El hecho de que el ingreso en el Reino de Dios sea gratuito pero a la vez sea necesario pagar, parece una paradoja. Pero se disuelve, si consideramos que la gracia es gratuita por parte de Dios, mientras que debida y necesaria es la obra expiatoria y reparadora por nuestra parte sostenidos por la gracia de Cristo. Así, la salvación es incondicional por parte de la gracia preveniente, pero está condicionada por nuestra parte por el hecho que guardamos los mandamientos en gracia produciendo la gracia consecuente que nos merece la vida eterna. [En la imagen: fragmento del esbozo de "Jesucristo Crucificado", óleo sobre lienzo, 1896, obra de Victor M. Vasnetsov, de la Catedral de Vladimir, en Kiev, conservado y expuesto en la Galería Tretiakov, en Moscú, Rusia].
Persona ontológica y persona trinitaria
----------Por la revelación cristiana venimos a saber que en Dios hay una personalidad no solo en el sentido de una sustancia o naturaleza divina, sino en el sentido de relación subsistente, como nos enseña el Concilio de Florencia de 1439. Tomando el concepto de persona en este sentido, sabemos entonces por fe que en Dios hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios, por lo tanto, es una persona o naturaleza en el sentido de sustancia en tres personas en el sentido de relaciones subsistentes.
----------La persona trinitaria no tiene una voluntad propia distinta de la de las otras dos, porque la voluntad divina en la Santísima Trinidad es solo la de la naturaleza divina, que es una sola. Por tanto, cuando por ejemplo nuestro Señor Jesucristo dice que el Padre ama al Hijo no quiere decir que el Padre en cuanto Padre tenga una voluntad por cuenta propia distinta de la del Hijo, ya que, dado que Padre e Hijo son un solo Dios, la voluntad del uno y del otro es siempre la misma voluntad del Dios uno.
----------Así similarmente Cristo, no teniendo como Dios una voluntad distinta de la del Padre como Padre, cuando habla de su obediencia al Padre, no se refiere a su divinidad de Hijo, sino a su voluntad humana. La voluntad de Cristo es distinta de la del Padre como voluntad humana, pero desde el punto de vista de su común ser Dios, la voluntad es única, es la de Dios, que es uno solo.
----------Padre e Hijo quieren las mismas cosas no porque el Hijo se adhiera a la voluntad del Padre con una voluntad propia de Hijo, distinta de la del Padre en cuanto Padre, sino porque la voluntad del Hijo en cuanto Dios es una e idéntica a la voluntad del Padre en cuanto Dios. Es solo la voluntad humana de Cristo la que es distinta de la voluntad del Padre como Dios y como Padre.
----------Así el Padre ha ordenado al Hijo cumplir la obra de la salvación no en cuanto se haya dirigido a la voluntad del Hijo como Hijo, quien en cambio como Dios tiene la misma e idéntica voluntad de Dios Padre, sino que el Padre se ha dirigido al Hijo en su humanidad de Verbo encarnado. Ha mandado a la voluntad humana de Cristo, no a su voluntad divina, que es ontológicamente la misma del Padre en cuanto Dios.
----------Por cuanto respecta al Espíritu Santo, Él es ciertamente el Amor que une al Padre y al Hijo, pero también aquí es necesario prestar atención y tener cuidado, porque tampoco el Espíritu Santo como tal tiene una voluntad propia distinta de la del Padre y del Hijo, como podría suceder entre nosotros, en un grupo de tres amigos, donde uno de los tres estimula el amor y el afecto entre los otros dos, ya que la voluntad del Espíritu Santo en cuanto Dios es una e idéntica, en cuanto voluntad divina, a la del Padre y del Hijo en cuanto Dios.
Los tres grados de bondad
----------La virtud moral fundamental de la persona es la bondad, por la cual la persona ama y quiere el bien supremo, el cual es Dios, y en nombre y a causa de este amor a Dios quiere según la voluntad de Dios, ama y practica el bien propio y el bien del prójimo.
----------La bondad moral de la persona divina obra el bien según tres grados de bondad, los cuales son: la justicia, la misericordia y la generosidad. Tanto nosotros como Dios ejercemos estos tres grados. Pero nosotros podemos ejercer misericordia hacia el prójimo, pero no podemos ejercer misericordia hacia Dios. Esto es porque Dios no puede ser un pobre a socorrer o un pecador a perdonar.
----------La justicia corresponde al grado mínimo de la operación moralmente buena: compensar o remunerar o retribuir o dar a cada uno lo que le corresponde o lo que merece por derecho, sea que le agrade: el premio, el honor y la gloria, sea que no le agrade: el castigo, el deshonor y la infamia.
----------La justicia de por sí misma es hacia el otro. Pero en sentido lato puede ser también hacia nosotros mismos y precisamente hacia nuestras fuerzas psíquicas inferiores voluntarias, como las pasiones, que pueden y deben ser controladas, moderadas, dominadas y disciplinadas por la recta razón iluminada por la buena voluntad animada por la caridad. Aquí tenemos las virtudes de la templanza y de la fortaleza.
----------Segundo grado de la bondad es la misericordia, la cual tomada por la piedad y compartiendo el sufrimiento del mísero y necesitado que no encuentra ayuda y no es capaz por sí solo de levantarse de su miseria, se inclina compasiva con delicadeza y ternura sobre él, lo libera del mal y lo eleva beneficiándolo gratuitamente dándole la posesión de lo que le corresponde y de lo que necesita también por encima del mérito.
----------La obra de la misericordia es la obra de la salvación que dona la gracia sanante, es decir, es la obra de la curación de la naturaleza humana de las heridas del pecado original mediante el bautismo, es la obra de la remisión de los pecados y de la liberación del mal y del infierno.
----------El tercer grado es la generosidad o liberalidad, expresión de la magnanimidad y de la máxima caridad, por la cual la persona dona más allá de lo que el beneficiario, ya contento, desea y a lo cual tiene derecho. Aquí Dios Padre dona la filiación divina en Cristo mediante la gracia elevante y nosotros podemos hacer partícipe al prójimo de nuestra misma vida en Cristo mediante la evangelización y su acogida en la Iglesia.
----------Aquí la persona, inflamada de caridad, movida por el Espíritu Santo, cumple los actos heroicos del don de sí misma, incluso al precio de la vida, por el bien del prójimo y el honor de Dios. Tenemos aquí el don del martirio y el amor que Cristo ha tenido por nosotros, en cuanto que, aunque inocente, por voluntad del Padre ha pagado por nosotros, pecadores, al Padre, la deuda de nuestros pecados, cumpliendo una obra de suma justicia hacia el Padre, al cual ha dado satisfacción en nuestro nombre y a nuestro favor, dándonos por misericordia la gracia de poder colaborar en su obra redentora mediante el llevar nuestra cruz cotidiana.
La virtud de la justicia
----------La justicia es aquella virtud por la cual una persona remunera o recompensa, por deber u obligación de ley, proporcionalmente al mérito, a otra u otras personas según una medida determinada o en relación con un derecho o mérito de esta persona por una obra por ella cumplida.
----------La justicia es la virtud social por excelencia que empuja o dispone a cumplir los propios deberes hacia el prójimo, al respeto de la ley natural y divina, civil y eclesial, al respeto de los derechos de los otros. Ella obra al servicio del bien común, en el respeto de las legítimas diversidades, en el cuidado de sus legítimos intereses, en el ejercicio de una libertad responsable, basada en una conciencia moral bien formada, sincera y honesta. La justicia es legal si es asunto de la magistratura, es administrativa o distributiva, si es asunto del gobernante; es política si es asunto del ciudadano; es conmutativa, si es asunto del economista.
----------La justicia implica una moderación de las pasiones, en especial, presentándose la ocasión, de la pasión de la ira. La justicia puede requerir, para el alejamiento de la injusticia, el justo uso de la fuerza y de la coerción, pero excluye la violencia y la crueldad. Requiere el amor por el enemigo en sus lados buenos, pero la victoria sobre el enemigo en sus acciones malas.
----------La justicia es la virtud que premia la bondad y castiga la malicia. El premio es un bien obtenido por la buena acción. El castigo o punición es un mal de pena, ya sea en cuanto consecuencia necesaria e intrínseca del acto malo, por lo cual el sujeto es afectado por el dolor o privado de la libertad o castigado con la muerte: por ejemplo beber un veneno, o bien se trata de un mal de culpa, es decir, la voluntad privada a sí misma de la rectitud y devenida mala amando un falso bien.
----------El principio bíblico "ojo por ojo" (Ex 2,24; Lv 24,20) debe ser entendido como ley de justicia. Jesús se opone a ese principio por una superior justicia; no porque rechace el principio en sí mismo, sino una cruel aplicación del mismo, sobre todo si el deudor no es capaz de pagar o satisfacer a suficiencia.
----------La justicia pretende establecer la igualdad o equivalencia o correspondencia entre dos términos, que son intercambiados en base a una unidad de medida que hace de regla de la acción justa. Por ejemplo, un intercambio de mercancías a un precio convenido.
----------Faltar a la regla moral o jurídica quiere decir caer en la injusticia. Si quiero comprar el periódico, debo pagar ese determinado precio al diariero, aunque él, si es mi amigo, también me lo pueda regalar. Si me lo regala no comete una injusticia. Cumple, en cambio, un acto mejor, aunque facultativo, que nace del hacer el bien gratuitamente. Esto es propiamente la generosidad.
----------Al obrero que ha cumplido un buen trabajo que antes se había convenido, la justicia quiere que el dirigente dé la paga convenida. El Evangelio presenta en esos mismos términos del ámbito laboral o comercial el premio de la vida eterna para aquellos que se han esforzado por negociar los talentos recibidos. Lo cual no quita en absoluto el rol de la gracia y de la misericordia divinas expresado en otros pasajes del Evangelio. Es necesario saber comprender cómo estas dos cosas van juntas.
----------Digamos que la gratuidad, que es misericordia, depende de Dios, mientras que la obra de justicia por la cual el reino de Dios es objeto de conquista, es obra del hombre Jesús, en cuanto Hijo de Dios, de tal manera que también nosotros en Cristo, si bien por una parte somos objeto de la gracia, por otra parte colaboramos con las obras de nuestra propia salvación.
----------La justicia supone una unidad de medida a la cual el deudor y el acreedor, el comprador y el vendedor, el juez y el imputado, deben adecuarse de común acuerdo a la común unidad de medida y criterio de juicio.
----------El juicio justo implica la determinación de un equilibrio o un punto medio, una equidistancia entre dos partes o términos opuestos y extremos, con el fin de evitar la facciosidad o partidismo y la parcialidad, y así obtener la conciliación o restitución. Por eso la justicia se representa con la imagen de una balanza.
----------La ley es la regla de la justicia. Ella debe ser igual para todos: no puede admitir favoritismos y acepciones de persona. También el privilegio, de por sí legítimo, debe estar justificado. La igualdad debe ser proporcional. Al recién nacido se le da la leche; al adulto, la comida sólida. Esto no es discriminación sino justicia.
----------Estrecha relación con el tema de la justicia tiene el concepto del mérito, que es esa condición moral de la persona consecuente a una determinada acción, por la cual la persona deviene apta para recibir de quien debe dar un premio o un castigo según que la acción haya sido respectivamente buena o mala.
----------El castigo puede ser intrínseco al acto malo en cuanto relacionado con la misma naturaleza del acto. Por ejemplo el suicidio. O puede ser extrínseco y subsecuente, y por lo tanto dilatable o incluso anulado con decreto de gracia por la autoridad que lo ha infligido, en cuanto es establecido por convención a arbitrio del legislador o del juez, por ejemplo, la cárcel por un delito o el infierno por un pecado.
----------Sin que esté prohibida la legítima defensa personal, la justicia quiere que le corresponda a la autoridad pública, representante de la autoridad divina, sancionar con una pena fijada por el código penal el precepto de la ley y vengar la infracción de la ley. Según la Escritura, Dios, justo juez, es el vengador de aquellos que no han recibido satisfacción de la justicia humana por un mal sufrido, lo cual no quita en absoluto el deber de orar por los perseguidores y estar dispuestos a perdonarlos.
----------La justicia permite la acción bélica por orden de la pública autoridad, por una justa causa, cuando no haya posibilidad de solución negociada del litigio, en el respeto a la persona del enemigo, llevada a cabo con lealtad y medios lícitos y eficaces y en la perspectiva realista de la victoria.
----------Son permitidos los subterfugios para engañar al enemigo: "con el perverso tú eres astuto" (Sal 18,27). Engañar o ocultar la verdad a quien quiere servirse de ella para hacer el mal no es pecado, sino legítima defensa y obra de justicia. Consideremos el ejemplo bíblico de Rahab (Jos 6,22-25). Ella es alabada por haber mentido a los perseguidores de los mensajeros de Israel (Jos 2,25).
La justicia divina
----------La justicia divina se puede tomar como suma de las virtudes divinas, es decir, como equivalente a la santidad; y entonces coincide con la misericordia (cf. Rm 3,21); o bien se puede tomar como distinta de la misericordia. Entonces es el poder divino para premiar a los buenos y castigar a los malvados.
----------Dios se reserva para Sí la tarea de juez en última instancia de las acciones humanas, sobre todo en el foro interno, como por ejemplo el de reparar con su justicia los defectos de la justicia humana: "mía es la venganza y el castigo" (Dt 32,25), así como corresponde a la autoridad pública; por justos y gravísimos motivos, declarar y hacer guerra con las armas convencionales (excluyendo las atómicas) contra otro Estado o defender con las armas la patria agredida por un injusto agresor.
----------Santo Tomás de Aquino admite en casos extremos incluso la venganza privada (cf. Summa Theologiae, II-II, q.108, a.2, 1m). Ciertamente no se trata de una venganza rencorosa como la entendemos comúnmente nosotros hoy en día, pero podemos compararla con la llamada reivindicación del derecho de los trabajadores, que ocurre, por ejemplo, a través de una huelga o paro laboral.
----------La obra de nuestro Señor Jesucristo por nuestra salvación ha sido ciertamente una obra de justicia. El término hebreo goél, que nosotros entendemos y traducimos frecuentemente como "redentor", significa "vengador". Cristo, sacrificándose por nosotros, ha cumplido una obra de justicia; vale decir, en lugar nuestro ha dado satisfacción al Padre por la ofensa que a Él le hemos hecho con el pecado.
----------Aplicación por antonomasia de la virtud de justicia es la justicia conmutativa, que tiene uno de sus paradigmas típicos en el intercambio o en el comercio. Sobre esta metáfora se basa la terminología bíblica que nos habla de la obra cumplida por Cristo en favor del hombre. De aquí el pecado expresado como "deuda a pagar", que puede ser "remitida", términos como "redención", que viene de re-d-emptio, comprar de nuevo, "precio de la sangre", "rescate", usado por Cristo mismo (Mt 20,28).
----------Existe también una justicia hacia Dios, aunque en sentido analógico. Como hace notar santo Tomás, no es más que la virtud de religión, por la cual el hombre siente el deber de ofrecer a Dios sacrificios de expiación y sacrificios pacíficos para restituirle aquello que Él nos da y para aplacar su ira consecuente a nuestro pecado contra Él, con el fin de reconciliarnos con Él, pidiéndole gracia y misericordia.
----------La Iglesia nos instruye sobre este concepto cristiano de justicia religiosa. Como enseña el Concilio de Trento, "Adán, habiendo transgredido en el paraíso el mandamiento divino, a causa de la ofensa por tal prevaricación, incurrió en la ira y en la indignación divinas" (Denz.1511).
----------Así, según nos narra la Sagrada Escritura, nuestro primer padre Adán sufrió un castigo que de por sí él no podía quitar, se causó a sí mismo un daño que por sí solo no podía reparar, perdió una gracia y una inmortalidad a las cuales él solo no podía recuperar, cayó en una culpa que él no podía expiar, perdió una libertad que por sí solo no podía recuperar, contrajo con Dios una deuda que por sí solo no podía pagar, decayó en una fragilidad y en una tendencia a pecar que por sí solo no lograba corregir.
----------He aquí entonces la intervención de la misericordia de Dios Padre con el donarnos a su Hijo Jesucristo, a quien llamamos "redentor", y así lo llamamos en virtud de una metáfora tomada del lenguaje de la economía o de las transacciones mercantiles (a este respecto es significativa la hermosa antífona gregoriana Mirabile commercium), como el mismo lenguaje de la Sagrada Escritura nos autoriza a hacer. Así la sangre de Cristo es el precio de nuestro rescate. Jesús mismo usa la palabra "rescate" para significar el sacrificio de la cruz. Por otra parte re-d-emptio, significa comprar de nuevo, y entonces se dice que el Hijo Dios ha adquirido o comprado creándola una primera vez la humanidad y donándola al Padre.
----------Con su sacrificio expiatorio y satisfactorio en la cruz el Hijo ha adquirido de nuevo y hecho suyo al hombre salvado y lo ha restituido al Padre, legítimo propietario, arrancando al hombre de la esclavitud de Satanás, bajo cuyo poder había caído como consecuencia del pecado original.
----------Observamos a este respecto que el hecho de que el ingreso en el reino de Dios sea gratuito pero al mismo tiempo sea necesario pagar -la perla preciosa debe ser comprada-, parece una paradoja. Pero tal paradoja se disuelve, si consideramos que gratuita es la gracia por parte de Dios, mientras que debida y necesaria es la obra expiatoria y reparadora por nuestra parte sostenidos por la gracia de Cristo.
----------Así la salvación es incondicional por parte de la gracia preveniente, pero está condicionada por nuestra parte por el hecho que guardamos los mandamientos en gracia produciendo la gracia consecuente que nos merece la vida eterna.
Estimado Padre.
ResponderEliminarDios es bondad infinita. Considerando que Dios si hubiera querido podría haber creado a los hombres todos perfectos y en lugar de crearnos perfectibles y por lo tanto dotados con la libertad de elegir el mal, que luego entre otras cosas es elegido. ¿No podría ser esta modalidad efectiva de creación realizada por Dios una limitación a la infinidad de su bondad? De tal modo que solo creando todo perfecto habría sido realmente infinita bondad? Gracias Padre, como siempre. Francisco Fernández
Estimado Francisco,
Eliminarnuestra confianza en la infinitud de la bondad divina nos debe hacer pensar que Dios, queriendo el mal de pena y no queriendo eliminarlo, como creía Orígenes, debe haber tenido un motivo muy excelente, pero que escapa a nuestro entendimiento, y que solo conoce él. Ciertamente nos preguntamos: ¿Pero no habría sido más bueno si hubiera quitado el mal del todo? ¿Por qué deja subsistir el infierno? La Iglesia ha condenado a Origenes, porque creía que un día Dios eliminaría todo el mal. Repito: podía hacerlo. Pero ¿por qué no lo hizo? No lo sabemos.
Nos sería espontáneo decir: Yo en su lugar habría quitado todo el mal. Pero en este punto preguntémonos: ¿Queremos ser más buenos que Dios? Entonces vemos que debemos detenernos ante un misterio que solo Dios conoce y que no es necesario para nosotros desvelar a los fines de nuestra salvación.
Si la cosa hubiera sido útil para nuestra salvación, Cristo nos la habría revelado, porque antes de volver al Padre dijo a los Apóstoles que había revelado todo lo que el Padre le había encargado decir.
Según la Cabalá, Dios es el origen del mal también, pero esto es una blasfemia, porque Dios es Sumo Bien. Otros, sobre todo hoy, creen que Dios no es omnipotente, por lo cual ellos afirman que ciertas formas gravísimas de mal Dios no consigue impedirlas. Pero eso también es blasfemia.
Dios quiere absolutamente el ejercicio del libre albedrío del ángel y del hombre, y por lo tanto está dispuesto a respetar también la elección del pecador, manteniéndolo en existencia. Así que aquí vemos cómo Dios responde con bondad y omnipotencia a la maldad hacia él.
Con la actual conformación del hombre, por lo que Dios ha decidido libremente destinarlo al bien (felicidad) a la condición de comprometerse para realizar obras destinadas a ello, y reservar el mal (infelicidad) a los desobedientes, nosotros definimos a Dios Bondad Infinita;
Eliminartambién en la hipotética (no realizada por Dios) conformación humana donde todos los hombres incondicionalmente serían admitidos al bien (felicidad) directamente sin someterse al compromiso mancionado arriba, y por lo tanto no habría ninguna condición de infelicidad, Dios habría sido igualmente llamado Bondad Infinita.
Si esto que he escrito o quizás no es más que una repetición de la pregunta anterior es cierto (y le pregunto si es verdad), en ambos casos se llama a Dios Bondad Infinita. Pero en el primer caso la realidad del estado de infelicidad de los desobedientes me parecería una limitación respecto al estado en que todos serían directamente felices. ¿No es cierto?
Quizás yo mismo podría intentar una solución: la elección efectiva de una condición de infelicidad es realizada por el hombre que la efectúa y no por Dios. Por lo cual el esfuerzo requerido al hombre para ser feliz se considera como un obstáculo superable. Se convierte en límite y por tanto limitación a la Bondad Infinita de Dios pero la limitación es realizada por el hombre y no por Dios. ¿Funciona como solución? Gracias Padre Filemón!
Francisco Fernández
Estimado Francisco,
Eliminartengamos presente que el obstáculo para llegar al paraíso del cielo propiamente no lo pone Dios, sino que es un dato objetivo, es decir una consecuencia del pecado original.
Por cuanto respecta a lo que el hombre puede hacer, no se puede decir que él pueda poner un límite a la infinita bondad de Dios, porque esa bondad es expresión de su omnipotencia y si pudiéramos limitar esta omnipotencia, significaría que tenemos poder sobre Dios, lo cual es absolutamente inadmisible.
El hecho de que algunos se dañen a sí mismos no depende del hecho de que ellos pongan un límite a la bondad divina, sino que depende simplemente del hecho de que ellos voluntariamente y culpablemente desobedecen a Dios.
En cuanto al hecho de que no todos se salvan, me parece que usted interpreta este hecho como si los malvados pudieran limitar la bondad divina. Ya le he explicado que eso no puede suceder.
En este punto, razonando como usted razona, podría caer en la tentación de que si Dios hubiera salvado a todos, podría poner en práctica toda su omnipotencia y por lo tanto realizaría más su bondad.
Tenga usted mucho cuidado, porque esta es una mala tentación, porque corre el peligro de pensar que Dios habría sido más bueno si hubiera salvado a todos. Ahora bien, la fe nos dice que Dios no quiso impedir el pecado, aunque pudo haberlo hecho. ¿Eso significa que fue menos bueno? No, porque si Dios, que es bondad infinita y se ha comportado así, quiere decir que es mejor así, aunque no sepamos el porqué.
Dios manifiesta plenamente su bondad infinita con la Redención, realizada por nuestro Señor Jesucristo para todos los hombres, Redención que nos hace hijos de Dios y destinados al paraíso. Solo aquellos que rechazan la salvación de la Redención no pueden entrar en el cielo.