domingo, 8 de junio de 2025

Diálogos acerca del progresismo y del modernismo

Desde hace dos milenios la barca de la Iglesia surca los mares del mundo, ya que ella, por mandato de su divino Fundador ha sido enviada al mundo a transmitir el Evangelio y la vida de la Gracia, y en esta tarea no puede sino dialogar con el mundo y sus hombres, en todos los lugares y en todos los tiempos, atender a sus instancias y satisfacerlas en Cristo, aceptando lo valioso y bueno del mundo, pero sin sucumbir a lo que en el mundo no armoniza con Cristo. Así ha venido ocurriendo desde los inicios del Cristianismo, en la Antigüedad, en el Medioevo y en la Modernidad. El diálogo y las instancias de la modernidad han venido generando desafíos a la Iglesia y al "personal" de la Iglesia (para usar una expresión de Maritain), desafíos que no siempre han sido correctamente atendidos ni rectamente satisfechos. Nosotros, viviendo en la modernidad, somos modernos, pero no modernistas. [En la imagen: fragmento de "La bendición de la barca", óleo de 1895, obra de Joaquín Sorolla y Bastida, Colección Masaveu, Museo de Bellas Artes de Oviedo, Asturias, España].

----------Mi reciente artículo titulado Aprendamos a distinguir progresismo y modernismo, originó algunos diálogos con lectores, no sólo en el foro de este blog, sino también por otros medios. Ahora voy a transcribir un par de interesantes comentarios de dos lectores, en los que algunos aspectos son compartidos por mí, y a otros no pude menos que plantear mis objeciones a la luz de la Fe católica y de la sana razón.
   
No debe confundirse progresismo y modernismo
   
----------Uno de los lectores me escribió: "Usted correctamente nos ha explicado la diferencia sustancial que existe entre ser progresista y el ser modernista, pero me temo que hoy esta diferencia sea muy sutil. El modernismo ya no es el de principios del siglo XX, el modernismo de Ernesto Bonaiuti para entendernos, excomulgado por san Pío X y por los pontífices hasta Pío XII, sino que es un modernismo que yo defino conciliar. Es decir, la tentativa de armonizar la fe con el mundo, adaptar la doctrina a las exigencias de la sociedad contemporánea.
----------Cuando el cardenal Hollerich llega a sostener que es necesario modificar el catecismo en el modo de tratar de la homosexualidad, eliminando expresiones consideradas exclusivas, el cardenal sostiene en mi opinión una posición que es progresista y modernista al mismo tiempo. Porque se trata de cambiar el enfoque doctrinal hacia la homosexualidad y al mismo tiempo abrazar las instancias de la sociedad contemporánea que pide a la Iglesia adaptarse a una sociedad en evolución que ya no entiende desde hace años, en los hechos y por lo tanto en la práctica, a la homosexualidad como 'desorden moral'.
----------Como tampoco veo diferencias entre progresismo y modernismo en las peticiones del Sínodo alemán acerca de la abolición de la obligación del celibato sacerdotal y la apertura al diaconado femenino. Cuestiones que son, en mi opinión, un claro ejemplo de modernismo, que debe entenderse como adhesión de la Iglesia a la modernidad y uniformidad con un modelo de cristianismo protestante.
----------Hoy hablar de reformas en la Iglesia equivale a sostener posiciones de abierta ruptura con la tradición, de ahí la no diferencia en los hechos entre progresismo y modernismo. Existe ciertamente una diferencia teórica y teológica que usted ha remarcado correctamente, pero en la práctica hoy ser progresistas equivale a ser modernistas, desde el mismo momento en que los proyectos de reforma propuestos por las conferencias sinodales son una adhesión total a la agenda modernista.
----------Progresistas podían definirse cardenales como Tettamanzi, Piovanelli, Pellegrino, que aspiraban a una Iglesia más abierta a las instancias de la contemporaneidad con un enfoque sin embargo 'católico'; pero también ellos desembocaban en el modernismo, Tettamanzi en el insistir obsesivamente sobre la tecla de la integración multicultural (las famosas mezquitas junto a las iglesias), Piovanelli en el legitimar la experiencia del Isolotto di Firenze, Pellegrino en apoyar la experiencia de los sacerdotes obreros. Eran seguramente ya modernistas figuras como el cardenal Suenens, o como el obispo Helder Cámara, o como el arzobispo Hunthausen.
----------Después del Concilio Vaticano II considero que esta frontera entre progresismo y modernismo ha saltado, ha volado en pedazos, y que hoy tratar de separar el trigo bueno (los progresistas) de la cizaña (los modernistas) es una empresa objetivamente imposible. En anteriores diálogos, usted ha sostenido correctamente que en mis apreciaciones sobre este tema, y particularmente como este tema se ha vivido durante el pontificado del papa Francisco, yo de alguna manera confundo las dos categorías, progresismo y modernismo, y su juicio no solo es legítimo sino que me honra y le agradezco de todo corazón por ello.
----------Pero a la luz de cuanto he expuesto anteriormente considero hoy más utópico que real pensar en una Iglesia progresista capaz de no ser al mismo tiempo también filo-modernista. El hecho de que el papa Francisco haya contribuido a alimentar contradicciones evidentes con un lenguaje que usted mismo ha reconocido como a menudo ambiguo, poco claro y confuso, al punto de hacer imposible hipotetizar una futura beatificación y canonización del papa argentino, considero que es la mejor demostración de cómo no puede existir un sano progresismo hecho de palabras claras y coherentes con la tradición, sino un modernismo enfermo capaz solo de alimentar la confusión en el campo teológico y pastoral".
----------Para comenzar a responder a este lector (de hecho ya le he respondido días atrás), lo primero que debo decir es que del término "modernista" se han apoderado actualmente, y ya desde hace cinco décadas, los filo-lefebvrianos. Para los lectores que son nuevos en este blog, aclaro que yo distingo entre lefebvrianos y filo-lefebvrianos, que es una distinción obvia. Los lefebvrianos son los formales y explícitos seguidores de las ideas de monseñor Marcel Lefebvre, quien se separó de la plena comunión con el Romano Pontífice por extremizar ideas pasadistas, rechazando el magisterio del Concilio Vaticano II y el magisterio preconciliar, en cuanto al desarrollo que este magisterio ha hecho del depósito revelado en doctrinas nuevas, que este obispo cismático nunca llegó a reconocer como en continuidad con el magisterio perenne de la Iglesia. La corriente de sacerdotes y laicos que originariamente siguió al obispo Lefebvre desde los años '70 del siglo pasado, hoy se ha dividido en varias sectas, como es usual en las comunidades cismáticas.
----------Llamo en cambio filo-lefebvrianos a diversas corrientes pasadistas ("indietristas" solía llamarlas el papa Francisco) que siguen algunas de las ideas lefebvrianas (particularmente su apego obstinado a la Misa vetus ordo, considerando en la práctica inválido el Novus Ordo Missae), pero que no han roto formalmente la comunión con el sucesor de Pedro, aunque son, en mayor o menor grado, cripto-cismáticas, según su parcial obediencia al Papa. Queda entonces claro que usualmente no hablo de los lefebvrianos, corriente sospechosa de herejía y formalmente cismática, acerca de la cual tanto Pablo VI, como Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, indicaron claramente su situación. Por el contrario, me refiero aquí solamente a los filo-lefebvrianos en sus diversas formas de manifestarse, todavía al menos exteriormente en la Iglesia.
----------Pues bien, cerrando el paréntesis, vuelvo ahora a mi discurso. Repito, entonces: del término "modernista" se han apoderado actualmente, y ya desde hace cinco décadas, los filo-lefebvrianos, quienes usan este término a veces a propósito y correctamente, por ejemplo cuando lo usan en referencia a Karl Rahner, pero a veces también a despropósito, es decir, incorrectamente, por ejemplo en referencia al Concilio Vaticano II y a los Papas del postconcilio. Ello es inaceptable, porque, como ya he dicho repetidamente, dado que el modernismo es una herejía, quien acusa al Papa o a los Concilios Ecuménicos de la Iglesia, reunidos cum Petro et sub Petro, de ser modernistas, deviene inmediatamente en sospechoso de herejía.
----------El término "modernista", como todos saben, ha sido popularizado y se ha vuelto famoso desde san Pío X con su encíclica Pascendi. Allí, el papa Sarto, no da una definición del apelativo, pero del contenido de la encíclica se comprende muy bien qué es lo que el Papa entiende con este término: la idolatría de la modernidad, una visión acrítica de la modernidad elevada a criterio de valoración de la teología católica.
----------Ahora bien, hoy, a más de cien años de la Pascendi, debemos afirmar que la instancia de los modernistas no estaba equivocada, vale decir, que la Iglesia, en su doctrina asumiera los valores de la modernidad. ¿Pero cuál fue el error de los modernistas? El de creer que la Iglesia al hacer esta asunción, en lugar de usar como criterio de discernimiento los principios de santo Tomás de Aquino, como había recomendado hacer León XIII con la encíclica Aeterni Patris de 1879, debía asumir las ideas de Lutero, Descartes, Kant y Hegel, que en cambio eran incompatibles con la verdad católica. Pot supuesto, no se equivocó san Pío X en la Pascendi al condenar este error. Sin embargo, el Papa no pensó en atender la correcta instancia modernista, por lo cual si bien logró evitar daños mayores no alcanzó a eliminar el modernismo por completo.
----------El modernismo así entendido, como idolatría de la modernidad, visión acrítica de la modernidad elevada a criterio de valoración de la teología católica, existe también hoy. Naturalmente los actuales modernistas (o neo-modernistas) no aceptan ser llamados así, y esto se entiende bien; pero no dejan de seguir siendo tales, aunque el modernismo de la época de san Pío X es diferente del modernismo de hoy.
----------Hago la observación de que hablar de "modernismo conciliar", tal como habla mi interlocutor, es el lenguaje de los filo-lefebvrianos, que no se puede aprobar en absoluto. En el Concilio Vaticano II no hay modernismo (¡eso nos faltaría!), sino progresismo. El Concilio con su sano progresismo asume la instancia modernista, la libera del veneno y la satisface en cuanto ella tiene de legítimo y de oportuno.
----------Por cuanto respecta a los otros datos informativos que aporta mi interlocutor, debo decir que no estoy bien informado sobre el cardenal Hollerich, pero si el caso fuera que él sostuviera la licitud de las relaciones homosexuales, esta no sería una posición de progreso, sino más bien de retroceso, es decir, de retorno al libertinaje de los antiguos Romanos, de la cual habla san Pablo. Esto es modernismo, no progresismo. Con esto no se niega en absoluto, sino que se supone el deber de respetar a las personas homosexuales como hijos de Dios destinados a la salvación abriendo también para ellos las puertas de la Iglesia.
----------Por cuanto respecta a las peticiones del Sínodo alemán de permitir el matrimonio de los sacerdotes y de instituir el diaconado femenino, se trata de propuestas en sí mismas aceptables, sanamente progresistas y para nada modernistas, siempre que, en el caso del diaconado femenino, se trate de un simple diaconado instituido, es decir laical, y no se entienda con esa expresión el diaconado ordenado, vinculado al sacerdocio, que en cambio está reservado a los varones, y siempre que se tenga un concepto correcto del sacerdocio y no, por ejemplo, el concepto modernista del sacerdocio, según el pensamiento de Rahner.
----------Las reformas que están en desacuerdo o ruptura con la tradición no pueden ser verdaderas reformas, sino que son rigurgitos modernistas. Las verdaderas reformas, beneficiosas y constructivas, están en continuidad con la tradición y tienen por tanto el carácter del verdadero progreso.
----------Por cierto, mi interlocutor me ha malinterpretado que yo aprobaba su confusión de los dos conceptos aquí tratados. El confundir progresismo y modernismo no es un título de honor, sino falta de discernimiento. Es como confundir los hongos buenos con los venenosos. Para hacer la distinción basta seguir atentamente el magisterio de los Papas del postconcilio. Y estoy inclinado a pensar que el Papa actual traerá más claridad, tanto en el ámbito de lo doctrinal como en el ámbito de lo pastoral, que cuanto haya hecho su predecesor.
----------Probablemente seis décadas todavía son pocas para comprender acabadamente y en todo el universo de los fieles católicos, dispersos por todo el planeta, las novedades doctrinales y pastorales del Concilio Vaticano II (para ello suele decirse que son necesarios al menos dos siglos). Sin embargo, aún así, creo que es hora de que al menos los que estamos interesados por estos temas, los que nos esforzamos por tratar de comprenderlos y vivirlos, nos demos cuenta de una buena vez que la sana vida cristiana es una síntesis de conservación y de progreso, porque es necesario conservar valores perennes que sin embargo deben ser cada vez mejor cultivados y aplicados a la vida concreta de los hombres concretos de lugares y tiempos concretos. Es necesario saber desapegarse de aquello que ha sido superado para abrirse a lo nuevo. Es necesario recuperar valores olvidados. Es necesaria la fidelidad a la Palabra de Cristo que no pasa. Este es el camino correcto.
----------En definitiva, y para que nos quede claro: los modernistas falsifican la tradición con el pretexto del progreso, mientras que los pasadistas bloquean el progreso con el pretexto de la tradición. Mi sincero deseo hacia mi interlocutor es que se mantenga en el camino correcto; de esta manera, fructificando los dones con que Dios seguramente lo ha enriquecido, podrá promover una obra de pacificación entre las dos tendencias opuestas favoreciendo tanto un sano tradicionalismo como un sano progresismo, que están hechos para completarse mutuamente en la unidad de la comunión fraterna (sinodalidad) en Cristo.
   
La causa primera de las divisiones en la Iglesia
   
----------Un sacerdote de la vecina diócesis de San Rafael, me hizo llegar el siguiente comentario, rico en sabias consideraciones, las cuales substancialmente comparto, aunque no sin dejar de hacer también una observación a un punto concreto, lo cual haré brevemente al final, en mi respuesta.
----------"Personalmente estoy convencido de que si en la Iglesia han surgido corrientes de pensamiento teológico-pastoral en abierto contraste entre ellas, y llamadas de vez en cuando "modernistas-progresistas" o "tradicionalistas-indietristas-pasadistas", es porque se está perdiendo de vista la tarea primaria que Jesús ha confiado a su Iglesia desde sus orígenes: poner a disposición de todos y del cristiano en particular, los contenidos de fe en los cuales debe creer, y los Sacramentos, que son los signos eficaces a través de los cuales la Gracia de Dios llega a nosotros para nuestra salvación. La Iglesia tiene la tarea de continuar en los siglos la misión confiada por Jesucristo, como nos lo recordaba el Papa Francisco:
----------'La Iglesia no es un negocio, no es una agencia humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia está enviada a llevar a todos a Cristo y su Evangelio; no se lleva a sí misma -sea pequeña, grande, fuerte, débil-, la Iglesia lleva a Jesús y debe ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué le llevaba María? Jesús'. (Audiencia general, miércoles 23 de octubre de 2013)
----------Por tanto, la Iglesia es mucho más que una institución humana; e incluso más que la simple agregación de aquellos que, participando de una misma fe, continúan la tradición nacida hace veinte siglos en Palestina.
----------El mundo secularizado, post-moderno, permeado por una cultura relativista y nihilista, desearía una Iglesia que se ocupara, como agregación religiosa, de ayudar a los gobiernos y a las naciones a resolver los problemas socio-económicos de la humanidad, vinculados a la globalización, poniéndose al servicio del poder temporal en sus formas actuales. Se desearía una Iglesia Católica que pusiera finalmente a disposición de la sociedad sus competencias organizativas, sus finanzas y su prestigio moral porque en el fondo el mundo se salva por sí mismo, únicamente con sus fuerzas, mediante una ilusoria auto-redención.
----------La Iglesia Católica debería finalmente abandonar de una vez por todas la pretensión de poseer la Verdad sobre el sentido de la vida y sobre el destino del mundo, de ocuparse del más allá y ocuparse únicamente de resolver los problemas materiales de la gente. Se desearía una Iglesia Católica que presentase un cristianismo en diálogo y abierto a las otras religiones, porque en el fondo, todas las religiones, para sus seguidores, son vías igualmente válidas de salvación.
----------Pero las cosas para nosotros cristianos católicos, no son así; para nosotros la única Verdad que realmente cuenta es la Verdad de Cristo salvador y redentor, como nos recuerda San Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor en el n.2:
----------'Así la Iglesia, pueblo de Dios en medio de las naciones, mientras mira atentamente a los nuevos desafíos de la historia y a los esfuerzos que los hombres realizan en la búsqueda del sentido de la vida, ofrece a todos la respuesta que brota de la verdad de Jesucristo y de su Evangelio. En la Iglesia está siempre viva la conciencia de su deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, de manera adecuada a cada generación, pueda responder a los permanentes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la relación mutua entre ambas'.
----------En conclusión, una sana praxis pastoral debe estar fundada y arraigada en la doctrina y el magisterio de la Iglesia que nos transmite las verdades de nuestra fe; de lo contrario, en nuestra acción pastoral corremos el riesgo de desorientación, confusión y arbitrariedad".
----------Como antes ya he dicho, estas consideraciones de este mi hermano sacerdote, me parecen ciertamente compartibles y las considero muy sabias, y por eso las he publicado en su integridad.
----------Sin embargo, quisiera hacer una sola observación. Mi interlocutor ha hablado de las numerosas divisiones que hoy desgraciadamente afligen a la Iglesia desde su interior. En mi opinión, la causa primera de estas divisiones es la acción del demonio, el cual astutamente trata de engañar a los pobres seres humanos ingenuos, desprevenidos e imprudentes, y es el inspirador de soberbia, de impiedad, de egocentrismo, de hipocresía y de odio, vicios que son las causas inmediatas de las divisiones eclesiales.
----------¿Qué es lo que se debe hacer entonces? En mi opinión, se necesita una concreta pastoral, la cual, sin caer en una exageración en referencia a la acción de Satanás, como ha ocurrido en el pasado, ponga más en luz, según una indicación proveniente del mismo Concilio Vaticano II, aquella que es la batalla apocalíptica entre la Mujer y el Dragón, o sea la batalla del demonio contra la Iglesia.
----------Esta puesta en luz es útil para aclarar en cada período de la historia cuáles son los términos de los conflictos que impiden en la Iglesia la concordia y la paz. No quisiera aquí ahondar en esta temática, porque ya la estoy desarrollando en otras secciones de este blog. De todos modos, sólo recordaré que la tradición espiritual cristiana suele recopilar el conjunto de todas las posibles tentaciones al mal en tres grandes principios: la "carne"; el "mundo"; el "demonio" (término genérico que hace referencia a la multiplicidad de ángeles caídos o demonios, cuya cabeza es Satanás).
----------No me detendré aquí y ahora en tratar en profundidad de la tentación de la "carne" ni de la tentación del "mundo", y por cuanto respecta a la tentación del demonio, sólo recordaré que ella tiene una especificidad propia, que sin embargo no es fácil de reconocer; pero tampoco es imposible; e incluso es un deber evidentemente presupuesto por la moral cristiana que nos manda expresamente el cuidarnos de las tentaciones del demonio y luchar contra ellas (por ejemplo en Sgo 4,7, Ef 4,26-27, Ef 6,11 y 1 Pe 5,8-9).
----------En líneas generales se puede decir que el demonio, siendo una persona, instiga al mal en el modo propio de la persona, es decir sugiriendo a la voluntad objetivos pecaminosos en forma de contenidos inteligibles formulados en proposiciones. Esto quiere decir que los demonios de alguna manera "nos hablan", nos sugieren pensamientos o contra la fe o contra la moral. Por lo tanto, no es difícil distinguir la tentación diabólica de los movimientos de la carne y de las sugerencias que nos vienen de los hombres del mundo. Esta temática la estoy desarrollando en una serie de artículos, que el lector puede encontrar en la siguiente sección de este blog: Teología y práctica de la batalla contra el demonio.
----------En definitiva, lo que intento decir aquí es que, en mi opinión, aquellos que obstinadamente, consciente y voluntariamente insisten en la confusión de los conceptos de modernismo y progresismo están indudablemente empujados a eso por el demonio.
----------Desde hace dos milenios la barca de la Iglesia surca los mares del mundo, ya que ella, por mandato de su divino Fundador, nuestro Señor Jesucristo, ha sido enviada al mundo a transmitir el Evangelio y la vida de la Gracia, y en esta tarea no puede sino dialogar con el mundo y sus hombres, en todos los lugares y en todos los tiempos, atender a sus instancias y satisfacerlas en Cristo, aceptando lo valioso y bueno del mundo, pero sin sucumbir a lo que en el mundo no armoniza con Cristo. Así ha venido ocurriendo desde los inicios del Cristianismo, en la Antigüedad, en el Medioevo y en la Modernidad. El diálogo y las instancias de la modernidad han venido generando desafíos a la Iglesia y al "personal" de la Iglesia (para usar una expresión de Maritain), desafíos que no siempre han sido correctamente atendidos ni rectamente satisfechos. Nosotros, viviendo en la modernidad, somos modernos, pero no modernistas.

6 comentarios:

  1. Nosotros somos los que debemos adecuarnos a la Palabra de Dios, no a la inversa.

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  2. Un santo sacerdote me dijo no hace mucho que no debemos calificar a nuestros hermanos católicos, creando divisiones y discriminando.
    Ni modernos, ni modernistas, simplemente CATÓLICOS y basta.

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    1. Estimado Bruno,
      está claro el deber de ser católicos. Sobre esto no se discute.
      Sin embargo, es totalmente legítimo, en lo interno del ser católico, hacer elecciones personales o elegir alguna corriente legítima de pensamiento o de acción.
      Desde siempre en lo interno del catolicismo han existido diversas espiritualidades. La preferencia por el progreso o por la tradición, siempre que no se caiga en la facciosidad, no tiene nada de malo, sino que se atraen mutuamente. Sano progresismo y sano tradicionalismo están hechos para completarse entre sí.
      Esta legítima diversidad o variedad o pluralidad no contrasta en absoluto con el ser católico. Los valores comunes no excluyen en absoluto la posibilidad de vivirlos de diferentes maneras.
      Lo importante es no absolutizar la propia tendencia, como desgraciadamente sucede en los pasadistas y en los modernistas.
      El creer que se puede ser católicos sin asumir ningún modo particular de poder serlo, no corresponde ni al verdadero catolicismo ni a aquel ser católico, que responde a los dones particulares que Dios nos ha dado. No es solo un derecho, sino que es un preciso deber el de poder comprender cuál es nuestra manera personal de vivir la fe dentro de la Iglesia. En efecto, es esta sensibilidad la que da origen a las diversas vocaciones y a los diversos ministerios y servicios en la Iglesia. Ser Dominico o ser Franciscano no es lo mismo, pero está claro que ambos son igualmente católicos. Pertenecer como laico a la Acción Católica o al Camino Neocatecumenal, no es lo mismo, pero está claro que en los dos casos se trata de católicos.
      En cambio ser lefebvriano o ser modernista ¿es un verdadero ser católico?

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    2. Es católico quien observa las leyes de Dios. Quien las pone en duda no lo es. ¡Otra que diferentes espiritualidades!

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    3. Estimado Carlos,
      no hay duda de que es católico quien observa la ley de Dios e incluso añado que es católico quien obedece al Magisterio de la Iglesia de su propio tiempo, como por ejemplo un católico actual, que pone en práctica la reforma conciliar bajo la guía del Papa.
      Dicho esto, que efectivamente es una cosa básica, no veo qué mal hay en el hecho de que un católico se sienta más atraído por el progreso y otro se sienta más atraído por la Tradición. Por otra parte, usted estará de acuerdo conmigo en reconocer que la espiritualidad dominicana es diferente a la franciscana o ignaciana. Estas diferencias no afectan en absoluto a la pertenencia común a la Iglesia Católica.
      Las diversidades, en cambio, se vuelven peligrosas cuando escapan de los límites de la doctrina de la fe, como ocurre desgraciadamente en los casos de los pasadistas y de los modernistas. Es este tipo de "diversidades" lo que hay que eliminar, no las diversidades que, como he dicho antes, son expresión de la unidad.

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