martes, 26 de noviembre de 2024

Concepto del ser en Santo Tomás y en Heidegger (1/2)

No faltan en la actualidad quienes, con el pretexto de la trascendencia del misterio, de la incomprensibilidad y de la inefabilidad divina y bajo la apariencia de adhesión al lenguaje bíblico, se niegan a usar respecto a Dios categorías como las de causa, ente, ser, subsistencia, sustancia, naturaleza, esencia, aunque sean utilizadas por el dogma católico. Sucede así que su Dios deviene el misterio absoluto donde todo lo que hay que saber y entender es que se trata de un misterio, no conceptualizable, ininteligible, indecible e innominable, lo cual es una cómoda escapatoria para sustraerse a la obediencia a los divinos mandamientos formulados por Dios en los preceptos de la ley mosaica. Ellos invocan fácilmente el concepto del "ser", pero entendiéndolo mal o sin explicar lo que quieren decir con esta palabra. Son los rahnerianos, falsos tomistas, que se inspiran en Heidegger. [En la imagen: paisaje de las Compuertas, Luján de Cuyo, Mendoza].

"Yo Soy El Que Es" (Ex 3,14)
"Antes que existiera Abraham, Yo Soy" (Jn 8,58)
   
Introducción
   
----------El tema del ser es hoy objeto de interés sólo para algunos, mientras que para muchos otros es totalmente ajeno o extraño a su interés, y de hecho es un tema considerado con desprecio una vacuidad totalmente carente de sentido, y dicen que prestarle atención es una pérdida de tiempo y el signo de cerebros que se nutren de abstracciones y no viven en la realidad.
----------Los que así se expresan, no entienden que el interés por el ser es signo de la máxima atención y consideración por la realidad más concreta, objetiva e inmediata, es signo de realismo y de sincero amor por la verdad. No entienden que la máxima abstracción de este concepto es precisamente lo que permite a nuestra mente el abarcar, aunque muy imperfectamente e implícitamente, la totalidad de lo real y comprender todo, ya que es evidente que toda cosa existente es un ente que tiene el ser o un ente en acto el ser.
----------Muchos católicos hoy no se preocupan en absoluto de la relación precisa que nuestro Señor Jesucristo establece entre el concepto del ser y el concepto de Dios. Tales católicos no se dan cuenta de que el concepto de Dios es estrictamente dependiente de nuestro concepto del ser. Son aquellos que no entienden que interesarse por el ser es una introducción al interés teológico.
----------Algunos son sensibles al concepto de un Dios personal, que nos ama, nos habla, con el cual podemos hablar, un Dios sabio, providente, omnipotente, justo, misericordioso y salvador.
----------Otros, con el pretexto de la trascendencia del misterio, de la incomprensibilidad y de la inefabilidad divina y bajo color de adhesión al lenguaje bíblico, se niegan a usar a su respecto categorías como la de causa, ente, ser, subsistencia, sustancia, naturaleza, esencia, aunque sean utilizadas por el dogma católico.
----------Sucede así que su Dios deviene el misterio absoluto donde todo lo que hay que saber y entender es que se trata de un misterio, no conceptualizable, ininteligible, indecible e innominable, cómoda escapatoria para sustraerse a la obediencia a los divinos mandamientos formulados por Dios en los preceptos de la ley mosaica. Ellos invocan fácilmente el concepto del "ser", pero entendiéndolo mal o sin explicar lo que quieren decir con esta palabra. Son los rahnerianos, falsos tomistas, que se inspiran en Heidegger.
----------Usar el verbo ser, lo que inevitablemente hacemos todos en el lenguaje, no quiere decir aún tener un adecuado interés por el ser. Ciertamente, si usamos el verbo ser, sabemos lo que es el ser. Pero si nos detenemos aquí, quiere decir que no sabemos aún considerarlo por sí solo, por sí mismo, como merece, en sentido absoluto, sino que lo limitamos y lo conectamos solo con un sujeto y un predicado.
----------Decimos que el sol se ha puesto, que el sol está ya tras las montañas, que es tras las montañas. Ciertamente, ese "es" representa el ser, pero nos interesa solo porque nos interesa el sol y la puesta de sol. Nos limitamos a considerar el ente, algo que tiene el ser, un ser finito, una esencia distinta de la existencia, y no consideramos el ser como tal, el ser en sí mismo.
----------Observamos también que quien está desprovisto de todo interés por el ser no es el teísta, sino el ateo, porque Dios es el ser supremo, el creador del ser, es aquel ente cuya esencia es la de ser, es el ser hecho persona, es el mismo ser por sí subsistente, es aquel que es, es el ser absoluto, eterno e infinito.
----------Heidegger tiene razón en denunciar este vicio que nos impide realizar nuestra vocación de casa del ser y pastores y custodios del ser. Encerrados en nuestros conceptos no sabemos abandonarnos a la experiencia del ser. Abiertos por esencia al ser, nos cerramos al ser.
----------Estando así las cosas, no percibimos el llamado de lo sagrado que hace oír la voz del ser. Ya no sabemos ver en el ente la presencia silenciosa del ser. Ya no sabemos aprender lo que debemos aprender de la lección de la angustia, que nos lleva al descubrimiento del ser. Creemos que con la técnica somos los amos del ser, mientras que es el ser el que es el fundamento del ente.
----------Nacidos para pensar el ser, nos olvidamos del ser. Nacidos para contemplar la verdad del ser, nos encerramos en nuestro subjetivismo, en la cotidianidad, en la charlatanería, nos anulamos en el nihilismo, en la existencia inauténtica. Hechos para el ser nos dispersamos entre los entes. Aunque el ser aparezca, se desvele, nos ilumine y se manifieste, nos sustraemos a su presencia y a su llamada.
----------Lo que desgraciadamente en Heidegger nos hace caer los brazos es el hecho de que después de estas constataciones verdaderísimas e importantes, cuando llega el momento en que le pedimos que nos aclare qué quiere decir cuando habla de la relación del hombre con el ser, cuando le pedimos que nos diga quién es para él el hombre y qué es para él el ser, experimentamos una enorme desilusión.
----------Como veremos, de hecho, Heidegger pone entre el hombre y el ser una reciprocidad que no corresponde a la realidad: en realidad es el hombre quien depende del ser y no el ser el que depende del hombre. Heidegger da demasiado poder al hombre y demasiado poco al ser, por lo cual acaba por avalar y justificar eso mismo que critica, ese mismo estado de cosas que hace el objeto de su justa condena.
----------Si nuestro destino está en nuestras manos y no en las del ser, o sea en las de Dios, el hombre toma el puesto de Dios, pero nace un dios falso, porque entonces, dadas las miserias humanas que el hombre por sí solo no puede superar, sucede que, faltando el principio divino que solo asegura su superación, la verdad no podrá vencer el error, la bondad no podrá vencer la maldad, el amor no podrá vencer el odio, la vida no podrá vencer la muerte, la gracia no podrá quitar el pecado, la virtud no podrá remediar el vicio, sino que todo el espacio de la existencia será una victoria de la mentira, de la crueldad, de la prepotencia, de la injusticia, de la violencia, de la guerra, de la destrucción, del pecado y de la muerte, un verdadero infierno, por lo cual el Dios de esta vida horrible no podrá ser el verdadero Dios, sino que será el demonio. Así se entiende cómo Heidegger ha sido partidario del nazismo y el culmen de su especulación sobre el ser haya sido su apología del pensamiento de Nietzsche (véase: Nietzsche, Ediciones Destino, Barcelona 2000, dos tomos).
----------En 1947, Martín Heidegger, en el clima de amarga reflexión sobre la inmensa catástrofe y desgracia que el nazismo había causado a toda Europa y a la entera civilización humana con la segunda guerra mundial, publicó su famosa Carta sobre el humanismo, con la que parece querer redimensionar de alguna manera su inocultable pasado filonazi que había contribuido a la destrucción del humanismo, ofreciendo una piadosa meditación sobre la dignidad humana y sobre la necesidad de refundar el humanismo. Pero más allá del tono aparentemente humilde de quien debe responder al tribunal de la historia, Heidegger no renuncia a su visión de fondo que pone al hombre (y no a Dios) como fundamento y autor del ser.
----------Así Heidegger propone remedios que en lugar de eliminar el mal, lo confirman y lo agravan. La respuesta correcta a las correctas constataciones de Heidegger, el verdadero remedio, los encontramos en cambio en la concepción tomista del ser, fuente de una teología que nos presenta un Dios verdaderamente en su puesto, no como proyección del hombre, sino como creador y salvador del hombre.
   
Qué es el ser para santo Tomás de Aquino
   
----------Hay que tener presente que Heidegger tiene razón al decir que la metafísica occidental ha comenzado sus investigaciones preguntándose ¿qué es el ente? (¿ti to on?). La noción del ente-ser (sat) aparece en la metafísica india ya en el siglo XIV a.C., pero la India, a diferencia de Grecia, está interesada en el ser no como objeto de conceptualización ni de investigación racional, sino como totalidad absoluta, última, consciente y desvelada de la experiencia del yo.
----------El primero en occidente en poner en foco la noción de ser (einai) conjuntamente con el fundamental principio de identidad y no-contradicción ha sido Parménides. Pero su descubrimiento del ser opuesto al no-ser está bloqueado en una visión univocista-monista-panteísta-idealista, por lo cual Aristóteles, airado por tanta estupidez, no será capaz de rastrear en Parménides al descubridor del einai absoluto, sino que lo tachará como un confusionario trascendental que confunde todo con todo.
----------Tal como debemos decir ha hecho bien Aristóteles al interrogarse sobre la esencia del ente, así también debemos decir que es correcta la instancia heideggeriana de preguntarse cuál es la esencia del ser. Nosotros vemos lo real bajo el aspecto de la quididad. Sin embargo, es necesario que recordemos que no es el ser el que tiene una esencia, sino que es la esencia la que tiene el ser. Es necesario, por tanto, que sepamos ver el ser más allá de la esencia. En este sentido Heidegger coincide con santo Tomás de Aquino cuando dice que debemos saber pensar el ser más allá del ente y también sin el ente.
----------Sin embargo, es necesario hacer la observación de que Heidegger no se ha dado cuenta de que han sido en realidad los Padres de la Iglesia y santo Tomás los valorizadores del ser, conocedores por la divina Revelación del Nombre divino en Ex 3,14. Sin embargo, lo más probable es que Heidegger supiera de este descubrimiento, pero no ha estado de acuerdo con la concepción tomista-cristiana del ser. Así, Heidegger ha preferido la concepción parmenídea, que él ha mezclado con la de Heráclito y de Anaximandro y luego subsecuentemente con la de Descartes, Fichte, Schelling, Hegel, Hölderlin y Nietzsche.
----------Por otra parte, el Aquinate nos advierte que no podemos reducir el ser a una esencia o concebirlo como si fuera una esencia, porque entonces ya no distinguiríamos la esencia del ser, que es el acto de la esencia. La esencia es lo que el ente es, aquello por lo cual el ente es lo que es. El ser es aquello por lo cual el ente es o es en acto. Un ente o esencia sin el ser es simplemente posible; con el ser es actual.
----------Ahora bien, todos nosotros sabemos espontáneamente qué cosa es el ser, lo cual nos lleva al uso de la palabra "ser", que utilizamos cuando declinamos las palabras del verbo "ser". Nos formamos el concepto del ser cuando afirmamos el ser en la cópula del juicio. Del ser no se puede dar una definición por género y diferencia específica, porque no existe un género superior al ser, sino que es el ser mismo el que es superior a los géneros. Dos son los géneros máximos del ser: el sustancial y el accidental. Sin embargo, santo Tomás de Aquino lo define imperfectamente de varios modos, de los cuales encontramos una buena lista en textos del padre Fabro (cf. Tomismo e pensiero moderno, Edizioni PUL, Roma 1969, pp.104-112).
----------He aquí hay algunas citas: "Toda dignidad de cualquier cosa está en su ser" (Contra Gentes, I, c.28); el ser "es la perfección de lo existente" (Sum. Theol., I, q.14, a.4); "es acto del ente resultante de los principios de la cosa" (In III Sent., D.6, q.2, a.2); "toda cosa existe (est) por el hecho de tener el ser" (Contra Gentes, I, c.22); el ser es "la actualidad de toda forma y naturaleza. En efecto, no significamos que la bondad o la humanidad está en acto, sino porque tiene el ser" (eam esse).
----------"Es necesario, por tanto, que el ser sea confrontado con la esencia, como el acto a la potencia" (Sum. Theol., I, q.3, a.4); "el acto último es el mismo ser" (Compendium Theologiae, c.11); "el mismo ser es el acto último participable de todas las cosas; él en cambio, no participa de nada; por lo cual si existe algo que sea el mismo ser subsistente, como decimos de Dios, decimos que no participa de nada" (De anima, a.6, ad 2m).
----------Es claro que para santo Tomás el ser no es solo la actuación de la posibilidad, quizás gracias al acto creativo, por la cual la cosa existe y se encuentra en la realidad. Sino que para él el ser es una perfección absoluta, por cuenta propia, que se añade en la realidad a la esencia de la cosa.
----------¿Y por qué esto? Porque santo Tomás de Aquino sabe muy bien que el ser es el Nombre divino: Dios mismo es el ipsum Esse. Por eso el ser no es sólo el existir en la realidad, sino que es realidad él mismo, aún más realidad que la esencia, la cual respecto a él es como potencia respecto al acto. La esencia creada no tiene el ser por esencia; esto pertenece solo a Dios.
----------Por eso, a fin de que la esencia exista en la realidad, es necesario que Dios le done el ser, la haga ser, le añada el ser. El ser no puede sino ser causado por el ser. La esencia creada no tiene el ser por cuenta propia; lo tiene en cambio Dios. Y por eso Él es la causa del ser de la esencia creada, es decir, el creador.
----------El ser se distingue en "ser participante y ser subsistente" (existens, De substantiis separatis, c.9, n.94); el ser se distingue por lo tanto en ser por participación y ser por esencia.
----------Para Tomás el ente cuya esencia es la de ser -Dios- es el ente que no puede absolutamente no ser, el ser absolutamente necesario. El ente que puede no ser tiene una esencia distinta de su acto de ser. Es el ente contingente, la creatura, cuyo ser tiene su razón de ser en el ser divino.

4 comentarios:

  1. A la legua se ve que la ilustración no es foto, es un cuadro de Guillermo Butler. Créditos a quien corresponde, sin ideologismos sectarios.

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    1. Si usted lo dice, Pintor, así será. Yo sólo la tomé de una web de vinos:
      https://elplanetaurbano.com/2023/09/las-compuertas-en-lujan-de-cuyo-se-expresa-en-este-nuevo-blend-de-tintas/ (publicidad sin cargo).

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  2. Su artículo me ha hecho venir serias dudas sobre mi fe... a menudo tengo presente el amor de Dios, Su Misericordia, Su Justicia.... pero en cuanto al ser... lamentablemente... a menudo sobrevuelo... ¿lo mío no será un fideísmo hipócrita? Usted me ha puesto en crisis pero seguramente esto es positivo....

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  3. Estimado Padre, estas notas metafísicas... me cuestan... Mi interés llega hasta sus notas sobre Rahner, que me parecen interesantísimas. Pero... cuando publica estas cuestiones metafísicas, si le soy sincero, me cuesta seguirlo.

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