Finalicemos por ahora nuestra reflexión sobre el Misterio Eucarístico con las dos últimas cuestiones prometidas. Primero tratemos de lo que se refiere al sacrificio de la Santa Misa y su relación con la Iglesia en cuanto Cuerpo Místico de Cristo. Y en segundo lugar, consideraremos el modo particular de participación en el Santo Sacrificio de la Santísima Virgen María. [En la imagen: fragmento de "Capilla Nuestra Señora de las Nieves antes de la tragedia de 1965", acuarela sobre papel, 2025, obra de Julio González, colección privada. Representa el conocido templo en Puente del Inca, Las Heras, provincia de Mendoza, en su estado anterior al 15 de agosto de 1965, en que un alud desde el cerro Banderita Sur devastó las localidades de Las Cuevas y Puente del Inca, causando unas cincuenta víctimas mortales y destruyendo gran parte del Hotel Termas de Puente del Inca, situado junto a la Capilla, la cual permaneció y permanece en pie hasta la actualidad].
Segunda cuestión
----------Ahora, para finalizar cumpliendo con lo prometido (las dos últimas cuestiones) solo nos quedan breves consideraciones. Una se refiere precisamente a este modo de ofrecerse Jesús, que involucra también a la Santa Iglesia de Dios. Es una reflexión muy importante precisamente por nuestra participación en el sacrificio de la Santa Misa. Y lo vuelvo a repetir: para participar bien en la Santa Misa no hay necesidad de quién sabe cuantas extravagancias litúrgicas; las cuales, de hecho, impiden la participación.
----------Nos es necesario mucho recogimiento en torno a lo esencial, a este unum necessarium, a la única cosa que cuenta. Y si nosotros pensamos bien en la realidad de la Santa Misa en sí misma, independientemente de lo que pueda ser nuestra relación con la Misa, de tipo digamos individual, afectivo y todo lo demás, pensando en la Misa en su realidad esencial, pensando en esto, nosotros inmediatamente participamos en el Sacrificio de Cristo.
----------¿Por qué participamos? Porque Jesús mismo nos involucra en la participación. Y pido disculpas por volver otra vez a mi estribillo. Mis habituales lectores están ya acostumbrados a soportar esta locura mía (como dice san Pablo, disculpándose con sus cristianos), pues me repito a menudo. Pero lo que diré es importante. Los cristianos de hoy tenemos esta presunción de pensar que somos nosotros los iniciadores de esta participación. No. Si Jesús no nos invita a participar, no se participa o se participa de una manera equivocada.
----------Por lo tanto, la iniciativa es por parte de Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, que en ese momento se hace presente para nosotros en el altar. Y entonces es Él quien nos invita a participar. Más aún, es Él quien nos da la misma posibilidad de participar. Por lo cual, no hay que pensar que somos nosotros los que hacemos el bien y participamos: yo me decido a participar. No. Es Él quien me hace participar, de lo contrario no participo en absoluto o participo de manera bastante superficial y humana.
----------Y entonces, ¿cómo nos invita Jesús a participar? Aquí hay un tema que todos los Santos Padres han desarrollado ampliamente, y éste es, que Jesús es al mismo tiempo un individuo humano, con su consistencia histórica cierta, pero también es verdaderamente aunque místicamente toda la realidad de la Iglesia. Existe, digamos así, una incorporación en el misterio de Cristo. Más allá de un cuerpo individual, es también el Pneuma.
----------Este es ciertamente un misterio tremendo. Es dificilísimo de explicar. Cristo también es verdaderamente Espíritu. No, por supuesto, en el sentido herético que no tenga un cuerpo real verdadero y propio. Esto ya lo hemos excluido. Pero nuestro Señor Jesucristo tiene dos cuerpos. Uno suyo, individual. Y a éste no es posible asociar nada. Y luego tiene un cuerpo por así decirlo espiritual, pneumático, místico. Y en esto está insertado cada fiel, como los sarmientos que están insertados en las vides. El Salvador ha tenido esta bellísima imagen de los sarmientos, que prácticamente pertenecen vitalmente a la vid.
----------Cada uno de nosotros forma parte de ese Corpus Christi Mysticum, es decir, está insertado en el misterio de Cristo, que trasciende su realidad individual. Cristo es más que ese hombre individual, llamado Jesucristo. Y en virtud de este ser suyo es concebible una pertenencia a este cuerpo místico universal de Cristo.
----------Ahora bien, ese Jesús, que como sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza ofrece el sacrificio, del cual él mismo es también la víctima, ese Jesús no es solo el Jesús, digamos así, individuo humano subsistente en la Persona del Verbo, sino que es también todo el Corpus Christi Mysticum, que es toda la Iglesia.
----------Por tanto, todos nosotros que pertenecemos a Jesús, formamos parte de la Iglesia sacerdotal, la Iglesia que ofrece. Este es el sacerdocio de los fieles. Pero el Sacerdocio en general es esencialmente y jerárquicamente diversificado. Y así no hay dos roles. La Iglesia lo dice claramente. Entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles hay una diversidad no solo de grado, sino también de esencia. Pero todos, sacerdotes ministros y sacerdotes fieles, todos somos sacerdotes. Porque la Iglesia, con la diferenciación de estos momentos, es toda sacerdote como Jesús, que se ofrece a Sí Mismo al Padre.
----------Por lo tanto, la Iglesia toda pone esta Víctima sobre el altar. Y no solo. Como Jesús es sacerdote y víctima al mismo tiempo, así toda la Iglesia, cada uno de nosotros, es ofrecida por Jesús. Jesús tiene esta intención. Ved esta alma del sacrificio, esta intención, no solo de ofrecerse Él mismo, de ofrecerse a Sí mismo, sino de ofrecer junto a Sí mismo a todos aquellos que le pertenecen, a todos los sarmientos que están insertos en la vid.
----------Por consiguiente, hay que sentirse precisamente en comunión de gracia y de fe con toda la Iglesia esparcida por el mundo entero y, por tanto, hay que sentirse insertados en Cristo por obra del Espíritu Santo. He aquí como entra la Iglesia con el Espíritu Santo, que reúne a toda la Iglesia y la une en el amor. El cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, que ha sido plasmado en el vientre de la Santísima Virgen por obra del Espíritu Santo, ese cuerpo también por obra del Espíritu Santo se hace presente sobre el altar y, aún por obra del Espíritu Santo, está reunido desde todas partes de la tierra en un único cuerpo místico de Cristo.
----------De hecho, san Agustín de Hipona tiene esta hermosa simbología eucarística de los diferentes granos que se convierten en un solo pan y de los granos de uvas que confluyen en un único vino. Así también la Iglesia está reunida desde todas partes de la tierra. Y esta Iglesia, así reunida por el Espíritu Santo, es ofrecida toda junta junto con Jesús. No se separa. No depende de nosotros. No somos nosotros los que decidimos: "Buen Dios, quiero ofrecerme a Ti". No. Es Jesús quien ya nos ha ofrecido.
----------Ciertamente que luego es muy loable, más aún, hay un preciso deber por nuestra parte de participar en la Santa Misa y recordarnos esto, es decir, que junto con Jesús ya estamos ofrecidos en virtud de la intención de este gran Sacerdote en toda la eternidad, que es nuestro Salvador, Ya estamos todos ofrecidos al Padre. Por tanto, naturalmente es justo que nosotros repitamos continuamente durante la Santa Misa esta nuestra inserción como sarmientos en la vid en el Cuerpo Místico del Señor y que nos sintamos ofrecidos junto con toda la Iglesia, junto a Jesús, que es la cabeza de la Iglesia.
----------Esto debemos meditarlo a menudo. En cada parte de la Santa Misa, participar bien no quiere decir, como a menudo lo imaginan algunos, hacer quién sabe qué cosas. Sino que significa simplemente vivir cada momento de la Santa Liturgia, vivir cada momento de estos gestos tan significativos, vivirlos de esta manera sacrificial.
----------Si tuviera que escribir aquí para sacerdotes, entonces tendría que agregador que también a los sacerdotes les corresponde celebrar la Santa Misa sin esas extravagancias, que impiden precisamente esta participación real y verdadera de los fieles. En efecto, en la Santa Misa, como gesto litúrgico, cada momento, vale decir, todo lo que hace el sacerdote, cada palabra que dice, todo esto debe ser, podríamos decir, una epifanía, una manifestación límpida del misterio de nuestro ser ofrecido junto con Cristo. Si hay alguna cosa que no hiciera traslucir este aspecto, entonces diríamos que el gesto litúrgico ya no es tal.
Tercera cuestión
----------Una última cosa respecto a la Santísima Virgen, solo una breve mención sobre la Virgen. Entre todas las creaturas, Ella tenía este único privilegio de estar más cerca de Jesús. En el momento mismo de su divina maternidad, cuando concibió el Verbo Encarnado del Padre, en ese momento ella fue asociada al misterio de su Hijo, de una manera absolutamente irrepetible y única.
----------Y bien sabemos también cómo Ella se hizo partícipe de la santidad única y privilegiada de Jesús. Ningún alma ha sido tan santa, como la de la Virgen, desprovista del pecado original, desprovista de todo pecado venial, por lo tanto perfectamente santificada en vista de Cristo y luego por Cristo, que vino en Ella, y estableció en Ella su morada. Y así, la Santísima Virgen en cada momento de la vida del Salvador, desde su nacimiento hasta el final, hasta la Cruz, la Virgen, más que cualquier otra alma ha tenido la comprensión del misterio de Cristo.
----------Y así la Virgen, más que cualquier otra alma, ha comprendido también el sacrificio del Salvador. Todos huyen. Delante de la cruz está solo san Juan, el único de los discípulos que ha entendido, porque aprendió directamente de Jesús. Es este discípulo que tiene el don de la sabiduría en virtud de su caridad. Y luego está la Virgen. Aún más que san Juan, la Virgen sabe que aquí está la salvación del mundo.
----------Todos los demás piensan: aquí está la ruina, aquí está la mayor tristeza. "Nosotros esperábamos" -dicen los discípulos de Emaús, pobrecitos-, "que ese hombre debía redimir a Israel, pero en cambio ha terminado de ese modo". La Virgen en cambio sabe. Sabe y participa en la cruz, con este espíritu de redención. Pensémoslo. Es algo terrible para una madre ver morir a su hijo.
----------Pues bien, la Virgen junto a Jesús, ofrece junto a la cruz del Salvador, esta espada espiritual, que traspasa su alma, este su martirio interior. Pensemos qué ejemplo para nosotros, de participación en la Santa Misa, nos ha dado la Virgen con ese espíritu con el cual ella ha participado tanto en el sacrificio de la Cruz como en las Santas Misas, como justamente el padre Garrigou Lagrange conjetura.
----------San Juan, cuando acogió a la Virgen en su casa de Éfeso, sin duda celebró muchas veces la Santa Misa. El padre Reginald Garrigou Lagrange dice: "Hubiera querido ver qué era lo que sucedía en el alma de la Santísima Virgen cuando participaba en la Santa Misa", esa conciencia de estar otra vez ante la cruz del Salvador. Entonces, debemos decir que la Virgen tiene este privilegio único de ser nuestra Mediadora ante el Mediador, de ser en este sentido la Mediadora de todas las gracias, de ser aquella que, asociada a la cruz del Redentor, se convierte en nuestra Corredentora, en el sentido católico de la palabra, se entiende. Nosotros no exageramos en absoluto. No decimos que la Virgen puede sustituir a Jesús. En dependencia de Jesús, la Virgen ha merecido de congruo, lo que Jesús ha merecido de condigno.
----------El mérito condigno es el mérito según justicia. A Jesús, el Padre Eterno no podía rechazar la salvación de la humanidad, porque Jesús está a la par del Padre, siendo verdadero Dios. En cambio la Virgen evidentemente no está de ninguna manera en el derecho de recibir de Dios esta salvación de la humanidad. Sin embargo, respecto a Dios, no existe solo el derecho de estricta justicia, en el sentido en que ha satisfecho Jesús al Padre dando esto y el Padre le da aquello. No. Existe también un derecho amical, se podría decir. Podríamos llamarlo derecho de condescendencia, como ocurre por ejemplo entre nosotros en el comercio, cuando un vendedor se contenta con lo que el comprador puede dar aunque no tenga dinero suficiente para pagar la mercancía.
----------Se trata de una especie de derecho moral, aunque no de estricta justicia, el que fundamenta precisamente el mérito de congruo. De modo que -para poner otro ejemplo-, si mi amigo hace algo y me pide algo, aunque no tenga estrictamente el derecho a tenerlo, yo, viendo que es mi amigo y que me es querido, le doy lo que necesita y me ha pedido. Pues bien, así hace también Dios, cuando nos escucha en virtud del mérito de congruo. Así merece la Santísima Virgen. Ciertamente, a diferencia de la Santísima Virgen, nosotros no tenemos esta inocencia tal como para poder ofrecer para otros. Nosotros debemos ofrecer ante todo el sacrificio de expiación por nuestra imperfección, pero luego evidentemente debemos también hacernos cada vez más conscientes en la participación a la Santa Misa, de cómo nosotros también formamos parte de esta communio sanctorum y, por tanto, expiamos tanto para nosotros mismos como para todos los demás.
----------Y con lo que creo que ya podríamos ir finalizando por ahora nuestra reflexión. Aunque quisiera notar también que la presencia real del cuerpo del Salvador en la Eucaristía no se explica sino por esta conversión de la cual he hablado. Santo Tomás de Aquino dice que podría darse de dos maneras: o por esta conversión, es decir una cosa que cambia en otra, o bien podría haber por la presencia local, es decir, Jesús que viene del cielo. Pero esta segunda hipótesis es absurda, porque Jesús tendría que aparecer y luego tendría que moverse y abandonar el lugar celestial. En resumen, no es aceptable. Vale decir, Jesucristo está actualmente en el cielo con su cuerpo resucitado. Pero él hace presente su cuerpo en la Eucaristía no en el sentido de que desciende del cielo, sino en cuanto su cuerpo está bajo las especies como sustancia.
----------Por consiguiente, es necesario pensar en la conversión sustancial, vale decir, es necesario pensar en la transubstanciación. Pero para que la sustancia pueda convertirse en otra sustancia es necesario que pase toda la sustancia a otra sustancia. Por tanto, después de la conversión, la sustancia anterior no existe; se ha convertido totalmente en otra, es decir, toda la otra sustancia. Entonces surge el problema del análisis químico. Ya he dicho que el análisis químico analiza la estructura del pan, la composición de sus elementos, las relaciones entre las moléculas individuales y todo lo relacionado con la ciencia química.
----------Pero la sustancia no son las moléculas y mucho menos son las relaciones entre las moléculas. Por lo tanto lo que el químico estudia, no es la sustancia. Esta no es aferrable o alcanzable empíricamente. Lo que el químico estudia sin embargo es importante con respecto a la sustancia. Notémoslo bien. Es decir, el químico estudia la llamada propiedad sustancial. Existe un accidente, pero que es capaz de revelar la sustancia. Es decir, hay ciertas propiedades químicas que solo el pan tiene. Y si una entidad tiene estas propiedades, significa que es pan. Y eso sin duda un análisis químico lo habría detectado.
----------Permítame el lector decir algo más respecto a la cuestión química. En el ámbito de la química existe el concepto de sustancia química, como puede ser una molécula o un elemento químico. Pero se trata de sustancia en cuanto es algo estable en sí mismo perceptible por los sentidos. En cambio, la porción de pan que constituye la hostia la llamamos con la misma Iglesia, "sustancia" del pan. Sin embargo hay que recordar que esta entidad sensible, que es el pan, no es una verdadera sustancia en sentido ontológico, porque no tiene una unidad ontológica y tampoco es un compuesto de materia y forma sustancial. En efecto, la porción de pan, por ejemplo una hostia o un pan de panadería, no es una sustancia natural, como el elemento químico o la partícula física, sino que es un agregado de sustancias ordenadas entre sí, como efecto de una operación técnica, que es la tarea del panadero. El pan o la hostia no tiene, por tanto, una forma sustancial, sino que la forma por la cual designamos a esas dos cosas (la hostia y el pan de panadería) con esos términos, es una forma accidental impuesta por el panadero a un conjunto de materias presupuestas, como por ejemplo la harina, el agua, etc.
----------Sucede también que hay algunos que se preguntan si es posible hacer la comunión en lugar de otra persona. Respondo diciendo que es posible ofrecer la propia santa Comunión por otra persona. Y garantizo que no quedará sin fruto, si ello se hace con devoción.
----------Toquemos finalmente un último punto, aunque sea de modo muy breve. Si después de un cierto tiempo las especies sagradas se deterioran, recuerdo sin embargo que el cuerpo de Jesús es impasible; por tanto no muere ni se destruye, ni se corrompe. Pero ya no está presente cuando ya no hay pan, o sea, cuando ya no existen las especies. Por lo tanto, en el momento en que el pan está corrompido, entonces hay que pensar que el cuerpo de Jesús ya no existe, no en el sentido de que Jesús se va, se entiende.
----------Intento explicarlo en otros términos. La idea de que al corromperse las especies Jesús se va, podría venir a la mente de algún ingenuo, que considera el hecho de que en la hostia Cristo ya no está presente. Es necesario entonces recordar qué es la presencia real de Cristo en la eucaristía, que no es la de un sujeto que se encuentra en un lugar del espacio, por lo cual dejando ese lugar, se aleja en el espacio, sino que la presencia de Cristo es el hecho de que Cristo retira su acción divina transubstanciadora porque Él nos ha hecho entender que su presencia está ligada a las especies incorruptas.
----------Lo que sucede de hecho, es que en los casos indicados la apariencia del pan se ha corrompido. Por ejemplo, si un químico tuviera que hacer en tales casos el análisis, diría: "Mire, el análisis indica que esto es un pedacito de materia mohosa, ya no es pan". Pero simplemente, como está ligado al sacramentum, es decir al sacrum signum, mientras exista el signo, es decir la estructura o fenómeno del pan, existe Jesús. Cuando ya no existe la estructura del pan, que significa la presencia de Jesús, tampoco existe esta presencia.
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