cual satisface cualquier exigencia. Así que el uno y el otro no hacen sino una sola y misma cosa, distinguiéndose y escindiéndose solo en el fenómeno: absolutamente Uno de hecho, eternamente separados en Idea, como el pensamiento y el ser, lo ideal y lo real.
----------Pero siendo todo, como demostramos, perfecto y absoluto en la Unidad absoluta, nada en ella se distingue; pues las cosas no se diferencian unas de otras ni por sus imperfecciones ni por los límites que se les imponen, marcados por la diferencia de sustancia y de forma; ahora bien, en esa Naturaleza infinitamente perfecta, la forma es siempre igual a la esencia; porque lo finito, al cual solo le pertenece una diferencia relativa de una respecto de otra, no está contenido como finito, sino de modo infinito, sin diferencia alguna. Y puesto que lo finito, aunque en realidad idéntico a lo infinito, sigue siendo finito en la idea, en la suprema Unidad aún se halla la diferencia de todas las formas; pero esta no está separada de la indiferencia, no pudiendo distinguirse respecto de tal unidad; al contrario, está tan contenida en ella, que cada individualidad por sí misma puede alcanzar una vida particular y pasar idealmente a una existencia distinta y subordinada. De manera que el Universo duerme, por así decir, casi en un germen de infinita fertilidad, con la abundancia de sus formas, la riqueza de su vida y la plenitud de sus desarrollos, infinitos en el tiempo, pero que adquieren realidad en el seno de la Unidad eterna que abraza el pasado y el porvenir, ambos ilimitados para lo finito; pero reunidos, inseparables bajo el común velo que los cubre.
----------Me parece haber demostrado ya con suficiencia que lo finito, aunque permanece por sí finito, está contenido en esa absoluta Eternidad, que podemos llamar Eternidad de la razón. Lo finito, aunque finito en sí mismo, se encuentra al lado de lo infinito, pero siempre como finito; no ciertamente respecto de lo infinito, sino como representante por sí de la diferencia relativa de lo real y lo ideal. Y con tal diferencia determina a la vez a sí mismo y su tiempo, así como la realidad de todas las cosas, cuya posibilidad está contenida en su propia idea" (Bruno. Il divino e il naturale principio delle cose, Ediciones Spano, pp.63-64).
----------El mejor retrato de Bruno que yo conozca es el delineado por la palabra potente de Giovanni Gentile, donde se ve claramente cuánto él ha quedado subyugado por el pensamiento bruniano, ha sabido asimilarlo, lo ha hecho propio y revive en pleno la poderosa personalidad de quien él claramente considera el maestro de la filosofía moderna. Reproducimos el siguiente pasaje de la obra dedicada a Bruno.
----------"La nueva filosofía y la nueva ciencia se distinguen de la fe no por ponerla por encima de sí mismas y atribuirle el privilegio de la verdad inalcanzable para ellas y a la que ellas mismas aspiran; al contrario, por negarle todo valor respecto a los fines a que la filosofía y la ciencia se dirigen. El filósofo medieval decía: credo ut intelligam; Bruno les dice claro y neto: non credo ut intelligam. […] Galileo y Bruno consideran indispensable confiar no en la fe, es decir, en una revelación, que es acto ajeno y no nuestro, sino en nuestra inteligencia. […]
----------Esta es la nueva conciencia científica, que se dispone a mirar lo real con el ojo puro, libre de toda neblina. Este es el comienzo de la edad moderna para el pensamiento filosófico.
----------Esta nueva conciencia científica está consagrada en el martirio de Bruno; el cual no es uno de los muchos martirios que el hombre siempre ha estado dispuesto a afrontar por los ideales, mediante los cuales pone en acto su humanidad. El martirio de Giordano Bruno tiene un significado especial en la historia de la cultura, pues no fue un conflicto de conciencias individuales diversas, sino consecuencia necesaria del progreso del espíritu humano, que Bruno personificó al caer el siglo XVI, cuando con el Renacimiento se cerraba toda la vieja historia de la civilización europea: del progreso del espíritu, que llegó en él a advertir por primera vez y por tanto a sobrepasar la contradicción que desde la Edad Media lo desgarraba entre sí y sí mismo: entre espíritu que cree y profesa no entender y espíritu que entiende y profesa entender, es decir, hacerse por sí mismo su propia verdad" (Giordano Bruno e il pensiero del Rinascimento, Ed. Le Lettere, Firenze, 1991, p.103).
Algunas preguntas al panteísta
----------Quisiéra hacer al panteísta, que cree ser Dios, el Uno-Todo, el Entero, algunas preguntas: ¿está seguro de que su yo empírico sea la aparición o la manifestación o la determinación finita de su Yo trascendental? ¿No hay una distinción entre lo finito y lo infinito? ¿Entre lo relativo y lo absoluto? ¿Entre lo eterno y lo temporal? ¿Entre lo libre y lo necesario? ¿Entre lo necesario y lo contingente? ¿Entre el acto y la potencia, entre el espíritu y la materia?
----------Si Dios para el panteísta está solo, si existe solo Dios y si el panteísta es Dios y está en Dios, parte de Dios como Entero, ¿con quién interlocua el panteísta? ¿Sólo consigo mismo, entre sí y sí o también con otros? ¿Y los otros quiénes son? ¿Proyecciones de su yo? ¿Los ha puesto en ser él? ¿Existen independientemente de él? ¿A quién consulta para normar su propio obrar? ¿Solo sobre sus ideas? ¿A quién pide ayuda para sus problemas humanamente insolubles? ¿Cómo se defiende del mal y de sus enemigos?
----------Ciertamente Dios no tiene necesidad de nadie. Pero el panteísta no se siente nunca en culpa, porque su querer es el mismo querer divino. No tiene necesidad de recibir ningún perdón ni ninguna misericordia. No está obligado a ejercer ninguna misericordia, puesto que también los demás son Dios, ni debe responder de sus acciones ante ningún Dios. Las desventuras de los otros así como las suyas son divinas, porque Dios mismo sufre. Para el panteísta beatitud y sufrimiento van juntos, son una sola cosa, así como la bondad y la maldad, el ser y el no-ser, lo verdadero y lo falso, el bien y el mal, la apariencia y la realidad, el parecer y el ser verdadero.
----------Pero ¿está el panteísta verdaderamente seguro de ser Dios? ¿De ser el Uno, el ser subsistente, el puro pensamiento, lo infinito, lo absoluto, el Todo, el Entero, todas las cosas? ¿Está seguro de vivir eternamente y desde la eternidad? ¿De superar la muerte? ¿De liberarse del sufrimiento?
----------El panteísta no se plantea el problema de la salvación. Dios no tiene necesidad de ser salvado por nadie. Y si sabe que va a morir, eso no le supone ningún problema, porque Dios mismo muere, se niega a sí mismo y vuelve en sí mismo desde la negación de sí mismo. Muerte y vida son inseparables. Él, por tanto, no actúa para su propia salvación, porque ya está salvado desde ahora, ni actúa para la salvación ajena, porque también los demás son Dios. En todo caso, puesto que su yo es Dios, concentra todo en sí mismo y todo lo ordena y finaliza hacia sí.
----------El panteísta pide ayuda a los demás para sus necesidades empíricas, pero su Yo trascendental no tiene necesidad de nadie. Él legitima el mal cometido y acepta el mal recibido, porque para él el mal es solo apariencia, pero en realidad todo es bien, porque todo es Dios y Dios es bueno.
----------Observemos las consecuencias morales del panteísmo. Su puesta en práctica legitima el acto de cualquier pecado o de desobediencia a la voluntad de Dios, porque el panteísta, al considerarse Dios e identificar su propia voluntad con la de Dios, se sustituye al verdadero Dios al legislar sobre su conducta y la de los demás y, por consiguiente, sustituye su propia voluntad a la voluntad de Dios.
¿Cuál es hoy la misión de los filósofos y teólogos católicos?
----------Con el bien conocido pasado de corrupción filosófica y teológica de la cultura católica en estas últimas décadas, ¿somos nosotros, los filósofos y teólogos católicos, todavía creíbles tras el pontificado de Francisco, que ha sido llamado el Papa de la misericordia? ¿Somos todavía capaces de prestar un servicio a la Iglesia? ¿Hemos entendido las necesidades y el estilo pastoral de la Iglesia del postconcilio?
----------Pues bien, respondo que no solo somos creíbles, sino credibilísimos, pero a condición de que reencontremos la esencia de nuestra misión de filósofos y teólogos católicos en el modelo de santidad y de sabiduría que la Iglesia nos propone desde hace ocho siglos hasta ahora, en santo Tomás de Aquino, a quien el papa Francisco al final de su pontificado volvió a confirmar cono Doctor Común de la Iglesia (algo que ni san Juan Pablo II ni Benedicto XVI hicieron). Pero también podemos prestar atención a otros santos filósofos y teólogos contemporáneos y del pasado siglo, verdaderos maestros para nuestro presente, por nombrar a uno, Jacques Maritain, presentado como modelo para nosotros por san Paulo VI y por san Juan Pablo II. Así podremos recuperar amplificado, el papel profético y el magisterio sapiencial que desempeñamos los filósofos y teólogos de la Iglesia en la Edad Media iluminando a toda la Europa cristiana.
----------Es indudable que el iluminismo del siglo XVIII, como dice muy agudamente Jacques Maritain, es la luz de una simple vela en comparación con el sol que la filosofía y la teología católicas han hecho resplandecer en Europa durante la Edad Media.
----------¿Somos hoy los filósofos y teólogos católicos capaces de entender qué tipo de renovación y de progreso supuso el Concilio Vaticano II? ¿Qué modelos de santidad y de sabiduría tenemos hoy ante los ojos? Por lo tanto, parece llegado el momento de una seria reflexión, de reunir fuerzas, de reafirmar las promesas, de ponernos ante santo Tomás de Aquino; parece llegado el momento de concentrarnos más que nunca en lo esencial y de confirmarnos más que nunca en nuestra absoluta voluntad de fidelidad, de conversión y de hacer fructificar más que nunca los talentos que hemos recibido de Dios.
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