sábado, 23 de noviembre de 2024

Los errores de Karl Rahner: Dios deviene

Tras el esclarecimiento y refutación de los errores de Rahner en el campo antropológico, comenzaremos a hacer ahora la misma tarea respecto a sus errores en el campo cristológico. Y ya en este primer artículo, advertiremos cómo el verdadero testimonio de fe en el dogma fundamental de la cristología nos lo da claramente el dogma del Concilio de Calcedonia y no Rahner. Rahner afirma que la ontología tiene necesidad de conformarse a la "verdad de fe" tal como él la entiende; pero no es así, por el simple hecho de que esa de Rahner no es una verdad de fe, sino una herejía. Por consiguiente, la ontología puede quedarse tranquila sin estar constreñida a pensar en las absurdidades e impiedades rahnerianas. [En la imagen: fragmento de "La Crucifixión", óleo sobre tela finalizado en 1930, obra de Pablo Picasso, conservado y expuesto en el Museo Nacional Picasso, París, Francia].

La que Rahner llama "verdad de fe" es una herejía
   
----------La concepción rahneriana de la encarnación está influenciada a la vez por una visual existencialista, despreciativa de las esencias e individualistamente y subjetivistamente apegada a la singularidad de la persona, así como por la cristología de Hegel, para la cual la dialéctica del Absoluto (naturaleza divina) desde el punto de vista del Absoluto implica auto-negación, posición del "otro" (naturaleza humana), negación del otro y retorno del Absoluto en sí mismo, mientras que, desde el punto de vista del hombre, tenemos auto-negación, auto-trascendencia, pasaje de la naturaleza humana a la naturaleza divina. En ambos casos la distinción de las naturalezas no está asegurada: en la visión existencialista se trata sólo de dos momentos abstractos del mismo sujeto humano; en la visión hegeliana de dos polos dialécticos del devenir del Absoluto.
----------El doble trasfondo teorético hegeliano y existencialista sobre el que basa Rahner su cristología, es posible entreverlo respectivamente en los dos momentos fundamentales de la concepción rahneriana de la Encarnación: la "autotrascendencia humana" y la "autocomunicación divina": "La historia del mundo y del espíritu con la historia de la autotrascendencia hacia la vida de Dios; y a su vez esta autotrascendencia, en su última y más sublime fase, se identifica con una absoluta autocomunicación de Dios, la cual expresa el mismo proceso visto desde la parte de Dios" (Ensayos de cristología, op.cit., p.169).
----------Es necesario recordar por otra parte que estos dos procesos dialécticos no se insertan en un cuadro ontológico realista, sino de tipo inmanentista, según los presupuestos metafísico-gnoseológicos rahnerianos, de tipo hegeliano, presentados al inicio de esta serie de artículos. Los cuales implican la identidad del ser con el pensamiento, y por tanto una visión metafísica monista de tipo idealista-panteísta.
----------Pero como hemos visto, el monismo rahneriano no es eternalista como el parmenídeo, sino hegeliano, o sea de tipo historicista, fundado no sobre el ser sino sobre el devenir. Por eso la identidad de las dos naturalezas no es una identidad pura y simple, sino que es pasaje de la una a la otra: Dios deviene hombre (Encarnación, "autocomunicación divina") y el hombre deviene Dios ("vida cristiana" o sobrenatural, "autotrascendencia").
----------Una visión de conjunto de la concepción rahneriana de la Encarnación, la tenemos en este pasaje de estricta marca hegeliana: "Pero sigue siendo verdad que el Logos se hizo hombre, que la historia del devenir de esta realidad humana fue su propia historia [de Dios], que nuestro tiempo fue el tiempo del eterno, que nuestra muerte fue la muerte del Dios inmortal. [...] Si miramos el hecho de la encarnación (que es el contenido de nuestra fe en el dogma fundamental de la cristiandad) con ojos límpidos y sin prejuicios tendremos que confesar lisa y llanamente que Dios puede devenir algo, que el que es inmutable en sí mismo puede también ser mutable en otro [...] En efecto, a fin de cuentas la verdad y el dogma dicen que el Logos, él mismo, se hizo hombre, y por tanto llegó a ser algo que (formaliter) no era desde siempre, y que eso que él llegó a ser en cuanto tal y por si mismo es una realidad de Dios. Si esto es una verdad de fe, la ontología debe regirse por ello [...], debe dejarse iluminar y disponerse a confesar que Dios, permaneciendo inmutable 'en sí', puede devenir 'en el otro', y que ambas afirmaciones tienen que ser hechas real y verdaderamente sobre el mismo Dios. [...] Lo absoluto o, mejor dicho, el Absoluto, dentro de la pura libertad de su infinita carencia de relación, que siempre conserva, tiene la posibilidad de llegar a ser otro, lo finito; la posibilidad de que, precisamente en cuanto y porque se aliena y se entrega hacia fuera, pone lo otro como su propia realidad" (citado por H.Küng, La Encarnación de Dios, Editorial Herder, Barcelona 1974, pp. 710-711; Küng no hace aquí más que citar varios pasajes de Karl Rahner en Escritos de Teología, tomados de varios tomos).
----------¿Qué quiere decir que Dios deviene "en el otro", aunque permaneciendo inmutable en sí mismo? Es una expresión contradictoria y sin sentido, que parece vanamente querer salvar, como se suele decir, "cabra y repollo". Se quiere mantener la inmutabilidad, pero se quiere salvar la mutabilidad. Pero como en la acción -ateniéndonos a la advertencia de nuestro Señor Jesucristo que no carecía de lógica- no se puede servir a dos señores, así preliminarmente en el pensamiento. Es necesario elegir.
----------Téngase en cuenta que el devenir no implica una relación a otro, sino que es un proceso inmanente a un solo sujeto, el cual en todo caso deviene otro, pero no deviene en otro. De todos modos, incluso admitiendo que se pueda hablar de devenir en otro -por ejemplo, el color del sol deviene en el sol-, se trate de devenir en sí mismo o de devenir en otro, Dios no deviene en absoluto.
----------"El fenómeno originario del que hay que partir no es el concepto de la asunción, el cual presupone ya la preexistencia de aquello que va a ser asumido y que sería añadido al asumente (cosa que jamás se consigue llevar a cabo con éxito, pues esa adición es rechazada por una inmutabilidad anti-dialéctica, entendida como una realidad fija y aislada en sí misma que lo otro no puede llegar a tocar). Más bien, para la fe el fenómeno primario es la auto-alienación, el devenir, la kénosis y la génesis de Dios mismo, que puede devenir y que, el poner lo otro que ha salido de él, se hace lo salido de él, sin tener que devenir en su propia y originaria mismidad" (citado por H.Küng, La Encarnación de Dios, op.cit., p.711).
----------Indudablemente esta interpretación rahneriana de la Encarnación parecería favorecida por las palabras mismas del cuarto Evangelista: "O Logos sarx eghéneto" (el Verbo devino carne). Y también la lengua alemana utiliza para traducir este pasaje la palabra Menschwerdung, correspondiente a nuestra Encarnación, que quiere decir "devenir-hombre". Pero ya san Pablo apóstol, hablando de la Encarnación, nos da la correcta interpretación de esta expresión joannea, hablando con mayor claridad de "asunción" de a naturaleza humana por parte del Logos divino ("asumió -élabon- la forma de siervo", Ef 2,7). De tal modo, las dos naturalezas permanecen distintas, como precisará el dogma de Calcedonia.
----------Se puede decir, si queremos, que con la Encarnación la naturaleza humana deviene "propiedad" de Dios, pero no en el sentido que devenga un atributo de la esencia divina, sino así como se dice que la esposa es propiedad del marido, dejando por tanto distintas las naturalezas, sin atribuir a la esencia divina lo que pertenece a la naturaleza humana, de lo contrario confundiríamos al hombre con Dios. Es entonces evidente que se puede decir que Dios deviene, sufre e incluso muere, según una antiquísima tradición totalmente ortodoxa, la cual aplica la ley retórica de la comunicación de los predicados (communicatio idiomatum).
----------Entre paréntesis, hago una aclaración: la communicatio idiomatum es aquella regla según la cual, cuando un sujeto tiene dos predicados expresando dos diferentes esencias o cualificaciones, es posible, suponiendo siempre pero haciendo silencio sobre el mismo sujeto, predicar una esencia de otra, poniendo la primera como predicado y la segunda como sujeto. Por ejemplo, puedo decir de un médico que es también pintor: ése médico es pintor; sin embargo, es evidente que no es pintor en cuanto médico, sino en cuanto se trata de la misma persona. Así puedo decir que Dios, en Cristo, deviene, no porque Dios pueda devenir, sino porque Cristo tiene una naturaleza humana, la cual de por sí deviene, mientras que el sujeto de las dos naturalezas es el mismo. Para más detalles y profundización sobre este tema, véase en este mismo blog la serie de artículos: La comunicación de los predicados como método para la interpretación del dogma.
----------Pero no tiene sentido que la naturaleza divina pueda cambiarse en naturaleza humana así como la crisálida deviene mariposa. Era ya ésta -¡otra que fe!- la herejía monofisita del monje Eutiques [378-454], condenada por la Iglesia ya desde los tiempos de san León Magno (cf. Denzinger 290, 292, 298, 300, 355, 364, 400, 402, 433, 444, 472, 519, 1345, 2529). Esto en efecto quiere decir falsificar tanto la naturaleza divina como la naturaleza humana. Quien ha contemplado "con ojo límpido" (para usar las palabras de Rahner) el misterio de la Encarnación ha sido por tanto el Concilio de Calcedonia y no Rahner.
----------Por tanto, el verdadero testimonio de fe en el dogma fundamental de la cristología nos lo da claramente el dogma de Calcedonia y no Rahner. La ontología no tiene necesidad de conformarse a la "verdad de fe" tal como la entiende Rahner, por el simple hecho de que esa de Rahner no es una verdad de fe, sino una herejía. Por consiguiente, la ontología puede quedarse tranquila sin estar constreñida a pensar en esas absurdidades y en esas impiedades con el pretexto de esa "verdad de fe".
----------Por consiguiente, debe quedarnos claro que un Dios que al mismo tiempo cambia y no cambia no tiene ningún sentido, sino que es un horrible insulto a la dignidad racional de la fe y a la dignidad misma de la razón humana, creada por Dios en armonía con la fe.
----------Así también, la referencia a la "kénosis" de Dios es otro brutísimo despropósito hegeliano que, desde el pensamiento protestante, recientemente se ha difundido lamentablemente también en ambientes católicos, convencidos de haber descubierto quién sabe cuál profundidad de la sabiduría paulina. Otra prueba de cómo hoy en campo ecuménico las cosas están andando al revés de como debieran. En lugar de ser los católicos en corregir a los protestantes, son éstos los que vienen a "corregir" a los católicos. Es conocida, en efecto, la usual referencia a la misma Carta a los Efesios donde, como he citado párrafos antes, Pablo habla con expresión audazmente enfática del Verbo que "se ha vaciado" (ekénosen).
----------Debería ser obvio si se tuviera un mínimo de buen sentido teológico que Pablo no entiende la "auto-alienación" hegeliana, cosa esa también privada de sentido y gravemente ofensiva de la dignidad divina, como si Dios fuera un barril de vino que se vacía. Sino que se trata de una fuerte expresión metafórica, como ya lo explicaba santo Tomás de Aquino, siempre según la comunicación de los predicados, para expresar la humildad de Cristo hombre obediente al Padre para la salvación del mundo. Así también, un término metafórico como "abnegación", que literalmente quiere decir "negación de sí", no quiere decir que alguien se suicida, sino que significa el olvidar los propios egoísmos para dedicarse a los otros.

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