Para entender cabalmente la cuestión del progreso y de la conservación, es necesario darse cuenta que, en última instancia, se reduce a ser un problema metafísico, que si no lo alcanzamos a resolver, nunca podremos comprender ni qué es el progreso ni qué es la conservación, ni que es lo mutable ni lo inmutable, ni qué es el ser ni el devenir, ni qué es la materia ni el espíritu, ni qué es el tiempo ni la eternidad, ni qué es la historia ni la metafísica. [En la imagen: fragmento de "Cuando llega la noche", óleo sobre lienzo, obra de Persi Izquierdo, una particular visión nocturna de la ciudad de Chiclayo, Perú, teniendo como fondo su magnífica catedral].
El verdadero progreso es un pasaje
de lo bueno a lo mejor, no de lo bueno a lo malo
----------A partir de los años del postconcilio se ha difundido en la Iglesia la costumbre de distinguir en su seno la existencia de dos corrientes o tendencias contrapuestas: la de los llamados "conservadores" y la de los llamados "progresistas". Los inventores de esta distinción han sido en modo especial, aunque no solo, aquellos que abusivamente se han llamado a sí mismos progresistas, considerándose intérpretes, protagonistas y defensores del progreso doctrinal, moral y eclesial promovido por el Concilio Vaticano II, heraldos de las aperturas, de los cambios, de las reformas y de las novedades introducidas por el Concilio de nuestro tiempo.
----------¿Cómo ha podido ocurrir esta estafa por parte de los modernistas? ¿Cómo ha podido resurgir con renovada seducción ese modernismo que parecía haber sido derrotado por san Pío X? El hecho es que la encíclica Pascendi fue sí, ciertamente, una condena eficaz de los errores modernistas, pero el papa Pío X no pensó en aceptar la correcta tesis modernista según la cual había llegado el momento de que la Iglesia asumiera los valores (es decir, los aspectos positivos) del pensamiento moderno, sin limitarse a condenar los errores. En efecto, los modernistas pensaban que era la Iglesia la que debía corregir algunos de sus juicios doctrinales sobre la modernidad; y en esto ciertamente se equivocaron, aunque nadie niega que la Iglesia en los siglos pasados haya cometido errores en el campo de la pastoral (no de lo doctrinal).
----------La instancia de los modernistas en sí misma era correcta; pero a san Pío X no se le ocurrió hacer también esta recuperación de cuanto de bueno existe en la modernidad. Por otra parte, si bien la instancia de los modernistas era correcta, ellos estaban infectados con los errores modernos, sobre todo los provenientes del pensamiento de Lutero, Descartes y Kant. Por lo cual, visto que la Iglesia no hacía esta obra de asunción de la modernidad, pensaron en hacerla ellos mismos, sin darse cuenta de afrontar una empresa superior a sus fuerzas, en la cual solo con la ayuda de la Iglesia se hubiera podido lograr. Pero por el momento esa ayuda no se dio. Ellos intentaron la empresa por sí solos y luego ella fracasó.
----------Pero el fracaso fue debido sobre todo al hecho de que los modernistas no utilizaron el método correcto, ya que, en lugar de utilizar como criterio de cribado y de discernimiento los principios de santo Tomás de Aquino que habían sido recomendados por la Iglesia, recurrieron a los principios erróneos de la modernidad, por lo cual quedaron atrapados en la misma modernidad, y además para colmo con la presunción de haber hecho ellos un trabajo resolutivo, que toda la Iglesia habría debido asumir, si no quería quedarse atrasada en la historia y permanecer aislada del progreso de la humanidad.
----------Fue así que por inspiración divina nació en san Juan XXIII la idea de convocar el Concilio Vaticano II, un Concilio que, por primera vez en la historia de los Concilios, no se presentó como un Concilio restaurador o conservador o corrector o refutador, sino un Concilio promotor de progreso, de mejora y de avance en la verdad, en el bien y en la santidad, un Concilio que, más que concentrarse en la siempre válida necesidad de hacer penitencia y del sacrificio de la Cruz, y corregir vicios y errores, más que ordenar retornar a la observancia de una norma o de una verdad ya conocidas, más que proponer el retorno a una austeridad a la que habían seguido laxismo y decadencia, el Concilio quiso hacernos sentir la presencia gozosa y consoladora del Cristo resucitado y misericordioso por medio de su Espíritu y la pregustación de los últimos tiempos.
----------Era lógico entonces que un Concilio progresista debía ser dirigido por progresistas. Los conservadores, si querían ser fieles al Concilio, fueron inducidos también ellos a convertirse en progresistas porque ya la consigna y la palabra de orden del momento era: es necesario progresar y renovarse, es necesario dar un paso adelante.
----------La conservación comenzó a parecer a algunos un conservadurismo y un espíritu de atraso, una malsana resistencia al Concilio y por lo tanto la asunción de una postura censurable y anti-conciliar. Pero esto fue un serio e infausto equívoco del cual todavía sufrimos: la preocupación de salvaguardar los tesoros de la Tradición y de custodiar fielmente el depósito de la fe parece a algunos una especie de apego a un pasado ya terminado y, por tanto, un peligroso reflujo de fuerzas reaccionarias contrarias al progreso y a la modernidad.
----------¿Quién tuvo y tiene interés en fomentar un equívoco tan horrible y dañosísimo? Pues bien, fueron y siguen siendo ciertamente los modernistas, habituados, como es su costumbre, a empujarnos a abandonar la esencia de la fe y de la moral, presentándola como el remanente de una mentalidad de otros tiempos ya hace rato superada por la experiencia trascendental atemática del misterio absoluto.
----------Fue así que entre los progresistas, desde el inmediato postconcilio, comenzaron a aparecer dos tendencias opuestas: una de verdadero progreso, fiel a las verdaderas enseñanzas del Concilio y a la tradición, y otra, que bajo el velo del progreso dejaba pasar al modernismo. Y estos eran y son los rahnerianos.
----------El truco de los modernistas es bien conocido: hacer aparecer bueno, verdadero, justo, moderno, nuevo, avanzado, progresista, aquello que es contrario a las buenas costumbres, a la ley moral, a la dignidad humana, a la lógica, a la sana razón, a la Escritura, a la Tradición, al dogma y a la doctrina de la Iglesia.
----------Recuerdo que en los tiempos en que enseñaba teología, algunos de mis colegas en el seminario, a la vista de mi postura, juzgaron mi enseñanza como "inútil, no evolutiva y demasiado polémica". De hecho desde su punto de vista, lo que afirmaban era cierto: inútil, porque recordaba valores olvidados, no evolutivo porque no seguía a Teilhard de Chardin y rechazaba el evolucionismo dogmático, y demasiado polémica porque destapaba los errores del modernismo. Por cierto, un juicio típicamente modernista.
----------Un viejo truco de los modernistas, al cual todavía en la actualidad siguen recurriendo, es el de rechazar, considerándolas superadas, las categorías metafísicas de las cuales hacen uso el dogma y la doctrina de la Iglesia, bajo el pretexto de la necesidad ciertamente indiscutible de renovar el lenguaje teológico y de usar términos y conceptos comprensibles para los hombres de hoy.
----------Con este engañoso pretexto, los modernistas afirman que es necesario expresar la verdad cristiana entendida por ellos como "experiencia atemática trascendental", o bien en las "categorías semíticas" que serían propias de la Biblia, o mejor aún renunciando a las "categorías griegas", es decir metafísicas, y adoptando el lenguaje de la que ellos llaman "filosofía moderna", es decir los conceptos y principios de Lutero, Descartes, Spinoza, Locke, Hume, Leibniz, Kant, Fichte, Schleiermacher, Schelling, Hegel, Marx, Comte, Carnap, Bertrand Russell, Gentile, Husserl, Heidegger y Severino; y -¿por qué no?- incluso Nietzsche.
Pensamientos sobre el progreso
----------Progreso quiere decir crecer, aumentar, desarrollarse, caminar y avanzar hacia la perfección o meta final. El progreso tiene varios aspectos. Tenemos el progreso tecnológico, científico, moral, cultural, histórico y espiritual. Son todos un pasaje de lo bueno a lo mejor.
----------El progreso se refiere al mundo de la vida, y sobre todo a la vida espiritual, porque el viviente crece hasta su pleno desarrollo y, si es espiritual, aumenta su saber y perfecciona su actuar al infinito. Por el contrario, los fenómenos naturales y físicos o cósmicos de los cuerpos o de las fuerzas o de las energías inanimadas ciertamente evolucionan, pero son repetitivos según las leyes de la naturaleza.
----------La evolución de la materia, de la cual hablaba por ejemplo Teilhard de Chardin, desde abajo hacia lo alto, de la materia al espíritu, es algo que no existe, porque niega el primado del espíritu sobre la materia, el primado de Dios sobre el mundo y confunde el espíritu con la materia, haciendo imposible la creación divina de la nada, sustituida por la evolución. Sin embargo, Dios puede ciertamente, en el transcurso del tiempo, haber suscitado la vida física hasta la creación de la vida humana.
----------Quien ama el progreso sabe que es necesario avanzar continuamente; progreso es no quedarse quieto ni retroceder. Quien ama el progreso evita la nostalgia de un pasado que está acabado. Y en cambio rememora y refunde o reorganiza los conocimientos y virtudes olvidadas. El verdadero progreso es el mejoramiento de los valores tradicionales e inmutables, de los cuales se supone la fiel conservación.
----------El progreso espiritual implica el conocimiento y la práctica de valores que son siempre los mismos. Progreso es romper con un pasado equivocado, pero estar en continuidad con los valores que no cambian. Es necesario distinguir en el patrimonio de la vida cristiana aquello que cambia de aquello que permanece.
----------Dios ordena el progreso: "creced y multiplicaos", como dice el libro del Génesis. Hay que perfeccionar lo que es imperfecto. Hay que mejorar lo bueno hasta que sea excelente. Puede existir un progreso sin fin. Pero el progreso cesa cuando se alcanza la meta.
----------El progreso es progreso hacia una meta. Un defecto del progresismo modernista es el de no aclarar cuál es la meta del progreso o el de proponer valores caducos. Si no sabemos adónde estamos yendo, ¿para qué caminamos? No se camina para caminar, sino para llegar a un lugar. El agente actúa para un fin; si no es claro el fin, supuesto estable y cierto, ¿para qué se actúa?
----------Se puede, sí, imaginar un progreso infinito y en cierto modo ese progreso existe en el campo de lo contingente y de lo relativo. Pero también un progreso infinito es imposible sin la posesión de un bien absoluto y un fin último de fondo. En efecto, lo finito repetitivo se funda sobre lo infinito perfecto; por esto, aun admitiendo una infinitud de finitos en sucesión, es necesario siempre suponer la consecución de lo infinito perfecto. De lo contrario se destruye la misma idea de progreso.
----------Otro aspecto importante es que el progreso tiende al futuro. La plenitud de la perfección pertenece al futuro. De aquí vemos el vínculo del progreso con la esperanza que mira al futuro. En el pasado encontramos lo que debemos realizar en el futuro. El estado de inocencia es inferior al estado de gloria. Es necesario distinguir el verdadero del falso progreso. El modernismo es un falso progreso, porque nace de la idolatría de la modernidad asumida acríticamente como si fuera lo absoluto.
Lo perfecto no progresa sino que permanece aquello que es
----------Decían los antiguos que "ex ente non fit ens quia iam et ens": el progreso supone la imperfección. No tiene sentido suponer un ente perfecta y consumado o completo que progrese. ¿Qué le queremos añadir? Lo perfecto, si acaso, proviene de lo imperfecto o, en el límite, proviene de la nada por creación divina. Querer cambiar lo perfecto quiere decir destruirlo. Lo que en cambio debe progresar es lo imperfecto que aún no es perfecto. Esta es la justificación del progreso.
----------En la escala de los entes existen ciertamente grados de perfección, hasta un ente supremo, Dios, pero lo perfecto como tal no cambia, no progresa, porque no tiene necesidad de ello, de lo contrario sería imperfecto. La verdad cognoscitiva es inmutable. Una vez que la verdad está comprobada o establecida como cierta, ella permanece siempre, aunque su objeto real y concreto cambie. La definición de la esencia de una cosa es inmutable. Los entes cambian, pero su esencia no cambia.
----------El progreso está ligado al devenir, el devenir está ligado al tiempo y el tiempo está ligado a la materia. El progreso no concierne a las cosas abstractas por obra de la mente, como lo posible, lo universal, el concepto, la idea, lo inteligible físico, matemático, metafísico, lógico. Y esto se debe a que estos entes prescinden del tiempo y del devenir. Progresa, en cambio, lo real, lo factual, lo existente, lo tangible, lo histórico, lo concreto, lo singular y lo individual material y espiritual agente e inserto en el tiempo.
----------La persona como tal, en su identidad, como esencia o sustancia, no progresa, sino que es siempre idéntica a sí misma, pero en cuanto persona, agente creado, muta y progresa mediante sus potencias y sus accidentes. La persona como ente metafísico es inmutable, supra-temporal e inmortal.
----------La acción física evoluciona, vale decir, tiene una duración, se desarrolla y está en el tiempo, muta y progresa. La acción espiritual, en cambio, es instantánea y supratemporal, por consiguiente no progresa como tal, sino que es inmutable. La acción espiritual, aun siendo supra-temporal, tiene sus efectos en el tiempo. Progresa la conducta moral como sucesión de actos de la voluntad. La esencia de la persona es supra-temporal e inmutable; la persona que actúa en el tiempo tiene una historia y progresa. El ente matemático, en cuanto que es abstracto, es inmóvil y atemporal, y no progresa.
----------La materia está en el tiempo y en el devenir: el espíritu está en lo eterno, en lo inmutable, incorruptible e inmortal. El espíritu humano en el conocer y en el actuar muta, progresa, retrocede, está en el tiempo, en el devenir y en la historia, no porque es espíritu, sino porque gobierna un cuerpo.
----------La verdad de las cosas materiales y mutables cambia con el mutar de las cosas. Los valores morales que fundamentan, justifican y finalizan la dignidad humana, son universales, absolutos, inmutables, "no negociables", insuprimibles, "imperativos categóricos", irrenunciables e inviolables, aunque siempre cada vez más reconocibles y realizables y dispuestos según un orden jerárquico de mayor o menor importancia: los espirituales prevalecen sobre los materiales, los interiores de conciencia sobre los exteriores, los personales sobre los sociales, los religiosos sobre los humanos, los sobrenaturales sobre los naturales.
----------Cielo y tierra pasan; la palabra de Dios no pasa. Los dogmas, las fórmulas, los artículos y los conceptos de fe no cambian de significado (un tratado importante sobre la inmutabilidad y la evolución del dogma es el del dominico Francisco Marín-Sola, La evolución homogénea del dogma católico, Valencia-Madrid 1963), sino que mantienen siempre el mismo significado a lo largo de toda la historia, aunque puedan ser expresados mejor con términos diferentes y siempre cada vez más clarificados, profundizados, explicitados y explicados.
----------Debemos tener en cuenta que no siempre lo nuevo es bueno. La actualización (o aggionamento, como se dice en lengua italiana) es ciertamente siempre un deber, para no perder los contactos con el presente. Entre las cosas o ideas nuevas o modernas es necesario obrar un discernimiento y dar una valoración de ellas a la luz de la sana, fundada y viva tradición, de los dogmas de la fe y de la sana razón.
----------No siempre lo moderno es bueno y avanzado respecto al pasado. Lo moderno es bueno si es un valor más avanzado que lo antiguo. Lo antiguo debe conservarse si todavía es bueno o si es absolutamente bueno. En efecto, ciertos valores que provienen del pasado o de la tradición son incorruptibles, inmutables y perennes y como tales son siempre actuales, nunca envejecen. El abandonarlos sería insensatez y desgracia.
----------Pero debemos prestar atención con el conservadurismo. Es necesario conservar lo que todavía es bueno o que se sabe que es absolutamente bueno. Pero esto también debe ser presentado o actuado de un modo nuevo, tal como para poder ser aceptado hoy. Debe ser abandonada aquella manera de presentarlo o actuarlo que era adecuada para los hombres de ayer. O bien debe ser presentado o actuado mejor que antes. Es necesario saber cambiar el lenguaje aunque manteniendo intactos los contenidos. O bien es necesario saber expresar mejor las mismas cosas, es decir con conceptos más expresivos y términos más adecuados. Es necesario ser más precisos y más claro, por cuanto nos sea posible.
----------Es necesario abandonar lo que ya no sirve mas o que ha agotado su función histórica o cumplido su tarea o satisfecho necesidades que hoy ya no existen o estaba equivocado, pero nosotros no nos dábamos cuenta. El tradicionalismo es sano si está abierto al progreso. No debemos aferrarnos o querer retornar a lo que está superado. La firmeza no es rigidez y el rigor moral no es rigorismo. El respeto de la ley no es legalismo y el respeto del derecho no es juridicismo.
Progresismo y tradicionalismo se complementan recíprocamente
----------Ahora bien, tengamos finalmente en cuenta que la cuestión del progreso y de la conservación se reduce a ser un problema metafísico, que si no lo alcanzamos a resolver, nunca podremos comprender ni qué es el progreso ni qué es la conservación, ni que es lo mutable ni lo inmutable, ni qué es el ser ni el devenir, ni qué es la materia ni el espíritu, ni qué es el tiempo ni la eternidad, ni qué es la historia ni la metafísica.
----------Sobre esta cuestión también los grandes filósofos frecuentemente se han engañado, porque aquí la inteligencia es llevada a engaño por la imaginación. El hecho es que los filósofos saben que la realidad más alta es el espíritu y la vida, pero creen que al espíritu y la vida se une el movimiento y el devenir y no la estabilidad y la inmutabilidad. Sin embargo, la Biblia lo dice claramente: "Yo soy Dios y no cambio" (Mal 3,6). El vértice o cumbre de la vida está dado precisamente por la inmutabilidad. Tienen ante sus ojos la imagen de la rigidez del cadáver, la fijeza del ente matemático, la piedra o la estatua que están quietas y no se mueven. Por el contrario vemos al hombre, a los pájaros y a los peces que se mueven. Y esos filósofos no son capaces de entender que el acto de ser es superior al ente que pasa de la potencia al acto.
----------Por tanto, concluyen, el signo de la vida no es lo inmutable, lo que es siempre lo mismo y nunca cambia, sino lo que muta, cambia y se hace. No se dan cuenta de cuales peligrosísimas consecuencias surgen de este equívoco: entonces Dios, muta, la verdad muta, lo bueno cambia, los conceptos cambian, el dogma cambia, el significado cambia, la naturaleza humana cambia, la moral cambia. Y aquí estamos en pleno modernismo.
----------¿Cómo hace para ser incorruptible e inmortal aquello que no sabe mantenerse a sí mismo en lo que es por esencia? ¿Cómo no entienden que si una cosa cambia de esencia ya no es ella? ¿Cómo hacen para no entender que si yo cambio el concepto de una cosa ya no veo la misma cosa, sino que veo otra?
----------Pero por otra parte existe quien confunde lo inmutable con el rígido, quien confunde la fidelidad con la falta de actualización, quien rechaza lo nuevo porque es nuevo, quien no quiere progresar o cambiar porque se considera ya perfecto, quien cree que no tiene que aprender porque ya lo sabe todo, quien está apegado a cosas que ya no sirven más y se han vuelto dañinas, quien por pereza prefiere mantener las viejas costumbres, quien se contenta con decir: desde hace dos mil años se ha hecho siempre así: ¿qué necesidad hay de cambiar? Y en este caso estamos en pleno conservadurismo.
----------Es necesario por tanto acabar con un progresismo, que en realidad es modernismo, el cual al referirse al Concilio sostiene el progreso contra lo inmutable, el dogma, la tradición, la conservación, lo abstracto, lo universal, lo esencial. Conservar y hacer crecer, mantener y renovar, firmeza y elasticidad, intransigencia y ductilidad, cambio y fidelidad, concretez y universalidad, son todos actos necesarios del espíritu, cada uno en su lugar, en su justa medida, en su momento y en el debido modo, para la vida próspera y fecunda del espíritu, la perfección moral y la beatitud del hombre.
Reverendo Padre, gracias por su artículo. Las palabras, los términos, el vocabulario, tienen importancia secundaria. Lo que importa son los conceptos que transmiten esas palabras. Sin embargo, a veces las palabras, en ciertos grupos de la Iglesia, tienen el valor de armas, y son tan dañinas que causan grietas, divisiones e incluso cismas en el cuerpo eclesial.
ResponderEliminarEn principio, las palabras progresismo y modernismo no tendrían más importancia que la de ser vehículos de algo más importante, que son los conceptos. Está claro que la palabra "progresismo" se refiere a la actitud del cristiano comprometido en la tarea de hacer progresar su fe y la fe de la Iglesia, hacia una mayor comprensión de la Palabra de Cristo y de su aplicación a nuestra vida, la vida de la gracia.
Y está muy claro que la palabra "modernismo" se diferencia de la anterior, haciendo referencia a una ideología antigua, que sigue teniendo hoy las notas de la herejía. Teólogos como usted, prestan un gran servicio eclesial, distinguiendo una y otra vez ambos conceptos, y repitiendo el discurso sin cansarse, como debe ser, sobre todo en tiempos como éste, de inicio de un pontificado que debería hablar claro sobre el tema que usted trata en este artículo.
Sin embargo, conozco indietristas (como decía el papa Francisco) que sabiendo que esta clara distinción revela y deja claro que su odio por el progreso eclesial es un vicio, suelen identificar progresismo y modernismo, y consideran el progresismo una ideología. Por desgracia hoy en muchas comunidades cristianas el "progresismo" es una palabra con mala fama, precisamente a causa de aquellos indietristas, que la han usado para lanzar sobre ella todos sus odios, confundiendo progresismo con modernismo.
Estimado Raúl,
Eliminarlas observaciones que usted hace sobre la relación de la palabra con el concepto son muy sabias y me encuentran totalmente de acuerdo.
Sé que el término "progresista" es generalmente utilizado tanto por modernistas como por pasadistas: los primeros, como título de orgullo, para ocultar su modernismo; los segundos porque, no sabiendo apreciar el progreso causado por el Concilio Vaticano II, confunden la renovación con el modernismo.
En mi opinión, en cambio, se necesitaría insistir en presentar el progresismo simplemente como indica la palabra, o sea, como amor por el progreso, lo cual es cosa obligatoria y necesaria en todos los planos de las actividades humanas, desde el tecnológico al científico, el moral y el teológico.
A propósito del significado de las palabras, quisiera expresarle mi pensamiento también por cuanto respecta al término "tradicionalista". Aquí también tenemos un fenómeno similar a la palabra progresista. El apelativo "tradicionalista" es usado en sentido negativo o burlón o despectivo por los modernistas y es aplicado por ellos tanto a los católicos normales como a los filolefebvrianos.
Ahora bien, esto no está bien, porque subyace en esta actitud de los modernistas su característico desprecio por la tradición.
Por eso yo propondría usar el término "tradicionalista" en un sentido positivo, simplemente como amante de la tradición. En cambio yo llamaría "pasadismo" al falso respeto por la tradición, propio de los filolefebvrianos. Sé que estos se consideran los paladines y los custodios de la tradición, incluso contra el Papa, pero es evidente que ellos abusan de este apelativo, ya que debería ser evidente para todo buen católico que el verdadero custodio e intérprete de la Tradición es el Romano Pontífice.
El Concilio Vaticano II lamentablemente no ha logrado hacer progresar a "La Santa Iglesia" (progreso), sino que en realidad ha operado para un retroceso, ante todo con la nueva liturgia puesta a punto también por el masón (?) card. Bugnini: celebrante de espaldas hacia el Santísimo, participación de los laicos en algunas fases de las celebraciones, etc. etc. , y la guinda de la torta llegó también con la Comunión en la mano como regla casi impuesta, no exagero: y el resultado después de pocas décadas, son las iglesias semivacías.
ResponderEliminarEsto se llama retroceso: obviamente las causas de las Iglesias vacías no dependen solo de esto, ¡quizás! Pienso, por ejemplo, en cuántos pastores incompetentes y poco dotados tienen en sus manos el servicio de la misión pastoral y, en consecuencia, en cuánta desviación/ignorancia hay entre las ovejas.
Confiamos en el Papa León XIV , tiene un trabajo enorme para hacerse cargo de desbrozar esta situación cancerígena, en lugar de disparar balas sobre los indietristas de bergogliana memoria como me han etiquetado, además de otros epítetos (y con qué cara hablan de los puentes) pensemos ¡por ejemplo, en echar mano a la solución de la mina a punto de explotar constituida por la iglesia alemana! Y desarmar a todas esas serpientes que después de la elección del nuevo Papa se han escondido en las grietas y debajo de los muebles de donde salieron; recemos por esto y también por Franciscvs, como hago yo todos los días, que me cuentan que aún no vive en un buen lugar, pero esperemos que solo sean rumores...
Estimado amigo,
Eliminarcreo que, en definitiva y todo sumado, la Liturgia que ha brotado del Concilio Vaticano II es un progreso, y esto por muchos motivos y razones, de los cuales le elenco algunos: el hecho de tener un carácter ecuménico, el valorizar los carismas femeninos, el favorecer la participación del Pueblo de Dios, es una liturgia más rica en datos escriturísticos, ofrece diferentes formas de aplicción en relación con diferentes categorías de personas o con diferentes culturas, es más comprensible para la gente común para el uso del idioma vernáculo, etc.
Sin embargo puedo admitir que ha habido un cierto retroceso y me refiero a una cierta disminución del elemento de sacralidad, que era indudablemente un mérito del vetus ordo.
Estando así las cosas, debemos decir con franqueza que la disminución de la participación de los fieles en la Misa no depende de la reforma conciliar, sino de una falsa interpretación de tal reforma.
En cuanto al remedio propuesto por los filolefebvrianos, tiene el defecto de ignorar los nuevos valores enumerados anteriormente de la reforma conciliar.
En mi opinión, la Revelación divina es vista desde diferentes ángulos en las distintas épocas, pero nunca asume la connotación política de modernismo o de conservadurismo/ reaccionario, porque este lenguaje es típico del enfrentamiento político, donde estos dos términos están indicando la resistencia al cambio para salvaguardar los intereses egoístas y de parte. Es un lenguaje verdaderamente ajeno a la doctrina de la Iglesia. Además, hay que recordar que los verdaderos intérpretes de la Doctrina han sido los Padres de la Iglesia, y no ciertamente los Papas, que a menudo han realizado una misión temporal en función de las épocas en que se vivió. De hecho, los modernistas han buscado presidir el Trono de Pedro, así que, valiéndose de la autoridad papal y su infalibilidad, distorsionada a su favor, se sintieron capaces de interpretar la Doctrina según sus opiniones personales.
ResponderEliminarEstimado José,
Eliminarlos términos modernismo y conservadurismo no se refieren a la Revelación divina, que es completamente ajena a estas tendencias eclesiales. Pero se trata precisamente de dos facciones contrapuestas, hoy existentes en la Iglesia, cada una de las cuales pretende más bien interpretar la Revelación, pero lo hace de manera unilateral y por tanto falseada. Modernismo y conservadurismo son términos ciertamente aplicables a la vida política, pero si usted se informa sobre el debate eclesial en curso desde hace sesenta años, verá que estos dos términos se usan también para designar a dos partidos que dividen la Iglesia y que esperamos que de una buena vez quieran hacer las paces entre ellos, porque su disputa se ha vuelto verdaderamente insoportable.
Estimado José,
Eliminarla doctrina de la Iglesia usa el término modernismo. El papa Francisco ha designado al conservadurismo con el término "indietrismo". Le hago notar además que la recta interpretación de la doctrina de los Padres de la Iglesia corresponde a la doctrina o magisterio de la Iglesia, bajo la guía del Papa.
En otras palabras, no es la doctrina de los Padres que prevalece sobre la de los Papas, sino al contrario, es el magisterio pontificio el intérprete infalible de la doctrina de los Padres.
Yo creía lo contrario. Porque a mí no me parece que los Papas hayan elaborado la Doctrina Cristiana. Tal vez los Papas han llegado sólo a poner el imprimatur.
EliminarEstimado José,
Eliminarla tarea de los Papas efectivamente no es tanto elaborar doctrinas -esta es en primer lugar la tarea de los teólogos-, sino más bien llevarlas a la perfección o confirmarlas. Pero los grandes Papas permanecen en la historia por habernos propuesto ellos mismos nuevas doctrinas, como por ejemplo san León Magno, el beato Pío IX, León XIII, Pío XII, san Paulo VI y san Juan Pablo II.
Permítame, padre, pero tengo entendido que el modernismo es la síntesis de las herejías; mientras que el progresismo es la adaptación a los errores del mundo y el deseo de cambiar de hecho la doctrina comenzando por la praxis. ¿El indietrismo consistiría en preferir el rito de 1962 en latín? Considerar que la libertad de conciencia significa que no se puede perseguir a quien piensa de manera diferente, pero no que quien piense que el aborto es lícito, por ejemplo, pueda tener razón; uno puede, por derecho, pensar lo que quiera. La cláusula de la religión de Estado se debe aplicar cuando la mayoría de la población es católica. Que todos los hombres, gobernantes o no, cristianos, judíos, musulmanes y paganos, están sometidos a la ley de Dios. Gracias. No me siento en absoluto un reaccionario; recibo la comunión en la boca y no en la mano, me arrodillo en acción de gracias, en la consagración y me levanto en el Pater Noster para luego volver a arrodillarme, así que me levanto cuando se cierra el sagrario. Esto me fue enseñado, ¿ahora está mal?
ResponderEliminarEstimado Dino,
Eliminarlamento tener que decirle que usted todavía no ha entendido bien ni lo que es el indietrismo ni lo que es el progresismo. Entre los temas que usted propone, que nos llevarían demasiado lejos y que ya he tratado otras veces, elijo el de la Liturgia. Aquí es necesario distinguir: una cosa es preferir un vetus ordo al Novus Ordo y otra cosa es asumir la Comunión en boca, arrodillarse ante el Santísimo o hacer el agradecimiento después de la Comunión. Como usted debería saber bien, la primera cosa es indietrismo, pero las otras son cosas tradicionales, no solo lícitas, sino laudables. Por cuanto respecta al progresismo, entendido simplemente como amor por el progreso, forma parte de la ética cristiana como dice san Agustín: "La caridad que no progresa no es caridad". Es necesario considerar, sin embargo, el hecho de que el católico como tal es también libre de acentuar en su vida o el elemento del progreso o el elemento de la tradición, tal como él prefiera, siempre y cuando respete los valores esenciales del catolicismo.
Gracias. Solo quiero decir que pienso que el progresismo es la adaptación a los errores del mundo , no el justo y correcto progreso. Estoy de acuerdo con el resto pero, y perdone, ¿por qué sería indietrismo preferir el Vetus Ordo al Novus Ordo?, ¿solo porque el primero es más antiguo?, ( indietrismo quizás sería usar la pompa magna o las puntillas de medio metro, etc...).
EliminarEstimado Dino,
Eliminarestoy de acuerdo con usted que a menudo el término progresismo significa modernismo. Esta costumbre lingüística, en mi opinión, no nos hace bien, porque tiende a disponernos de manera hostil al progreso. Sé que la terminación "ismo" hace pensar en algo negativo. Pero no siempre es así. Le doy algunos ejemplos: realismo, misticismo, tomismo, espiritualismo. Por lo tanto, en mi opinión, es bueno adoptar este término "progresismo" en sentido positivo, para referirse al valor del progreso y del verdadero progreso, que no es el de los modernistas, sino el de aquellos que siguen la reforma conciliar.