Cuando estamos a las vísperas de la celebración de los 1700 años del Primer Concilio de Nicea, todavía existen teólogos que, fruto de la utilización de filosofías carentes e incompatibles con la fe cristiana, no distinguen que una cosa es el concepto de persona como sustancia y otra cosa distinta es el concepto de persona como relación (de hecho, ésta es una distinción fundamental para el diálogo doctrinal interreligioso con los musulmanes). Tomando ocasión de la reciente publicación de un artículo en una revista teológica, hago un breve repaso a la así llamada "ontología trinitaria", sobre la cual hemos tratado en artículos precedentes. [En la imagen: fragmento del fresco representando al I Concilio de Nicea, en la iglesia bizantina de Stavropoleos, Bucarest, Rumania].
El equívoco de la llamada "ontología trinitaria"
Consubstantialem Patri
Exaltavit humiles
----------El año próximo, 2025, se cumplen 1700 años del Primer Concilio de Nicea, y de hecho el papa Francisco ha manifestado sus deseos de que quiere celebrar este aniversario de manera especial, con la esperanza de saludables y verdaderos frutos para el Pueblo de Dios.
----------Entre los principales logros del Primer Concilio de Nicea, se cuentan la resolución de la cuestión cristológica acerca de la naturaleza del Hijo de Dios y su relación con Dios Padre, la redacción de la primera parte del Símbolo niceno (primera doctrina cristiana uniforme), el establecimiento del cumplimiento uniforme de la fecha de la Pascua, y la promulgación del primer derecho canónico.
----------En el primer número de este año del periódico PATH de la Pontificia Academia Teológica, ha aparecido un artículo de Giulio Maspero, titulado De la ontología de Nicea a la ontología trinitaria, cuya tesis, intención y tarea propuesta por el autor, se presentan en sus últimas palabras del artículo:
----------"Afrontar los desafíos planteados por la post-modernidad a partir de la ontología de Nicea y del camino teológico que ha llevado a reconocer la compenetración de relaciones y sustancia en el Dios unitrino puede verdaderamente permitir dar respuesta a la dimensión aporética de la metafísica clásica y a los esfuerzos que la modernidad ha implementado para superarla" (p.70).
----------Hago la observación, ante todo, que la clarificación post-nicena del misterio trinitario no ha sido efecto de un "camino teológico", sino de un progreso dogmático, y un progreso dogmático según el cual en el Concilio de Florencia [1438-1445] la Iglesia no ha enseñado ninguna "compenetración de relaciones y sustancia en el Dios unitrino", sino al contrario ha distinguido bien: 1. la sustancia o naturaleza divina, donde "omnia sunt unum" (Denz.1330), es decir todos los atributos divinos se identifican entre sí en la infinita simplicidad de la naturaleza o esencia divina, respecto de: 2. la persona divina ("relationis").
----------Ciertamente Dios, la única y misma sustancia divina, es Padre, Hijo y Espíritu Santo, es tres personas; pero esto no autoriza a confundir el concepto de Dios o de naturaleza divina, que es, como dirá el Concilio Vaticano I, "una singularis, simplex omnino et incommutabilis substantia" (Denz.3001), con el concepto de persona divina, que no es sustancia sino que es relación subsistente ("relationis oppositio", Denz.1330).
----------Este hecho hace, ciertamente, que exista una diferencia esencial entre nuestro ser persona y la persona divina en relación a la categoría de la relación. En nosotros la relación con el otro es un accidente, por el cual yo tengo una relación con alguien o con algo. En cambio, en Dios la relación no se añade a la paternidad como si fuera un accidente, sino que es subsistente, esto para decir que el Padre no tiene una relación con el Hijo, casi como si fuera una sustancia como nuestra persona, sino que es relación con el Hijo. Toda la esencia del Padre está en el ser. Él no es como uno de nosotros que primero no es padre y luego se convierte en padre, sino que es Padre por esencia y ab aeterno.
----------En segundo lugar, la metafísica moderna en su aspecto válido, es decir no la idealista hegeliana de origen cartesiano, sino la filosofía realista aristotélica desarrollada por el tomismo moderno, no supera ni resuelve para nada una supuesta "dimensión aporética de la metafísica clásica", si con esta expresión se quiere decir la metafísica aristotélica, en la cual, por mucho que Severino lo diga y parezca decir el mismo Maspero, no existe ninguna contradicción, ningún nihilismo o ningún dualismo, sino que al contrario, confirma esa metafísica, porque sobre ella se funda, de ella parte y a ella perfecciona sirviéndose de aquellos aportes válidos de la modernidad y del propio idealismo alemán.
----------Por el contrario, es la metafísica moderna nacida de Descartes la que viene a ser aporética, con su identificación del pensamiento con el ser, metafísica que ha llegado a las extremas consecuencias en Hegel, que ha corrompido la metafísica clásica de modo de crear una situación teorética insostenible, responsable en el siglo pasado del derrumbe de los valores morales, causa a su vez de las dos guerras mundiales.
----------La posición metafísica de Maspero se asemeja a la de Gustavo Bontadini: entrambos ven en la metafísica "moderna", evidente referencia a la línea Descartes-Hegel, el superamiento conciliador y unificador de la "aporía" de la metafísica clásica, es decir la realista, aristotélica, utilizada en Nicea. Ciertamente, ninguno de los dos reniega del realismo de manera absoluta, sabiendo bien, como católicos, que es la gnoseología aprobada por la Iglesia recomendando la doctrina de santo Tomás.
----------La diferencia está en el hecho de que mientras Maspero propone una metafísica del ser como relación de la conciencia a la conciencia, Bontadini propone una metafísica de la "unidad de la experiencia del ser" como ser fenomenológico correlato de conciencia, inspirado en Parmenides y llama a esta metafísica "neoclásica", encontrando en Parmenides el origen primero del idealismo como identidad de pensamiento y ser, que sin embargo Bontadini considera "irrefutable", porque para él el pensamiento es "intrascendible".
----------Bontadini no tiene una ontología trinitaria porque sabe como católico que la Trinidad de las personas divinas es objeto de fe y, por consiguiente, es objeto de la teología dogmática y no de la ontología. Maspero, en cambio, cae bajo la órbita de Hegel, aunque su proyecto ya había sido intentado en el siglo XIX por teólogos católicos como Günther, Hermes y Frohschammer, pero fue desautorizado por el beato Pío IX. Objeto de la ontología es el ente, que es principalmente sustancia y no relación, que es un accidente de la sustancia. Y si la metafísica llega a saber que existe Dios, no se trata ciertamente del Dios trinitario, sino solo de aquel Dios que es descubierto por la razón.
----------La metafísica no sabe nada del hecho de que la relación pueda ser elevada al rango de subsistente, casi como si fuera una sustancia y por consiguiente no puede en absoluto demostrarlo. Pero Dios, que abaja a los soberbios y eleva a los humildes, se ha complacido en servirse del más bajo de todos los entes, es decir la relación, para representar incluso a la Persona divina, la cual en Dios no es una sustancia, porque sustancia es solo la naturaleza divina, sino que es relación subsistente. Por lo tanto, el ente trinitario ciertamente existe, pero esto solo lo sabemos por la fe, por lo cual es objeto de fe y no puede ser objeto de razón o sea de la metafísica.
----------Si se puede hablar de la presencia de una triada en el ente metafísico, ésta es la composición del sujeto, esencia y ser, por lo cual decimos que el ente es lo que tiene una esencia en acto de ser.
----------El ente trinitario no es el ente como tal, ¡sino el ente divino! Es Dios y no el ente simpliciter propio de la metafísica, sino que es el ente sumo y supremo, que es una naturaleza, no una naturaleza cualquiera, sino la naturaleza divina, que es una en tres personas.
----------Ciertamente el ente es analógico, es decir uno y múltiple. Pero esto no quiere en absoluto decir uno de esencia y trino de personas. La unidad en la multiplicidad propia del ente metafísico y trascendental, remite al hecho que como dice Aristóteles, "el ente se dice de muchos modos". Es diversificado, diferenciado. Tiene más significados similares o disímiles entre sí, según diferentes proporciones, grados y modalidades de ser, y todas variadamente convergentes hacia un único significado, de imperfecta no unívoca unidad, hasta un ente sumo analogado al vértice de una pluralidad de analogados inferiores.
----------En conclusión tiene sentido hablar de una teología trinitaria, de una antropología y de una ética trinitaria, porque aquí tenemos sujetos que tienen relación con la Trinidad: o en cuanto Dios es ciertamente las tres Personas divinas, o en cuanto el hombre realiza la voluntad divina, que él sea y actúe como hijo del Padre, imagen del Hijo y movido por el Espíritu Santo.
¡Muchas gracias, padre Filemón!
ResponderEliminarPermanezco asombrado, como simple lector, de lo alto que puede ser el pensamiento teológico. Hace un tiempo, leí por casualidad un texto del entonces cardenal Ratzinger, donde aprendí por primera vez que la definición de 'persona' es todavía objeto de discusión en teología, o al menos así creo haber entendido.
ResponderEliminarEstimado Alejandro,
Eliminarla noción de persona ha sido formulada por primera vez por Boecio, quien la definió así: "La subsistencia individual de una naturaleza racional".
Cuando surgió la cuestión de definir las personas divinas, y esto ya sucedió con san Agustín de Hipona, los teólogos comenzaron a preguntarse cómo se podía definir la persona divina. El Concilio de Calcedonia ya había definido que Cristo es una persona divina en dos naturalezas. Se comenzzó por preguntarse si la persona divina se podía considerar una sustancia. Pero el Concilio de Nicea lo prohibió, porque llamó sustancia no a la persona divina, sino a la naturaleza divina.
Entonces, ¿qué categoría usar para definir la persona divina? San Agustín tuvo la idea genial de definirla una relación subsistente. Esta definición fue aceptada por el Concilio de Florencia en 1442.
Hoy se está produciendo una gran discusión por el hecho de que se ha vuelto a discutir sobre lo que es la dignidad de la persona humana. Algunos consideran que, como la persona divina es una relación, entonces la persona humana también debería ser una relación.
Esta idea en principio parece muy bella, porque subraya aquello que debería ser el compromiso social de la persona. Sin embargo, el hecho es que la persona humana en sí misma es una sustancia, tal como la ha definido Boecio, definición de alguna manera retomada por el Concilio de Viennes de 1312, que define al alma humana "forma sustancial del cuerpo".
Entonces, ¿qué es lo que podemos discutir hoy? Podríamos tomar como ejemplo la cuestión de los homosexuales. A este respecto, la Iglesia se preocupa de distinguir la persona del pecador de los pecados que la persona comete. Esto supone la distinción entre la persona y sus relaciones, porque, mientras que la persona es creada por Dios con una altísima dignidad, la persona tiene la facultad de tener con los demás relaciones sanas o pecaminosas, o tiene la facultad de relacionarse o no relacionarse.
De esto nosotros entendemos que resolver la persona en la relación es cosa equivocada, porque conlleva el riesgo de resolver la persona en la relación o en el pecado que comete, y esto es cosa injusta porque lleva a ignorar los lados buenos de la persona.
La discusión entonces es con aquellos que se obstinan en negar esta distinción y por lo tanto se oponen a los documentos pastorales de la Iglesia, que en cambio están basados en esta distinción.