jueves, 25 de septiembre de 2025

El Papa en entrevista: palabras privadas, no enseñanza oficial

¿Toda palabra del Papa es magisterio? ¿Qué ocurre cuando un periodista convierte una conversación privada en “doctrina oficial”? ¿Puede una entrevista improvisada pesar tanto como una encíclica? La confusión entre palabra personal y enseñanza pontificia no es un detalle menor: toca el corazón mismo de la fe y del discernimiento de los fieles. [En la imagen: el papa León XIV recientemente entrevistado por la periodista Elise Ann Allen].

“Conserva lo que se te ha confiado,
con la ayuda del Espíritu Santo
que habita en nosotros”, 2 Tim 1,14
   
El problema de las entrevistas papales
   
----------En las últimas décadas se ha vuelto ya muy habitual que los Romanos Pontífices concedan entrevistas a periodistas, en las que se expresan sobre cuestiones de fe, moral o actualidad. Es evidente y comprensible que a un Papa, cuando trata de modo simplemente improvisado, sobre todo con particulares y no con autoridades eclesiásticas o coram populo Dei, de temas que afectan a la fe o a la moral, le sea lícito hablar libremente, expresando sus opiniones privadas, o sus sentimientos del momento, o sus particulares influencias culturales escuchadas aquí y allá y, por lo tanto, no gozando en estos casos del munus doctrinal petrino, es decir, de esa infalibilidad de la cual el Papa hace uso cuando, como Sucesor de Pedro, pretende, en su magisterio ordinario o extraordinario, enseñar públicamente a la Iglesia universal la doctrina de la fe.
----------Esta práctica de las entrevistas papales, sin embargo, plantea un problema de fondo: ¿qué valor tienen esas palabras del Papa? ¿Constituyen magisterio o son simples opiniones privadas? La respuesta, desde el punto de vista teológico, es clara: las entrevistas papales no constituyen magisterio. El Papa, cuando habla de manera improvisada o en un contexto no oficial, no ejerce el munus docendi que le corresponde como Sucesor de Pedro. El siempre veraz magisterio pontificio se ejerce cuando el Papa, en cuanto Maestro de la Fe y Pastor universal, enseña a toda la Iglesia en materia de fe y de moral, en su magisterio ordinario (homilías, catequesis, encíclicas, exhortaciones) o extraordinario (definiciones solemnes).  
----------Por el contrario, cuando el Papa conversa con un periodista, se trata de una expresión a título privado. El periodista no es un órgano oficial de la Santa Sede, ni actúa con mandato apostólico. Por lo tanto, quien registra y difunde las palabras del Papa expresadas libres e improvisadamente en tales ocasiones, aunque ese interlocutor del Papa lo haga con el consentimiento del Romano Pontífice, lo hace sin embargo solo como persona privada. Aunque tal persona pueda ser un famoso periodista acreditado en el Vaticano, el periodista hace su tarea de entrevistador del Papa como persona privada y, por consiguiente sin mandato pontificio o autoridad apostólica, como podría tenerla un Obispo o un Cardenal, representante oficial del Papa, sobre todo si es de la Santa Sede. De manera que veo necesario decirlo a clara letra: los periodistas entrevistadores del Papa, evidentemente cumplen su tarea sin autoridad apostólica, sino sólo como persona privada, por mucho que el periodista se esfuerce por informar fielmente lo que ha dicho el Papa. En definitiva: la firma de lo que dice es sólo suya, no la del Papa o de un representante o encargado oficial. 
----------Supuesto lo dicho, por lo tanto, las entrevistas al Papa son, en primer lugar (y para decir lo menos), engañosas, particularmente para el caso de los creyentes poco instruidos, que tal vez no alcanzan a hacer las necesarias distinciones, es decir, creyentes que no alcanzan a distinguir cuando el Papa pretende enseñar a la Iglesia universal la doctrina de la fe, y cuando sólo está expresando una simple opinión privada y falible. Ni qué decir, por supuesto, que son engañosas para los no-creyentes.
----------Por ende, la distinción es fundamental, porque son muchos los que tienden a interpretar cualquier palabra del Papa como doctrina de la Iglesia católica. De ahí que, como he dicho, las entrevistas resulten, en cierto modo, engañosas o equívocas. De hecho, en ocasiones se habla de una entrevista "oficial" del Papa, una astuta expresión editorial que no significa nada y parece significarlo todo: ¿"oficial" en que sentido? En ninguno obviamente; pero el equívoco ya ha sido sembrado, y el producto logrará un amplio mercado.
   
El problema de la autoría y la edición
   
----------El problema se agrava cuando esas entrevistas se publican en forma de libro, con el nombre del Papa en portada como si fuera el autor. En realidad, el autor es el periodista que conduce la entrevista. Presentar tales obras como si fueran documentos pontificios constituye una ambigüedad editorial que puede inducir a error.  
----------Un ejemplo claro lo ofrecen los libros-entrevista en los que el nombre del Papa aparece en grande, mientras que la aclaración “conversación con…” figura en letra pequeña. El lector poco atento puede creer que se trata de un escrito pontificio, cuando en realidad es un producto periodístico. 
----------No es que temamos o desconfiemos que el periodista entrevistador no sea fiel en el informar las exactas palabras del Romano Pontífice. A veces ellos pueden darnos más o menos confianza, pero no es eso a lo que me refiero; sólo quiero decir que los periodistas, como ya he dicho líneas arriba, no constituyen órganos oficiales de las enseñanzas del Papa. Desde este punto de vista, por ejemplo, cualquier funcionario de la Secretaría de Estado representa más la autoridad doctrinal pontificia que el más afamado periodista.
----------Por esta razón, ningún teólogo serio, que quiera luego escribir, ya sea en un libro de dogmática o moral o en un ensayo a publicar en alguna revista de teología, la doctrina de la Iglesia, por ejemplo sobre temas de moral sexual o sobre el sacramento del orden sagrado, nunca jamás citará ninguna entrevista realizada al papa León XIV como fuente magisterial, si no eventualmente a título de curiosidad, o solo en cuanto posee un interesante valor anecdótico, pero no ciertamente por su inexistente autoridad doctrinal. La autoridad doctrinal se encuentra en los documentos oficiales, no en las conversaciones privadas.
----------Citar cualquier palabra que brota de la boca de un Papa como si fuera enseñanza doctrinal sólo lo pueden hacer o bien los ingenuos papólatras, fieles poco instruidos que, sin culpa, no llegan a distinguir lo que arriba he distinguido, o bien los astutos modernistas que quieren usar las opiniones privadas del Papa para citarlas en apoyo a las herejías modernistas que ellos propalan, o bien los no menos astutos lefebvrianos y los pasadistas filo-lefebvrianos, que toman todo lo que dicen los Papas del postconcilio como expresión de modernismo (como hicieron durante todo el pontificado del papa Francisco). 
   
Historia de la comunicación papal
   
----------Conviene recordar que esta costumbre de los Romanos Pontífices, de expresar sus opiniones personales y privadas a interlocutores particulares, por ende opiniones no dirigidas a la Iglesia en cuanto tal, sino simplemente a periodistas, con la intención de darlas a conocer al público en general, incluso al público no creyente, tratando también de materia de fe, pero sin autoridad apostólica o intención magisterial petrina, es una costumbre relativamente reciente. La inauguró el papa san Paulo VI [1963-1978] con sus famosos "coloquios" con Jean Guitton, famoso e ilustre escritor e intelectual católico francés: Diálogos con Paulo VI (1967). Las ediciones de este libro y versiones a otros idiomas han sido muchísimas.
----------El papa san Juan Pablo II [1978-2005] concedió también numerosas entrevistas, de las cuales es famosa la que le hizo el periodista Vittorio Messori y titulada "Cruzando el Umbral de la Esperanza" (1994). Pero hay otro dato importante para el tema que estamos reflexionando: el papa san Juan Pablo II tenía dotes de escritor y poeta, y había sido docente de moral antes de ser elegido Papa. Pues bien, durante su pontificado permitió que fueran publicadas o hizo publicar sus obras literarias, como "El taller del orfebre" y sus obras de teología moral, de alto nivel teorético, pero del todo desprovistas de autoridad magisterial.
----------Por otra parte, para todos nosotros es muy conocida la preciosa trilogía cristológica del papa Benedicto XVI [2005-2013]: verdadera obra maestra de sabiduría teológica y de exégesis bíblica del doctísimo teólogo Joseph Ratzinger. Sin embargo, en el prefacio de su obra, el entonces Romano Pontífice advierte claramente al lector que no se trata de magisterio pontificio; tanto es así que invita formalmente al lector a la discusión, como podría hacer cualquier docente de cristología con sus alumnos o con sus colegas cristólogos.
----------Esta advertencia es de enorme importancia, pues muestra que un Papa puede escribir como teólogo privado, pero debe dejar claro que no habla en nombre de la Iglesia universal. Benedicto XVI, consciente de la autoridad de su palabra, quiso evitar toda confusión entre su reflexión personal y el magisterio petrino. En este sentido, Benedicto XVI se inscribe en la línea de la prudencia de los Papas anteriores: distinguir entre el oficio de Maestro de la fe y la legítima libertad de un teólogo. Ciertamente, su ejemplo debería servir de criterio para valorar otras intervenciones papales en contextos no magisteriales.
----------Por consiguiente, debemos siempre tener presente que cuando un Romano Pontífice enseña a la Iglesia entera, como Maestro de la fe y Pastor universal, aunque sea en una audiencia general o en la homilía de una Misa, sabe bien que no está presentando simples y discutibles ideas suyas privadas, sino la doctrina tradicional, objetiva, perenne e inmutable del Magisterio de la Iglesia, y más en particular del magisterio pontificio precedente (aunque siempre mejor explicitado y actualizado), de la Sagrada Escritura, de la Tradición de los Concilios ecuménicos, de los Padres, de los Doctores y de los Santos.
----------Con el pontificado de Francisco [2013–2025], la práctica de las entrevistas alcanzó una frecuencia y una amplitud inéditas. No se trató ya de casos aislados, sino de un estilo de comunicación habitual, con entrevistas a diversos medios y periodistas, algunas de ellas convertidas en libros de amplia difusión.
----------Ha sido una forma de cuasi doctorado privado y extemporáneo, un expresar improvisado en forma libre de las propias opiniones en materia de fe y de moral, esas que hoy se suelen llamar "externalizaciones" o "declaraciones", sobre todo en las entrevistas con gran variedad de periodistas, personas que pueden ser indudablemente creyentes, pero que no constituyen nunca los canales oficiales o portavoces autorizados del magisterio pontificio; y no está dicho ni es seguro que sean los mejores intérpretes de las palabras del Romano Pontífice y sobre todo que sepan distinguir lo que en esta conversación el Papa suelte como rastro contingente de su frágil humanidad, aquello que expresa como signo de su discutible y falible opinar, de lo que en cambio es claro testimonio del infalible Maestro de la fe.
   
Riesgos pastorales y doctrinales
   
----------La entrevista tiene, en apariencia, una ventaja pastoral, pues acerca al Papa al pueblo, lo muestra como un hombre que dialoga, que responde espontáneamente, que se deja interpelar por las preguntas de la prensa. Puede transmitir cercanía y sencillez. Sin embargo, los riesgos son muy evidentes, pues una simple frase improvisada, sacada de contexto, puede tal vez ser interpretada como doctrina oficial. Para colmo de males, los medios de comunicación, siempre ávidos de titulares, tienden a presentar cualquier palabra del Papa como enseñanza magisterial, aunque se trate de una opinión privada. Además, las entrevistas suelen incluir referencias a autores, corrientes de pensamiento o experiencias personales que no siempre están en continuidad con el magisterio precedente. Esto puede generar perplejidad entre los fieles, que no saben distinguir entre lo que es enseñanza segura y lo que es opinión discutible.
----------El problema no es nuevo en la Iglesia. Ya san Pablo Apóstol advertía a Timoteo sobre la necesidad de “guardar el buen depósito” (2 Tim 1,14), es decir, transmitir la fe íntegra, sin añadir opiniones personales que puedan oscurecerla. El Papa, como Sucesor de Pedro, tiene precisamente esa misión: custodiar el depósito de la fe, explicándolo, explicitándolo cada vez mejor y transmitiéndolo al modo comprensible en cada tiempo.
----------En este punto puede surgirnos una pregunta: ¿cómo es que, y por qué, los Papas del pasado nunca han tenido semejante idea de las entrevistas a periodistas? Porque debemos tener en cuenta, sin embargo, que el periodismo es una profesión que ya tiene tres siglos. ¿Cómo no existen, entonces, entrevistas al papa Gregorio XVI [1831-1846] o al beato papa Pío IX [1846-1878]? Porque hay que saber que ciertamente siempre han existido heraldos, voceros, mensajeros, locutores oficiales y no oficiales, que informaron a los pastores, a los creyentes, a la gente y al pueblo, acerca de los actos, de los hechos y de las decisiones de los Sumos Pontífices. Los Papas siempre han tenido esa necesidad de hacer conocer su pensamiento, difundir sus actos de gobierno, y sobre todo sus enseñanzas doctrinales y decisiones pastorales.
----------Pero lo que los Romanos Pontífices siempre han considerado inútil, por no decir perjudicial y dañino para los fieles, ha sido precisamente esta costumbre que, a partir del papa san Paulo VI, hoy se ha vuelto corriente, sobre todo con el papa Francisco: exponer improvisadamente las propias opiniones en materia de fe y de moral a particulares entrevistadores no pertenecientes a la jerarquía eclesiástica y en todo caso, no representantes oficiales del Papa o sin mandato pontificio o encargo especial por parte del Papa, sino a petición de los propios periodistas, aunque, por supuesto, con el consenso del Papa.
----------Ahora bien, ¿por qué digo que es una costumbre dañina o perjudicial? Precisamente porque conjeturo que es prudente la actitud de los Papas del pasado, quienes al expresarse públicamente como Maestros de la fe (no me refiero aquí a sus expresiones a nivel de decisiones pastorales o de gobierno) se concentraban mucho en su oficio magisterial, por lo cual se negaban a expresar, en materia de fe y de moral, ideas que no fueran sino la repetición o la exposición del dogma o, en todo caso, de doctrinas que, aún no siendo dogma, estuvieran en línea con cuanto habían dicho los Papas precedentes, que a su vez estaban exclusivamente preocupados ​​por enseñar a los fieles sólo doctrinas absolutamente ciertas, que por lo tanto no pudieran ser de ninguna manera un reflejo de ideas personales de los individuales Papas.
----------En esto vemos una instancia o ejemplo muy válido y esencial del magisterio pontificio: la conservación del depositum fidei íntegro, intacto, inmutado, no diluido o aguado ni recortado o parcializado, aunque siempre mejor explicitado. Ellos sabían que esta era la tarea doctrinal esencial del Papa. Otras ideas, otras doctrinas, otras opiniones, por más lícitas y loables que fueran, por más que privadamente los Papas las pudieran compartir, pero que tal vez fueran posturas teológicas o morales inciertas u opinables, ellos se abstenían de expresarlas al pueblo y a los fieles, en el temor a que estas ideas, por el solo hecho de estar en boca del Papa, pudieran ser tomadas como oro colado, como si fueran verdades de fe, o como doctrina pontificia.
----------Como he dicho, no faltan ejemplos recientes de esta actitud, incluso en los Papas posteriores al Concilio Vaticano II. Por caso, es bien sabido que el papa san Juan Pablo II simpatizaba personalmente con la filosofía de la fenomenología y con la teología del beato Juan Duns Scoto. Pero cuando tenia que hablar como Romano Pontífice, recomendaba siempre a santo Tomás de Aquino. También es bien sabido que el papa Benedicto XVI tenía clara simpatía por san Buenaventura, por san Agustín de Hipona y por Romano Guardini. Pero como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe seguía a santo Tomás de Aquino y en el tomismo se han basado todos los méritos logrados por él en ese prolongado cargo junto a san Juan Pablo II, y luego, como Romano Pontífice, recomendó explícitamente a Tomás de Aquino. Lo que intento decir aquí, es que incluso Papas de gran altura cultural y competencia teológica como san Juan Pablo II y Benedicto XVI, supieron dejar de lado sus propias opiniones personales cuando actuaban en su oficio de Papas.
----------El estilo inaugurado por el papa Francisco podría decirse que tiene sus ventajas y sus riesgos: ventajas, quizás (sólo quizás) en cuanto le da al Papa la posibilidad de combinar el cumplimiento de su oficio magisterial con la manifestación de sus preferencias teológicas o de sus opiniones personales. Podría discutirse que esta modalidad tuviera alguna ventaja o beneficio para la Iglesia, pero hay serios y criteriosos eclesiólogos que ellos así lo consideran, aunque conservo ciertas y fundamentadas dudas al respecto.
----------Los riesgos vienen claramente dados por el hecho de que, como efectivamente ha ocurrido, a veces el Papa expone opiniones privadas que son extrañas ideas de teólogos o pensadores no aprobados por la Iglesia, ideas que difieren o parecen alejarse del magisterio pontificio precedente, del suyo y del de los Papas inmediatamente anteriores. Considero que en tales ocasiones, es necesario entonces dejar caer, dejar pasar de largo, tales opiniones privadas del Papa, y acogerse a lo que surge de su magisterio auténtico.
   
Discernimiento de los fieles
   
----------Ante esta situación, surge una pregunta pastoral de gran importancia: ¿cómo debe proceder el fiel católico cuando escucha o lee una entrevista al Papa? La respuesta no es rechazar de plano esas palabras, sino discernir con claridad qué pertenece al magisterio y qué no.
----------El Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Lumen gentium (1964), enseña que los fieles deben prestar un “religioso obsequio de voluntad y entendimiento” al magisterio auténtico del Papa (n.25). Pero este obsequio se refiere a las enseñanzas que el Papa propone como Pastor universal, no a sus opiniones privadas. Por tanto, cuando el Papa habla en una entrevista, el fiel debe recibir esas palabras con respeto filial, pero sin confundirlas con doctrina vinculante. El respeto no equivale a atribuirles autoridad magisterial.
----------Un criterio práctico es atender al género literario y al contexto: una encíclica, una exhortación apostólica o una homilía en San Pedro o en San Juan de Letrán tienen un peso muy distinto al de una conversación con un periodista. Otro criterio es el de la continuidad sustancial con la Tradición viva. El magisterio auténtico no se limita a repetir fórmulas anteriores, sino que tiene la misión de explicar, explicitar y transmitir las verdades reveladas de modo cada vez más claro, profundo y accesible a las culturas y tiempos. Por eso, una afirmación papal puede ser legítimamente “nueva” en su formulación o enfoque, sin dejar de ser fiel al depósito de la fe. Lo que debe discernirse no es si hay novedad, sino si hay ruptura con la sustancia de la fe transmitida. Como sabemos que en la doctrina de la Iglesia no puede haber ruptura y contradicción de verdades, si en una entrevista el Papa parece sugerir tal ruptura, pues bien, no hay que tomar eso como magisterio.
----------También ayuda recordar que el Papa, como persona, puede tener simpatías intelectuales o teológicas legítimas, pero no todas ellas forman parte de su misión de confirmar a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32).
----------Conviene evitar una confusión frecuente: no se trata de buscar “magisterio dentro de la entrevista”, como si el fiel debiera distinguir frases vinculantes entre otras que no lo son. La entrevista, como género, no es vehículo magisterial. Lo que el fiel puede hacer, en cambio, es reconocer si alguna afirmación papal coincide con enseñanzas ya establecidas por el magisterio. En ese caso, no se trata de que la entrevista la convierta en doctrina, sino de que la doctrina ya es segura, y el Papa la ha reiterado en ese contexto.
----------La prudencia de Papas como san Juan Pablo II y Benedicto XVI muestra el camino: ambos supieron distinguir entre sus preferencias personales y su deber magisterial, como ya he dicho. En cambio, cuando un Papa se expresa con frecuencia en entrevistas, el riesgo es que sus opiniones privadas sean utilizadas de manera ideológica: unos para justificar posturas heterodoxas, otros para atacar al magisterio pontificio en bloque. En ambos casos, se pierde de vista la verdadera misión del Sucesor de Pedro.
   
Seguir al Papa en su magisterio, no en la moda de las entrevistas
   
----------Por eso, conviene insistir en que las entrevistas papales, aunque puedan tener un valor pastoral o anecdótico, no constituyen magisterio. Son testimonios personales, no enseñanzas vinculantes. El fiel debe recibirlas con respeto, pero también con discernimiento crítico.
----------La Iglesia siempre ha contado con medios seguros para difundir el pensamiento y las decisiones del Papa: bulas, encíclicas, homilías, catequesis, discursos oficiales. Lo que nunca se consideró necesario —y que puede resultar dañino— es que el Sucesor de Pedro exponga sus opiniones privadas en entrevistas periodísticas, sin el marco del magisterio.
----------En conclusión, la Iglesia necesita claridad en la comunicación papal. El Papa es ante todo Maestro de la fe, custodio del depósito recibido. Cuando enseña oficialmente, transmite la doctrina segura y perenne de la Iglesia. Cuando opina en entrevistas, habla como hombre, no como Maestro Supremo y Pastor universal. Y los fieles, con respeto y prudencia, deben saber distinguir entre ambas cosas.
----------Además, conviene advertir que la moda de consumir entrevistas papales como si fueran alimento doctrinal puede desviar la atención de lo verdaderamente importante: seguir cotidianamente las enseñanzas del Papa en sus homilías, catequesis y discursos, donde ejerce su misión pastoral con claridad y autoridad. Ni qué decir de los documentos magisteriales, que son el cauce seguro y universal de su enseñanza.
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 23 de septiembre de 2025

105 comentarios:

  1. Me parece que sería necesaria una aclaración de la Oficina de prensa del Vaticano sin dar tantas vueltas en torno a esta cuestión engañosa que ha creado no pocas dudas y malhumores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El problema, uno de los problemas, es que el Vaticano no especifica nada, ni siquiera cuando Scalfari las disparaba con munición gruesa en nombre del Papa, excepto tal vez en un caso aislado.

      Eliminar
    2. Estimado Rodolfo,
      comprendo bien tu inquietud: ciertamente, una aclaración oficial de la Oficina de Prensa del Vaticano podría disipar dudas y evitar malhumores. Sin embargo, no siempre ha sido costumbre que tales aclaraciones se produzcan de manera sistemática.
      Por eso, desde mi lugar de teólogo, he querido ofrecer a los lectores un criterio de discernimiento que les ayude a no confundir una entrevista periodística con un acto magisterial. No se trata de restar valor humano o pastoral a esas palabras, sino de situarlas en su justo lugar, para que no se carguen de un peso que no tienen.
      De hecho, mi artículo sobre el tema no es el primero, sino que ya ha habido otros artículos, hace cuatro o cinco años, precisamente porque la práctica de las entrevistas papales ha generado perplejidades semejantes. Mi intención es, más que polemizar, acompañar a los fieles en la tarea de distinguir con serenidad entre lo que pertenece al magisterio y lo que es expresión privada del Papa.

      Eliminar
    3. Estimado Salvador,
      tienes razón en señalar que aquellas entrevistas de Scalfari generaron gran confusión, precisamente porque no había desmentidos oficiales sistemáticos. En efecto, salvo en algún caso puntual, la Oficina de Prensa no salió a aclarar.
      Sin embargo, conviene recordar que el propio papa Francisco, aunque no respondiera directamente a Scalfari, desmentía de modo indirecto esas tergiversaciones al reafirmar en múltiples ocasiones las mismas verdades de fe que se le atribuía haber negado, sobre todo en el ámbito cristológico. Es decir, no hubo un silencio doctrinal: la enseñanza auténtica se mantuvo firme en sus homilías, catequesis y documentos.
      Por eso, más que quedarnos en la anécdota periodística, lo importante es volver siempre a las fuentes seguras del magisterio, donde el Papa habla como Pastor universal y no como interlocutor de un periodista.

      Eliminar
    4. Padre: si lo pensamos racionalmente, vistos los resultados, lo que sucedía con las entrevistas de Scalfari al Papa, después de una y de dos veces, ya Francisco no debería haber concedido entrevistas a Scalfari, en cambio continuaba hablando con él.
      Ahora bien, si yo me doy cuenta de que alguien estropea lo que digo, lo tergiversa con malentendidos, entonces lo llamo (ya que también somos amigos) y se lo digo, por lo tanto le pido que corrija él mismo, pero, si no lo hace, y continúa enturbiando mi pensamiento, no me sigo haciéndome entrevistar.

      Eliminar
    5. Estimado Salvador,
      lamentablemente todos recordamos lo que sucedió con aquellas entrevistas de Scalfari: se prestaron a tergiversaciones que nunca fueron aclaradas de manera directa, y eso generó confusión.
      Ahora bien, conviene distinguir: en aquel tiempo, el Papa también concedió entrevistas a Andrea Tornielli, y allí la situación fue muy distinta, porque Tornielli reproducía fielmente las palabras del Papa, incluso en libros posteriores. Por eso, mientras que en el caso Scalfari podía esperarse alguna rectificación, en el caso Tornielli no había nada que rectificar.
      En cualquier caso, lo esencial es no perder de vista que las entrevistas no son el cauce ordinario del magisterio. Lo que edifica y confirma en la fe son las homilías, catequesis, discursos y documentos oficiales del Papa. Allí encontramos la voz segura del Pastor universal, más allá de los estilos o de los riesgos de la comunicación mediática.

      Eliminar
    6. Los voceros de prensa, incluso en la Santa Sede, son también vendidos. No se puede confiar...

      Eliminar
    7. Estimado Anónimo,
      comprendo u desconfianza: en tiempos de tanta confusión mediática es fácil sospechar incluso de quienes trabajan en la comunicación de la Iglesia.
      Sin embargo, no debemos apresurarnos a pensar que alguien “se ha vendido” a la anti-Iglesia. Más bien, como católicos, estamos llamados a esperar de todos —y especialmente de quienes ocupan responsabilidades tan altas como la de ser voceros del Romano Pontífice— que pongan sus dones al servicio del bien de la Iglesia.
      Por supuesto, pueden cometer errores de comunicación o de prudencia, pero eso no significa necesariamente mala fe. Lo importante es que nosotros, como fieles, sepamos distinguir entre lo accesorio y lo esencial, y mantengamos la confianza en que el Espíritu Santo guía a la Iglesia incluso a través de sus mediaciones humanas.

      Eliminar
    8. Yo digo que hay que estar siempre atentos a lo que se dice.

      Eliminar
    9. Estimado Nicolás,
      comparto tu observación: la vigilancia es necesaria. Pero esa atención debe ir acompañada de discernimiento, para no confundir lo que enseña la Iglesia con lo que otros dicen en su nombre.

      Eliminar
  2. Desde el comienzo del pontificado de Francisco se fueron generando equívocos... Pasado un tiempo, yo ya no encontraba excusas. Al final las terminé encontrando intencionales... Y este Papa... no sé... me parece que también genera equívocos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada María,
      comprendo tu impresión: es verdad que a lo largo del pontificado de Francisco se han generado equívocos que han desconcertado a muchos. Conviene reconocer que también el Papa, como hombre, puede tener modos de expresión que no siempre ayudan a la claridad.
      Pero al mismo tiempo, no olvidemos que es el Vicario de Cristo, y que su misión esencial es confirmarnos en la fe, lo que ha cumplido, sin lugar a dudas. Por eso, lo más seguro para nosotros es acoger con confianza sus enseñanzas oficiales: homilías, catequesis, discursos y documentos, donde comenta la Palabra de Dios y transmite con autoridad el depósito de la fe.
      De ese modo, evitamos quedarnos en la perplejidad de las entrevistas o de ciertas expresiones y gestos humanos, y nos centramos en lo que verdaderamente edifica y alimenta la vida cristiana.

      Eliminar
  3. No recuerdo otro pontífice que se haya comportado tan mal como el papa Francisco. Confiar, por ejemplo, sus pensamientos a alguien como Scalfari, me parece muy poco oportuno. Pero el Papa es el Papa. ¿Realmente tenemos que aceptar todo del Papa? Y el Papa actual, que tiene en sus labios al papa Francisco a cada momento... ¿repetirá sus errores? Por lo pronto en la primera entrevista que ha dado hay cosas que son equívocas...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Antonio,
      comprendo tu malestar: ciertamente, algunas decisiones comunicativas del Papa —como confiar entrevistas a determinados periodistas— han generado perplejidad y hasta escándalo en no pocos fieles. Es legítimo reconocerlo con franqueza.
      Ahora bien, conviene distinguir con claridad: por un lado, las enseñanzas oficiales del Papa, cuando ejerce su misión de Pastor universal (homilías, catequesis, discursos, documentos), son magisterio y, como católicos, estamos llamados a recibirlas con obediencia de fe o con asentimiento religioso, según el grado de autoridad con que se pronuncien. Y por otro lado, las opiniones personales del Papa, expresadas en entrevistas o conversaciones privadas, no obligan a la conciencia de los fieles. Allí cada uno puede valorar, aceptar o incluso disentir, siempre con respeto filial.
      Lo importante es no confundir los planos: el Papa no es menos Papa cuando habla en una entrevista, pero no todo lo que dice en ese contexto es magisterio. Por eso, lo más seguro para nuestra vida de fe es alimentarnos de sus enseñanzas oficiales, donde se expresa con claridad su misión de custodio del depósito recibido.

      Eliminar
    2. Permítame todavía algo más, padre, y es el tema de los inmigrantes... sobre los que tanto insiste el papa Francisco... ¿no sería también el caso de dividir a los prófugos de los clandestinos? Y entre estos últimos están los que han contraído deudas con ellos y toda la familia para pagar el billete a un país que no existe mientras aquí encuentran explotación esclavitud e inhumanidad, luego están los otros, los menos buenos, los que siempre saben cómo encontrar y hacer dinero, los que vienen a delinquir y finalmente los que son enviados aquí para alimentar las filas de sus mafias. Es verdad que todos estos son criaturas de Dios, pero ¿quiénes son los hijos de Dios? ¿En todos es posible ver a Jesús?

      Eliminar
    3. Estimado Antonio,
      planteas una serie de situaciones muy diversas, que ciertamente requerirían una competencia específica en materia social, política y jurídica que yo no tengo. Mi respuesta solo puede ser la de un sacerdote, desde la fe.
      Y desde este punto de vista, diría que en cada inmigrante estamos llamados a reconocer la presencia de Cristo, porque Dios quiere la salvación de todos. Ahora bien, en quien delinque o vive en contradicción con la ley de Cristo, esa presencia queda oscurecida por su conducta, aunque nunca se extingue del todo la llamada de Dios a la conversión.
      En cuanto a la filiación divina, conviene distinguir: en sentido pleno y evangélico, son hijos de Dios quienes han recibido el bautismo (o al menos lo desean implícitamente). Pero si hablamos en un sentido más amplio, referido a la dignidad humana, entonces todos los hombres y mujeres pueden llamarse hijos de Dios, porque todos han sido creados a su imagen y semejanza.
      Por eso, aunque podamos y debamos discernir entre situaciones muy distintas, la mirada cristiana nos invita siempre a conjugar verdad y caridad: reconocer la dignidad de cada persona, y al mismo tiempo no justificar conductas contrarias al Evangelio.

      Eliminar
  4. Ciertamente que estamos llenos de confusiones...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Mary,
      es verdad: vivimos un tiempo en que abundan las confusiones, y no siempre es fácil orientarse. Justamente por eso intento, con estos artículos, ofrecer criterios sencillos y firmes que nos ayuden a ver con mayor claridad. Si los sigue con paciencia, estoy seguro de que encontrará luces para discernir mejor y caminar con serenidad en la fe.

      Eliminar
    2. Estoy de acuerdo Padre Filemón! Es bueno recordarlo!🙏

      Eliminar
  5. La silla de Pedro requiere la conducta de Pedro, dijo un santo padre. La verdad, con Francisco quedamos escaldados. Y lo digo yo por la boca del fenix.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Fernando,
      es cierto lo que recuerdas: la silla de Pedro requiere la conducta de Pedro, como también el ambón parroquial exige la honestidad de vida del párroco. La coherencia personal siempre es deseable en quien anuncia el Evangelio.
      Ahora bien, no olvidemos que Pedro, más allá de sus límites humanos, recibió de Cristo un carisma indefectible como Maestro de la fe. Por eso, aunque podamos discutir estilos o decisiones prudenciales del Papa, o incluso su vida personal, lo esencial es que el Papa —también Francisco— ha confirmado al pueblo de Dios en la fe, y eso en principio es suficiente para reconocer su misión.
      Me gustaría preguntarte, con toda sencillez: ¿en qué punto concreto sientes que “quedaste escaldado” con Francisco? Te invito a mencionar algún error real de doctrina, y no simplemente un aspecto que brote de la antipatía personal hacia él. Esa distinción es importante, porque nos ayuda a no confundir impresiones subjetivas con el discernimiento objetivo de la fe.

      Eliminar
  6. Todo es cierto, y seguramente el padre Filemón nos dará sus respuestas, sus explicaciones... y todo correcto, pues seguro que encontraremos los motivos para mantener pese a todo nuestra fe católica, pero me pregunto: la pobre ama de casa de Villa Tesei, que piensa de manera simple, que no tiene munus anti-periodistas ni anti-voceros papales, que no lee al padre Filemón porque no tiene internet o no conoce este blog, ¿qué demonios?...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Andrés,
      es verdad que muchos fieles sencillos, como esa ama de casa que mencionas, no tienen acceso a blogs ni a explicaciones teológicas. Pero poseen algo infinitamente más valioso: el Espíritu Santo, que guía a todo bautizado en la fe. Esa asistencia divina vale mucho más que cualquier comentario mío.
      Por eso, aunque puedan sentirse confundidos por noticias o entrevistas, la fe de los sencillos se sostiene en la oración, en la vida sacramental y en la escucha humilde de la Palabra de Dios. Allí el Espíritu actúa con fuerza, y allí el Papa mismo, en sus homilías y catequesis, ofrece alimento seguro.

      Eliminar
    2. Andrés: ¡exactamente! Este afán de justificar al Papa se ha vuelto insípido e incluso inútil. Con Francisco era tremendo. El Pueblo de Dios está compuesto principalmente por gente sencilla, que es constantemente engañada por esta continua palabrería papal. El Papa no puede permitirse comportarse como cualquiera! Incluso un botezo del Papa resuena como un estruendo en el exterior.

      Eliminar
    3. Estimado Manuel,
      nadie pretende justificar los defectos humanos de los Papas, ya se trate de Francisco, de León o de cualquier otro. Todos ellos, como hombres, tienen fragilidades que pueden desconcertar.
      Mi deber, sobre todo como teólogo, es más bien ayudar a los fieles a descubrir, en medio de esas fragilidades, el oro del carisma petrino: la misión que Cristo confió a Pedro y a sus sucesores de confirmar a los hermanos en la fe.
      Una de las astucias más grandes del demonio en nuestro tiempo es precisamente la de sembrar desconfianza hacia este carisma, aprovechando los defectos humanos para oscurecer la certeza de la indefectibilidad doctrinal del Papa. En esas astucias del demonio han sucumbido los lefebvrianos, y sucumben los católicos filolefebvrianos.
      Por eso, más que detenernos en lo que puede ser motivo de escándalo, conviene volver siempre a lo esencial: cuando el Papa enseña oficialmente, lo hace como Maestro de la fe y Pastor universal, y allí encontramos la roca firme sobre la que Cristo quiso edificar su Iglesia.

      Eliminar
    4. Estimado Padre, no me refería a usted, sino a la situación. No es tolerable que siempre se tenga que interpretar y justificar al Papa (no me refiero sólo a Francisco, sino también a León, que ya ha dicho cosas que, bueno, bueno...). La claridad debería ser su lema, la prudencia su arma. Que el Papa sea infalible en cuanto Papa, esto no solo es deseable sino también obligatorio creerlo y es lo que yo creo, de lo contrario sería herético y sedevacantista. Pero como cristiano no puedo dejar de notar la continua falta de claridad por parte del Pontífice y su absoluta falta de cuidado en preservar a los fieles de las incertidumbres. El demonio actúa también removiendo en la turbidez, o olvidamos que nuestro hablar debe ser SI SÍ, NO NO?

      Eliminar
    5. Y esto aún más precisamente porque vivimos en un mundo en el que los mensajes llegan enseguida sin mediación y crean de inmediato daños, a veces irreparables. Es por eso, tal vez con una expresión demasiado colorida digo que incluso un bostezo papal resuena como un estruendo!

      Eliminar
    6. Estimado Manuel,
      agradezco tu aclaración y también tu franqueza. Coincido en que el gran problema del papa Francisco no ha sido en el plano doctrinal —donde, como bien recuerdas, el Papa goza de la asistencia del Espíritu Santo y es infalible en cuanto Maestro de la fe—, sino más bien en el plano de la prudencia pastoral y de la claridad comunicativa.
      Vivimos en un mundo donde cada palabra del Papa se amplifica de inmediato y sin mediaciones, y en ese contexto incluso un gesto o una expresión ambigua pueden resonar como un estruendo. Esa falta de cuidado en la forma de expresarse ha generado perplejidad en muchos fieles, y es legítimo reconocerlo.
      Ahora bien, lo esencial es no perder de vista que, más allá de esas fragilidades humanas, el Papa cumple su misión de confirmar en la fe al pueblo de Dios. Por eso, aunque podamos lamentar la falta de claridad en ciertos momentos, debemos mantener la confianza en que el Espíritu Santo guía a la Iglesia y sostiene al Sucesor de Pedro en su tarea de custodiar la verdad del Evangelio.

      Eliminar
    7. Ese es exactamente el concepto que quería expresar.

      Eliminar
    8. Estimado Manuel,
      muchas gracias por tu confirmación. Me alegra que estemos de acuerdo en este punto.

      Eliminar
  7. Padre Filemón, todo lo que usted dice en su artículo supongo que vale para aquellas entrevistas de Scalfari al papa Francisco...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Ana María,
      por supuesto que sí. Lo que he señalado vale también para aquellas entrevistas. Si lo que he dicho se aplica incluso a las entrevistas que Andrea Tornielli —un periodista serio y fiel en la transmisión— realizó en su momento al papa Francisco, ¡con mayor razón se aplica a las conversaciones con Eugenio Scalfari, que tantas veces tergiversó las palabras del Papa y generó confusión!

      Eliminar
    2. Ana María Espósito26 de septiembre de 2025, 4:54

      Esperemos que sea Scalfari el impostor..., el que tergiversó al Papa... La oficina de prensa vaticana estaba bastante ocupada en las desmentidas.

      Eliminar
    3. Estimada Ana María,
      no hay lugar a dudas: el impostor no era el Papa, sino Scalfari, que tergiversaba lo dicho y sembraba confusión. Eso quedó claro para quienes seguimos de cerca aquellas publicaciones.
      Ahora bien, es verdad que hubiera sido más oportuno que el mismo Papa desmintiera personalmente esas falsedades, en lugar de dejar la tarea a una respuesta vaga y débil de la Sala de Prensa del Vaticano. Esa omisión contribuyó a que muchos fieles quedaran desconcertados.
      Por eso, más allá de las anécdotas periodísticas, lo importante es que sepamos distinguir siempre entre lo que es magisterio auténtico y lo que son simples opiniones o tergiversaciones mediáticas. Solo así evitamos que la fe de los sencillos se vea sacudida por rumores o interpretaciones infieles.

      Eliminar
    4. Ana María Espósito26 de septiembre de 2025, 7:42

      Exacto. Se necesitaba una reacción decidida. Sobre todo teniendo en cuenta que Scalfari ya lo había hecho antes.

      Eliminar
    5. Estimada Ana María,
      así es: justamente porque Scalfari ya había incurrido en tergiversaciones anteriores, se hacía aún más necesaria una reacción clara y decidida.

      Eliminar
  8. Ana María Espósito26 de septiembre de 2025, 9:48

    Andrés: la pobre ama de casa ya entendió que la Iglesia admite el divorcio, la convivencia sin casamiento y que no hay más pecados mortales, Dios perdona a todos, todas las religiones son iguales y los mártires y Jesús mismo fueron a la muerte por nada, para pasatiempo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me extraña que si el P. Filemón tiene actividades pastorales no sepa que el común de la gente piensa esto. Y cuando alguien quiere explicarle lo contrario le dicen que es un retrógrado y que con Francisco todo eso cambió hacia la apertura.

      Eliminar
    2. Estimada Ana María,
      lo que mencionas no es doctrina de la Iglesia. La Iglesia no admite el divorcio, no aprueba la convivencia sin matrimonio, no ha dejado de hablar de los pecados mortales, ni sostiene que todas las religiones sean iguales. Mucho menos podría decir que los mártires o el mismo Jesús murieron “para pasatiempo”.
      Esas ideas no provienen del magisterio de la Iglesia, ni del papa Francisco, ni del papa León, sino de corrientes ideológicas y culturales ajenas a la fe católica, que buscan sembrar confusión.
      Por eso, lo importante es no dejarse arrastrar por esas voces, sino volver siempre a las fuentes seguras: el Evangelio, el Catecismo, y las enseñanzas auténticas del Papa y de los obispos en comunión con él. Allí encontramos la verdad que sostiene nuestra fe y que da sentido al testimonio de los mártires y a la entrega de Cristo.

      Eliminar
    3. Estimado Anónimo,
      no me sorprende que muchos fieles sencillos puedan estar confundidos: vivimos en un tiempo en que abundan mensajes contradictorios y lecturas parciales. Pero de ahí a afirmar que “el común de la gente piensa esto” hay un salto grande: nadie tiene un oráculo para hablar en nombre de todos los fieles.
      En cuanto a mi tarea pastoral, le aseguro que, tenga los años que tenta, ningún sacerdote nunca se jubila de escuchar y acompañar al pueblo de Dios. Y justamente desde esa experiencia puedo decirle que la fe de los sencillos no se alimenta de rumores ni de etiquetas (“retrógrado” o “aperturista”), sino de la Palabra de Dios, de los sacramentos y del magisterio auténtico del Papa y de los obispos en comunión con él.

      Eliminar
  9. Sin embargo, si lo miramos desde el punto de vista del Apocalipsis todo se vuelve claro: el falso profeta, el cordero con voz de dragón...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Ana María,
      el Apocalipsis es, sin duda, un libro fascinante, pero también de muy difícil interpretación. A lo largo de la historia ha sido muchas veces manipulado por charlatanes o falsos videntes, que lo usan para sembrar miedo o confusión.
      Por eso, para estar en terreno seguro, conviene atenerse a los pasajes tal como los interpreta el Magisterio de la Iglesia, o como los han leído los Santos, la Liturgia y el Oficio Divino. Allí encontramos la clave auténtica: no un código secreto para descifrar conspiraciones, sino una gran catequesis sobre la victoria de Cristo y la esperanza de los fieles.

      Eliminar
    2. OK, cancelo mi post

      Eliminar
    3. Estimada Ana María,
      gracias por tu aporte y por la disposición al diálogo. Me alegra que hayamos podido aclarar el punto.

      Eliminar
  10. Que la culpa la haya tenido o no la haya tenido Tornielli, o cualquier otro, lo que yo recuerdo es que Bergoglio hizo demasiada política con la izquierda, demasiada... y con China... con los países comunistas...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Natalia,
      efectivamente, en estas cuestiones no hablamos de doctrina de la Iglesia, sino de opciones pastorales y de gobierno. Y es legítimo reconocer que hubiera sido más deseable que el papa Francisco, como padre de todos, se mostrara por encima de las partes, evitando identificarse demasiado con un sector o con determinadas alianzas políticas.
      El ministerio petrino tiene precisamente esa misión: custodiar la unidad y confirmar en la fe a todos los fieles, más allá de las coyunturas y de los intereses de este o aquel grupo.

      Eliminar
  11. Entonces, si ahora llegan finalmente pruebas de que no ha sido el verdadero Papa? ¿qué harán ustedes para afirmar lo que la gente ha visto durante su papado?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Natalia,
      puede estar tranquila: no hay ninguna duda sobre la legitimidad del papa Francisco. Las “pruebas” de que fue verdaderamente Papa están en el hecho mismo de su elección canónica por parte del Colegio Cardenalicio, que inmediatamente lo reconoció públicamente como Sucesor de Pedro.
      A ello se sumó un gesto de gran peso simbólico y eclesial: la obediencia que le prestó el papa emérito Benedicto XVI, reconociéndolo como legítimo Pontífice.
      Por eso, más allá de rumores o hipótesis sin fundamento, lo que la Iglesia ha visto y vivido durante su pontificado es el ejercicio real y válido del ministerio petrino, sostenido por la asistencia del Espíritu Santo.

      Eliminar
    2. Querido padre Filemón: yo rezo por el Papa León, igual que como recé los últimos doce años por el querido Papa Francisco... y nuestro Señor se encargará de que el Papa León diga la Verdad, como se ha encargado de que el Papa Francisco dijera siempre la verdad.. Lo he hecho siempre así y el Papa Francisco ha confirmado las palabras de nuestro Señor..., y el Señor se lo habrá de recompensar... El Papa León debe ser ayudado con nuestra oración, no con publicaciones supuestamente católicas, que tratan de desacreditarlo..., como ya lamentablemente está ocurriendo.

      Eliminar
    3. dejemos a nuestro Señor obrar sobre el Papa León, así como obró el Señor sobre el Papa Francisco, y veremos maravillas en la Iglesia...

      Eliminar
    4. Estimado Salvador,
      te agradezco de corazón tu testimonio de fe y de oración. Coincido plenamente contigo: lo más importante que podemos hacer por el Papa —ayer por Francisco, hoy por León— es sostenerlo con nuestra plegaria filial, confiando en que el Señor guía a su Iglesia y nunca deja de asistir al Sucesor de Pedro.
      La historia de la Iglesia nos muestra que, más allá de las fragilidades humanas, el Espíritu Santo obra maravillas cuando los fieles se mantienen en comunión y en oración. Esa es la mejor respuesta frente a quienes buscan desacreditar o dividir: permanecer unidos en la fe, en la esperanza y en la caridad.

      Eliminar
  12. La Iglesia es indefectible. Resultará difícil librarse de las toxinas que le inyecto Bergoglio, pero eventualmente saldrá adelante. Hay que desintoxicarse, en todo sentido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Fernando,
      como era previsible, usted no ha respondido a la pregunta concreta que le hice: señalar un error real de doctrina en el papa Francisco. Esa omisión es significativa.
      Usted afirma con razón que la Iglesia es indefectible, pero conviene precisar: lo es por la indefectibilidad prometida a Pedro y a sus sucesores, no por una especie de “indefectibilidad gnóstica” que cada uno pueda imaginar a su medida.
      Y a quien usted llama simplemente “Bergoglio”, los católicos lo reconocemos como Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, Maestro de la fe y Pastor de la Iglesia universal. Esa es la verdad de fe que nos sostiene, más allá de simpatías o antipatías personales.
      En cuanto a las “toxinas”, conviene recordar que todo Papa, como todo cristiano, tiene aspectos humanos que pueden gustar más o menos. Pero reducir el ministerio petrino a esas impresiones subjetivas es tener “cabeza demasiado humana” y poco sentido de la fe. Lo esencial es que, con sus límites, también Francisco ha confirmado al pueblo de Dios en la fe.

      Eliminar
    2. Son tantos los despropósitos, ambiguedades a designio y restricciones mentales de Bergoglio que enumerarlos son un insulto a la inteligencia. El católico ortodoxo los sabe perfectamente, el acomodaticio siempre va a encontrar una interpretación correcta. Es el destino de los obsecuentes y de los obediencialistas, que ponen a la inteligencia al servicio de la voluntad, ora estèn en partidos políticos, en empresas o en religiones. A toda le encuentran una interpretación favorable

      Eliminar
    3. Estimado Fernando,
      veo que nuevamente ha preferido recurrir a descalificaciones generales en lugar de señalar un error doctrinal concreto. Eso confirma lo que ya sabemos: usted no puede señalar un solo error doctrinal en el papa Francisco —ni en ningún Papa—, porque no existen ni pueden existir: esa es la fe católica.
      En cuanto a las etiquetas de “obsecuente” u “obediencialista” que me dirige, permítame recordarle que la obediencia, vivida en la fe, no es servilismo sino virtud cristiana. San Pablo la llama “la obediencia de la fe” (Rm 1,5), y es precisamente lo que nos mantiene en comunión con Pedro y con la Iglesia. Si por "obediencialista" se entiende vivir la obediencia de la fe y la comunión con Pedro, entonces sí: prefiero ser obediencialista antes que caer en la rebeldía estéril, que al fin de cuentas, se manifiesta herética y cismática.
      La verdadera inteligencia de la fe no se opone a la obediencia de la fe, sino que se ilumina en ella. La inteligencia no se degrada cuando se pone al servicio de la fe; al contrario, se eleva, porque la fe busca comprender y la razón se abre a la verdad plena.
      Por eso, más allá de simpatías o antipatías personales, o peor aún, de odios hacia un Papa, los católicos reconocemos en Francisco, en León, en Benedicto, en Juan Pablo, y en quien sea el Papa, al Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. Esa es la roca firme sobre la que se apoya la indefectibilidad de la Iglesia, y no las impresiones subjetivas que cada uno pueda tener.
      ¿Que un Papa puede tener errores humanos, en todas las demás virtudes, que no sea la fe? Todos los han tenido, incluso los santos. Pero eso no afecta mi fe en la fe de Pedro, al contrario, la robustece en la debilidad humana de Pedro.

      Eliminar
    4. Ok. Adore a ¨un dios que no es católico¨, ¨no juzgue a los gays¨, exprese que los problemas empiezan ¨ cuando creo que esta es la religión verdadera¨, diga que, en relación a los gays, ¨como no se. va a bendecir a personas que se aman¨, e infinidad de disparates que este pobre hombre, mediocre y sofístico, ha proferido en estos 13 malditos años, avergonzando a los que creen en la fe católica. La silla de Pedro exige la conducta de Pedro. No la de Judas.

      Eliminar
    5. Estimado Fernando,
      valoro que haya comenzado su mensaje con un “Ok”, lo cual interpreto como una señal de que, al menos en parte, mis reflexiones anteriores fueron acogidas.
      Ahora bien, lo que usted presenta como “errores doctrinales” del papa Francisco son, en realidad, frases que él nunca ha pronunciado en esos términos, y que, en sí mismas, no pasan de ser vaguedades. Le hago presente que atribuirle expresiones falsas (al Papa, como a cualquier otra persona) constituye una calumnia. Si desea sostener sus acusaciones, le invito a que cite con exactitud las palabras del Papa, indicando el contexto y la ocasión en que fueron dichas. Una acusación tan grave no puede basarse en vaguedades ni en generalizaciones.
      Por cuanto respecta a sus juicios finales —llamar al Papa “pobre hombre, mediocre y sofístico”, afirmar que ha avergonzado a los católicos, o incluso compararlo con Judas—, revelan una grave falta de fe en la promesa de Cristo a Pedro. Que un Papa pueda ser limitado en sus cualidades humanas es posible; que pueda equivocarse en prudencia pastoral y cometer pecados fuera del ámbito de la fe, también. Pero que un Papa enseñe “disparates” en materia de fe o de moral es imposible: esa es precisamente la fe católica en la indefectibilidad del ministerio petrino.
      Y conviene añadir algo fundamental: acusar al Papa de hereje no es una simple opinión, sino un acto de herejía material, porque niega el dogma de la asistencia indefectible que Cristo prometió a Pedro y a sus sucesores. Quien así habla, aunque no lo advierta, se coloca fuera de la comunión de la fe.
      Por lo demás, ningún católico puede sentirse “avergonzado” de su Papa, porque el Papa —más allá de sus pecados personales— es quien confirma a la Iglesia en la fe. Y afirmar que el Sucesor de Pedro ha traicionado a Cristo como Judas no es una crítica legítima: es una herejía.
      Le invito, pues, a que depure su lenguaje y sus juicios, y a que vuelva al terreno de la fe católica, que nos enseña a reconocer en cada Papa al Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal. Al respecto, recuerde que aquí no está simplemente hablando conmigo en un diálogo entre solos nosotros dos, sino que lo leen muchos otros católicos, y la gravedad de sus palabras calumniosas aumenta por ello.

      Eliminar
  13. En vez de tirar tanta sospecha infundada y alentada por una doctrina errónea sobre el papado deberíamos preocuparnos por rezar por la unidad de la Iglesia cum Petro et sub Petro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado lector,
      coincido plenamente: lo esencial es rezar por la unidad de la Iglesia cum Petro et sub Petro, confiando en la promesa de Cristo de que las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella; es decir, en que la fe del Papa, que es la roca sobre la que se asienta la fe de la Iglesia, nunca desfallecerá.
      Sin embargo, me queda la duda y necesito pedirte una aclaración: cuando hablas de “sospecha infundada y doctrina errónea sobre el papado”, ¿te refieres a las objeciones que algunos han planteado aquí contra el Papa, o estabas aludiendo a otra cosa distinta?

      Eliminar
    2. Estimado Padre: le respondo. Aludí a que hay personas que se dicen católicos que pretenden que el Papa debería aprobar su propio examen de ortodoxia. Una aberración por donde se la mire.

      Eliminar
    3. Estimado lector,
      gracias por la aclaración. Coincido plenamente: pretender que el Papa deba “aprobar” un examen de ortodoxia ante quienes se dicen católicos es, en efecto, una aberración. La fe de la Iglesia no se apoya en la aprobación de un tribunal humano, sino en la promesa indefectible de Cristo a Pedro: “yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32).
      Por eso, la verdadera actitud católica no es la sospecha, sino la oración y la comunión cum Petro et sub Petro.

      Eliminar
  14. Me sorprende, y confieso que también me entristece, leer en este foro tantas intervenciones que parecen haber perdido la fe en la fe del Papa. Como si la indefectibilidad prometida por Cristo a Pedro y a sus sucesores dependiera de simpatías personales o de juicios humanos sobre su estilo.
    El artículo del padre Filemón me ha recordado lo esencial: que la roca de la Iglesia no es la brillantez de un pontífice ni la perfección de su carácter, sino la asistencia indefectible del Espíritu Santo al Sucesor de Pedro. Esa es la fe católica, y sin ella todo se convierte en sospecha y desconfianza.
    Podemos discutir matices pastorales, podemos incluso no comprender algunas decisiones, pero lo que no podemos hacer es negar la promesa de Cristo. Porque entonces ya no hablamos como católicos, sino como jueces de la Iglesia.

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Sergio,
      te agradezco mucho tu comentario, tan claro y tan en sintonía con la fe de la Iglesia. Has expresado con precisión lo esencial: la roca de la Iglesia no es la brillantez personal de un pontífice, sino la asistencia indefectible del Espíritu Santo al Sucesor de Pedro.
      Esa es la fe católica que nos libra de la sospecha y de la desconfianza, y que nos permite acoger con paz incluso aquello que no comprendemos del todo en el plano pastoral. Como bien dices, podemos discutir matices, pero lo que no podemos hacer es negar la promesa de Cristo.
      Gracias por recordarlo con tanta lucidez y por ayudar a recentrar el diálogo en lo verdaderamente decisivo: la fe en la indefectibilidad de Pedro y la comunión cum Petro et sub Petro.

      Eliminar
  15. Se dice bipolarismo... voluntario!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Cristian,
      no termino de comprender a qué te refieres con “bipolarismo voluntario”. Si lo aplicas al Papa, debo recordarte que semejante acusación sería inadmisible: no se puede atribuir al Sucesor de Pedro una doblez intencional sin caer en una grave falta contra la fe y la comunión eclesial. Eso es lo que la Iglesia llama “pecado contra la fe”: pensar que el Papa puede engañar deliberadamente en materia de fe equivale a caer en herejía, al menos material.
      Te invito a precisar tu comentario, para que podamos dialogar con claridad y en un espíritu de verdad y comunión.

      Eliminar
  16. Si un Papa hablando improvisadamente dice que Lutero "tenía razón" y "ha hecho una medicina para la Iglesia", no será magisterio, pero deja en claro cómo piensa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Alejandro,
      respecto a tu intervención, conviene recordar que muchas veces se citan frases del Papa (de cualquier Papa) de manera recortada o sin el contexto en que fueron dichas. Y ese contexto es siempre necesario para comprender rectamente su sentido.
      En cuanto a las frases sobre Lutero que mencionas entre comillas, no sé a quién pertenecen ni cuándo fueron dichas. Si deseas informarme más en detalle sobre ellas, con gusto podré responder con mayor precisión.
      Lo que sí recuerdo es que, hace algunos años, refiriéndose al caso de Lutero, el papa Francisco señaló que ciertas críticas de Lutero a los abusos de su tiempo podían tener un núcleo de verdad. Pero nunca afirmó —ni podía afirmar— que Lutero “tenía razón” en su ruptura con la Iglesia o en sus herejías.
      Por eso es importante distinguir: una cosa es reconocer que en la historia Dios puede servirse incluso de crisis para purificar a la Iglesia, y otra muy distinta es justificar la herejía. El Papa jamás ha hecho esto último, ni le era posible hacerlo.
      Además, como bien señalas, no todo lo que un Papa dice en una entrevista o en una expresión improvisada constituye magisterio. Pero tampoco podemos usar esas frases para descalificarlo o insinuar que “piensa mal”. Lo que revela la fe de un Papa es su enseñanza constante en comunión con la Iglesia. Y en eso no hay ruptura ni herejía posible, porque Cristo mismo ha prometido asistir a Pedro y a sus sucesores.

      Eliminar
  17. Las entrevistas periodísticas no constituirán nunca magisterio, pero... siembran confusión.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Estefanía,
      tienes razón en señalar que las entrevistas periodísticas no constituyen nunca magisterio (aunque eso no quita que el Papa pueda también servirse de ellas para enseñar fe y moral católicas, cumpliendo así su oficio docente). Es cierto, además, que al ser difundidas por los medios pueden dar lugar a interpretaciones confusas o a titulares que no reflejan con fidelidad lo que el Papa quiso expresar.
      Por eso es importante no absolutizar esas expresiones ni dejar que la fe se vea turbada por ellas. La fe de la Iglesia se apoya en el magisterio auténtico del Papa y de los obispos en comunión con él, no en frases aisladas recogidas en un contexto periodístico.
      Por mi parte, ya he señalado en el artículo mi opinión personal de que estas entrevistas papales pueden ser imprudentes, pues pueden tener consecuencias dañinas.
      La mejor actitud, entonces, es leer siempre esas intervenciones a la luz del magisterio constante de la Iglesia y de la promesa de Cristo a Pedro: “yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32). Esa es la roca firme que nos libra de la confusión.

      Eliminar
  18. En efecto, la situación es kafkiana, aunque no sé quién sea Kafkia (¡es una broma, eh?!). El Santo Padre, cuyo único verdadero cometido sería el de confirmar a los hermanos en la fe, concede entrevistas donde las suelta de todo tipo, salvo luego ni desmentir ni confirmar, dejando a nosotros la tarea de entender si son palabras suyas, del entrevistador, de los dos o de ninguno de los dos. ¿Resultado? Estamos confirmados sólo en una cosa: confusión en estado puro. ¡Delante del “sí, sí, no, no” de evangélica memoria! Aquí tenemos un magisterio (?) fundado sobre los quizá, pero, si, de todos modos, en caso, allí donde, ni sí ni no, y al final “hagan un poco ustedes”. Y no me estoy refiriendo sólo a Francisco!, porque me parece que León ya ha comenzado a recorrer este mismo sendero...
    Todo esto – fíjense bien – nos lo hemos ampliamente merecido. La Masonería oficial fue fundada en 1717, la primera encíclica de condena es de 1734. No se puede ciertamente decir que no hubiéramos sido avisados. Modernismo, liberalismo, socialismo, comunismo, nouvelle théologie, etc.: todas cosas sobre las cuales hemos sido abundantemente informados y nos hemos beatamente desentendido, y la situación actual es el producto de todo esto.
    Si puedo permitírmelo, querido padre Filemón, yo le estimo mucho y aprecio sinceramente sus intentos de juicio sobre esta situación, cuyo intento es el de ayudarnos a entender cómo están las cosas, pero no perdamos tiempo con las tonterías, vayamos a la raíz, recuperemos a Santo Tomás, único antídoto a esta deriva. Recuperemos la metafísica, recuperemos el verdadero concepto de fe, recuperemos la trascendencia. Acabo de terminar de leer La síntesis tomista del padre Garrigou-Lagrange, he entendido una mínima parte, pero suficiente para navegar en esta tempestad con algo más que un simple salvavidas. Disculpen la longitud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las palabras nunca sobran si te ayudan a comprender que no estás solo al navegar en la duda. Coincido con su análisis y aplaudo desde mi ignorancia.

      Eliminar
    2. Por fin palabras claras. Quien tiene orejas para entender, que entienda.

      Eliminar
    3. Estimado Andrés,
      le agradezco su comentario, tan rico y apasionado, y también su estima hacia mi modesto esfuerzo. Coincido con usted en la necesidad de recuperar a santo Tomás, la metafísica y el verdadero concepto de fe: sin esa raíz, la Iglesia se vuelve vulnerable a toda clase de ideologías. También celebro su lectura de Garrigou-Lagrange, que es un gran maestro en tiempos de confusión.
      Ahora bien, conviene precisar algo fundamental: el cometido del Papa de confirmar a los hermanos en la fe no se mide por entrevistas periodísticas ni por titulares de prensa. Es cierto que esas intervenciones pueden dar lugar a confusión, y yo mismo he señalado que pueden ser imprudentes. Pero la fe de la Iglesia no se apoya en entrevistas, sino en el magisterio auténtico del Sucesor de Pedro, asistido indefectiblemente por Cristo.
      Por eso, aunque podamos lamentar estilos de comunicación poco claros, no podemos concluir que el Papa “confirma en la confusión”. La promesa de Cristo a Pedro sigue siendo válida: “yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32). Esa es la roca firme sobre la que se asienta la Iglesia, más allá de nuestras percepciones.
      En definitiva, recuperar a santo Tomás de Aquino y la trascendencia es un camino seguro, pero siempre cum Petro et sub Petro, porque sin la comunión con Pedro no hay verdadera fe católica.

      Eliminar
    4. Estimado Antonio,
      agradezco su comentario y la sinceridad con que lo expresa. Es cierto que las palabras pueden ayudarnos a no sentirnos solos en medio de las dudas, pero lo decisivo no es compartir la incertidumbre, sino apoyarnos en la certeza de la fe que Cristo confió a Pedro y a sus sucesores.
      La verdadera compañía en la Iglesia no nace de coincidir en perplejidades, sino de caminar juntos en la comunión con el Papa, Vicario de Cristo. Y esa comunión es la que nos da seguridad incluso cuando no comprendemos todo.
      Su humildad al reconocer “desde mi ignorancia” es valiosa: que esa misma actitud le impulse a seguir profundizando en la fe de la Iglesia, que nunca defrauda.

      Eliminar
    5. Estimada María,
      gracias por su comentario. Todos buscamos palabras claras, y la verdadera claridad nos la da el Evangelio y la promesa de Cristo a Pedro: “yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32). Esa es la luz que nos permite discernir, más allá de nuestras impresiones o de frases que puedan sonar confusas.
      La claridad de la fe no consiste en juzgar al Papa, sino en reconocer en él al Sucesor de Pedro, confirmado indefectiblemente por Cristo en la fe. Esa es la roca sobre la que se edifica la Iglesia, y quien tiene oídos para oír, que oiga.

      Eliminar
  19. El problema está más arriba, o si se quiere, más abajo, en la raíz, más al monte como dicen los italianos: en el pasado los Papas no daban entrevistas si no muy raramente. En estos años de pontificado hemos tenido una inflación exponencial de conferencias de prensa sobre aviones, discursos a mano alzada, pseudo entrevistas con eminentes periodistas como se ve en Scalfari... Todo esto produce mucha confusión y esto es muy evidente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Nicolás,
      le agradezco su comentario. Es verdad que en el pasado los Papas rara vez concedían entrevistas, y que en las últimas décadas se ha multiplicado este tipo de intervenciones más espontáneas. Esa novedad comunicativa, ciertamente, puede prestarse a confusión, sobre todo cuando los medios recortan frases o las presentan sin contexto. Ya he señalado en mi artículo mi impresión personal de que estas entrevistas papales pueden ser imprudentes, en razón de sus eventuales consecuencias dañinas.
      Sin embargo, conviene recordar que la fe de la Iglesia no se apoya en conferencias de prensa ni en entrevistas, sino en el magisterio auténtico del Sucesor de Pedro. La asistencia indefectible de Cristo a Pedro no depende del estilo comunicativo de cada pontífice, sino de la promesa de que su fe no desfallecerá (cf. Lc 22,32).
      Por eso, aunque podamos juzgar imprudente esta “inflación” de entrevistas, no debemos perder de vista lo esencial: no son los titulares periodísticos los que confirman a la Iglesia en la fe, sino la enseñanza constante del Papa en comunión con la Tradición viva de la Iglesia.

      Eliminar
  20. Todavía pierden el tiempo con esto. Ya basta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado lector,
      comprendo que a algunos les pueda parecer una pérdida de tiempo discutir estas cuestiones. Sin embargo, para la fe de la Iglesia no es indiferente cómo hablamos del Papa ni cómo entendemos su misión. No se trata de “perder el tiempo”, sino de custodiar la comunión cum Petro et sub Petro, que es esencial para nuestra identidad católica.
      El mismo san Pablo exhortaba a “combatir el buen combate de la fe” (1 Tim 6,12). Eso exige paciencia, claridad y caridad en el diálogo, incluso cuando a primera vista pueda parecer inútil.

      Eliminar
  21. Por lo que a mí respecta, ese libro con la entrevista al papa León, no lo compraré ni lo leeré 🙂

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Juan,
      comprendo su decisión personal de no leer ese libro. Cada uno es libre de escoger sus lecturas. Sin embargo, conviene recordar que no es prudente descalificar de antemano lo que no se conoce: siempre es mejor formarse un juicio con conocimiento de causa.
      De todos modos, distingamos: como católico no tiene usted obligación de leer este libro; pero, si su vida le permite el tiempo para leer, sí tiene la obligación de leer la Biblia o el Catecismo de la Iglesia católica, antes que entrevistas papales.
      En cualquier caso, lo esencial no depende de un libro ni de una entrevista, sino de la certeza de fe que nos da la promesa de Cristo a Pedro y a sus sucesores. Esa es la roca firme sobre la que se apoya la Iglesia, más allá de simpatías o rechazos personales.

      Eliminar
  22. Parece un fotomontaje... Los libros de entrevista, también de entrevistas a los Papas, no son convincentes ni fidedignos..., parecen un fotomontaje.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimada Patricia,
      gracias por su comentario. Es cierto que el género de la entrevista, incluso cuando se trata de Papas, no siempre resulta convincente ni plenamente fidedigno: depende mucho del entrevistador, de la edición posterior y del contexto en que se difunde. Por eso puede dar la impresión de un “fotomontaje”, como bien usted señala.
      Sin embargo, conviene distinguir: esos libros no constituyen magisterio, ni son la base de nuestra fe. Lo que confirma a la Iglesia en la verdad no son las entrevistas, sino el magisterio auténtico del Sucesor de Pedro, asistido indefectiblemente por Cristo.
      De ahí que, aunque podamos mirar con cautela este tipo de publicaciones, lo esencial permanece firme: la fe de la Iglesia se apoya en la promesa de Cristo a Pedro, no en la fidelidad de un periodista al transcribir una entrevista.

      Eliminar
  23. Quizás, con Francisco, lo que sucedió es que su pontificado quizás se prolongó demasiado. Para mí tal vez estaba enfermo, una especie de Alzheimer. No sé. Quizás la decisión de Benedicto fue la correcta, renunciar a tiempo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Lucas,
      no es correcto ni justo atribuir al Papa enfermedades sin un mínimo fundamento razonable. Una impresión subjetiva nunca constituye un motivo fundado. La salud del Sucesor de Pedro no es materia de juicio para nosotros, y mucho menos puede usarse como argumento para deslegitimar su ministerio.
      Es cierto que Benedicto XVI, en conciencia, discernió la renuncia como lo más conveniente en su momento. Y es igualmente cierto que Francisco, en conciencia, ha discernido permanecer en el ministerio. Ambas decisiones son legítimas y están dentro de la libertad que la Iglesia reconoce al Papa.
      Lo esencial, sin embargo, no depende de la duración de un pontificado ni de la edad de un Papa, sino de la promesa de Cristo: “yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22,32). Esa es la garantía de que, más allá de estilos, edades o circunstancias personales, la fe de Pedro no faltará a la Iglesia.

      Eliminar
  24. Para mí esa distinción sigue siendo capciosa. El Papa es una sola persona y uno solo es su pensamiento. Por tanto, si aceptamos que una persona represente al Papa también con modalidades a menudo discutibles, no podemos distinguir lo que nos conviene de lo que no nos conviene para defender la imagen del pontificado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estimado Facundo,
      entiendo su objeción, pero conviene precisar que la distinción entre lo que constituye magisterio y lo que no lo constituye no es un recurso “capcioso”, sino una enseñanza clara de la Iglesia.
      El Papa, como toda persona, puede expresarse en distintos registros: a veces como pastor supremo que enseña con autoridad vinculante, y otras veces como persona privada que opina, dialoga o improvisa. Pretender que todo lo que dice el Papa en cualquier circunstancia tenga el mismo peso doctrinal sería insostenible: hasta una broma o una confidencia tendrían que ser recibidas como magisterio, lo cual no corresponde.
      Por eso, distinguir no es “escoger lo que conviene”, sino reconocer la naturaleza real de cada intervención. Lo que compromete la fe de la Iglesia es el magisterio auténtico del Sucesor de Pedro; lo demás puede ser valioso, pero no tiene el mismo rango ni la misma autoridad.

      Eliminar
  25. Me parece que tanto el papa Francisco, como el actual son muy queridos por el pueblo. Francisco acercó a mucha gente a la Iglesia. Y este papa León es también muy querido

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo lo que veo es que Bergoglio no acercó a nadie a la Iglesia, lo que hizo fue acercar a todo tipo de comunista-izquierdista-populista-woke-activista gay,
      a él, justamente hablando mal de la Iglesia. Así cualquiera.

      Eliminar
    2. Es cierto que a Francisco había que entenderlo... no era fácil... Pero los viejos sabemos que no hay que dejarse llevar por el primer impulso... el juicio fácil. No. Pensándolo un poco más tranquilos, esas frases suyas, improvisadas, podían siempre entenderse bien. Luego, cuando mirabas en youtube sus catequesis, su Angelus, ahi era fácil, siempre tenía en sus labios a Jesus. ¿Y qué hay si vienen gays, comunistas, o lo que sea?... Que vengan a la Iglesia. O preferimos que se aparten... Que se conviertan es otra cosa. Lo importante es acercarlos, no estar lejos de ellos, y rezar por ellos, para que Dios los toque con su gracia. Los simples lo entendíamos a Francisco, los vuelteros no...

      Eliminar
    3. No los acercaba a la Iglesia, los acercaba a él. ¨Miren qué buen tipo es éste, a pesar de que la Iglesia es una porquería¨

      Eliminar
    4. Estimada Isabel,
      le agradezco su comentario. Es verdad que tanto el papa Francisco como el papa León han suscitado afecto en muchos fieles, y ese cariño popular es un signo de la cercanía del ministerio petrino. Francisco, en particular, ha sabido acercar a muchos a la Iglesia, y también León es recibido con estima.
      Conviene, sin embargo, recordar que lo más importante no es solo ser queridos, sino cumplir la misión que Cristo confió a Pedro: confirmar a los hermanos en la fe (cf. Lc 22,32). El afecto del pueblo es un don, pero la verdadera medida de un pontificado está en la fidelidad al Evangelio y en la comunión con toda la Iglesia.

      Eliminar
    5. Estimado Fernando,
      en tu comentario a Isabel reduces al papa Francisco a etiquetas ideológicas y lo presentas en términos despectivos. Permíteme recordarte que esa no es una manera compatible con la comunión católica (y supongo que entiendes toda la carga significativa implicada en los términos "comunión católica"). El Sucesor de Pedro merece nuestro respeto, incluso cuando podamos juzgar imprudentes ciertos gestos o palabras. La corrección fraterna nunca puede convertirse en descalificación.
      Además, veo que has intervenido en este hilo, pero has dejado sin respuesta lo que te pedí en nuestro intercambio anterior. Allí te solicité que precisaras y fundamentaras tus acusaciones contra el Papa, citando con exactitud sus palabras y el contexto en que fueron dichas. Mientras no lo hagas, permanecen en el hilo tus afirmaciones calumniosas de que el Papa sería hereje, lo cual constituye materialiter un pecado de herejía en quien lo sostiene.
      Te reitero, pues, la invitación a responder con seriedad a lo que se te ha pedido y a depurar tu lenguaje, para que tu intervención pueda ser un aporte válido al diálogo y no un obstáculo para la fe de quienes leen este espacio.

      Eliminar
    6. Estimada Pocha,
      le agradezco mucho su comentario, que aporta un testimonio sencillo y lleno de fe. Es verdad que muchas expresiones improvisadas del papa Francisco podían prestarse a confusión, pero cuando se lo escuchaba en sus catequesis o en el Ángelus, siempre aparecía con claridad su referencia constante a Cristo.
      También comparto lo que señala sobre la acogida: la Iglesia no rechaza a nadie de antemano, porque todos estamos llamados a la conversión. Que vengan a la Iglesia los que están lejos, de cualquier ambiente o ideología; lo importante es que se acerquen y que, con la gracia de Dios, puedan encontrar el camino de la fe y de la vida nueva en Cristo.
      La verdadera caridad consiste en abrir las puertas, pero también en acompañar con paciencia hacia la conversión. Esa es la misión de la Iglesia y el corazón del Evangelio.

      Eliminar
    7. Fernando,
      lo que has escrito aquí es muy grave. Decir que la Iglesia es “una porquería” (de cualquier modo que lo digas) constituye una ofensa directa contra la Esposa de Cristo y, por tanto, un pecado contra la fe y la comunión. Te pido que retires esa expresión y que depures tu lenguaje: ningún católico puede hablar así de la Iglesia sin herir gravemente su propia fe.
      Además, no es correcto afirmar que el Papa “acerca a la gente a sí mismo”. La misión del Sucesor de Pedro no es atraer hacia su persona, sino confirmar a los hermanos en la fe y conducirlos a Cristo (y el Papa no puede fallar en esta misión, si creemos que Cristo no nos engaña). Reducir su ministerio a una estrategia de simpatía personal es desconocer la naturaleza del pontificado.
      Y aprovecho para recordarte que sigue pendiente tu respuesta a lo que te pedí en nuestro intercambio anterior: fundamentar con citas exactas y contexto tus acusaciones contra el papa Francisco. Mientras no lo hagas, permanecen en el hilo tus afirmaciones calumniosas de que el Papa sería hereje, lo cual constituye materialiter un pecado de herejía de tu parte.
      Te reitero, pues, la invitación a rectificar tus palabras y a responder con seriedad, para que tu intervención pueda ser un aporte válido al diálogo y no un obstáculo para la fe de quienes leen este espacio. De lo contrario, tus palabras no podrán ser acogidas como legítimas dentro de un foro católico, pues hieren la comunión y confunden a los lectores.

      Eliminar
    8. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

      Eliminar
    9. [Nota de moderación: este comentario ha sido editado para suprimir expresiones ofensivas y descalificaciones, conservando el núcleo de la objeción.]

      No he dicho que la Iglesia sea una porquería. Lo que quise señalar es que algunos admiradores de Francisco suelen decir frases como: “Francisco me reconcilió con Dios, pero no con la Iglesia”, o “Francisco es una cosa y la Iglesia otra”. Tampoco he afirmado que el Papa sea hereje; lo que he mencionado es que algunos doctores de la Iglesia han discutido la posibilidad de un papa hereje, citando casos históricos como el de Honorio. En cuanto a expresiones poco felices o imprudentes del papa Francisco, creo que son conocidas.

      Eliminar
    10. Fernando,
      comienzo por señalar que las descalificaciones personales que me has dirigido (y que he eliminado de tu comentario) no tienen cabida en este espacio. El diálogo fraterno exige respeto, incluso en la discrepancia.
      En cuanto al fondo: tú ahora dices que no has llamado “porquería” a la Iglesia, sino que has puesto esa expresión en boca de un supuesto admirador del Papa. Pero lo cierto es que la frase quedó publicada en el comentario, sin aclaración alguna, y así fue recibida por los lectores. Por eso te pedí que la retiraras: porque ningún católico puede hablar de la Iglesia en esos términos, ni siquiera de modo hipotético, sin herir la comunión.
      Comprendo que por tu educación quizás, por tus modos expresivos, por tu forma de actuar, estés habituado a los impulsos y a los prontus, pero, debemos considerar a los que nos leen, y a quienes podemos escandalizar.
      Respecto a la cuestión del Papa hereje: es verdad que algunos autores medievales y modernos discutieron esa hipótesis, pero sólo como hipótesis teórico/académica, sin negar el dogma acerca de la imposibilidad de la herejía en el Papa.
      La fe de la Iglesia, expresada en el Concilio Vaticano I, enseña que el Papa, como sucesor de Pedro, goza de una asistencia especial del Espíritu Santo para confirmar a los hermanos en la fe. Esa asistencia no significa impecabilidad ni infalibilidad en todo lo que dice, pero sí garantiza que no puede fallar en su misión de custodiar la fe de la Iglesia. Por eso, acusar al Papa de herejía es una calumnia gravísima. En tu caso con mayor gravedad, porque no has dado ninguna prueba (cita, frase literal, ocasión, contexto) que intentara argumentar tu postura.
      Finalmente, afirmaa que no has dicho que Francisco sea hereje, pero has dejado en el hilo expresiones que lo sugieren inevitablemente, pues no hay otra forma distinta de entenderte. Te reitero lo que ya te pedí: cita con exactitud las palabras del Papa que, según tú, serían heréticas, y el contexto en que fueron dichas. Mientras no lo hagas, tus acusaciones permanecen como calumniosas y dañinas para la fe de quienes leen.
      Te invito, pues, a depurar tu lenguaje y a responder con seriedad a lo que se te ha pedido. Solo así tu intervención podrá ser un aporte válido al diálogo y no un obstáculo para la comunión eclesial.

      Eliminar
  26. Es verdad que Jesús nos ama como somos, pero no es verdad que nos acoge en el Paraíso con la túnica sucia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dios nos ama, pero no nos ama como somos. ¨Soy narco, Jesús me ama como soy¨¨Soy pedofilo, Dios me ama como soy¨¨Soy un explotador y tratante, Dios me ama como soy¨

      Eliminar
    2. Estimada Ana María,
      muy buena observación. En efecto, Jesús nos ama tal como somos, pero ese amor no nos deja como estamos: nos transforma y nos purifica, en la medida en que aportemos nuestro arrepentimiento y penitencia. Me viene a la mente la parábola del banquete de bodas, donde uno de los invitados es reprendido por presentarse sin el vestido adecuado (cf. Mt 22,11‑14).
      La imagen de la “túnica limpia” expresa justamente la gracia santificante, sin la cual nadie puede entrar en la comunión plena con Dios. El Señor nos acoge con misericordia, pero al mismo tiempo nos reviste con su gracia para que podamos participar dignamente de la fiesta eterna. Así, la misericordia de Dios no es una excusa para permanecer en el pecado, sino la fuerza que nos reviste de su gracia y nos hace dignos de la fiesta eterna.

      Eliminar
    3. Fernando,
      lo que escribes aquí confunde gravemente. La fe católica enseña que Dios ama a cada persona tal como es, incluso cuando está en el pecado más grave. Precisamente porque nos ama, no nos deja en ese estado, sino que nos llama a la conversión y nos ofrece su gracia para transformarnos.
      Negar que Dios nos ama “como somos” equivale a negar la universalidad de su amor. Lo que es falso no es el amor de Dios, sino la conclusión que algunos sacan: pensar que ese amor basta sin arrepentimiento ni cambio de vida. El Evangelio es claro: Cristo vino a llamar a los pecadores, no a los justos (cf. Lc 5,32).
      Por eso, usar ejemplos extremos para ridiculizar esta verdad de fe no ayuda al diálogo ni a la comprensión. Te invito a depurar tu lenguaje y a expresar tus objeciones con respeto, para no escandalizar a quienes leen este espacio.
      Y aprovecho para recordarte que sigue pendiente tu respuesta a lo que se te pidió en nuestro intercambio anterior: fundamentar con citas exactas y contexto tus acusaciones contra el papa Francisco. Mientras no lo hagas, permanecen en el hilo tus afirmaciones calumniosas de que el Papa sería hereje, lo cual constituye materialiter un pecado de herejía de tu parte.

      Eliminar
    4. [Nota de moderación: este comentario ha sido editado para suprimir ejemplos extremos, conservando el núcleo de la objeción.]

      Es falso lo que usted dice. Dios no ama el pecado, por lo tanto, no nos ama en cuanto pecadores. Justamente porque nos ama, no nos deja como estamos. Mi intención no es ridiculizar, sino mostrar que Dios no ama al pecador en cuanto tal, sino en cuanto criatura llamada a la redención. Creo que es evidente y usted confunde la cuestión.

      Eliminar
    5. Fernando,
      lo que planteas confunde dos niveles distintos. Es verdad que Dios no ama el pecado: lo rechaza radicalmente, porque el pecado destruye al hombre y lo aparta de Él. Pero al mismo tiempo, la fe de la Iglesia enseña que Dios ama siempre al pecador, incluso en su miseria, porque lo ama como criatura suya y porque Cristo murió por todos cuando aún éramos pecadores (cf. Rm 5,8).
      Decir que “Dios no nos ama como somos” es, por tanto, incorrecto. Sí nos ama como somos, incluso en el estado de pecado, pero no nos deja como estamos: su amor nos llama a la conversión, al arrepentimiento y a la vida nueva en Cristo. Esa es la paradoja del Evangelio: un amor incondicional que, precisamente por serlo, no se conforma con nuestra condición caída, sino que nos transforma.
      Tus ejemplos “por el absurdo” no hacen justicia a esta verdad de fe, porque pueden dar a entender que el amor de Dios es selectivo o condicionado. Y eso contradice la enseñanza constante de la Iglesia: Dios ama a todos, pero odia el pecado que hiere a sus hijos.
      Te invito, pues, a expresar tus objeciones con mayor precisión doctrinal y con un lenguaje que no confunda a quienes leen. Solo así tu intervención podrá ser un aporte válido al diálogo y no un motivo de tropiezo.

      Eliminar

Los comentarios que carezcan del debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados.
Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.