Es necesario saber reconocer la identidad, la especificidad, lo propio, lo peculiar, la paridad, la igualdad y la diversidad de cada don, pero también distinguir los grados de perfección y las jerarquías ontológicas, morales, naturales, espirituales, sobrenaturales, civiles y eclesiásticas, según el más y el menos, es necesario distinguir lo inferior de lo superior de lo supremo, distinguir lo bueno de lo mejor y de lo óptimo. Hay que saber reconocer el cambio, la mutación, la tendencia, el progreso, el retroceso y la estasis. [En la imagen: un fragmentario detalle de "Pentecostés, Descenso del Espíritu Santo", óleo sobre lienzo, 1546, obra de Tiziano Vecellio di Gregorio, conservado y expuesto en la Basílica Santa Maria della Salute, Venecia, Italia].
"Ya que ustedes han resucitado con Cristo,
busquen los bienes del cielo" (Col 3,1)
La doctrina de los órganos del cuerpo
----------Ya los antiguos paganos, como lo atestigua el famoso apólogo de Agripa Menenio, han tenido la idea de parangonar la pluralidad y diversidad de los servicios sociales con los órganos de un único cuerpo viviente. La misma idea se repite en san Pablo, cuando expone su doctrina del Cuerpo místico de Cristo, donde los diferentes oficios representan como los individuales órganos de este Cuerpo.
----------Pero este tipo de representaciones conlleva un riesgo, y es el de favorecer el totalitarismo y la tiranía, que reduce a las individuales personas a ser los engranajes de una máquina o a ser los accidentes de una sustancia, que es el Estado o la sociedad; por lo cual la singular persona individual resuelve el sentido de su existencia en el ser funcional y relativa a la sustancia, que en la práctica viene a ser el jefe (o sea el Führer), que representa la sustancia, el único verdadero ente personal, que sustituye a Dios, al cual solo en realidad la persona humana puede estar totalmente ordenada, en cuanto Dios es su creador.
----------En esta visión la persona ya no es una sustancia, no es un todo por cuenta propia, sino que, bajo el pretexto de los deberes sociales, el único Todo es el Estado o la comunidad, donde la persona es un simple ente o instrumento relativo al jefe o a la sociedad; es un accidente de la sustancia.
----------En esta visión que, con el pretexto de la relación social, relativiza a la persona en lugar de reconocer su absolutez, todo el ser de la persona se agota en el ser parte, porque ella no sería un todo, no sería una sustancia. El único Todo, el único Sujeto sería el Estado o la comunidad personificada por el Jefe. Pero esto es falso, porque de esta manera el singular individuo se convierte en accidental, relativo y funcional al Estado, al jefe del Estado y a los fines del jefe.
----------Ahora bien, no hay duda de que el individuo es en cierto modo parte del todo social, pero lo es no en su ser total, sino solo en su actuar, fruto de su libre albedrío, actuar que puede estar en acto pero también solo en potencia, y no por ello su persona no conserva su dignidad de sustancia relativa a la divina Sustancia, que es Dios. Un embrión no puede ciertamente votar en las elecciones de intendente de la ciudad, pero eso no quiere decir que no tenga su dignidad inalienable precisamente en cuanto hijo de Dios.
----------Como todo el sentido de un computer o del teléfono está en servir a quien los utiliza, así en esta visión totalitaria de las tareas de las personas individuales en la sociedad, están al servicio del jefe para hacer todo lo que el jefe quiere y ordena, ya que él es el intérprete y el ejecutor de la voluntad de los individuos, los cuales no quieren nada más que lo que quiere el Estado, que es el bien de las mismas personas. Esta es la doctrina del Estado de Hegel, que fue el alma filosófica del régimen hitleriano.
----------Los nazis creían con una mentalidad panteísta que Hitler fuera la sustancia absoluta de su yo empírico, que fuera su yo profundo y sustancial. Se trataba de una transposición profana y política de la doctrina paulina del Cuerpo místico de Cristo, por el cual Cristo es el fundamento divino de mi ser, vivir y existir (¿podría existir algo de este fenómeno psicológico-sociológico en el modo como las masas humanas están eligiendo hoy por hoy a líderes totalitarios? ¿Repetiremos así los viejos errores del siglo pasado? Si fuera así, no viviríamos para contarlo, porque las consecuencias ya no serían meras "guerras mundiales", pues cualquier demente terminaría destruyendo el planeta). El individuo, dice Marx, es el "ser social". Si no estás inscrito en el Partido comunista, no eres nada y no cuentas para nada. En realidad, tú eres un egoísta y un parásito social, tú eres "casta".
Lo extraordinario en la sociedad
----------Que entre nosotros existan no raramente sujetos dotados de aptitudes, fuerzas, cualidades, virtudes o capacidades extraordinarias, superiores a la media o fuera de lo común en todos los campos de las actividades humanas, no es necesario demostrarlo, dado que es algo absolutamente evidente. Estas personas a veces son llamadas genios. De aquí nace la graduatoria o clasificación de los méritos, honores, permisos, concesiones, resultados, obras, frutos, realizaciones, premios.
----------De ahí la posibilidad del pecado de la vanagloria, de los privilegios injustos, de las envidias, de los favoritismos, de la acepción de personas, de las desigualdades. La existencia entre nosotros de individuos especialmente dotados en los diversos campos debe ser reconocida con prudente discernimiento, cosa no siempre fácil porque a veces estos individuos pueden parecer escandalosos (¿Jesucristo acaso no ha aparecido más que nunca escandaloso? ¿Y cuántos innovadores o descubridores o inventores o reformadores o personas geniales o artistas o filósofos o profetas o santos han aparecido antes a primera vista como locos o exaltados o presuntuosos o ilusos o impostores?). Pero la existencia de los individuos extraordinarios también debe ser saludada y acogida con gratitud de las manos de la Providencia, que se complace en mostrar en algunos de nosotros la grandeza de su poder y de su bondad.
----------Los que poseen estas dotes especiales están inclinados a ponerlas al servicio del prójimo y nosotros, individuos comunes y menos dotados, tenemos el deber o el placer de aprovechar los servicios que ellos nos ofrecen, evitando la envidia, la adulación o el espíritu de competición.
----------De modo semejante a como sucede en la sociedad, también en la Iglesia Dios se complace, por medio de su Espíritu, en otorgar a algunos de entre nosotros creyentes favores o dones sobrenaturales especiales, eminentes, excepcionales, extraordinarios o más singulares que raros.
Los dones del Espíritu Santo
----------Ahora bien, la doctrina de los dones del Espíritu Santo está basada en la doctrina paulina del Cuerpo místico, donde existen diversos órganos -precisamente los diversos dones- los unos al servicio de los otros, todos recíprocamente complementarios y todos armonizados, unificados, jerarquizados y ordenados entre sí por el único Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, Cabeza del Cuerpo, que es la Iglesia.
----------Tales dones son, por tanto, cualidades o aptitudes operativas, hábitos sobrenaturales gratuitos otorgados por el Espíritu Santo, activas bajo su impulso, como elevación y perfeccionamiento del alma en gracia a fin de santificarla y hacerla realizar actos al servicio de la caridad.
----------La totalidad y plenitud de estos dones se encuentra en Jesucristo nuestro Señor, en Quien están escondidos todos los secretos y tesoros de la ciencia y de la sabiduría. Enviándonos su Espíritu, Don por excelencia, que es también el Espíritu del Padre, Cristo con el Espíritu nos da todos los dones del Espíritu, que es Espíritu de Verdad, de Santidad, de Amor y de Paz.
----------Entre todas las creaturas humanas y celestiales, Cristo ha querido llenar de todos los dones santificantes y carismáticos -no jerárquicos en cuanto mujer- de manera excelente a su santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María, aunque de ellos Ella en su vida terrena y oculta, no haya manifestado más que una infinitesima parte, en ella a la cual una espada ha traspasado el alma y que todas las generaciones llamarán bienaventurada.
----------Algunos de los dones del Espíritu son santificantes, otros sirven al sujeto para el bien, para el servicio y para la edificación de la Iglesia. Estos dones, obviamente, se ajustan al estado de gracia del sujeto. Pero este estado no es estrictamente necesario para que su ejercicio reporte beneficio al prójimo, porque son por el bien de los demás y no por el propio bien. Un sacerdote podría celebrar la Misa o confesar sin estar en gracia y no por ello no comunicaría la gracia divina a los fieles.
----------Los dones santificantes son ofrecidos a todos, porque todos están llamados a la santidad, aunque también aquí existen grados de santidad. Lo que quiere decir que Dios no distribuye a todos la gracia en la misma medida. Ninguna creatura, por ejemplo, ha sido tan favorecida y beneficiada por la gracia como la Virgen.
----------Pero luego estas disparidades no injustas sino misericordiosas, queridas por Dios, se notan aún más en aquellos que son los dones ministeriales, vinculados a los grados del sacramento del Orden o a la vida religiosa o a especiales servicios, públicos o privados, o tareas en la Iglesia. Aquí es evidente que Dios escoge solo a algunos, quizás humanamente simples, limitados o impreparados, pero humildes y obedientes, para encargos, tareas, oficios, finalidades, obras cuyo efecto, cuya importancia, utilidad e incidencia o impacto consiguen gran beneficio a una gran cantidad de personas en el tiempo y en el espacio.
----------Ellos, sin embargo, deben cuidar en primer lugar su propia santificación, también porque ellos de esta manera serán más eficaces en su servicio. Sin embargo, puede darse el caso de que ellos ejerzan válidamente su oficio, aun sin estar en gracia de Dios. Por eso el Evangelio de Mateo nos presenta incluso el caso de profetas, exorcistas y taumaturgos que pueden no estar en la gracia de Dios:
----------"Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?'. Entonces yo les manifestaré: 'Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal'" (Mt 7 22-23).
----------Los dones santificantes sirven para la santificación del sujeto que los posee. Don de base, origen de todos los demás, es el don de la gracia santificante para la remisión de los pecados, que recibimos con el bautismo. Sobre esta gracia fundamental se arraigan todos los demás dones de gracia, que de ella promanan como frutos o efectos de esta gracia básica: las tres virtudes teologales y, como medios para su pleno desarrollo, los siete dones del Espíritu Santo.
----------Los dones de servicio o ministeriales son llamados también carismas y son, como enseña el Concilio Vaticano II (Constitución dogmática Lumen Gentium, n.4), de dos tipos: jerárquicos y carismáticos. Los dones jerárquicos son los tres grados del sacramento del Orden, reservados al sexo masculino: diaconado, presbiterado y episcopado. Los dones carismáticos, ordinarios y extraordinarios, son conferidos a varones y mujeres. Estos dones sirven, como se ha dicho, para la edificación de la Iglesia y el bien de la humanidad.
----------El Espíritu Santo suscita también los ministerios litúrgicos del lectorado y del acolitado. El primero es accesible también a la mujer. Acerca del segundo, la Iglesia ha estado considerando hasta recientemente la posibilidad de otorgarlo también a la mujer, y se lo ha concedido. Además, se está examinando la posibilidad de un diaconado instituido para la mujer.
----------Los dones carismáticos representan e imitan el misterio de Cristo en sus dos actos o procesos fundamentales: la redención y la glorificación o resurrección. Existen, por tanto, carismas de pasión y carismas escatológicos. Los primeros se refieren a la condición presente de pecadores arrepentidos que llevan el peso de la cruz pagando por los pecados propios y los de otros. Reproducen en su propia carne a Cristo crucificado para la salvación del mundo. Se ofrecen en la Misa víctimas de expiación con Cristo por la remisión de los pecados. Como Cristo, pagan por nosotros para obtener perdón y misericordia.
----------En cambio, los dones escatológicos prefiguran y hacen ya pregustar desde ahora un inicio o una prueba o una pálida pero fascinante imagen prefigurativa y profética de la vida futura, de los gozos del paraíso del cielo y de la gloria de la visión beatifica y de la resurrección del cuerpo en la tierra de los resucitados.
----------Un estado de vida evangélica, masculina y femenina, que asocia en sí misma los dones santificantes con los carismáticos, es la vida o consagración religiosa, es decir la práctica de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia según una especial regla de perfección y finalidad operativa, en forma o cenobitica o eremítica, activa o contemplativa, o espontánea y privada o pública, oficialmente aprobada por la Iglesia.
----------En efecto, en este género de vida el sujeto se perfecciona y santifica a sí mismo mediante una mayor libertad de los afanes y de las seducciones del mundo, una mayor combatividad contra el mal, una participación más profunda en el sacrificio de Cristo, una mayor necesidad de purificación, una más abundante nutrición del espíritu, un mayor empeño de caridad.
----------Practicando las observancias regulares el religioso cuida su obra de santificación y con la fidelidad a la regla del Instituto persigue el fin del Instituto mismo en un más fructífero servicio al prójimo y a la Iglesia, en la práctica de las obras de la misericordia o corporales o espirituales, o en la promoción del mejoramiento o del progreso o de la reforma de la Iglesia o en ayuda a la misión apostólica de la Jerarquía o de la Curia Romana.
Dones ordinarios y extraordinarios
----------La distinción entre dones ordinarios (o comunes) y extraordinarios (sobre este tema, puede resultar de utilidad consultar detalles en: Antonio Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, Ediciones B.A.C., Madrid 1968) corresponde a aquellos que son frecuentes y raros, incluidos los frecuentísimos y rarísimos. Ellos están sujetos a un cierto quantum de máxima, correspondiente a su especie, pero no superan un cierto límite ni descienden por debajo de un determinado límite. En algunos casos, que van desde los raros a los rarísimos, los casos extraordinarios, el don está por encima o muy por encima de lo común, mostrando en el agente una gracia o don suplementario que supera poco o mucho el don común u ordinario concedido a todos. ¿Por qué estas diferencias? ¿De qué dependen?
----------Dependen del hecho de que Dios omnipotente y bondad infinita, en el misterio de sus decretos o designios sapientísimos, se complace en dotar a las diferentes criaturas individuales tanto materiales como espirituales de diferentes dosis, medidas o cantidades o intensidades de una misma cualidad o hábito o virtud o potencia, cuya determinada naturaleza en su especie o esencia o singularidad es por Él revestida o enriquecida o perfeccionada por gracia o por esencia.
----------En los casos extraordinarios o excepcionales o únicos, la gloria de Dios resplandece más que en otros, a fin de que nosotros los tomemos como modelo, alabemos a Dios por su poder, bondad o misericordia, tengamos la humildad de reconocernos inferiores y, conscientes de nuestros dones, los empleamos con generosidad y celo, agradeciendo a Dios, siempre abiertos también nosotros para recibir quizás inesperadamente dones extraordinarios, si y como y cuanto a Él le plazca, contentos de los dones recibidos y sin desear más, para no arriesgar la vanagloria, que nos conduciría a la ruina.
----------Cosa importante es saber disponer de un buen criterio de distinción, de discernimiento, de evaluación, medida y verificación, basado en la razón natural, en la divina revelación, en el Magisterio de la Iglesia y en la enseñanza de los Doctores, de los teólogos y de los santos y de la propia experiencia personal, en la escucha de las sugerencias del Espíritu invocado continuamente en la oración, vigilando contra las insidias del demonio, en la práctica de una vida irreprensible.
----------Es necesario saber reconocer la identidad, la especificidad, lo propio, lo peculiar, la paridad, la igualdad y la diversidad de cada don, pero también distinguir los grados de perfección y las jerarquías ontológicas, morales, naturales, espirituales, sobrenaturales, civiles y eclesiásticas, según el más y el menos, es necesario distinguir lo inferior de lo superior de lo supremo, distinguir lo bueno de lo mejor y de lo óptimo. Hay que saber reconocer el cambio, la mutación, la tendencia, el progreso, el retroceso y la estasis o estancamiento. Ahora enumeraré las diversas especies de dones, cada uno acompañado por el ejemplo de un santo que lo ha poseído (tarea que desarrollaré a partir de la segunda parte de este artículo).
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