Ya he explicado días atrás los motivos por los que considero que un ejemplo particularmente inteligente de discipulado tomista es el de Jacques Maritain, quien nos ha sido propuesto como ejemplo de filósofo y teólogo católico por san Paulo VI y por san Juan Pablo II. El método tomista de Maritain es el que ha anticipado esa forma de tomismo que ha sido la indicada por el Concilio Vaticano II: el abordar críticamente el pensamiento moderno a la luz del pensamiento del Aquinate, ya sea para asumir lo positivo de la modernidad como para rechazar lo negativo. Por lo tanto, ni modernismo ni conservadurismo o pasadismo, sino sana modernidad en la fidelidad a la philosophia perennis. Ahora bien, ¿qué otros "tomismos" existen en la actualidad? [En la imagen: fragmento de una acuarela sobre papel, estilizada de una conocida foto de los últimos años del filósofo francés].
“Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos
es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro
cosas nuevas y cosas viejas”, Mateo 13,52
----------En Mateo 13,52, Cristo compara al escriba docto con un padre de familia que extrae de su tesoro “cosas nuevas y cosas viejas”. Esta imagen, tan breve como fecunda, ilumina con precisión el talante de santo Tomás de Aquino, cuya obra no es mera repetición de autoridades antiguas, sino una integración audaz y armónica de fuentes diversas. Tomás no teme dialogar con Aristóteles, los Padres, los árabes, ni con la experiencia humana misma, siempre bajo la luz de la divina Revelación. Su método no consiste en acumular citas, sino en discernir, depurar y articular lo recibido, haciendo que lo viejo se renueve y lo nuevo se enraíce. En él, la sabiduría no es arqueología ni novelería, sino una síntesis viva que respira con la Iglesia.
----------Jacques Maritain, heredero fiel y creativo de santo Tomás y profeta del Concilio Vaticano II, encarna esta misma actitud en el siglo XX. Su pensamiento no se limita a custodiar el depósito, sino que lo hace fructificar en diálogo con la modernidad, el arte, la política y la libertad religiosa. Maritain no “actualiza” a Tomás como quien lo adapta superficialmente, sino que lo deja hablar en nuevos registros, sin traicionar su núcleo. Así, el tomismo maritainiano se convierte en ese tesoro del que brotan “cosas nuevas y cosas viejas”: la claridad de la metafísica clásica y la apertura a los signos de los tiempos. En ambos, la sabiduría cristiana se muestra como una tradición que no teme crecer, porque su raíz es profunda y su savia, divina.
----------En esta misma línea, el tomista argentino Carlos Sacheri, en su libro La Iglesia clandestina (Buenos Aires, 1970, pp. 15‑16), a quien me referí días atrás, advertía contra “la eterna tentación del compromiso fácil con el mundo, no ya con lo que éste tiene de valores positivos (actitud legítima) sino también en aquellos otros aspectos y valores anticristianos (actitud ilegítima)”. Tal afirmación revela su propio modo de hacer tomismo: discernir con rigor, acoger lo verdadero y bueno allí donde se halle, y rechazar lo que contradice el Evangelio. Por eso, lejos de los pasadistas que condenan en bloque la modernidad, Sacheri reconocía que ésta contiene bienes que pueden y deben integrarse, siempre que se mantenga la fidelidad a la verdad perenne. Así, su postura se alinea con la parábola del tesoro: conservar lo viejo que nutre, acoger lo nuevo que edifica.
----------Ya he tratado este tema la pasada semana en mi artículo El tomismo de Jacques Maritain, y dije que son ya más de sesenta años que vengo teniendo por maestro a Santo Tomás de Aquino según el método de Jacques Maritain. Y sigo convencido que no existen mejores maestros de filosofía y teología, al menos hasta que nadie me demuestre que existen mejores y hasta que el Magisterio de la Iglesia no me indique lo contrario, como lo viene haciendo desde hace ocho siglos con Tomás y después del Concilio con Maritain.
----------Como ya he dicho, el discipulado tomista, con el transcurso del tiempo, ha estado sujeto a una evolución. Y en este desarrollo en el modo de seguir a Tomás de Aquino, se ha pasado de una actitud exageradamente obsecuente y casi servil, a un enfoque más inteligente y más prudente, y a una exégesis más contextualizada históricamente. En efecto, manteniendo siempre la estima especial por el Doctor Communis Ecclesiae (fórmula canonizada por los Papas y que ha sido confirmada en años recientes por el papa Francisco), tal como ha sido promovido por el Concilio Vaticano II y reafirmado por los Papas del postconcilio, se han dejado de lado ciertas partes caducas del Corpus Thomisticum, poniendo de esta manera en mayor evidencia el método, los principios y las tesis mayores, perennemente y universalmente válidas, del Doctor Angélico. Éste es el método impulsado por Maritain, quien nos ha sido propuesto como ejemplo de filósofo y teólogo católico por san Paulo VI y por san Juan Pablo II. Es el método que ha anticipado esa forma de tomismo que ha sido indicada por el Concilio: el abordar críticamente el pensamiento moderno a la luz del pensamiento del Aquinate, ya sea para asumir lo positivo de la modernidad como para rechazar lo negativo. Por lo tanto, ni modernismo ni conservadurismo o pasadismo, sino sana modernidad en la fidelidad a la philosophia perennis.
----------Un lamentable fenómeno que se ha difundido en diversos ámbitos de la Iglesia durante lo que llevamos vivido del postconcilio, incluso en la Orden de Predicadores a la que perteneció santo Tomás de Aquino, ha sido el abandono del pensamiento del Aquinate, como cuadro de fondo o punto de referencia para la renovación de la teología; y se ha pretendido sustituirlo con pensadores inconciliables con el dogma católico, como Lutero, Calvino, Descartes, Hume, Kant, Hegel, Marx, Heidegger y en general los teólogos protestantes alemanes, como Schleiermacher, Kierkegaard, Barth, Cullmann, Moltmann, Bultmann, Bonhöffer, Tillich, Robinson y otros, cuando no se da también el caso de que se ha ido a tomar de los presocráticos, del budismo, del brahmanismo, del islamismo, del taoismo, de los misterios paganos, de la teosofía, del pensamiento masónico o del espiritismo o de antiguos herejes como los precalcedonenses o ciertos herejes medievales.
----------Estando así las cosas, ha surgido una tendencia teológica sistemáticamente rebelde al Magisterio de la Iglesia, que ya san Paulo VI con dolor llamó “magisterio paralelo”, responsable de haber introducido, como se expresó el mismo papa Montini, el “humo de Satanás” en la Iglesia.
----------Naturalmente, no se trata como piensan los lefebvrianos y otros pseudo tradicionalistas, en mayor o menor medida filolefebvrianos indietristas (como decía el papa Francisco), de retornar al tomismo del preconcilio: un tomismo esclerotizado y esquelético, incapaz de asumir los valores del pensamiento moderno, críticamente analizados y cribados. Se trata en cambio de elaborar un tomismo prudente y abierto, que sepa llevar a la realidad las indicaciones del Concilio relativas al ecumenismo, al diálogo interreligioso y con los no-creyentes, así como al diálogo con los aspectos positivos de la modernidad.
----------Lamentablemente las actuales filosofía y teología, incluso las que se llevan adelante en la Orden de Predicadores, la cual debería en cambio contar con la mayor cantidad y los mejores discípulos del pensamiento tomista, tienen dificultades todavía para encontrar en santo Tomás y en Maritain el camino correcto, aunque esta prospectiva sea para la filosofía y teología de nuestro tiempo la bellísima chance a aprovechar. Pero estoy seguro de que se lo logrará, superando los actuales extremismos de tipo neomodernista.
----------Procediendo de manera contraria, lo cual implica un desacuerdo con el Papa y con el mismo Magisterio de la Iglesia, en una necia y obstinada defensa, por ejemplo, de la teología de Rahner o de Schillebeeckx o de Küng, la filosofía y teología católicas están recorriendo un callejón sin salida, cuando tendrían óptimas chances de salir de este pantano de los miasmas secularistas y de los años sesenta del siglo pasado, para dar un giro con verdadero fruto hacia el mar abierto, donde un inmenso número de náufragos está a la espera.
----------A los ejemplos ya mencionados de Jacques Maritain y de Carlos Sacheri, quisiera agregar también el del Siervo de Dios padre Tomas Tyn, de la Orden de Predicadores, verdadero modelo de teólogo santo. Existen muchos teólogos no santos y muchos santos no teólogos. La santidad del padre Tyn, es la santidad típicamente dominicana: la "santidad de la inteligencia", como decía Maritain. De modo especial el padre Tyn, que vivió de 1950 a 1990, ofrece para los Dominicos y para la Iglesia un ejemplo de equilibrio y sabia síntesis entre la tendencia conservadora, ligada al preconcilio, y la innovadora, que se remite al Concilio de nuestro tiempo, mostrando haber comprendido y vivido a fondo el carisma dominico, que se caracteriza precisamente por su capacidad de conjugar la continuidad de un ideal inmutable, como la evangelización, vinculado a la esencia misma de la misión de la Iglesia, con su necesario desarrollo en la historia.
----------Téngase también presente que el tomismo, con su impostación característicamente racional y humanista, se presta de modo especial para ser cultivado por los laicos cultos de nuestro tiempo. Un ejemplo fúlgido entre muchos otros es el de los cónyuges Jacques y Raissa Maritain, los cuales, aunque no inscriptos en ninguna fraternidad dominicana, ciertamente, en cuanto tomistas, y formados por guías y maestros dominicanos, como los padres Clérissac y Dehau, fueron dominicanos en el espíritu.
----------Quisiera ahora avanzar sobre lo dicho en mi artículo anterior, arriba indicado, para profundizar en otros "tomismos" que se han ido desarrollando en décadas recientes. A este propósito, ya he indicado que ha sido desafortunada y de consecuencias perjudiciales la tentativa del así llamado tomismo “trascendental”. Ya este adjetivo mismo es equívoco, porque no se trata del trascendental tomista, sino del kantiano, lo que ya quiere decir partir con el pie equivocado. Y la cosa curiosa es que este tomismo filokantiano ha sido inventado por el sacerdote jesuita Joseph Maréchal, hombre por lo demás también él muy docto y de fuerte temperamento metafísico. Maréchal, en los años veinte del siglo pasado, apenas pocos años después de que san Pío X había puesto en guardia contra el pensamiento de Kant con su famosa encíclica Pascendi, se lanzó a la empresa muy arriesgada, aunque en sí misma oportuna, de una confrontación comparativa entre Tomás de Aquino y Kant. Pero entre los dos quien terminó mal, más allá de las buenas intenciones de Maréchal, fue Tomás, por el hecho de que el teólogo jesuita quiso sostener la tesis sorprendente de que el realismo tomista se podía recabar incluso del idealismo kantiano, tan sólo con que al intelecto le fuera asignado un “dinamismo” similar al de la voluntad. Es como se sabe el famoso voluntarismo jesuítico, que aquí le jugó al padre Maréchal una mala pasada.
----------Basándose en el hecho de que el idealismo ya en Descartes es pasaje del sujeto (cogito) al objeto (lo real), Maréchal concibió el intelecto sobre el modelo de la voluntad, de modo que llegó a sostener que el intelecto alcanza lo real externo, en virtud sin embargo de este "dinamismo" por el cual la verdad deviene un "fin".
----------Ahora bien, es verdad que también para santo Tomás de Aquino existe un dinamismo del intelecto; la verdad es, efectivamente, un fin, pero lo es para la voluntad, no para el intelecto. Y el caso es que el dinamismo, entendido como inclinación hacia lo real, no pertenece al intelecto como tal, sino a la voluntad, por lo cual, si el intelecto es dinámico, esto sucede sólo por impulso de la voluntad.
----------Para Tomás por consiguiente el conocimiento no es movido por el sujeto hacia el objeto -esto pertenece a la voluntad-, sino que por lo contrario, es adaequatio, vale decir, sumisión intencional y por tanto pasividad (intellectus possibilis) del sujeto (el intelecto) respecto a lo real.
----------El resultado de la empresa iniciada por Joseph Maréchal fue un fracaso. Como observó agudamente Etienne Gilson: quien se pone desde el inicio en lo interno del cogito cartesiano -y Kant está sobre esta línea- ya no sale de él, porque no tiene necesidad de salir de él, en cuanto en el cartesianismo, no obstante su realismo postizo, falso, casi concesión para escapar de la Inquisición, el ser es ya inmanente al pensamiento y fundamentado en el pensamiento, como aparecerá claramente en Fichte.
----------Pero no obstante este fracaso, he aquí que a fines de los años treinta del pasado siglo la empresa vino reintentada con una audacia que confina en la insolencia por parte de Karl Rahner, el cual fue aún más allá que Maréchal: esta vez la confrontación comparativa no fue con Kant sino con Hegel.
----------Por lo tanto, si antes Maréchal recababa forzadamente el realismo del idealismo, ahora Rahner entendía francamente la gnoseología y la metafísica tomistas precisamente en sentido idealista hegeliano, sosteniendo con ello haber interpretado la verdadera orientación de fondo del pensamiento de santo Tomás de Aquino contra la interpretación tradicional de la escuela tomista que ataba a Tomás al realismo aristotélico. De tal modo para Rahner santo Tomás no pone el ser en lo externo al pensamiento, sino que lo pone coincidente con el pensamiento, haciendo coincidir el ser común (esse commune) con el ser divino, cosa que Tomás se cuida muy bien de hacer. Más allá de esto Rahner entiende el ser tomista en el sentido historicista hegeliano, como devenir. De aquí la negación rahneriana de la inmutabilidad de las esencias y por tanto de los conceptos, cosa también ésta extraña al pensamiento tomista y que genera en Rahner el relativismo dogmático.
----------Sin embargo esta mistificación del pensamiento tomista, propia del Rahner joven, se revelará con el pasar de los años, de tal manera insostenible, que el Rahner maduro, en ocasión de una entrevista que le fue hecha, en la cual se le pregunta cuál había sido su maestro, no dudó en decir que era Heidegger, el cual, aunque ajeno al panlogismo hegeliano y más orientado a la apreciación de la experiencia ontológica existencial, se mantiene de todos modos heredero de la identificación hegeliana del ser con el ser pensado o, como dice Heidegger, con el "ser humano" y por tanto con la historia (el "evento", Ereignis).
----------Por otra parte, de modo similar, no comparto la postura de un cierto tomismo, el cual, como el de Rahner, pero inspirándose ante todo en Emanuele Severino, considera que el núcleo central del pensamiento tomista sea un pensar coincidente con el ser, de modo que el pensamiento es intrascendible y no se da un ser externo al pensamiento o presupuesto al pensamiento. El ser no es "puesto" por el pensamiento, como en Fichte o Gentile, sino que es simplemente "coincidente" con el pensamiento.
----------Mientras Hegel combina dialécticamente el ser de Parménides con el de Heráclito, seguido en esto por Heidegger, Severino y con él el mencionado tomismo asumen solamente a Parménides, de modo que para Severino, como para este tomismo, el "ser no puede no ser", o sea es necesario, y lo contingente y el devenir no existen: son puro aparecer del ser, que en este tomismo deviene Dios mismo como ipsum esse.
----------La formulación "el ser no puede no ser" coincide con el principio de identidad: el ser es el ser necesario, de modo que lo contingente y lo que deviene no existen como pasaje del no ser al ser y viceversa, en cuanto así entendidos aparecen contradictorios. En suma, el pasaje de lo posible a lo real aparece contradictorio, de modo que el mundo no ha tenido un inicio temporal, sino que existe desde siempre: lo real coincide con lo posible. Aquello que existe es todo aquello que puede existir y que debe existir. La creación no es pasaje del ente de lo posible a lo real, sino que es la simple dependencia del mundo respecto de Dios, de modo tal, por otra parte, de no ser "externo" a Dios sino sólo "en Dios".
----------No existe el devenir y no existe el tiempo; no existe pasado ni futuro, "todo es ahora". Como en Severino, el devenir no es intercambio de ser y no-ser, sino aparecer y desaparecer de lo eterno. Todo es eterno. Todo es necesario, todo es uno, todo es bueno. Todo está conectado con todo. Si un mosquito fuera aniquilado, el entero universo sería aniquilado. El universo no es un conjunto de entes, sino un único Ente, el "Entero", según una expresión que se encuentra ya en Gustavo Bontadini.
----------Según una icástica expresión de este tomismo, "todo está bien tal como está". Por consiguiente, el mal no existe, es sólo una apariencia subjetiva, como en el pensamiento de Baruch Spinoza. En efecto, el mal se define como no-ser: pero el no-ser, la nada, no existe, según el principio de Parménides: "el ser es, el no-ser no es". Por lo tanto, al fin de cuentas, también el "mal" es bueno. No que sea Dios o esté en Dios. Sin embargo Dios no quiere el mal, pero está "con compasión junto al mal".
----------Viene a la mente el "Dios-que-sufre" de hegeliana memoria, hoy de moda en cristología. Pero ya estamos aquí muy lejos de santo Tomás de Aquino. Y sin embargo existen aquellos que piensan que aquí está el corazón del tomismo, que no aparece inmediatamente por la lectura de los textos de santo Tomás, sino que es necesario descubrir a la luz de la concepción parmenídeo-severiniana del ser.
----------Estos son los que ven justamente en el ser parmenídeo un preanuncio genial del ipsum esse tomista, del cual ciertamente el mismo Parménides, politeísta como era, no se dio cuenta; pero, siguiendo al Severino parmenídeo, ellos sostienen que existe solamente Dios, mientras que el mundo y el hombre no son sino una "teofanía", el "aparecer de Dios" al hombre. Queriendo usar su estilo, creo que ellos aprobarían una frase como ésta: "todo está en todo" (omnia in omnibus"). Aquí encontramos un acento de la fenomenología husserliana.
----------Estos tomistas creen haber captado en esto la raíz profunda del pensamiento del Aquinate, pensamiento que designan aquí como "filosofía originaria", correspondiente al "pensamiento puro", porque aquí el ser se capta aprióricamente e inmediatamente mediante una simple intuición (el "intelecto agente"), mientras el Tomás de Aquino interpretado en sentido tradicional aristotélico correspondería a la "filosofía derivada", fruto del pensamiento "en sentido psicológico", por el cual el intelecto agente capta el ser abstractivamente en la quidditas rei materialis, partiendo de la experiencia sensible.
----------De esto aparece evidente cómo ellos han abandonado la concepción analógica del ser por una concepción univocista. Coherentemente a estas premisas, por cuanto respecta a la prueba de la existencia de Dios, ellos prefieren explícitamente el argumento ontológico de san Anselmo a las pruebas tomistas basadas sobre la inducción y sobre la aplicación analógica del principio de causalidad, tal como también es indicado por la Biblia (Rm 1,19-20; Sab 13,5) y por el Magisterio de la Iglesia.
----------Este tomismo, a diferencia de aquel de Rahner, que abandona completamente el realismo tomista, para conservar de él ocasionalmente sólo alguna huella, no rechaza en absoluto el pensamiento del Aquinate, que él por otra parte sabe exponer con precisión y competencia, sino que considera que la sustancia del tomismo esté en la interpretación que de él hace remitiéndose a la metafísica severiniana. Sin embargo, yo me pregunto qué pasa con el realismo tomista y con la distinción entre Dios y el mundo, qué ha quedado del dogma de la creación y si no se cae una vez más, como en Rahner, en una interpretación idealista-panteísta de Tomás.
----------En definitiva, si en el pasado existía una excesiva separación entre los tomistas y los eventos que se producían en el pensamiento filosófico no-católico, hoy por el contrario se ven formas sincretistas y sumamente torpes en las cuales el teísmo va a la par del panteísmo, el realismo está junto con el idealismo, el catolicismo con el protestantismo, cuando también se dan los casos en que precisamente Tomás de Aquino no es completamente abandonado para ser sustituido, como en Rahner y Schillebeecxk, por un cuadro intelectual puramente profano, derivado de filosofías fenomenistas, historicistas, irracionales, escépticas o secularistas, más o menos barnizado de Evangelio o de espiritualidad.
----------El empeño por destacarse honestamente en el discipulado tomista, como siempre desde hace ocho siglos los Papas nos han invitado a hacer, y también los Papas del postconcilio, siempre sigue siendo la gran chance en nuestro tiempo, no sólo para la Orden de Predicadores, que tiene en Tomás a su máximo filósofo y teólogo, sino también para todos los filósofos y teólogos católicos. De hecho el papa Francisco en los últimos años de su pontificado nos ha confirmado en aquella sentencia que ni siquiera san Juan Pablo II ni Benedicto XVI habían llegado a repetir: la seguridad de que Tomás de Aquino sigue siendo para toda la Iglesia el Doctor Communis, no sólo para nuestro tiempo sino también para los tiempos futuros, hasta que no surja un genio superior al Aquinate. Siguiendo al Aquinate en la filosofía y en la teología, desarrollamos una tarea de la cual la Iglesia tiene necesidad, por lo cual, si fracasamos nosotros, los teólogos católicos, como hoy lamentablemente está sucediendo, incluso entre los Dominicos, surgirán en otro lugar otros centros tomistas y la Iglesia irá allí para buscarse los especialistas de los cuales ella tiene necesidad.
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 17 de agosto de 2025
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