En su plan originario Dios no ha querido el mal de pena (el sufrimiento), pero puesto que la creatura ha pecado, se ha visto obligado, podríamos decir metafóricamente, "a regañadientes", a castigar la culpa por razón de justicia, en cuanto el delito merece el castigo, que además debe ser justo, o sea ni excesivo ni blando, sino mitigado por la misericordia. [En la imagen: fragmento superior de la acuarela sobre papel, con técnica mixta, "Cristo crucificado", obra de Francisco García Torrejón].
La persona humana es similar a la persona divina
----------Imaginar a Dios como un soberano bueno, justo, santo, benigno, omnipotente, providente y todopoderoso, promotor de la vida y de la virtud, legislador y juez de la conducta humana, arquitecto y organizador de la naturaleza, es una cosa natural en todas las religiones.
----------En esta línea de la religión natural, el Concilio Vaticano I enseña que Dios es una sustancia espiritual, como para querer decir que es una persona, un sujeto inteligente y libre. Esta propiedad de la naturaleza divina la deducimos del hecho que constatamos ser nosotros mismos personas. Pero como nuestro ser no se explica suficientemente por sí mismo, debemos entonces plantear la existencia de una sola persona absoluta, infinita, no causada, cuyo ser sea suficiente para sí misma y sea razón para sí misma, fundada en sí misma, creadora de la persona humana. Y esa persona es Dios.
----------La razón nos hace comprender que la persona divina, a diferencia de las personas humanas que son muchas, no puede ser más que una sola. En efecto, ¿por qué establecemos la existencia de la persona divina? Para explicar la existencia de las personas humanas y el orden del universo.
----------Ahora bien, la explicación suficiente de estas cosas es una persona perfectísima que encierra en sí todas las perfecciones, como causa universal de todas las cosas. Ahora bien, esta persona no puede ser más que una sola, porque si fueran diferentes, una no tendría lo que tiene la otra y por tanto ninguna sería suficiente para explicar la totalidad de la realidad en su unidad y en sus diferencias.
----------Por otro lado, la causa primera de las cosas no puede ser más que espiritual, por lo tanto una persona. Por mucho que el mundo material suscite nuestra admiración, sea precioso y se nos manifieste imprescindible para nuestra vida, nos aparezca en su incuestionable consistencia, está sin embargo siempre marcado por la contingencia, por la particularidad, por la mutabilidad, por la corrupción, por la limitación, por infinitas carencias, por lo cual no puede competir con la potencia y la perfección ontológica del espíritu y por tanto de la persona en darnos la justificación de la existencia de nosotros mismos y del mundo.
----------Están privadas de sentido, por lo tanto, aquellas cosmogénesis que quisieran poner la materia en el origen del espíritu (y no a la inversa, el espíritu y por ende la persona en el origen de la materia), como si lo menos pudiera causar lo más: esto quiere decir no entender lo que es el espíritu e idolatrar la materia, por mucho que ésta también tenga su bondad y dignidad ontológica y sustancial.
----------Totalmente falsas son también las visiones del mundo que, con el pretexto de la necesidad de absoluto, de infinito y de eterno, de la dignidad del pensamiento y de la conciencia, de la potencia de la voluntad, de la dignidad del yo, del valor del ser, de la unidad y de la totalidad de la realidad, exageran la trascendencia terminando en un misticismo agnóstico y apofático que es la otra cara del inmanentismo gnóstico, donde el panteísmo se confunde con el ateísmo, la materia se disuelve en el espíritu y la relación se invierte en la materialización del espíritu, el énfasis exagerado en la persona lleva al vaciamiento de la persona y la univocidad parmenídea del ser tiene como contrapeso el nihilismo.
----------La persona humana es el individuo de una especie: la especie humana, que tiene bajo sí muchos individuos. La persona divina es la misma naturaleza divina, que no es un universal que contenga una multiplicidad de individuos como ocurre en nosotros, que distinguimos una naturaleza humana individual de la naturaleza humana específica. Dios no es un universal que tenga bajo Sí a los individuos, pues en tal caso estaríamos en el politeísmo.
----------El hombre, cuando engendra, transmite ciertamente la naturaleza humana al hijo, pero individualizada, de modo que la naturaleza individual del hijo es diferente de la del padre. El Padre celestial, en cambio, genera al Hijo de la misma naturaleza individual del Padre, una de número, donde no hay distinción entre individuo y especie, sino que la propia especie es individuo, cosa, ésta, que ocurre ya en los ángeles, con la diferencia que en el ángel la existencia es distinta de la esencia, por lo cual los ángeles son muchos con diferentes esencias específicas, y por tanto distintas existencias, mientras que en Dios la existencia y la esencia coinciden, por lo cual en Él individuo, especie y ser son una misma cosa.
La dignidad de la persona
----------La persona es un ente subsistente dotado de voluntad en cuanto ente espiritual. Desde el punto de vista filosófico concebimos a la persona como substancia: rationalis (se podría decir spiritualis) naturae individua substantia (se podría decir subsistentia), según la famosa definición de Boecio. La subsistencia es el existir en sí propio de la sustancia, mientras que el existir del accidente es el inherir.
----------Por lo tanto, la filosofía ve a la persona como substancia dotada de accidentes. Entre estos accidentes se encuentra el accidente acción y el accidente relación. La acción se refiere a la voluntad, que por lo tanto es una propiedad esencial de la persona, pero no es el mismo ser de la persona, que es solo el sujeto de la voluntad, y ésta es solo una potencia o facultad de la persona.
----------Una persona puede no ejercer la voluntad y no por eso deja de ser persona. La dignidad de la persona está en su simple ser persona, aunque no ejerza la voluntad. Con el ejercicio de la voluntad la persona entra en relación con Dios y con el prójimo. Aunque ella encuentra su perfección moral en una relación honesta con Dios y con el prójimo, la persona humana puede rechazar la relación, puede aislarse, rechazar la relación social y la vida comunitaria y adoptar una actitud de hostilidad. Dotada de libre albedrío, la persona humana tiene la facultad de relacionarse o no con Dios y con el prójimo.
----------Si en cambio por relación entendemos el hecho de que el individuo, sea lo que sea lo que haga, está siempre en relación con el ambiente en el cual vive, entonces hay que decir que la persona tiene siempre una relación con lo externo, aunque es necesario distinguir siempre la persona de su relación. En cambio, como veremos, la persona divina trinitaria debe ser concebida como relación subsistente: el ser Padre en Dios no es un accidente que se ha añadido en el pasado a su ser Dios, como creían los arrrianos, y como sucede entre nosotros, como aquella persona que se casa y luego deviene padre, mientras que antes no lo era. Dios en cambio es Padre por esencia, genera el Hijo por esencia, ab aeterno, de modo que la paternidad no es en Dios un atributo o un accidente que se añade a la sustancia o a la persona, sino que es la misma esencia del Padre.
----------Es necesario, por tanto, como veremos, distinguir en Dios la persona en sentido ontológico, que es el Dios uno, de la persona en sentido trinitario, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios como naturaleza divina, es decir Dios como sustancia, es pura sustancia y por lo tanto sin relaciones. En efecto, para el ente, el poseer los accidentes es una imperfección, porque el accidente perfecciona el ente. Ahora bien, Dios es ente perfectísimo, por lo cual no es admisible que pueda tener accidentes. Si, por tanto, concebimos la persona trinitaria como relación, es claro que aquí no entendemos la relación como accidente, es decir, como un ser en algo, sino como simple ser-hacia-algo. Por lo tanto, Dios como persona trinitaria es relación subsistente, por lo cual aquí la relación ya no es accidente, sino que subsiste como si fuera sustancia.
----------Relación, por lo tanto, en la persona trinitaria, no significa ser relativo a algo, ya que esto quiere decir depender de ese algo, sino simplemente estar dirigido u orientado hacia algo, lo cual puede tener un altísimo significado, incluso divino, así como por ejemplo el Hijo está por esencia dirigido hacia el Padre y Éste está por esencia dirigido hacia el Hijo y por lo tanto en Dios la relación coincide con Dios mismo. Dios no es relativo, sino que de hecho es el Absoluto.
----------Y sin embargo en Él la relación no es un accidente, no pertenece a la categoría del tener, sino del ser. Dios no tiene una relación con otro u otra cosa distinto de sí. Si lo decimos de Dios creador, nos referimos sólo a una relación de razón, porque más bien es lo creado lo que tiene una relación real con Dios en cuanto depende de Él como el efecto depende de la causa.
----------Las virtudes sociales exigen que la persona inicie, mantenga y desarrolle, según sus aptitudes y preferencias, relaciones sociales con las demás, en el sentido de que ella no actúa su naturaleza, la cual pre-existe ya a la relación, la cual de ella emana, sino que la persona se perfecciona en el actuar y desde el punto de vista moral. Depende del libre albedrío de la persona tener o no tener relaciones sociales.
----------El hecho de tenerlas es un fin al cual la persona tiende naturalmente o una exigencia que siente, pero ella por motivos egoístas o por tendencias autistas o individualistas o asociales o por carencias afectivas, puede, voluntariamente o involuntariamente, evitar actuarlas o perseguirlas, o puede practicarlas mal, aunque en todo caso, para vivir, no puede prescindir de alguna relación social.
La voluntad como facultad de la persona
----------En Dios como en toda entidad personal hay que distinguir el ser del actuar, aunque esta distinción en Dios no sea real como en nosotros sino solo nocional o según nuestro modo de pensar y de expresarnos. En efecto, en Dios ser y actuar, ser y querer, necesidad y libertad, necesario y contingente, posible y actual, coinciden en virtud de la unidad simplicísima de su naturaleza.
----------Pero esto no quita en absoluto que, aunque el acto del querer o voluntad en Dios sea único, atemporal y eterno, los efectos de este acto que son los movimientos de todas las creaturas en el espacio y en el tiempo, así como los eventos y los apetitos o quereres de todas las personas creadas con sus respectivos efectos no sean infinitamente múltiples y distintos en sucesión y simultaneidad.
----------Solo del mal moral, el pecado, Dios no es la causa, siendo de él responsable sólo el pecador; pero el mismo acto del pecado en su aspecto ontológico es causado y querido por Dios, que sin embargo permanece inocente, al no haber querido el pecado como tal.
----------Por lo tanto, los atributos divinos ontológicos son distintos de los operativos. Los primeros conciernen a la esencia misma o naturaleza divina y por lo tanto no pueden absolutamente estar ausentes, como el ser subsistente, la infinitud, la inmutabilidad, la eternidad, la omnipotencia, el intelecto y la voluntad, tanto que todos ellos se identifican entre sí en el único ser divino y se distinguen solo conceptualmente.
----------En cambio los atributos operativos, que se refieren a lo externo de Dios, por lo tanto no conciernen a su esencia, sino a lo creado, se establecen en el plano de la contingencia, y podrían incluso no existir. Entre éstos, la justicia y la misericordia, virtudes que teniendo relación con el mundo, si Dios no hubiera creado el mundo, evidentemente no existirían y no por eso le quitaría algo a la naturaleza divina.
----------La Biblia presenta el actuar divino con respecto al hombre de modo antropomórfico, como el de un soberano que cumple en el tiempo y en el espacio una multiplicidad de actos como tal acto de justicia, o como tal acto de misericordia. O bien la Biblia nos narra que Dios, en la misma persona o en el mismo pueblo, hace suceder una serie de actos, a veces de justicia, a veces de misericordia.
----------Ahora bien, debemos tener presente que en Dios el ser coincide con la voluntad o querer y con los actos de la misma voluntad o querer. Pero así como Dios es absolutamente uno, los actos divinos son presentados por la Sagrada Escritura como múltiples no en relación con Dios, donde todo es uno, sino en relación con las creaturas, a las cuales los actos son referidos por la Sagrada Escritura. Por ejemplo, si la Escritura narra que Dios hundió al ejército egipcio en el mar y permitió a Israel atravesar el mar a pie enjuto, esto no significa que Dios haya hecho un acto para los egipcios y otro acto distinto para Israel, como lo haríamos nosotros, sino que Dios, en el puro acto de su ser subsistente, contiene ya desde la eternidad virtualmente, idénticos a su divinidad, todos los efectos de su causalidad eficiente creadora de todos los hechos, los eventos y los actos de las creaturas que crea y mueve a su fin, que es Él mismo.
----------La voluntad divina tiene tres modos o niveles de actuación. Debemos distinguir una voluntad ponente, por la cual Dios quiere lo que es bueno ontológicamente y moralmente, ya sea el premio o bien absoluto ya sea el castigo o mal de pena; una voluntad impediente, con la cual, cuando quiere, impide o quita el mal de culpa o de pena, y la voluntad no impediente, con la cual quiere no impedir el pecado.
----------A este respecto, la Escritura parece contener una contradicción. Por un lado, dice que Dios, "cuando abre, nadie cierra y cuando cierra nadie abre" (Ap 3,7) y que nadie puede oponerse a su voluntad (2 Cr 20,6; Ed 10,15; Sab 11,21; 12,12), pero por otro lado, admitiendo la posibilidad y realidad del pecado, admite que el pecador impide la voluntad o querer o mandamiento divino a actuarse. El pecador hace el mal que Dios no quiere. Y por tanto aquí el querer divino no se realiza, está frustrado.
----------Es necesario entonces distinguir un divino querer o voluntad divina absoluta e incondicionada, que santo Tomás de Aquino llama "consecuente" (opúsculo De Veritate, q.23, a2), de una voluntad divina condicionada y relativa, que Tomás llama "antecedente", vale decir, en su plan originario Dios no ha querido el mal de pena, pero puesto que la creatura ha pecado, se ha visto obligado, podríamos decir metafóricamente, "a regañadientes", a castigar la culpa por razón de justicia, en cuanto el delito merece el castigo, que además debe ser justo, o sea ni excesivo ni blando, sino mitigado por la misericordia.
----------Sin embargo, hay que notar que al mismo tiempo la punición justa, si no da placer al castigado, da placer a aquel que castiga y a aquellos que ven este acto de la justicia divina. El marido de una mujer asesinada por un malviviente no puede sino ver con satisfacción que éste ha sido llevado ante la justicia y tiene el castigo que se merece. Así, santo Tomás de Aquino dice que los bienaventurados del paraíso del cielo ven con placer el castigo de los condenados, no en el sentido de que disfrutan de su sufrimiento, lo cual sería crueldad, sino en cuanto en ellos se ha realizado la justicia divina (Sum.Theol., Suppl., q.94, a.3).
Querido Padre, quería hacerle una pregunta sobre la siguiente afirmación suya en el artículo: "Solo del mal moral, el pecado, Dios no es la causa, siendo de él responsable sólo el pecador; pero el mismo acto del pecado en su aspecto ontológico es causado y querido por Dios, que sin embargo permanece inocente, al no haber querido el pecado como tal."
ResponderEliminar¿Usted quiere decir que Dios nos deja libre albedrío para pecar, por lo tanto su voluntad no impide el pecado? En este sentido, ¿el pecado es querido y causado por Dios desde un punto de vista ontológico?
Le agradezco desde ahora su respuesta y le aseguro una oración. , José
Estimado José,
EliminarDios causa los actos humanos en su aspecto ontológico y en su aspecto moral de bondad, mientras que el aspecto moral de malicia es causado solo por el hombre. Por lo tanto, Dios no es en absoluto la causa del pecado en cuanto acto moral del hombre. La causa es solo el hombre. En cambio, cuando el hombre realiza un acto bueno, es causado por Dios como Causa primera, tanto en su entidad ontológico-psicológica como en su bondad moral. Al mismo tiempo el acto bueno es causado, como segunda causa, por el hombre, movido a su vez por Dios Causa primera.
Si algún término de la metafísica no le es claro, dígamelo y se lo explicaré.
Querido padre Filemón, le agradezco mucho por la respuesta. Que la responsabilidad moral de los actos pecaminosos es solo del hombre me era claro. No había comprendido, por falta de mi se entiende, lo que quería decir que el mismo acto del pecador es causado y querido por Dios bajo el aspecto ontológico. En este punto puedo decir que había entendido mal la frase, ya que ella se refería a los actos no pecaminosos del pecador, mientras que para aquellos pecaminosos la responsabilidad es solo personal. ¿Es eso correcto? Perdóneme, pero tengo una formación muy desequilibrada en la parte científica y, con mucho esfuerzo, estoy tratando de adentrarme en la metafísica para profundizar mi fe.
EliminarMuchas gracias, y mis mejores deseos hacia Ud.
José.
Estimado José,
Eliminares necesario en primer lugar distinguir en la actividad causal y motriz de Dios la causalidad de los actos deterministicos propios de los entes inferiores al hombre, de la causalidad de los actos de la voluntad o actos libres propios de los ángeles y de los hombres.
La cuestión de los actos morales buenos o malos se refiere solo a los actos del libre albedrío del hombre y de los ángeles.
En este campo, ¿cómo funciona la moción o causalidad divina? En otras palabras, ¿qué hace Dios? Hay que distinguir los actos moralmente buenos de los moralmente malos, es decir, los pecados.
En este punto hay que hacer una distinción importantísima: Dios, bondad infinita, quiere solo los actos moralmente buenos y no quiere en absoluto los actos pecaminosos. Por eso, si yo cumplo un acto meritorio del paraíso del cielo, este acto es mío, lo he querido yo, soy responsable. Sin embargo este acto, como es mío, creado por mí como criatura, es causado por Dios, causa primera de todas las cosas en cuanto creador.
¿En qué sentido causa Dios un acto libre del hombre? En el sentido de que Dios creando hace que cada cosa creada actúe según su modo de ser y estas son las segundas causas. Por ejemplo, mueve al gato para que actúe como un gato, es decir, de manera determinista, es decir, según su instinto de gato. En cambio, Dios mueve el obrar humano según su modo de ser, que es el obrar libre, habiendo dotado al hombre de facultades espirituales de inteligencia y de voluntad, por medio de las cuales puede elegir entre un bien y otro bien o entre un bien y un mal, o elegir o no elegir.
En otras palabras, Dios es el creador de cada entidad que existe. Él lo conserva y lo gobierna respetando y promoviendo su modo de actuar, propio de cada ente. Es decir, hace que el átomo actúe como átomo, la planta como planta, el animal como animal, el hombre como hombre y el ángel como ángel.
Gracias infinitas, ahora me queda claro.
EliminarJosé