domingo, 3 de agosto de 2025

¿Heidegger ha superado a Hegel? (3/3)

Es necesario que contra el modernismo de Rahner y de los rahnerianos, volvamos a comprender y aceptar la recomendación de la Iglesia en favor de la filosofía escolástica tomista, conciliadora de la metafísica con el dogma católico y, por tanto, como conciliación de la razón con la fe y como verdadera interpretación de la divina revelación. Teología escolástica, en el lenguaje de la Iglesia, no quiere decir en absoluto exhumación de la teología del siglo XIII, sino simplemente la teología enseñada en la escuela, quiere decir escuela de teología, y sin escuela -aunque fuera el catecismo parroquial-, no existe seriedad, fundamento y madurez de pensamiento y sin madurez de pensamiento no hay fe católica, sino superstición, mitología, fantasmagoría y magia. Esto no quiere decir en absoluto retornar a una Iglesia preconciliar, sino que es la confirmación de la philosophia perennis ancilla theologiae, la verdadera continuación del impulso progresista e innovador del Concilio Vaticano II, en la tradición, de la filosofía y de la teología según las necesidades verdaderas, urgentes e inevitables de los hombres de nuestro tiempo. [En la imagen: fragmento de "Misty Forest with Sunlight Glow", acuarela sobre papel, obra de Javid Tabatabei, el 10 de junio de 2025].

Heidegger permanece en el horizonte de Hegel
   
----------Heidegger no logra superar a Hegel y por lo tanto, a pesar de todo su esfuerzo por recuperar el ser, permanece sustancialmente como un idealista, para quien el ser no trasciende al pensamiento, no es el ser real extramental, aquello que santo Tomás de Aquino llama "ens extra animam", sino que es el ser pensado, la representación del ser. El ser, para Heidegger, es la "presencia del presente", por lo cual, si no estoy yo a quien el ser se hace presente, el ser no está, no hay nada.
----------Es verdad que Heidegger admite lo oculto, el misterio, pero este misterio está sustraído a todo tipo de conceptualización, por lo cual nos preguntamos: ¿cómo puede este misterio ser objeto del intelecto humano, que no entiende la realidad externa si no es mediante los conceptos? En última instancia, debemos concluir que en Heidegger seguimos siempre en la línea del yo cartesiano.
----------Y de hecho recordemos que Heidegger fue discípulo de Husserl, quien también había prometido superar el idealismo y "volver a las cosas mismas", pero estas "cosas" en Husserl son las esencias en cuanto inmanentes a la conciencia, que luego es siempre la autoconciencia cartesiana, y por tanto también aquí el ser extramental, aunque no negado, es puesto "entre paréntesis", cuando debería ser el primer interés del verdadero realista. Así sucede que el ser no es utilizado para fundar el saber y no es el objeto de la filosofía, sino que es simplemente el referente de la llamada "actitud natural", que me sirve para hacer las cuentas del gasto diario de mi hogar, mirar el horario de los trenes y cobrar el salario mensual.
----------De este modo, incluso en el horizonte de la modernidad, la única filosofía que nos muestra el ser y nos guía al ser es todavía la tomista, es decir, la despreciada filosofía escolástica promovida por la Iglesia, que según Rahner estaría ya muerta y sepultada porque, según él, para estar a la altura de los tiempos modernos, es necesario asumir como marco de referencia las categorías filosóficas de la ontología fenomenológica de Heidegger, que él utiliza, junto con el ser hegeliano, para hacernos creer que la metafísica tomista quería expresar exactamente lo que dijeron Hegel y Heidegger. Sin embargo, en las décadas siguientes, al final de su vida, Rahner, luego de que la falsedad de su interpretación hegeliana de santo Tomás fuera desenmascarada, en lugar de asumir el verdadero tomismo, llegó a decir que su único maestro había sido Heidegger.
----------En conclusión de este breve análisis que hemos realizado, podemos decir que la verdadera valorización de la dignidad del ser permanece siendo la de santo Tomás de Aquino. El Angélico conoció a Parménides a través de Aristóteles y no tuvo la posibilidad de acceder a los textos originales. Ciertamente, si hubiera podido leerlos directamente, sin el filtro de Aristóteles, no habría dejado tampoco él de rastrear en ellos, como lo hicieron Heidegger, Bontadini y Severino, la presencia del puro ser.
   
Santo Tomás, maestro del ser
   
----------Es interesantísimo lo que dice santo Tomás para describir qué es el ser -podríamos decir la esencia del ser- y que Fabro ha recogido en una significativa serie de pasajes, aunque hay muchos otros que pueden rastrearse en un index thomisticus (véase por ejemplo en Tomismo e pensiero moderno, Libreria Editrice della Pontificia Università Lateranense, Roma 1969, pp.103-135).
----------Pero por otro lado, pocos o poquísimos entre nosotros se detienen, asombrados, ante esta palabra, interesados en su significado e impactados por el hecho de que tal significado sea a la vez claro y oscuro, simplicísimo y complejísimo, evidente y misterioso, uno y múltiple. Al respecto, siempre es útil leer lo que dice Jacques Maritain sobre la manera en que llegamos a la intuición o intelecto del ser en Sept leçons sur l'être et les prermiers principes de la raison spéculative (Téqui, Paris 1934) y cómo afirmamos el ser en el juicio: Court traité de l'existence et de l 'existant (Paul Hartmann Editeur, París 1947).
----------Como sabemos, santo Tomás de Aquino, para significar la esencia del ser, usa el concepto de actus, derivado de la energeia de Aristóteles, pero mientras el acto aristotélico es solamente la forma que actúa la materia, el acto tomista es el ser que actúa la esencia.
----------Nadie, ningún filósofo, como santo Tomás sabe distinguir tan claramente entre ser y pensamiento, hasta llegar a comprender que mientras la esencia es objeto del pensamiento en la aprehensión conceptual, el ser, que se añade a la esencia como acto de la esencia, es declarado por el juicio en el momento de la verdad. De este modo, Tomás ha enfocado correctamente el ser (esse, einai) como tal, o sea como acto (actus, energeia) por encima de la esencia como potencia.
----------Ahora bien, ¿cómo captamos el ser? ¿Lo captamos en una experiencia? Tal es la concepción de Heidegger, de Rahner y de Lotz. El beato Antonio Rosmini habla de intuición inmediata o a priori. Incluso hablar de visión, wesenschau, como hace Husserl, no parece correcto, porque también aquí se trata de saber inmediato que no viene al caso. Pero estos filósofos tienen una gnoseología que funciona para los puros espíritus y no para el hombre, que en el conocer parte del sentido.
----------El término experiencia o intuición no parece, por tanto, adecuado, porque implica un saber inmediato y originario, que para nosotros, como también sabía Kant, es sólo el sensible. Ahora bien, nuestro saber inicial es a posteriori, es decir, comenzamos con la experiencia de las cosas sensibles. Solo reflexionando sobre estos objetos iniciales del saber descubrimos el ente y, posteriormente, el ser.
----------Se podría entonces hablar, como hace Maritain, de intuición intelectual, que sin embargo se verifica después de haber concebido el ente en el tercer grado de abstracción, según la doctrina tomista de Tomás De Vio (1° grado: abstracción de lo singular empírico, física; 2° grado: abstracción de lo sensible y móvil, matemática; 3° grado: abstracción de la cantidad; he aquí que aparece el ente en cuanto ente, el ente metafísico. Véase: Benoît-Marie Simon, ¿Existe una "intuición del ser"?, Ediciones ESD, Bolonia 1995). Es mejor hablar de intuición intelectual o intelección. En cambio, nosotros percibimos el ser solo recabándolo del ente: este es el primero de todos los conceptos, en el cual todos se resuelven. Y cuando reflexionamos sobre el ente nos damos cuenta de que es algo que tiene el ser.
----------Para captar el ser, por tanto, no basta este proceso abstractivo que se detiene en el ente, sino que es necesario el juicio existencial, por el cual no nos limitamos a prescindir de lo cuantitativo y, por tanto, de la materia, sino que en el juicio afirmamos la posibilidad del espíritu, es decir, del ente inmaterial, por lo que el ente espiritual no solo abstrae de la materia, sino que está separado de ella.
----------Conviene notar que el ente en cuanto ente, objeto de la metafísica, debe distinguirse del ente común, que nosotros abstraemos del ente individual. El ente común (ens in communi o universal) o ente en general, es un concepto unívoco aproximativo, inicial, vago e indeterminado, que nos sirve para concebir el ente metafísico, que es analógico, pero también el ente lógico o de razón.
----------Es el cuadro más amplio de nuestro pensamiento, que incluye todo y cada cosa, pero al mismo tiempo abstrae de todo y de cada cosa. Hegel lo ha confundido con el ser, que es en cambio analógico, uno y múltiple, e incluye todo y toda diferencia virtualmente. De hecho, la noción del ser o del ente no abstrae totalmente de los inferiores como si se tratara de un género, porque ellos también son entes o tienen el ser, sino que los incluye virtualmente e implícitamente.
----------Cornelio Fabro ha precisado luego cómo el esse tomista no es tanto un esse in actu, cuanto más bien un esse ut actus, el actus essendi, tanto que mientras el esse in actu no es más que la actuación de una posibilidad, por lo cual permanecemos en el campo de la esencia, el esse ut actus es acto de la potencia, por lo cual estamos en el campo de la realidad. En otras palabras, la actuación no perfecciona la esencia en el plano de la realidad, sino que solo la hace pasar de lo posible a lo actual.
----------De esto eran conscientes Aristóteles y Kant. Pero de lo que no eran conscientes, y que en cambio Tomás conoce porque bebe de Ex 3,14, es que el acto de ser añade perfección a la esencia en el plano de lo real, ya que Dios no es la actualización de una posibilidad o el acto de una potencia, sino que es puro acto de ser de una esencia que coincide con su mismo ser.
----------Fabro ha hecho bien en señalar la primacía en Tomás del ser sobre la existencia: el ser existe, pero no se sigue ni está dicho que lo existente sea un ser; puede ser también un no-ser, un ser ideal o posible o de razón, como la negación, la nada o el mal, o el ente lógico o matemático o imaginario. Lo imposible o lo absurdo o lo contradictorio existen, pero no son ser. Lo que no existe es lo que no es o no tiene ser, pero existe como no-ser.
----------El ente, para Tomás, es aquello que está en acto de ser. Y si el ser no es acto de una potencia, entonces subsiste por sí solo, por lo cual la esencia de este ente es la de ser, es decir, en Él la esencia coincide con su ser. Y esto es Dios, Aquel que Es por esencia, un ente que no tiene el ser, sino que es el ser.
----------Cabe notar que Aristóteles no se preguntó qué es el ser (einai), sino qué es el ente (on). Aristóteles conoció el ser (esse, einai) sólo como cópula del juicio, pero no pensó en considerarlo por sí mismo, porque para él el ser tenía significado solo en el juicio, precedido por un sujeto y un predicado. Pero por sí solo le parecía que no significaba nada; en cambio, santo Tomás, que tenía presente el ipsum Esse que había hallado en Ex 3,14, dice por el contrario que el predicado "es" (est):
----------"Significa ante todo aquello que cae en el intelecto según el modo de la absoluta actualidad: de hecho est, dicho simplemente, significa ser en acto; y por tanto significa al modo de una palabra (verbi). Dado que en verdad la actualidad, que esta palabra est principalmente significa es comúnmente la actualidad de toda forma o acto sustancial o accidental; de ahí que, cuando queremos significar cualquier forma o acto actualmente inherente a algún sujeto, lo significamos con esta palabra est, o de modo simple o de cierto modo" (Comentario al Perí hermeneias de Aristóteles, Ediciones Marietti, Torino 1964, l.I, c.III. n.73. p.292). Nosotros expresamos el ente en el nombre y en la aprehensión simple (simplex apprehensio) y el ser en el verbo y en el juicio.
   
Si no creemos que Cristo es el ipsum Esse, está en juego nuestra salvación
   
----------La concepción tomista del ser nos permite comprender qué quiere decir Cristo cuando, como vemos en el Evangelio de Juan, varias veces afirma de Sí mismo: "Yo Soy", recomendándonos creer en esta verdad para no morir en nuestros pecados. Al respecto, es muy importante el diálogo agitado y dramático que Jesús tiene, en el capítulo 8 de Juan, con los Judíos acerca de su identidad. Jesús afirma ser, sic et simpliciter, sin precisar quién es, y los Judíos comprensiblemente quedan perplejos, ya que la expresión de Jesús los sorprende. En efecto, es inusual decir "yo soy" sin un predicado nominal. Yo puedo decir: yo soy un hombre, soy un italiano, soy un dominico, pero no digo de mí mismo: yo soy.
----------Pues bien, los judíos habían olvidado el "Yo Soy" de Éx 3,14, y por eso preguntan a Jesús: "¿tú quién eres?" (Jn 8,25). Jesús no puede sino responder repitiendo lo que ha dicho, pero usando otro término, que en los Evangelios aparece solamente aquí: "Principio", Arché. Cabe notar que Juan usa este término en el Prólogo para designar al Logos, y en el Apocalipsis, donde Cristo se designa a Sí mismo diciendo: "Yo soy el Principio" (Ap 21,6). El ser subsistente es el principio de todas las cosas porque es el creador.
----------La respuesta de Jesús a la pregunta "¿y tú quién eres?" en el texto griego es la siguiente: "tén Archén, hó ti kaì lalô hymîn". La Vulgata lo traduce bien: "Principium, qui et loquor vobis". Santo Tomás observa que: "induce a los judíos a creer en Cristo por la sublimidad de su naturaleza, porque Él es el Principio", y añade la perífrasis propuesta por san Agustín: "debéis creer que yo soy el Principio, para no morir en vuestros pecados".
----------Lamenta uno que la traducción de la Conferencia Episcopal Argentina de este importantísimo pasaje esté equivocada. En efecto, a la pregunta de los judíos hace responder a Jesús: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo", o el modo como lo hace la traducción de la Conferencia Episcopal Italiana: "proprio ciò che vi dico" (precisamente eso que les digo), eliminando así el valiosísimo término Arché, que no aparece solo en el Prólogo del Evangelio de Juan y en el Apocalipsis, sino también en el Génesis: "en el principio Dios creó el cielo y la tierra". Pues bien, este principio no es sólo el inicio del tiempo, como explica el Concilio Lateranense IV, sino también, como explican los Padres, el Logos, por medio del cual Dios Padre creó el mundo.
----------Vemos entonces cuán importante es formarnos el correcto concepto del ser en orden a nuestra eterna salvación. Es necesario, por tanto, acabar de una vez por todas tanto con la dañina polémica luterana contra la metafísica, como con la falsa metafísica de Descartes, y también con la ceguera hacia la metafísica propia de la tradición protagórea, epicúrea, materialista, sensista, empirista y positivista.
----------El ser (esse, einai) no es lo indeterminado, no es el principio, no es el misterio, no es el devenir, no es la historia, no es el uno, no es el único, no es lo necesario, no es lo eterno, no es Dios, no es lo absoluto, no es el acontecimiento, no es el presente, no es lo temporal, no es el aparecer, no es la idea, no es lo esencial, no soy yo, no es la conciencia, no es la voluntad, no es el pensamiento, no es el espíritu, no es la materia, no es la naturaleza, no es lo sensible, no es el individuo.
----------El ser es el acto de todos los actos, es la forma de todas las formas, es la perfección de todas las perfecciones, es lo más íntimo de todo ente. El ser tiene una multiplicidad de sentidos o de significados, tendientes a la unidad o en torno a una unidad; comporta diversos grados de perfección o de participación; no tiene un único significado, un significado simple y unívoco, pero tampoco equívoco. El ser tiene un significado analógico y participativo respecto al ser por esencia. El ser es distinto del existir. El existir es la actuación de lo posible o es lo simple posible o pensable o no-contradictorio, que también puede ser un no-ser, como por ejemplo la nada, el mal o lo pensado en cuanto pensado.
----------Es necesario que nos convenzamos de que si no formamos un concepto correcto de Dios como causa primera y fin último, como ente primero y supremo, cuya esencia es su propio acto de ser, fallamos en nuestra concepción de Dios, vagamos sin meta en el agnosticismo o en el escepticismo, o caemos en la herejía, en el absurdo, o en el panteísmo o en el ateísmo o en la idolatría o en el politeísmo.
    
Basta con las tergiversaciones; empecemos a pensar en serio
   
----------Es necesario que contra el modernismo de Rahner y compañía, volvamos a comprender y aceptar la recomendación de la Iglesia en favor de la filosofía escolástica tomista, conciliadora de la metafísica con el dogma católico y, por tanto, como conciliación de la razón con la fe y como verdadera interpretación de la divina revelación.
----------Teología escolástica, en el lenguaje de la Iglesia, no quiere decir en absoluto exhumación de la teología del siglo XIII, sino simplemente la teología enseñada en la escuela, quiere decir escuela de teología, y sin escuela -aunque fuera el catecismo parroquial-, no existe seriedad, fundamento y madurez de pensamiento y sin madurez de pensamiento no hay fe católica, sino superstición, mitología, fantasmagoría y magia.
----------Esto no quiere decir en absoluto retornar a una Iglesia preconciliar, sino que es la confirmación de la philosophia perennis ancilla theologiae, la verdadera continuación del impulso progresista e innovador del Concilio Vaticano II, en la tradición, de la filosofía y de la teología según las necesidades verdaderas, urgentes e inevitables de los hombres de nuestro tiempo.
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 15 de julio de 2025

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