sábado, 19 de octubre de 2024

Por qué los modernistas no quieren ni oír hablar de modernismo (2/2)

La sagrada Tradición, como fuente de la divina Revelación, incluso antes que documento escrito, es transmisión oral, es predicación. Por eso la Iglesia habla de Tradición "viviente". Es verdad que lo escrito da precisión y certeza, pero la palabra oral explica lo que no está en lo escrito. La Tradición es un patrimonio de conceptos cuyos contenidos divinos inmutables ciertamente no pueden y no deben ser cambiados ni modificados por nosotros, ni aumentados ni suprimidos, sino que deben ser acogidos por nosotros tal como son y cada vez mejor conocidos. No cambian los contenidos, expresados en los dogmas, como creen los modernistas, sino que lo que cambia es nuestro modo de conocerlos. [En la imagen: fragmento de "Ruinas del Monasterio de Eldena", óleo sobre tela de alrededor de 1825, obra de Caspar David Friedrich, conservado y expuesto en la Antigua Galería Nacional, en la Isla de los Museos, Berlín, Alemania].

Sigue siendo necesario hablar de modernismo
   
----------El término modernismo sigue siendo actualísimo y pastoralmente claro y eficaz, naturalmente como categoría no de la historia sino del espíritu, o sea la idolatría de la modernidad, es decir, el intento insensato e impío de querer juzgar el Evangelio con el criterio de modernidad en vez de examinar en la modernidad lo que es asimilable desde el Evangelio y lo que debe ser rechazado.
----------Se entiende que los actuales modernistas rechazan con desdén la acusación de modernismo, pero si luego se observa cómo juzgan el modernismo de la época del papa san Pío X, nos damos cuenta de que no dejan de expresar sus alabanzas a los modernistas de aquella época, como precursores de la Iglesia de hoy renovada por el Concilio y por su obra.
----------No se trata ciertamente de repetir contra los modernistas la severidad que fue adoptada por la Iglesia de san Pío X. Hoy la Iglesia, inspirada por el estilo más evangélico y pastoralmente más articulado introducido por el Concilio Vaticano II, está más atenta que en el pasado a los valores que están presentes también en las doctrinas más malsanas y sobre todo en la dignidad del errante, que debe ser siempre apreciado en los aspectos positivos de su conducta y empleado allí donde puede hacer el bien.
----------Es necesario, por otra parte, quitarle a los lefebvrianos el uso monopólico de la palabra modernismo, porque ellos la malinterpretan acusando injustamente de modernismo a las nuevas doctrinas del Concilio y del Magisterio de los Papas del postconcilio. El peligro del modernismo efectivamente hoy existe más que nunca, pero el Papa mismo debería volver a tomar la posesión de la palabra y explicar él que es lo que se debe entender por modernismo y qué es hoy en día realmente el modernismo.
----------Al papa Francisco le gusta la categoría de lo nuevo, que es profundamente humana y genuinamente bíblica: nueva alianza, nueva doctrina, nueva creatura, hombre nuevo, nueva Jerusalén, nuevos cielos y nueva tierra, lenguas nuevas, cosas nuevas, nueva creación, espíritu nuevo, vida nueva, ley nueva, nuevo sacrificio, corazón nuevo, masa nueva, vino nuevo, canto nuevo, etc. Se entiende que la novedad a la cual debemos estar abiertos es a la buena novedad, porque desgraciadamente también existen novedades malas, tristes, engañosas, escandalosas, por lo que indudablemente deben ser rechazadas.
----------La experiencia de lo nuevo está ligada a nuestro deseo de descubrir, de conocer mejor, de aprender, de investigar, de aclarar y de profundizar aquello que contiene, una riqueza inagotable, que nos atrae y nos hace bien: este tesoro son los misterios de la naturaleza y de nuestra humanidad, pero es también la Palabra de Dios, la Verdad de Fe, el Misterio de Dios y de la salvación, las promesas del Señor, la futura Jerusalén que nos espera, la meta de nuestro camino terreno.
----------Lo moderno y lo nuevo están conectados e iluminados mutuamente. El papa Francisco haría bien en tocar junto con la temática de lo nuevo, la temática de la modernidad, que hoy es muy sentida por los hombres de nuestro tiempo. ¿Quién no desea ser moderno, suponiendo que ello sea mejor que lo pasado? Ciertamente, si por "moderno" queremos decir lo que hay hoy en día, en tal caso permanecemos indiferentes; queremos saber qué es lo bueno del presente. Eso es lo que nos interesa.
----------En cambio el error del modernista está en la búsqueda y apreciación de lo que hay hoy por el simple hecho de que hoy está de moda y tiene éxito. Como nota la Pascendi, el modernista no tiene un interés sincero por lo que es válidamente y provechosamente nuevo, sino que está embargado por la "manía de novedad", es decir, de la vanidad de querer presentar nuevas teorías a toda costa y con el pretexto de la novedad para desatender los valores ya conocidos y adquiridos.
----------La preocupación del modernista no es tanto el uso de filósofos recientes o contemporáneos; él también puede utilizar filósofos antiguos. Lo que le importa es complacer los gustos no importa cuáles de los hombres de hoy o de la mayoría, cosa que le garantiza el éxito y la fama, de los cuales se preocupa de modo absoluto.
----------Otro defecto del modernismo es el hecho de que promueve un progreso y un avance hacia un futuro cuyo contenido o bien está ausente, inmerso en la niebla de una pseudomistica o es meramente terreno. El modernista ignora los contenidos de la escatología cristiana, por lo cual no los hace objeto de indagación teológica, de modo que el modernista se lanza hacia el progreso pero no sabe hacia qué progresa. No le interesa la coherencia, la linealidad, alcanzar una meta, realizar un ideal, seguir un modelo. Lo importante es moverse, agitarse, disparar con munición grande, provocar, hacer que los demás hablen de él.
----------Por otra parte, para el modernista lo moderno no tiene necesidad de ser juzgado o evaluado en base a un superior criterio extrínseco, porque él mismo es el criterio para juzgarse a sí mismo, juzgar al pasado y juzgar al futuro. Para el modernista no existe una verdad objetiva, inmutable, universal supratemporal que pueda hacer de criterio para juzgar lo que tanto en el pasado, como en el presente y como en el futuro vale o no vale, sino que la verdad es lo que hoy los modernistas entienden por verdad, no importa si ello contrasta con lo que se pensaba en el pasado o se pensará en el futuro.
   
Algunas sugerencias al papa Francisco
   
----------Tengamos en cuenta que el papa Francisco nos exhorta a menudo a ir hacia adelante, caminar, avanzar, progresar, renovarnos, convertirnos, estar en movimiento, evitar la rigidez, el inmovilismo, el conservadurismo, no quedarnos quietos, no permanecer o volver al pasado.
----------¿Acaso podemos pensar que hablándonos así de todo eso, el Papa quiera negar el valor de la Tradición, el deber de conservar y custodiar el depósito de la divina Revelación, la fidelidad a la verdad perenne del dogma, la continuidad y coherencia en la historia del Magisterio de la Iglesia, la inmutabilidad de los principios del saber, de lo real y de la moral, la absolutez e inviolabilidad de las leyes divinas, de los artículos de la fe, la existencia de valores absolutos y no negociables? En absoluto.
----------Pensar lo contrario, sería suponer modernismo, el cual, sin embargo, siendo herejía, no es pensable en un Papa, aunque a veces el papa Francisco puede tener alguna expresión que podría sonar en tal sentido. Pero está claro que esa expresión debe ser interpretada correctamente en sentido ortodoxo.
----------El papa Francisco nos invita a tener un concepto correcto de tradición: ella no es un bloque monolítico o una fosilizada caracola que está para ser recibida, custodiada y transmitida a las posteridades en su intacta materialidad sin modificaciones, adiciones o sustracciones.
----------La sagrada Tradición, como fuente de la divina Revelación, incluso antes que documento escrito, es transmisión oral, es predicación. Por eso la Iglesia habla de Tradición "viviente". Es verdad que lo escrito da precisión y certeza, pero la palabra oral explica lo que no está en lo escrito.
----------La Tradición es un patrimonio de conceptos cuyos contenidos divinos inmutables ciertamente no pueden y no deben ser cambiados ni modificados por nosotros, ni aumentados ni suprimidos, sino que deben ser acogidos por nosotros tal como son y cada vez mejor conocidos. No cambian los contenidos, expresados en los dogmas, como creen los modernistas, sino que lo que cambia es nuestro modo de conocerlos.
----------Los Papas del postconcilio (desde el papa san Paulo VI al papa Francisco) se han esforzado, hasta ahora en vano, por hacer comprender a los lefebvrianos que ellos no han comprendido que las nuevas doctrinas del Concilio no constituyen ninguna ruptura ni negación ni contradicción ni traición respecto a los contenidos de la Tradición, sino que los confirman, los aclaran, los explicitan, los explican mejor, con un lenguaje adecuado a los hombres de hoy, un lenguaje moderno. Lamentablemente los lefebvrianos, al no comprender esto, permanecen siendo cismáticos, lejos de la plena comunión católica. No son los Papas los que deben cambiar de mente (metanoia) para aceptar la ideología lefebvriana, sino que son los lefebvriamos los que deben convertirse a la verdadera y plena Fe, tal cual es enseñada por la Sede Apostólica.
----------Ciertamente tienen razón los lefebvrianos cuando afirman que debemos buscar en el pasado y mirar al pasado para encontrar allí los valores permanentes sobre los cuales basar nuestro presente y nuestro futuro. Ciertamente debemos conservar celosamente y fielmente la memoria del inmutable patrimonio ideal, profético, sapiencial y divinamente revelado que heredamos y nos viene consignado desde el pasado por Jesucristo, por los apóstoles, por los padres, por los doctores, por los mártires y por los santos.
----------Pero los lefebvrianos no llegar a comprender que también debemos saber liberarnos con adecuada penitencia de un pasado de culpas que nos han sido perdonadas, de cosas viejas que ya no sirven, de realidades que fueron válidas y útiles otrora, pero que ya han agotado su función, de ideas y comportamientos superados. Debemos volver a un pasado que aún es válido, que habíamos olvidado, pero no debemos volver a un pasado que debe permanecer siendo pasado. En este sentido el Papa habla del vicio del indietrismo.
----------Sería deseable que el Papa interviniera para hacer claridad en esta compleja e intrincada problemática y temática, donde abundan los equívocos, atinentes a la relación entre modernidad y modernismo, entre tradición y progreso, entre lo que pasa y lo que no pasa, entre conservación y desarrollo, fidelidad y renovación, continuidad y cambio, entre pasado, presente y futuro del vivir y pensar cristianos.
----------En particular, el Papa debería explicar que el modernismo no es aquello que entienden los indietristas, sino aquello que he explicado en este artículo. Así como el Papa se exonera de la acusación que se le hace de ser comunista o herético, debería también exonerarse de la acusación que le hacen los lefebvrianos y filo-lefebvrianos de ser modernista, acusación que tiene su influencia sobre muchos honestos católicos amantes de la Tradición que hoy corren el riesgo de volverse cismáticos por influjo lefebvriano.
----------El progresismo puede ser confundido con el modernismo. Pero ello no sólo por ignorancia. No faltan quienes deshonestamente los identifican, sobre todo los propagandistas del indietrismo, rechazando todo tipo de progreso. El Papa debería decir claramente que progresar no es subvertir. Progresar es construir, no destruir. Progresar es mejorar lo que debe ser conservado. Los indietristas deben aprender qué cosa es el progreso, y aprender también que la fidelidad al dogma y a la sagrada Tradición no es inmovilismo ni conservadurismo. Debemos saber ser modernos sin ser modernistas; y el Concilio nos indica el camino.
----------La novedad doctrinal no es necesariamente infidelidad o traición o revolución o apostasía, sino que es conocer mejor lo que ya sabíamos. El presente no es el absoluto; y sin embargo, Dios está en el momento presente. La meta no está en el pasado sino en el futuro. Existe un pasado que se debe abandonar, un pasado que se debe conservar y un pasado que se debe rencontrar. De vez en cuando es necesario detenerse parar para ver cuánto camino hemos hecho y cuánto queda por hacer, corrigiendo el rumbo, en el caso de que nos estemos desviando del camino. Este es el propósito de los Concilios ecuménicos.
----------Además, el papa Francisco, que, en cuanto promotor de la reforma conciliar, es un decidido progresista, debería, en mi opinión, prestar atención de no pronunciar frases que podrían ser intencionadamente mal entendidas e instrumentalizadas por los modernistas para decir que el Papa les da razón a ellos.
----------Y cuando el Santo Padre se da cuenta de esta instrumentalización, a menos que ella no sea evidente, no debería callar, porque esto favorece la impresión de que la interpretación de los modernistas sea correcta, sino que debería tomar explícitamente las distancias.
----------Siguiendo el ejemplo de los Papas precedentes, el Santo Padre no debería limitarse a decir que quien está en contra del Concilio está fuera de la Iglesia, sino que debería distinguir una falsa interpretación del Concilio de una verdadera interpretación del Concilio -la hecha por los Papas-, donde la falsa es la de ver en el Concilio una tendencia modernista, los modernistas para alegrarse de ello haciéndose pasar por sostenedores y partidarios del Concilio, cuando son en verdad sus falsificadores, y los indietristas para lamentarse de ello sin fundamento, acusando al Concilio de modernismo.
----------Por otra parte, el Romano Pontífice, al reconocer el actual retorno del modernismo en una cepa mucho más dañina que el modernismo de hace un siglo, debería decir muy claramente que ello no es debido en absoluto, como gritan desde hace sesenta años los indietristas, por efecto de las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, que se habría alejado de la Tradición, sino debido a su falsificación por obra de los modernistas.

5 comentarios:

  1. La iglesia de aquella época, me refiero a hace más de un siglo, la Iglesia de la época de Pío X, fue muy dura con uno de los mayores exponentes del modernismo: Ernesto Bonaiuti al que se le impuso la más dura de las excomuniones: vitando.... He leído una de sus autobiografías, peregrino de Roma, y no he encontrado nada tan inconveniente, sino que muchas de sus intuiciones se han concretado con el concilio Vaticano II.

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    1. Nicolás: pero no confunda las actuaciones del Concilio con los propios documentos del Concilio. Muy frecuentemente las actuaciones y opinione que hubo durante el Concilio (padres conciliares, peritos, etc...) arbitrarias y hasta nefastas.

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    2. se pueden imaginar incluso si yo no conozco todos los documentos del concilio y por lo tanto no puedo evaluar completamente

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    3. Estimado Nicolás,
      ciertamente hoy estamos muy sorprendidos a la vista de las medidas de ese tipo. Puede ser que el papa san Pío X no haya aprobado plenamente algo así. No conozco a fondo a Buonaiuti, pero puedo sin duda admitir que algunas cosas que él había propuesto fueron aceptadas por el Concilio.

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