jueves, 2 de enero de 2025

Los errores de Karl Rahner: el sacerdocio

Nos podemos preguntar en qué se convierte la Santa Misa si se siguen las pautas interpretativas de la teología litúrgica rahneriana. El hecho es que, según lo que enseña Rahner, Cristo no se ha ofrecido como sacrificio de expiación por los pecados, dado que en cualquier caso ellos son perdonados y todos están en gracia; el sacerdote en la Santa Misa no ofrece un sacrificio, sino que realiza la palabra de Dios en nombre de la comunidad; en la eucaristía no hay ninguna sustancia precisa, sino sólo un sujeto lógico atemático. No hay que asombrarse de que con similares ideas haya surgido todo género de profanaciones y arbitrariedades litúrgicas en nombre de una liturgia trascendental atemática, que sobre el plano categorial es libre para expresarse con toda suerte de rarezas, por no decir cosas peores. [En la imagen: fragmento de "Pentecostés", óleo sobre lienzo, 1909, obra de Emil Nolde, conservado y expuesto en el Museo Nacional de Berlín, Alemania].

¿Qué sentido tienen para Rahner el Sacerdocio y los Sacramentos en general?
   
----------De las declaraciones de Rahner que hemos examinado al tratar de su eclesiología, aparece evidente su tendencia a no remontar a la voluntad formal y positiva de Cristo algunos institutos sacramentales -en este caso la esencia y las funciones del sacerdocio-, además de poner en discusión su recíproca diferencia, la cual la Iglesia también remontar tradicionalmente a las disposiciones de Cristo: la distinción entre clero y laicos, entre vida religiosa y laical, los tres grados del sacramento del Orden, su poder específico, su distinción de la gracia santificante, la imposición de las manos en el rito de la ordenación.
----------En lo que respecta a la imposición de las manos, como es sabido, es un gesto simbólico ritual presente ya desde el Antiguo Testamento, realizado por un superior frente a un inferior, para significar la transmisión por parte del superior al inferior, de un poder espiritual o de una bendición divina. Estos gestos los encontramos también en la vida de Jesús. No es para maravillarse, por tanto, que Jesús haya ordenado de tal modo a los Apóstoles, aún cuando el Evangelio no lo diga explícitamente.
----------Ciertamente no de todas estas instituciones tenemos testimonio explícito en los Evangelios; pero -como siempre ha hecho la Iglesia- no es difícil hacerlas remontar a Cristo considerando las explicitaciones ya dadas en el Nuevo Testamento, sobre todo por san Pablo, y por los primeros autores eclesiásticos y primeros Papas.
----------La definición rahneriana del sacerdocio ministerial aparece carente, demasiado centrada sobre la palabra y demasiado poco sobre el ofrecimiento del sacrificio: "El sacerdote es aquel que, por encargo de la Iglesia y por tanto en forma oficial, anuncia a una comunidad [...] la palabra de Dios [...]. El modo supremo de realización de esta palabra se tiene en la anámnesis de la muerte y resurrección del Señor hecha en la celebración eucarística" (Nuevos ensayos, vol. IV, op.cit., p.450).
----------Dice también Rahner: "La comunidad de fe posee en cuanto tal un oficio directivo, cuyo poder fundamental consiste en la predicación de la palabra exhibitiva de la gracia escatológicamente victoriosa" (Teología de la experiencia del Espíritu, op.cit., p.615). Debemos hacer la seria observación de que la palabra apostólica no se limita a "exhibir" o a mostrar la obra de la gracia, sino que es una palabra sacramental, o sea una palabra de poder, que produce lo que significa. El poder fundamental e insustituible del sacerdote no es la predicación o la enseñanza, sino la administración de los sacramentos, aquella que los Santos Padres llaman la "mistagogia". De hecho, hoy también la mujer puede acceder a la enseñanza de la teología, pero no por esto le es permitido a la mujer acceder al sacerdocio, tal como san Juan Pablo II ha establecido de modo definitivo. Desagrada, por tanto, que Rahner sea favorable al sacerdocio de la mujer.
----------Por otra parte, es necesario decir que, contra lo declarado por Rahner, el sacerdote no actúa "por encargo de la Iglesia", sino en virtud de la ordenación que le ha conferido el Obispo y por encargo del Obispo La celebración eucarística no es la "realización suprema de la palabra de Dios". Esta más bien es Cristo mismo. O bien se puede decir que para el hombre la realización suprema de la palabra de Dios no es la Misa sino la santidad, para la obtención de la cual la Misa es celebrada por el sacerdote. Más bien se puede decir que en la Misa se hace sacramentalmente presente Cristo, como "realización suprema de la palabra de Dios".
----------Para ir al encuentro del pensamiento de Rahner se podría decir que una liturgia dignamente y devotamente participada constituye una premisa indispensable para la plena realización de nuestra santidad. En este sentido, creo, el Concilio habla de la liturgia como "fuente y culmen de toda la vida cristiana".
----------El oficio del celebrante no es, por consiguiente, el de realizar supremamente la palabra de Dios, sino el de consagrar el cuerpo y la sangre del Señor y ofrecerlos en favor de sí mismo y en favor del pueblo al Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, para la remisión de los pecados. Ciertamente, en la Misa se hace memoria de la muerte y resurrección del Señor, pero éste no es el modo supremo de la realización de la palabra de Dios. Este modo supremo es sólo la gloria de Cristo a la diestra del Padre.
----------Ciertamente nuestro Señor Jesucristo en el cielo rinde culto al Padre e intercede por nosotros y la Misa es efectivamente participación terrena en ese culto celestial. Pero en sí misma la celebración eucarística, aunque siendo la ritualización incruenta del Sacrificio de Cristo, es sin embargo también un acto humano del sacerdote, aún cuando el sacerdote actúe en la persona de Cristo, y como tal, por más que sea una acción sagrada, es un modo limitado de realización de la palabra de Dios.
----------Por otra parte, hablando del significado de la consagración sacerdotal, Rahner no hace entender de modo debido la sublimidad del don divino recibido por el ordenado respecto a su precedente condición laical o de religioso: "Cuando un individuo se hace 'consagrar', [...] antes de tal consagración él no es un individuo profano, no santo, que se vería comunicar a través del sacramento, desde el exterior y de una manera que sabe casi a milagroso y a mágico, una santidad que lo elevaría elitariamente por encima de la masa de los hombres profanos y no santificados" (Nuevos ensayos, vol. VIII, op.cit., p.145).
----------Rahner identifica erróneamente lo profano con lo "no santo", probablemente favorecido aquí por una limitación expresiva que se encuentra en la misma lengua alemana, la cual tiene solamente un único término, heilig, para expresar tanto lo sacro como lo santo. En realidad, estos son dos conceptos diferentes: lo profano, o sea lo laical, puede ser santo, así como lo sacro puede no ser santo. Lo sacro es propiedad de cosas físicas o jurídicas; lo santo es propiedad de la persona. Un laico puede ser santo. Un ministro sagrado, o sea un sacerdote o una persona consagrada, pueden no ser santos.
----------Indudablemente el sacerdocio requiere la santidad del sujeto que recibe el sacramento del Orden y es medio de santificación en sí más eficaz que una simple regla de vida laical. Sin embargo, el sacerdocio en sí se relaciona más a lo sacro (sacer-dos) que a lo santo, aún cuando obviamente es canal de santificación para las almas que se valen del ministerio sacerdotal. Pero el ministro, como es bien sabido, puede administrar válidamente el sacramento, sin ser personalmente santo.
----------Recibiendo el sacramento del Orden, el sujeto es ciertamente santificado; existe indudablemente un nexo entre sacerdocio y gracia santificante; pero sobre todo es hecho idóneo para santificar a los otros (gracia ministerial o gratis data; don jerárquico, dice el Concilio). Pero es conveniente que esté ya santificado también como laico o como religioso, antes de recibir el sacramento del Orden. Discurso análogo vale para la consagración religiosa, aunque ella esté aún más ligada a la santidad personal que el sacerdocio, en cuanto la vida religiosa constituye un preciso ideal de santidad. Sin embargo, es posible, por más que sea improbable, que alguien se con-sagre a Dios en la vida religiosa sin ser santo o sin buscar con convicción la santidad.
----------En definitiva, no se entiende entonces por qué la ordenación proveniente de lo externo, o sea de la imposición de las manos del Obispo, debería tener algo de milagroso o de mágico. Rahner pone lo milagroso en el mismo plano que lo mágico. ¡El Obispo no realiza ningún milagro! Y mucho menos un acto mágico.
----------A propósito del misterio de la transubstanciación eucarística Rahner hace una afirmación tan alejada de la fe, que deja perplejo incluso a un teólogo protestante como Wolfhart Pannenberg, que se refiere a la posición de Rahner (en su Teología sistemática, vol. III, p.320), el cual afirma que el "esto" de las palabras de Cristo "esto es mi cuerpo", no tiene significado ontológico (una sustancia), sino simplemente lógico, para dar sentido a la frase.
----------Ahora bien, es necesario hacer la observación que es cierto que el "esto" no designa necesariamente una sustancia precisa, no significa precisamente el pan, de otra manera quedaría fuera la frase absurda: "Este pan es mi cuerpo". En efecto, no tiene sentido predicar una sustancia de otra sustancia, como si se dijera: Sócrates es Platón. Sin embargo es necesario admitir que Jesús se refiere a algo muy real.
----------En cuanto a la cópula "es", referida al "esto", ella, como se sabe, no está presente en el texto hebreo; pero ello no significa que Jesús no haya dado un contenido ontológico al "esto" en referencia a su cuerpo.
----------También el dominico padre Tomas Tyn, interpreta el "esto" en un sentido ontológico, como referido a la transubstanciación ya ocurrida, o sea el "esto" es ya el cuerpo de Cristo, en cuanto Jesús en referencia al "esto" dice en precedencia: "Comed", con evidente referencia al hecho de que se trata ya de su cuerpo.
----------En cuanto al padre Tyn, él se expresa en estos términos: "También oiréis una capciosa objeción, y ella es que efectivamente en el ámbito de la lengua hebrea misma no existe esa palabra tan querida por santo Tomás, es decir la palabra 'es', una palabra simple y breve pero significativa, es decir la palabra que expresa el ser, la realidad del ser. Santo Tomás, entonces, continúa diciendo: si Jesús habla de su ser, y así como el ser se refiere a la sustancia, quiere decir que el cambio ocurre en aquello que corresponde al ser, es decir, a la sustancia. Entonces, se podría decir: así como la lengua hebrea no conoce la palabra 'es', entonces se derrumba toda la teología católica de la transubstanciación.
----------La respuesta es: no. De hecho, la doctrina de la transubstanciación viene con ello reforzada. Dado que, es cierto que la lengua hebrea no conoce la palabra 'es', pero en el tiempo de Jesús estos juicios que nosotros llamamos existenciales, estos juicios que predican un cierto existir de una determinada cosa, eran expresados con la simple indicación de la realidad. 'Esto, esto aquí' quería decir: esto existe, o 'esto es esta otra cosa' quería decir esto y esta otra cosa es. Por lo tanto, Jesús dice simplemente: 'Esto mi cuerpo'. ¿Entendéis qué perfecta identidad Jesús pone entre ese pan y su cuerpo? Por consiguiente, ese pan ya no es pan, sino que después de la consagración es el cuerpo de Jesús" (cf. Eucaristía: presencia real, lección del 10 de marzo de 1987, texto inédito transcrito de registración magnética).
----------En base a las mencionadas ideas de Karl Rahner, nos podemos preguntar en qué se convierte la Santa Misa si se siguen las pautas interpretativas de la teología litúrgica rahneriana: para Rahner Cristo no se ha ofrecido como sacrificio de expiación por los pecados, dado que en cualquier caso ellos son perdonados y todos están en gracia; el sacerdote en la Santa Misa no ofrece un sacrificio, sino que realiza la palabra de Dios en nombre de la comunidad; en la eucaristía no hay ninguna sustancia precisa, sino sólo un sujeto lógico atemático. No hay que asombrarse de que con similares ideas haya surgido todo género de profanaciones y arbitrariedades litúrgicas en nombre de una liturgia trascendental atemática, que sobre el plano categorial es libre para expresarse con toda suerte de rarezas, por no decir cosas peores.
----------Y que no se venga a decir, al menos así lo esperamos, que en esta clase de arbitrariedades consiste la Misa del Concilio Vaticano II. Ciertamente la Misa de san Paulo VI no es la de san Pío V. Esta tenía una mayor sacralidad; pero aquella consagra mejor la profanidad. De todos modos, nada tiene que ver la interpretación de la Misa hecha por Rahner con la propuesta por el Concilio.

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