En recientes publicaciones de este blog hubo ocasión de mencionar la figura del "clérigo acéfalo o vago", la cual ciertamente no se trata de una categoría de clérigos perdida en la oscuridad de los tiempos, o desaparecida en el Medioevo, sino todo lo contrario, pues de hecho el papa Francisco, hace un par de años, hubo de tenerlos presentes en una de sus Cartas Apostólicas, donde instó a los Obispos y Conferencias Episcopales a reducir en la medida de lo posible el número de "sacerdotes vagos". [En la imagen: fragmento de "La batalla entre Carnaval y Cuaresma", óleo sobre panel de roble, pintado entre 1600-1620, obra de la escuela flamenca, de algún discípulo de Hieronymus Bosch, El Bosco].
Explicando los términos
----------Hace un par de años atrás, el papa Francisco mostró su preocupación por los llamados clérigos "acéfalos o vagos", mencionándolos en la carta apostólica Competentias quasdam decernere, del 11 de febrero de 2022, y haciéndolos objeto de una modificación de una de las disposiciones del Código de Derecho Canónico. Es útil que el lector lea los fundamentos argumentados por el Santo Padre al inicio de ésta su carta apostólica, buscando que cada Obispo en su diócesis y las diferentes Conferencias Episcopales compartan responsabilidades y coadyuven de esta manera a la unidad de la disciplina entre los presbíteros.
----------En el artículo 3 de su normativa, el Papa se refiere a "los clérigos acéfalos o vagos", y en relación a ellos, modificó el canon 265 del CDC, que ahora quedó formulado así: "Es necesario que todo clérigo esté incardinado en una Iglesia particular o en una prelatura personal, o en un instituto de vida consagrada o en una sociedad que goce de esta facultad, o también en una asociación pública clerical que haya obtenido de la Sede Apostólica tal facultad, de modo que de ninguna manera se admitan los clérigos acéfalos o vagos".
----------Indudablemente que en el imaginario de los fieles no necesariamente informados sobre los pormenores de la vida clerical, quienes naturalmente no cotejan día a día el Código de Derecho Canónico por el que se rige la Iglesia, la expresión "sacerdote vago" puede hacerles pensar en la vida placentera y poco comprometida de un clérigo respecto a su vocación y a su misión de entregarse a la educación de la fe cristiana de su comunidad. Este malentendido motiva también a la publicación de un artículo como el presente.
----------De modo que lo primero que es necesario tener presente al tratar de este tema es que cuando en la Iglesia se habla de clérigos "vagos", no se está haciendo referencia a sacerdotes que eventualmente puedan ser perezosos, ni se los está acusando de ser haraganes en el cumplimiento de su oficio. Naturalmente, no estoy negando que algún clérigo habrá con tal característica, pero, la inmensa mayoría de los sacerdotes que conozco y que he conocido en mi vida, son profundamente empeñosos en su trabajo, y realmente sucede todo lo contrario de ser "vagos" en tal sentido, porque a menudo están sobrecargados de trabajo, dado que, como bien lo sabemos, "la mies es mucha y los obreros son pocos", y no tenemos que cansarnos de rogar constantemente "al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.", como Él mismo nos mandó rezar.
----------El término "vago" para referirse a clérigos o sacerdotes es una palabra que viene del Medioevo, para denominar así a los sacerdotes "vagabundos", por no tener un domicilio fijo. Por tanto, tampoco se trata de falsos sacerdotes, o sea de aquellos personajes que suelen de tanto en tanto aparecer también en la actualidad, usualmente en zonas rurales o en ámbitos no del todo prevenidos, haciéndose pasar por sacerdotes sin serlo, engañando a los incautos para sacarles provecho en su buena fe.
----------Por el contrario, los clérigos "vagos" son sacerdotes efectivamente ordenados, pero que por alguna anomalía con su propia diócesis, vale decir, la diócesis en la que están incardinados, o bien por alguna anomalía con la congregación religiosa a la que pertenecen, vienen a terminar en diversos lugares del mundo, usualmente donde existen muchos católicos, por ejemplo en algunas regiones del Africa o algunas ciudades y pueblos de Europa y, sobre todo, en América Latina, lugares en donde aparecen como sacerdotes, predicando o dando charlas y conferencias, pero sin que la gente logre identificar de dónde vienen.
Sacerdotes sin relación con Obispo
----------Es claro que a veces ocurre que los sacerdotes tienen permisos temporales para residir en lugares distintos al de su diócesis de incardinación. Pero no faltan casos en que aparecen sacerdotes fuera de su diócesis de incardinación sin tener tales permisos: no tienen parroquia, no son oficialmente responsables de cura de almas, no tienen ninguna tarea o misión específica de la que encargarse, y da la impresión de que ni siquiera tuvieran diócesis de pertenencia, aunque en realidad ello no es posible, y ciertamente la tienen, pero el problema es que no están en contacto con la diócesis en la que están incardinados: de hecho no tienen relación con su Obispo. Usualmente se dedican a dar charlas o pláticas o talleres o coaching o incluso no faltan aquellos sacerdotes que aparecen como "curas sanadores", ofreciendo sus servicios a los incautos que son engañados en su buena fe. Es frecuente que de tanto en tanto aparezcan en las diócesis comunicados públicos de parte del respectivo Obispo advirtiendo a sus fieles de la peligrosa presencia de estos sacerdotes.
----------¿Cómo actúa la Iglesia frente a este género de sacerdotes vagos o acéfalos o vagabundos o giróvagos? Tengamos en cuenta que el Obispo, o sea el responsable de una Iglesia particular, necesita ser informado de la presencia de este tipo de clérigos. Usualmente sucede que los Obispos han recibido de su presbiterio o de sus fieles laicos alguna información o algunos datos de la presencia en su territorio diocesano, o en una región comprendiendo varias diócesis, acerca de la presencia itinerante de esta clase de clérigos.
----------En tales casos, no es para nada infrecuente que si sucede encontrarnos con alguno de estos clérigos itinerantes, y tratamos de salir de dudas e indagar acerca de su identidad, el tal supuesto clérigo "vago" nos exprese lisa y llanamente hacer responsable de su situación al propio Obispo de origen, por malentendidos o desacuerdos con él. O sea que, en definitiva, su situación personal suele reducirse en el fondo a un problema de infidelidad a su voto o promesa de obediencia.
----------De hecho, en nuestra época de lucha entre modernistas e indietristas, entrambos malentendiendo el Magisterio del Papa y tergiversando sus directivas pastorales, no faltan clérigos que parecen no sentir temor de convertirse en "vagos" simplemente porque siguen su ideología, o modernista o filo-lefebvriana, antes que la Palabra de Cristo tal cual la explica su Vicario en la tierra, dando incluso señales de no comprender el núcleo y razón de ser de su vocación de dejarlo todo para seguir al Señor, ni ser conscientes de no tener la plenitud del sacerdocio, ni poder vivirlo autónomamente sino como colaboradores del Obispo.
----------La cuestión de los clérigos acéfalos o vagos es un problema al que la Santa Sede viene prestándole más atención, sobre todo en razón de los abusos (pensemos en lo peor: el abuso sexual de menores), pues en tales casos a ese sacerdote vago no hay manera de pedirle cuentas, al estar en una diócesis que no es la suya, el Obispo de la diócesis en la que está incardinado no sabe nada de lo que este sacerdote está haciendo, precisamente porque se trata de un "clérigo vago", o sea, básicamente hace lo que se le da la gana, y entonces resulta muy difícil poder dar solución este tipo de situaciones de gravedad extrema.
----------Pues bien, como se advierte a partir de la carta apostólica Competentias quasdam decernere, la Iglesia está tratando de reducir al máximo los casos de clérigos acéfalos o vagos, la Iglesia está tratando de que sean los propios Obispos los que tomen control de estos sacerdotes.
----------Al respecto, tengamos presente que un sacerdote que ha sido prestado por su diócesis de origen a otra diócesis para que desarrolle en ésta un determinado trabajo pastoral, no es un sacerdote vago, sino que es una legítima transferencia de un sacerdote que mantiene su incardinación (vale decir, su pertenencia a la diócesis de origen) a otra diócesis a la que ha sido prestado. En tal sentido, existen muchos sacerdotes en el mundo católico, que pertenecen a una diócesis determinada y que están legítimamente prestados a otra.
----------Quede entonces claro que esos no son los sacerdotes acéfalos o vagos. Por el contrario, los sacerdotes vagos son los que en cierto modo aprovechan los "agujeros burocráticos" en la administración de una diócesis y simplemente -digámoslo así- "se mandan a mudar" y van a donde les da la gana o donde consideran que pueden obtener conveniencias o ventajas, sin obligación de obediencia al Obispo o Superior.
----------Pues bien, si los fieles se encuentran con algún sacerdote que les produzca dudas acerca de su legítima situación, no deben demorarse en consultar de inmediato a su diócesis, directamente o a través de un párroco. Y no sólo consultar con los representantes de la diócesis: si se advierte que estos sacerdotes están cumpliendo con algo impropio a su función sacerdotal, ello debe ser registrado también por escrito, avisando debidamente a la diócesis, lo cual es una necesidad sobre todo en estos tiempos, en que la Iglesia quiere ajustar y asegurarse debidamente respecto al tema de la prevención de los abusos sexuales por parte de sacerdotes. Por este motivo, el control sobre los clérigos es sumamente importante, y al respecto estos sacerdote giróvagos son un auténtico problema y un riesgo constante, que tiene que ser denunciado a cada diócesis, y con insistencia. Y para que el lector me entienda respecto a ello: denunciar con insistencia quiere decir que, si no te escuchan la primera vez, insiste una segunda vez y una tercera, hasta que te escuchen.
Entre la historia y la leyenda
----------El hecho de que a aquellos clérigos que el actual Derecho Canónico llama "vagos" también se los haya llamados "goliardos", nos induce a introducirnos en una zona gris entre lo histórico y lo legendario, aún cuando los serios historiadores han alcanzado a determinar firmes referencias históricas. Pero sus aspectos legendarios siguen vigentes, al menos para ciertos ámbitos, como el del estudio de las culturas populares o el de las artes musicales, pues en algunos casos el goliardo ha estado emparentado con el juglar.
----------En efecto, uno de los perfiles más curiosos de la Alta Edad Media europea es el del "goliardo", una mezcla entre religioso y juglar. Los denominados clerici vagantes o goliardi pertenecían a los estratos más bajos de la jerarquía eclesiástica y se dedicaban a vagar por los caminos vendiendo su habilidad poética y musical a cambio de limosna. Los goliardos eran también los estudiantes pobres, sopistas (por andar "a la sopa", siguiendo su carrera literaria sin otros recursos que los de la caridad) y pícaros, que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII. La mayor parte de estos goliardos estudiaban en las universidades de España, Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. No obstante, la figura del goliardo puede rastrearse hasta épocas muy anteriores. Y así, ya en el siglo IV, el concilio de Nicea del 325 condenaba a un cierto tipo de clérigos de vida licenciosa que podrían equipararse al goliardo (vagans).
----------A los goliardos también se los llamó sarabaítas, que eran ciertos monjes errantes y vagabundos, los cuales, más bien disgustados con la vida cenobítica, no seguían ninguna regla y andaban de pueblo en pueblo viviendo a su discreción. El nombre sarabaíta parece provenir del hebreo sarab que significa rebelarse. Casiano, en su conferencia 14, los llama Rennitæ, quia jugum regularis disciplinæ renuunt. No les hace más favor san Jerónimo, quien en su Epistola 18 ad Eustochium los llama remoboth, palabra egipcia casi equivalente a sarabaítas. Jerónimo dice que vivían de su trabajo pero que vendían sus obras más caras que los otros, como si su oficio fuera más santo que su vida y que disputaban entre sí con bastante frecuencia, porque no querían estar sujetos a nadie: que ayunaban a porfía y tenían el silencio o el secreto por una victoria, etc. San Benito de Nursia, en el Capítulo Primero de su Regla, también los menciona:
----------"La tercera es una pésima clase de monjes: la de los sarabaítas. Éstos no han sido probados como oro en el crisol por regla alguna en el magisterio de la experiencia, sino que, siendo blandos como plomo, guardan en sus obras fidelidad al mundo, y mienten a Dios con su tonsura. Viven de dos en dos o de tres en tres, o también solos, sin pastor, reunidos, no en los apriscos del Señor sino en sus propios apriscos. Su ley es la satisfacción de sus gustos: llaman santo a lo que se les ocurre o eligen, y consideran ilícito lo que no les gusta. [...] Mientras que la cuarta clase de monjes es la de los giróvagos, que se pasan la vida viviendo en diferentes provincias, hospedándose tres o cuatro días en distintos monasterios. Siempre vagabundos, nunca permanecen estables. Son esclavos de sus deseos y de los placeres de la gula, y peores en todo que los sarabaítas. [...] De la misérrima vida de todos éstos, es mejor callar que hablar".
----------La derivación del término goliardo es incierta. Podría provenir del francés antiguo gouliard, "clérigo que lleva vida irregular", a su vez alteración del bajo latín gens Goliae, propiamente "gente de Golias", y por extensión "gente del demonio", alusivo al "obispo Golias", un santo patrono, probablemente mítico, al que ellos mismos hacían referencia, que probablemente no sería más que una latinización del nombre del gigante Goliat, "el demonio", nombre que se darían a sí mismos para hacer valer su posición de estudiantes cultivados y grandes bebedores, con el que satirizaban a las autoridades eclesiásticas y políticas. O bien, podría remontarse a una carta escrita por san Bernardo de Claraval al papa Inocencio II, en la que se refería a Pedro Abelardo como 'Goliath', creando así un vínculo entre el gigante y los estudiantes seguidores de Abelardo. Otras teorías sostienen que el nombre procede del latín gula ("goloso"), por su insaciable apetito o glotonería, o lo hacen derivar del francés antiguo gailliard ("compañero alegre").
La actual disciplina acerca de la incardinación de clérigos
----------El Concilio Vaticano II trató también de estas cuestiones, y los Padres conciliares pidieron flexibilizar las normas de incardinación y excardinación, de modo que se facilitara un mejor tránsito del clero entre las distintas diócesis de la Iglesia en un determinado país y en todo el mundo. De ahí que el decreto Presbyterorum ordinis sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, pidió: "Revísense las normas sobre la incardinación y excardinación de manera que, permaneciendo firme esa antigua disposición, respondan mejor a las necesidades pastorales del tiempo. Y donde lo exija la consideración del apostolado, háganse más factibles, no solo la conveniente distribución de los presbíteros, sino también las obras pastorales peculiares a los diversos grupos sociales que hay que llevar a cabo en alguna región o nación, o en cualquier parte de la tierra" (n.10).
----------Tal indicación del Concilio tiene sus buenos fundamentos, y es muy cierto que a causa de la complejidad de la tarea evangelizadora a un mundo secularizado como el presente, puede hacerse necesario que un determinado sacerdote, en razón de sus peculiares tareas pastorales no esté sujeto a la normal situación de su trabajo en la diócesis en la que está incardinado. Pero todo tiene su razonable límite y todo necesita de su debido equilibrio, particularmente porque debemos tener siempre presente que es el Obispo el que forma Iglesia, y que ni siquiera una Parroquia es una Iglesia perfecta, porque la parroquia, por sí misma, no cuenta con la totalidad de los Sacramentos, que son precisamente los que dan vida a la Iglesia. Sólo la Iglesia diocesana es perfecta como Iglesia, en cuanto en comunión con el Papa.
----------Por eso se comprende perfectamente lo que el Santo Padre determinó sobre esta cuestión en la ya citada carta apostólica Competentias quasdam decernere, al modificar lo establecido por el canon 265 del Código de Derecho Canónico: "Es necesario que todo clérigo esté incardinado en una Iglesia particular o en una prelatura personal, o en un instituto de vida consagrada o en una sociedad que goce de esta facultad, o también en una asociación pública clerical que haya obtenido de la Sede Apostólica tal facultad, de modo que de ninguna manera se admitan los clérigos acéfalos o vagos".
----------Ahora bien, para que un clérigo ya incardinado se incardine válidamente en otra Iglesia particular, debe obtener de su Obispo diocesano letras de excardinación por él suscritas, e igualmente las letras de incardinación suscritas por el Obispo diocesano de la Iglesia particular en la que desea incardinarse.
----------El clérigo que se haya trasladado legítimamente de la propia diócesis o Iglesia particular a otra Iglesia particular, queda incardinado a ésta segunda en virtud del mismo derecho después de haber transcurrido un quinquenio si manifiesta por escrito ese deseo tanto al Obispo diocesano de la Iglesia que lo acogió como a su propio Obispo diocesano, y ninguno de los dos le ha comunicado por escrito su negativa, dentro del plazo de cuatro meses a partir del momento en que recibieron la petición.
----------Los criterios que, de modo general, sigue el Obispo diocesano para conceder la incardinación son: 1. Que sea de utilidad para su Iglesia particular. 2. Tener constancia de la excardinación, y de informes convenientes sobre la conducta y los estudios del clérigo. 3. Que el clérigo haya dejado constancia por escrito de su voluntad de ser adscrito al servicio de la nueva diócesis.
----------En lo que respecta a los Religiosos, el miembro profeso con votos perpetuos en un instituto religioso o incorporado definitivamente a una sociedad clerical de vida apostólica, al recibir el diaconado queda incardinado como clérigo en ese instituto o sociedad, a no ser que, por lo que se refiere a las sociedades, las constituciones digan otra cosa. Por la recepción del diaconado, el miembro de un instituto secular se incardina en la Iglesia particular (diócesis) para cuyo servicio ha sido promovido, a no ser que, por concesión de la propia Sede Apostólica, se incardine en el mismo instituto.
----------De este modo, se trata de evitar que exista un "clérigo acéfalo", esto es, un clérigo que no se encuentre incardinado en ninguna entidad, que no tenga un destino claro en el que cumplir con su labor pastoral; figura esta que tradicionalmente se ha conocido como "clérigo vago" y que, tal como hemos visto, es una categoría todavía presente en el Derecho Canónico y, lamentablemente, en la vida de la Iglesia.
Por ejemplo los curas bloggeros. Ellos dicen que tienen permiso de su obispo. Pero el blog excede la diócesis y el obispo no puede dar un mandato que exceda la diócesis.
ResponderEliminarEn resumen, son unos charlatanes.
Estimado Anónimo,
Eliminarleyendo su intervención, que se refiere a algo que no tiene que ver con mi artículo, sospecho que puede darse en usted alguna de estas tres posibilidades: 1. no ha leído mi artículo y por lo tanto no conoce su tema, ha leído "sacerdote vago" en el título, y entonces usted ha escrito lo que ha escrito; 2. o bien ha leído mi artículo, pero no lo ha entendido: o bien 3. ha leído mi artículo, lo ha entendido, pero igual ha querido comentar de lo que se le dio la gana.
Aún así, le responderé un par de cosas, al menos para empujarlo a pensar un poquito antes de escribir la próxima vez.
Leyendo su primera frase, quizás usted la ha querido hacer proseguir a mi título: "Sacerdote vago. Por ejemplo los curas bloggeros". Sospecho que esto es posible. Pero en tal caso, usted está entendiendo la palabra "vago" en el sentido de perezoso o haragán; pero no es ese el sentido que da a la expresión "clérigo vago" el Derecho Canónico. Al respecto, lea o relea mi artículo, para saber de qué se trata.
Por cuanto respecta al permiso del Obispo, parece que usted conoce a muchos "curas bloggeros", como usted los llama, y le han dicho a usted, todos ellos, que tienen permiso del Obispo. Yo no estaría tan seguro de ello, porque estoy seguro que un sacerdote no le pide permiso a su Obispo o a su Superior para ir a ver un partido de fútbol o una película al cine o ir a Córdoba o a Salta o a Tierra del Fuego si tiene dos semanas de vacaciones para tomar aire para retornar a su parroquia a trabajar.
La actividad del blogger, hoy por hoy, se puede comparar a la de escribir un libro y publicarlo, si se consigue editorial o ayuda económica para publicarlo.
Para serle franco, yo no estaría tan seguro de que todos los sacerdotes pidan permiso (imprimatur, como se decía antes) para publicar su libro. Pero alguno habrá. Yo mismo, he pedido permisos para ello a mis superiores, y en alguna ocasión tuve que revisar lo escrito, volverlo a redactar y presentar a revisión y examen para que se me concediera finalmente el permiso para publicarlo.
¿Usted consideraría que un libro excede la diócesis de un Obispo? Mi respuesta es afirmativa, y supongo que la suya también. Por ende, lo mismo sucede respecto a la actividad del blog de un sacerdote. De hecho conozco un par de ellos que tienen blogs: monseñor Buenanueva, el obispo de san Francisco tiene uno, muy activo, con una o dos publicaciones semanales, ¿y esto para usted sería inmiscuirse en territorio que excede su diócesis? De hecho, excede el país. Aquí en Mendoza, el padre Cinquemani tiene un blog, poco activo pero activo al fin; y se trata de un sacerdote ¡muy ocupado!: profesor de dogmática en el seminario, párroco con varias capillas, con otras varias responsabilidades diocesanas, etc...
Si usted ha tomado la expresión "sacerdote vago" en el sentido no canónico sino popular de perezoso o haragán, y ha querido aplicársela a los "curas bloggeros", pues entonces, tal cosa es inaplicable para los dos casos que le he indicado.
No niego que puedan existir sacerdotes "vagos" en el sentido no canónico sino popular del término. Y no niego que esos sacerdotes puedan encontrar una excusa a su haraganería diciendo que se dedican a "publicar posts en un blog". Pueden existir esa clase de sacerdotes. Pero yo no conozco ninguno.
Otros sacerdotes habrá jubilados y en los últimos años de su camino aquí en la tierra (como es mi caso) que, habiendo dejado como es mi caso las actividades académicas y las responsabilidades de otras épocas, encuentran en un blog y en sus ratos libres la providencial posibilidad de seguir haciendo lo que siempre han hecho en su vida: anunciar el Evangelio "a todo el mundo", explicar la Palabra de Cristo, explicitarla, profundizar su sentido, hacerla accesible a todos. Por supuesto, con permiso del Obispo o del Superior.
Lo cual no quita que a veces alguno me pueda calificar de "charlatán", de lo cual, no tengo conciencia que haya fundamento de culpa, porque trato de que lo que publico sea siempre conforme a Magisterio, Fe y Razón.
Estimado Anónimo: usted está confundido. Aquí en este artículo el padre Filemón se ha referido al "clérigo vago" tal como usa esta expresión el código de derecho canónico, vale decir, se trata del clérigo que está incardinado en una diócesis y debe prestar servicio en esa diócesis (porque no tiene permiso para prestarlo en otra diócesis) y sin embargo "vaga", "vagabundea", fuera de la diócesis, haciendo lo que se le da la real gana, siendo infiel a su promesa de obediencia al obispo de su diócesis de incardinación.
EliminarSergio Villaflores (Valencia, España)