Es necesario hacer de modo que las alegrías del paraíso del cielo nos parezcan muy concretas y reales, casi palpables, como lo son efectivamente en sí mismas, pero dado que nosotros por ahora solo las captamos con conceptos abstractos y metafísicos, de ahí que nos parezcan vacías, insípidas y evanescentes si las comparamos con los placeres experimentables en esta tierra, los cuales, aunque muy inferiores en sí mismos respecto a los del cielo, nos parecen más importantes, más concretos y más apetecibles. [En la imagen: fragmento de "El Ángel de la Muerte", óleo sobre tela, de 1851, obra de Émile Jean-Horace Vernet, conservado y expuesto en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo, Rusia].
"Ese día y esa hora, nadie los conoce [...]
estén preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada" (Mt 24,36.44)
Prepárate para la muerte
----------Jesucristo conecta nuestra futura muerte con su venida como un Juez glorioso y misericordioso. Así, la espera de la muerte para el cristiano es la espera de Cristo. Es evidente lo consolador y alentador que es este pensamiento. La tétrica sombra de la muerte es absorbida por la luz gozosa de Cristo. No nos viene a encontrar la muerte sino la Vida que ha vencido a la muerte.
----------O se puede decir que para el cristiano la muerte abre las puertas de la Vida. Viene Aquel que hace cesar en nosotros para siempre todo sufrimiento, toda angustia, todo perturbamiento, todo tormento, toda duda, toda culpa. Es la venida del esposo, de quien habla la parábola de las diez vírgenes. Esto nos estimula a mantener las cuentas en orden, de modo que cuando venga sepamos presentarLe un informe o rendición honorable y loable, de modo que no haya nada más por pagar y, si lo hay, nos espera el purgatorio. ¿Y si no hicimos lo que teníamos que hacer? ¿Enterramos el talento en lugar de traficar con él? ¡Dios no lo quiera!
----------Jesús, sin embargo, se compara también con un ladrón, que ciertamente no es esperado, sino inesperado y que no es apreciado. ¿Por qué este contraste entre el ladrón y el novio? No es difícil de entender: Jesús viene como esposo para aquellos que lo aman, lo desean y guardan sus mandamientos. Viene como un ladrón para aquellos que no lo quieren a Él y están apegados a este mundo y a su príncipe.
----------Cristo nos hace presente que la muerte puede llegar de un momento a otro, también en la juventud y mientras se goza de plena salud: un accidente de tránsito, una inundación, un accidente en el trabajo, un terremoto, una distracción fatal, un acto terrorista, un infarto, un ictus cerebral.
----------Si en el momento de la venida del Señor estamos en gracia, somos salvos y vamos al paraíso o al purgatorio; si no, vamos al infierno. Por lo tanto es necesario mantenerse siempre en gracia y, si tuviéramos que caer en pecado mortal, es necesario remediar inmediatamente, al menos con un acto de contrición perfecta, si no es posible acceder inmediatamente a un confesor.
----------Pero son muchos los casos de enfermos en condiciones psíquicas que no parecen las más adecuadas para presentarse con lucidez mental, ponderación, objetividad, calma y serenidad ante Dios y tomar esa grave decisión que marcará nuestro destino para la eternidad.
----------Es claro que aquí es necesario abandonarse más que nunca en las manos de la misericordia de Dios con inmensa confianza. Para Dios, que conoce muy bien nuestra miseria y la situación, basta sólo un impulso o un movimiento del corazón, una palpitación del alma, una mirada hacia lo alto, un gemido de amor, un suspiro de esperanza, un grito o una invocación de ayuda.
----------Es cierto que muy angustiosos pueden ser los signos de una muerte inminente o premonitorios de la llegada de la muerte más o menos a largo plazo, como por ejemplo en el caso de un diagnóstico médico nefasto. Es fácil que nos sintamos embargados por el pánico o por la desesperación. Al respecto, es utilísimo estar dispuestos para la unión con nuestro Señor Jesucristo, en todo momento. Es el único remedio para estar preparados con serenidad y quizás también con alegría para la llegada del Señor.
----------La frecuente meditación sobre las alegrías del paraíso del cielo es un ejercicio muy útil para mantenernos dispuestos a acoger la venida del Señor. La muerte deviene de alguna manera deseable, no ciertamente en sí misma, sino en cuanto condición necesaria para el encuentro con Cristo.
----------Es necesario hacer de modo que las alegrías del paraíso del cielo nos parezcan muy concretas y reales, casi palpables, como lo son efectivamente en sí mismas, pero dado que nosotros por ahora solo las captamos con conceptos abstractos y metafísicos, de ahí que nos parezcan vacías, insípidas y evanescentes si las comparamos con los placeres experimentables en esta tierra, los cuales, aunque muy inferiores en sí mismos respecto a los del cielo, nos parecen más importantes, más concretos y más apetecibles.
----------La muerte, para el cristiano es el final de un camino desagradable, incómodo, fatigoso, accidentado, en la oscuridad, en las dudas, entre las ilusiones, entre vanas esperanzas, en las angustias, en las humillaciones, en las amarguras, en las desilusiones, entre los errores y los pecados, en los litigios y en las polémicas, en medio de innumerables tribulaciones, derrotas, fracasos, frustraciones y dificultades.
----------La vida para el creyente es en realidad un camino de liberación, de progresiva purificación del pecado, de crecimiento en las virtudes, de consolidación en las certezas que nos da la fe, de acumulación de méritos para el paraíso del cielo, es la adquisición gradual de ese tesoro inmarcesible de la beatitud eterna, donde el ladrón no roba y la polilla no agujerea. Es un camino de esperanza. Es el retorno imperfecto al Edén y la prefiguración de la futura resurrección. Nada más. Pero también nada menos.
----------En cambio, la muerte para nosotros cristianos es el pasaje a la plenitud del bien que aquí ha comenzado, la total y definitiva liberación de todo sufrimiento y de toda culpa, una seguridad que nadie podrá quitarnos nunca más, una certeza absoluta, por lo cual ya no tendremos que decir: me he equivocado, una comunión de afectos límpida, sin sombras, sin malentendidos, un pleno entendimiento y concordia en la paz y en la alegría.
----------¿No es por tanto bienvenida la muerte? Sí, pero no en el sentido leopardiano del caer en la nada (al respecto, es interesante el análisis que hace Severino del pensamiento leopardiano, como expresión del nihilismo occidental que absolutiza el devenir como venir de la nada y retornar a la nada: Cosa arcana y estupenda. El Occidente y Leopardi, ed. Rizzoli, Milano 2020), ni tampoco en el sentido platónico del alma que se libera del cuerpo, sino en cuanto liberación del pecado, de Satanás y de la misma muerte, para entrar en la Vida.
----------Nuestro destino eterno lo decidimos en el momento de la venida del Señor. Ahora bien, ¿por qué nuestra voluntad en ese momento queda fijada para siempre en la elección que hemos hecho o por Dios o contra Dios? Pues bien, porque en ese momento la voluntad está en contacto directo con lo absoluto, vale decir, con lo eterno, hacia el cual ella está por su naturaleza orientada, independientemente de las elecciones que ella pueda hacer durante el curso de esta vida, sean por Dios o contra Dios.
----------El escurrirse del tiempo de la vida presente permite a la voluntad cambiar de dirección tantas veces como quiera, ya sea hacia Dios o contra Dios. Lo que no puede evitar es la inclinación hacia lo absoluto. Al terminar el tiempo de la vida terrena, viene perdida en la voluntad la posibilidad de hacer que sucedan, en el curso del tiempo, las elecciones o por Dios o contra Dios.
----------Pero ¿por qué en el momento de la muerte permanece para siempre la elección que ha hecho la voluntad en ese momento? Porque en ese momento, faltando el desenvolverse del tiempo, ya agotado, se pierde la misma posibilidad de cambiar la elección que por esencia ocurre en el tiempo y por eso la elección sigue siendo la que ha hecho en ese momento: o por Dios o contra Dios.
La perspectiva de la muerte
----------Pero ¿qué es la muerte? La muerte es el cese de la vida del viviente por el hecho de que el alma pierde la fuerza de animar al cuerpo, cuya desorganización o corrupción ha llegado a tal punto, que el alma ya no tiene la fuerza de gobernarlo y de animarlo, por lo cual se verifican dos posibilidades: el alma del animal, que es el resultado de la organización del cuerpo, se extingue por la misma disolución del cuerpo. En cambio, el alma humana, que subsiste por cuenta propia independientemente de las fuerzas del cuerpo, se separa del cuerpo en vías de disolución y continúa viviendo por sí misma separada de la materia del cadáver.
----------La muerte repugna naturalmente al viviente, ya sea a la planta como al animal como al hombre, por lo cual el viviente se defiende naturalmente con todas sus fuerzas contra la prospectiva o el peligro de la muerte, ordinariamente precedida por el sufrimiento, por el trauma o por la enfermedad, igualmente repugnantes al viviente, espontáneamente amante del placer y no del dolor. La muerte es un mal; es el peor mal que puede suceder al viviente, el cual apetece espontáneamente su bien, o sea el vivir, mientras que huye del mal y por tanto sobre todo huye de la muerte.
----------El vivir y vivir bien requiere la observancia de ciertas leyes, a las cuales el animal, si es sano, obedece espontáneamente, mientras que Dios las propone al hombre para aplicarlas con su libre voluntad, que tiene la posibilidad, si prefiere, de desobedecer. Obedeciendo, el hombre alcanza su fin último y supremo bien y eterna felicidad que es Dios. Desobedeciendo hace su mal, que es la separación de Dios.
----------Después de la muerte, la unión final con Dios, bien eterno, le procura al hombre una beatitud eterna. En cambio, el alejarse de Dios y oponerse a Él o el rechazo de su gracia tiene como lógica consecuencia la sujeción a una pena eterna. Pero el desobediente no se preocupa de esta pena o castigo.
----------Lo que le interesa y quiere absolutamente es hacer su propia voluntad y no la de Dios; él no ama a Dios sino solo a sí mismo. Él conoce las consecuencias de su elección y de su conducta, pero desobedece igualmente porque se complace supremamente en su voluntad y la prefiere a la obediencia a Dios.
----------Por eso él mismo rechaza voluntariamente la misericordia de Dios y su ofrecimiento de salvación. Dios no le interesa en absoluto, e incluso lo odia. Ciertamente él odia también el sufrimiento, pero para él es mejor estar en el infierno lejos de Dios que en el paraíso del cielo con Dios y sujeto a Dios. Por eso elige su oposición a Dios, aun sabiendo que conlleva una pena eterna.
----------Por lo tanto, la vida del alma humana es doble: por un lado el alma posee una vida natural que no cesa jamás, debido a su misma naturaleza espiritual. Y por otro lado además, por gracia de Dios, puede recibir una vida superior, divina y sobrenatural, aquella que Cristo llama "vida eterna", de eterna unión bienaventurada con Dios en el paraíso del cielo en la visión inmediata de su rostro.
----------La fe cristiana llama "muerte" también a la privación de la gracia, que es la vida divina del alma, por la cual somos hijos de Dios. En este sentido, san Pablo dice que nosotros, antes de la venida de Cristo, estábamos "muertos" en cuanto privados de su gracia. Y de manera similar, el Apocalipsis habla de una "segunda muerte" en referencia a la pena eterna de los condenados que han perdido para siempre la gracia.
----------Dios salva de la muerte física mediante la resurrección final del cuerpo y de la muerte espiritual del pecado mortal mediante la remisión de los pecados. Dios remedia la muerte y quita la muerte con la muerte de su divino Hijo. Dios es el creador de los vivientes. Pero la vida no es solamente la vida natural de las plantas, de los animales, del hombre y de los ángeles. La vida, según la fe cristiana, es también la gracia divina, que se añade a la criatura intelectual, tanto al hombre como al ángel, para hacerla partícipe de la misma vida divina. El cristianismo, por tanto, al concepto de muerte entendido como disolución del viviente o como separación del alma inmortal del cuerpo, habla también de pecado "mortal" y de "vida eterna", en cuanto respectivamente acto que extingue la vida de la gracia. Téngase además presente que, según la revelación cristiana, también el cuerpo de los condenados resucita, pero el alma está desprovista de la gracia.
¿Qué es la vida?
----------La vida es ese modo de existir y esa actividad del viviente en cuanto individuo, que no proviene de simple transformación o disolución de una precedente sustancia, sino que se trata de un modo de existir de un individuo generado por el acoplamiento de dos individuos de la misma especie, dotado de poderes específicos que le hacen capaz de crecer hasta un cierto punto, de engendrar a su vez otros individuos de la misma especie, de alimentarse, conservarse y defenderse de agentes hostiles, reparando los daños recibidos, evolucionando ulteriormente en decadencia hasta el punto de la muerte, como resultado de la cual el sujeto se descompone y se disuelve, y su materia asume otras formas para constituir otras sustancias materiales. En el caso del hombre, el alma, siendo espiritual, sobrevive a la disolución del cuerpo.
----------Somos conscientes, por lo tanto, de no ser solo un cuerpo como los otros cuerpos o entidades físicas de la naturaleza. Aquello que da forma, esencia y ser a nuestra persona no es una simple forma natural como la del fuego o la del agua o la de una estrella o la de un árbol o la de un perro, sino que se trata de una forma existente por sí misma, vale decir, es una forma espiritual, que es el alma humana.
----------También nosotros, ciertamente, somos sustancias materiales, venimos a la existencia engendrados y formados por causas externas, recibimos una forma de nuestra sustancia, vivimos nuestra vida en el tiempo, por lo cual nuestra existencia tiene una cierta duración, y alcanzado un cierto momento nuestra substancia se corrompe y se disuelve: "polvo somos y al polvo retornamos" (cf. Gén 3,19).
----------Pareceríamos similares al fuego y a las estrellas que se encienden y se apagan. Pero de estos organismos no decimos que nacen y mueren. Lo decimos solo de las sustancias vivientes, empezando por las plantas y por los animales. ¿Qué tenemos más que los no vivientes? Tenemos lo que se llama "alma", porque tenemos la vida. Y el alma es precisamente el principio de la vida del viviente.
----------Pero nosotros, seres humanos, en el momento de nuestra muerte, no volvemos solo a ser polvo como todos los vivientes inferiores. La experiencia que tenemos de nuestras actividades espirituales nos procura la consciencia de que hay en nosotros una vida inmaterial, por encima del espacio y del tiempo y por tanto de lo que es corruptible, que también advertimos como dimensión de nuestra persona.
----------Las actividades de nuestro espíritu (las cuales son, por ejemplo, pensar, entender, intuir, concebir, juzgar, reflexionar, razonar, recordar, hablar, querer, decidir, elegir, desear, amar) nos obligan a admitir que estas actividades espirituales surgen y son causadas por poderes espirituales que a su vez deben tener sede o emanar de un sujeto a su vez espiritual, que llamamos "alma".
----------Sin embargo, es necesario ser prudentes y cautos en la evaluación de nuestro yo, de nuestro espíritu, de nuestro pensamiento, de nuestra consciencia, de nuestro querer o voluntad, porque aquí puede existir la tentación de exagerar. Con el descubrimiento del espíritu, nosotros descubrimos lo eterno, lo universal, lo uno, lo absoluto, lo infinito. Descubrimos a Dios.
----------El descubrimiento de nuestro espíritu implica el descubrimiento de lo eterno, de lo infinito, de lo inmortal. Pero esta experiencia que se abre a la determinación del fundamento o de una visión global de la realidad, presenta el riesgo de confundir la materia con el espíritu. Y de hecho, esta voluntad de comprensión global ha producido, como es sabido, los dos fenómenos modernos del panteísmo idealista y las diversas formas del ateísmo marxista, positivista, freudiano y nietzscheano.
----------¿Cómo se configura el hecho de la muerte en estas visiones? No se da un más allá celestial después de la muerte al cual aspirar haciéndose dignos con las buenas obras, sino que la muerte aparece como un disolverse del individuo humano en el Yo absoluto en el panteísmo idealista y un disolverse del yo individual en la Naturaleza, en la Historia, en la Humanidad o en las diversas formas de ateísmo.
----------Ahora bien, tomando en consideración la naturaleza del alma en relación con la cuestión de la muerte, recordemos que el alma es una forma natural que da forma, vida y fuerza a todas nuestras actividades motrices, vegetativas, psíquicas y espirituales de nuestra persona. La forma de los cuerpos no-vivientes da forma también ella a todas sus actividades y pasividades, pero aquí la forma se limita simplemente a determinar las propiedades específicas e individuales de la sustancia y de sus accidentes careciendo del ejercicio de la autoconservación, autodefensa y reproducción de la especie propias del viviente.
----------Existen también en nosotros actividades psíquicas, inmanentes a nuestro yo, pero que no son del todo inmateriales como las espirituales; existen fuerzas físicas, no interiores como las espirituales, sino exteriores, proyectadas fuera de nuestro yo, inmersas en el espacio-tiempo, que se expresan en el movimiento, en el devenir, generables y corruptibles, que crecen y disminuyen, lenta o velozmente. Son los movimientos de los miembros de nuestro cuerpo, los movimientos internos y fisiológicos del organismo, las vicisitudes de su crecimiento y de su madurez y de su decadencia en la vejez hasta la muerte.
----------Sin embargo, también sentimos cómo y cuánto esta vida superior e inmortal es hecha posible por precisas condiciones materiales, sin las cuales nos parece que esa vida no pueda existir. Si estas condiciones vienen a menos, sentimos inmediatamente que también esas actividades vienen a menos. Cuando dormimos no tenemos ninguna percepción de la actividad de nuestro espíritu, como si fuera una emanación del cuerpo. Si el radiador está apagado, no produce calor.
----------Este es el error de los materialistas. No es fácil entender que si el cuerpo vive, lo debe al alma, la cual puede vivir también sin el cuerpo. En cambio a nosotros nos parece lo contrario, es decir que es el cuerpo el que hace vivir al alma. Confundimos la causalidad eficiente con la condición de posibilidad. No es el cerebro, sino el intelecto el que produce el pensamiento. Y de hecho es el intelecto que manda al cerebro.
----------El cerebro asegura solo al intelecto y a la voluntad la posibilidad de actuar, funcionando según leyes propias, pero estas potencias tienen por cuenta propia en si mismas, en cuanto espirituales, el principio de su actividad, independientemente del hecho que estén sujetadas en el cuerpo, de tal manera que pueden funcionar incluso sin el cuerpo o sin hacer uso del cuerpo. Esta es la condición del alma después de la muerte.
----------Cuando pensamos o queremos, hacemos trabajar el cerebro, aunque éste tenga ya una actividad por su cuenta para mantenerse en vida gracias a la actividad del corazón. Pero cuando usamos el cerebro para pensar o para querer, el cerebro hace lo que le mandamos nosotros y cumple su deber, suponiendo que está en fuerzas para hacerlo. De hecho, si no lo está; si por ejemplo estamos cansados o somnolientos, nos damos cuenta que no nos obedece, por lo que el pensar o el querer se vuelve fatigoso o casi imposible. Sentimos que el cerebro opone resistencia a nuestra voluntad de entender o de pensar o de actuar, hasta el punto de que, incluso con todos los esfuerzos, no lo logramos, vencidos por el sueño o por la fatiga. También los trastornos mentales tienen el mismo efecto. Pensemos también en el efecto de las pasiones volitivas.
----------Nuestra alma, en cuanto forma o co-principio substancial espiritual, es una forma simple, no es algo compuesto que venga a ser el resultado de una precedente evolución, por lo cual no puede haber sido generada por nuestros padres, como sucede con el alma de los animales, la cual no es completamente independiente de la materia, sino que necesita de la materia para poder operar. Ahora bien, la muerte es la disolución de un compuesto. De aquí deducimos la inmortalidad del alma humana.
----------El acontecimiento de la muerte del viviente humano, que somos nosotros, nos pone ante dos cosas que son profundamente misteriosas: por un lado, la supervivencia de nuestra alma a la disolución del cuerpo y, por otro lado, nuestro comparecer ante Cristo juez para rendirLe cuentas de nuestras acciones.
----------Por cuanto respecta a lo primero, Jesucristo nos ofrece la perspectiva de una vida eterna después de la muerte en comunión con Dios: "No se turbe vuestro corazón. Tened fe en Dios y tened fe en mí. Hay muchos lugares en la casa de mi Padre. Si no, os lo habría dicho. Yo voy a prepararos un lugar; cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo para que también vosotros estéis donde estoy yo" (Jn 14,1-3). "Todos aquellos que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán de ellos: cuantos hicieron el bien para una resurrección de vida, y cuantos hicieron el mal para una resurrección de condenación" (Jn 5,28).
----------Por cuanto respecta a lo segundo, cada uno de nosotros, tratando de dar a nuestra vida la orientación de fondo, de establecer qué fin último dar a nuestra vida, está llamado por Dios a hacer una elección o hacer de él, sumo bien, la "perla preciosa" para obtener la cual vender todo, el objeto de nuestro sumo deseo y de nuestro supremo amor, para que al final de la vida presente, obedeciendo sus mandamientos, lo poseamos y gocemos eternamente; o nos neguemos a someternos a Él como nuestro Señor, rechazando su propuesta de salvación, replegarnos en nuestra voluntad, hacer un dios de nosotros mismos o de la criatura, dispuestos a aceptar las consecuencias penales de tal conducta, para estar lejos de Él.
¡Qué hermosa reflexsión para estos días antes del comienzo del Adviento! San Francisco la llamaba hermana muerte corporal , no del alma, ¡que es eterna! ¡Si entendieran esto principalmente quienes tienen responsabilidades sobre los demás, ¿no sería mejor el mundo? ¡Buen adviento y navidad, padre Filemón!
ResponderEliminarEstimado José,
Eliminarme alegro de que le haya gustado mi artículo, que en realidad trata un tema delicado. Espero haber ofrecido a muchos una palabra de aliento y consuelo.
Días atrás, me parece que en la oración después de la Consagración, había una expresión estupenda que me impresionó muchísimo, creo que decía que el bautismo es el primer paso hacia la vida eterna... Ciertamente la vida eterna es inmensamente más perfecta que el jardín del Edén, cuando Adán y Eva eran perfectamente inocentes... Sin embargo en mi presunción a menudo imagino el Paraíso del Cielo como un jardín maravilloso, donde Dios camina con nosotros y, además de verlo finalmente podemos contemplar aún mejor la Creación redimida... El día sin fin donde podré ver a mi madre. Sin duda pecado de presunción ahora que estoy más cerca de la muerte pienso en el Cielo en lugar de arrepentirme de mis pecados... pero estoy tan cansada de llorar y me atrevo a pensar que el Buen Dios quiere consolarme con estos rayos de luz que iluminan el alma en esperanza cierta.
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarintentemos llevar adelante con serenidad y confianza nuestro camino penitencial, de modo que cuando venga el Señor estaremos listos para acogerlo y podremos estar por fin para siempre con Él y con nuestros seres queridos.
Estimado padre, en una homilía del otro domingo , el celebrante explicaba en la misa de los niños, que no tuvieran miedo porque no existe el fin del mundo. ¿Es admisible todo esto?
ResponderEliminarEstimado Pascual,
Eliminarestá claro que la pastoral para los niños no puede ser igual a la de los adultos. Las advertencias de Jesús deben ser presentadas al niño de tal manera que no se asuste, sino que sepa asumir sus responsabilidades, proporcionadas a él. Hay que hacer entender claramente al niño que de todos modos Jesús vence las potencias del mal y habrá cielos y tierra nuevos, donde todo será bello.
Padre, yo creo que los niños de hoy con lo que ven entre las redes sociales y las noticias no se asustan de nada . He oído que algunos sacerdotes se habían quitado el hábito talar porque el negro podía asustar a los niños !!!
EliminarSon todas las habladurías... también yo fui niño y cuando me hablaban del fin del mundo y del infierno aprendí a respetar y temer a Dios como nos enseña el Espíritu Santo.
Estimado Pascual,
Eliminaragradézcale al Señor, porque usted tuvo una buena educación cristiana.
El temor de Dios está insito en el alma humana, aunque como consecuencia del pecado original hay desgraciadamente en nosotros una tendencia a la arrogancia y a la impiedad.
Sin embargo, como usted sabe bien, Cristo ofrece a todos la salvación, por lo que para todos existe la posibilidad de corresponder a la llamada divina.
Lo sé padre y le agradezco pero el objetivo de mi modo de argumentar, como humilde cristiano pecador es que así como en las escuelas también en las "pastorales" para los niños hay demasiado buenismo, no se enseña el respeto por los maestros y también la complacencia de la misma manera que se evita enseñar sobre el temor del Señor. Esto no solo tiene repercusiones de carácter teológico/doctrinal/pastoral sino también de carácter ético y civil . Se dice hoy que los niños no deben temer a Dios, no deben temer al infierno, no deben temer el fin del mundo. Por lo tanto, no me pongo en el pedestal para señalar con el dedo porque hoy se corre el riesgo de ser etiquetados como fariseos, pero me preocupa mucho el destino humano y espiritual de la humanidad y también el juicio de Dios sobre los sacerdotes que piensan educar de cualquier manera, "divirtiendo" se dice hoy, porque no se puede educar sin divertir a los niños, se dice . ¿Un ciego puede conducir a otro ciego ?
EliminarEstimado Pascual,
Eliminarla Iglesia siempre ha tenido pastores indignos, a veces más y a veces menos. Es bueno sin embargo no detenerse en estas tristes consideraciones. Eventualmente, el desviado puede ser denunciado a la autoridad competente. Aunque esto no surtiera el efecto deseado, siempre queda para nosotros la posibilidad y el deber de dar buen ejemplo y seguir a los buenos pastores.