viernes, 22 de noviembre de 2024

¿Quién es el tradicionalista?

Uno se podría preguntar: ¿cómo es posible ser tradicionalistas después del Concilio Vaticano II? ¡Es necesario ser progresistas! Ciertamente no es posible ser tradicionalista a la Lefebvre, pues esto es el ser tradicionalista en un sentido reprensible o condenable. Ser fiel a la Tradición no pide el rechazo de las nuevas doctrinas del Concilio como si fueran desviaciones liberales, luteranas, masónicas o modernistas, como afirma la herejía lefebvriana. Por el contrario, el tradicionalista es aquel que se ha dado cuenta de que no existe ningún contraste entre las doctrinas del Concilio y las de la Tradición, salvo que se trate de usos, ideas o comportamientos, que la Iglesia misma ha abandonado. [En la imagen: Siervo de Dios padre Tomas Tyn, OP].

"Custodia el depósito" (1 Tm 6,20)
"Os he transmitido lo que yo también he recibido (1 Cor 15,3)
   
Aclarar el significado de un término
   
----------Oímos con frecuencia el uso de este apelativo, "tradicionalista", ya sea en boca de ciertos católicos que se empeñan en cualificarse como tradicionalistas y se jactan de ello, como también en boca de otros que cualifican a estos católicos con este apelativo entendiéndolo en sentido despectivo, o también usando el mismo apelativo como nota de reprobación. Estos otros, de orientación modernista, se ofenderían si los llamaran por ese nombre, "modernistas". Se trata de una situación anormal, desagradable, lamentable, signo de una recíproca incomprensión, a la cual hay que remediar, ya que por ella sufre toda la Iglesia.
----------¿Por qué existe esta situación de confusión y de incomprensión de las cosas? ¿De qué ha nacido? ¿Cuál ha sido su origen? ¿Cuáles son exactamente sus términos? ¿Cómo remediar la situación? Veamos aquí lo que podemos hacer para que entre estos hermanos nuestros surja la paz en una serena colaboración recíproca, cada uno poniendo a buen uso y fruto sus propios talentos y los dones recibidos.
----------Está en juego evidentemente la cuestión de la naturaleza y del valor de la sagrada Tradición, divinamente instituida, inmarcesible, inviolable, inmutable, así como el valor relativo de las tradiciones humanas, mutables y discutibles, por más preciosas que sean, que nacen, florecen por un cierto tiempo, a veces larguísimo, pero luego o por descuido o porque se revelaron inútiles, superadas o dañinas, decaen, se apagan y mueren. Es muy importante y no siempre fácil distinguir éstas, las tradiciones humanas, de aquella, la Tradición (véase por ejemplo: Yves Congar, La Tradición y las tradiciones, Dinor, San Sebastián 1964).
----------En general la tradición, expresión eminente de la inteligencia humana y de la capacidad y necesidad que cada uno de nosotros tiene, para las necesidades de su vida, de comunicar a sus semejantes en el lenguaje y en el comportamiento el contenido de sus pensamientos, convicciones. conocimientos e intenciones, es una práctica vital universal totalmente espontánea, normal, fisiológica e indispensable para la existencia de la vida social, para la obra educativa, para la vida civil, política y religiosa de cualquier comunidad o civilización humana que apenas se haya levantado del estado bestial de los animales o de los homínidos sin razón a la dignidad de la conducta humana abierta a la vida del espíritu.
----------La actitud hacia la tradición debe ser regulada con prudencia y no siempre se toma la actitud correcta. Una tradición humana, como tal falible y extinguible, no se debe asumir mecánicamente en bloque acríticamente, presentando puramente y simplemente como motivo el que "siempre se ha hecho así", como suele decirse, sino que debe ser supervisada y sometida a verificaciones periódicas para controlar si ella sabe responder a las nuevas expectativas y desafíos o a las nuevas perspectivas de los tiempos.
----------La sana tradición normalmente presenta valores todavía actuales o siempre actuales que surgen del pasado, una herencia de valores dejada por los padres, para conservar y para mantener con cuidado y fidelidad sin cambiarlos ni deformarlos, pero existe también un excesivo apego a la tradición, que frena el progreso y favorece el atraso. Algunos promueven el progreso, pero otros lo frenan. Es necesario hacer de vez en cuando una verificación o revisión a la luz de una sana modernidad para ver cuáles mantener y cuáles abandonar.
----------El apego a tradiciones superadas puede estar dictado por pereza, intereses egoístas, insensibilidad a los signos de los tiempos, miedo a las novedades. Pero también el desprecio de la tradición puede ser signo de presunción, poca inteligencia y señal de soberbia. El apego a tradiciones superadas se encuentra en los ancianos por la dificultad que tienen para cambiar hábitos, sobre todo con respecto a la evolución y progreso de la tecnología o a las disposiciones contingentes de la autoridad social.
----------La rebelión contra la tradición se encuentra con frecuencia en los jóvenes indóciles a las enseñanzas de los ancianos y a las tradiciones de las cuales los ancianos son testigos. Esta rebelión se debe a la falta de fe en la enseñanza de los maestros, herederos de una antigua tradición cultural, ampliamente y largamente probada y comprobada por los buenos resultados que ella ha producido y que provienen del pasado. Esta actitud que es también una forma de inmadurez psicológica, es evidente en Descartes.
----------Acerca del respeto de la tradición y de lo tradicional, la ancianidad conlleva una ventaja espiritual y a la par una desventaja psicológica: ventaja espiritual gracias a la larga experiencia de vida, que supone normalmente un largo ejercicio en la virtud; desventaja psicológica en cuanto a que la psique del anciano está deteriorada, por lo cual provoca disturbios cognitivos, vacíos de memoria, desadaptación a la realidad, rigidez funcional y dificultad para obedecer a los comandos de la voluntad.
   
Lo que es la tradición en general
   
----------La tradición, en su concepto general, es el acto por el cual se transmite o se entrega o se consigna a otra persona, confiada con la tarea de custodiarlo intacto, un legado precioso, que a su vez se ha recibido, y también es el contenido de lo que viene transmitido.
----------La tradición es el acto de la transmisión fiel y concienzuda, a personas dignas, de un dato que es tradicional, es decir, un depósito precioso de valor perenne o al menos continuativo, que se ha recibido de los padres, se ha conservado y custodiado con cuidado sin alterarlo ni cambiarlo, y que por su preciosidad merece ser conservado y transmitido a las futuras generaciones.
----------El dato tradicional puede y debe, por la riqueza y profundidad de su contenido, ser cada vez mejor conocido. En sí mismo siempre permanece siendo el mismo: lo que cambia es el conocimiento cada vez mejor que se adquiere estudiándolo con atención. No puede ser aumentado en sí mismo, pero debe ser mejor conocido, es decir, debe ser aumentado el conocimiento que se tiene de él.
----------El dato tradicional es un patrimonio surgido en el pasado, que por lo tanto proviene del pasado, es necesario ir a buscarlo en el pasado, aunque también sea posible dar nacimiento en el presente a una tradición.
----------La tradición proviene del pasado, pero supuesto que ella se refiere a valores perennes, es necesario prestar atención a no creer que ella se refiere solo al pasado y no también al presente y al futuro, por lo cual sea lícito abandonarla como cosa pasada y ya no más actual, no ya a la altura de los tiempos, ya no adecuada para nuestro tiempo, como si negara las novedades y los progresos de nuestro tiempo o estuviera superada por nuestro tiempo. Lo que es perenne como los valores del espíritu no puede ser superado nunca porque es independiente del tiempo y está por encima del tiempo. Por eso siempre es bueno y en todos los tiempos.
----------Sin embargo, se supone que el conocimiento del dato tradicional que se tiene hoy es mejor que el del pasado, aunque puede suceder que sea peor debido a un mal conocimiento del dato porque se ha olvidado el contenido auténtico del dato tradicional. En efecto, existen tradiciones espúrias y tradiciones auténticas, también prescindiendo de su contenido válido o no válido. Tradición espúria o falsa es una tradición reciente que se da como antigua. Tradición auténtica es aquella que es presentada como antigua y es efectivamente antigua.
----------Para acoger la doctrina o el dato de la tradición es necesario tener confianza en el testimonio o testigo de la tradición, es necesario que él sea creíble, porque nos comunica cosas del pasado o cosas de fe que no pueden ser objeto de verificación experimental por nuestra parte o de demostración racional, es decir, de los datos históricos -hechos o doctrinas- que él mismo no ha conocido en persona o mediante demostración racional, sino que ha acogido por fe al maestro que le ha instruido.
----------Es necesario señalar, por otra parte, cómo el progreso de los estudios históricos, que trabajan sobre los documentos del pasado, desempeña a este respecto un precioso servicio, porque gracias a ellos conocemos cada vez mejor y con mayor certeza los verdaderos datos y contenidos de las tradiciones y, en consecuencia, tenemos la posibilidad de un mejor y más avanzado conocimiento de esos mismos contenidos.
----------A este respecto debemos reconocer cuánto ha sido de meritorio lo hecho por la crítica histórica de los iluministas del siglo XVIII en el purificar o corregir los datos de las tradiciones, aun cuando estuvieran animados por un espíritu irreligioso o de incredulidad, o bien se hayan mostrado prevenidos, miopes o sectarios o facciosos, desconociendo los datos auténticos de la tradición cristiana.
   
La tradición apostólica como fuente de la revelación cristiana
   
----------Cristo ha enseñado oralmente a los Apóstoles y ha predicado a las multitudes un cuerpo de doctrinas relativas al misterio de Dios y su plan de misericordia hacia el hombre. Ha constituido a los apóstoles, con Pedro a la cabeza, como maestros y guías en el conocimiento y la predicación de su doctrina.
----------Después de la muerte y ascensión del Señor, los apóstoles o sus inmediatos sucesores, habiendo considerado que fueron puestas por escrito las palabras del Señor, han favorecido y aprobado la iniciativa o han dado ellos mismos el encargo a algunos fieles particularmente preparados, de hacer este trabajo: han sido los evangelistas, los cuales han puesto por escrito lo que los apóstoles narraban o enseñaban oralmente, es decir, los contenidos de la tradición apostólica, que los apóstoles habían comenzado a transmitir a sus sucesores.
----------Los primeros Evangelistas fueron seguidos por san Pablo Apóstol con sus Epístolas, mientras que algunos de los mismos Apóstoles, san Pedro, san Juan, Santiago y san Judas, han pensado que era bueno contribuir también con sus Epístolas a este propósito de difundir el Evangelio en el mundo.
----------Así comenzó la sucesión apostólica, vale decir, el sucederse en el tiempo de un apóstol -el obispo- al precedente, sucesión apostólica estrechamente ligada a la transmisión del Evangelio, de generación en generación de obispos, sucesores de los apóstoles, hasta el fin del mundo.
----------El Nuevo Testamento no pone por escrito todos los contenidos de la tradición oral, por lo cual el Nuevo Testamento no es la única fuente de conocimiento de la revelación cristiana, sino que quedaron fuera otros contenidos, los cuales fueron puestos por escrito por los Santos Padres. Esta es la tradición patrística.
----------Por lo tanto, la tradición oral fue puesta por escrito no solo en el Nuevo Testamento, sino también por los Santos Padres. Hay, sin embargo, una marcada diferencia de autoridad: que la del Nuevo Testamento es doctrina ya confirmada por Pedro y por los sucesores de Pedro como Palabra de Dios o interpretación infalible de la Palabra de Dios, como verdadera y propia verdad de fe, mientras que la doctrina de los Padres refleja el dato tradicional de manera ciertamente autorizada, pero todavía necesitada de confirmación pontificia: solo producida tal confirmación por el Papa, deviene verdad de fe divina.
----------Por ejemplo, la creencia en la concepción inmaculada y asunción al cielo de María Santísima son un dato de la tradición patrística, y como tal objeto de fe en la autoridad de los Padres, pero solo muchos siglos después estas verdades, que no están contenidas en la Sagrada Escritura, sino solo en la Sagrada Tradición, se habrían de convertir en dogmas definidos por los Papas.
----------Los datos de la revelación no son, por lo tanto, solo los de la Escritura, sino también los de la sagrada Tradición, aunque no basta la tradición patrística para constituir la divina, sino que es necesario que esta tradición sea confirmada por el Papa, porque en la tradición patrística hay creencias que se han revelado erróneas, como por ejemplo la del primado del hombre sobre la mujer o la del limbo o la milenarista.
----------Cristo ha mandado predicar, no escribir. La tradición es ante todo predicación. La idea de poner por escrito ha sido óptima, pero el anuncio es ante todo oral, es palabra viviente y audible del apóstol presente, palabra del predicador, y el creer es en primer lugar escuchar antes que ser lectura.  ¡Cuántos analfabetos en la historia han sido más piadosos que doctísimos letrados!
----------Por eso, si por Tradición entendemos la transmisión de boca a boca de la palabra de Dios, entonces quiere decir que la verdad evangélica se esclarece en la palabra más que recurriendo al escrito. Es en el coloquio franco y fraterno que la Iglesia siempre ha resuelto las controversias acerca de la interpretación de la Palabra de Dios, más que haciendo apelación al escrito, aunque también el hacer apelación a la tradición escrita contra las posiciones de los Obispos o del Papa no parece eficaz, dado que son precisamente ellos los intérpretes de la tradición. El dato de la tradición es norma de fe no en base al simple juicio del fiel, sino solo aquel dato reconocido como tal por la Iglesia, ya que así deviene dogma de fe.
----------El Evangelio no es originariamente un escrito, sino que es una palabra puesta por escrito. Por ende, si surge una duda de interpretación, no basta con hacer referencia a lo escrito, sino que es necesario consultar al autor o a quien está por él, es decir los sucesores de los apóstoles.
----------Maravilla que Lutero, que tanto tenía en contra de los Romanos y se profesaba con tanto ardor discípulo de san Pablo, con su unilateral apego a la Escritura parece que hacía más referencia al burocrático verba volant, scripta manent, que al paulino "la letra mata, el Espíritu vivifica".
----------Por lo tanto, ¿quién es el tradicionalista? Creo que se pueda entender este atributo tanto en sentido positivo como en sentido negativo. Podríamos llamar benévolamente tradicionalista al católico que, en el pleno respeto de todas las verdades de fe, en comunión con el Papa y partícipe del actual camino de la Iglesia en la realización del Concilio Vaticano II, se siente, sin embargo, particularmente atraído por los valores tradicionales, tanto por su propensión subjetiva como por la necesidad que siente de un recupero de valores tradicionales olvidados, denigrados, despreciados.
----------Tenemos aquí el ejemplo del Siervo de Dios padre Tomás Tyn, de quien ya he hecho referencia en otros artículos de este blog, y a quien he llamado un "tradicionalista progresista" y también un "tradicionalista postconciliar". Uno se podría preguntar: ¿cómo es esto posible? ¿Cómo es posible ser tradicionalistas después del Concilio Vaticano II? ¡Es necesario ser progresistas! Ciertamente no es posible ser tradicionalista a la Lefebvre, pues esto es el ser tradicionalista en un sentido reprensible o condenable.
----------Ser fiel a la Tradición no pide el rechazo de las nuevas doctrinas del Concilio como si fueran desviaciones liberales, luteranas, masónicas o modernistas. Por el contrario, el tradicionalista a la manera del padre Tyn es aquel que se ha dado cuenta de que no existe ningún contraste entre las doctrinas del Concilio y las de la Tradición, salvo que se trate de usos, ideas o comportamientos, que la Iglesia misma ha abandonado.
----------Aquello de lo cual el tradicionalista postconciliar o tradicionalista progresista se da cuenta, es que en las doctrinas del Concilio Vaticano II los datos de la tradición no solo están confirmados, sino también mejor conocidos y son principio de una vida cristiana mejor y más santa.
----------El tradicionalista tyniano, a diferencia del lefebvriano para el cual progreso y modernidad son sinónimos de modernismo, mantiene la condena del modernismo, pero sabe distinguir al modernismo respecto de un sano amor por el progreso y por una sana modernidad. En efecto, ¿qué es el espíritu cristiano sino ese espíritu que renueva la faz de la tierra, el espíritu del hombre nuevo que ha mortificado al viejo, aquel hombre nuevo que "ha quitado la levadura vieja para ser masa nueva" (cf. 1 Cor 5,7)?
----------La paz en la Iglesia será alcanzada cuando esas dos fuerzas se den cuenta de que tradición y progreso, conservación y renovación están hechos los unos para los otros, cuando esas dos fuerzas comprendan que tienen necesidad la una de la otra y que se integran recíprocamente como los dos impulsos vitales esenciales del buen funcionamiento de la Iglesia, como por lo demás de cualquier sociedad: la fuerza que mantiene y defiende la identidad del sujeto y la fuerza que corrobora, desarrolla y expande la actividad del sujeto.
----------Las dos fuerzas son en sí mismas normales y fisiológicas: es necesario que no se absoluticen a si mismas demonizando al adversario, en el cual en cambio deben ver el necesario complemento. Todo depende de que estas dos fuerzas, en lugar de estar fuera de la sana doctrina, jueguen en lo interno de su recinto, así como dos corderitos pueden bien pelearse, siempre y cuando lo hagan dentro del redil de las ovejas, protegidos de las insidias de los lobos que están afuera.

6 comentarios:

  1. Excelente padre Filemón: es con un sentimiento mixto de tristeza y solo parcial sorpresa que me permito intervenir aquí tras su declaración de que existe un problema ( ? ) acerca de la tradición : traducción : si fuera así, el problema no es la tradición, es la moda, y más bien: ¡LAS modas! ¿Usted también cae en esto? He aquí el motivo de mi tristeza; (el divisor ...); luego, partiendo del colmo: arrodillarse ante la Santa Eucaristía y abrir la boca para comulgar el Cuerpo de Cristo ¿es tradición o es Fe? El demonio confunde hábilmente, querido padre! He citado la estrategia más pérfida perpetrada por satanás dentro de la liturgia de los modernos de las modas al novus ordo (olvidemos las guitarreadas y los bailes y las máscaras y los escenarios y shows en las Misas o incluso las homilías laico-paganas en los funerales): pagaremos, pagaremos, pagaremos, también por este nuestro NO QUERER VER, no querer CORREGIR: porque Dios existe indeterminadamente, infinitamente, immanentemente, existe en la misericordia (después de la conversión claro, pero que modernamente nunca se produce, digamos nunca...), existe en la Eucaristía; pero no existe en el pecado de la NEGLIGENCIA!!!

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    1. Estimado Fidel,
      es necesario que usted distinga, en las prácticas de nuestra vida católica, aquello que depende de la fe y aquello que depende de la disciplina litúrgico-eclesiástica.
      Lo que depende de la fe es objeto también de la Sagrada Tradición, la cual, junto con la Sagrada Escritura, es la fuente de la divina Revelación, que nos viene comunicada por el Magisterio de la Iglesia, intérprete tanto de la Tradición como de la Escritura.
      La Comunión en la boca y el arrodillarse en el momento de la Comunión es una práctica ciertamente loable, pero que no deriva de la fe. Ella, en cambio, ha sido establecida por la autoridad pastoral de la Iglesia en el campo litúrgico.
      Hoy por hoy, como usted bien debería saber, la Iglesia prefiere la Comunión en la mano y no le pide a los fieles que se arrodillen.
      Usted se pregunta: ¿por qué ha ocurrido este cambio? Porque se trata de una materia, que no es como la materia de fe, que es inmutable, sino que se trata de una práctica ceremonial donde la Iglesia ha recibido de Cristo el poder de conservar o cambiar a su discreción.
      Comprendo muy bien su indignación ante los abusos litúrgicos y las Misas modernistas. Pero esté atento y tenga cuidado de no confundir estos desórdenes con la celebración regular y devota del Novus Ordo Missae (especialmente en los días domingos y festivos), que hoy el papa Francisco pide a todos los católicos celebrar, para manifestar la unidad litúrgica en la Iglesia Católica Romana, unidad manifestativa de la unidad en la fe.
      En este punto de la Comunión, los fieles que desean la Comunión en la boca y quieren arrodillarse, son libres de hacerlo. Es muy importante no acusar de herejía a los fieles que reciben la comunión en la mano y estando de pie.
      Todo buen Párroco, celoso de las leyes de la Iglesia, debería acoger con mucho gusto también a los fieles que desean recibir la Comunión en la boca y se arrodillan.

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  2. Estimado padre, leyendo la estupenda carta de San Pablo a Filemón.... veo que Pablo habla del Evangelio, predica y vive el Evangelio... cuando aún durante su vida el Evangelio no había sido escrito.... Por lo tanto, para San Pablo el Evangelio es Cristo... todo esto dice mucho sobre la tradición oral de la predicación cristiana.

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      el hecho que usted señala es muy importante y nos hace comprender la importancia de la predicación. San Pablo también se remitía a la Escritura, aunque era simplemente el Antiguo Testamento. Sin embargo, usted sabe bien que la enseñanza de Jesús no es una ruptura, sino que está en continuidad con el Antiguo Testamento y conlleva un mejor conocimiento de la verdad, aunque Cristo abolió esas usanzas, esos ritos y esas normas del pueblo judío, que servían para acoger la venida del Señor.

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  3. Padre Filemón: ¿podría decirme usted cómo conciliaba el padre Tyn, la antigua doctrina sobre la tolerancia de los falsos cultos con la libertad religiosa?

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    1. Estimada Ana María,
      lo que puedo asegurarle al respecto es que la teología del P. Tomas Tyn estaba en plena consonancia con las doctrinas del Concilio Vaticano II.

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