La melancolía morbosa no es el estado de ánimo adecuado para preparar y esperar las intuiciones geniales, y menos para disponernos a la experiencia de la verdad divina. En efecto, para que esto suceda, es necesario que el alma esté en perfecta quietud y serenidad. Por lo tanto, el estado melancólico de por sí es más bien un obstáculo: no es en absoluto de esta melancolía de donde viene la luz y la bienaventuranza, sino de un alma purificada, serena y ordenada, lo que se logra venciendo y no dando espacio a la melancolía malsana, pidiendo y recibiendo el perdón divino y la divina misericordia. [En la imagen: fragmento de "Melancholia", grabado de Albrecht Dürer, que forma parte de la serie Estampas Maestras realizada en 1514. El grabado es conservado y expuesto en la Galería Nacional de Arte de Karlsruhe, Alemania].
Origen del nombre y del concepto
----------En un clima social y eclesial como el actual, en el cual vemos fotos de individuos, grupos, comunidades, familias, religiosos, sacerdotes, obispos, cardenales, hasta el Papa, riendo a carcajada en un clima de fiesta, oímos continuamente a los predicadores proclamar que la vida cristiana es alegría, que es necesario vivir en la alegría, aún así, sin embargo siguen existiendo los melancólicos, los tristes, los llorones, los atormentados, los desesperados, los perdidos, los desorientados, incluso entre los mismos jóvenes, hasta tener noticias frecuentes de suicidios u homicidios o matanzas aterradoras, aparte de las guerras en curso, síntomas evidentes de un radical vacío de ideales, de una total ausencia de valores bajo un manto de libertad, sin ningún freno moral, sin la guarnición de ninguna disciplina y sin la mirada a ninguna verdad.
----------Entre todos estos males, con intención obviamente constructiva, elijo aquí uno, un mal sutil del espíritu y de la psique, del cual en cambio algunos sacan un gusto morboso y malsano, un mal que por tanto es necesario corregir con oportunos instrumentos teóricos, prácticos y educativos.
----------Hablo de la melancolía, la cual, y ya es necesario hacer la precisión de que, respecto a un modo genérico y frecuente de hablar de melancolía, aquí me refiero ante todo a una muy precisa enfermedad psíquica, materia de la psicopatología, un estado psíquico caracterizado por una alteración patológica del tono del humor, con varios fenómenos característicos o concomitantes o sintomáticos no siempre todos presentes, como una tristeza irrazonable, inapetencia, insomnio, abulia, apatía, pérdida de todo interés e iniciativa, inercia, disgusto, a veces acompañada de ansia, y con inhibición de toda la vida intelectual.
----------El término griego melancolía se encuentra por primera vez en el Corpus Hippocraticum (siglo V a.C.). Es un término compuesto de μέλας (melas), "oscuro, negro", y χολή (kholé), "bilis", por lo tanto el famoso "humor negro". Más tardía es la unión del término melancolicós con el término dysforía para indicar genéricamente los estados de ánimo de tristeza y de abatimiento, estados que -según la doctrina humoral hipocrática- están en relación con las alteraciones y los movimientos de la bilis en el cuerpo. El pensamiento psicopatológico más sistemático sobre la melancolía y sobre sus relaciones con otros cuadros psíquicos es el de Areteo de Capadocia [siglo II d.C.], que describe la tristeza, la dejadez, el desánimo, la desesperanza, la pérdida del tono vital, el sentimiento de vacío y la tendencia al suicidio.
----------Areteo reconoce la relación, aunque se trate de una relación parcial, de la melancolía con la manía, con los episodios de un estado a otro y su desarrollo periódico y gradual en el tiempo. La distinción de la melancolía de los "frenesís", es decir, de los trastornos psíquicos febriles, se encuentra por primera vez en Dorano de Éfeso (alrededor del año 100 d.C.), mientras que Galeno [siglo II a.C] desarrollaba sobre todo los conceptos patogénicos de la melancolía, en relación al estómago y al hipocondrio.
----------En el Medioevo la melancolía viene vista como acedia (acidia), es decir, como vicio moral, como fastidio, ceguera y descuido o dejadez por las cosas espirituales y, por tanto, era considerada una culpa moral, un pecado, pasible de sanción penal y procedimientos disciplinares. Faltaba la conciencia moderna de las bases y de las causas orgánico-neurológicas de la melancolía. De ahí la expresión moderna "agotamiento nervioso" y, naturalmente en aquel tiempo, la ausencia de psicofármacos y de cuidados psiquiátricos apropiados. Se la consideraba simplemente en oposición a las virtudes contrarias de la diligencia, de la laboriosidad, del celo, de la generosidad, del compromiso social y del interés por las cosas del espíritu.
----------Ubicándonos ya en la modernidad, en la Psiquiatría francesa de principios del siglo XIX se habla de lipemanía: J.P. Falret es el primero en hablar de "folie circulaire" (1851), mientras que J.G.F. Baillarger habla de "folie á double forme" (1854). Se debe a E. Kreepelin (1883) la primera sistematización de la melancolía, ya sea como forma simple o bien sea como psicosis periódica circular o ciclotímica o bipolar (psicosis maníaco-depresiva) y su clara distinción de las otras enfermedades mentales. Las primeras concepciones de Freud sobre la génesis de la melancolía se remontan a 1916.
----------La melancolía, si es alterna, es un trastorno o perturbación del humor o estado de ánimo que se caracteriza por cambios anormales del humor, de la energía y del nivel de actividad desarrollada en el arco de un día. En fases de fuerte descompensación es necesario un ingreso hospitalario ya que tanto los estados maníacos, como sobre todo las fases depresivas, tienden a ser muy pesados.
----------Quien sufre de perturbación o trastorno bipolar muestra de hecho, de manera alternada, episodios de excitación (elevación del tono del humor) seguidos por episodios depresivos. La melancolía puede ser favorecida por la asunción de ideas catastróficas, desalentadoras o pesimistas, como por ejemplo el nihilismo de Leopardi o las ideas del existencialismo ateo de Sartre. En su época estaba de moda una canción cantada por Jiuliette Gréco, "Bonjour tristesse", tomada de un cuento de Françoise Sagan.
----------Los estados de sobreexcitación o de autoexaltación o de megalomanía o de mitomanía, surgen de la asunción de ideas panteístas, holísticas o monísticas, para las cuales la autoconciencia o el yo empírico aparece como la aparición finita fenoménica del Uno, del Entero o de la totalidad del ser.
Melancolía como psicosis y tristeza como vicio moral
----------Puede ser útil distinguir la melancolía de la tristeza (estoy hablando de la distinción entre aquellos estados que en lengua italiana se expresan con dos palabras que suenan parecido: melanconia y malinconia), aunque se trate en ambos casos de estados de ánimo depresivos, donde la primera es una inclinación psicopatológica involuntaria a base orgánica, mientras que la segunda es un estado de ánimo voluntario y vicioso, caracterizado por una tristeza causada por el apego al pecado y por el disgusto por las cosas espirituales.
----------El sujeto busca entonces una compensación en los placeres carnales. Es lo que san Pablo llama "tristeza según el mundo" (2 Cor 7,10). Existe, en cambio, una tristeza o, si queremos, una melarchía saludable, la que san Pablo llama "según Dios, que produce un arrepentimiento" (ibíd.). Es el pesar de haber pecado acompañado por el propósito de no pecar más y por la esperanza en el perdón divino.
----------Para algunos, el genio, vale decir, la virtud de la genialidad, o la inspiración genial, nace de la melancolía. Sería el furor del cual habla Agripa de Nettesheim [1486-1535] en su Occulta philosophia como tercer grado de la melancolía, aquel intelectual de las visiones divinas. Los "heroicos furores" de los cuales habla Giordano Bruno [1548-1600], quien era asiduo lector de Agripa, ciertamente tienen la misma raíz. Albrecht Dürer [1471-1528] probablemente en su grabado "Melancholia" se remita a la concepción de Agripa. En efecto, se ve un ángel con la mirada fija en el vacío con una expresión de cara absolutamente fría, evidentemente no contenta ni feliz.
----------¿Cómo le ha venido en mente a Agripa asociar la melancolía con la visión divina? ¿Por qué la visión divina, que debería dar una alegría intensísima, aquí es asociada a la tristeza? No es la tristeza de quien, siendo inocente, padece injusticia. Esta tristeza, como la tristeza de Cristo en el huerto, tiene la prenda de la alegría futura y subtiende la paz del alma unida a Dios, sino que es la tristeza de haber perdido irreparablemente algo que es imposible recuperar. Es la tristeza de quien ha pecado, pero no se arrepiente, por lo cual, en el gozo de haber satisfecho su propio orgullo, ha perdido la esperanza del perdón divino.
----------Con este trasfondo de ideas escribió Agripa su Occulta philosophia en la cual, por una parte, garantizaba la posibilidad de la visión del Absoluto más allá de todo concepto, pero, por otra parte, escribió un tratado para sostener la vanidad de todas las ciencias, dando con ello muestra de un desenfrenado escepticismo. La obra fue condenada por la Sorbona; pero bastaba que le hubieran dicho: si pones en duda el valor de todas las ciencias, entonces debes negar que lo que dices tiene un valor científico.
----------En realidad, la tesis según la cual la genialidad nacería de la melancolía, a la cual por tanto le sería dada una función positiva, es una tesis totalmente absurda, descabellada. La verdadera genialidad supone cuanto de más opuesto se puede pensar a la melancolía: supone extraordinaria energía, vitalidad, fertilidad, intuitividad, productividad e iniciativa psicoemotivas, intelectuales y voluntarias.
----------En cuanto a lo que es necesario para desarrollar el saber o ver teológico o místico, esto no supone necesariamente la genialidad, sino una recta fe, la sabiduría, la pureza de la conciencia moral y la piedad religiosa. Si por melancolía entendemos propiamente la tristeza y un cierto desaliento o desánimo, pues bien, aquí puede ocasionalmente insertarse la mala melancolía, que mejor debería ser llamada el vicio de la tristeza, pero que luego, lejos de tener que ser alimentada, es necesario ahuyentar con fuerza según el consejo de san Felipe Neri: "escrúpulos y tristeza fuera de mi casa!" (scrupoli e malinconia fuori di casa mia!). Cuanto más sentimos en nosotros la presencia de Dios, tanto más desaparece toda mala tristeza como la niebla desaparece ante el sol, y entra así una alegría pura sin sombras y sin condiciones.
----------La tristeza del melancólico no es, como algunos creen, inmotivada o infundada. Digamos más bien que ella no tiene motivos razonables, pero ciertamente los motivos están ahí y son los que he indicado anteriormente: motivos que son orgánicos en la melancolía como patología. Aquí sucede que el melancólico se esfuerza por aclarar y discernir estos motivos, signo del debilitamiento del tono psíquico propio de la melancolía, para lo cual el sujeto se esfuerza extremadamente en analizarse a sí mismo.
----------O bien para la melancolía se dan motivos morales, si la tristeza es voluntaria y tal vez fundada en falsas ideas como las expuestas anteriormente del "genio" o de Agripa. En ese caso, la tristeza, la mala tristeza, se configura como un pecado de orgullo. Aquí falta humildad; el triste es un impenitente sin interés en obtener el perdón divino o bien está fijado en la idea de que Dios lo condene.
----------En tal caso, el triste impenitente busca entonces una compensación en el frecuente asumir tonos altaneros y exhibicionistas o burlones o payasescos, o muestra una alegría forzada e indiscreta, perdiéndose y disipándose en cosas inútiles o vanas. Pero él mismo se da cuenta de que meramente está recitando un guión, de que no vive la realidad y él sólo está actuando en una comedia.
----------El melancólico pasa a menudo, por reacción desesperada, de un estado que comporta una sensación de culpabilidad, de depresión y de extrema debilidad psíquica, en el cual todo le parece insensato y en el cual nada le interesa y nada atrae su voluntad, a un estado eufórico de sobreexcitación en el que se percibe totalmente inocente y poseedor y fruyente de la totalidad del ser y del absoluto.
Remedios
----------No me detengo aquí, por supuesto, en la cura o tratamiento psiquiátrico, el cual no es de mi competencia. Abordo en cambio brevemente el aspecto moral. Al respecto, lo primero que hay que hacer es lo que ya he dicho: es necesario aclarar que la educación o anagogía de la mente, con el fin de hacerla apta, dócil, abierta y disponible al despliegue del máximo de sus fuerzas, para que ella pueda ser iluminada por Dios por cuanto le es posible a sus capacidades, no tiene necesidad tanto de la genialidad, concepto pagano ligado a la magia, aunque no esté privado de valor, sino más bien de la sabiduría, la hokmá bíblica, el gusto de las cosas divinas, la sofía, virtud del intelecto descubierta por Aristóteles.
----------Esa tristeza o melancolía por la cual nos afligimos o sentimos dolor por las culpas cometidas, es saludable y contribuye a la adquisición de la sabiduría. Es útil esa tristeza por la cual nos decimos a nosotros mismos: ¡qué bueno y bello hubiera sido si hubiera evitado ese pecado! Pero ¿cómo he podido tener la necedad de cometerlo? He perdido una ocasión para actuar bien, que ya he perdido para siempre.
----------Sin embargo, es necesario moderar este lamento con actos de arrepentimiento y de esperanza en la misericordia de Dios, ofreciendo a Dios éste nuestro mismo lamento en descuento por nuestro pecado. Entonces volvemos a sentir un Dios benévolo; el alma se serena y se calma, porque en un estado de ánimo turbado por la tristeza y por el pesar, no existe la tranquilidad suficiente para recibir la luz divina.
----------También el hecho de tener un temperamento triste o melancólico puede devenir en ventaja en la adquisición de la sabiduría, si ofrecemos a Dios este sufrimiento en descuento por nuestros pecados.
----------Para Agripa de Nettesheim la melancolía consiste en el "crepúsculo de un espíritu que no logra expulsar los pensamientos a las tinieblas, ni conducirlos a la luz". Es una buena observación acerca del malestar o incomodidad del espíritu humano asediado por una parte por malos pensamientos que no logra expulsar y, por otra, frustrado en su esfuerzo para sacar a la luz la verdad.
----------Sin embargo, no es éste el estado de ánimo adecuado para preparar y esperar las intuiciones geniales, y menos para la experiencia de la verdad divina. En efecto, para que esto suceda, es necesario que el alma esté en perfecta quietud y serenidad. Por lo tanto, el estado melancólico de por sí es más bien un obstáculo: no es en absoluto de esta melancolía de donde viene la luz y la bienaventuranza, sino de un alma purificada, serena y ordenada, lo que se logra venciendo a la melancolía, y no dando espacio a la melancolía malsana, pidiendo y recibiendo el perdón divino y la divina misericordia.
En la tristeza y en la amargura vividas a causa de los dolores de esta vida está escondida una alegría misteriosa, sutil, discreta pero verdadera y profunda. Es, creo, la alegría de la Gracia, del consuelo de Cristo, manso y humilde de corazón por el cual la cruz se hace ligera y el yugo soportable.... la alegría que se experimenta entre las lágrimas levantando los ojos al cielo y contemplando la sonrisa de Dios.
ResponderEliminarEstimada Rosa Luisa,
Eliminarme complacen estos pensamientos ,que denotan un alma habituada a dar un significado cristiano al sufrimiento.