domingo, 2 de febrero de 2025

De si el proyecto de Hegel es proyecto diabólico (4/4)

A Hegel le ha sucedido confundir el ser con el no-ser, el sí con el no. Y en cambio el ser es solo el sí que se opone al no. En el ser real existen virtualmente todas las determinaciones. Es el concepto del ser que abstrae de todo y puede dar la apariencia de concluir en la nada. Pero confundir el ser con la nada es la más grande desgracia que pueda suceder al intelecto humano. Es la desgracia del nihilismo. Y aquí asombra muchísimo cómo un Hegel cristiano venga superado por el pagano Aristóteles, aquí más fiel a Cristo que el mismo Hegel. Hoy algunos se quejan de que el papa Francisco hable poco de Cristo y no se dan cuenta de que se puede hablar de él sin nombrarlo, se puede estar con Él sin saberlo. [En la imagen: fragmento del Cristo Pantocrator, 1180-1190. Mosaico absidal. Duomo de Monreale, Palermo, Italia].

Modalidad ética de la dialéctica hegeliana
   
----------De cuanto he dicho hasta ahora, al lector le resultará claro que la dialéctica hegeliana no debe ser entendida solo como un simple proceso lógico del concepto, del pensamiento o de la razón, una batalla de ideas, sino -según cuanto Hegel nos dice explícitamente- también como fuerza viva inagotable, espiritual, nunca quieta, creadora, plasmadora y polémica, ufana de su propio contradecirse y contradecir, necesitada ella misma de ponerse ante una antítesis para oponerse a ella, porque el mismo ser, como hemos visto, es antinómico.
----------La dialéctica hegeliana es un movimiento de la voluntad dirigido no al bien real, sino al bien aparente. En efecto, aquí el uso voluntario de esta dialéctica no es tan inocente como aquel que se basa en el aristotelismo, donde la dialéctica está orientada a la búsqueda de la verdad por medio de la confrontación de tesis opuestas.
----------En la dialéctica hegeliana es imposible hacer una afirmación neta, que excluya absolutamente la posibilidad de su opuesto o una desmentida. Para ella es imposible tomar una decisión o asumir un compromiso definitivo que pueda excluir cualquier replanteamiento. Ninguna opinión tan cierta que en el futuro no podamos ser obligados a cambiar de opinión.
----------Todo puede ser siempre cuestionado y puesto en discusión. No hay nada que sea tan cierto como para que no pueda ser refutado. Nada tan evidente de lo cual no pueda dudarse. Desde el punto de vista ético, se sigue que esta doblez según Hegel no es censurable, sino que es un preciso deber moral, para no ser rígidos, dogmáticos o impositivos. Podemos imaginar los daños que esto conlleva para la estabilidad, y la fiabilidad, la serenidad y el orden de las relaciones humanas y sociales. Lo vemos todos los días.
----------La dialéctica hegeliana, como hemos visto, se basa en el principio protagóreo que es verdadero lo que a mí me parece verdadero o que yo juzgo ser verdadero, independientemente de la referencia a lo que es realmente verdadero o de cómo son las cosas en sí.
----------Por eso yo estoy autorizado a hacer que parezca verdadero o bueno lo que es falso o malo, o a hacer que parezca bueno o a fingir ser bueno, mientras que en realidad en lo íntimo en el fondo, soy malvado. Se convierten en lícitas la mentira y la hipocresía. Para el actuar moral es suficiente dar a entender o parecer.
----------No interesa cómo son verdaderamente las cosas o cómo deben ser, porque es imposible saberlo con certeza: siempre se encuentra entre dos tesis opuestas. Y esta es precisamente la dialéctica hegeliana. La diferencia con la aristotélica es que, en ésta, de la dialéctica se puede pasar a la ciencia, de la opinión a la certeza. En cambio, en Hegel la dialéctica es la ciencia.
----------Hegel asume la dialéctica en este sentido pragmático como praxis o acción de Fichte, donde, como sabemos, el Yo se opone a sí en el Yo un no-Yo precisamente para ser Yo. Por tanto, el ser no es solo pensamiento, sino también voluntad, un tema que tiene su origen en el voluntarismo medieval de Ockham, se vuelve a encontrar en Lutero, Böhme, Schelling, Schopenhauer y Nietzsche.
----------El más importante heredero de esta dialéctica es Marx, el fundador precisamente del materialismo dialéctico, para el cual la dialéctica es sí considerada una lógica, como resorte de un proceso racional necesario, pero esta dialéctica no se entiende como movimiento que hace depender la materia del espíritu, sino al contrario como movimiento de la materia que hace depender el espíritu de la materia.
----------Hegel justifica con su dialéctica su idea de que la guerra es la ley del progreso histórico. El progreso según Hegel es ruptura, es la negación o destrucción de lo que hay y su sustitución por una novedad que nada tiene que ver con lo que había antes.
----------Hegel, como hemos visto, habla más bien de una conciliación y de una restauración enriquecida del inicio. Habla de la fuerza de la síntesis que utiliza la tensión entre los opuestos. Estas no serían malas ideas, pero en la práctica en Hegel la conflictividad irresuelta termina por prevalecer sobre su innegable necesidad de unidad, de simplicidad, de paz, de armonía, de quietud e de identidad.
----------¿Y por qué ocurre esto? Porque le falta, como he dicho varias veces, la noción analógica y participativa del ser y permanece detenido en esa noción unívoco-equívoca parmenideo-heraclítea. Le falta el concepto de lo diferente y solo ve lo contrario o toma lo contrario por lo diferente.
----------En Marx no es la materia la que depende de la conciencia, sino que es la conciencia la que depende de la materia. Tenemos aquí una cierta recuperación del realismo gnoseológico contra el abstracionismo inepto del idealismo hegeliano. Pero el problema es que Marx entiende esa dependencia no solo en sentido intencional, sino ontológico, confundiendo pensamiento y ser material, de tal manera que humilla al espíritu bajo el imperio de la materia. Si Hegel reduce la materia a pensamiento, Marx reduce el pensamiento a materia.
----------Al mismo tiempo Marx, en el ámbito del pensar y teorizar, no renuncia por completo al antinomismo hegeliano, que le permite justificar la violencia, mantener vivo el espíritu revolucionario e inventar de vez en vez todas las vueltas y con cualesquiera volteretas que pueden ser útiles al partido comunista para demostrar que siempre tiene razón y escabullirse de las críticas de los adversarios.
   
Se necesita una disciplina moral del pensamiento
   
----------Hoy, con el pretexto de la libertad de pensamiento, es frecuente la costumbre de utilizar el pensamiento no para buscar, ver, conocer, poseer, mostrar, defender, difundir o practicar y amar la verdad, sino como un instrumento, medio o material a nuestra disposición, al cual podemos dar forma y contenido según nuestros gustos personales, para satisfacer nuestros egoísmos, prevalecer sobre los demás, destruir a los adversarios, parecer celantes, santos y profetas, ocultando nuestras culpas, alcanzar objetivos inconfesables, obtener el favor de los poderosos y el éxito entre las multitudes, saciar nuestros deseos y concupiscencias.
----------Se ha introducido recientemente en  el vocabulario acerca de la actividad del pensamiento, el uso del concepto de "creatividad", que da como primera impresión la de valorizar y potenciar las energías del espíritu, el descubrimiento, la novedad y la inventiva. Pero en realidad tiene como efecto concreto un aumento del uso arbitrario, indisciplinado, caprichoso, individualista y por tanto deshonesto y criminal del pensamiento, un uso apto para causar todo género de desorden y daño moral y material.
----------Existen siempre en la actual estructura de la Iglesia, obviamente, pero desgraciadamente ya no entran en función como en tiempos pasados las instituciones eclesiales y los organismos de vigilancia en el campo de la doctrina, tanto locales (en cada diócesis) como centrales (en la Santa Sede), deputados para poner en guardia, advertir, alertar, denunciar, amenazar, refutar, corregir y condenar los errores, imposturas, mentiras, difamaciones, calumnias, escándalos, engaños, fraudes, falsedades, impiedades y herejías.
----------El católico amante de la verdad se encuentra a menudo perdido o desconcertado en medio de la confusión o de una Babel de opiniones cambiantes y contrastantes sobre puntos fundamentales de doctrina, siente proclamar a los cuatro vientos, por teólogos y a gritos, doctrinas contrarias a aquellas que le habían sido enseñadas como inmutables; no encuentra quien lo tranquilice en sus dudas y en sus preocupaciones.
----------Por eso difícilmente y raramente se siente protegido o sostenido por las autoridades, las cuales a veces se desvían ellas mismas o callan ante los peligros o los escándalos, por lo cual el católico debe defenderse por sí mismo como puede, tal vez con la ayuda precaria u ocasional o afortunada de algún otro fiel o sacerdote o teólogo preparado, despierto, inteligente, y fiel al Magisterio de la Iglesia.
----------Lo que resulta paradojal, si se observa atentamente, es que nunca como hoy hemos estado ante una producción literaria teológico-religiosa tan abundante como la de la actualidad, así como a tal cantidad de documentos eclesiásticos, como la del presente. Y sin embargo, en esta enorme masa de material muy raramente encontramos indicaciones adecuadas para hacernos descubrir y refutar los errores doctrinales que hoy arruinan y perturban profundamente la vida de la Iglesia y de la sociedad.
----------En su Lógica, Hegel hace preceder a la "doctrina del ser" una introducción en la cual se pregunta "¿con qué debe comenzar la ciencia?" y es así que entonces se enreda durante quince páginas girando en torno a un equívoco que no logra resolver. En efecto, es evidente que, hablando del principio del saber, confunde principio en el sentido del iniciar, del comenzar, del dar principio, del punto de partida, con principio en el sentido de la verdad basilar, básica, inmediatamente evidente y más cierta, sobre la cual fundar el saber. La primera cuestión concierne al cognoscente: ¿cómo él comienza a conocer? ¿De dónde parte? La segunda concierne al objeto del saber: ¿cuál es lo primero conocido? 
----------Debemos recordar que el ejercicio de nuestro pensamiento es una cosa muy delicada y una tarea muy responsabilizante; no es algo que esté a total disposición de nuestra voluntad como materia puramente plasmable al gusto de nuestro arbitrio, de tal manera que nos sea lícito o tengamos la facultad o la libertad o el permiso para poner en obra el pensamiento o usarlo como mejor agrada a cada uno de nosotros según sus deseos o intereses particulares, sin que esto pueda tener ninguna consecuencia lamentable o desagradable o sin que causemos ningún daño a nosotros mismos y a los demás.
----------Por el contrario, el mal uso moral del pensamiento, su uso capcioso, sofístico, deshonesto o hipócrita, con la mala voluntad que se deriva de ello y está en su origen, hace que nosotros perdamos de vista nuestro verdadero bien, emprendemos un camino o asumimos una conducta, que en lugar de hacernos poner en obra los talentos recibidos de Dios o las buenas inclinaciones de nuestra naturaleza, nos hace, para decirlo con el parangón evangélico, higueras estériles, dignas de ser derribadas y arrojadas al fuego.
----------La obligación, en el pensar, de la coherencia, del respeto del principio de no-contradicción, de evitar contradecirse o bien de disolver o mostrar la apariencia de contradicción, es un preciso deber moral, para que lo que decimos no sea insensato e ininteligible y responda al deber que tenemos de respetar la inteligencia de nuestro interlocutor, el cual, si es amante de la verdad, espera que le demos discursos coherentes y sensatos y tiene el derecho de escuchar cosas que tengan sentido, antes de juzgar si lo que decimos es verdadero o falso. Porque, en efecto, para que un discurso sea verdadero no basta con que sea coherente y sensato, sino que también debe estar conforme a la realidad. Un discurso que tiene sentido puede ser verdadero o falso; pero un discurso contradictorio es ciertamente falso.
----------En la Introducción a su Lógica, Hegel presenta un concepto de lógica que pretende sustituir a la metafísica. ¿Y esto por qué? Porque él parte de la consideración, de la toma en exámen, de un concepto insuficiente de lógica, entendida solo como lógica formal y pasa por alto la existencia de la lógica material. Vale decir, toma en consideración la lógica de la corrección y coherencia del razonamiento y no considera que la lógica tiene por objeto y ordena también la materia del conocer en cuanto pensada, regulada y conceptualizada.
----------Sigue a esta confusión que Hegel pone en la lógica, materias de otras ciencias, mientras descuida materias que forman parte de la lógica. ¿Qué tiene que ver la lógica con el mecanismo, la química y el proceso vital? ¿Qué tiene que ver el devenir con la lógica? Estas materias son objeto de la física o de la biología o de la historia y en cualquier caso de las ciencias de la realidad.
----------Faltan en cambio partes de la lógica: ¿dónde están los predicables? ¿Dónde están las predicamentos? ¿Dónde está la doctrina de la demostración? ¿Dónde están los principios de la demostración? ¿Dónde están las reglas de la disputa científica? ¿Dónde está la inducción y la deducción? ¿Dónde están el juicio inventivo y el resolutivo? ¿Dónde están los elencos sofísticos? ¿Dónde está la subalternificación de las ciencias?
----------La confusión en la que cae Hegel entre la metafísica y la lógica lo conduce inevitablemente a confundir el ser, que es objeto de la metafísica, con el concepto del ser, que es objeto de la lógica. El ser no es por sí ni determinado ni indeterminado, sino que es acto del ente, el cual contiene en sí virtualmente toda posible determinación, ya que está claro que todo ente determinado tiene el ser, mientras que el concepto del ser abstrae de modo incompleto de toda determinación, porque de lo contrario, abstrayendo de todo, entonces resultaría una nada y Hegel tendría razón al identificarlo con la nada.
----------El ser, objeto de la metafísica, tiene, como dice Aristóteles, muchos sentidos, "se dice de muchos modos", es analógico y diversificado. Es el ser real. El concepto metafísico del ser implica la abstracción del ser formal de aquel material (abstracción formal). Es el ente de razón. El concepto lógico del ser es el ser universal o común, que abstrae del ente singular (abstracción total). El ser real se opone a la nada. En cambio la lógica, que tiene por objeto el ente de razón, pone bajo el concepto del ser tanto la categoría del ser real como la nada, nada que así aparece como si fuera ser.
----------Por consiguiente, si reducimos el ser del metafísico a la categoría lógica del ser, es fácil la tentación de identificar el ser con el no-ser, porque ya no estamos ante el ente real, sino ante un ente de razón con el cual pensamos tanto el ser como el no-ser. Es exactamente cuanto le ha sucedido a Hegel, quien redujo el ser de la metafísica al ser de la lógica.
----------Por otra parte, Hegel sabe que la lógica tiene por objeto lo pensado, el ser en cuanto pensado o concebido. Al mismo tiempo, heredero del idealismo que, nacido de Descartes, había llevado a Kant y a Fichte, se niega a admitir una realidad o un ser presupuesto al pensamiento, que está fuera del pensamiento y al cual el pensamiento se deba adecuar para ser verdadero. Por lo tanto, él rechaza la metafísica como conocimiento de una realidad extramental, según la concepción realista aristotélica de la metafísica.
----------Hegel sostiene que es necesario que la lógica tome el lugar de esta metafísica porque para él objeto del pensamiento, según la herencia cartesiana, no es el ente, sino el concepto del ente. Ahora bien, como el ente en cuanto pensado o bien el concepto del ente es el objeto de la lógica, no queda más que decir que la ciencia del ente será la lógica y no la metafísica. Pero esta confusión del ente con el concepto del ente es lo que conduce a Hegel a identificar el ser con la nada, porque la indeterminación pertenece al concepto del ser y no al ser mismo.
----------En efecto, mientras la metafísica tiene por objeto el ser, la lógica tiene por objeto el concepto del ser. Si nos detenemos, como hace Hegel, sólo en la cuestión de la determinación o no indeterminación del concepto del ser, por fuerza se termina por confundir, como le ha sucedido a Hegel, el ser con el no ser, el sí con el no, creyendo por lo demás vanamente con ello explicar el devenir.
----------Y en cambio el ser es solo el sí que se opone al no. En el ser real existen virtualmente todas las determinaciones. Es el concepto del ser que abstrae de todo y puede dar la apariencia de concluir en la nada. Pero confundir el ser con la nada es la más grande desgracia que pueda suceder al intelecto humano. Es la desgracia del nihilismo. Y aquí asombra muchísimo cómo un Hegel cristiano venga superado por el pagano Aristóteles, aquí más fiel a Cristo que el mismo Hegel. Algunos se quejan de que el papa Francisco hable poco de Cristo y no se dan cuenta de que se puede hablar de él sin nombrarlo, se puede estar con Él sin saberlo.
----------No se trata de despreciar el devenir, sino que debemos dejarlo en su lugar. No despreciamos el pasado o el futuro, sino que tenemos necesidad del presente. Dios no ha sido y no será, sino que Es. Y si Es, lo es porque ha sido y será. Sentimos la necesidad de construir sobre lo sólido, sobre lo que es firme, da seguridad y confianza, sobre lo que da garantía, lo que resiste el poder de la destrucción.
----------No sabemos qué hacer con los conceptos fluidos. Buscamos la certeza y no la propia seguridad. No queremos dar por cierto lo que no es. No podemos negar aquello de lo cual estamos ciertos. Queremos conocer en qué podemos errar. Nos es odioso acomodarnos en la duda. No queremos construir sobre la arena sino sobre la roca. No queremos separar para confundir, sino distinguir para unir. Rechazamos la rigidez porque queremos la firmeza. Rechazamos la doblez y queremos la sinceridad.
----------Sentimos que no es digno a nuestra condición de seres humanos y de cristianos ser cañas bamboleadas por el viento. Somos frágiles, pero queremos resistir a las tormentas. No nos basta aquello que es precario y corruptible. Nuestra vida no termina con la muerte. Tenemos necesidad de palabras que no pasan. Tenemos necesidad de Alguien a quien decir: "Tú tienes palabras de vida eterna".

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