¿Por qué la Iglesia no logró sanar de inmediato las heridas abiertas por Lutero y Descartes? ¿Por qué no logró refutar sus errores, impidiendo así su difusión? ¿Por qué aún hoy, después de cinco siglos, seguimos teniendo el problema de refutar a Lutero y Descartes, e incluso hay hoy católicos que piensan que la Iglesia se equivocó al censurarlos porque tanto Lutero como Descartes tenían razón o no fueron comprendidos? [En la imagen: fragmento de "El Cuarto Estado", óleo sobre lienzo, de 1901, obra de Giuseppe Pellizza di Volpedo, conservado por el Museo del Novecento, Milano, Italia].
El principio de la conciencia
----------Lutero y Descartes, con su exagerada atención al "yo", recayeron en el antiguo subjetivismo de Protágoras, ya refutado por Aristóteles. Y sin embargo, al mismo tiempo, lograron enfocar con mayor precisión el misterio y la dignidad de la conciencia, arrojando una nueva luz sobre el poder de verdad moral (Lutero) y especulativa (Descartes) de la consciencia individual (el yo). En esto se tiene el pasaje de la gnoseología medieval a la gnoseología moderna, con importantísimas consecuencias en la moral, en el ordenamiento de la sociedad y de la Iglesia, y en la comprensión de la dignidad de la persona humana individual.
----------Considerando nuestro estado de ánimo cuando expresamos un juicio o una opinión, Aristóteles distingue entre el opinar y el saber, entre la opinión y la ciencia. Expreso una opinión cuando no estoy del todo seguro de lo que se dice, inclinándome por una tesis, pero admito que me podría equivocar y que podría ser verdadera la tesis opuesta. Esta es la experiencia del dialéctico.
----------Por el contrario, expreso un parecer o un juicio científico, cuando doy muestra de saber, cuando se demostrar rigurosamente lo que digo, ya sea porque me encuentro ante la evidencia o ante la experiencia, por lo cual estoy cierto de lo que digo, sé que no podría ser de otra manera y puedo demostrarlo y no tengo temor de equivocarme. Sé o estoy cierto o seguro de no equivocarme o de no engañarme.
----------Pero Aristóteles no ha aclarado aquellos estados psicológicos en los que experimentamos un sentido de seguridad o de certeza y, sin embargo, sin darnos cuenta, estamos en el error. Si veo un bastón partido en el agua, no tengo la impresión de estar equivocado. Y sin embargo, al sacarlo del agua, me doy cuenta de que estaba en un error.
----------Se trata de aquel estado psicológico por el cual decimos que alguien está en buena fe, por lo cual estamos dispuestos a disculparlo si comete un pecado creyéndolo una acción buena, porque no sabe que es pecado. De este modo, Jesús en la cruz perdonó a sus verdugos (Lc 23,34), porque no sabían lo que hacían, es decir, no se daban cuenta de la enormidad del pecado que estaban cometiendo. Y, sin embargo, no tuvieron culpa, precisamente porque erraban de buena fe o, como se dice, por "ignorancia invencible", una ignorancia que no puede ser vencida o eliminada o superada porque falta, sin culpa del agente, el conocimiento, ya sea porque no ha sido correctamente instruido en la materia o porque involuntariamente ha malinterpretado.
----------La ignorancia, en cambio, es culpable y se llama "afectada" cuando el sujeto ignora intencionalmente y, por lo tanto, maliciosamente, es decir, cuando sabe que ese acto es pecado y, sin embargo, lo comete igualmente porque le agrada. El lenguaje popular dice: "lo hizo a propósito", mientras que cuando hay buena fe, dice: "lo hizo sin querer". En el primer caso, la justicia exige que el culpable sea castigado; en el segundo, la misericordia exige que sea disculpado.
----------El principio de la buena fe o error involuntario, que se podría llamar principio de conciencia, conduce en gnoseología a insertar la conciencia entre la opinión y la ciencia, de modo que tendremos estos tres modos de juzgar: el juicio de opinión o de probabilidad, por el cual doy un juicio, pero no estoy seguro, podría equivocarme; el juicio de conciencia o en buena fe, por el cual me siento seguro y yerro sin darme cuenta. Este da una certeza subjetiva relativa al sujeto; el juicio de ciencia, por el cual estoy seguro, sé que no yerro y por qué no yerro. Este da una certeza objetiva absoluta, independiente del sujeto. Es el juicio de ciencia o evidencia.
----------El juicio que damos en buena fe da seguridad de manera similar a aquel en el cual nosotros vemos la verdad. En los dos casos no hay temor de equivocarse, a diferencia de la opinión, donde sí existe el temor de equivocarse. Sin embargo, el juicio de conciencia se asemeja a la opinión, porque el sujeto, una vez que viene iluminado sobre la verdad, se da cuenta de que ha cometido un error, mientras que esto es imposible en el juicio de verdad, que puede ser de razón o de fe. Por ejemplo, cuando la Iglesia en el pasado castigaba con la muerte a los herejes, actuaba en buena fe. Mientras que si digo que 2 más 2 = 4, no lo digo porque estoy en buena fe, sino porque veo la verdad.
----------También el juicio de fe teologal tiene esta naturaleza, y de hecho su certeza es muy superior a la de la ciencia, aunque no por una necesidad racional, sino por la autoridad infalible de Dios revelante.
----------Las consecuencias del principio de la buena fe en el orden judicial y en la legislación civil y eclesiástica son notables. Aquí tenemos el principio de la libertad religiosa o de conciencia. Este principio ya era conocido por santo Tomás (Sum. Theol., I-II, q,19, aa.5,6; II-II, q.10, a.11). Y ciertamente es necesario decir que en el derecho civil y eclesiástico de su tiempo, heredero de la sabiduría jurídica romana, no se ignoraban valores como la tolerancia, la mitigación, la clemencia y la indulgencia. Pero la Iglesia y la sociedad de entonces aún no habían alcanzado aquella conciencia a la cual ellas -hay que decirlo- llegaron bajo el impacto traumático y, sin embargo, saludable del yo luterano y cartesiano.
----------De hecho, el punto de la moral tomista, del cual he hablado antes, que superaba a Aristóteles y se inspiraba en el Evangelio, fue muy escasamente recibido en el derecho penal eclesiástico y civil de su tiempo, porque al establecer las penas se limitaban a referirse a la distinción aristotélica entre ciencia y opinión.
----------Esto inducía al juez a ser proclive a dar un veredicto de culpabilidad cuando había pruebas de que el acusado había cometido efectivamente el delito, mientras que el interés por entender si el reo había actuado de buena o mala fe era bastante escaso. Hay que decir entonces que el hecho de que Lutero y Descartes hayan centrado la atención con tanta fuerza en la cuestión de la conciencia individual ha sido una poderosa ayuda para la psicología, el derecho, la moral, la gnoseología, la filosofía, la teología, la espiritualidad, la Iglesia y la sociedad, para comprender mejor, a la luz del Evangelio, la dignidad, las condiciones y los límites del juicio de conciencia frente a la propia conciencia, ante Dios, ante la Iglesia y ante la sociedad.
----------Además, hay que decir que este mejor conocimiento de la responsabilidad del individuo nos ha ayudado a comprender mejor las condiciones psíquicas de la enfermedad mental, de modo que podamos distinguir, en los actos del enfermo mental, aquello que puede ser imputado a su responsabilidad y lo que, en cambio, queda fuera de su voluntad y debe ser computado entre los efectos involuntarios de la enfermedad. En sustancia, hemos comprendido mejor las exigencias de la misericordia sin olvidar las de la justicia.
Hay una afinidad entre el pensamiento de Descartes y el de Lutero
----------Los protestantes y los anglicanos, comenzando por Leibniz y Berkeley, se dieron cuenta de que existe una afinidad entre el racionalismo de Descartes y el fideísmo de Lutero, por más opuestos que sean el uno al otro: la fe que prescinde de la razón y la razón que prescinde de la fe, al final, son la misma cosa: la visión directa del Absoluto, se le llame fe o se le llame razón. Si luego este Absoluto, como en Lutero y en Descartes, es mi conciencia, aún mejor.
----------Lutero y Descartes mismos, en la manera misma en que quisieron proponer respectivamente la reforma de la Iglesia y de la filosofía, estaban infectados por aquel mismo subjetivismo protagóreo que había estado en la base del humanismo pagano.
----------Es interesante cómo ambos son enemigos de Aristóteles, cuyo pensamiento, purificado por santo Tomás, la Iglesia había adoptado para la interpretación de la Escritura y la formulación de los dogmas. No entendieron que un legítimo llamado a la dignidad de la conciencia y a la libertad del espíritu no requería en absoluto el repudio del realismo aristotélico-tomista, que la Iglesia ya había hecho suyo para siempre.
----------La hostilidad de Lutero y Descartes hacia Aristóteles es similar, y gira en torno a la concepción de la verdad. Para Aristóteles, la cuestión de la verdad es ante todo una cuestión especulativa, que concierne al intelecto. Lo primero que le interesa es el contacto con la realidad externa mediante los sentidos y el intelecto, y representar lo real tal como es, lo que es y no puede ser y no ser simultáneamente y bajo el mismo respecto.
----------Lutero y Descartes se opusieron a la orientación especulativa aristotélica, la cual está en plena línea con la tradición cristiana y, aunque cristianos, creyeron que debían dar al pensamiento católico una orientación práctica: Lutero, la búsqueda de la propia salvación; Descartes, el dominio sobre la naturaleza.
----------De tal modo, ellos han provocado un giro epocal en el pensamiento europeo, nos han entregado una formidable herencia cultural, que se podría resumir en una mayor atención a la importancia de la laboriosidad del espíritu humano y al abismo y la responsabilidad de la conciencia de cada uno como acto de la persona ante Dios.
----------Si quisiéramos resumir la visión de Lutero y Descartes en pocas palabras, podríamos decir: verdadero es lo que me parece a mí. ¿Y si lo que me parece a mí no es lo que te parece a ti? Peor para ti. No podemos tener razón y estar equivocados al mismo tiempo. Yo tengo razón y tú estás equivocado. Pero el otro tiene el mismo derecho a decir lo mismo de sí mismo contra mí. Entonces, ¿tiene razón Hobbes cuando dice: homo homini lupus?
----------O bien, si queremos, yo tengo razón y tú también tienes razón. Es el relativismo liberal. Pero, ¿dónde va a terminar entonces el principio de no-contradicción? ¿Y cómo ponerse de acuerdo en la práctica? ¿Tiene razón el más fuerte? Marx intentará una solución: homo homini Deus. Pero, ¿por qué debería ser Dios mi prójimo y no debería serlo yo? Por otro lado, ¿cómo se ponen de acuerdo dos absolutos? Y volvemos al principio.
----------¿Por qué la Iglesia no logró sanar de inmediato las heridas abiertas por Lutero y Descartes? ¿Por qué no logró refutar sus errores, impidiendo así su difusión? ¿Por qué aún hoy, después de cinco siglos, seguimos teniendo el problema de refutar a Lutero y Descartes, e incluso hay hoy católicos que piensan que la Iglesia se equivocó al censurarlos porque tenían razón o no fueron comprendidos?
----------Reflexionando sobre lo sucedido en aquellos tiempos dramáticos en los que se llegó al punto de que hermanos asesinaran a hermanos en nombre de Cristo, y reconsiderando esos hechos a la luz del camino que la Iglesia ha recorrido desde entonces hasta el evento del Concilio Vaticano II, somos capaces de dar una correcta evaluación, de la cual los contemporáneos, sin culpa o incluso con culpa, no fueron capaces. Y el juicio es el siguiente: la reacción de la Iglesia fue demasiado dura y se tiene la sensación de que hubo cierta falta de caridad.
----------Esto, en lugar de corregir a los errantes, provocó en ellos una contra-reacción que los endureció aún más en el error. La Iglesia habría debido poner todo esfuerzo en reconocer la parte de verdad y de justicia en las ideas de Lutero y de Descartes, aunque en la refutación de los errores, como sabemos bien hoy después del Vaticano II: "no apagar la mecha humeante y no quebrar la caña cascada" (Mt 12,20).
----------La tarea o el método que hoy la Iglesia, instruida por los errores del pasado (¡no doctrinales! ¡No nos escandalicemos!), nos propone y nos promete mayor probabilidad de éxito, es el de admitir la verdad que hay en Lutero y Descartes, y precisamente en nombre de esa verdad, hacerles comprender el error. En este punto, si verdaderamente aman la verdad, deberían arrepentirse e incluso deberían agradecernos por haberles abierto los ojos. Si, en cambio, siguen resistiéndose, entonces deberemos decir con dolor que no hay buena fe, sino obstinación. Todo lo que nos queda por hacer es, entonces, encomendarlos a la misericordia de Dios.
----------Algunos se preguntan por qué hoy no se oye hablar, como en otros tiempos, de conversiones del protestantismo al catolicismo o de Descartes a Aristóteles. Los motivos son múltiples. Algunos piensan que el catolicismo o el protestantismo, o seguir a Aristóteles o a Descartes, no pone en juego la alternativa entre la verdad y el error, sino que se trata simplemente de dos opciones distintas, ambas legítimas. Otros, en su concepto de catolicismo, incorporan elementos protestantes. Otros creen que siguen siendo católicos, aunque asuman elementos protestantes que les son presentados como católicos. Por ejemplo, teólogos como Schillebeeckx y Rahner pasan por ser católicos, pero en realidad son filoprotestantes y tienen éxito entre los protestantes. Algunos piensan que se puede ser tomista y cartesiano al mismo tiempo, e incluso que el fundamento del pensamiento tomista no es el realismo, sino el idealismo.
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